LOS 4 FANTASTICOS #431
El Corazón de las Tinieblas III de IV
Guión:
Jose Cano y José González
Portada: Reed enrolla uno de sus brazos alrededor de las piernas y una de las muletas de Jenofonte al tiempo que lo encara estirando el cuello. Al mismo tiempo Muerte avanza sobre la espalda del astroanauta, pero éste lo mantiene a raya con la muleta libre. Al fondo en un paraje desértico observamos un enorme esqueleto monstruoso.
Nueva York, Edificio de las 4 Libertades.
En la Sala de Comunicaciones se encuentran reunidos Scott Lang, Wyatt
Wingfoot, Krisstoff y Hulka reciben un mensaje
directamente desde Latveria del único miembro de los 4 Fantásticos que
permanece en esta dimensión, que se encuentra en poder
de una raptora.. sorprendente...
- ¿Valeria von qué? ¿Cuándo ha tenido Muerte una hija? - dice Jennifer.
- No soy su hija. - aclara a través de la pantalla la mujer, bastante mayor
que cualquiera de los presentes a uno y otro lado de la
línea.
Scott se apoya sobre el teclado del ordenador para inclinarse hacia la
pantalla. La habitación en la que está Johnny, que permanece
de pie en una postura hierática y antinatural, aparenta ser una cueva
subterránea acondicionada como laboratorio. Supuestamente ha
sido el quien les ha llamado, pero apenas habla, y es la mujer, cuyas manos
no pueden ver, pero que parecen estar ensamblando
algo fuera del objetivo, la que ha llevado la voz cantante.
- Johnny, ¿puedes explicarnos dónde están los demás y que te ocurre?
- Veréis, puedo hablar y pensar, pero no moverme, a menos que ella me lo
ordene. Es...
- Hipnosis selectiva. - revela la mujer, ¡¡¡¡vestida por lo que se ve con un
traje de corte tradicional latveriano algo sucio y gastado¡¡¡¡-
El resto de los 4 Fantásticos, al igual que Lord Muerte, han sido abducidos
a la Zona Negativa como parte del mismo fenómeno que
está provocando las catástrofes en Latveria y la fusión de los dos planos.
La brecha dimensional se ha producido cerca de la frontera
con Symkaria y actualmente el país, ante la ausencia de su rey, y el extraño
colapso de toda una partida de sus robots sustitutos,
está sumido en el caos. Yo me encargaré de solucionar eso. Sin embargo
necesito tiempo. El problema de la "invasión" de la energía
negativa puede ser solucionado por Lord Muerte y Reed Richards desde el otro
lado, y estoy segura de que lo conseguiran. - algo
hace click fuera de campo. - Yo devolveré el orden al país y me aseguraré de
que puedan regresar del otro lado de forma, mm,
cómoda. Vosotros debéis proporcionarme tiempo y tranquilidad. No debéis
intervenir ni tampoco permitir que nadie lo haga, ni
sobre Latveria, ya que se consideraría un ataque a su soberanía, ni sobre la
Zona Negativa.
- Er... - es lo único que sale de la garganta del Hombre Hormiga.
- La Antorcha Humana - Valeria señala a héroe con un gesto de las cejas en
su dirección - me ha comunicado el plan de
emergencia de Richards ¡¡¡¡en caso de que se ausentaran largo tiempo. Como
Hulka y Wingfoot cuidarían del joven Franklin y de los
asuntos de 4F Inc.. Tampoco ellos deben intervenir.!!!!
- Ah... - abre la boca la mujer verde, pero acaba por cerrarla.
Todos se miran confusos entre sí, sorprendentemente es Kristoff quien toma
la palabra.
- De acuerdo, aceptamos. Suponemos que si llevas el nombre de Muerte estás
dispuesta a aceptar las consecuencias que implicar
tu palabra supone.
- Por supuesto. Corto y cierro. No intentéis comunicaros con nosotros, no
podréis, yo, o en su defecto Lord Muerte o vuestros
amigos, seremos los que os avisaremos en el momento adecuado de que todo ha
vuelto a la normalidad.
La imagen se desvanece de forma brusca y es sustituida por nieve. Hulka mira
con desconfianza a Kristoff, pero la atención de todos
se concentra en la televisión, que Wyatt enciende, y a través de la cual la
CNN informa de los graves disturbios que se están
produciendo en el país eslavo.
El eco de las muletas de Jenofonte contra el suelo de la nave resuena en los
oídos de Reed Richards. El jefe de los 4 Fantásticos
está tumbado, cual mecánico interestelar, bajo el sistema de navegación del
Módulo Beta. Esta nave despegó en el año 4040DC
desde la Tierra para colonizar la Zona Negativa, pero ahora, sólo queda un
hombre, un militar que desea recuperar a sus hombres: el
tullido Jenofonte. Con el extremo de una de sus muletas empuja una
herramienta que se desliza hasta las manos de Mr. Fantástico.
Hay algo raro en el sistema de navegación, en la nave, en el astronauta.
Algo que no cuadra, que no debería estar ahí. Manchado de
un líquido verdoso que prefiere no saber si es el correspondiente a la
gasolina o el aceite, y sorprendido de comprender tan bien el
funcionamiento de un motor del siglo XLI, Reed Richards se limita a hacer lo
que mejor sabe: pensar.
La noche alienígena es húmeda, aunque más cálida de lo que Ben podía
suponer. ¡¡¡¡Avanzando con antorchas de madera alienígena
iluminando el camino; La Cosa, la Mujer Invisible y el Dr Muerte se mueven
entre árboles de pesadilla psicodélica.¡¡¡¡ El monarca de
Latveria perora mientras hace de guía:
- En esta zona se encuentran las ruinas de lo que presupongo una
civilización avanzada. De hecho, es probable que las lanzaderas y
habitáculos aquí presentes provengan del planeta donde se encuentra nuestro
enemigo. A partir de los ¡¡¡¡recursos naturales que
obtuve del satélite; minerales, materiales que conducen electricidad, etc;
y las piezas aprovechables de la cultura alien y de mis
robots¡¡¡¡, conseguí darle un uso funcional a uno de sus puertos de
despegue. Me preparaba para marcharme en solitario con las
armas a mi disposición que he fabricado, pero vuestra llegada aclara mucho
sobre las intenciones de mi misterioso atacante. La
incomodidad que suscitará que la primitiva nave albergue a tres personas en
lugar de una se verá compensada por nuestra mayor
presencia efectiva de ataque y los beneficios que puedan obtenerse de la
singular alianza que suponen...
- ¿De que hablas, culo de lata? Yo no veo nada por aquí...
Muerte bufa con impaciencia y aparta, en la linde del bosque, un pequeño
montículo de piedras, que bordea finalmente sin mayor
dificultades. Ben susurra algo a su compañera.
- Este tipejo alucina, si Reed está allí abajo y está bien le dare un
mamporro y nos lo llevaremos envuelto para regalo.
- Tranquilo Ben, debemos...
La voz de aviso de Muerte los interrumpe. ¡¡¡¡Lanza su tea hacía un
canalillo de
combustible que enciende varios pebeteros e ilumina la nave. Los fuegos
fatuos
dan un tono siniestro a lo que debió ser un puerto espacial, hace ya mucho.
Una nave espacial tan funcional como el dictador avisaba, compuesta por
chapas de diversas procedencia pero con aspecto sólido y sin la ventaja
de
contar con una capa de pintura que la maquille, se encuentra instalada
en
una lanzadera también improvisadamente puesta a punto. El resto están
mohosas o desvencijadas, y la lejana torre de control, que pueden
observar algo más a lo lejos, está completamente en ruinas.¡¡¡¡
- El hedor de los cadáveres sugiere que la civilización alienígena no
fue
destruida hace tanto. Sin embargo, si el tiempo suficiente como para
que
todos estuvieran muertos antes de mi llegada. Muerte no asesina
innecesariamente.
Sue asiente mientras Ben hace crujir su propia antorcha eléctrica al
apretarla por la base.
Mr Fantástico sale de debajo del sistema de navegación componiendo la
típica estampa del mecánico que se limpia las manos de grasa con un
trapo.
- Creo que ya está casi a punto.
Jenofonte se acerca a él ágilmente apoyado en sus muletas, sonriente y
simpático.
- Me alegra saberlo, así podremos localizar a su familia y a mis
compañeros.
Estaba seguro de que la legendaria habilidad de Mr Fantástico no me
defraudaría.
- Obviamente. Sin embargo, no creo que eso sea un motor del siglo XLI.
Debería ser muchísimo más avanzado, a menos que un gran cataclismo
hubiese
afectado al desarrollo tecnológico. Me aventuraría a decir que su fecha
de
diseño no debería ser muy posterior al siglo XXII. Y en cuanto a los
uniformes del techo, el emblema... el aire militar de todo esto... No
creo
que su misión de colonización fuese ni tan benévola ni tan lejana como
pretende hacerme creer, he reconocido gran parte de esta tecnología.
Jenofonte levanta una mano con sequedad ordenando silencio e interrumpe
a
Reed.
- No quería recurrir a esto. - con la otra mano pulsa un pequeño botón
camuflado en la muleta correspondiente.
Sin razón aparente, Reed compone un gesto de terror absoluto y se
encoge
temblando espasmódicamente, tapándose el rostro con los brazos.
- No por favor... - musita.
Jenofonte se acerca a él con tranquilidad.
- Ahora deberá obedecerme. El aparato que acabo de utilizar contra
usted es
una versión de la máquina de las emociones de un viejo conocido suyo,
el
habitante del microveros conocido como el Psicoman. Normalmente la
utilizamos para impedir que los tripulantes sufran depresiones por el
largo
encierro. Además, le recuerdo que su compañera skrull continúa en mi
poder,
claro. Pero no se preocupe. Le contaré toda la verdad, se lo ha ganado.
La nave de Muerte aterriza de forma brusca en la superficie del
planeta,
levantando una gran nube de polvo sobre el poblado desierto que han
incendiado con su llegada. Ben Grimm abre la puerta de una patada,
haciendo
saltar la chapa varios metros y saliendo el primero de un salto
contundente.
Acto seguido aparece Susan Richards, y finalmente Victor von Muerte
desciende de la destartalada construcción que equipo, procurando
mantener un
aire regio que contrasta con su aspecto lamentable de haber pasado casi
un
mes de Robinson Crusoe interestelar.
- ¿Y ahora qué?
El jefe de estado latveriano ignora la impaciencia de su forzudo rival,
se
encuentra concentrado en la observación de las ruinas alienígenas entre
las
que han caido. La Cosa ya se le acerca bastante molesto a darle una
sacudida
y obligarlo a prestarle atención cuando la voz de la Mujer Invisible
los
hace volver las cabezas de forma casi sincronizada.
Sue está parada frente a un enorme esqueleto que, en posición tumbada,
ocupa
una extensión no inferior a la un estadio de fútbol. El craneo,
ovalado,
aparenta el de un león primitivo, pero la columna vertebral, que forma
un
enorme arco, se extiende al estilo de una ballena terrestre, y en los
costados dos formaciones oseas pueden ser lo mismo aletas que alas. Lo
mejor
es que dentro, como una moderna barca de Pinocho, se encuentra ¡¡¡una
pequeña nave, que por sus proporciones bien podría ser un vehículo de
salvamento¡¡¡¡, cuyos reactores recuerdan vagamente a los de la nave de
Muerte. Los desperfectos revelan que, más que aterrizar, se estrellaron.¡¡¡¡
Susan avanza hasta el mismo, está abierto por una escotilla
rectángular,
caminando entre las enormes costillas, que casi simulan los pilares de
una
construcción colosas. La Mujer Invisble se asoma al interior del
batiscafo y
retrocede inmediatamente. Dentro hay cinco esqueletos humanos, ¡¡¡¡sin un
atisbo
de la carne que sostuvieron, blancos e impolutos, a excepción de los jirones
de¡¡¡¡ unos uniformes a medio camino entre el de astronauta y el de militar.
Muerte llega a su altura en el instante
que
ella se aparta y examina detenidamente el vehículo. Dos señales llaman
su
atención, una, un distintivo en forma de L, decorado en las puntas, la
otra
la numeración que recibe, V2.
- Esto tiene muy mala pinta. - dice Ben.
Muerte, que se había agachado junto a los propulsores, se incorpora y
señala la cúpula de una construcción que puede observarse hacia el
horizonte.
¡¡¡Él si ha sacado soprendentes conclusiones sobre el vehículo. Y sobre el
distintivo¡¡¡
- Es evidente que el exceso de peso varió sensiblemente ¡¡¡¡su trayectoria
provocando el desastre.¡¡¡¡ El cuartel general de nuestro enemigo,
origen del ataque coordinado contra Latveria y contra vosotros, es
aquel
complejo lejano. Allí se encontrarán tanto Richards como vuestra
skrull, y
por supuesto el urdidor de esta trama desquiciada. En marcha. Cuanto
partamos, antes demostraré a nuestro torpe atacante que nadie puede
jugar
con Victor von Muerte.
- Tu padre. - murmura en voz casi inaudible Sue, provocando que La Cosa
pegue un respingo, mientras se disponen a seguir al villano.
¡¡¡¡Sobre un campo de fuerza de la Mujer Invisible avanzan, kilómetro tras
kilómetro, hacía la construcción. A medida que se acercan, descubren más
sobre
ella. La cúpula forma parte de una estructura mayor.
Una nave, mayor que el más grande de los petroleros terrestre. Medio
incrustada
en el suelo, comida por la erosion, parte de sus altas paredes cubiertas de
moho. Una larga zanja, del ancho de la misma, indica el camino que recorrió
en
su aparente aterrizaje forzoso. ¡¡¡¡
- Como ya ha adivinado no provengo del año 4040, sino de una fecha
muchísimo
más cercana. Evidentemente su perspicacia es mayor de lo que cabía
esperar
para alguien de su época. Mi expedición partió de Latveria - si, el
emblema
es sólo una variación del que usted considera el actual - en el año
2081 de
su calendario. Nuestra expedición no era la primera, al contrario,
formaba
parte de una política de conquista y comercio con la Zona Negativa que
nos
ha convertido en una de las primeras potencias mundiales. El accidente
que
vio en la holopantalla es verídico, eso sí. La expansión dimensional es
la
base del poder latveriano a las puertas del siglo XXII.
Reed Richards continúa trabajando con fruicción, presa de un terror
incontenible, sin embargo procesa la información contrastándola con lo
que
ya sabe.
- El sistema de salto había quedado irremisiblemente dañado, la mayoría
de
los tripulantes muertos. En este planeta habitaba una raza de telepatas ¡¡¡¡
de
bajo nivel con una sorprendente capacidad de teleportación espontanea.¡¡¡¡
No se
mostraron muy
colaboradores. Intentamos hacer algunos experimentos con ellos, para
probar
si podíamos utilizar la misma mecánica para regresar a la Tierra.
Finalmente
logramos abrir un portal, pero nos remitió a un siglo atrás, a la
Latveria
de Victor Von Muerte, y que no permitía el paso desde la Zona, sólo
desde la
Tierra.
¡¡¡¡Pasaron años de experimentación, cálculos y pruebas. El paso del tiempo
fue
minando nuestra vitalidad. Envejecimos o enfermamos. Mis compañeros fueron
muriendo y, un día... me encontré solo.¡¡¡¡
Finalmente decidí recurrir a Muerte, aunque atrasado respecto a mi época,
casi
toda la nave se basa en teorías suyas... Pero se ve que ni siquiera así
conseguí
acertar, y mis frecuentes experimentos han provocado una paulatina
superposición
de las dos dimensiones.
Reed engancha dos nuevas piezas. Una alarma suena cerca de la salida de
la
nave. Jenofonte se mueve rápidamente y con cierto nerviosismo.
- ¿Será posible...?
El astronauta entra en una cabina de mando con la chapa cochambrosa y
llena
de moho y pulsa un par de botones. Las cámaras de vigilancia le
devuelven la
imagen del Dr Muerte, la Mujer Invisible y la Cosa entrando en la
fortaleza
por una de las compuertas de salida. Jenofonte vuelve a pulsar el botón
de
su muleta.
- Argh. - Sue se lleva las manos a la cabeza y se agacha de rodillas en
el
suelo.
Ben y Muerte se vuelven hacia ella. La Cosa se dirige a éste con
brusquedad.
- ¿Qué mierda estas haciendo?
- Yo... yo no hago na... nada. - contesta con voz trémula el dictador
de
Latveria.
Ben lo agarra por la capa.
- ¡No me lo trago! Sí no eres tú, ¡¿quién lo hace?! ¡¿Eh?! ¡¿Qué pasa
aquí?!
- Yo... no estoy seguro... podría... podría ser... pero no.
La Cosa lo sacude con violencia, pero el campo de fuerza automático de
la
armadura lo repele y empuja contra una de las paredes del complejo, que
se
destroza bajo su peso. Muerte se queda completamente desconcertado
cuando
cae al suelo, se levanta con dificultad y se mueve de forma vacilante,
a
veces parece que va a acercarse a Sue, otras que va a salir corriendo.
- Podría... pero, ¿funcionará? Yo...
Sue se retuerce arrodillada y sujetándose la frente con las manos.
- Psi... Psicoman. Es la máquina de Psicoman.
- Sí... ¡Sí! - dice Muerte. - Es probable, claro, por eso... pero...
Ben Grimm vuelve a estar en pie y se acerca a grandes trancos al
dictador,
furioso.
- ¡Alto! - grita Sue, conteniéndolo con un campo de inivisibilidad.
La Cosa ruge.
- ¡Suéltame, Suzie, o también iré a por ti!
Desde su cabina, Jenofonte sonríe, hasta que escucha un golpe seco a su
espalda. Se vuelve y observa a Reed Richards de nuevo desafiante.
- Al ampliar el espectro de la máquina su efecto sobre mí disminuyó y
reuní
el suficiente valor como para poner en práctica el sabotaje que idee
cuando
descubrí su situación.
- ¿Pero cómo supo...?
- Sigue subestimando al hombre del siglo XXI, Jenofonte.
Mr Fantástico se estira hasta enredarse en las muletas de su oponente,
aunque éste consigue entorpecerlo con una de ellas y pulsar un nuevo
botón en la otra. ¡¡¡¡Golpea a Reed en la cara y pulsa otro botón más. Este
activa un sistema de defensa que activa una serie de armas laser de la
cabina;
que identifican a los presentes y disparan sobre los no reconocidos.
Los clicks y zumbidos alertan a Reed, que contrae su cuerpo y sale del
lugar,
esquivando los lasers, rebotando como una pelota azul.¡¡¡¡
- El efecto ha pasado. - afirma Muerte. - Este ataque indica que
estamos en
la buena dirección.
- Reed y Lyja deben ser los que nos han ayudado. - aduce Sue. - Tienen
que
estar por aquí.
Sin darles tiempo a reorganizarse cuando apenas han pasado los estragos
de
la máquina de las emociones, cuatro robots octópodos, de base cúbica de
la
cual salen los tentáculos, se descuelgan de las paredes y el techo
hasta colocarse frente al grupo.
- No tenemos tiempo para tonterias de éste tipo. - murmura Muerte. - Si
conseguís apartarlos de mi camino, llegaré hasta la guarida de nuestro
enemigo y pondré fin a esto, demostrándole que nadie juega con Muerte.
- Y luego te damos un masaje en la espalda, no te jode.
Susan Richards ni siquiera habla, tan sólo se concentra y los cuatro
robots son atrapados en un mismo campo y destrozados sin piedad hasta quedar
comprimidos en único y diminuto cubo no mayor que el puño de un hombre.
- Er... - dice Ben mientras se rasca la nuca. - Ya veo que no te ha
gustado lo de la maquinita esa.
- Notable. - murmura Muerte. - Esto simplifica las cosas. Si he
comprendido
la estructura de esta nave, la cábina central estará en esa dirección.
Seguidme. - concluye, sin volverse.
CARTAS AL EDIFICIO DE LAS 4 LIBERTADES. EL TRABAJO DE WILLIE LUMPKIN
Bueno, tras demasiado tiempo parada, los 4 Fantásticos vuelve a vuestros
correos electrónicos, gracias a la inestimable ayuda de
Jose González que me ha ayudado a salir del bloqueo. El próximo número será
el último de la serie en el que yo intervenga, al
menos como titular y todo el rollo, y a partir del siguiente González se
hará cargo en solitario de la serie.
Saludos
Jose (Cano).