LOS 4 FANTASTICOS #427
Los visitantes son nuestros amigos... II de III
Guión:
Jose Cano
Portada: Wish
¿Alguna vez has visto Central Park desde el punto de vista de una hormiga?
El aire silba alrededor de tu cabeza y sabes que no puedes oir su sonido
todo lo fuerte que en realidad deberías sólo gracias a tu casco. Los árboles
son torreones de madera que se extienden hacia el cielo hasta perderse su
copa, una hoja es una superficia accidentada de dimensiones gigantescas, el
cesped es una selva comparable al Amazonas que te corta la respiración y te
hace preguntarte cuales son los terribles secretos que esconde, te parece
que la velocidad a la que vuelas es inconcebible, pero en realidad apenas si
has avanzado unos metros, si contemplas la palma de una mano humana
descubres en ella un millón de detalles que pasan inadvertidos a tamaño
normal. Y sabes que eres muy vulnerable.
Imagina entonces cuando observas como un astronauta de cinco metros de alto
arranca un árbol de cuajo frente a tus narices.
Scott prepara su recién estrenado aguijón1.
La skrull Lyja permanece junto al cuerpo inconsciente de su amante
terrestre, Johnny Storm, La Antorcha Humana.
A toda velocidad aparecen, desde la dirección de La Torre de las 4
Libertades, montados en tres secciones del Fantasticar: La Cosa, Mr.
Fantástico y Kristoff. Reed Richards estira su elástico cuello antes de
aterrizar hasta acercarse a la extraterrestre.
- ¿Qué ha ocurrido aquí Lyja?
- Eran al menos tres, gigantes, uno de ellos disparó a Johnny, o algo así...
Salieron de allí.
Señala en dirección a una nave de forma cilíndrica, las paredes son lisas y
plateadas, está abierto y revela un interior con varios asientos adaptados
para una especie humanoide pero de tamaño considerable.
- ¿Sabes dónde están los malos? - pregunta Ben Grimm, sin bajar de la
nave. - El Hombre Hormiga se adelantó para localizarlos pero aún no...
Un enorme estruendo a la espalda de los héroes sirve como contestación.
- Johnny parece estar en perfecto estado, sólo dormido... - murmura Reed.
Kristoff se ha parado junto a la enorme cosntrucción espacial.
- Dr. Richards deberíamos examinarla. La clave para derrotar al enemigo
tiene que estar aquí dentro.
Un golpe tremendo se escucha en la lejanía.
- Estirón, Suzie y Scott pueden necesitarnos.
- ¿Seguro que Johnny está bien? La luz del aparato con que lo atacaron...
Reed mira al jóven y dormido Storm, luego la nave alienígena y luego a su
amigo Ben.
- ¿Estirón?
Siente la mirada impaciente de Kristoff y la preocupada de Lyja mientras
sostiene la de Ben Grimm. Otro golpe. Por el amor de Dios, Reed Richards...
- Lyja, Johnny está perfectamente, Kristoff y yo vamos a quedarnos aquí para
inspeccionar la nave, acompaña a Ben para ayudar a Su..., mi muj..., a La
Mujer Invisible y El Hombre Hormiga.
Lyja toma la forma del vengador Hércules2 y sube al Fantasticar con La
Cosa. Mr.Fantástico ni siquiera se molesta en verlos partir, acercándose al
artefacto que Kristoff ya está examinando.
Hace un rato, que diría Jeph Loeb. Veamos que ha estado haciendo Sue.
Primero la nave espacial cayó cual peso muerto sobre Central Park, casi lo
hace encima de Franklin, su nuevo amigo y los padres de éste, pero el
empujón de un campo de fuerza invisible bastó para apartarlos del peligro y
depositarlos lo suficientemente lejos del peligro y cerca de la más que
alarmada policia de Nueva York - que, total, ya está acostumbrada a éstas
cosas - para poder estar tranquila de lo que ocurriese con su, por otro
lado, omnipotente hijo de X años y dedicarse a lo que sea que saliese de la
salchicha de aluminio que estaba "aterrizando" en aquellos momentos, para lo
cual se desprendió de su ropa de calle, bajo la cual, como siempre, llevaba
su uniforme de los 4 Fantásticos.
Luego el enorme cilindro - ¿Galactus ha cambiado de coche? ¿Muerte tiene un
nuevo plan? ¿El Hombre Topo está ampliando miras? - se abrió
logitudinalmente y aparecieron ellos. Tres gigantes de cerca de 5 ó 6 metros
de alto, vestidos de astronautas y que parecían bastante desorientados. Sue
permaneció invisible, esperando. No aprecían hostiles. Por los gestos era
evidente que discutían entre sí, cogieron varios objetos de su nave, uno
pulsó un botón en el interior de ésta - la alarma, no hacía falta ser Reed
para ver eso - y cada uno partió en una dirección diferente. ¿A cuál seguir?
Seguramente con sus poderes podría contenerlos a los tres, pero.. ¿y si no
era así? Lanzó la bengala y decidió seguir al que parecía dirigirse hacia
las calles de la ciudad, en dónde se encontraban muchas más víctimas
inocentes en potencia que en el parque. Y Johnny y Lyja no estaban demasiado
lejos, si alguno de los otros "visitantes" causaba problemas podrían
hacerles frente hasta que llegasen los demás. Y, demonios, si las cosas se
complicaban, en Nueva York hay un superhéroe por metro cuadrado, alguno
debería ver la maldita bengala.
El primero de los gigantes llegó en un par de zancadas a una avenida
comercial repleta de tranquilos - es un decir - neoyorquinos, pero en
principio parecía más interesado en pasar una especie de detector de metales
por los edificios que en los pequeños seres vivos que en ellos habitaban,
hasta que un hombre, bastante cabreado por como el alienígena estudiaba su
coche, que había cogido del suelo y examinaba como si fuese un objeto
extraño y maravilloso, sacó una pistola de su bolsillo - gracias a Charlton
Heston y la Asociación del Rifle, pensó la Mujer Invisible, que había
seguido el ente montada en una rampa invisible3 - y, con menos cabeza que
un rinoceronte macho en celo, le disparó en una pierna. La bala rebotó -
parece él también tiene su particular campo de fuerza artificial, aunque
apostaría a que lo genera su traje - y dió contra el cristal de un edificio
cercano, atravesándolo e hiriendo a una mujer en un hombro. Pero bastó para
que el Gulliver post-moderno se percatase de la presencia del hombro. Se
agachó, observándolo con curiosidad, sustituyó el detector de metales por
una calculadora de bolsillo, se la restregó por las narices - huelga decir
que el tipo ya se había meado en los pantalones, literalmente - y luego,
pulsando un botón, hizo saltar una luz marrón que dejó inconsciente al
hombre. El pánico entonces aumentó a la octava potencia, mientras Sue,
alarmada, observaba como el alienígena miraba su calculadora con cierta
prisa, casi se podría afirmar que preocupación. Había que controlar la
situación. En primer lugar, evitar que se formase un tumulto, alejar a los
civiles, en segundo, impedir que el "visitante", intecionadamente o no,
hiciese más daño.
Asentada en una columna invisible a varios metros del suelo, aún corriendo
el riesgo de que el ente la localizara, Sue se hace visible. Creando un mini
campo de fuerza con forma cónica justo delante de su boca - en fin, un
altavoz invisible rudimentario -, se dirige a los viandantes:
- ¡Por favor, escúchenme atentamente! ¡Soy la Mujer Invisible! ¡Procuren
mantener la calma y alejarse de la zona lo más ordenadamente que puedan,
nadie correrá ya el más mínimo peligro, a partir de ahora controlo la
situación! ¡No creen un tumulto o provocarán que haya aún más heridos!
La multitud pareció hacer parte de caso y comenzo a huir con cierto orden,
dedicándole además algún que otro grito de ánimo. Mientras tanto nuestra
heroína se preguntaba por qué demonios había dicho: "a partir de ahora
controlo la situación", preocupándose al mismo tiempo por la gente que se
estaba quedando con la obvia intención de contemplar el espectáculo de la
superbatalla. Al menos ahora el "visitante" había concentrado su atención en
ella. La observaba "cara a cara", por decirlo de algún modo, ya que la cara
del casco del alinígena era casi del tamaño de Sue. De nuevo repita la
operación de la calculadora. Pero ella ya sabe lo que puede ocurrir y antes
de que el otro pueda pulsar ningún botón le arranca el artefacto de las
manos, y, aún sabiendo que a Reed seguramente le encantaría destriparlo en
su labo, decide destrozarlo allí mismo, por precaución - no sabe lo que
puede hacer - y al mismo tiempo como advertencia a su enigmático
contrincante, que ve primero flotar su juguete, fuera de su alcance de un
brusco tirón, y luego convertirse en una bola de chatarra colapsándose sobre
sí mismo, cayendo después al suelo. El ser lo observa más que sorprendido,
volviéndose hacia Sue con renovado interés. En ésta ocasión saca de su traje
un nuevo artefacto, con más aspecto de arma que de calculadora, está claro
que es mejor no ver para que sirve. Se lo arrebata sin darle tiempo a
usarlo, destrozándolo también, luego inmoviliza los brazos del astronauta,
obligándolo a pegarlos al cuerpo, costándole algo de esfuerzo al tener que
enfrentarse al campo de fuerza propio de su enemigo. Luego lo levanta del
suelo, rodeándolo completamente en un campo-urna que lo inmoviliza, y lo
tumba horizontalmente paralelo al suelo, colocándose luego sobre el campo
como un cazador que acaba de cobrarse una pieza.
- ¿Y ahora que hago contigo? No cabes en el edificio de las 4 Libertades. -
murmura.
Pero el hilo de pensamiento se ve interrumpido. Desde el suelo, el "público"
ha empezado a ovacionarla.
Johnny recupera la conciencia lentamente. Se incorpora mientras siente un
dolor de cabeza increíble, luego observa, pensando todo lo rápido que es
capaz en lo que pueda haber pasado.
Kristoff se separa unos centímetros de la nave y dice:
- Creo que se como trapasar el campo de fuerza que la rodea, retírese Dr.
Richards.
- Espera, Kristoff, explícame como...
No tiene tiempo, el jóven parece activar algunos circuitos de su armadura
que se ponen en marcha inmediatamente, ésta empieza a vibrar. Avanza hacia
la nave andando torpemente y atraviesa el campo de fuerza.
- Comprendo... - empieza a decir Reed. - Pero debes tener cuidado, Kristoff,
piensa que debe haber más medidas de seguridad en el interior.
- ¿Qué ha pasado? - barbota la Antorcha Humana mientras se coloca con andar
vacilante junto a su cuñado.
- Kristoff dedujo que el campo de fuerza protector de la nave alienígena
debía emitirse en algún tipo de frecuencia, euh, como una retransmisión por
radio, para que me entiendas, que rechaza nuestra composición
electroquímica, o más bien cualquier composición electroquímica que no sea
la de sus dueños, entonces llegó a la conclusión de que para atravesarlo
tenía que emitir el una frecuencia similar, y programó su armadura para
qué...
- Me refería a Lyja y Sue...
Ben Grimm vuela a toda velocidad en la dirección del ruido que provoca el
tercero de los alienígenas, montado en el fantasticar en compañía de Lyja.
Su enemigo se encuentra, como buen visitante de Nueva York, contemplando uno
de sus más emblemáticos monumentos, que recientemente ha tenido una vida un
poco ajetreada4: La Estatua de la Libertad. La estudia con otra de esas
extrañas calculadoras.
- Es un aparato como el que usaron con Johnny.
- Muy bien, de acuerdo, nadie se mete con mi coleguita5 y encima pretende
reventar Nueva York todo en un mismo día. Me acercaré a él un poco más,
entonces tu a los pies y yo a la cabeza, se trata de inmovilizarlo sin
hacerle excesivo daño, ¿de acuerdo?
- Comprendido.
El "visitante" los percibe antes de que lleguen a su altura y los apunta con
su instrumento.
- No debemos dejar que...
- Si niña, ya me lo imagino... Y eso quiere decir que: ¡LLEGO LA HORA DE LAS
TORTAS! - grita Ben al tiempo que salta sobre el casco del gigante.
Scott consigue escapar una vez más entre los dedos de su desesperado y
gigántesco contrincante, que no es capaz de atrapar al diminuto héroe. Va a
tratar de dispararle una vez en las junturas del casco para comprobar si
puede respirar oxígeno - al Hombre Hormiga empieza a parecerle su única
oportunidad de parar al gigante - cuando una luz se enciende en uno de los
guantes de éste. Ignorando completamente a Lang, sale corriendo en dirección
a su nave.
- Ya puede entrar Dr. Richards, he conseguido desactivar el sistema de
seguridad.
Estirando su elástico cuerpo, Mr. Fantástico consigue parapetarse al
interior de la nave alienígena, mientras Johnny Storm la sobrevuela.
- ¿Cómo lo has hecho, has descifrado su funcionamiento?
- No. - dice el jóven latveriano. - Me encontraba una situación
desesperada. - toca una parte de su armadura chamuscada. - Me lanzaron un
hongo que carcomía la tecnología ajena a la nave, aunque lo destruí deduje
que el siguiente ataque sería aún más potente, así que probe suerte con
varios botones para tratar que no se produjese.
- Aham.... Suerte. Veamos que tenemos aquí. - dice Reed aganchándose sobre
el tablero de mandos. - Hay algo que me resulta terriblemente familiar en
esta composición.
Kristoff parece ocupado en su armadura.
- Con los circuitos de mi traje estoy procesando el lenguaje de los mandos.
Creo que puedo traducir el mensaje que aparece en esa pantalla.
- ¿Y bien?
- "La composición del aire es compatible con nuestra biología." Y ese de ahí
"Violación de la seguridad del vehículo."
Un aviso, una pequeña bombilla, se enciende en el guante del gigante, que
derriba a Ben de un manotazo - descubriendo que no es gratuito golpear a la
petrea Cosa gracias un agudo dolor en la palma - y les hace un gesto, a él y
a Lyja, como si les pidiese calma. Los dos héroes permanecen quietos, a la
espectativa, mirando desde los pies de la Estatua de la Libertad como el
"visitante" se lleva las manos a las junturas del casco y poco a poco, se lo
quita. El descubrimiento los deja boquiabiertos.
Los observa la cara sonriente de... ¡UN SKRULL!
1.- Para una idea buena que tuvieron Marín y Pacheco he decidido plagiarla.
2.- Hércules, la serie, de próxima aparición en MarvelTopia, cortesía de
Rocket (Alpha Flight) y Jose_C (ya sabeis, el capullo ese de Factor-X).
3.- Uuups, ¿cómo el Hombre de Hielo? Ah, pero como lo he puesto en el segundo
número de mi etapa y no en el primero no estoy plagiando a Byrne.
4.- Caballero Luna #76, la serie me está gustando y como quería poner una
nota a pie de página mínimamente seria...
5.- Stan rules!
CARTAS AL EDIFICIO DE LAS 4 LIBERTADES. EL TRABAJO DE WILLIE LUMPKIN
Bienvenidos al segundo número de ésta mi genial e irrepetible etapa en los
4 Fantásticos, os aseguro que aunque yo lo firme cualquier fallo de guión,
chorrada o contradicción son culpa de otro, el dialoguista, el editor, el
lucero del alba o la voz que oigo en mi cabeza.
Ahora pasaré a reventar los asquerosamente pedantes guiños que he lanzado a
lo largo del número porque creo que sois tan tontos que no vais a ser
capaces de daros cuenta por vosotros mismo. Por cierto ¿habéis visto lo guay
qué es el número y como plagia a B..., esteee, recupera el espíritu de los
personajes de toda la vida, ein? Pues os anuncio que a partir de hoy
colaborará en esta serie un gran colaborador experto en colaboraciones:
Filemon Ronseca, que escribirá un artículo sobre lo que le dé la gana y que
no interesará a nadie al final de cada número.
Ea, a cascarla.
Jose_C/Advenedizo
PD: ¿Yo meterme con quién?
PD2: Si alguien quiere escribirme después de semejante rayada con alguna
duda, sugerencia, crítica, etc... que lo haga aquí:
tamborhojalata@hotmail.com. Prometo contestar en serio.
La Sopa Boba de Filemón Ronseca.
Una vez estuve en casa de Stan Lee. Me dejo limpiarle los mocos y babear en
su escritorio.
Dicen que para un lector de comics la época dorada que siempre recuerda
como "perfecta" es lo que lee entre los 11 y los 45 años, más o menos.
Mi época dorada son la mayoría de los comics que Marvel edito en los 90,
como los Nuevos Mutantes/X-Force de Rob Liefeld o los X-Men de Jim Lee. Me
encataban esas grandes tet... historias, llenas de acción, misterio,
diálogos originales, caracterización, dramatismo y esas cosas, con un dibujo
que es clavado al de Kirby, que como está muerto no me puede denunciar por
difamación. Además los guiones eran un estilo a los de Stan Lee de Just
Imagine - huy perdón, eso es DC, y DC oficialmente para nosotros es fea,
tonta y no existe y Morrison sólo existió a partir de que lo fichó Marvel,
su JLA era aburrida, lo dijo el Prof Loki , que no trata de manipularos ni
nada de nada - lo que indica que el gran Stan se retrasó a su tiempo, o algo
así.
Me gustaría decir que todas las cosas perfectas necesitan algo imperfecto.
Bien, por eso éste asqueroso número viene con mi maravilloso artículo.
Recuerdos a PAM, que ha inspirado las grandes sagas y es el más grande
crítico jamás hallado, y lametazo en el culo al genial y
supercalifrgilísticoespialidoso V, al que Norma debería ceder los derechos
de DC, pensadlo bien, sacaría Green Arrow en tomos trimestrales mal
traducidos y sin notas a pie de página, y Harley Quinn saldría mensual y en
edición de lujo.
Que guay soy.
Filemón Ronseca