LOBEZNO VOL. 2 #110
La saga de la Flecha Negra IV
Revisión del arte de la lucha
Guión:
Luis Capote
PORTADA: Lobezno de uniforme encendiendo tranquilamente un cigarro. Junto a él hay dos jóvenes, uno con un quimono naranja y otro elegantemente vestido que observan con preocupación a un puñado de tipejos que les rodean.
Lobezno salió de la habitación y se dirigió a la cocina, donde
Takuma y Yuri hablaban. Su aumentado sentido del oído le permitía escuchar
lo que padre e hija se decían. La joven, fascinada por la presencia del
canadiense en la escuela de su progenitor, lanzaba todo tipo de preguntas
que su padre contestaba o esquivaba con un cierto deje de nostalgia en la
voz. Entró a la cocina y los conversadores se volvieron para mirarle.
- Bonitos calzoncillos, gaijin - bromeó Takuma - ¿Así esperas
que te tome en serio la próxima vez que te dé una paliza?
- Menos fantasmadas, papaíto - respondió Logan dándole una
palmada en la espalda - Seguro que cambiar pañales te ha vuelto un viejo
chocho.
- ¡Ey! Hace mucho que "papaíto" no tiene que cambiar pañales. Su
chochez es sólo cosa de la edad, Mr. Logan.
- ¡Hija desagradecida! - gritó en broma el patriarca Sakazaki -
Si estuviéramos en el viejo país te haría pagar cara tu insolencia...
- No estás en el viejo país, amigo. Y si tu hija aquí presente
ha heredado algo de tu carácter tanto daría que estuvieras aquí o allí.
- Tienes razón, Logan-san. Hablando de allí, esos colores me
resultan vagamente familiares...
- No me hagas según qué preguntas y no te contaré mentiras,
viejo lobo...
- Je, je, je. El mismo Logan de siempre. Dime al menos para qué
te has puesto este traje tan llamativo.
- Quiero averiguar quién está detrás de los pollos que me
espiaban en el hotel. Esos payasos estaban allí esperando que llegara
alguien como yo, hurgando donde no debe...
La conversación fue interrumpida por el estruendo de una puerta
que se abría violentamente. Takuma y Yuri se levantaron precipitadamente de
la mesa y Logan dio media vuelta cerrando los puños, aunque no llegó a sacar
las garras. Cuando llegaron al gimnasio, aún a oscuras, dos figuras
recortadas contra la entrada lanzaron a una tercera al suelo. Antes de que
Yuri encendiera la luz, Lobezno había reconocido por el olor a uno de sus
vigilantes. Cuando las sombras se disiparon, el canadiense apoyaba su puño
contra la mandíbula del desdichado Todo.
- Bien, bien, bien, nene. Volvemos a encontrarnos. Ahora vas a
cantar de plano si no quieres que te practique una traqueotomía... Para
empezar ¿quién cojones eres y para quién trabajas?
- Yo puedo decírtelo, Logan - dijo Takuma a sus espaldas - Se
llama Ryuhaku Todo, un artista marcial que ha alquilado sus servicios al
hampa. Fue uno de los implicados en el secuestro de mi hija.
A esto, las dos figuras de la entrada se habían aproximado. Los
dos eran bastante jóvenes aunque un poco más que Yuri. Uno se parecía con
ella a pesar de su pelo rubio y vestía un desastrado quimono naranja. El
otro era moreno y llevaba una larga cola de caballo, vistiendo de forma muy
elegante. La joven se acercó a ellos sin disimular su alegría.
- ¡Ryo! ¡Robert! ¿Qué es lo que ha pasado?
- Pillamos a este granuja husmeando por aquí - respondió el rubio, que
respondía al nombre de Ryo Sakazaki y era el primogénito de Takuma - Intentó
escabullirse pero lo cogimos a tiempo.
- Intentó enfrentarse a los dos - dijo Robert - ¿podéis creerlo? ¡Qué
imbécil! Hay que serlo para volver por aquí después de lo que pasó.
- Logan-san - dijo Takuma - te presentó a mi hijo Ryo y a su amigo Robert
García. Ambos son estudiantes de la escuela.
Lobezno alzó la mirada sin bajar el puño e hizo una leve inclinación de
cabeza a la que los jóvenes respondieron con cortesía. Ryo miró fijamente a
aquel hombre de traje tan colorido, rayando casi en la insolencia, pero no
podía evitarlo. El nombre y el atuendo identificaban al viejo adversario de
su padre, la persona que había sido capaz de hacer frente al dragón
invencible, al maestro de karate kyokugen que todas las escuelas
reverenciaban. Sí, desde su más tierna infancia Ryo y Yuri habían escuchado
de boca de su padre la historia de Lobezno y su amistad y recordaban que
Takuma se había referido a su amigo en términos sumamente elogiosos. Por su
parte, Logan seguía concentrado en Todo, que pugnaba por mantener su
maltrecha dignidad.
- Bien, payaso. Tu nombre ya lo conozco, pero quiero saber para quién
trabajas. Un memo como tú sólo actúa siguiendo órdenes.
- Nada diré, gaijin - respondió Todo con la mirada perdida - Habéis podido
capturarme pero no revelaré nada.
- Parece que aún le pica lo de la última vez - dijo Robert - el maestro aquí
presente nos puso sobre la pista de los secuestradores de Yuri. No sabía
gran cosa pero conocía al siguiente eslabón de la cadena.
- ¿Podría tratarse de la misma gente? - inquirió Logan
- Francamente, no lo creo, amigo mío - respondió Takuma. Habría que ser
realmente estúpido como para confiar una segunda vez en él.
- Espera... recuerdo que en el tejado había otro tipo. No se parecía en nada
a éste. Alto, rubio y con gafas oscuras. Bien trajeado pero con más pinta de
matón que de ejecutivo.
- Por la descripción bien podría ser Crowley, otro de los sicarios - dijo
Takuma - quizá después de todo hay más estúpidos en este mundo de lo que se
podría pensar.
Lobezno volvió la vista hacia Todo. Sus ojos seguían perdidos pero pudo
escuchar como los latidos de su corazón se habían disparado y pudo oler el
aroma acre del sudor que empezaba a exudar copiosamente. Al pobre
desgraciado le había traicionado su propio cuerpo. Se levantó y dándole la
espalda se dirigió a donde estaban Takuma y Yuri para hacerles más
preguntas. Todo, que había comprendido lo que pasaba, se incorporó y cargó
contra Logan dispuesto a asestarle un golpe mortal. Ryo y Robert se lanzaron
contra el. El primero se deslizó por el tatami y barrió la pierna sobre la
que Todo se apoyaba para ejecutar su ataque, haciendo que perdiera el
equilibrio, lo que aprovechó el segundo para lanzar una rápida sucesión de
patadas terminada la cual su blanco estaba inconsciente y caído en el suelo,
mientras un admirado Logan se volvía para ver el final de la escena.
- No ha estado mal, muchachos.
- Quizá la próxima sea usted más rápido y podamos ver algo de su alabado
estilo de lucha, Mr. Logan - respondió un ufano Robert.
Mientras, a varios usos horarios de distancia, el anciano Sir Dennis Nayland
Smith continuaba con la conversación que varias horas antes había iniciado
con Miss Greville.
- Comprendo su aprensión, Sir Dennis, y créame que si hubiera otra solución
la emplearía, pero el gobierno de Su Majestad quiere las mayores
seguridades. No crea que en los servicios secretos británicos se ha olvidado
tan fácilmente el nombre de Fu Manchú.
- Lo sé, querida niña - respondió Nayland Smith, que había dispensado a la
mujer tal tratamiento, afable y cariñoso, desde que no era más que una
recién nacida - Después de todo no puedo resistirme al deseo de emplear mis
últimos años de vida al descanso, la lectura, a mi jardín. El policía que
soy se avergüenza casi de tener una condición humana. El hombre que soy
recrimina al policía el haber bajado la guardia todos estos años. Yo... lo
siento, son divagaciones de viejo, querida.
- ¡Oh, no, Sir Dennis, por favor! Le entiendo perfectamente. Quizá no debí
venir. Me lo desaconsejaron...
- ¿Se lo desaconsejaron? ¿Quién? - preguntó Nayland Smith con repentina
zozobra y mirando a Miss Greville de forma intimidatorio
- Yo... personas que le quieren, Sir Dennis. El Doctor Petrie, Jack Tarr...
Sí, reconozco que hablé con ellos antes de entrevistarme con usted - dijo
sonrojándose - pero todo esto es muy complicado.
- ¡El hecho de que sean mis amigos no les autoriza a tomar decisiones por
mí, vive el cielo! - estalló el hombre levantándose de un brinco y
recuperando su energía de antaño - ¡No soy un viejo senil al que haya que
tratar como a un bebé!
- No... no es eso, Sir Dennis - dijo la joven cada vez más azorada - Ellos
consideran que usted ya consagró su vida a la lucha contra ese mal y que el
gobierno, la corona y el país deberían respetar la recompensa que tan
dignamente ganó. Bien es cierto que temen por usted y yo también. Aquellos
que han visto cruzarse en su camino al Doctor sólo viven para ser
desgraciados.
- ¿Y por eso tenemos que escondernos como vulgares avestruces? ¡No! - dijo
el anciano, que parecía haber olvidado sus diatribas pero al mirar a su
interlocutora volvió a dulcificar semblante y tono - Discúlpame de nuevo,
querida niña. Bien sé que Petrie, Tarr y tú, todos os preocupáis por mí,
pero no puedo dar la espalda a mi país. Precisamente por eso que has dicho:
aquellos que se cruzan con Fu Manchú tienen una vida desgraciada. Mi pobre
amigo Petrie casi pierde a su mujer y dio por muerta a su hija durante
muchos años1. Si el Doctor aún vive y aún aspira a realizar sus viejas
ideas habré de enfrentarme a él una vez más.
- Sir Dennis - dijo Miss Greville, visiblemente conmovida - ¿Merece la pena
tanto sacrificio? Usted ha ido más allá del deber, ha dado más de lo que se
le exigía, muchísimo más... ¿Ha... ha merecido la pena sacrificar toda su
vida en pos de ... de... lo siento, discúlpeme nuevamente. Soy una estúpida.
- No, no, no - respondió Nayland Smith con unos gestos tan suaves que
habrían sorprendido aún a sus amigos más antiguos - Es bueno que hagas esas
preguntas, porque tú estás o estarás en una posición muy similar a la que yo
tuve en el pasado, por lo que es lógico que te hagas esas preguntas. No eres
una máquina sino un ser humano. Voy a responderte sinceramente: al convertir
a Fu Manchú en el eje de mi existencia renuncié, consciente o
inconscientemente a todo lo demás. He visto mucha muerte y mucha maldad,
pero también cosas buenas, personas buenas. Como el abate Faria de Dumas,
consagré mi vida a un objetivo y como a él, la providencia me ha dado una
familia en todos vosotros, y un hijo en la persona de Shang Chi. Así pues,
sí, ha merecido la pena el sacrificio. Ésa es mi respuesta, mas tú tienes
que buscar la tuya.
Miss Greville no respondió, casi incapaz de contener sus emociones. Sir
Dennis cambió repentinamente de actitud y dando muestras de su chispa
habitual, empezó a bombardear a la mujer con mil y una preguntas acerca del
anillo, su procedencia y las demás pistas. Ella fue recomponiendo su gesto y
poco a poco pudo tranquilizar igualmente su ánimo.
A más usos horarios de distancia, en un piso franco de la ciudad de Osaka,
tres elegantes caballeros y una dama dialogaban animadamente sentados a la
manera japonesa en sendas esteras de bambú, en el centro de las cuales
estaba un anillo idéntico al que Miss Greville había enseñado a Nayland
Smith.
- Bien - dijo uno de los hombres, señalando la joya - esta chuchería la
trajo un emisario proveniente de Hong Kong y la presentó a uno de chunin -
El emisario y el jefe están esperando una respuesta por nuestra parte.
- Es una broma ¿verdad, Masao? - interrumpió el que estaba justo enfrente -
Un anillo del Si-Fan en estos tiempos que corren. O es una baratija o una
pieza de museo ¿neh?
- No te burles, Kasama - terció el tercero de los hombres - El Si-Fan puede
ser algo terrible y no debemos tomar este aviso a la ligera.
- Preocúpate tú por mí, Shinosuke - respondió el aludido - Tenemos problemas
más urgentes a los que hacer frente que acudir a la llamada de una leyenda
que espera que acudamos corriendo. Además ¿qué espera ese emisario de
nosotros? Si el Si-Fan realmente pervive y está reuniendo sus fuerzas ¿con
qué finalidad lo hará?
- No has dejado terminar a Masao, Kasama - dijo la mujer - Haríamos bien en
terminar de escuchar la historia antes de empezar a chillar como monos.
- ¡Ten tu lengua, Fumie! - respondió Kasama - Y no olvides tu posición.
- ¡Eres tú quien olvida la suya, Kasama-san! - respondió ella con una mezcla
de cólera e ironía - En este asunto, como en todo lo que corresponde a La
Mano, ambos gozamos de la misma jerarquía. Mi voto vale tanto como el tuyo y
al igual que tú estoy dispuesta a refrendarlo con mi acero.
- ¡Ya basta! - dijo Masao dando un puñetazo en el suelo - No estamos aquí
para recuperar viejas rencillas sino para dar una respuesta. No nos
corresponde saber cuáles son los objetivos del Si-Fan, sino dictaminar si
esta "chuchería" es o no auténtica. Si se trata de una falsificación, el
emisario lo pagará con su vida. Si es auténtica... ya veremos.
De vuelta en Tijuana, Lobezno había decidido salir a buscar al ya no tan
misterioso jefe de Todo, en compañía de Ryo y Robert.
- Bien, nenes. Vosotros diréis cuál es el siguiente paso.
- Logan-san -respondió Ryo- El contacto de Todo es un tipo llamado Jack
Turner. Suele perder el tiempo en un tugurio de la zona baja de la ciudad...
Yo tengo mi motocicleta y Robert ha venido en su coche.
- De acuerdo. Vamos...
- No pretenderá ir con esa pinta ¿verdad? - preguntó Robert, en un tono que
Takuma juzgó un tanto insolente.
- ¿Qué pasa, niño? ¿Desentono con esas ropitas tan pijas? No te preocupes,
no voy a mancharte la tapicería. No demasiado, guapito de cara - respondió
Logan con una sonrisa - Pero no te preocupes. A mí tampoco me mata de
alegría hacer equipo con un lechuguino como tú.
Robert hizo ademán de encararse con Lobenzo, que sin dejar de sonreír le
indicó con la mirada que si quería pelea tendría sumo gusto en complacerle.
La familia Sakazaki siguió aquel enfrentamiento silencioso hasta que, con un
súbito relajamiento, García sacó una moneda y tras lanzarla al aire,
respondió con un encogimiento de hombros.
- Ningún problema. Sólo espero tener ocasión de medir fuerzas con usted,
Lobezno.
- Siempre habrá alguna, nene ¿Nos vamos?
Robert se encogió de hombros mientras Logan le daba la espalda y se despedía
de Yuri y Takuma. Ryo dirigió a su amigo una mirada en la que le indicaba
que estaba jugando con fuego, pero cuando se acercó para tener unas cuantas
palabritas, el mutante dio a ambos varias palmaditas en la espalda, que
podían indicar tanto su intención de partir como su deseo de dejar aparcada
cualquier cuestión hasta averiguar quién estaba detrás del caído Todo, de
modo que los tres abandonaron la propiedad de Takuma en dirección hacia el
lugar donde según los jóvenes podría hallarse otro antiguo miembro de la
banda. Lobezno montó en el deportivo de Robert y pidió a Ryo que se
adelantara en su motocicleta, siguiendo una ruta distinta. Diez minutos
después llegaron a un bar en la zona más sórdida de la ciudad.
- Bonito antro, nenes. Vamos para adentro.
- Mr. Lobezno ¿Cree que es inteligente entrar así vestido? -
preguntó Robert.
- Tranquilo, chaval. Si no es por mi pinta, en caso de que
hayáis acertado, en cinco minutos estaremos metidos en una buena pelea.
Encogiéndose de hombros, Robert se aprestó a seguir a Logan, que
ya entraba por la puerta del desvencijado bar. Su nariz se vio golpeada por
el ambiente del local, sumamente cargado: sudores de muchos años, bebidas
maceradas e incluso el acre olor de la sangre seca evocaban al mutante
imágenes de lo que debía ser la vida cotidiana en aquel sitio, mal iluminado
e inundado de una música de origen y estilo indefinibles. La penumbra no
impidió que varios pares de ojos se volvieran hacia el recién llegado y sus
acompañantes. Ryo y Robert eran viejos conocidos, pero Lobezno era una
novedad.
- ¡Ey, mirad tíos! -dijo una voz desde la barra- ¡Es Santo, el
Enmascarado de Plata! - y prorrumpió en carcajadas. Logan ni siquiera se
inmutó y continuó hasta apoyarse en la barra.
- ¿Es de tu tamaño, tapón? ¿O te traemos un taburete? - dijo la
misma voz. Robert llegaró hasta él y tampoco hizo nada. Al primero le
pareció que el mutante estaba disfrutando del lugar.
- Oye, enano. Te estoy hablando.
- Y yo no te estoy escuchando, nene. A ver ¿no hay nadie que
atienda aquí?
- Tienes muchas pelotas para ser tan canijo y vestir tan raro,
amigo. Quizá haya que arrancártelas.
- ¿Y tú eres quien va a hacerlo, nene? Me gustaría verlo.
La respuesta vino en forma de taburete que se elevaba sobre la
cabeza de Logan mas éste, sin dejar de mirar al camarero, lanzó un directo
con la derecha al estómago de su rival, que se tambaleó. Una patada lateral
en el mismo sitio envió al agresor al otro lado de la barra, en tanto que su
improvisada arma cayó al suelo con estrépito.
- Y para que conste, me gustaba más Blue Demon. Una botella de
tequila, amigo. ¿Tú quieres algo, guapito?
- Oiga, amigo. No queremos broncas - dijo una voz detrás de él.
- Ni yo las busco - respondió Logan sin volverse - Pero a veces
me las encuentro, nene.
- No me gusta la gente que no me mira cuando le hablo - dijo la
voz a sus espaldas, tomando a Lobezno por un hombro y obligándolo a darse la
vuelta. Su interlocutor era un grandullón malencarado, casi más ancho que
alto, cuya enorme barriga rebosaba en un chaleco vaquero.
- Es difícil que alguien pueda encontrarte a través de esa
grasa, bola de sebo.
- Tampoco nos gustan los graciosos - respondió con un
fruncimiento de ceño que, normalmente, solía devolver la sobriedad a los
borrachos del lugar.
- Esto no es gracioso, nene ¿quieres ver algo gracioso? Mira y
aprende, dijo con una sonrisa mientras, mirando directamente a la barriga de
su interlocutor empezó a gesticular haciendo una circunferencia y gritando a
pleno pulmón - ¡Bolita, bolita! ¡Déjame ver el futuro! ¡Dime si soy
realmente el mejor en lo que hago!
Robert, que había reconocido al gordo como Jack Turner, el
hombre al que habían ido a buscar, no daba crédito a sus ojos. Se había
enfrentado a él en una ocasión y casi no lo había contado. Y allí estaba
aquel gringo loco, vestido con los calzoncillos encima de los pantalones,
provocándolo, mientras algunos de los parroquianos del bar contenían a duras
penas una risa, bien conscientes de que Jack no era persona de las que
aguantaban bien las bromas, respondiendo a ellas con una contundente patada
de sus botas de suela gorda.
- ¡Bien, enano! - barbotó Jack mientras pasaba la mano por su
rostro y miraba con expresión enfurecida a Logan - Parece que has venido
aquí a buscar pelea de la buena.
- ¡Oh, tronco! - respondió el mutante con su habitual sonrisa de
lobo - Pero mi amigo, el guaperas de la coleta al que sin duda ya conocerás,
dice que no tienes agallas y que pegarte, montaña de sebo, es como atizarle
a un saco.
Jack se volvió hacia Robert, y con un crujido de nudillos se
acercó al joven, que seguía mirando a Logan con ojos sorprendidos y
acusadores. Éste se limitó a tomar la botella de tequila que el camarero
acababa de dejarle y haciendo un brindis, echó un largísimo trago al coleto,
saboreándolo con los ojos cerrados, mientras sus oídos empezaban a registrar
el ruido de la pelea. Aaaaaah - pensó - mi sitio preferido, mi gente
preferida.
- Logan san, ya estoy aquí - dijo a su lado una voz, la de Ryo -
He aparcado la moto junto a la salida de incendios, como me había indicado.
¿Por qué está Robert zurrándose con ese animal de Turner?
- Bah -respondió Logan bajando la botella- Una palabra dicha y
ya está liada. Muchas gracias, chaval. Supongo que el viejo Takuma te habrá
criado como a un chico sano y no querrás beber nada.
- Gracias, pero si la cosa se desmanda, tendré que estar bien
sobrio para ayudar a Robert. Aunque de momento parece llevarlo bien -
respondió el joven, viendo como su amigo recibía una patada en todo el
estómago e iba aterrizar encima de una mesa.
- Sí. Es todo un campeón. Te devolveré la moto cuando termine -
y volvió a dar un segundo trago a la botella, mientras dejaba un par de
billetes americanos para cubrir la cuenta.
- Logan san ¿puedo hacerle una pregunta?
- Dispara, nene.
- Es acerca de mi padre. Tengo cierta curiosidad...
- El viejo Míster Karate tiene sus secretos ¿eh? Quizá no sea yo
el más indicado para revelarlos.
- No es eso. Es sólo que mi hermana y yo hemos tenido siempre
cierta curiosidad por saber cómo vinimos a parar aquí. Cuando vamos a los
torneos anuales, las otras escuelas siempre hablan de nuestro padre con suma
reverencia y...
- A veces te preguntas cómo es posible que alguien de su
prestigio, la cabeza visible de una de las mejores escuelas de karate de
Japón, lo abandone todo y se venga a la otra punta del globo, para montar un
dojo en este barrio, que parece una letrina.
- Algo así. Desde que tenía uso de razón, he aprendido el estilo
de lucha kyokugen. Mi padre me enseñó a respetarlo y a entenderlo. Me
inculcó todo eso. Mi hermana le dice que ama más a la escuela que a
nosotros, y desde cierto punto de vista, tiene razón. Lo que a menudo nos
preguntamos es si ese amor es compatible con...
- Con este lugar. Bueno -respondió Logan mirando la evolución de
una pelea en la que ya estaban metidas unas diez personas, y en la que
Robert estaba recuperando terreno poco a poco- Quizá la respuesta esté más
cerca de lo que crees, nene. Quizá sea una cuestión de karma
Ryo no contestó y se limitó a seguir la mirada de Lobezno hasta
la reyerta. Robert se había zafado de todos sus contrincantes y, machacado
como estaba, se encaraba nuevamente con Turner, sin advertir que uno de los
caídos se había incorporado a gatas y había sacado una navaja automática.
Ryo se abalanzó sobre él y, con una patada voladora, se unió a la pelea.
Mientras esto ocurría, Logan encaminó sus pasos hacia la salida de
emergencia, esquivando botellas, sillas y mesas que empezaban a volar por
todo el local, Todo lo bueno termina, inevitablemente. Ese es el karma.
Cuando salió al exterior vio aparcada la motocicleta de Ryo y se encaminó
hacia ella, pero a menos de dos metros, una figura saltó para colocarse
justo frente a él y, girando sobre si misma, extendió los brazos para
dibujar una curva que alcanzaba a Logan en el pecho, justo a la altura del
corazón. Sólo un rápido paso atrás evitó que le acertara. El atacante saltó
nuevamente y se situó a la izquierda del canadiense. No era más alto que él
y llevaba un traje de corte tradicional oriental, rematado en una cómica
máscara con cara de mono con una extraña cresta en la cabeza. Adoptó la
postura de la grulla y abriendo los brazos hacia fuera, apretó los puños
para sacar de cada uno dos afiladas garras. Una gran carcajada remató la
exhibición, que parecía dirigida a intimidar a sus contrincantes. Lobezno se
limitó a imitar la posición de combate de su nuevo adversario y sacó sus
garras.
- Ja ja ja ja tú, capullo.
1.- En la novela La novia de Fu Manchu.
GARRAS Y AULLIDOS
Penúltimo episodio en el que tendremos a Lobezno en Tijuana. En
el próximo número, conoceremos al jefe de todos estos fulanos y nuestro
peludo amigo descubrirá algo más sobre el caso de la muerte de su antiguo
compañero de la CIA. Ahora vamos con la carta, que solo hay una.
Solo felicitarte x el trabajo q estais haciendo con este peludo personaje q
tanto me gusta. Habeis tocado mis fibras sensibles Lobezno y todo lo
relacionado con la cultura oriental sobre todo la Japonesa (sin mencionar el
karate deporte q practico y q me apasiona) Solo faltaria una cosa q mi buen
amigo el mercenario bocazas saliera tb jajaja. Bueno se Despide con un
abrazo Dany (Gaijin)
Pues hombre, se agradece el comentario, aunque como de karate yo
no sé gran cosa -dar cera, pulir cera- pues procuro no liarme con cuestiones
técnicas, que luego meto el remo y ya la tenemos liada. Eso sí, Lobezno
visitará en breve Japón y allí tendrá ocasión de reflexionar un poco sobre
esa cultura que últimamente fascina tanto a todo el mundo. Lo de Masacre se
podría mirar un día de éstos, pero de momento, no está pensado que salga por
acá. Un saludo.