LOBEZNO VOL. 2 #106
Alma, corazón y vida
Guión:
Luis Capote
Portada: Mr. Voodou
La noche caía en el Condado de Westchester, y las primeras estrellas
parecían
saludar a los atribulados habitantes de la Escuela del Profesor Xavier para
jóvenes
talentos, que intentaban rehacer sus siempre azarosas vidas tras haber
tenido que
enfrentarse al hombre que, para muchos, había sido padre, amigo y mentor. El
bosque
cercano estaba tranquilo, salvo por los animales de vida nocturna y salvo
él. Lobezno,
Logan, se detuvo a beber agua de un pequeño charco que la copiosa lluvia de
días
anteriores había formado. El agua era extrañamente cristalina, y le
devolvió, rota por las
ondas, su faz... ¿de veras era él? Casi no se reconocía con aquel aspecto
simiesco, sin
nariz y con aquellas enormes mandíbulas... Se alzó un poco y el un débil
rayo de luz de
luna arrancó un leve destello de la hebilla de su cinturón, la "x" que lo
identifica como
miembro del grupo de mutantes más popular y temido del mundo...
- Je - pensó - Hombre X... ahora soy más X que hombre.
La idea resultaba graciosa... con aquella pinta difícilmente se podía
considerar
humano... en realidad nunca se había sentido muy a gusto con las reglas de
los hombres
salvo en Japón, ironía de ironías; el bushido había sido para él como una
segunda piel,
Logan, discípulo, amigo, hermano del temido Ogun... ahora sólo le quedaba la
X, y eso
era otra forma de decir "incógnita".
- Sí, una incógnita. Ahora no sé qué infiernos soy...
Se paró a medio camino de la reflexión. El aire traía olores y sonidos tan
familiares para él como los suyos propios... las sensaciones formaron la
imagen de una
bella joven y un hombre de gafas de rubí...
- ... y sigo pensando que deberíamos ir a buscarle, Scott. Esa
transformación y la
batalla con Charles...
- No, Jean, aunque podemos hacerlo, no debemos. Logan ha sido toda su vida
un
solitario en lo que a sus problemas se refiere. Estará aquí cuando le
necesitemos, pero
en todos estos años nunca ha permitido que le ayudemos con sus asuntos
privados...
quizá su aspecto exterior sea diferente, pero su interior sigue siendo el
mismo; volverá,
Jean, lo sé.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro? Creía que la psi de la pareja era yo...
- Me salvó la vida en Marruecos cuando luchamos contra Ozymandias, y
entonces era poco más que una bestia irracional. He luchado a su lado muchas
veces y
entonces, como ahora, confío en él...
- Sigo pensando que deberíamos estar con él... no sé.... hablar con él.
- Lo sabe Jean. Vendrá a nosotros cuando lo considere oportuno... De todos
modos - dijo señalando a una sombra imperceptible en un cielo ya oscuro -
nada quita
para que alguien dé un paseo nocturno y se lo tropiece "accidentalmente"...
Jean miró hacia donde señalaba su esposo, más con su mente que con los ojos,
y
reconoció la majestuosa figura de Tormenta volando suavemente hacia el
bosque... y
sonrió, maravillándose - bonita expresión, pensó, en las neuronas de la
antigua Chica
Maravillosa - de la propia imagen y de la habilidad de su marido para
solventar, una
vez más, una situación compleja.
- ¡Ah, Sr. Summers! A veces tiene usted buenas ideas.. quizá hasta un día se
te
ocurra relajarte y sonreír.
- Vamos, Sra. Summers, entremos, que se hace tarde...
Mientras sostenía la puerta para su mujer, Cíclope miró hacia el bosque y,
durante un breve instante creyó que sus ojos se cruzaban con los de Logan,
musitando
mentalmente una plegaria y una frase de ánimo. Al otro lado, Logan creyó
distinguir un
destello rojizo, sin que pareciera poner asunto en la figura que,
suavemente, aterrizaba a
su lado.
- Un poco tarde para pasear, Ro, dijo Lobezno.
- Un poco tarde para cazar, amigo mío, respondió Tormenta.
- No cazaba, preciosa... con mis sentidos alterados y aumentados el juego no
tiene demasiado sentido... estaba pensando en todo lo acontecido en estos
días...
- ¿Es necesario que lo hagas aquí, a solas? Jean está muy preocupada y yo
comparto sus sentimientos.
- Lo sé.. hasta nuestro temerario líder lo está, pese a esa fachada de roca
que se
ha construido, pero no necesito una cara bonita para recordarme que mi
careto se ha
vuelto más desagradable de lo que es habitual.
- Amigo mío, nos hemos apoyado mutuamente en los peores momentos; hemos
luchado, reído, llorado y sangrado juntos. No puedo quedarme de brazos ante
lo que te
sucede; no puedo y no lo haré.
Logan miró fijamente a los ojos de Ororo, cuyo semblante y expresión
denotaban unos rasgos más propios de una divinidad que de una mujer mortal,
y por un
instante se sintió subyugado por tal poder, pero sacudiendo la cabeza,
respondió:
- No, Ro... esto es distinto. Ese bastardo de Génesis pudo precipitar la
transformación, pero si Magneto no hubiera....
Se detuvo a media frase sin saber que decir: Si Magneto no hubiera arrancado
el
adamantium de sus huesos, su regresión no hubiera tenido lugar... y tampoco
hubiera
existido Onslaught... ¿o no? El recuerdo de lo que Pórtico le había mostrado
era más de
lo que podía soportar.
- ... no importa - continuó - lo pasado, pasado está y mi aspecto poco me
preocupa.... son mi alma y mi mente lo que me preocupan... no sé quién soy,
no sé qué
soy, y mientras no lo averigüe no podré volver a la Patrulla.
- Te entiendo y comprendo tus deseos, amigo mío, pero recuerda que no tienes
que enfrentarte a esto solo. Tú me ayudaste cuando perdí mis poderes,
asumiendo un
mando que no deseabas para que yo pudiera ir en busca de Forja.
- Tú misma lo has dicho, Ro. Yo me quedé guardando el fuerte mientras tú
partías sola a recuperar tus poderes... Sabes tan bien como yo que esto debo
hacerlo
solo.
Dicho esto, Ororo miró de nuevo a los ojos a su compañero, y avanzó y besó
suavemente a Logan, para después remontar el vuelo de vuelta a la mansión.
Logan la
vio alejarse hasta que el rumor del viento se apagó, y de nuevo se vio
rodeado por los
sonidos del bosque. Era noche cerrada ya, aunque la ausencia de nubes
permitía al
canadiense contemplar una hermosa vista de un cielo estrellado y presidido
por una luna
llena. Casi sentía deseos de aullar, pero la misma idea le pareció
extrañamente tópica.
Volvió la mirada hacia el bosque y hacia allí encaminó sus pasos, meditando
sobre todo
lo ocurrido. Su propia naturaleza interior siempre había sido para él una
incógnita, y su
confuso pasado, agravado por los implantes de memoria y el trasteo de su
organismo
que los responsables del proyecto Arma - X habían realizado, no hacía sino
empeorar
las cosas. Lobezno, Logan, ¿hombre o bestia? Era la eterna pregunta que
muchos,
incluido él mismo, se habían hecho, y las respuestas... para Shingen había
sido poco
más que un animal - luego tuvo que tragarse sus palabras, sonrió para sí -
para su hija,
Mariko, había sido su esposo, el campeón del clan... los matarifes
canadienses querían
redirigir su potencial asesino, un arma biológica bien dirigida, pero
Heather y Mac,
benditos sean, le devolvieron su humanidad... ¿se la devolvieron? Luego una
vez tuvo
humanidad, pensó... después de tantos años, había estado en paz consigo
mismo, sabía
que era hombre y bestia, como todos sus congéneres, con o sin factor x es
sus genes.
Aquello había estado claro hasta... hasta.. Magneto.
El mero recuerdo del dolor y la agonía sufridos durante el último
enfrentamiento
con el señor del magnetismo hizo que Logan se estremeciera. Magneto -
pensó -
antiguo aliado, viejo enemigo que no supo - o no quiso - enfrentarse a sus
demonios
internos y que decidió devolver golpe por golpe, muerte por muerte. Sin el
adamantium
evolucionó progresivamente a un estado feral... quizá hubiera podido
controlarlo pero
Génesis, el presunto heredero de Apocalipsis quiso jugar con fuego y hacerlo
uno de sus
jinetes. Pobre idiota - pensó - se quemó. Su pensamiento voló
momentáneamente hasta
Cable, otro compañero de peleas, y padre adoptivo del chico. ¿Cómo habrá
reaccionado?
Logan no pudo terminar su reflexión. Sin previo aviso, surgió de entre la
espesura una mole vagamente humana que cargó hacia él agitando sus garras y
clavando
una mirada con furia asesina. Alcanzó al canadiense en tres zancadas y
abatió sobre él
su brazo derecho, dispuesto a abrirle las tripas, pero éste rodó hacia un
lado y sacó sus
garras. Sin sus sentidos habría reconocido a su adversario en cualquier
parte...
- Volvemos a encontrarnos, Creed. ¿No tuviste bastante con lo que Ciclo y
los
originales te propinaron la última vez?
- ¡Enano piojoso! - barbotó el feroz Dientes de Sable - la ninja bebetés y
el pijo
con alas sólo han sido aperitivos... ¡Tú eres mi pareja de baile! Y todavía
te debo el
agujero en el cráneo de la última vez.
Dicho esto, Creed cargó de nuevo lanzándose en plancha contra su oponente.
Lobezno calculó y saltó, dejando que aquel misil humano pasara por debajo, y
propinándole una doble patada en la base del cráneo, lo que ayudó a que la
parte frontal
de éste impactara en la base de un viejo árbol, mientras con el impulso
adquirido, Logan
completaba una voltereta y volvía a enfrentarse a su inesperado adversario.
"¿De dónde
ha salido?" pensó "¿Por qué no detecté su presencia? Conozco su olor tan
bien como el
mío ¿Qué está pasando aquí?" Dientes de Sable se levantó, con la cara
ensangrentada y
la boca llena de astillas y se alzó en toda su envergadura para devolver al
confundido
Lobezno una malévola sonrisa.
- No está mal, retaco... pero pese a tu aspecto actual, sigues sin estar a
mi altura.
Nunca serás mi igual, ni como hombre, ni como bestia.
Creed avanzó, lentamente hacia un Lobezno cada vez más confuso. ¿Cuántas
veces había oído aquellas palabras salir de la boca de su antiguo némesis?
Había
perdido la cuenta, pero esta vez era diferente. Sable le había dado de
lleno, porque no
sabía lo que era. Hombre, bestia... ¿qué? ¡¿qué?! La pregunta se leía en los
ojos de
Logan y Creed sonrió de nuevo, al tiempo que, como leyendo la mente de su
adversario,
le espetó "Demasiado humano para ser un animal, demasiado animal para ser
humano.
Eres un don nadie". Lobezno recuperó la serenidad y se mantuvo firme,
gruñendo y
enseñando los dientes al enorme Dientes de Sable, cuya complexión parecía
cubrir todo
la visión de Logan, y que con una carcajada de triunfo se dispuso a golpear
una vez
más... un fogonazo de luz pasó ante él, al tiempo que se escuchó un trueno,
por lo que
trastabilló hasta que su espalda reposó contra un árbol.. pestañeó y vio al
otrora
confiado Creed tambaleándose y llevándose una mano ensangrentada al hombro
izquierdo. "Quién" - susurró - "¡Quién!" - gritó - Lobezno se incorporó,
sorprendido
por el inesperado giro de los acontecimientos, pero la respuesta que escuchó
lo dejó
levemente paralizado...
- Yo soy As - dijo una voz femenina - y a mi compañero puedes llamarle
Aullador...
- Estáis muertos, rubita... y lo mejor es que vais a morir por salvar a una
bestia
que no es mejor que yo.
- Tienes una bocaza muy grande, amigo - dijo una voz masculina - y eres
bastante feo, pero como dijo Mamá Furia, "yo tengo el remedio que
necesitas". Y dicho
esto amartilló su arma.
Creed retrocedió mirando con odio a los nuevos oponentes, y aguzando la
vista
se quedó tan sorprendido como Logan... "¡¿Vosotros?! ¡¡Estáis muertos!!"
gruñó, pero
su voz perdía fuerza. Lobezno avanzó lentamente para confirmar lo que sus
sentidos le
indicaban, que ante él se alzaban Nick Furia y Carol Danvers, Ms. Marvel,
dos
compañeros de espionaje, dos amigos a los que daba por muertos. Absorto ante
la
imposibilidad que tenía ante sus ojos vio demasiado tarde que Sable había
recuperado
hombro y valor, y cargaba contra sus amigos.
- ¡Bien! Supongo que en este oficio las puertas de la muerte son de doble
sentido
- masculló -, así que me daré el gusto de mataros a todos.
Dicho esto, Creed se abalanzó sobre Furia, que a duras penas pudo apartarse,
mientras Carol, enfundada en su antiguo uniforme aguantó su posición sin
inmutarse
aparentemente ante la carga del furioso canadiense.
- Bonitas palabras, Víctor... las de un experto carnicero, pero no estás
ante
víctimas indefensas, asesino.
Ms. Marvel se elevó unos metros sobre el suelo y agarró al furibundo salvaje
por
la espalda, empezando a voltearlo una y otra vez, giro tras giro, hasta
convertirse casi en
un torbellino anaranjado que una divertida Carol arrojó contra la espesura
con gran
estruendo. Lobezno pareció salir de su asombro y avanzó hacia su caído
adversario,
pero Carol y Nick estaban de repente ante él...
- Gracias por la ayuda, parejita... ahora dejadme pasar...
- No, Logan - respondió Carol - Dientes de Sable no es importante y lo
sabes.
- Curiosa afirmación viniendo de un par de muertos - respondió un
contrariado
Lobezno -
- ¿No fuiste tú el que partió a la muerte en Dallas? - terció Furia.
- ¡Genial! Cuando paso por un momento chungo tengo que aguantar vuestra
cháchara en mi cabeza... es bueno ver que ciertas cosas nunca cambian...
- ¡Vaya, Carol! El enano no estaba tan molesto cuando le ayudamos a él y a
sus
amiguitas a escapar de las garras del Mandarín.
- ¡Ya está bien! - cortó Logan - ¡Como si no fuera bastante lo de Onslaught
ahora que intento ordenar mi maltrecha vida tienen que venir a tocar a la
puerta un
puñado de fiambres! ¡¿Qué demonios queréis?!
La furia de Lobezno crecía por momentos, alimentada por una creciente
confusión por lo acontecido y por la frustración que suponía el fracaso de
su intento de
meditar en soledad. Miro a la cara a sus viejos camaradas del espionaje:
Carol Danvers,
Nick Furia... camaradas, compañeros, amigos... ocasionalmente en bandos
distintos pero
en definitiva, dos personas en las que confiar, un auténtico tesoro en
despiadado mundo
en el que los tres se habían movido... ese recuerdo hizo que refrenara su
creciente ira...
- ¿Qué hacéis aquí? - dijo al fin.
- Tú nos llamaste, Parche.
- ¿Yo? - contestó sarcástico - mi teléfono no incluye llamadas al más
allá... si es
que realmente estáis muertos, claro.
- Es cierto, no nos viste morir - dijo Carol - pero aunque Carol Danvers
sigue
viva sabes bien que Ms Marvel murió a manos de tu compañera Pícara...
Logan no tuvo más remedio que asentir. Su mente retrocedió una vez más para
recordarle que en Binaria no quedaba demasiado de su vieja amiga As... Se
volvió hacia
Furia; no hacía tanto que había estado en su funeral y honrado su cadáver...
¿su
cadáver? Ya no estaba tan seguro. Nick no sólo era un espía, sino el jefe de
una
organización llena de ellos, y aunque no era, ni mucho menos, un Sydney
Reilly, sabía
como encubrir aquel tipo de muertes... Muertes - sonrió - reales o irreales,
auténticas o
falsas, omnipresente y, paradójicamente, ridícula...
- Veo que mi presencia te incomoda, Logan - adivinó Furia - Empiezas a
cuestionar tus propios sentidos, y no sin razón, porque en los últimos
tiempos has visto
hundirse tus creencias y tu propia humanidad.
- El Furia que yo conocía no era ningún psicólogo - respondió Logan,
picado - y
tampoco era de los que hacía filosofía en un combate, no con un psicópata
rondando.
- Sigues sin entenderlo ¿verdad, Logan? - intervino Carol - No me escuchas:
Creed no importa, como tampoco importamos nosotros... sólo importas tú.
- Bonita frase, As, como las que soltaban en aquellos culebrones que veíamos
en
Caracas, pero no me gustan los acertijos.
Carol paseó descuidadamente alrededor de Logan, jugueteando con la
hojarasca,
mientras Furia encendía un puro; suspirando, miró a los ojos a su viejo
camarada y
continuó:
- Reflexiona, Logan, PIENSA: Dientes de Sable surge de la nada y te llama
segundón y dos cadáveres vuelven a la vida... ¿Crees que esto es real,
amigo?
- A ver si lo he pillado: me estás diciendo que nada de esto está
sucediendo,
¿verdad? Que he enloquecido.... Je, Doc Samson disfrutaría con esto.
- Tapón, debes tener adamantium en los oídos...
- Basta, Nicholas - cortó Carol - Logan, tienes la suficiente experiencia
como
para saber que lo que sucede en tu mente tiene cierta entidad... la
suficiente como dañar
tu realidad física.. sí, Creed pudo haberte matado...
- Entonces ¿qué? ¿Significa que algún telépata chiflado ha decidido jugar
conmigo a la versión sangrienta de Ésta es su vida.... - recordando, se paró
en seco -
¿es... es Onslaught?
- Sigues sin comprender ¿verdad, Parche? No, no te preocupes por
Onslaught...
no pienses en una amenaza externa.
- De nuevo hablas con acertijos, Carol. ¡¿No puedes ser más clara?!
- No, Logan, no puedo. Es algo que tienes que resolver tú... Intervine,
intervinimos porque no podía permitir que te hundieras, no cuando me
salvaste la vida
más veces de las que puedo recordar; no te dejaré, como tú no me dejaste en
aquella
misión tras el telón de acero.
- Eso vale para mí, Logan. En pocas personas podía confiar para que me
guardaran las espaldas, y tú eras una de ellas.
Logan no pudo evitar una amplia sonrisa. Eran las mismas palabras que él
había
dedicado al ¿cadáver? de su amigo. Miró brevemente al cielo y cuando se
volvió para
responder a sus amigos, descubrió que no había nadie. Genial - pensó - y yo
me
preciaba de ser silencioso. Encaminó sus pasos hacia el lugar donde debía de
haber
caído Dientes de Sable... No entendía lo que Carol había querido decirle,
así que decidió
comprobar qué había de cierto en sus palabras... desenvainó sus garras y se
acercó
rápida y silenciosamente para encontrar.... nada.
La confusión de Logan iba en aumento... No había señales de lucha, ni de
sangre, ni de la caída, luego la pelea había sucedido sólo en su mente, tal
y como habían
dicho Carol y Nick... que tampoco existían. ¡Maldita sea! - gritó, golpeando
con rabia
un árbol cercano - ¡Mis sentidos me traicionan también! ¡¿Qué es real?!
¡¿qué no lo es?!
Sintió una furia creciente que no podía atajar, que no quería atajar porque
estaba
cansado de todo. ¿Por qué no abandonar? ¿por qué no asumir de corazón lo que
su
cuerpo le decía, que no era más que un animal salvaje? No quedaba ningún
atisbo de
humanidad en él, salvo el enloquecedor recuerdo de lo que fue y ya no era.
Su corazón
se aceleró y casi sentía como bombeaba adrenalina a su organismo para
iniciar una gran
cacería, libre al fin de todo tipo de controles... ¿Controles? La palabra
disparó en él un
recuerdo casi olvidado. Furia, odio, control, ¿qué había de real en su
repentino
estallido? De vez en cuando tenía esos arranques pero aquello era
diferente... recordaba
algo pero ¿qué era? Intentando centrar sus pensamientos, concentró sus
sentidos en los
alrededores, pero éstos le devolvieron una impresión diferente. Aún antes de
percibir
con precisión los sonidos y olores que lo rodeaban, sus labios pronunciaron,
casi por
reflejo, una palabra: Canadá.
Casi sorprendido por lo que él mismo acababa de decir, se puso en guardia de
nuevo. La simple mención de su tierra natal hizo que todo tuviera sentido,
al menos
dentro de una retorcida lógica. Sonriendo maliciosamente, gritó:
- Sal, Maníaco, lamentable bomba mental. Tu truco ha fallado.. otra vez.
- Nunca pode engañarte ¿verdad, Lobezno? Aún antes de que tu amigo Hudson
activara mis poderes latentes tú sabías que este leopardo jamás cambiaría
sus manchas.
El recién llegado habló con una voz cautivadora, casi lasciva, que
contradecía lo
repulsivo de su aspecto. La luz de la luna arrancaba brillantes destellos de
su armadura
dorada y transformaba su imagen en la de un caballero andante. Lobezno
intuyó que
estaba intentando usar sus poderes de otra forma...
- Tenías mejor aspecto la última vez que te vi, chico.
Maníaco contuvo una mueca de odio, al recordar ese episodio, pues Logan
hacía
referencia a la batalla en la que Vindicador, la supuesta viuda de su
creador, le había
volado la cabeza.
- Touché, mon amí, pero ni entonces ni en la otra ocasión pudiste
derrotarme..
aunque ¡quién sabe! - sonrió en una espantosa mueca - ahora que eres casi un
animal...
Lobezno retrocedió alarmado. Su nuevo adversario tenía poder mental
suficiente
como para controlarlo; sólo cediendo el control a su parte más feral podría
evitar ese
riesgo, pero eso podía condenarle definitivamente... de nuevo, la elección
radicaba entre
su humanidad y su vida. Adivinando - ¿leyendo quizá? - el conflicto en el
que se
debatía su enemigo, Maníaco lanzó un primer rayo que Logan esquivó saltando
hacia
atrás, y sacando, casi por reflejo, sus garras. En la noche reverberó la
risa de quien se
aprestaba al combate, dispuesto a disfrutarlo, una risa triunfal.
Mientras, ajeno a todo, un autobús alcanzaba su destino final. Dentro
dormitaban
los escasos pasajeros que, mal que bien, buscaban un imposible acomodo en
las
incómodas butacas de aquel transporte que había visto días - y probablemente
años -
mejores. Sólo alguien permanecía despierto, rebuscando en su agenda, repleta
de
anotaciones y papeles sueltos. "Malcolm Carmichael: ingeniero" rezaba en la
primera
hoja, a la que se sucedía un anodino ramillete de citas, reuniones de
trabajo, llamadas...
el propio hombre tenía un aspecto anodino y gris, embutido en un atemporal
traje gris
de tres piezas, sobre el que llevaba una gabardina oscura; parecía la
personificación del
aburrimiento, mientras cansinamente apartaba las hojas de su agenda, hasta
pararse en
una, en la que, trabada con un clip, había una vieja foto en la que, bajo el
fondo de una
populosa ciudad oriental, tres figuras miraban a la cámara con expresión
alarmada.
Escrito con rotulador, a los pies de cada una estaban escritos las palabras
"Pepe",
"Logan" y "Yo", que el índice derecho del pasajero gris siguió hasta pararse
en el centro
de la imagen.
Volviendo a Westchester, Lobezno mantenía una táctica defensiva, esquivando,
fintando o evitando por muy poco los rayos de Maníaco, que no parecía estar
esforzándose demasiado y Logan lo sabía, al notar como los ataques eran más
precisos,
más rápidos, más poderosos y limitaban cada vez más su campo de maniobra;
tarde o
temprano uno haría blanco y el resto sería historia, pero pese a que todo su
instinto de
supervivencia le gritaba que avanzara y se encarara con su adversario,
Lobezno se
resistía, porque prefería mantener un resto de humanidad antes que caer de
nuevo en la
rabia feral que lo había embargado después de su viaje a Egipto y el
encuentro con el
loco llamado Génesis. Temía que de una nueva recaída no pudiera salvarlo
nada. Estos
pensamientos pasaron ante Logan fugazmente, cuando otro rayo a sus pies hizo
que se
tambaleara y que, trastabillando, apoyara sus espaldas en un viejo y enorme
arce.
Entonces miró a su enemigo, que esbozando una abierta y desagradable
sonrisa, se
acercó lentamente, saboreando la indefensión de Logan.
- Resulta irónico que vayas a morir al pie del árbol nacional de Canadá,
hermano. Caerás a la sombra del símbolo de un país que te convirtió, como a
mí, en una
máquina de matar...
Logan gruñó y sacó sus garras, afianzando su posición, pero Maníaco no
pareció
muy impresionado, porque siguió avanzando, mientras Lobezno esbozaba
mentalmente
una estrategia de ataque para cuando estuviese lo suficientemente cerca,
cuando el suelo
bajo sus pies empezó a temblar. Al principio, creyó que era otro de los
trucos de
Maníaco, pero éste detuvo su avance, visiblemente sorprendido... Los
temblores fueron
en aumento, pero el mentalista reanudó su avance, temeroso que uno de
aquellos
inesperados giros del destino que solían salvar el pellejo de los mutantes
le arrebatara su
ansiada presa, y lanzó un potente rayo mental en dirección a su enemigo,
cuando entre
ambos la tierra se abrió y un relámpago rojo y plateado recibió el impacto
de aquel
ataque. Ambos adversarios volvieron la mirada, temporalmente cegados, y
cuando
miraron, constataron que un nuevo actor se había unido a aquel drama.
- ¡Jimmy!
- ¡Hudson! Me alegro de verte, padre - dijo Maníaco, escupiendo la palabra -
el destino es generoso, porque podré vengarme de mis dos carceleros.
Guardián permaneció inmóvil entre su mejor amigo y su peor creación, mirando
fijamente a éste. Aquel ser simbolizaba su mayor fracaso, era una prueba
viviente de su
estupidez, el precio de su ambición. Su existencia le había costado la vida
a muchas
personas, amenazado el grupo al que había dedicado buena parte de su vida y
abierto un
abismo entre Logan y él, un abismo que tardó mucho en achicarse.
- Jimbo - dijo Logan mientras se acercaba - no sé qué pintas en todo esto,
pero
juntos volveremos a mandar a ese desecho gigeriano al cementerio...
- No, amigo - lo cortó Hudson apartándolo con una mano - Maníaco es mi
responsabilidad...
- ¡No me vengas con ésas, Jimmy! Ya no estamos en el Departamento H...
- No, no lo estamos, pero me parece que tú tampoco tienes claro dónde estás
y
porqué estás - dijo cortándolo de nuevo - Se supone que eres algo más que
una máquina
de matar. No quiero pensar que me equivoqué contigo en ese punto.
Aprovechando aquella discusión, Maníaco lanzó un segundo rayo de gran
intensidad y al aviso de Lobezno, Guardián lanzó otro de plasma que bloqueó
el
primero. La colisión de ambas fuerzas generó una esfera brillante pero
previsiblemente
inestable, pero ninguno de los dos contendientes en el forcejeo parecía
dispuesto a ceder
un ápice de terreno y mantuvieron sus ataques. Logan observaba fascinado
aquel
espectáculo hermoso y terrible que el combate le brindaba: de un lado, la
fuerza salvaje
e indisciplinada de Maníaco, como un fenómeno de una naturaleza pervertida;
del otro,
el marcial y medido poder de Guardián, el resultado de años y años de
estudio, práctica
y perfección. De aquellos peculiares polos opuestos surgían dos energías
bien diferentes
pero extrañamente equilibradas que se amalgamaban en algo cambiante pero
singularmente hermoso. Tan absortos parecían ambos contendientes que el
propio
Logan pareció olvidarse de la situación y siguió contemplando hechizado
aquella
indescriptible esfera brillante. Su amigo y su enemigo no retrocedían ni un
milímetro,
tan equilibradas estaban las fuerzas que cada uno aumentó la potencia de su
acometida,
pero eso aumentó la inestabilidad en el punto de contacto: la esfera empezó
a cambiar, a
crecer y su brillo se hizo más y más intenso. Presintiendo lo que iba a
suceder, Lobezno
gritó y corrió desesperadamente hacia delante ¿intentando apartar a
Guardián?
¿intentando atacar a Maníaco? Nunca lo sabría, pero al saltar a la batalla
la luz se hizo
insoportablemente brillante y lo cegó, mientras sentía como todo parecía ser
devorado
por la misma y una silenciosa explosión parecía ahogarlo. Cerró los ojos y
sólo pudo
sentir, más bien intuir, que caía de nuevo a la tierra.
En otro lugar, cercano a la frontera canadiense, otro viajero alcanzaba su
destino.
Cansado, entró en un tugurio de mala muerte donde una vetusta máquina de
discos
vomitaba éxitos largo tiempo olvidados por el resto del mundo y se aprestó a
pedir una
cerveza. Grueso, canoso y envuelto en un astroso abrigo, nadie hubiera se
había vuelto a
mirarle de entre los clientes, nadie salvo una joven que, embutida en un
mono de cuero,
se acercó hacia el recién llegado, al tiempo que palpaba el bolsillo
interior de su
cazadora. Sin levantar la vista del botellín, el hombre habló:
- Yo que tú no lo haría, Jabalina.
- ¡Vaya! El viejo Tiro Trucado no ha perdido facultades. Sigues teniendo
buena
vista, arquero pero ¿tu memoria es igual de buena? No he olvidado que la
última vez
que trabajamos juntos me traicionaste, asqueroso puerco... y todo por salvar
a ese
vengador...
- Yo también te quiero, chica, pero no me arrepiento de lo que hice: ahora
somos
enemigos, pero Ojo de Halcón vale cien veces más que tú y no estaba
dispuesto a
dejarle morir y menos a manos de una chiflada como tú.
- ¡Valiente palabras de un cerdo que ha venido al matadero! - siseó la
joven,
sacando un afilado venablo de su cazadora y apuntando con él a la nuca del
viejo
- Cierto que te debo una bien gorda, chica - continuó tranquilamente Tiro
Trucado, mientras apuraba su bebida - y estoy aquí para saldar cuentas. Me
han
ofrecido un buen trabajo y quiero compartirlo contigo...
- ¡¿Confiar en ti?! ¡¡Estás loco!! El Imperio Secreto pagaría muy bien por
tu
pellejo y te presentas aquí, esperando que me vaya contigo de excursión.
Puedo estar
loca pero no soy estúpida.
- Hablo en serio. Me han ofrecido mucho dinero por un encargo que,
obviamente, tiene ciertas dificultades....
- ¿Y pensaste en mí? Estoy halagada... ¿Tanto te impresionaban mis
habilidades?
- Sinceramente, no conozco a nadie que esté tan loco como para aceptar la
propuesta que traigo conmigo, y prefiero saldar mis cuentas. No quiero saber
que una
psicópata cargada de artefactos puntiagudos va siguiendo mis pasos.
- Bien, gordito: has captado mi atención ¿De qué se trata?
- Bueno, chica, ¿qué tal hablas el chino?
De nuevo en Westchester, Logan parpadeó, cegado. Se había lanzado de lleno a
no sabía bien qué y la brillante luz de la esfera aún bailoteaba pero
distaba mucho de
estar indefenso. Bajo sus pies sintió una firme estructura de ¿madera? su
olfato trajo el
aroma de los cerezos en flor y su oído captó claramente el sonido de dos
espadas
saliendo de sus lacadas fundas. Entonces parpadeó, y se vio en medio de un
pequeño
puente de madera, y a ambos lados, las figuras de dos samurais que, katana
en mano le
miraban desafiantes a él y entre sí. Su primera reacción fue la de sacar las
garras, pero
las palabras de Guardián y las de Carol y Nick resonaban en su cerebro...
hasta ese
instante su reacción había sido puramente física, atendiendo sólo a lo que
sus sentidos y
sus instintos animales le indicaban, pero no se había parado a reflexionar,
de modo que,
poco a poco, intentó relajarse, observando lenta y meditadamente a cada
guerrero que, a
uno y otro lado del puente, se estudiaban a través de él. A uno lo reconoció
enseguida
por la diabólica máscara que portaba: Ogun, su amigo, su mentor... Ogun el
inmortal,
como relataban algunas leyendas. Sus recuerdos volaron hacia aquel día, no
tan lejano,
en que relatara a Kitty Pryde la historia de su común enemigo y el concreto
pasaje del
enfrentamiento con otro legendario personaje de la historia del Japón de los
samurais, el
temible Niyamoto Musashi, así que dedujo que el otro guerrero debía ser él;
sin
embargo, otro detenido vistazo lo sacó de su error... el atuendo era
correcto, sí, pero la
katana no: era la espada del campeón del Clan Yashida, su propia espada y
sólo otra
persona podía empuñarla en esas condiciones; efectivamente, bajo aquel
sombrero de
paja se ocultaba el rostro de Shingen Yashida, señor del clan y padre de
Mariko. Ambos
descubrimientos aumentaron su desazón y por lo bajo maldijo a Dios y al
Diablo por no
mantener bien cerrados sus respectivos dominios. Su corazón se aceleró y de
nuevo
sintió la punzada de la furia salvaje, pero esta vez la resistió y analizó
su situación: ¿por
qué precisamente Ogun y Shingen? Los dos eran, efectivamente, grandes
guerreros,
hombres excepcionales que, desgraciadamente - creía Logan - habían sido
corrompidos
por los enormes poderes de que habían dispuesto... ¿qué más? Shingen nunca
lo
consideró digno, al menos no lo hizo hasta que ya fue tarde, pero Ogun...
"si tuviera que
escoger a alguien como padre, hermano y amigo le escogería a él"... sus
propias
palabras resonaron en sus recuerdos, aunque ahora Gatasombra no estuviera
para
escucharlas. Eran dos símbolos de un país, de una cultura, de un mundo que
él asumió
como propios; uno lo rechazó y provocó con ello su caída, el otro lo acogió
y con el
tiempo fue víctima de apetitos e instintos a su modo tan salvajes y temibles
como los
que azotaban a Logan... Los inmóviles samurais eran dos caras de la misma
moneda...
dos caras... como podían serlo Maníaco y Guardián o Carol y Creed... en ese
momento,
Logan comprendió y miró de nuevo, por primera vez, a Shingen y Ogun; los
saludó
cortésmente al estilo tradicional y dando un salto, se internó en el arroyo.
A su vez,
ambos guerreros envainaron sus espadas y dieron media vuelta, para no
encontrarse
jamás.
De nuevo el paisaje cambió y tan pronto como puso el pie en el agua, ésta
dejó
paso a la boscosa tierra, pero eso ya no importaba a Lobezno, que,
sonriendo, se decía
mentalmente que sólo necesitaría un cigarro y unas birras para que todo
aquello fuera
perfecto... ni siquiera la presencia detectada de una vieja conocida parecía
afectarle y
paseaba por el bosque como en un día de campo... una silueta se recortó
contra las
espesas ramas y observó a Logan desde las alturas de su privilegiada
posición, saltando
sobre él abriendo sus brazos rematados en espantosas y deformes manos para
sorprenderle. Una de las garras completó en la bajada un giro descendente
que cortó el
aire dispuesta a arrancarle el corazón, pero el canadiense alzó su brazo
izquierdo y,
afianzando sus piernas, sacó sus garras para clavarlas en la mano de su
nueva oponente
con un sonoro ¡snikt!
- ¡Aaaaargh! - rugió Dama Mortal, pues de ella se trataba - Maldito seas,
Lobezno San.
Lo único que obtuvo por respuesta fue un tremendo puñetazo propinada en
mandíbula que la mandó rodando a un claro cercano. Agarrando su malherida
mano,
Yuriko Oyama se levantó trabajosamente, mientras su presa se acercaba
sonriente, las
garras desenvainadas pero extrañamente tranquilo.
- Lobezno San. ¿Por qué retrasas lo inevitable? Puede que la obra de mi
padre ya
no forme parte de ti, pero sabes que no pararé hasta matarte...
- Bueno, encanto, uno tiene el mal vicio de respirar, tú sabes, es como una
droga,
como esa manía tuya de cambiar tu cuerpo por retales de Terminator - los
dientes de
Yuriko rechinaron al oír esto último - y cuando al trabajo de tu viejo y mi
no menos
vetusto organismo, bueno, je, je, yo que tú volvería a mirar, sonrió
mientras alzaba las
garras a la luz de la luna.
- ¡No! ¡¿Cómo es posible?! - contestó una sorprendida Yuriko - Magneto te
arrancó el esqueleto por los poros... ¡la última vez que nos vimos tus
garras eran de
hueso!
- Sí, ¡qué cosas! ¿no? - contestó Logan, cada vez más divertido - por fin
creo
haber entendido de qué va esto y me he hecho con el control del cotarro. Si
me van a
visitar mis mejores sparrings es justo que se encuentren con la versión
mejorada de
Lobezno.
- Creía, Logan - dijo una voz femenina - que aborrecías esos artefactos. En
todo
caso, no estaría de más que recordaras que no son más que meros instrumentos
de tu
habilidad y tus instintos.
Al escuchar estas palabras, la sonrisa de Lobezno se congeló en su rostro.
Sin
mirarla, aquella voz evocó la imagen de una hermosa mujer de pelo castaño y
ojos
claros y de un llavero con forma de corazón.
- Como siempre, Charlie, vas un paso por delante de mí. Los dos sabemos bien
que sólo son útiles de matanza, como tantos otros.
- Y los dos sabemos bien, Logan - contestó la mujer recién llegada - que sin
el
deseo de matar tus fabulosas garras son inútiles.
- ¿Qué quieres decir, Charlie? ¿Qué después de todo tengo escrúpulos? ¿qué a
mí también me tiembla la mano cuando voy a segar una vida? ¡Qué querías que
hiciera!
Yo te quería, ¡no te merecías aquel destino!
- ¡No había otro remedio y tú lo sabías! No pudiste hacerlo y otro tuvo que
cumplir con tu papel, aunque fuera involuntariamente.
- ¡No me vengas con ésas, Charlie! Tú te pusiste en el camino de Spidey para
que él te atacara. Forzaste al chico a matarte...
-. Así es, Logan. Escogí una muerte rápida a tus manos antes que una lenta a
manos de unos jefes traicioneros para los que me convertí en un estorbo.
-. Lo siento, Charlie. No pude hacerlo... pese a lo que pueda parecer, no
soy un
asesino a sangre fría.
Sus propias palabras le sorprendieron. Siempre tenía una idea diferente al
resto
de sus colegas respecto a lo de quitar vidas, lo que lo convertía en un
elemento al que
había que vigilar, pero había una diferencia entre la muerte en combate y el
asesinato,
entre matar para sobrevivir y por el puro placer de hacerlo... y en ese
momento alguien
gritó ¡Premio! Logan se volvió hacia el lugar del que provenía la voz, sólo
para ver que,
con una grácil pirueta, su amiga Yukio se situaba a su lado y le propinaba
un cálido
beso en los labios.
-. ¡Me alegro de verte, Logan San! Veo que te encuentras mejor...
-. Y yo a ti, pequeña salvaje, aunque hubiera preferido otra ocasión...
-. ¿Qué mejor que ésta, amigo mío? El mejor momento para ver a los amigos es
cuando éstos están en apuros ¿no crees?
-. Sí, ciertamente, pero esta noche me he encontrado con individuos a los
que
difícilmente catalogaría como amigos.
-. Espero que aún me cuentes entre ellos, Logan - dijo una cuarta voz
femenina.
-. Siempre, Heather - dijo Logan, mirando a Vindicador, que caminó
tranquilamente hacia él, enfundada en su traje original - Siempre.
Lobezno miró a las cuatro mujeres, que permanecieron inmóviles y
expectantes
a su reacción. Con cada una había mantenido una relación muy profunda. Dama
Mortal
lo consideraba un ladrón y había sacrificado su humanidad por él; Charlie,
Carlomagno, simbolizaba un tiempo ya pasado en el que ambos estaban
dispuestos a
devorar un mundo que acabó por devorarlos a ellos; Yukio compartía con él un
enorme
amor a la vida y una inevitable querencia por los riesgos y Heather, la
abnegada
Heather... ella le había devuelto la humanidad y él la quería pero quería
igualmente a
Jimmy. Cuatro facetas de su larga y atribulada vida se veían simbolizadas en
aquellas
mujeres que se alzaban ante él, en aquel claro. Las miró, una a una, ¿a cuál
escogería si
llegare la ocasión de ello? No sabía si querría hacerlo... todas formaban
parte de él... y
de nuevo, Logan comprendió.
-. Supongo que todo lo que he sido, todo lo que soy - dijo, pensando en voz
alta
- es parte de mí. No puedo renunciar a ello. La rabia, la furia, el ansia
siempre estarán
ahí.
Como respondiendo a ese razonamiento, las cuatro mujeres sonrieron y le
flanquearon el paso hacia un sendero que hasta ese momento no había visto y
que
remontaba una pequeña loma, en lo alto de la cual se recortaban dos figuras
que
Lobezno reconoció al instante: una se acomodaba en una vieja silla de
ruedas, cubierto
por una manta a cuadros, en tanto que la otra, que empujaba a su compañero
inválido,
vestía una capa morada y lucía un casco al que los rayos lunares arrancaban
destellos
sangriento. Logan se preguntó si su propio subconsciente era tan retorcido
como para
crear semejante imagen, pero aún y así se acercó a aquella extraña pareja,
que lo
contempló silenciosamente y, con un ademán, le invitaron a seguirle. Durante
la
caminata, ninguno de los tres viajeros hizo el más leve sonido y en aquel
silencio, el
mutante canadiense observó que, de nuevo, estaba ante dos caras de la misma
moneda.
Con estos pensamientos, alcanzaron una zona que Lobezno reconoció al
instante: el
emplazamiento del monolito de los N´garai. ¿Sería obra de Kierrok? - pensó -
¿de
Belasco quizá? Entre sus enemigos había poderosos hechiceros y esto podría
ser el
resultado de un complejo sortilegio, pero sus cábalas se cortaron
bruscamente al ver
que, en lugar del esperado monolito, había un extraño estrado de madera en
el cual
había - de nuevo - dos figuras. A su alrededor, formando un círculo, estaban
los
distintos aliados y enemigos que lo habían visitado aquella noche, unos a un
lado y
otros al otro y en el centro, dos personajes fundamentales en la vida de
Logan: Horda y
Mariko Yashida.
Lobezno avanzó, visiblemente contrariado, hacia el estrado desde el que
Horda o
contemplaba bastante divertido, al tiempo que Mariko permanecía postrada un
poco más
atrás. Logan pensó de nuevo en el paradójico equilibrio: Horda lo derrotó y
con ello
alcanzó su mayor victoria; el amor de Mariko fue su más maravilloso bien,
pero al
ayudarla en su victoria final, la perdió. El poderoso alienígena puso a la
delicada
japonesa en pie y la besó. Logan perdió por completo los papeles y,
furibundo, cargó
contra su adversario con las garras desenvainadas.
-. ¡Vaya, Lobezno! Pensaba que lo tenías todo controlado - rió Horda,
mientras
apartaba de un empellón a Mariko - queda claro que bajo ese barniz de
humanidad y
giri sólo hay un animal.
-. ¡Cállate, cerdo! Respondió Logan mientras rajaba con su garra derecha el
pecho de Horda.
-. Pobre tonto - dijo Horda - Parece que olvidaste nuestro anterior
encuentro, y
dicho esto le propinó un potente golpe que lo lanzó al otro lado del
estrado, justo al lado
de Mariko.
-. Logan-San. Amado. Por favor, vete, huye.
-. ¿Y dejarte en sus manos? ¡No, M´ko! Ya te perdí una vez
-. ¿No te das cuenta de lo que sucede, Logan? Nada de esto es real. Yo no
soy
sino un espectro de tu pasado, un eco de tu esposa...
Pero Logan no la escuchaba. Horda se acercaba dando grandes zancadas pero
sin
apurarse, disfrutando en su retorcida naturaleza, del momento. Lobezno
rememoró el
combate con Maníaco, donde el exceso de presunción de su adversario había
causado su
ruina, pero esta vez no vendría nadie a su rescate, pensó, así que observó
de nuevo a su
enemigo y a Mariko ¿Nada era real? Quería creerlo, ansiaba creerlo, pero
todos sus
sentidos le decían que aquella era su mujer y aquel monstruo su enemigo, así
que,
guiándose por ellos, tomó una decisión y cargó de nuevo contra Horda,
aullando como
una fiera salvaje y dispuesto a empalarlo. Su enemigo superó un primer
atisbo de
sorpresa para luego soltar una enorme carcajada y clavar sus propias garras
en el
estómago del mutante, al que levantó en volandas para aumentar su dolor.
-. ¡Pobre y patético ser! ¡¿Cómo pudo el destino de la humanidad recaer en
semejantes hombros?! ¡Sin duda mi derrota ante ti fue fruto de la broma de
un dios de
dudoso gusto.
-. ¿Qué... te... juegas? Respondió un agonizante Logan y haciendo un postrer
esfuerzo con sus garras, arrancó de la frente de su adversario una brillante
gema, que al
caer al suelo, estalló en mil pedazos.
Cuando eso ocurrió, el gesto triunfal de Horda se transformó en una mueca de
sorpresa y luego en el rictus de un cadáver, mientras el agonizante Lobezno
caía al
suelo, sólo para encontrar a una llorosa Mariko sujetándole la cabeza. Logan
creía
delirar, cuando vio que de los fragmentos de la caída gema empezaron a
brotar rayos de
luz de intensos colores, tan intensos que lo cegaron. Estaba cansado, muy
cansado y
cerró los ojos, con la esperanza del descanso eterno...
La mañana llegó, y con ella los primeros rayos de sol bañaron el cuerpo del
caído Logan. El calor matutino lo desperezó y lentamente, se puso en pie,
palpando su
vientre sólo para comprobar que no había rastro de la mortal herida que
Horda le había
infligido, aunque claro, en alguien como él eso era lo normal. Miró a su
alrededor y vio
que se encontraba en el lugar donde empezó todo. ¿Había soñado todo lo
ocurrido?
Quizá, efectivamente, tendría que hablar con Leonard Samson, pero en otro
momento...
se agachó para beber un poco de agua y, cuando la superficie de la misma fue
lisa de
nuevo, Logan vio su propio rostro. Era humano, sin ninguno de los fieros
rasgos que la
batalla con Génesis le había dejado como tristes recuerdos. Sacó sus garras;
eran de
hueso. De nuevo aguzó sus sentidos y acertó a captar el tenue rastro de algo
vagamente
familiar; su inteligencia negó el dictamen, pero su corazón lo acogió,
confortándolo.
Un poco más tarde, una figura embozada en un sombrero tejano y una cazadora
bajaba las escaleras que daban a la puerta principal de la mansión de
Xavier, cerca de la
cual estaba Cíclope, haciendo inventario de las necesidades de los
habitantes de la
misma.
-. ¡Ey, Ciclo! - gritó Logan - voy a la ciudad a dar un garbeo ¿quieres algo
de la
civilización?
-. Bueno, Lobezno, ya que tan amablemente te ofreces, aquí está la lista de
la
compra. La nevera está casi vacía.
-. Tsk, chico. Dicen que el ayuno es bueno para el alma...
-. También se han acabado las cervezas.
-. Al mediodía tendrás la compra aquí, Slim. ¿Alguna cosa más?
-. Hmmmmm, no.... bueno, sí ¿Vas a contarme cómo es que vuelves a tener tu
aspecto de siempre?.
-. Hmmmmm, no - sonrió Logan.
-. Entonces no te pediré que me lo cuentes.
-. Hank tenía razón: te has vuelto un maestro del humor absurdo.
Scott esbozó a su vez un amago de sonrisa y continuó con su tarea, mientras
Lobezno salía. El sol, casi en su cenit, saludó al mutante que montó en su
harley y se
dirigió hacia la carretera.
GARRAS Y AULLIDOS
Muy buenas noches y bienvenidos todos al primer número
marveltopiano del mutante canadiense que "es er mehó en lo que jase" que
diría un castizo. Como habrán podido comprobar, Logan vuelve a ser el de
siempre y toda la vida, y a petición de los inflexibles e inmisericordes
editores, paso a aclarar un par de cosillas:
As es el apodo de Carol Danvers de sus años como espía junto
a Logan.
Maníaco es un viejo villano creado para Alpha Flight por Bill
Mantlo. Era un criminal con poderes latentes al que Guardián prometió un
indulto a cambio de someterse a un proceso de activación de aquéllos; la
cosa salió mal, y Hudson y Logan tuvieron que detener al superser, siendo
esta metedura de pata una de las causas por las que Lobezno abandonó el
Departamento H.
Carlomagno, Charlemagne o
Charlie,
como la llama Logan, es una antigua espía con la que Lobezno tuvo una
relación en los años de la guerra fría. Apareció por primera y última vez en
Spidey vs. Wolverine (publicado en España en el primer especial de Marvel
Héroes Forum en 1.987). Demasiado peligrosa y acorralada, inició una larga
vendetta a lo largo y ancho del mundo hasta culminar sus días en Berlín
Este, después de una complicada aventura con Spider-Man y Lobezno.
Horda es un villano creado por Claremont y Alan Davis para un
especial en el que los mutantes en general y Lobezno en particular lograban
pasar para toda la humanidad una peculiar prueba que determinaría un nuevo
paso en la evolución o el estancamiento en un callejón sin salida.
Probablemente sea mucho más recordado por aquella polémica en la que,
después de cortar a Logan la garganta de un tajo, éste se regeneraba a
partir de una sola de sus células... con esqueleto de adamantium incluido.
Y creo que no me olvido de nada más. Espero que algún alma
caritativa se lea mis tochos, me escriba algo, aunque sean
críticas jejeje Por fin tenemos de vuelta al Lobezno de toda la vida...
hmmmm... bueno, sin sus legendarias garras, pero todo se andará ¿o no? Por
de pronto, en el próximo número el pasado de Logan tocará una vez más a su
puerta y lo llevará a un viaje alrededor del mundo, con viejos y nuevos
amigos y enemigos.