MarvelTopia
Marvel
 
 
PORTADA
Una furia de la naturaleza, un samurai frustrado, un agente secreto, un superhéroe. Sea lo que sea, Lobezno es el mejor en lo que hace.
 
Lobezno vol. 2

LOBEZNO VOL. 2 #106
Alma, corazón y vida
Guión: Luis Capote
Portada: Mr. Voodou

-----

La noche caía en el Condado de Westchester, y las primeras estrellas parecían saludar a los atribulados habitantes de la Escuela del Profesor Xavier para jóvenes talentos, que intentaban rehacer sus siempre azarosas vidas tras haber tenido que enfrentarse al hombre que, para muchos, había sido padre, amigo y mentor. El bosque cercano estaba tranquilo, salvo por los animales de vida nocturna y salvo él. Lobezno, Logan, se detuvo a beber agua de un pequeño charco que la copiosa lluvia de días anteriores había formado. El agua era extrañamente cristalina, y le devolvió, rota por las ondas, su faz... ¿de veras era él? Casi no se reconocía con aquel aspecto simiesco, sin nariz y con aquellas enormes mandíbulas... Se alzó un poco y el un débil rayo de luz de luna arrancó un leve destello de la hebilla de su cinturón, la "x" que lo identifica como miembro del grupo de mutantes más popular y temido del mundo...

- Je - pensó - Hombre X... ahora soy más X que hombre.

La idea resultaba graciosa... con aquella pinta difícilmente se podía considerar humano... en realidad nunca se había sentido muy a gusto con las reglas de los hombres salvo en Japón, ironía de ironías; el bushido había sido para él como una segunda piel, Logan, discípulo, amigo, hermano del temido Ogun... ahora sólo le quedaba la X, y eso era otra forma de decir "incógnita".

- Sí, una incógnita. Ahora no sé qué infiernos soy...

Se paró a medio camino de la reflexión. El aire traía olores y sonidos tan familiares para él como los suyos propios... las sensaciones formaron la imagen de una bella joven y un hombre de gafas de rubí...

- ... y sigo pensando que deberíamos ir a buscarle, Scott. Esa transformación y la batalla con Charles...

- No, Jean, aunque podemos hacerlo, no debemos. Logan ha sido toda su vida un solitario en lo que a sus problemas se refiere. Estará aquí cuando le necesitemos, pero en todos estos años nunca ha permitido que le ayudemos con sus asuntos privados... quizá su aspecto exterior sea diferente, pero su interior sigue siendo el mismo; volverá, Jean, lo sé.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro? Creía que la psi de la pareja era yo...

- Me salvó la vida en Marruecos cuando luchamos contra Ozymandias, y entonces era poco más que una bestia irracional. He luchado a su lado muchas veces y entonces, como ahora, confío en él...

- Sigo pensando que deberíamos estar con él... no sé.... hablar con él.

- Lo sabe Jean. Vendrá a nosotros cuando lo considere oportuno... De todos modos - dijo señalando a una sombra imperceptible en un cielo ya oscuro - nada quita para que alguien dé un paseo nocturno y se lo tropiece "accidentalmente"...

Jean miró hacia donde señalaba su esposo, más con su mente que con los ojos, y reconoció la majestuosa figura de Tormenta volando suavemente hacia el bosque... y sonrió, maravillándose - bonita expresión, pensó, en las neuronas de la antigua Chica Maravillosa - de la propia imagen y de la habilidad de su marido para solventar, una vez más, una situación compleja.

- ¡Ah, Sr. Summers! A veces tiene usted buenas ideas.. quizá hasta un día se te ocurra relajarte y sonreír.

- Vamos, Sra. Summers, entremos, que se hace tarde...

Mientras sostenía la puerta para su mujer, Cíclope miró hacia el bosque y, durante un breve instante creyó que sus ojos se cruzaban con los de Logan, musitando mentalmente una plegaria y una frase de ánimo. Al otro lado, Logan creyó distinguir un destello rojizo, sin que pareciera poner asunto en la figura que, suavemente, aterrizaba a su lado.

- Un poco tarde para pasear, Ro, dijo Lobezno.

- Un poco tarde para cazar, amigo mío, respondió Tormenta.

- No cazaba, preciosa... con mis sentidos alterados y aumentados el juego no tiene demasiado sentido... estaba pensando en todo lo acontecido en estos días...

- ¿Es necesario que lo hagas aquí, a solas? Jean está muy preocupada y yo comparto sus sentimientos.

- Lo sé.. hasta nuestro temerario líder lo está, pese a esa fachada de roca que se ha construido, pero no necesito una cara bonita para recordarme que mi careto se ha vuelto más desagradable de lo que es habitual.

- Amigo mío, nos hemos apoyado mutuamente en los peores momentos; hemos luchado, reído, llorado y sangrado juntos. No puedo quedarme de brazos ante lo que te sucede; no puedo y no lo haré.

Logan miró fijamente a los ojos de Ororo, cuyo semblante y expresión denotaban unos rasgos más propios de una divinidad que de una mujer mortal, y por un instante se sintió subyugado por tal poder, pero sacudiendo la cabeza, respondió:

- No, Ro... esto es distinto. Ese bastardo de Génesis pudo precipitar la transformación, pero si Magneto no hubiera....

Se detuvo a media frase sin saber que decir: Si Magneto no hubiera arrancado el adamantium de sus huesos, su regresión no hubiera tenido lugar... y tampoco hubiera existido Onslaught... ¿o no? El recuerdo de lo que Pórtico le había mostrado era más de lo que podía soportar.

- ... no importa - continuó - lo pasado, pasado está y mi aspecto poco me preocupa.... son mi alma y mi mente lo que me preocupan... no sé quién soy, no sé qué soy, y mientras no lo averigüe no podré volver a la Patrulla.

- Te entiendo y comprendo tus deseos, amigo mío, pero recuerda que no tienes que enfrentarte a esto solo. Tú me ayudaste cuando perdí mis poderes, asumiendo un mando que no deseabas para que yo pudiera ir en busca de Forja.

- Tú misma lo has dicho, Ro. Yo me quedé guardando el fuerte mientras tú partías sola a recuperar tus poderes... Sabes tan bien como yo que esto debo hacerlo solo.

Dicho esto, Ororo miró de nuevo a los ojos a su compañero, y avanzó y besó suavemente a Logan, para después remontar el vuelo de vuelta a la mansión. Logan la vio alejarse hasta que el rumor del viento se apagó, y de nuevo se vio rodeado por los sonidos del bosque. Era noche cerrada ya, aunque la ausencia de nubes permitía al canadiense contemplar una hermosa vista de un cielo estrellado y presidido por una luna llena. Casi sentía deseos de aullar, pero la misma idea le pareció extrañamente tópica. Volvió la mirada hacia el bosque y hacia allí encaminó sus pasos, meditando sobre todo lo ocurrido. Su propia naturaleza interior siempre había sido para él una incógnita, y su confuso pasado, agravado por los implantes de memoria y el trasteo de su organismo que los responsables del proyecto Arma - X habían realizado, no hacía sino empeorar las cosas. Lobezno, Logan, ¿hombre o bestia? Era la eterna pregunta que muchos, incluido él mismo, se habían hecho, y las respuestas... para Shingen había sido poco más que un animal - luego tuvo que tragarse sus palabras, sonrió para sí - para su hija, Mariko, había sido su esposo, el campeón del clan... los matarifes canadienses querían redirigir su potencial asesino, un arma biológica bien dirigida, pero Heather y Mac, benditos sean, le devolvieron su humanidad... ¿se la devolvieron? Luego una vez tuvo humanidad, pensó... después de tantos años, había estado en paz consigo mismo, sabía que era hombre y bestia, como todos sus congéneres, con o sin factor x es sus genes. Aquello había estado claro hasta... hasta.. Magneto.

El mero recuerdo del dolor y la agonía sufridos durante el último enfrentamiento con el señor del magnetismo hizo que Logan se estremeciera. Magneto - pensó - antiguo aliado, viejo enemigo que no supo - o no quiso - enfrentarse a sus demonios internos y que decidió devolver golpe por golpe, muerte por muerte. Sin el adamantium evolucionó progresivamente a un estado feral... quizá hubiera podido controlarlo pero Génesis, el presunto heredero de Apocalipsis quiso jugar con fuego y hacerlo uno de sus jinetes. Pobre idiota - pensó - se quemó. Su pensamiento voló momentáneamente hasta Cable, otro compañero de peleas, y padre adoptivo del chico. ¿Cómo habrá reaccionado?

Logan no pudo terminar su reflexión. Sin previo aviso, surgió de entre la espesura una mole vagamente humana que cargó hacia él agitando sus garras y clavando una mirada con furia asesina. Alcanzó al canadiense en tres zancadas y abatió sobre él su brazo derecho, dispuesto a abrirle las tripas, pero éste rodó hacia un lado y sacó sus garras. Sin sus sentidos habría reconocido a su adversario en cualquier parte...

- Volvemos a encontrarnos, Creed. ¿No tuviste bastante con lo que Ciclo y los originales te propinaron la última vez?

- ¡Enano piojoso! - barbotó el feroz Dientes de Sable - la ninja bebetés y el pijo con alas sólo han sido aperitivos... ¡Tú eres mi pareja de baile! Y todavía te debo el agujero en el cráneo de la última vez.

Dicho esto, Creed cargó de nuevo lanzándose en plancha contra su oponente. Lobezno calculó y saltó, dejando que aquel misil humano pasara por debajo, y propinándole una doble patada en la base del cráneo, lo que ayudó a que la parte frontal de éste impactara en la base de un viejo árbol, mientras con el impulso adquirido, Logan completaba una voltereta y volvía a enfrentarse a su inesperado adversario. "¿De dónde ha salido?" pensó "¿Por qué no detecté su presencia? Conozco su olor tan bien como el mío ¿Qué está pasando aquí?" Dientes de Sable se levantó, con la cara ensangrentada y la boca llena de astillas y se alzó en toda su envergadura para devolver al confundido Lobezno una malévola sonrisa.

- No está mal, retaco... pero pese a tu aspecto actual, sigues sin estar a mi altura. Nunca serás mi igual, ni como hombre, ni como bestia.

Creed avanzó, lentamente hacia un Lobezno cada vez más confuso. ¿Cuántas veces había oído aquellas palabras salir de la boca de su antiguo némesis? Había perdido la cuenta, pero esta vez era diferente. Sable le había dado de lleno, porque no sabía lo que era. Hombre, bestia... ¿qué? ¡¿qué?! La pregunta se leía en los ojos de Logan y Creed sonrió de nuevo, al tiempo que, como leyendo la mente de su adversario, le espetó "Demasiado humano para ser un animal, demasiado animal para ser humano. Eres un don nadie". Lobezno recuperó la serenidad y se mantuvo firme, gruñendo y enseñando los dientes al enorme Dientes de Sable, cuya complexión parecía cubrir todo la visión de Logan, y que con una carcajada de triunfo se dispuso a golpear una vez más... un fogonazo de luz pasó ante él, al tiempo que se escuchó un trueno, por lo que trastabilló hasta que su espalda reposó contra un árbol.. pestañeó y vio al otrora confiado Creed tambaleándose y llevándose una mano ensangrentada al hombro izquierdo. "Quién" - susurró - "¡Quién!" - gritó - Lobezno se incorporó, sorprendido por el inesperado giro de los acontecimientos, pero la respuesta que escuchó lo dejó levemente paralizado...

- Yo soy As - dijo una voz femenina - y a mi compañero puedes llamarle Aullador...

- Estáis muertos, rubita... y lo mejor es que vais a morir por salvar a una bestia que no es mejor que yo.

- Tienes una bocaza muy grande, amigo - dijo una voz masculina - y eres bastante feo, pero como dijo Mamá Furia, "yo tengo el remedio que necesitas". Y dicho esto amartilló su arma.

Creed retrocedió mirando con odio a los nuevos oponentes, y aguzando la vista se quedó tan sorprendido como Logan... "¡¿Vosotros?! ¡¡Estáis muertos!!" gruñó, pero su voz perdía fuerza. Lobezno avanzó lentamente para confirmar lo que sus sentidos le indicaban, que ante él se alzaban Nick Furia y Carol Danvers, Ms. Marvel, dos compañeros de espionaje, dos amigos a los que daba por muertos. Absorto ante la imposibilidad que tenía ante sus ojos vio demasiado tarde que Sable había recuperado hombro y valor, y cargaba contra sus amigos.

- ¡Bien! Supongo que en este oficio las puertas de la muerte son de doble sentido - masculló -, así que me daré el gusto de mataros a todos.

Dicho esto, Creed se abalanzó sobre Furia, que a duras penas pudo apartarse, mientras Carol, enfundada en su antiguo uniforme aguantó su posición sin inmutarse aparentemente ante la carga del furioso canadiense.

- Bonitas palabras, Víctor... las de un experto carnicero, pero no estás ante víctimas indefensas, asesino.

Ms. Marvel se elevó unos metros sobre el suelo y agarró al furibundo salvaje por la espalda, empezando a voltearlo una y otra vez, giro tras giro, hasta convertirse casi en un torbellino anaranjado que una divertida Carol arrojó contra la espesura con gran estruendo. Lobezno pareció salir de su asombro y avanzó hacia su caído adversario, pero Carol y Nick estaban de repente ante él...

- Gracias por la ayuda, parejita... ahora dejadme pasar...

- No, Logan - respondió Carol - Dientes de Sable no es importante y lo sabes.

- Curiosa afirmación viniendo de un par de muertos - respondió un contrariado Lobezno -

- ¿No fuiste tú el que partió a la muerte en Dallas? - terció Furia.

- ¡Genial! Cuando paso por un momento chungo tengo que aguantar vuestra cháchara en mi cabeza... es bueno ver que ciertas cosas nunca cambian...

- ¡Vaya, Carol! El enano no estaba tan molesto cuando le ayudamos a él y a sus amiguitas a escapar de las garras del Mandarín.

- ¡Ya está bien! - cortó Logan - ¡Como si no fuera bastante lo de Onslaught ahora que intento ordenar mi maltrecha vida tienen que venir a tocar a la puerta un puñado de fiambres! ¡¿Qué demonios queréis?!

La furia de Lobezno crecía por momentos, alimentada por una creciente confusión por lo acontecido y por la frustración que suponía el fracaso de su intento de meditar en soledad. Miro a la cara a sus viejos camaradas del espionaje: Carol Danvers, Nick Furia... camaradas, compañeros, amigos... ocasionalmente en bandos distintos pero en definitiva, dos personas en las que confiar, un auténtico tesoro en despiadado mundo en el que los tres se habían movido... ese recuerdo hizo que refrenara su creciente ira...

- ¿Qué hacéis aquí? - dijo al fin.

- Tú nos llamaste, Parche.

- ¿Yo? - contestó sarcástico - mi teléfono no incluye llamadas al más allá... si es que realmente estáis muertos, claro.

- Es cierto, no nos viste morir - dijo Carol - pero aunque Carol Danvers sigue viva sabes bien que Ms Marvel murió a manos de tu compañera Pícara...

Logan no tuvo más remedio que asentir. Su mente retrocedió una vez más para recordarle que en Binaria no quedaba demasiado de su vieja amiga As... Se volvió hacia Furia; no hacía tanto que había estado en su funeral y honrado su cadáver... ¿su cadáver? Ya no estaba tan seguro. Nick no sólo era un espía, sino el jefe de una organización llena de ellos, y aunque no era, ni mucho menos, un Sydney Reilly, sabía como encubrir aquel tipo de muertes... Muertes - sonrió - reales o irreales, auténticas o falsas, omnipresente y, paradójicamente, ridícula...

- Veo que mi presencia te incomoda, Logan - adivinó Furia - Empiezas a cuestionar tus propios sentidos, y no sin razón, porque en los últimos tiempos has visto hundirse tus creencias y tu propia humanidad.

- El Furia que yo conocía no era ningún psicólogo - respondió Logan, picado - y tampoco era de los que hacía filosofía en un combate, no con un psicópata rondando.

- Sigues sin entenderlo ¿verdad, Logan? - intervino Carol - No me escuchas: Creed no importa, como tampoco importamos nosotros... sólo importas tú.

- Bonita frase, As, como las que soltaban en aquellos culebrones que veíamos en Caracas, pero no me gustan los acertijos.

Carol paseó descuidadamente alrededor de Logan, jugueteando con la hojarasca, mientras Furia encendía un puro; suspirando, miró a los ojos a su viejo camarada y continuó:

- Reflexiona, Logan, PIENSA: Dientes de Sable surge de la nada y te llama segundón y dos cadáveres vuelven a la vida... ¿Crees que esto es real, amigo?

- A ver si lo he pillado: me estás diciendo que nada de esto está sucediendo, ¿verdad? Que he enloquecido.... Je, Doc Samson disfrutaría con esto.

- Tapón, debes tener adamantium en los oídos...

- Basta, Nicholas - cortó Carol - Logan, tienes la suficiente experiencia como para saber que lo que sucede en tu mente tiene cierta entidad... la suficiente como dañar tu realidad física.. sí, Creed pudo haberte matado...

- Entonces ¿qué? ¿Significa que algún telépata chiflado ha decidido jugar conmigo a la versión sangrienta de Ésta es su vida.... - recordando, se paró en seco - ¿es... es Onslaught?

- Sigues sin comprender ¿verdad, Parche? No, no te preocupes por Onslaught... no pienses en una amenaza externa.

- De nuevo hablas con acertijos, Carol. ¡¿No puedes ser más clara?!

- No, Logan, no puedo. Es algo que tienes que resolver tú... Intervine, intervinimos porque no podía permitir que te hundieras, no cuando me salvaste la vida más veces de las que puedo recordar; no te dejaré, como tú no me dejaste en aquella misión tras el telón de acero.

- Eso vale para mí, Logan. En pocas personas podía confiar para que me guardaran las espaldas, y tú eras una de ellas.

Logan no pudo evitar una amplia sonrisa. Eran las mismas palabras que él había dedicado al ¿cadáver? de su amigo. Miró brevemente al cielo y cuando se volvió para responder a sus amigos, descubrió que no había nadie. Genial - pensó - y yo me preciaba de ser silencioso. Encaminó sus pasos hacia el lugar donde debía de haber caído Dientes de Sable... No entendía lo que Carol había querido decirle, así que decidió comprobar qué había de cierto en sus palabras... desenvainó sus garras y se acercó rápida y silenciosamente para encontrar.... nada.

La confusión de Logan iba en aumento... No había señales de lucha, ni de sangre, ni de la caída, luego la pelea había sucedido sólo en su mente, tal y como habían dicho Carol y Nick... que tampoco existían. ¡Maldita sea! - gritó, golpeando con rabia un árbol cercano - ¡Mis sentidos me traicionan también! ¡¿Qué es real?! ¡¿qué no lo es?! Sintió una furia creciente que no podía atajar, que no quería atajar porque estaba cansado de todo. ¿Por qué no abandonar? ¿por qué no asumir de corazón lo que su cuerpo le decía, que no era más que un animal salvaje? No quedaba ningún atisbo de humanidad en él, salvo el enloquecedor recuerdo de lo que fue y ya no era. Su corazón se aceleró y casi sentía como bombeaba adrenalina a su organismo para iniciar una gran cacería, libre al fin de todo tipo de controles... ¿Controles? La palabra disparó en él un recuerdo casi olvidado. Furia, odio, control, ¿qué había de real en su repentino estallido? De vez en cuando tenía esos arranques pero aquello era diferente... recordaba algo pero ¿qué era? Intentando centrar sus pensamientos, concentró sus sentidos en los alrededores, pero éstos le devolvieron una impresión diferente. Aún antes de percibir con precisión los sonidos y olores que lo rodeaban, sus labios pronunciaron, casi por reflejo, una palabra: Canadá.

Casi sorprendido por lo que él mismo acababa de decir, se puso en guardia de nuevo. La simple mención de su tierra natal hizo que todo tuviera sentido, al menos dentro de una retorcida lógica. Sonriendo maliciosamente, gritó:

- Sal, Maníaco, lamentable bomba mental. Tu truco ha fallado.. otra vez.

- Nunca pode engañarte ¿verdad, Lobezno? Aún antes de que tu amigo Hudson activara mis poderes latentes tú sabías que este leopardo jamás cambiaría sus manchas.

El recién llegado habló con una voz cautivadora, casi lasciva, que contradecía lo repulsivo de su aspecto. La luz de la luna arrancaba brillantes destellos de su armadura dorada y transformaba su imagen en la de un caballero andante. Lobezno intuyó que estaba intentando usar sus poderes de otra forma...

- Tenías mejor aspecto la última vez que te vi, chico.

Maníaco contuvo una mueca de odio, al recordar ese episodio, pues Logan hacía referencia a la batalla en la que Vindicador, la supuesta viuda de su creador, le había volado la cabeza.

- Touché, mon amí, pero ni entonces ni en la otra ocasión pudiste derrotarme.. aunque ¡quién sabe! - sonrió en una espantosa mueca - ahora que eres casi un animal...

Lobezno retrocedió alarmado. Su nuevo adversario tenía poder mental suficiente como para controlarlo; sólo cediendo el control a su parte más feral podría evitar ese riesgo, pero eso podía condenarle definitivamente... de nuevo, la elección radicaba entre su humanidad y su vida. Adivinando - ¿leyendo quizá? - el conflicto en el que se debatía su enemigo, Maníaco lanzó un primer rayo que Logan esquivó saltando hacia atrás, y sacando, casi por reflejo, sus garras. En la noche reverberó la risa de quien se aprestaba al combate, dispuesto a disfrutarlo, una risa triunfal.

Mientras, ajeno a todo, un autobús alcanzaba su destino final. Dentro dormitaban los escasos pasajeros que, mal que bien, buscaban un imposible acomodo en las incómodas butacas de aquel transporte que había visto días - y probablemente años - mejores. Sólo alguien permanecía despierto, rebuscando en su agenda, repleta de anotaciones y papeles sueltos. "Malcolm Carmichael: ingeniero" rezaba en la primera hoja, a la que se sucedía un anodino ramillete de citas, reuniones de trabajo, llamadas... el propio hombre tenía un aspecto anodino y gris, embutido en un atemporal traje gris de tres piezas, sobre el que llevaba una gabardina oscura; parecía la personificación del aburrimiento, mientras cansinamente apartaba las hojas de su agenda, hasta pararse en una, en la que, trabada con un clip, había una vieja foto en la que, bajo el fondo de una populosa ciudad oriental, tres figuras miraban a la cámara con expresión alarmada. Escrito con rotulador, a los pies de cada una estaban escritos las palabras "Pepe", "Logan" y "Yo", que el índice derecho del pasajero gris siguió hasta pararse en el centro de la imagen.

Volviendo a Westchester, Lobezno mantenía una táctica defensiva, esquivando, fintando o evitando por muy poco los rayos de Maníaco, que no parecía estar esforzándose demasiado y Logan lo sabía, al notar como los ataques eran más precisos, más rápidos, más poderosos y limitaban cada vez más su campo de maniobra; tarde o temprano uno haría blanco y el resto sería historia, pero pese a que todo su instinto de supervivencia le gritaba que avanzara y se encarara con su adversario, Lobezno se resistía, porque prefería mantener un resto de humanidad antes que caer de nuevo en la rabia feral que lo había embargado después de su viaje a Egipto y el encuentro con el loco llamado Génesis. Temía que de una nueva recaída no pudiera salvarlo nada. Estos pensamientos pasaron ante Logan fugazmente, cuando otro rayo a sus pies hizo que se tambaleara y que, trastabillando, apoyara sus espaldas en un viejo y enorme arce. Entonces miró a su enemigo, que esbozando una abierta y desagradable sonrisa, se acercó lentamente, saboreando la indefensión de Logan.

- Resulta irónico que vayas a morir al pie del árbol nacional de Canadá, hermano. Caerás a la sombra del símbolo de un país que te convirtió, como a mí, en una máquina de matar...

Logan gruñó y sacó sus garras, afianzando su posición, pero Maníaco no pareció muy impresionado, porque siguió avanzando, mientras Lobezno esbozaba mentalmente una estrategia de ataque para cuando estuviese lo suficientemente cerca, cuando el suelo bajo sus pies empezó a temblar. Al principio, creyó que era otro de los trucos de Maníaco, pero éste detuvo su avance, visiblemente sorprendido... Los temblores fueron en aumento, pero el mentalista reanudó su avance, temeroso que uno de aquellos inesperados giros del destino que solían salvar el pellejo de los mutantes le arrebatara su ansiada presa, y lanzó un potente rayo mental en dirección a su enemigo, cuando entre ambos la tierra se abrió y un relámpago rojo y plateado recibió el impacto de aquel ataque. Ambos adversarios volvieron la mirada, temporalmente cegados, y cuando miraron, constataron que un nuevo actor se había unido a aquel drama.

- ¡Jimmy!

- ¡Hudson! Me alegro de verte, padre - dijo Maníaco, escupiendo la palabra - el destino es generoso, porque podré vengarme de mis dos carceleros.

Guardián permaneció inmóvil entre su mejor amigo y su peor creación, mirando fijamente a éste. Aquel ser simbolizaba su mayor fracaso, era una prueba viviente de su estupidez, el precio de su ambición. Su existencia le había costado la vida a muchas personas, amenazado el grupo al que había dedicado buena parte de su vida y abierto un abismo entre Logan y él, un abismo que tardó mucho en achicarse.

- Jimbo - dijo Logan mientras se acercaba - no sé qué pintas en todo esto, pero juntos volveremos a mandar a ese desecho gigeriano al cementerio...

- No, amigo - lo cortó Hudson apartándolo con una mano - Maníaco es mi responsabilidad...

- ¡No me vengas con ésas, Jimmy! Ya no estamos en el Departamento H...

- No, no lo estamos, pero me parece que tú tampoco tienes claro dónde estás y porqué estás - dijo cortándolo de nuevo - Se supone que eres algo más que una máquina de matar. No quiero pensar que me equivoqué contigo en ese punto.

Aprovechando aquella discusión, Maníaco lanzó un segundo rayo de gran intensidad y al aviso de Lobezno, Guardián lanzó otro de plasma que bloqueó el primero. La colisión de ambas fuerzas generó una esfera brillante pero previsiblemente inestable, pero ninguno de los dos contendientes en el forcejeo parecía dispuesto a ceder un ápice de terreno y mantuvieron sus ataques. Logan observaba fascinado aquel espectáculo hermoso y terrible que el combate le brindaba: de un lado, la fuerza salvaje e indisciplinada de Maníaco, como un fenómeno de una naturaleza pervertida; del otro, el marcial y medido poder de Guardián, el resultado de años y años de estudio, práctica y perfección. De aquellos peculiares polos opuestos surgían dos energías bien diferentes pero extrañamente equilibradas que se amalgamaban en algo cambiante pero singularmente hermoso. Tan absortos parecían ambos contendientes que el propio Logan pareció olvidarse de la situación y siguió contemplando hechizado aquella indescriptible esfera brillante. Su amigo y su enemigo no retrocedían ni un milímetro, tan equilibradas estaban las fuerzas que cada uno aumentó la potencia de su acometida, pero eso aumentó la inestabilidad en el punto de contacto: la esfera empezó a cambiar, a crecer y su brillo se hizo más y más intenso. Presintiendo lo que iba a suceder, Lobezno gritó y corrió desesperadamente hacia delante ¿intentando apartar a Guardián? ¿intentando atacar a Maníaco? Nunca lo sabría, pero al saltar a la batalla la luz se hizo insoportablemente brillante y lo cegó, mientras sentía como todo parecía ser devorado por la misma y una silenciosa explosión parecía ahogarlo. Cerró los ojos y sólo pudo sentir, más bien intuir, que caía de nuevo a la tierra.

En otro lugar, cercano a la frontera canadiense, otro viajero alcanzaba su destino. Cansado, entró en un tugurio de mala muerte donde una vetusta máquina de discos vomitaba éxitos largo tiempo olvidados por el resto del mundo y se aprestó a pedir una cerveza. Grueso, canoso y envuelto en un astroso abrigo, nadie hubiera se había vuelto a mirarle de entre los clientes, nadie salvo una joven que, embutida en un mono de cuero, se acercó hacia el recién llegado, al tiempo que palpaba el bolsillo interior de su cazadora. Sin levantar la vista del botellín, el hombre habló:

- Yo que tú no lo haría, Jabalina.

- ¡Vaya! El viejo Tiro Trucado no ha perdido facultades. Sigues teniendo buena vista, arquero pero ¿tu memoria es igual de buena? No he olvidado que la última vez que trabajamos juntos me traicionaste, asqueroso puerco... y todo por salvar a ese vengador...

- Yo también te quiero, chica, pero no me arrepiento de lo que hice: ahora somos enemigos, pero Ojo de Halcón vale cien veces más que tú y no estaba dispuesto a dejarle morir y menos a manos de una chiflada como tú.

- ¡Valiente palabras de un cerdo que ha venido al matadero! - siseó la joven, sacando un afilado venablo de su cazadora y apuntando con él a la nuca del viejo

- Cierto que te debo una bien gorda, chica - continuó tranquilamente Tiro Trucado, mientras apuraba su bebida - y estoy aquí para saldar cuentas. Me han ofrecido un buen trabajo y quiero compartirlo contigo...

- ¡¿Confiar en ti?! ¡¡Estás loco!! El Imperio Secreto pagaría muy bien por tu pellejo y te presentas aquí, esperando que me vaya contigo de excursión. Puedo estar loca pero no soy estúpida.

- Hablo en serio. Me han ofrecido mucho dinero por un encargo que, obviamente, tiene ciertas dificultades....

- ¿Y pensaste en mí? Estoy halagada... ¿Tanto te impresionaban mis habilidades?

- Sinceramente, no conozco a nadie que esté tan loco como para aceptar la propuesta que traigo conmigo, y prefiero saldar mis cuentas. No quiero saber que una psicópata cargada de artefactos puntiagudos va siguiendo mis pasos.

- Bien, gordito: has captado mi atención ¿De qué se trata?

- Bueno, chica, ¿qué tal hablas el chino?

De nuevo en Westchester, Logan parpadeó, cegado. Se había lanzado de lleno a no sabía bien qué y la brillante luz de la esfera aún bailoteaba pero distaba mucho de estar indefenso. Bajo sus pies sintió una firme estructura de ¿madera? su olfato trajo el aroma de los cerezos en flor y su oído captó claramente el sonido de dos espadas saliendo de sus lacadas fundas. Entonces parpadeó, y se vio en medio de un pequeño puente de madera, y a ambos lados, las figuras de dos samurais que, katana en mano le miraban desafiantes a él y entre sí. Su primera reacción fue la de sacar las garras, pero las palabras de Guardián y las de Carol y Nick resonaban en su cerebro... hasta ese instante su reacción había sido puramente física, atendiendo sólo a lo que sus sentidos y sus instintos animales le indicaban, pero no se había parado a reflexionar, de modo que, poco a poco, intentó relajarse, observando lenta y meditadamente a cada guerrero que, a uno y otro lado del puente, se estudiaban a través de él. A uno lo reconoció enseguida por la diabólica máscara que portaba: Ogun, su amigo, su mentor... Ogun el inmortal, como relataban algunas leyendas. Sus recuerdos volaron hacia aquel día, no tan lejano, en que relatara a Kitty Pryde la historia de su común enemigo y el concreto pasaje del enfrentamiento con otro legendario personaje de la historia del Japón de los samurais, el temible Niyamoto Musashi, así que dedujo que el otro guerrero debía ser él; sin embargo, otro detenido vistazo lo sacó de su error... el atuendo era correcto, sí, pero la katana no: era la espada del campeón del Clan Yashida, su propia espada y sólo otra persona podía empuñarla en esas condiciones; efectivamente, bajo aquel sombrero de paja se ocultaba el rostro de Shingen Yashida, señor del clan y padre de Mariko. Ambos descubrimientos aumentaron su desazón y por lo bajo maldijo a Dios y al Diablo por no mantener bien cerrados sus respectivos dominios. Su corazón se aceleró y de nuevo sintió la punzada de la furia salvaje, pero esta vez la resistió y analizó su situación: ¿por qué precisamente Ogun y Shingen? Los dos eran, efectivamente, grandes guerreros, hombres excepcionales que, desgraciadamente - creía Logan - habían sido corrompidos por los enormes poderes de que habían dispuesto... ¿qué más? Shingen nunca lo consideró digno, al menos no lo hizo hasta que ya fue tarde, pero Ogun... "si tuviera que escoger a alguien como padre, hermano y amigo le escogería a él"... sus propias palabras resonaron en sus recuerdos, aunque ahora Gatasombra no estuviera para escucharlas. Eran dos símbolos de un país, de una cultura, de un mundo que él asumió como propios; uno lo rechazó y provocó con ello su caída, el otro lo acogió y con el tiempo fue víctima de apetitos e instintos a su modo tan salvajes y temibles como los que azotaban a Logan... Los inmóviles samurais eran dos caras de la misma moneda... dos caras... como podían serlo Maníaco y Guardián o Carol y Creed... en ese momento, Logan comprendió y miró de nuevo, por primera vez, a Shingen y Ogun; los saludó cortésmente al estilo tradicional y dando un salto, se internó en el arroyo. A su vez, ambos guerreros envainaron sus espadas y dieron media vuelta, para no encontrarse jamás.

De nuevo el paisaje cambió y tan pronto como puso el pie en el agua, ésta dejó paso a la boscosa tierra, pero eso ya no importaba a Lobezno, que, sonriendo, se decía mentalmente que sólo necesitaría un cigarro y unas birras para que todo aquello fuera perfecto... ni siquiera la presencia detectada de una vieja conocida parecía afectarle y paseaba por el bosque como en un día de campo... una silueta se recortó contra las espesas ramas y observó a Logan desde las alturas de su privilegiada posición, saltando sobre él abriendo sus brazos rematados en espantosas y deformes manos para sorprenderle. Una de las garras completó en la bajada un giro descendente que cortó el aire dispuesta a arrancarle el corazón, pero el canadiense alzó su brazo izquierdo y, afianzando sus piernas, sacó sus garras para clavarlas en la mano de su nueva oponente con un sonoro ¡snikt!

- ¡Aaaaargh! - rugió Dama Mortal, pues de ella se trataba - Maldito seas, Lobezno San.

Lo único que obtuvo por respuesta fue un tremendo puñetazo propinada en mandíbula que la mandó rodando a un claro cercano. Agarrando su malherida mano, Yuriko Oyama se levantó trabajosamente, mientras su presa se acercaba sonriente, las garras desenvainadas pero extrañamente tranquilo.

- Lobezno San. ¿Por qué retrasas lo inevitable? Puede que la obra de mi padre ya no forme parte de ti, pero sabes que no pararé hasta matarte...

- Bueno, encanto, uno tiene el mal vicio de respirar, tú sabes, es como una droga, como esa manía tuya de cambiar tu cuerpo por retales de Terminator - los dientes de Yuriko rechinaron al oír esto último - y cuando al trabajo de tu viejo y mi no menos vetusto organismo, bueno, je, je, yo que tú volvería a mirar, sonrió mientras alzaba las garras a la luz de la luna.

- ¡No! ¡¿Cómo es posible?! - contestó una sorprendida Yuriko - Magneto te arrancó el esqueleto por los poros... ¡la última vez que nos vimos tus garras eran de hueso!

- Sí, ¡qué cosas! ¿no? - contestó Logan, cada vez más divertido - por fin creo haber entendido de qué va esto y me he hecho con el control del cotarro. Si me van a visitar mis mejores sparrings es justo que se encuentren con la versión mejorada de Lobezno.

- Creía, Logan - dijo una voz femenina - que aborrecías esos artefactos. En todo caso, no estaría de más que recordaras que no son más que meros instrumentos de tu habilidad y tus instintos.

Al escuchar estas palabras, la sonrisa de Lobezno se congeló en su rostro. Sin mirarla, aquella voz evocó la imagen de una hermosa mujer de pelo castaño y ojos claros y de un llavero con forma de corazón.

- Como siempre, Charlie, vas un paso por delante de mí. Los dos sabemos bien que sólo son útiles de matanza, como tantos otros.

- Y los dos sabemos bien, Logan - contestó la mujer recién llegada - que sin el deseo de matar tus fabulosas garras son inútiles.

- ¿Qué quieres decir, Charlie? ¿Qué después de todo tengo escrúpulos? ¿qué a mí también me tiembla la mano cuando voy a segar una vida? ¡Qué querías que hiciera! Yo te quería, ¡no te merecías aquel destino!

- ¡No había otro remedio y tú lo sabías! No pudiste hacerlo y otro tuvo que cumplir con tu papel, aunque fuera involuntariamente.

- ¡No me vengas con ésas, Charlie! Tú te pusiste en el camino de Spidey para que él te atacara. Forzaste al chico a matarte...

-. Así es, Logan. Escogí una muerte rápida a tus manos antes que una lenta a manos de unos jefes traicioneros para los que me convertí en un estorbo.

-. Lo siento, Charlie. No pude hacerlo... pese a lo que pueda parecer, no soy un asesino a sangre fría.

Sus propias palabras le sorprendieron. Siempre tenía una idea diferente al resto de sus colegas respecto a lo de quitar vidas, lo que lo convertía en un elemento al que había que vigilar, pero había una diferencia entre la muerte en combate y el asesinato, entre matar para sobrevivir y por el puro placer de hacerlo... y en ese momento alguien gritó ¡Premio! Logan se volvió hacia el lugar del que provenía la voz, sólo para ver que, con una grácil pirueta, su amiga Yukio se situaba a su lado y le propinaba un cálido beso en los labios.

-. ¡Me alegro de verte, Logan San! Veo que te encuentras mejor...

-. Y yo a ti, pequeña salvaje, aunque hubiera preferido otra ocasión...

-. ¿Qué mejor que ésta, amigo mío? El mejor momento para ver a los amigos es cuando éstos están en apuros ¿no crees?

-. Sí, ciertamente, pero esta noche me he encontrado con individuos a los que difícilmente catalogaría como amigos.

-. Espero que aún me cuentes entre ellos, Logan - dijo una cuarta voz femenina.

-. Siempre, Heather - dijo Logan, mirando a Vindicador, que caminó tranquilamente hacia él, enfundada en su traje original - Siempre.

Lobezno miró a las cuatro mujeres, que permanecieron inmóviles y expectantes a su reacción. Con cada una había mantenido una relación muy profunda. Dama Mortal lo consideraba un ladrón y había sacrificado su humanidad por él; Charlie, Carlomagno, simbolizaba un tiempo ya pasado en el que ambos estaban dispuestos a devorar un mundo que acabó por devorarlos a ellos; Yukio compartía con él un enorme amor a la vida y una inevitable querencia por los riesgos y Heather, la abnegada Heather... ella le había devuelto la humanidad y él la quería pero quería igualmente a Jimmy. Cuatro facetas de su larga y atribulada vida se veían simbolizadas en aquellas mujeres que se alzaban ante él, en aquel claro. Las miró, una a una, ¿a cuál escogería si llegare la ocasión de ello? No sabía si querría hacerlo... todas formaban parte de él... y de nuevo, Logan comprendió.

-. Supongo que todo lo que he sido, todo lo que soy - dijo, pensando en voz alta - es parte de mí. No puedo renunciar a ello. La rabia, la furia, el ansia siempre estarán ahí.

Como respondiendo a ese razonamiento, las cuatro mujeres sonrieron y le flanquearon el paso hacia un sendero que hasta ese momento no había visto y que remontaba una pequeña loma, en lo alto de la cual se recortaban dos figuras que Lobezno reconoció al instante: una se acomodaba en una vieja silla de ruedas, cubierto por una manta a cuadros, en tanto que la otra, que empujaba a su compañero inválido, vestía una capa morada y lucía un casco al que los rayos lunares arrancaban destellos sangriento. Logan se preguntó si su propio subconsciente era tan retorcido como para crear semejante imagen, pero aún y así se acercó a aquella extraña pareja, que lo contempló silenciosamente y, con un ademán, le invitaron a seguirle. Durante la caminata, ninguno de los tres viajeros hizo el más leve sonido y en aquel silencio, el mutante canadiense observó que, de nuevo, estaba ante dos caras de la misma moneda. Con estos pensamientos, alcanzaron una zona que Lobezno reconoció al instante: el emplazamiento del monolito de los N´garai. ¿Sería obra de Kierrok? - pensó - ¿de Belasco quizá? Entre sus enemigos había poderosos hechiceros y esto podría ser el resultado de un complejo sortilegio, pero sus cábalas se cortaron bruscamente al ver que, en lugar del esperado monolito, había un extraño estrado de madera en el cual había - de nuevo - dos figuras. A su alrededor, formando un círculo, estaban los distintos aliados y enemigos que lo habían visitado aquella noche, unos a un lado y otros al otro y en el centro, dos personajes fundamentales en la vida de Logan: Horda y Mariko Yashida.

Lobezno avanzó, visiblemente contrariado, hacia el estrado desde el que Horda o contemplaba bastante divertido, al tiempo que Mariko permanecía postrada un poco más atrás. Logan pensó de nuevo en el paradójico equilibrio: Horda lo derrotó y con ello alcanzó su mayor victoria; el amor de Mariko fue su más maravilloso bien, pero al ayudarla en su victoria final, la perdió. El poderoso alienígena puso a la delicada japonesa en pie y la besó. Logan perdió por completo los papeles y, furibundo, cargó contra su adversario con las garras desenvainadas.

-. ¡Vaya, Lobezno! Pensaba que lo tenías todo controlado - rió Horda, mientras apartaba de un empellón a Mariko - queda claro que bajo ese barniz de humanidad y giri sólo hay un animal.

-. ¡Cállate, cerdo! Respondió Logan mientras rajaba con su garra derecha el pecho de Horda.

-. Pobre tonto - dijo Horda - Parece que olvidaste nuestro anterior encuentro, y dicho esto le propinó un potente golpe que lo lanzó al otro lado del estrado, justo al lado de Mariko.

-. Logan-San. Amado. Por favor, vete, huye.

-. ¿Y dejarte en sus manos? ¡No, M´ko! Ya te perdí una vez

-. ¿No te das cuenta de lo que sucede, Logan? Nada de esto es real. Yo no soy sino un espectro de tu pasado, un eco de tu esposa...

Pero Logan no la escuchaba. Horda se acercaba dando grandes zancadas pero sin apurarse, disfrutando en su retorcida naturaleza, del momento. Lobezno rememoró el combate con Maníaco, donde el exceso de presunción de su adversario había causado su ruina, pero esta vez no vendría nadie a su rescate, pensó, así que observó de nuevo a su enemigo y a Mariko ¿Nada era real? Quería creerlo, ansiaba creerlo, pero todos sus sentidos le decían que aquella era su mujer y aquel monstruo su enemigo, así que, guiándose por ellos, tomó una decisión y cargó de nuevo contra Horda, aullando como una fiera salvaje y dispuesto a empalarlo. Su enemigo superó un primer atisbo de sorpresa para luego soltar una enorme carcajada y clavar sus propias garras en el estómago del mutante, al que levantó en volandas para aumentar su dolor.

-. ¡Pobre y patético ser! ¡¿Cómo pudo el destino de la humanidad recaer en semejantes hombros?! ¡Sin duda mi derrota ante ti fue fruto de la broma de un dios de dudoso gusto.

-. ¿Qué... te... juegas? Respondió un agonizante Logan y haciendo un postrer esfuerzo con sus garras, arrancó de la frente de su adversario una brillante gema, que al caer al suelo, estalló en mil pedazos.

Cuando eso ocurrió, el gesto triunfal de Horda se transformó en una mueca de sorpresa y luego en el rictus de un cadáver, mientras el agonizante Lobezno caía al suelo, sólo para encontrar a una llorosa Mariko sujetándole la cabeza. Logan creía delirar, cuando vio que de los fragmentos de la caída gema empezaron a brotar rayos de luz de intensos colores, tan intensos que lo cegaron. Estaba cansado, muy cansado y cerró los ojos, con la esperanza del descanso eterno...

La mañana llegó, y con ella los primeros rayos de sol bañaron el cuerpo del caído Logan. El calor matutino lo desperezó y lentamente, se puso en pie, palpando su vientre sólo para comprobar que no había rastro de la mortal herida que Horda le había infligido, aunque claro, en alguien como él eso era lo normal. Miró a su alrededor y vio que se encontraba en el lugar donde empezó todo. ¿Había soñado todo lo ocurrido? Quizá, efectivamente, tendría que hablar con Leonard Samson, pero en otro momento... se agachó para beber un poco de agua y, cuando la superficie de la misma fue lisa de nuevo, Logan vio su propio rostro. Era humano, sin ninguno de los fieros rasgos que la batalla con Génesis le había dejado como tristes recuerdos. Sacó sus garras; eran de hueso. De nuevo aguzó sus sentidos y acertó a captar el tenue rastro de algo vagamente familiar; su inteligencia negó el dictamen, pero su corazón lo acogió, confortándolo.

Un poco más tarde, una figura embozada en un sombrero tejano y una cazadora bajaba las escaleras que daban a la puerta principal de la mansión de Xavier, cerca de la cual estaba Cíclope, haciendo inventario de las necesidades de los habitantes de la misma.

-. ¡Ey, Ciclo! - gritó Logan - voy a la ciudad a dar un garbeo ¿quieres algo de la civilización?

-. Bueno, Lobezno, ya que tan amablemente te ofreces, aquí está la lista de la compra. La nevera está casi vacía.

-. Tsk, chico. Dicen que el ayuno es bueno para el alma...

-. También se han acabado las cervezas.

-. Al mediodía tendrás la compra aquí, Slim. ¿Alguna cosa más?

-. Hmmmmm, no.... bueno, sí ¿Vas a contarme cómo es que vuelves a tener tu aspecto de siempre?.

-. Hmmmmm, no - sonrió Logan.

-. Entonces no te pediré que me lo cuentes.

-. Hank tenía razón: te has vuelto un maestro del humor absurdo.

Scott esbozó a su vez un amago de sonrisa y continuó con su tarea, mientras Lobezno salía. El sol, casi en su cenit, saludó al mutante que montó en su harley y se dirigió hacia la carretera.

-----

GARRAS Y AULLIDOS

Muy buenas noches y bienvenidos todos al primer número marveltopiano del mutante canadiense que "es er mehó en lo que jase" que diría un castizo. Como habrán podido comprobar, Logan vuelve a ser el de siempre y toda la vida, y a petición de los inflexibles e inmisericordes editores, paso a aclarar un par de cosillas:

  • As es el apodo de Carol Danvers de sus años como espía junto a Logan.

  • Maníaco es un viejo villano creado para Alpha Flight por Bill Mantlo. Era un criminal con poderes latentes al que Guardián prometió un indulto a cambio de someterse a un proceso de activación de aquéllos; la cosa salió mal, y Hudson y Logan tuvieron que detener al superser, siendo esta metedura de pata una de las causas por las que Lobezno abandonó el Departamento H.

  • Carlomagno, Charlemagne o Charlie, como la llama Logan, es una antigua espía con la que Lobezno tuvo una relación en los años de la guerra fría. Apareció por primera y última vez en Spidey vs. Wolverine (publicado en España en el primer especial de Marvel Héroes Forum en 1.987). Demasiado peligrosa y acorralada, inició una larga vendetta a lo largo y ancho del mundo hasta culminar sus días en Berlín Este, después de una complicada aventura con Spider-Man y Lobezno.

  • Horda es un villano creado por Claremont y Alan Davis para un especial en el que los mutantes en general y Lobezno en particular lograban pasar para toda la humanidad una peculiar prueba que determinaría un nuevo paso en la evolución o el estancamiento en un callejón sin salida. Probablemente sea mucho más recordado por aquella polémica en la que, después de cortar a Logan la garganta de un tajo, éste se regeneraba a partir de una sola de sus células... con esqueleto de adamantium incluido.

Y creo que no me olvido de nada más. Espero que algún alma caritativa se lea mis tochos, me escriba algo, aunque sean críticas jejeje Por fin tenemos de vuelta al Lobezno de toda la vida... hmmmm... bueno, sin sus legendarias garras, pero todo se andará ¿o no? Por de pronto, en el próximo número el pasado de Logan tocará una vez más a su puerta y lo llevará a un viaje alrededor del mundo, con viejos y nuevos amigos y enemigos.

 
 
   
www.marvel.com
(1) All characters and the distinctive likenesses thereof are Trademarks of Marvel Characters, Inc. and are used with permission.
(2) Copyright © 2003 Marvel Characters, Inc. All Rights Reserved.