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Clonado del Asombroso Spiderman, su vida ha sido un constante martirio y una secuencia de elecciones equivocadas. Su cuerpo se deteriora rápidamente a causa de un factor de degeneración incurable. Ahora, antes de morir, intentará ser fiel al héroe que lleva dentro y compensar sus actos pasados en un intento de demostrar que ha estado vivo.
 
Kaine

KAINE #23
Sangre e Infierno III
Guión y portada: Israel Huertas

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La ciudad de New York está siendo atacada en diversos frentes por demonios de todo tipo. Pero eso no es todo: el mundo entero está siendo invadido de la misma forma y ni los héroes más poderosos logran frenarlo.

La doctora Kafka regresa de madrugada al instituto Ravenscroft, su pequeña guarida desde hace años. Su paso es lento e inestable y terribles traumas sacuden su cabeza. Al entrar en el recinto, su segundo, el doctor Fortram, sale a la carrera a recibirla. Ella intenta por todos los medios entrar en su despacho.

- ¡Doctora, gracias a Dios que ha vuelto usted! - exclama Fortram-. ¡Los pacientes están enloquecidos! ¡Desde hace horas no hacen más que aullar y golpearse contra las paredes! ¡No conseguimos controlarles ni cebándoles a calmantes!

"Es el infierno", piensa Kafka. "Las puertas se han abierto y los más desviados de esta jodida sociedad no lo soportan".

- Muy bien, Fortram. Manténgame informada pero, por favor, no entre en mi despacho en unas horas.

- Pero, doctora, como jefa del servicio debería usted . . .

Fortram no dice más. Kafka le coge de las solapas de su bata y lo atenaza contra su propio cuerpo, los ojos de ellas rezumando un fulgor rojizo inhumano.

- ¡He dicho que no me moleste, humano infecto!

Y se mete en su despacho. Fortram oye como el cerrojo es echado en la puerta y, atragantado por el miedo repentino a la actitud de su jefa, vuelve corriendo a su puesto.

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Times Square, dónde Veneno acaba de atravesar la dura cornisa de una azotea usando el cuerpo de Spiderman como ariete.

- ¡Traicionero gusano!- grita Veneno-. ¡Volviste a nuestro otro contra nosotros! ¡Me comeré tu cerebro por eso!

- ¿Te importa lavarte los dientes primero, Eddie? - dice Spiderman, hundiendo un puñetazo en la espalda del simbionte y zafándose de la presa de este -. Creo que apestas a ajo y a vergüenza humana.

Brock cae a plomo contra el suelo mientras el lanzaredes teje una fina hebra y vuelve a la azotea dónde Kaine le espera.

- Espero que, al menos, se haya roto una uña - le dice a su clon.

- No tenemos tiempo para esto, Peter - interviene Kaine, aún arrodillado por el cansancio -. Tenemos que cerrar de una vez el portal antes de que Jameson destripe a más gente.

- Vale, Kaine. Mira, Veneno no va a dejarlo. Parece que ha vuelto a su estado habitual de sicópata sin don de gentes. Si te ves capaz de seguir con el portal, yo puedo tratar de quitárnoslo de encima.

Kaine sopesa la situación. Está cansado y dolorido. Su novia, la agente de Shield Laurie Sherman, trata de lidiar con el hombre lobo para darles tiempo pero, por lo que puede observar, parece que no va a poder hacerlo durante mucho más. Y encima, tuvo que venir Veneno a terminar de aliñar la ensalada. No sabe si podrá hacerlo solo, pero el hombre ante él es a lo que aspira convertirse y sabe, en lo más hondo de su ser, que él lo intentaría hasta el último momento.

- Vale, socio - dice Kaine-. Haré lo que pueda. Tú no te descuides, no quiero dejar huérfana a tu hija con el trabajo que os costó tenerla.

- ¿Sabes, Kaine? Te has vuelto un tipo de lo más impresionante - dice Spiderman, mientras salta de la azotea para zurrar al simbionte.

Es solo una frase pero, para Kaine, es casi el culmen de su nueva vida. Su hermano, su héroe, le acepta. Cuando se levanta, aunque cansado, nota como la fuerza de su convicción, la fuerza de la creencia en que por fin está haciendo lo correcto, inflama sus músculos con una nueva ola de energía.

Arranca el montículo que sirve de salida a la azotea del edificio en el que está y lo lanza sin aviso contra el portal. De pronto, este encoge un poco.

Los diáconos gimen de dolor ante la reacción de su puerta, pero mantienen posiciones para intentar paliarlo.

Satisfecho, Kaine continúa con su labor.

Abajo, Laurie Sherman esquiva una enorme garra peluda que casi la cercena un brazo. Gira en el suelo y dispara de nuevo su faser contra el pecho de la bestia. Dos armas más se pegan a su lomo y torso y, al fluir de la descarga, John Jameson aúlla de dolor.

- ¡Lo estamos logrando! - grita uno de los policías-. ¡Le estamos haciendo daño!

Distraído en su afirmación, no reacciona a tiempo cuando la bestia carga contra él. Suerte que su compañero logra empujarle a un lado. Suerte para él, que no para el compañero. Este cae ante la embestida, la cabeza a un lado y el cuerpo a otro.

El hecho anima a la bestia, que empieza a cargar, a un lado y a otro, contra los agentes que le atacaban.

- ¡Retroceded! - grita Sherman -. ¡Retroceded y retomad posiciones!

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Spiderman aterriza en el suelo, pero Veneno no está. Los restos del cráter que dejó su caída humean, tal vez por la rotura de una tubería de gas, pero no hay rastro del simbionte.

- ¿No me digas, Eddie, que has organizado un juego del escondite solo para mí? - dice Spiderman, mientras otea en derredor, buscando a su enemigo -. Vale, picaré: ¡Sal, sal, sal de dónde estés!

Sin aviso, los zarcillos simbióticos del traje alienígena empiezan a envolverle el cuello y las extremidades. Brock sale del suelo con gran estruendo, sonriendo de oreja a oreja y relamiéndose con su lengua inhumana.

- Bien jugado, Parker. Deberías saber que no puedes detectarnos con tu . . . "magia arácnida".

- ¡Oh, si lo sé! - dice Spidey, lanzando una telaraña con el brazo derecho a los restos en llamas de un coche en esa dirección -. Pero huelo el gas y siento el fuego, así que he pensado en hacer una barbacoa.

Tira del coche y un pedazo de goma ardiente se desplaza hacia él. Las llamas prenden el gas, que explota y se lleva con él los zarcillos que retenían al héroe y parte de la cara de Brock.

- Eddie, Eddie, Eddie, creía haberte dicho que no jugaras con fuego - dice la araña mientras descarga un puñetazo en el rostro quemado y expuesto de Brock -. Eres tan descuidado. Lo noté cuando vi que aún llevabas esos dientes tan amarillos. Hay que cepillarse tras cada comida, cochino.

Spiderman sigue descargando golpes a su adversario.

Azote arriba, Kaine se ha quedado sin terrazas que arrancar y acaba de terminar con los tubos de ventilación. La cosa funciona, así que salta a otro edificio y prosigue con la tarea. El portal, efectivamente, va encogiendo por momentos.

El clon ve como los diáconos redoblan esfuerzos y toma una decisión desesperada: salta a una terraza del mismo edificio en el que están y apoya sus manos en la cornisa en la que se alzan.

- ¡Fuerza arácnida, si sigues ahí, no me falles ahora!

De una forma impresionante, los ladrillos crujen ante la presión de los músculos del héroe y la cornisa empieza a tambalearse. Uno de los diáconos rompe el círculo y salta a la terraza. La capucha se echa para atrás y un rostro monstruoso se muestra en su esplendor.

- No sois humanos - dice el clon.

- Ser humano está sobrevalorado - responde el monje -. Cambiamos nuestra humanidad a cambio de un poder increíble.

El diácono trepa a la espalda de Kaine y trata de estrangularle. Kaine, dolorido por el ataque, decide no andarse con contemplaciones y le golpea con la cabeza en la cara. El diácono cae hacia atrás, quedando tendido en la terraza.

- Muy bien, entonces - dice Kaine y vuelve a apoyarse en la azotea. Esta vez, los ladrillos no sólo crujen, sino que se separan y se alzan sobre la espalda del clon -. Si queríais el infierno, el infierno es lo que os daré.

Afirma sus piernas en la terraza, que empieza a ceder ante el peso. Los diáconos se tambalean y tratan de asirse al pedazo de edificio en el que están.

Kaine lanza la estructura al portal que succiona edificio y diáconos por igual. Con el hechizo roto, el portal encoge, crepita y empieza a absorber todo alrededor, ya sean objetos o personas. Kaine se agarra a tiempo a la terraza, aunque el quinto diácono no tiene tanta suerte.

Desde su desesperada posición, Kaine se da cuenta de una cosa: Jameson sigue siendo un lobo, así que, mientras siga consciente y desatado, el portal seguirá abierto.

Se pega a la pared del edificio y lo rodea trabajosamente hasta ver dónde Peter pelea con Veneno. De un ágil, salto, baja hacia la trifulca. El simbionte se está regenerando de nuevo y Spiderman es lanzado contra un escaparate.

- Buen ardid, Parker - dice Veneno-, pero nuestra rabia hacia ti nunca había sido mayor. Tus tretas no van a salvarte ni a tí, ni a tu hermosa esposa.

- No, amigo - grita Kaine, aún pegado a la pared sobre el monstruo -. No si yo puedo decir algo.

Kaine lanza su cable de acero hacia Brock y lo eleva en una espiral hacia el portal que se cierra. Veneno entra por la puerta, gritando de locura, pero su traje comienza a trepar por el cable y coge del brazo al clon, que es arrancado de la pared hacia el infierno. Una fina pero poderosa hebra le coge de la espalda y lo deja suspendido a la entrada del portal.

- ¡Te tengo, Kaine! - grita Spiderman bajo él.

Kaine, entonces, usa su mano derecha para romper la manga de su brazo izquierdo. Los restos del traje, junto con el cable y Veneno, atraviesan el portal al tiempo que Spiderman tira de su clon, dejándole en el suelo.

- Gracias, Peter, pero aún no ha terminado. Tenemos que tumbar a Jameson, es lo único que mantiene ya el portal.

Y ambos héroes se lanzan hacia la mole peluda que es su amigo. Los policías siguen su baile, aunque ya agotados por el esfuerzo. Distrado, Jameson no les ve llegar. Spiderman y Kaine golpean al lobo a la vez en la cabeza y este cae al suelo con un fuerte estrépito.

La conexión se ha cortado. El portal crepita y estalla en varias llamaradas. Luego, se cierra en el aire, dejando sólo un estrepitoso silencio.

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Luego, los dos héroes están junto a su amigo, convertido de nuevo en humano y esposado justo antes de entrar en un coche patrulla.

- No te preocupes, John - dice Kaine-, Shield te sacará antes que te des cuenta.

- Gracias, Kaine. No sólo por eso sino . . . ya sabes . . . por todo.

- Ánimo, amigo - concluye Kaine-. Además, la doctora Kafka estará ansiosa de saber que estás bien.

- ¿Qué? - dice Spiderman -. Ashley Kafka está muerta. Matanza la mató hace meses1.

- No puede ser - interviene Sherman-. La vimos esta tarde y tú mismo la trajiste cuando todo empezó.

- El caso es que . . . - empieza Spiderman- . . . pero es imposible.

- Es cierto - dice Jameson-, Ashley murió pero, ¿por qué tengo la sensación de que hace poco que estuvimos juntos?

- No lo sé, John - dice Kaine-. Lo cierto es que recuerdo mis sesiones con Kafka como si fueran un rumor lejano. Pero estoy seguro que era ella, ¿no?

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EPILOGO

Érase una vez, una demonio. Llegó a la Tierra cuando hace años el infierno se desató en New York2. Cuando acabó todo, la locura y la crueldad humana la atrajeron como la llama a la polilla y se quedó aquí. Disfrazada como un humano, pues sus poderes se lo permitían, entró en Ravenscroft como bedel, alimentándose de las paranoias de los pacientes de ese centro.

¡Oh, que dulce saben aún en su recuerdo las delicias de sus actos!

Cuando Matanza, uno de sus manjares más preciados, mató a la doctora Kafka,vió una oportunidad de tener acceso más directo a su alimento. Un nuevo cambio de apariencia y una suerte de sugestión, convenció a aquellos que la doctora conocía entonces de que aquello no había ocurrido.

Ahora, el infierno está tomando la Tierra. Con las barreras tan débiles, su verdadera naturaleza toma la delantera, y la ilusión, tan trabajosamente mantenida, llega a su fin.

Cubre su cuerpo rojizo con un abrigo y tapa su cabeza con la capucha del mismo. Escondida en un callejón, observa por última vez su despensa, el sanatorio Ravenscroft. Si pudiera llorar, una lágrima al menos brotaría por la oportunidad perdida.

La demonio hecha a andar y se pierde en la oscuridad. Tal vez, si los héroes de esta Tierra consiguen vencer al infierno que una vez fue su hogar, pueda volver a alimentarse a gusto, en este o en otro lugar.

FIN

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1.- En Marveltopía: Telaraña de Spiderman nºs 134 a 136

2.- En Inferno.

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LA MARCA DE KAINE

Bueno, ya sé que ha sido extraño y, curiosamente, retorcido, pero había que arreglarlo de alguna forma. Decimos adiós definitivamente a la doctora Kafka. Descanse en paz.

 
 
   
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