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Clonado del Asombroso Spiderman, su vida ha sido un constante martirio y una secuencia de elecciones equivocadas. Su cuerpo se deteriora rápidamente a causa de un factor de degeneración incurable. Ahora, antes de morir, intentará ser fiel al héroe que lleva dentro y compensar sus actos pasados en un intento de demostrar que ha estado vivo.
 
Kaine

KAINE #12
Lobos al acecho III
La forja

Guión y portada: Israel Huertas

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Una plataforma petrolífera abandonada en mitad del Atlántico está siendo destruída por un escuadrón de aero-naves de SHIELD, lideradas por el coronel John Lameson. Bajo esta, la base que servía de cuartel provisional a la organización terrorista conocida como La Resaca, en teoría desarmada hace meses junto con todos sus operativos por los aventureros disfrazados Destructor Nocturno, Rabia y Kymera, los tres miembros de los Nuevos Guerreros, ha sufrido serios daños, gracias a los cuales, el submarino que portaba a todos sus efectivos actuales se ha hundido antes de tiempo. El agua ha destrozado los controles de profundidad y navegación, ocasionando que el submarino comience a hundirse sin posibilidad de salvación.

Si te llamas Kaine y eres un clon del famoso aventurero conocido como Spider-Man, tus problemas no se acaban ahí. Aparte de todo lo anterior, que te afectaría pues te encontrarías ahora en el interior del submarino, estarías atrapado entre dos pesos pesados: el violento mercenario mutante conocido como Dientes de Sable y Protocolo, el jactancioso líder de La Resaca.

- Ahora muévete despacio hacia mí, para que pueda destrozarte convenientemente - la voz de Protocolo es casi un relámpago retumbando en una nube de ira mientras observa al agente de SHIELD que acaba de destrozar sus sueños sobre el mercenario que se supone debía evitarlo - Te has cargado mi operación, así que me debes tu sangre, muchacho.

Kaine valora la situación un instante. Si hubiera actuado en lugar de pensar, habría tenido una posibilidad. Sin embargo, sopesa sus opciones, teniendo en cuénta su premura por salvar a los niños que, desde la cámara contigua, le observan desesperados. Dientes de Sable aprovecha el momento de duda del clon y le golpea con su brazo izquierdo fuertemente en la cara. El impulso le lanza hacia la mole que es Protocolo, que le recibe con las púas de sus antebrazos. Kaine nota como estas se clavan en su espalda, pese al blindaje, pero su adversario no le da tiempo de reacción. Protocolo empotra el herido cuerpo del clon contra la pared del pasillo y luego le presiona con sus fuertes brazos contra ella.

Dientes de Sable se pone en pié, aún dolorido por los golpes del clon, y se acerca a colaborar con su jefe cuando un rayo de energía bioeléctrica le fríe y le lanza contra el pasillo. Luego, una burbuja de energía se desliza por la espalda de Protocolo y le explota estrepitosamente en la cara. Kaine cae al suelo del corredor y se gira a tiempo de ver como los niños empiezan a tomar cartas en el asunto. Orgulloso, se levanta penosamente y les mira:

- No tenemos mucho tiempo - les dice -, así que intentemos descubrir como salir de aquí.

A su espalda, desapercibidamente, una brecha se ha abierto en el casco debido a la explosión y el agua comienza a manar por ella. La presión se ocupará de agrandar el problema en cuestión de segundos.

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En el exterior, las naves de SHIELD sobrevuelan los restos de la plataforma abandonada. Hace unos segundos que la actividad de sus defensas ha cesado, pero los intentos por comunicarse con Kaine han sido infructuosos.

- Aguila 1 a Jefe Aguila - ruge el comunicador de John Jameson en el interior de su nave -, deberíamos volver al Venture. Alguno de nosotros tenemos algún problema de combustible, señor.

- Recibido y anotado, Aguila 1 - contesta Jameson, algo airado por el tono de su subalterno -. Tenemos un hombre ahí abajo y, al menos, le debemos registrar la zona. ¿Han regresado las naves que mandamos tras Macendale?

- Afirmativo, señor - dice una segunda voz en el comunicador -, pero hemos perdido al objetivo. No comprendemos como ha ocurrido pero, de repente, su velocidad se salió del cuadro y desapareció de nuestros instrumentos.

- De acuerdo, de acuerdo - contesta el coronel -. Bien, despliéguensen por el perímetro e informen de cualquier cosa que divisen.

No hay respuesta. Jameson sabe que sus hombres no valoran a Kaine ni su papel en el escuadrón. Hay una mezcla malsana de celos y desconfianza ante una persona cuya identidad y rol se mantiene en secreto y se le confía una gradación y un nivel de acceso superior al de muchos agentes que llevan más tiempo en el cuerpo.

Jameson lo entiende, pero no concibe que eso conlleve despreocupación ante el estado de un compañero. Además, ellos no le conocen. No saben de lo que es capaz. Él ha conseguido ver más allá de su comportamiento y ha descubierto a un hombre que sabe lo difícil del mundo al que se enfrentan y toma las decisiones adecuadas independientemente de las consecuencias que acarreen.

- Jefe Águila a Venture - dice finalmente por el comunicador -, manden equipo de rescate al punto cero. Y lo necesitamos para ayer.

Limpiarán la zona y se asegurarán si Kaine vive y necesita su ayuda o lo peor ha ocurrido.

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Un clon y doce niños deambulan por un submarino hundido. Y si crees que es el comienzo de un chiste, no se lo digas a Kaine. Podría tomárselo a mal.

Herido y desorientado por lo enrevesado de los pasillos del submarino, trata de guiarlos hacia las carlingas de salvamento que cree debería tener el behemot. No llevan demasiado andando, pero la circunstacia en sí no permite darse a la paciencia.

Inesperadamente, un esquema del enorme vehículo sale a su alcance en uno de los pasillos y la disposición de un pequeño submarino auxiliar en la popa del mismo ilumina el futuro inmediato de Kaine y los niños.

Se giran y cambian de dirección, ya que iban al contrario de las indicaciones que acaban de recibir y, al torcer el primer recodo, un rugido inhumano barre a Kaine, que va en cabeza. Dientes de Sable sale a su encuentro y arrastra el cuerpo de Kaine como si fuera un guiñapo por el corredor que se abre ante ellos. Los niños se echan para atrás, asustados.

Un crujido metálico suena y el inconfundible sonido de un torrente de agua rebotando contra las paredes lo cubre todo. La brecha abierta por uno de los niños se acaba de convertir en un boquete por el que el agua empapa todo el submarino. Afortunadamente, no corta el camino que los niños deben seguir hasta el vehículo auxiliar.

- ¡Rápido! - grita Kaine, tratando de librarse de la zarpa de Dientes de Sable que, rojo de ira, amenaza con cercenarle el cuello - ¡Id al submarino auxiliar antes de que se llene de tropas de Protocolo!

Los niños dudan un instante. Entonces, David, el chicquillo de Chicago, se alza como la voz del grupo y se les lleva de allí, pese al peligro sobre su rescatador.

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En realidad, no hay riesgo de que los soldados de La Resaca acudan al vehículo auxiliar. Al cerrar las compuertas para evitar que el agua que entró al desenganchar el submarino lo invadiera todo, sacrificaron las dos salas de control del submarino, cuyos mandos bloquearon los controles de acceso a las cámaras de residencia y las cerró metódicamente con todos sus ocupantes dentro.

Ahora están, literalmente, atrapados en el sistema. Un sistema que, por la premura con la que fue fletado el submarino, no fue probado adecuadamente ni verificado su buen funcionamiento.

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Una cosa a favor de Kaine, es que normalmente da tanto como recibe. Al principio le cuesta, ya que tiene al fiero mutante sobre su cuerpo amenazando con rasgarle la garganta, pero, en cuanto puede usar sus piernas como ariete, su fuerza aumentada lanza a Dientes de Sable hacia el otro lado del corredor.

Aún así, el clon está dolorido y entumecido, debido a la fría agua que va ocupando el submarino, y no sabe si es rival para la máquina de matar que se pone en pié fieramente ante él.

Cargan el uno contra el otro y el choque es brutal. Las garras del mutante se estrellan en los brazaletes metálicos del clon, uno de los cuales sale despedido cuando el ataque corta su sujección. Kaine da un paso atrás ante el impulso del ataque, pero lo aprovecha para anclarse sobre sus talones y lanzar un buen golpe a la cara de Creed. La cabeza de este rebota del brazo de Kaine a la pared del pasillo, sacándole un rugido de dolor.

- ¡Voy a destriparte, hijo de $&%!!@! - grita Dientes de Sable, furioso y herido.

Kaine esquiva de nuevo las garras que le son arrojadas a si cuello, pero no así el puñetazo que Creed le lanza sobre la espalda. Su cara nota las frías aguas de nuevo y el sabor de la sangre se mezcla con la sal en su boca.

Lanza su garfio a las piernas de Dientes de Sable, envolviéndolas, y le hace caer hacia atrás brutalmente, para luego saltar con sus pies sobre la cara de este. Creed se retuerce y agarra una de las piernas de Kaine, clavándole las uñas en los tendones y haciéndole caer de rodillas. Según cae, Kaine ve como una grieta se abre paso por la pared a su derecha y, antes de que pueda reaccionar, el casco cruje y se abre, succionando el agua y los ocupantes que había en el pasillo.

El clon tiene la suerte de caer al lado de la brecha y, aunque la succión del agujero tira de él, consigue asirse a las tuberías que pueblan el techo del corredor. Dientes de Sable sale despedido directamente por la brecha y se pierde en lo profundo del océano, entre gritos silenciosos.

Con la pierna herida y tras la paliza sufrida, Kaine trata de asirse como puede a su tosco asidero, notando como sus fuerzas ceden y se ve atraído inexorablemente a la grieta. Luego piensa en los niños que aún no ha salvado, recuerda la frase inmortal que convirtió a su "hermano" Peter en el gran héroe que es ahora y eso le basta para asirse más fuerte y empezar a avanzar en dirección al submarino auxiliar, paso a paso y decididamente.

Le lleva lo que parece una eternidad salir del radio de acción de la apertura del casco que se llevó a Dientes de Sable, pero lo consigue y, con esfuerzo, logra llegar al submarino auxiliar. Los niños están allí, muy nerviosos y alterados. El agua que invade el behemot también comienza a entrar en la pequeña nave y les preocupa no lograr salir a tiempo. Cuando Kaine aparece por la compuerta, la alegría es generalizada. David, el muchacho al que intentó rescatar en Chicago, se acerca a él y le ofrece apoyo para poder sentarle en la consola de mando.

- Gracias, chico - dice el clon, dolorido -. Ahora sentáos y poneos los cinturones.

- Sí, señor - dice el muchacho, que se dispone a cerrar la compuerta de acceso cuando una poderosa mano se cierra sobre su cuello y le alza por el cielo.

Protocolo entra en el mini submarino y se queda plantado en la puerta con su rehén atrapado en su presa mortal.

- ¡Todos fuera de mi nave! - ruge la mole - ¡Ahora!

Kaine se gira en su asiento y, al ver la situación, valora que no tendrá tiempo de llegar a David. Este le mira un instante y Kaine sabe lo que intenta decirle, o espera que así sea.

De inmediato, David activa sus poderes bio-eléctricos y Protocolo chilla, invadido por un dolor como no había sentido antes. Kaine pulsa un botón en la consola y la compuerta de acceso empieza a cerrarse lentamente. Luego, aprovechando el último jirón de fuerza que le queda, se lanza contra Protocolo y le golpea con la cabeza en el tronco, expulsándole hacia el submarino siniestrado. La corriente se lleva al monstruoso terrorista, que grita y grita en una mezcla de rabia y miedo.

David cae también hacia atrás con el impulso, pero las manos de Kaine le atrapan y tiran de él justo cuando la puerta se cierra y la nave auxiliar sale disparada hacia la superficie.

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El cuerpo de Protocolo choca contra una de las brechas abiertas en el casco de su submarino y la bloquea con su enorme envergadura. La presión le mantiene sujeto al casco en su irremisible hundimiento y Protocolo grita una y otra vez mientras el agua salada comienza a correr por su garganta.

Al poco, el submarino se pierde en las profundidades abisales, un sitio del que no volverá a emerger.

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John Jameson observa anonadado como el mini submarino sale a la superficie. Los servicios de rescate aún no han llegado, así que posa su nave cerca del vehículo y, estacionándolo en el aire, salta a la escotilla superior. Intenta abrirla, pero se resiste bastante. De pronto, empieza a girar desde dentro y se abre con un chirrido. La cabeza de Kaine surge de la apertura y observa a su reciente compañero.

- Pensaba que, a estas alturas, ya os habríais largado - dice el clon.

- ¿Bromeas? - añade Jameson -. A estas alturas ya deberíamos estar en casa.

Kaine le ofrece su mano, que el coronel choca con apremio. El clon mira a Jameson y añade:

- Me alegro de que no os fuérais.

- Y yo, amigo. Y yo.

FIN

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PROXIMO NUMERO: Pues, a partir de ahora, todo serán sorpresas.

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LA MARCA DE KAINE

Me despido de momento hasta el próximo número.

Nos leemos.

 
 
   
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