HOMBRE DE HIERRO #334
Visita de cortesía
Guión: Aleix Gabarre
Eran las doce de la noche, así que el cementerio ya hacía
horas que permanecía cerrado y podía moverse por él
sin que nadie le molestara. Lenta pero seguramente aterrizó sobre
el cuidado césped y avanzó hasta el lujoso mausoleo
construido para honrar la memoria de uno de los más grandes
inventores de este mundo. Parándose ante la cripta con una
sonrisa bajo su casco, el Hombre de Hierro dijo:
- Buenas noches señor Stark, pensé que le debía una
visita después de todo lo que ha hecho por mí.
Tras pronunciar esa frase, el Hombre de Hierro miró a la derecha,
luego a la izquierda, y cuando estuvo seguro que nadie podía
verle dejó su casco sobre el césped y tomó una
buena bocanada de aire fresco.
"Ese maldito Arreglador -pensó- cuando
le encargué el prototipo debería haberle recalcado que
sigo necesitando respirar aquí dentro."
Claro que no podía quejarse. Tras años y años de
humillantes derrotas, él, decimotercero Barón Zemo estaba
poniendo los primeros pasos hacia la gran victoria final.
¡Cuán lejanos parecían los tiempos en que luchaba
contra estúpidos héroes como el insufrible Capitán
América! ¡Cuán extraño se hacía
recordar que él mismo comandó una tropa para invadir la
Mansión de los despreciables Vengadores!1 ¿Cómo
podía no haberse dado cuenta que la clave no estaba en
combatirlos sino en unirse a ellos?
Todo parecía tan obvio mirado en perspectiva... el reciente
fallecimiento del Hombre de Hierro2 le había dado la oportunidad
esperada. El vengador de acero no solo era un miembro respetado de la
comunidad, sino que además tenía tras de sí el
poder y el dinero de Stark Internacional, Stark-Fujikawa desde la muerte
de su fundador Anthony Stark3. ¡Qué compleja ironía
al descubrir que uno y el otro eran la misma persona!
Pero se estaba adelantando, debía poner en orden sus pensamientos
para poder organizarlo todo bien. El que sólo se encontrara el
casco del difunto vengador reforzaba la historia de las heridas en la
cara, pero antes debía encontrar la manera de conseguir una
armadura. La solución pasaba por P. Norbert Ebersol, alias el
Arreglador, genio e inventor al servicio de sí mismo y del mejor
postor. A Zemo no le gustaba la idea de compartir su plan con otros,
más cuando Ebersol insistió en acompañarle
fascinado por las posibilidades que la tecnología Stark
ponía a su alcance.
Durante los días en que el Arreglador trabajaba incansable en un
modelo básico que replicara las funciones primordiales de la
armadura real, Zemo tuvo tiempo para desarrollar su plan. Algo de la
impetuosidad de Ebersol se le había contagiado, sus intenciones
se había hecho mayores, mucho más grandes, y ahora pasaban
por recuperar a Stark. Nuevamente Ebersol tenia la solución: un
aparato subcutáneo que creaba hologramas densos, el disfraz
perfecto. Con él, Zemo o Ebersol podían hacerse pasar por
Stark y Zemo podía infiltrar al Arreglador como asistente
técnico en la compañía.
La idea parecía simple: regresar como el Hombre de Hierro, lograr
entrar en Stark-Fujikawa y una vez allí anunciar el regreso de
Stark. Todo el problema residía en que la armadura del Arreglador
y la retórica de Zemo convencieran al mundo. Parecía
fácil así dicho... y lo hubiera sido si el mundo del
Hombre de Hierro no fuera tan distinto de como Zemo lo había
imaginado.
Para empezar estaba todo el asunto del nuevo Hombre de Hierro. Zemo
conocía a Máquina de Guerra y supuso que tarde o temprano
acabaría siendo contratado por Stark-Fujikawa para sustituir al
antiguo, pero no que le harían vengador, maldita sea! Y luego...
luego fue un caos.
Zemo había planeado una intervención pública para
atraer la atención de alguien que conociera al Hombre de Hierro y
averiguar su identidad. Hasta ahí ningún problema, el mono
de Rhodes reaccionó como el Raza Inferior que es y cantó,
pero lo que le dijo...
¿Stark era el Hombre de Hierro? Bueno, tenía sentido al
fin y al cabo, siempre acaba por tenerlo cuando uno se lo piensa un
poco. Zemo se maldijo por no haberlo adivinado él solo, pero todo
eso del chico no tenía ningún sentido, ninguno en absoluto.
¿Se suponía que él era un adolescente?
¿Entonces Stark estaba muerto de verdad? ¿Qué
maldito embrollo era ese?
Aquel día el Barón se dio cuenta que su plan tenia que
replantearse. Y allí estaba, poniéndolo todo en orden para
hacer lo que pocas veces había hecho antes: improvisar.
- Quizás tenga usted alguna idea -dijo a la tumba- ¿No?
Vaya, esperaba mas de usted, señor Stark. ¡Sobre todo
teniendo en cuenta que por su culpa soy un crío cuyo mejor amigo
es un negro!
Calma... tranquilízate... eres Helmut Zemo, eres poderoso, eres
infinitamente más listo que cualquiera de esos ignorantes,
calma... no dejes que te vean así, eres fuerte, y dentro de poco
ser s el amo del mundo... Del casco se oyó un sonido.
"*Skwitz* ¿Barón? Soy yo. Tengo su regalo a
punto."
Zemo lo recogió y respondió a la llamada.
- Ahora voy.
El vigilante del cementerio se despertó de golpe.
¿Había oído un ruido? Ahí dentro
parecía que aun escuchaba algo, como el motor de un coche...
¿o de un avión? Cuando llegó todo estaba en
silencio. En la oscuridad no pudo darse cuenta de la rosa amarilla
dejada en el panteón Stark.
- Barón, no te creerás lo que ese tipo tenia en su taller.
Ayer estaba mirando por aquí y me encontré un condensador
infralumínico medio desmontado, ¡como si tal cosa! Y hoy he
descubierto una desestabilizadora de protones en miniatura entre...
- Ebersol. Al grano.
Poca gente ha oído ese tono de voz seco y gélido de Helmut
Zemo y ha vivido para contarlo. El Arreglador lo sabía, e
inmediatamente dejó sus descubrimientos de lado para dirigirse a
una pared y teclear un complejo código. Instantes después
la pared se abrió y Zemo pudo ver en su interior varios segmentos
de circuitos integrados mantenidos en suspensión por un campo de
gravedad.
- Adelante, ponga los pies en las marcas y estire los brazos.
Está preparada para reconocer su patrón
neurológico. Oh, y quítese el prototipo antes, por
favor...
- ¿¡Se supone que debo entrar desnudo?!
- Eh.. no, no, claro... con que se quede en calzoncillos valdrá,
eh... señor...
Zemo no dijo una palabra. Simplemente se quitó el casco
y luego procedió con el resto de su armadura hasta quedar en
paños menores. Si se hubiese tratado de cualquier otra persona,
el Arreglador hubiera dejado ir algún comentario gracioso del
tipo "Vaya, no sabía que era aficionado a los boxers".
Un simple vistazo a las quemaduras y a la mirada de Zemo fueron suficientes
para que pasara ese tiempo en silencio mirándose atentamente
los zapatos.
Una vez hubo terminado, Zemo plantó sus pies donde le indicaron.
Un instante después los segmentos empezaron a moverse hacia
él acoplándose. Zemo cerró los ojos. Cuando los
abrió vio al Arreglador a través de una pantalla vidriosa,
mientras una serie de indicadores proporcionaban información
sobre la posición y el estado físico de éste.
- Básicamente lo que tenemos aquí es una versión
mejorada del último modelo disponible para su estudio-
Empezó el Arreglador. Mientras tanto Zemo no podía apartar
su mente del enorme poder que experimentaba. Sin duda no tenía
punto de comparación con el prototipo.
- No tiene punto de comparación con el prototipo. El modulador de
voz está ajustado para sonar como Stark, los propulsores pueden
llegar ahora a las 500 millas/hora y tienes un campo de fuerza que
aguanta 5 toneladas. Por lo demás tenemos armamento de 9 mm,
láser, un disruptor sónico y un extenso menú de
armas silenciosas, desde cloroformo a gas mostaza. Además estoy
diseñando un par de monturas para misiles, ¿cuantos
prefieres, 4 o 6?
Zemo calló. ¿No quería responder o es que estaba
ocupado en otras cosas? Oh, por supuesto, que estúpido he sido...
- Puede ser que estés un poco mareado, no te preocupes, te
acostumbrarás enseguida. Si quieres desactivar los sensores
sólo tienes que pensar la orden.
El Barón siguió sin decir nada, pero al Arreglador le
pareció notar los hombros de Zemo mas relajados.
Prosiguió:
- Notarás que la armadura es más voluminosa que el
prototipo. Ya que se supone que eres un adolescente la he agrandado de
más para dar la impresión que quieres aparentar mas edad
de la que tienes.
"La armadura se opera de manera semejante al prototipo. Al
igual que aquél, el ordenador de abordo est programado para efectuar
una serie de operaciones automáticamente, como ajustar el impulso
de los propulsores o conectar con la frecuencia de la policía.
Pero además este modelo lleva incorporados unos protocolos para
casos específicos. Por ejemplo, si quieres volar en lugar de
tener que conectar los propulsores y aumentar la resistencia del campo
de fuerza sólo tienes que activar el programa #1. La elección
armamentística funciona a través de menús, pero
si quieres puedes dejar que el ordenador decida por ti. No sé,
¿qué te parece? He dejado los colores del prototipo, pero
si quieres lo repinto en un momento..."
- No será necesario- dijo Zemo. Era la primera vez que hablaba
dentro de la armadura y su voz se había endulzado un poco, pero
seguía igual de fría- ¿Hay progresos en lo de los
Vengadores?
- Me temo que aun no... Los sistemas de vigilancia de la Mansión
no aceptan demasiado bien copias inexactas de retinas, te lo digo por
experiencia... De todas maneras si me das unos pocos días
llegaré a entender la armadura de Rhodes suficientemente bien
para instalar una micro-cámara. Hoy por hoy es todo lo que puedo
hacer.
- Pues es insuficiente. Quiero... NECESITO esos
archivos. Ya. Trabaja en ello y avísame cuando tengas algo.
- ¿Oh, te vas ya a probarla?
- Podría decirse así, sí.
La saga de los Fujikawa se remontaba a los tiempos del Japón
feudal, cuando, según la leyenda familiar, Araya Fujikawa
derrotó al dragón Rin-el-de-siete-cabezas y se ganó
por derecho un puesto en la corte. Desde entonces ser un Fujikawa
quería decir estar en un lugar destacado de la sociedad. De todas
formas ser un Fujikawa no significaba estar preparado para recibir la
visita de un ser metálico en altas horas de la noche.
-¿Quién es usted? Le ordeno que se vaya ahora mismo!
- Supongo que no pretender que le haga caso- dijo el ser. Su voz
parecía extrañamente familiar. Fujikawa se
incorporó dispuesto a activar la señal de alarma.
- Váyase o avi... ARGH!
- Le acabo de romper el dedo índice. Dimita como presidente de
Stark- Fujikawa.
- ¡Quién se cree...! AUGH!!
- Le acabo de romper el dedo meñique. Puedo seguir con los que
quiera. Y luego pasar a sus piernas o a su columna vertebral. Dimita
como presidente y no emprenda ninguna acción legal contra Stark o
sufrir una lenta y extremamente dolorosa agonía. Sé donde
puedo encontrarle y créame, ninguna flota de guardias
podrá pararme.
El Hombre de Hierro activó sus propulsores y salió volando
por la ventana del salón. Cuando desapareció entre la
noche Fujikawa se sintió viejo, más viejo que nunca.
1.- En la extraordinaria saga narrada en Vengadores 273 a 277 USA
2.- En Onslaught: Universo Marvel
3.- En Iron Man 325 USA
PROXIMO NÚMERO: ¡Látigo Negro ataca! Jim
Rhodes está indefenso ante su poder y necesita ayuda pero,
¿de qué lado está Zemo?
TINTA METÁLICA
Para cualquier consulta, critica o comentario escribid a Tinta Metálica. ¡Os
esperamos!
Sweet dreams...