HERCULES VOL. 3 #2
El(los) León(es) de Nemea I de II
Guión:
Jose Cano y Rocket
PORTADA: Aparece Hercules de espaldas vestido solo con una falda griega y unas sandalias. Se encuentra agachado con los brazos y cabeza entre las piernas de forma que mira al lector con cara sorprendido. En las manos lleva sendos "pompones" de animadora...
Bienvenidos a otro día más en la vida del PODEROSO HÉRCULES.
Al salir de su minúsculo apartamento - puede mear sin necesidad de
levantarse de la cama pero debe apuntar bien si no quiere acertar en la
puerta de entrada - pisa un cadáver de rata con claros signos de llevar
varios días en descomposición. Mientras se dirige hacia la escalera, el
vecino del B - Herc vive en el A, cada planta tiene cuatro, A, B, C, D, -
aparece abriendo su puerta, eructando sonoramente, y agachándose luego a
recoger el periódico que, como siempre, no está, por lo que regresa al
interior maldiciendo en arameo. De la puerta del C sale la vecina
correspondiente, una inmigrante nicaragüense ilegal con seis niños que
corretean a su alrededor como lunas alrededor de un planeta, aunque uno se
desvía lo suficiente como para quedarse mirando a Herc fijamente mientras se
hurga la nariz. De todos modos, nuestro héroe procura ignorar a sus vecinos
mortales. Baja las escaleras con precaución, crujen de modo bastante
sospechoso, y llega hasta el último piso - él vive en el tercero, el
ascensor no funciona desde que el gato de una señora del quinto se subió en
él y provocó que se rompiese el segundo cable -, donde tropieza con su
casero, un viejecillo de aspecto patético, encorvado, calvo, desdentado, de
voz chillona y ojillos pequeños de ratón. Al León del Olimpo le recuerda a
Caronte, el barquero del reino de los muertos. Aunque tal vez el aliento de
Caronte oliese mejor.
- Padre, como diosa de la sabiduría, tengo obligaciones más urgentes que
venir a esta sala cada vez que os de la gana que mire como torturáis a mi
hermano. - dice Atenea.
- Vamos... - dice Zeus, poniendo cara de decepción - Hoy empieza lo
divertido. Comienzan las 12 pruebas...
- Sigh...
ETT (Empresa de Trabajo Temporal)
- ¡Ah, pero si es el señor Steve Whitman, el maestrillo de gramática! - dice
a voz en grito Evelyn Uristein, la dependienta de la empresa. Ella y Herc se
quieren mucho.
- Le repito, orgullosa señora, que no soy docto en ninguna materia, y, por
tanto no puedo ejercer como...
- ¡Silencio! Deja de intentar apabullarme con tu verborrea, inmigrante
asqueroso, a mi nadie me apabulla con su verborrea y menos un inmigrante
asqueroso como tú, ¿te enteras? Tú acabas de llegar a esta mierda de país,
así que te lo explicaré rápido: a este país no le gustan los tíos como tú,
nos demostráis lo tontos que somos, y eso no le gusta a nadie, ¿entiendes?
Así que deja de ponerte a hablar como si fueses un puto político y de largar
interminables discursos que no le interesan a nadie. Déjame tranquila para
que pueda encontrarte un trabajo denigrante, ¿vale capullo?
- Euh... ¿sí?
- No titubees, imbecil. Dí: sí, señora.
- Grmblfff... Si esperáis que el hijo del orgulloso Zeus os acepte en una
jerarquía superior, señora...
La negra se lo queda mirando una vez más por encima de sus gafas diminutas.
- ¿Ves? Ya lo estás haciendo otra vez. ¡A nadie le interesa quién sea tu
padre, gilipollas! A ver, voy a mandarte a limpiar suelos, listo... Aquí
está... Te vas a ir con el capullo de Olaos, el griego... Vais a dejar el
Coliseo como los chorros del oro.
- ¿Coliseo?
Atenea bosteza.
- ¿Otro trabajo humillante para su dignidad divina? ¿No es lo que lleváis
haciendo la última semana padre?
La diosa está apoyada en su lanza, asomada sobre el borde del estanque a
través del cual se observa en el Olimpo todo lo que le ocurre a Hércules.
Zeus, un poco apartado, está en una especie de trono. Se pone en pie y se
acerca a ella.
- Es que ahora, dentro de un rato, viene lo bueno. Atenta, atenta...
Ella levanta una mano.
- Un momento, padre.
La diosa avanza hasta el trono, mete una mano bajo las patas de éste, y de
ahí saca a...
- ... El parlanchín Hermes. ¿Estabas espiando nuestra conversación, dios de
los viajeros?
- Al contrario orgullosa hermana, tan sólo recogía unos dracmas que se me
habían caido, no he escuchado nada sobre la nueva vida del León del Olimpo
ni las humillaciones a las que está siendo sometido, ni tampoco...
- No puedes revelar nada. - lo interrumpe enérgica Atenea.
- Claro que no diré nada, yo soy un dios bueno, ¿verdad que lo sabes papi?
Dile a Atenea que me suelte, no me chivaré.
Zeus sonríe de forma bonachona.
- Déjalo ir, es un buen chico, sólo algo curioso.
- Tiene casi 5000 mil años, padre, dejad de tratarlo como si fuese un crío
travieso.
- Estás celosa porque soy su preferido.
Atenea le saca la lengua.
- Cállate imbécil.
Lo suelta y el pequeño dios se marcha a toda velocidad. La diosa de la
sabiduría mira con reproche a su padre.
- Vamos... ¿Quién puede castigarlo con esa carita que pone?
Coliseo.
Bienvenidos a la cancha de The Lions (los leones :P) el equipo de
baloncesto más patético que jamás jugó en la NBA1. Ian Olaos, un
descendiente de inmigrantes griegos, bajito y borracho, que va a la misma
ETT
que nuestro héroe, y el mismo Herc en su personalidad mortal, se encuentran
en ella, vestidos con sendos monos azules y portando el kit del perfecto
bedel. De hecho, Herc, con su barba y su cara de cabreo, casi tiene cierto
aire a Willy, el bedel del colegio de primaria de Springfield.
- Buenoooo... - dice balbuciendo Olaos. - Tenemos que ponernos a ello, ¿no?
Hay que dejarlo reluciente.
- Grmblff... Por las puertas del Hades que jamás espere verme de nuevo
rebajado a esta clase de trabajos.
Media hora después los dos se arrastran por los escalones de las gradas
limpiándolos al estilo Cenicienta: con cepillo - no de dientes, sino de
zapatero - y cubo lleno de jabón y agua. Olaos se detiene y se sienta.
- Puff... Que cansado es esto. - mete una mano en el interior de su mono y
saca una botella. - ¿Un traguito, Stevie, muchacho?
Hércules enarca una ceja.
- Mmmm... No sé si mi padre en los cielos aprobaría eso...
- ¿Tu queee? ¿No serás mormón, ni del Palmar de Troya ni nada de eso,
verdad?
- ¿Troya? ¿Qué es un mormón?
- Déjalo... Va a ser verdad que vienes del culo del mundo, como dice la
gorda. - afirma mientras da otro trago a la botella.
- ¡Eh, ustedes! - grita una voz femenina desde la otra punta de la cancha. -
¿Han encerado ya el suelo?
- ¿Un traguito, señora? - dice Olaos, al que la mujer casi ni escucha.
Se acerca a ellos con paso enérgico, debe tener entre 30 y 40 años, algo más
baja que Hércules, complexión fuerte, es fácil imaginarla dando
instrucciones en una fábrica de almohadillas de Leningrado con uniforme del
Ejército Rojo, a lo cual contribuye su fuerte acento eslavo, su pelo rubio y
sus ojos azul hielo.
- ¿Se puede saber por qué están limpiando los asientos cuando debería estar
encerando el suelo? Lo necesito para que ensayar el número del descanso.
- ¿Es usted el número del descanso?
- ¡Idiota! Dirijo a las cheers-leaders...
- ¿Cheers-leaders?
- Disculpen a mi amigo señoras... Era un intelectual, un profesor, antes de
venir a esta tierra de oportunidades...
- Ah... - la enorme mujer se vuelve sonriendo con comprensión hacia
Hércules. - Yo era profesora de ballet en Croacia y fui profesional en la
antigua Yugoslavia.
Extiende la mano hacia Hércules:
- Me llamo María Egarov.
- Er... Steve Whitman... - contesta el León del Olimpo recordando que muchos
titanes le han estrechado la mano con menos fuerza.
- ¿No era inmigrante?
- En la ETT tenemos una porra, querido elefante rosa.... - dice
entrecortadamente Olaos. - Unos dicen que es inglés, pero por su acento
otros que tiene que ser polaco y se ha americanizado el nombre... Yo creo
que debe ser albanés...
- ¿Dónde..?
- ¿Por qué albanés?
- No lo sé... ¿Qué es un albanés, elefante rosa?
- ¿De dónde es usted entonces?
- En realidad nací cerca de Tiro, pero no he sido jamás profesor en materia
alguna, yo...
- ¿Eso está en el Líbano?
- Me aburro. Tengo que quemar un par de Academias de la Lengua, padre...
- Creí que protegías la sabiduría, Atenea...
- Precisamente por eso.
- Bueno, cálmate. Haré que el tiempo pase un poco más deprisa...
- ¿Éste es el juego que llamáis baloncesto? - pregunta Herc.
- Así es, compa... - contesta Oalos.
Ambos están parados en uno de los extremos del campo, mientras los Lakers
humillan cruelmente a los estúpidos Lions. Están encargados de fregar el
suelo con sendas mopas si alguno de los armarios empotrados de doble cuerpo
que se disputan la pelotita cae y arrastra su sudoroso cuerpo por el mismo.
- No parece un deporte muy noble... No merecería ser parte de unas dignas
olimpiadas...
- Pero qué dices... Si ganamos la medalla de oro siempre...
- ¿Tiene el rango de disciplina olímpica? ¡Qué ignominia!
- Lo que tú digas...
El segundo cuarto termina (Lakers 79 Lions 22, en serio) y las
cheers-leaders salen a la pista. Los ojos de Herc hacen chiribitas.
- Al menos sí hay cosas interesantes en este juego...
- Y que lo digas... ¿un traguito?
- Hum..., ¿por qué no? Un poco no puede ser malo...
Herc pega un pequeño sorbo de la botella de whisky de su compañero.
- Este licor, es extraño...
- ¿Te gusta? No hay nada como est...
CRASH
Por el techo del Coliseo penetra un asteroide que aterriza en el centro de
la pista. Casi habría aplastado a las cheers-leaders, de no ser porque son
tan torpes que se habían caido unos segundos antes sobre la mesa del reloj
al intentar hacer una pirámide, para disgusto de su entrenadora.
- ¿Ésta era tu sorpresa, padre?
- Er, pues no... Yo pensaba provocar un enfrentamiento entre el León del
Olimpo y el villano Juggernaut, que en su forma humana se encuentra viendo
el partido.
- Vaya...
Esto es Nueva York, y el - escaso - público del Coliseo está acostumbrado a
cosas como ésta, así que salen atropelladamente arrollándose los unos a los
otros. Los seguratas, en lugar de acercarse al asteroide buscan en la guía
el número de los 4F.
Herc, sin pensarselo mucho, decide acercarse al aerolito. Olaos le grita
desde lejos:
- Stevie, chaval, déjalo, a ver si te va a convertir en Calzoncilloman o
algo así...
Hércules apoya una mano sobre la roca inspeccionándola visualmente. No
parece más que una piedra gorda. Con su fuerza normal - para él normal no es
en su estado mortal, sino en el divino, claro - podría levantarla y
llevársela de allí como el que saca la basura. Sólo tendría que pedir
permiso a Zeus.
- Atiseñordelolimpoyoreclamomifuerza. -murmura por lo bajinis.
- Qué hermano más imbécil tengo.
- No todos los dioses podían nacer de mi cabeza...
- No, algunos nacieron de tu muslo, y así salieron.
- Dionisos casi ha superado sus problemas psicológicos.
- Hera le estrujó el cerebro, lo suyo no pide tratamiento psicoanalítico,
pide una lobotomía...
- Pfff... No es el tema... No pienso darle su fuerza en público, si a eso te
refieres.
- Ya...
Herc sigue murmurando cada vez más cabreado, quizás Zeus pretenda que lo
diga a voz en grito, pero la última vez que lo hizo así tampoco le dio su
fuerza y quedó en ridículo.
La entrenadora de las cheers-leaders se acerca a él.
- ¿Está rezando? Pensaba que era usted más culto que eso...
- ¿Euh?
Un tipo enorme y pelirrojo llega desde las gradas y aparta a Herc de un
empujoncito.
- Perdona, chiquitín, así no conseguirás moverlo.
Nuestro héroe enrojece de ira.
- ¡¿Cómo os atrevéis?!
El otro sonríe y se sube a un hombro el asteroide sin apenas esfuerzo.
- ¿Decías, pequeñajo?
Hércules es consciente de que en su estado actual no podría con semejante
tipejo y que Zeus no le va a conceder su fuerza para una bronca por un
quítame allá esas pajas, pero alarga un brazo para detener al gigante cuando
algo cae del asteroide: una pequeña bolita de color amarillo, del tamaño de
una pelota de tenis.
Todos se quedan mirando como ésta llega hasta el suelo y rebota hasta
quedarse parada delante de un disfraz vacio de la mascota del equipo, un
león
de trapo.
POP.
1.- Sí, me lo he inventado.
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