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Guerras Infernales: Infierno Urbano LS

GUERRAS INFERNALES: INFIERNO URBANO #1
Guión: Ben Reilly

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Natasha Romanoff sólo quería relajarse después de un vuelo desde Moscú. Tomarse un baño, quizás visitar a Ash o algún otro colega, nada que implicase demasiado esfuerzo pero Nueva York parecía tener otros planes. Primero, un broker se había transformado en demonio justo delante de sus ojos. Luego, relámpagos púrpura quebraban los cielos en una tormenta como nunca había visto y al fondo, casi perdida en el horizonte se podía divisar una cúpula de color similar al cristal negro, que cubría toda la ciudad. Ya no habría noche tranquila. Cogió su teléfono móvil. Saturación de líneas. Otro de los grandes inventos de la humanidad que no servía para nada cuando de verdad lo necesitabas.

Los ventanales del aeropuerto se rompieron. Los demonios entraron arrasando con todo atacando a quien se pusiera por su camino. La Viuda Negra saltó y se interpuso entre ellos. Derribó a dos, a tres, a cuatro demonios moviéndose de un lado a otro con la agilidad y rapidez aprendida tras todos sus años de servicio pero pronto se dio cuenta de que no podría hacer mucho más. Estaba muy sobrepasada en número y por cada demonios con el que terminaba dos más ocupaban su lugar así que tomó una decisión difícil. Recogió el arma de un policía muerto y se abrió camino a tiros fuera del aeropuerto eliminando de su mente cualquier resquicio de culpa por haber dejado a aquella pobre gente a merced de semejantes engendros de la naturaleza.

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Marc Spector, el hombre conocido como Caballero Luna, apuró el último trago de la taza de té que se había preparado. Aquella noche era su hermano Randall el que había asumido las ropas del Caballero Luna y había ido a patrullar por la Ciudad que Nunca Duerme así que esa noche le tocaba descansar a él. Una noche tranquila en definitiva.

Una noche tranquila que dejó de serlo en cuanto Marc escuchó el ruido de los cristales al romperse seguido a continuación por lo que parecían pisadas en el piso de arriba. Fue hacia la mesa de estar donde recogió una pistola y comenzó a subir las escaleras pegado a la pared maximizando su ángulo de visión cuando la luz parpadeó un par de veces hasta que se apagó del todo.

Sin ninguna luz más allá de la que dejaban entrar las ventanas pudo divisar a través de estas una extraña cúpula que parecía recorrer el cielo nocturno de la ciudad. Distraído por tan extraña visión, no logró ver cómo el intruso de su piso se le abalanzaba. Logró encajar bien el primer golpe pero perdió el equilibrio y fue escaleras abajo. Aún retorciéndose de dolor logró rodar para sacarse de encima a su oponente que ya intentaba agarrarlo por todos los medios.

- ¡Detente o disparo! -gritó Marc sin ver del todo a su oponente-.

Marc dio un salto hacia atrás cuando el oponente le atacó. Desgraciadamente no fue lo bastante rápido y notó cómo una zarpa le hería el pecho. Al menos ahora ya sabía que se enfrentaba a algo que no era humano lo que le permitió disparar varias veces su arma, sin embargo la criatura no pareció notar los efectos. Tenía que encontrar sus armas de Caballero Luna pero antes quería echarle un vistazo a la criatura con la que se enfrentaba.

Corrió hacia la criatura, disparó un par de veces para despistarla y se lanzó entre sus piernas para superarla deslizándose por el suelo. Se puso de pie enseguida notando cómo la criatura ya se daba la vuelta para perseguirle pero Marc ya había cumplido de sobras su objetivo. Accedió al segundo cajón del mueble que tenía justo enfrente y cogió la linterna. Luego se lanzó hacia un lado disparando y rodó por el suelo encendiendo la linterna y enfocando a la cara de su atacante.

El rostro, deformado por facciones demoníacas, no lo reconoció pero el traje... era el traje del Caballero Luna, su hermano.

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Elektra Natchios, antigua asesina de la Mano y ahora miembro del escuadrón de SHIELD conocido como el Equipo entrenaba cómodamente en un gimnasio público de Nueva York alejada de las modernas instalaciones de SHIELD y de sus ruidosas compañeras lo que la dejaba mucho más tranquila.

Esa tranquilidad también tenía su lado malo y eran las continuas miradas que los hombres y alguna mujer que otra le dedicaban, mezcla de amor, odio, envidia y deseo. Muchos sentían la tentación de acercarse pero entonces Elektra se ejercitaba a fondo con las pesas y aquellos impulsos cambiaban rápidamente hacia el miedo y el respeto absoluto. Aunque había algunos que no se daban por enterados.

- Ey, monada -dijo el típico musculitos sudoroso y de camisa cuatro tallas más pequeña de lo que necesitaba-. ¿Qué te parece si tú y yo nos quitamos todo este sudor de encima, tomamos una copa y luego sudamos un poco más?

Había que reconocer que el tipo era un completo capullo y que la consiguiente patada que iba a recibir en la entrepierna se la tenía merecida probablemente desde hacía muchos años. Pero entonces las luces parpadearon y la electricidad se fue de todo el gimnasio. Afortunadamente las luces de emergencia hicieron acto de aparición sólo unos segundos después y Elektra tuvo que reconocer que el capullo se había vuelto algo más interesante ahora que se había convertido en un demonio.

Y que fuera un demonio o algo muy similar tenía sus muchas ventajas. De ese modo, Elektra pudo coger la pesa de diez quilos que tenía en la mano y estampársela en la cara sin preocuparse porque sufriera algún daño cerebral (aunque si aún siguiera siendo humano, el daño cerebral tampoco hubiera sido una posibilidad)

Aún preguntándose qué es lo que le habría pasado echó una mirada alrededor del gimnasio y vio que no era un caso aislado. Varios demonios parecían haber poseído a las personas y estaban sembrando el caos dentro del edificio."Magia" pensó Elektra. De todas las cosas que no le gustaban en el mundo, la magia podría situarse en una posición muy alta.

Repasó mentalmente sus opciones mientras daba un salto y salvaba a un señor mayor de su mujer-ahora más que nunca demonio. La gente intentaba llamar por sus teléfonos móviles pero una voz femenina informaba entre interferencias de una saturación en las líneas, así que las opciones de contactar con SHIELD o sus compañeras de escuadra estaban anuladas. Sus armas se encontraban en su taquilla, al otro lado del gimnasio pero realmente no le solucionarían nada de nada en ese instante. Además con la cantidad de pesas que había por ahí tenía más armas de las que podía poseer en su arsenal particular.

Pero ahora su prioridad no eran las armas si no salir fuera del gimnasio y poner a la gente a salvo. Cogió varios de los discos más ligeros y los lanzó como si de estrellas ninja se tratasen las lanzó contra todas las personas convertidas en demonio que había por ahí. Obviamente no pudo dejarles inconscientes con semejante golpe pero sí les dejó lo suficientemente cabreados para que dejasen lo que estaban haciendo y se concentrasen en ella.

Con un buen número de demonios persiguiéndola Elektra echó a correr atravesando el gimnasio como si fuera un rayo y salió a la calle donde sus peores temores se confirmaron, aquello no era un incidente aislado y parecía que todo Nueva York o una buena parte de la ciudad lo estaba sufriendo. Por si fuera poco, una especie de cúpula cubría el cielo de la ciudad y por si aún fuera poco un bastón que Elektra conocía muy bien estuvo a punto de alcanzarla de no ser porque percibió su presencia segundos antes y pudo esquivarlo con una grácil voltereta.

- ¿Matt?

Pero aquel ya no era Matt Murdock, alias Daredevil, si no el demonio que le había poseído.

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Danny Rand llegaba tarde. No es que fuera del todo culpa suya. Mientras atravesaba andando la ciudad, una costumbre que había adquirido últimamente y que le encantaba porque le permitía conectar con la gente de la ciudad fuera de la clase que fueran, no pudo evitar oír la discusión que un hombre tenía con su mujer. Por el tono de la discusión, Danny sabía que no acabaría en nada bueno y procedió a desprenderse de sus ropas para dejar a la vista su traje de Puño de Hierro.

De un salto accedió a la escalera de incendios y subió por ella hasta colocarse en al alféizar de la ventana contemplando la escena. Quería darle una oportunidad a aquel hombre pero en cuanto alzó la mano actuó.

- Ni te atrevas -dijo desde la ventana con un tono neutro, sin elevar demasiado la voz, pero cargado de fuerza-.

El hombre, sorprendido al principio, no reaccionó positivamente. Después de jurar algo que Danny querría no volver a tener que oír volvió a intentar pegar a su mujer. Danny saltó en medio y agarró el puño del hombre. Concentró su chi en la palma de la mano y aplastó la mano de aquel pusilánime. Puede que sus poderes le estuviesen matando poco a poco pero prefería la muerte a no hacer nada en aquella situación.

- Si le vuelves a intentar poner la mano encima, volveré y la próxima vez, será algo más que una mano magullada.

Danny le soltó, el hombre pareció entender el mensaje porque se separó frotándose la mano magullada. Aún así, Danny le lanzó una mirada amenazante antes de salir del piso y volver a la calle. Se puso de nuevo sus ropas y echó a correr porque llegaba ya muy tarde.

Cuando llegó al lugar donde había quedado con Luke Cage de pronto hubo un apagón y Danny sufrió un dolor muy intenso en el pecho que le hizo caerse al suelo. Por suerte, Luke Cage le había visto a lo lejos y ya se acercaba a comprobar su estado.

- ¿Danny? ¿Danny?¿ Estás bien? -preguntó Cage tratando de incorporar a su amigo-.

- Grrrrrrrr

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Peter Parker apuró el último bocado de su perrito caliente mientras colgaba boca abajo, algo ciertamente complicado, del mástil de una bandera de los Estados Unidos. El perrito sabía horrible aunque no era tan mala como aquella película que había ido a ver donde aquel pobre pardillo hacía un pacto con el diablo a cambio de salvar a su madre moribunda pero por el contrario perdía a su esposa. Capullo.

¿Y de quién era la culpa de todo? De su querida esposa con su manía de que tenía que tener una noche libre de ella y de la niña e ir por ahí con los colegas a pasárselo bien. ¿Por qué no podía su mujer ser como las demás y querer ella la noche libre? Pues porque probablemente a él no le importaba quedarse con la niña y que su mujer fuera a tomarse un respiro pero Murphy trabaja así. Claro que más triste le había parecido cuando mirando la agenda de contactos en su móvil se dio cuenta de que ir al cine solo parecía una mejor experiencia que quedar con sus amigos. Entre aquellos que hacía tiempo que no visita, otros que estaban enfadados con él y otros que se habían convertido en villanos y/ o muerto aquél día estaba más solo que la una. Y decidió ir al cine, con los resultados antes descritos. Lo único bueno del día había sido levantarse del cine e irse, lástima de haber pagado dinero.

- Bueno, al menos el día está acabando...

Su sentido arácnido se activó. La cabeza le vibró tanto que por un momento perdió pie y comenzó a caer para reaccionar décimas de segundos después y lanzar un telaraña hacia el alféizar de una ventana cogiendo impulso para posarse en el tejado del edificio colindante.

- Yo y mi bocaza -dijo mirando una extraña cúpula que cubría Nueva York y cómo está empezaba a cobrar de nuevo vida tras un apagón-. Al menos estoy seguro de que esto no puede ser peor.

- Paaaaaaaaaaaaaaaaaaaarkerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr

- ¿Ock?

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Felicia Hardy lamentaba profundamente haber llevado a su compañera de equipo, Jessica Drew al cine. No porque la película fuera una basura sobre un pobre pardillo que hacía un pacto con el diablo a cambio de salvar a su madre moribunda pero por el contrario perdía a su esposa. Si al menos hubieran sido inteligentes las dos y hubieran hecho como aquel delgaducho que se había largado del cine antes de tiempo.

Pero por aquello no era por lo que Felicia lamentaba profundamente haber salido aquella noche, ni siquiera por el apagón o por la extraña cúpula que cubría todo Nueva York. No, era la Jessica Drew poseída por un demonio y que la agarraba ahora mismo del cuello por lo que pensaba que aquélla noche podría describirse como un asco.

CONTINUARÁ
 
 
   
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