MarvelTopia
Marvel
 
 
PORTADA
Escucha los muros caer. Huele el azufre que impregna el aire. Contempla a los Señores Infernales dirigiendo sus fuerzas. Siente el choque atronador de demonios en combate. Palpa el miedo de la humanidad.

Porque ha estallado una guerra oscura.

Y, para nuestra desgracia, se esta librando en la Tierra.
 

Guerras Infernales LS

GUERRAS INFERNALES #5
Argumento: José González y Tomás Sendarrubias
Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: Israel Huertas

-----

Fortaleza infernal de Styra, Reino de Belial.

Samuval bosteza de aburrimiento mientras revisa de nuevo a las tropas dejadas bajo su mando por Lord Belial. Samuval, de la Hueste de Marfil, observa el centenar de demonios reunidos bajo su mando en el patio de la fortaleza, y maldice de nuevo. Demonios de castas inferiores, areneros, flageladores y carnívoros. Ni blindados, ni entidades, ni cazadores, ni hostigadores ni espaderos, todos los miembros de las Legiones de Belial estaban en la Tierra, luchando la verdadera batalla.

Donde Samuval debería haber estado de no haber sido porque Lord Xanthi, uno de los Consejeros de Belial había descubierto que Samuval era el amante de Lady Cymria, su consorte. Y ahora, Samuval se encuentra en el último rincón del reino de Belial, vigilando... nada, y lejos de Cymria, de Dis, de la Tierra y el verdadero poder. Alrededor de ellos, sólo brumas, las nieblas dimensionales que separan los diferentes reinos.

Mientras el heraldo lee con voz ronca los nombres de los convocados, Samuval bosteza de nuevo, y de pronto, un trueno rompe el firmamento. El centenar de demonios a las órdenes de Samuval mira hacia el cielo, que debería haber sido una masa compacta de nubes grises y sombras, pero hay luces ahí arriba, estallidos de color, y con un nuevo trueno, el propio suelo bajo sus pies se agrieta, y los demonios, aún más aturdidos, observan como unos macizos de rosas negras brotan de las grietas.

Sólo entonces, el vigía de la ciudadela toca el cuerno, la señal de alarma, pero ya es demasiado tarde para la defensa de Styra.

La Hueste de Corazón Oscuro emerge de las brumas.

-----

Antiguo Infierno de Daimon Hellstorm, Territorio Ocupado.

-¡HULK APLASTA!

El coloso esmeralda aparece en pleno corazón de las filas de los ejércitos de Corazón Oscuro, causando un instante de profunda conmoción, suficiente como para cerrar sus puños en torno a la pierna de uno de los gigantescos behemots semejantes a mamuts, y arrancándosela de un fuerte tirón, haciendo que el animal se desplome entre berridos. Un grupo de demonios trata de acercarse, pero Hulk entrechoca sus manos creando una onda de choque que les barre.

-Corazón Oscuro no debió devolver al verdecito a su estado bestial-masculla, con una sonrisa ácida Halcón Nocturno a Ben Reilly, mientras Estrella Oscura les lanza a algunos metros del coloso esmeralda. Tras ellos, el resto de los Defensores hace su aparición, atacando los flancos de la formación, extendiendo el caos con tal rapidez que los generales del ejército infernal no tienen tiempo de reaccionar, y cuando giran para dispensar las órdenes adecuadas, son sorprendidos por el Príncipe Namor, que les golpea como un misil, al tiempo que su retaguardia es barrida por la Gárgola y el resplandeciente filo de la espada de la Valquiria, que cercena y corta todo aquello con lo que se cruza.

Menos de veinte minutos después, esa columna del ejército de Corazón Oscuro se había dispersado, y de aquellos que no habían podido huir sólo quedaba una masa gelatinosa y viscosa.

-Sólo nos quedan otros tres millones de bichos-dice Halcón Nocturno, limpiando lo mejor que puede el filo de uno de sus cuchillos con el repulgo de su capa.

-Hulk quiere aplastar más monstruos feos-escupe el coloso, mientras la Valquiria posa una de sus manos en la muñeca de Banner, que de inmediato, parece tranquilizarse-. Hulk quiere...

-Deberíamos trazar un plan mejor-dice Ben Reilly-. Ya hemos liberado testosterona, pero no podemos seguir recorriendo kilómetros y kilómetros de infierno como si fuéramos partisanos rusos durante la Segunda Guerra Mundial.

-Una analogía interesante-masculla Estrella Oscura, y Ben enrojece bajo la máscara

-Lo siento, no quería...

-Deja a Hulk en paz, ser transparente, Hulk quiere...

Hulk da un manotazo al aire, sorprendiendo a la Valquiria, como si estuviera alejando algún tipo de molesto insecto.

-Estupendo, mosquitos del infierno-gruñe Jack, devolviendo el cuchillo a su cinturón, mientras Namor toma tierra junto a ellos.

-Nada-dice-. Sólo tierra arrasada por todas partes.

-¿Alguien pensó en cómo íbamos a volver a salir de aquí?-pregunta Ben.

-No hay salida-responde la Gárgola-. Al menos no cerca de donde nos encontramos.

-Hulk molesto con cosa transparente...-gruñe Hulk.

-Tranquilo, viejo amigo-susurra Valquiria, pero ahora Hulk mira más allá de ella, con los dos ojos fijos en un punto concreto del aire, como si no viera siquiera a la guerrera. Hulk avanza un par de pasos, arrastrando a la Valquiria y haciendo que Ben Reilly tenga que esquivarlo, a punto de ser arrollado.

-¡Ey, cuidado con el expreso verde!-exclama el clon, pero Hulk le ignora.

-Detente, gigante-dice Namor, poniéndose ante Hulk, pero este apenas le dirige una mirada, antes de dar un nuevo paso.

-Aparta del camino de Hulk, hombre-pez-gruñe-, la cosa transparente dice que debemos ir hacia allá...

-¿Alguien entiende algo?-pregunta Jack.

-Es como si él viera algo que los demás no vemos-responde Estrella Oscura,

-Pero hay algo ante él-afirma la Gárgola-. Una vibración en el aire, casi imperceptible...

-Yo he sobrevolado esa zona-gruñe Namor-. Y no hay nada...

Hulk da un paso más, y luego otro. Y entonces, salta, desapareciendo casi de la vista de sus compañeros.

-Estupendo-gruñe Namor, que echa a volar de inmediato tras él, mientras Estrella Oscura crea una plataforma de materia negra alrededor del resto de los Defensores, elevándoles y volando enseguida tras Hulk y Namor en dirección a ninguna parte.

-----

Catedral de San Patricio, Manhattan.

Erguido en el sitial que había crecido de la propia piedra por obra de su poder, Belial observa en silencio como la cúpula que se había alzado sobre su creación, sobre su capital en la Tierra, sobre Nueva Dis, se desmorona. La magia que había unido su reino infernal y Nueva York a través del héroe conocido como Capa le había costado una gran inversión en poder y recursos, y ahora...

Ahora todo se viene abajo.

Las grietas se extienden por toda la cúpula, y los fragmentos caen, disipándose sobre los Cinco Distritos. Desde Manhattan al Bronx, desde Brooklyn a Queens y a través de Staten Island, Belial siente que sus demonios, sus hordas, miran al cielo tan aturdidos como él, preguntándose qué va a ocurrir ahora.

-Mi señor...

Belial se gira y sus ojos centelleantes se detienen sobre una criatura de piel verdosa, todo hueso y cartílago, con los ojos facetados, amarillos y garras que derraman un extraño icor oscuro que burbujea sobre la piedra caliza.

-Farax...-gruñe Belial, posando la mano sobre el pomo de su espada, haciendo que el demonio mensajero tiemble de la cabeza a los pies-. Espero que las noticias sean buenas...

-Mi señor-gimotea el demonio, restregándose las manos, nervioso-. Dis... las fronteras...

-Tus balbuceos siempre me han parecido un tanto exasperantes, Farax-dice el señor infernal, desenvainando la espada, que sale de la funda con un amenazante siseo, y se apoya en ella.

-Las Tres Hermanas dicen que un huracán está arrasando Dis-balbucea Farax-, y las fuerzas de Corazón Oscuro han traspasado las fronteras del Reino de Hellstorm. Dicen que es el mayor ejército que ha campado nunca por los infiernos desde el Alzamiento y...

La frase de Farax concluye con un golpe seco cuando su cabeza se desprende de sus hombros y resbala por el tejado de la catedral hasta quedar enganchada en una gárgola de piedra, que gira sus ojos hacia el despojo con desdén antes de volver a escrutar el horizonte.

Belial, con la espada aún en la diestra, cierra los ojos y proyecta su conciencia hacia su reino, pero el contacto le rehúye.

Ni siquiera maldice, simplemente se vuelve hacia la ciudad, empuña la espada y grita.

-¡Destruidlo todo! ¡Todo!

-----

Hidrotransporte Dseta, Costa de Staten Island.

-Señora Richards...

Sue da un respingo y, de forma instintiva, un campo de fuerza la envuelve, protegiéndola de cualquier tipo de ataque que pudiera amenazarla. En este caso, la única amenaza la constituye una mujer de unos treinta años, vestida con el uniforme de SHIELD y con un curioso color verde en el cabello, que se aparta de ella instintivamente cuando Sue abre los ojos sobresaltada.

-Dios mío-masculla Sue, apartándose el pelo de la cara-. ¿Qué...?

-Se quedó dormida, señora Richards-informa la mujer-. Usted y su compañera, estaban agotadas1, pensamos que era mejor que descansaran, pero ahora... En fin, algo está pasando y la barrera se ha derrumbado, pensamos que lo mejor era despertarla.

-Sí, muchas gracias-masculla Sue, incorporándose y siguiendo a la agente de SHIELD a través de un pasillo, en dirección al exterior de la unidad marítima de la agencia. El Hidrotransporte Dseta había estado a menos de dos millas de Staten Island cuando todo había comenzado, y había sido la base de operaciones de SHIELD dentro del área del domo, y hacía allí habían llevado a la Mujer Invisible y a Puñal los agentes de la organización tras encontrarlas en la ciudad.

Inmensos pilones de acero y cristal conforman la estructura de la torre móvil, la versión acuática del Helitransporte, orientada hacia Staten Island. Cuando Sue y Tandy llegaron al Hidrotransporte, el cielo sobre ellas estaba empañado por las peculiares auroras boreales provocadas por la cúpula demoníaca. Ahora, salvo por alguna nube aislada, y con la energía eléctrica de la mayor parte de la ciudad cortada, el cielo estaba claro y las estrellas resplandecían.

Después de las últimas horas, Sue siente que el corazón se le encoge mientras llega al exterior, donde escucha también el sonido de las olas. Tandy está ya allí, sosteniendo una taza de café caliente, acompañada por varios agentes de SHIELD.

-La ciudad ya es accesible desde el exterior y las comunicaciones han vuelto a la normalidad-explica la mujer que acompaña a Sue-. Tenemos contacto con el Helitransporte, con las bases internacionales de SHIELD, el resto de los Hidrotransportes y el acuartelamiento de emergencia establecido en Jersey.

-Furia está en camino-sonríe Sue, y la mujer asiente-. Mi hijo, mi marido y mi mejor amigo están allí, y no sé nada de ellos desde que todo empezó. Y mi hermano...

-En estos momentos estamos en condiciones de proporcionarle transporte hasta la ciudad, señora Richards, pero aparte de un piloto, hasta que tengamos una lectura completa de la situación no puedo prescindir de más hombres...

-No soy una mujer que dependa de escoltas-comienza a decir la agente, pero Tandy la interrumpe.

-Yo voy con usted-dice Puñal, decidida y mirando fijamente a la ciudad-. Tengo que encontrar a Ty.

-¡Mirad!-exclama uno de los hombres, y todos se giran hacia el punto que señala. En el cielo, arde un símbolo que, por un momento, les devuelve la esperanza, un signo ardiente que hace que todos los ojos se dirijan hacia Sue.

-Agente...Brand-dice Sue, volviéndose hacia la mujer y leyendo el nombre que luce en su uniforme-. Acepto ese piloto.

Mientras Abigail Brand se gira para dar las órdenes adecuadas, Sue Richards y Tandy Bowen no dejan de mirar el número 4 llameante que arde en el cielo de Nueva York.

-----

Alrededores de la Catedral de San Juan el Divino, Norte de Manhattan.

Cuando Elektra recupera la conciencia, la primera sensación que tiene es la de peligro inminente. Ni siquiera abre los ojos antes de incorporarse y desenfundar los sais que lleva sujetos al cinturón, adoptando una pose defensiva, y dispuesta a atravesar a cualquier atacante que estuviera cerca.

-¡Ey, ey, ey!-exclama una voz de mujer, y Elektra de inmediato la reconoce y clasifica dentro del espacio de su mente reservado a la gente que no suponía una amenaza, al menos inmediata-. Abajo los cuchillos...

Elektra gira los sais para bajar los filos, y mira finalmente a su alrededor. A escasos pasos de ella, la Gata Negra alza las manos al tiempo que se interpone entre Elektra y el cuerpo de una mujer tendida en el suelo, la joven a la que habían rescatado de los demonios. Un poco más atrás, la Viuda Negra también comenzaba a incorporarse, pinzándose el puente de la nariz para tratar de alejar el dolor de cabeza y el mareo.

-¿Qué ha sido eso?-gruñe Natacha, mirando hacia arriba y abriendo repentinamente los ojos-. ¿Y qué ha pasado con la barrera?

-Ha desaparecido-responde Felicia, volviéndose hacia la iglesia-. Luna entró ahí después de que desaparecieran los fantasmas, y no sé si tendrá algo que ver pero al poco la cúpula se desplomó.

-Y hablando del rey de Roma-masculla la Viuda Negra en el momento en que en las puertas de la Catedral se perfila la silueta del Caballero Luna, que sostiene entre sus brazos el cuerpo yaciente de Capa, con el inmenso manto de oscuridad ondeando alrededor de ambos.

-¿Esto significa que todo vuelve a la normalidad?-pregunta la Gata, suspirando al ver que las estrellas vuelven a brillar sobre ellas.

-No-replica Elektra, que alza de nuevo los sais.

Con un rugido semejante a un trueno, una horda de demonios se arroja sobre ellos procedentes de todas partes.

-----

Helitransporte de SHIELD, Cerca de Nueva York.

-Llegaremos a Nueva York en cuatro minutos, señor-dice uno de los oficiales, y Furia asiente, viendo el skyline de la ciudad desde el inmenso ventanal que forma el frontal de la nave insignia de SHIELD. La cúpula había desaparecido, y unos minutos antes, finalmente las comunicaciones se habían restablecido, de modo que el Helitransporte había comenzado a recibir telemetría en tiempo real de todo el globo. Tras Furia, los Vengadores que habían luchado contra Pandemonium en San Francisco, alternaban sus miradas entre el frontal y las pantallas que mostraban imágenes de diferentes lugares del mundo simultáneamente, mientras los analistas de datos recibían en sus monitores columnas y columnas de cifras2.

-Visión-dice Furia, girándose hacia el syntozoide-. ¿Eres capaz de presentar un informe completo en dos minutos?

-Por supuesto-responde el Vengador, capaz de procesar datos a altas velocidades-. Los cronómetros mundiales parecen volver a funcionar, el tiempo internacional se ha sincronizado de nuevo, normalizándose geográficamente. Amanece donde debe hacerlo y las estrellas brillan donde deben estar a nivel global, por decirlo así. Los datos de Wundagore se han estandarizado, un escuadrón de Templarios continúa estableciendo un perímetro de seguridad. Invasores, Eurocorps y algo llamado "el Clan Destine" están haciendo retroceder la invasión en Europa, aunque aún hay disturbios en un 60% del territorio. Rusia ha reestructurado el Protectorado del Pueblo y la Guardia de Invierno bajo un directorio coordinado. Sao Paulo en Brasil, Port Elizabeth en Sudáfrica y Palermo, en Italia, han dejado de existir. Hay demonios desapareciendo por todo el planeta, pero en torno a un 63% de los que permanecen han aumentado su agresividad y violencia. Una previsión de daños auguraría que, en caso de no ser detenidos, el número existente de demonios podría causar la desaparición de la sociedad actual en 7.2 horas... y de la humanidad en 35.53 horas...

-Me encanta ver que todo va a mejor-masculla Binaria, bebiendo un trago de una botella de agua.

-Hay noticias procedentes de la Balsa-continúa la Visión-. Una revuelta entre los internos se ha saldado con varios muertos, la directora Newman se encuentra herida de gravedad. El oficial al mando, James Craig, ha llegado a algún tipo de acuerdo sin precisar con algunos de los ocupantes para dirigirse a la ciudad3...

-¿Qué?-gruñe Furia-. ¡Hay que interceptarlos! ¡Ese Craig es un gilipollas!

-Imposible, Coronel-responde Visión-. Según los datos de salida de La Balsa, los internos y un equipo de ocho agentes deben haber llegado a Manhattan hace unos veintisiete minutos. Si fuera posible hacer un rastreo iónico, podríamos encontrarles, ya que Nefaria es uno de los prisioneros liberados.

-Genial, si no nos matan los demonios lo hará una panda de chiflados homicidas...-masculla USAgente.

-Tenemos trabajo, señores-dice Furia, girándose hacia Pantera Negra-. T´Challa, tenemos que hablar.

-----

En algún lugar de los Reinos Infernales, Tierra de Nadie.

-Esto no estaba aquí antes-gruñe Namor, con los brazos cruzados ante el pecho y los ojos clavados en la torre de basalto que se alza ante ellos, agazapada sobre un amplio desfiladero, cuya cima, coronada con once agujas afiladas parece desgarrar el propio cielo. A escasos pasos de él, el resto de los Defensores mira hacia la torre con extrañeza.

-Hombre transparente trae aquí a Hulk-farfulla el coloso esmeralda-. Hombre transparente dice que hombre pez engañado por magia... Hulk piensa que hombre pez es terriblemente tonto si engañado por magia...

-Oops, Hulkito empieza a ponerse hiriente...-masculla Ben Reilly, y Estrella Oscura se interpone instintivamente entre Namor y Hulk, rezando por no tener que detener realmente a ninguno de ellos.

-Deberíamos entrar-dice la Gárgola, con los ojos clavados en la torre-. Hay algo en ella...

-Pone los pelos de punta-farfulla Halcón Nocturno-. Pero supongo que ya que hemos llegado aquí... ¿Tú que dices, jefa?

Estrella Oscura mira confusa a Halcón Nocturno antes de darse cuenta de que se refiere a ella.

-¿Qué? Yo no...

-Llevas guiándonos desde que empezó todo esto-dice la Valquiria-. Lo justo es que nos lideres hasta el final.

-Bozhe moi-susurra Laynia, y finalmente asiente-. Entremos.

-Hulk-dice la Valquiria, y el titán verde la mira-. Necesitamos que abras las puertas...

Con un grito, Hulk se lanza contra las puertas de la torre, y cuando estas se abren, la oscuridad se desborda sobre ellos.

-----

Hospital de campaña del ejército, Nueva Jersey.

-¿Qué está pasando?-gruñe el General Ross, mientras sus hombres se distribuyen a toda prisa alrededor de las lonas del hospital de campaña. A su lado, María Hill empuña una UZI, mientras una cacofonía de gritos, aullidos y rugidos llega desde el exterior.

-Han vuelto, General-responde Hill-. Los tres mutantes están ahí fuera, dirigiendo la defensa.

-No lo conseguirán-dice Cecilia Reyes, arrojando a un lado la bata de médico-. Tengo que volver a salir ahí y...

-Lo siento, señorita Reyes, pero no puedo permitírselo-replica Ross, haciendo una señal a María, que se interpone entre la doctora Reyes y la salida de la tienda de mando-. Es usted una civil sin entrenamiento, no...

-General Ross, a pesar de que me mire como si tratase de congelar mi sangre, si decidiera salir ahí fuera no podría usted impedírmelo-dice Cecilia, plantándose ante María, pero mirando a Thunderbolt Ross-. Si ampliase mi campo de fuerza, usted y la teniente Hill saldrían de la tienda por delante de mi...

-La señora Summers dio esa orden, señora Reyes-interviene María, frunciendo el ceño-. Si ellos caen, si la primera línea no aguanta, necesitaremos de sus habilidades especiales para permitir la evacuación de los heridos.

-¿Y se supone que tengo que quedarme aquí quieta mientras ahí fuera muere gente?

-Nadie ha dicho nunca que proteger el mundo fuera fácil-sisea Ross, asegurándose de que su pistola está cargada.

-----

-¡Al suelo, pelirroja!

Jean se arroja al suelo justo a tiempo de evitar que las garras de una criatura cuyo torso giraba como un rotor de helicóptero le arrancasen el cráneo, mientras Lobezno salta por encima de ella, todo furia y garras, despedazando al agresor. Varios demonios tratan de acercarse, pero un rayo carmesí estalla ante ellos, lanzándoles a metros de distancia.

"¡Arriba, Scott!"

La voz de Jean suena en la mente de Cíclope, que de inmediato lanza un nuevo rayo óptico hacia el aire, desbaratando la carga de una bandada de arpías aladas y permitiendo a los soldados abatirlas con varias andanadas de artillería.

"No lo entiendo", dice Scott a través de su vínculo mental con Jean, "hace unos minutos parecía que todo había acabado, y ahora vuelven más enrabietados que nunca..."

"Quieren hacernos pedazos, percibo sus pensamientos", responde ella, "tanta ira... tanta rabia, Scott..."

Una salpicadura de sangre caliente y viscosa alcanza el rostro de Jean desde el demonio al que se enfrenta Logan, que yace completamente destripado sobre el asfalto. Una quemadura de ácido burbujea en el lado izquierdo del rostro de Lobezno, permitiendo ver destellos del revestimiento de adamántium de su cráneo. Gruñe, y se arroja sobre otra de las criaturas. Un martillo telequinético aplasta a varios demonios, pero Jean siente como muchos otros se dirigen hacia ellos, y entonces, escucha una voz familiar a su derecha.

-¡Jean, nos vamos de viaje!-exclama Illyana, y al instante, con un resplandor blanco, Jean desaparece.

"¿Scott?"

La voz de Jean resuena en la mente de Cíclope, que mira a su alrededor aturdido. Donde antes estaba su esposa, ahora no hay nada, ni un rastro, como si nunca hubiera existido.

-¡Jean!-grita, y los demonios se lanzan sobre ellos.

-----

Bosque de Transia, cerca de Wundagore.

Agotado.

Víctor von Muerte se siente tan cansado que por un momento, y aún bajo la sombra de la inmensa montaña en la que el Dios-Demonio Chthon ha sido vencido y de nuevo atado4, tiene la impresión de que va a derrumbarse, a desplomarse sobre la hierba y a dormir.

Sonríe amargamente ante un deseo tan banal.

Sólo desea dormir.

Por suerte para él, el joven mago aún duerme, y yace en sus brazos, víctima del hechizo que se ha llevado las últimas fuerzas de Muerte tras contener a Chthon. Al menos, no hable, ya que una criatura tan pedante pondría a prueba la escasa paciencia de Víctor von Muerte.

Necesita encontrar un refugio, un lugar donde descansar, recuperar fuerzas, y conseguir un hechizo teleportador que le lleve de vuelta a Latveria, a su fortaleza, con ese excepcional recurso contenido en Feron: La Fuerza Fénix.

Con ese poder en sus manos, bajo su control, una miríada de posibilidades se abriría ante el dictador. Una fuerza capaz de destruir estrellas, capaz de manipular la realidad a nivel cuántico. Muerte había perseguido ese poder de múltiples maneras: el Cubo Cósmico, las Gemas del Infinito, la manipulación sobre el Todopoderoso... Y ahora, una de las fuerzas cósmicas más relevantes del Universo estaba en sus manos.

El ruido de un arroyo hace que Muerte se detenga, consciente de su sed. Se gira y observa de nuevo la montaña mística, y ve las naves de los Templarios, enviados por la Iglesia y el Vaticano, asegurando el perímetro de la montaña. Siente un escalofrío al recordar lo que allí yace, a lo que se ha enfrentado junto a un pequeño grupo de los autoproclamados héroes. Niega con la cabeza, se acerca al arroyo y apoya a Feron en el tronco de un alerce. A su lado, deja los guanteletes de su armadura y, tras unos segundos de duda, se desprende también de la máscara, y se acerca hacia el arroyo. Hunde las manos en el agua, lo que le produce una sensación semejante a la de mil gélidas agujas clavándose en su piel, ya que está helada, pero Muerte agradece esa impresión. Ahueca las manos y bebe agua, dulce aunque con un fuerte sabor ferruginoso.

El ruido de un aleteo hace que Muerte se gire, y observa como dos cuervos negros se posan en una rama, en el alerce en el que ha apoyado a Feron. Supone que no son ninguna amenaza, pero se alegra de que aunque se ha quitado los guanteletes, una buena parte de las células de energía de sus armas se encuentran en los brazaletes de su armadura, de modo que está muy lejos de estar indefenso. Incorporándose, vuelve al lado de Feron, sin apartar la vista de los dos grandes cuervos, que a su vez, parecen vigilarle. Una fiera inteligencia arde en aquellos cuatro ojos negros.

-¡Recuerda!-graznan los dos simultáneamente, sorprendiendo a Muerte, y en ese momento, como despertado por aquella palabra, Feron abre los ojos, envueltos en llamas.

-----

Infierno de Daimon Hellstorm, Territorio Ocupado.

Corazón Oscuro mira a su alrededor y sonríe. El viento, casi ardiente que procede del reino de Belial, hace oscilar sus púas, que se mueven con un siseo amenazador, en el que parece que se escuchan tenebrosas voces.

Tras él, recorriendo el último tramo antes de internarse en los dominios de Belial, después de aplastar a los vigilantes de la Torre de Styra, se encuentra el grueso del ejército de Corazón Oscuro, una inmensa serpiente negra que serpentea como una plaga, extendiéndose por el reino de Belial, arrasado desde Dis por una tormenta que arroja relámpagos negros por doquier. El enlace que Belial había creado entre su dominio y la Tierra ha caído, dejando al Señor Infernal apartado de sus dominios. Y aunque Pandemónium, el ser que Corazón Oscuro utilizó como heraldo ha sido previsiblemente derrotado, el objetivo del hijo de Mefisto no estuvo nunca en la Tierra. Ante él, estaba el reino de Belial, dispuesto a ser segado como el cereal maduro. Y cuando cayera, lo cual no tardaría mucho en ocurrir, Corazón Oscuro sería el señor único de los Tres Dominios, señor todopoderoso de la Triarquía Infernal.

-Divertido, ¿no?

Sorprendido, Corazón Oscuro se gira hacia el lugar del que viene la voz, y sus espinas se erizan. Ataviado con un simple pantalón de cuero, con un pentáculo invertido trazado en el pecho resplandeciendo como acero fundido, el cabello rojo recogido en una coleta y empuñando un tridente que arde de fuego infernal, Daimon Hellstorm sonríe.

-Tú...-masculla Corazón Oscuro, mirando a su alrededor. El Señor Infernal se encuentra en lo alto de un farallón, y sus capitanes se han alejado para permitirle disfrutar de su triunfo en soledad, por lo que está lejos de todo su ejército. Y sin embargo, transmite confianza cuando cruza los brazos ante su pecho y examina al derrocado Hijo de Satán-. Te imaginaba lamiéndote las heridas en algún rincón de la Tierra, o quizá drogado y buscando el olvido en la entrepierna de alguna zorra pelirroja. Aunque lo que realmente esperaba era que hubieras puesto fin a tu miserable vida y te hubieras unido a la perra de tu mujer en el infierno.

-Nah, no quería morirme sin que me chuparas la polla, hijo de puta...-gruñe Hellstorm, y un haz de fuego infernal brota de su tridente, estrellándose en un escudo a escasos centímetros de Corazón Oscuro.

-Me daré el placer de acabar con tu vida con mis propias manos, perro mestizo-sisea Corazón Oscura, y su cola restalla tras él. Hellstorm gira el tridente en sus manos y sonríe de nuevo.

-A muerte.

-----

Hospital de campaña del ejército, Nueva Jersey.

Cuando Cíclope cae, Lobezno asume que todo está perdido.

La mayoría de los soldados que formaban la línea de defensa habían caído, y tras ellos, Cecilia Reyes mantenía su campo de energía impidiendo que los demonios se cebaran en los heridos, mientras el resto de los militares trataban de evacuar al mayor número posible de civiles.

Lobezno gruñe mientras hunde sus garras en los ojos facetados de un demonio insectoide, pero no antes de que la trompa de este se hunda en su vientre, segregando una sustancia corrosiva que hace gritar a Logan como si le estuvieran devorando por dentro.

Trastabilla, y una de sus rodillas se hinca en el suelo.

Ruge, dispuesto a morir.

Y entonces, una mole de acero aparece ante Lobezno, golpeando a los demonios con tal fuerza que algunos quedan reducidos a pulpa.

-¿Peter?-masculla Logan.

-No, no creo-responde el acorazado, arrancando parte del pavimento para arrojarlo sobre las criaturas demoniacas, mientras a su alrededor el aire se llena de un gas ácido de color verdoso. El aire crepita cuando los demonios arden, y rayos telequineticos golpean aquí y allá.

-Levanta, Lobito-gruñe un hombre vestido con un extraño uniforme naranja que se sitúa junto a Logan-. No queremos decepcionar a tus fans...

Lobezno, atónito, se da cuenta de que el hombre es Vector, y que quienes están salvando el día son los U-Foes, los antiguos enemigos de Hulk.

Y algo le dice que va a arrepentirse de tener que luchar a su lado.

-----

Catedral de San Patricio, Manhattan.

Belial observa, desde las puertas de la catedral, como su ejército se despliega por la ciudad, aullando y rugiendo por las calles, buscando a cada ser humano en su camino para destruirlo, desgarrarlo y alimentarse de sus entrañas. Las estrellas brillan de nuevo sobre él, y eso le provoca nauseas, incluso cierto agobio. Cuando ve un grupo de humanos que salen de un edificio, creyendo que con la caída de la cúpula ha terminado todo, asume que ha llegado el momento de su terapia.

Cuarenta y siete segundos después, está bañado en sangre y vísceras, y pese a ello, aún siente la opresión del cielo abierto sobre él.

Quiere más sangre.

Extiende una mano y recurre a su poder místico. El suelo vibra, tiembla, y parece disolverse, mientras de las entrañas de la tierra se alza un titánico Golem, todo él roca y tierra, con cuatro ardientes ojos ígneos distribuidos en pares sobre un inmenso pecho, dos piernas cortas y robustas, y seis brazos acabados en fieros espolones de metal. La criatura se inclina hacia delante, apoyando su mole en dos de sus brazos, y Belial salta sobre él, asentándose en un hueco entre los hombros del elemental, dispuesto a arrasar la ciudad entera.

La criatura avanza, y de pronto, se tambalea. Con un gruñido de confusión, vuelve a intentar avanzar, y choca de nuevo con algo que se lo impide. Como un muro.

Un muro invisible.

Belial mira a su alrededor y los ve. La criatura de piedra anaranjada. La mujer que maneja las moléculas y hace campos de fuerza. El cerebro del grupo, todo masa distendida y tecnología. Y la chica de las dagas de luz, la compañera de aquel al que Belial había utilizado como enlace entre su infierno y la Tierra.

Sonríe, y da un pequeño golpe en el lomo de su montura. Esta alza cuatro de sus grandes brazos, y se deja caer con todo su peso sobre la burbuja invisible que les envuelve. Por el rabillo del ojo, Belial ve que la Mujer Invisible se tambalea, y un hilillo de sangre brota de su nariz. Incluso desde donde está, puede leer en el olor del aire el miedo de Richards y su preocupación por su esposa.

-¡Sue!-grita, y la criatura vuelve a dejar caer su inmensa masa sobre el campo de fuerza. La Mujer Invisible incluso sufre una convulsión y cae de rodillas, mientras Puñal corre a su lado.

-¡Libérale!-ordena Reed Richards, pero Sue niega con la cabeza, apoyándose en la muchacha. Se siente como si tratara de contener un planeta entero, pero no va a liberar al demonio que ha provocado todo lo que ha ocurrido en el mundo esa noche. Él sonríe, y la bestia golpea de nuevo.

Sue Richards sufre un espasmo y cae, con gotas de sangre deslizándose por su mentón desde sus oídos. Reed Richards grita, y Belial se deleita en el sabor de su miedo y su dolor. Sorprendentemente, la primera en reaccionar es Puñal, y dos dagas de luz vuelan directas hacia Belial, que las desvía con su espada. Mister Fantástico dispara el ingenio que porta, y un rayo de plasma se estrella contra la montura del Señor Infernal, rompiendo los enlaces entre las moléculas terrestres y exóticas de la criatura, que lanza un gruñido mientras vuelve a vibrar, pero Belial apoya su mano sobre él, y su magia le recompone.

-¿Tecnología, Richards?-gruñe el Señor Infernal-. ¿De verdad crees que me vas a derrotar con tecnología?

-¡ES LA HORA DE LAS TORTAS!

La Cosa corre hacia Belial y su montura, como un meteorito naranja, y choca contra las extremidades inferiores, haciendo que la criatura se tambalee, y apartándose a tiempo de evitar ser atravesado por uno de los espolones de la bestia, que gruñe de ira. Furiosa, la criatura gira para perseguir a Benjamin Grimm, y en ese momento, Mister Fantástico envuelve con su propio cuerpo a Belial, tirando de él para desmontarle. Belial trata de agarrarse, pero Reed le ha cogido por sorpresa, y no puede sostenerse, así que cae al suelo, envuelto en carne elástica y moléculas inestables. Con un gesto casi descuidado, Belial hunde su espada en la celda que le envuelve, y Richards grita, con una herida en pleno vientre tan profunda que sus tripas amenazan con desparramarse sobre el suelo. Grimm grita, y golpea de nuevo a la bestia, pero esta vez no es tan rápido, y dos de los puños pétreos de la criatura le alcanzan. Un espolón se hunde en su hombro, arrancando piedra y arenisca.

El Señor Infernal mira a su alrededor, empuñando la espada con su mano izquierda. Se deleitará haciendo sufrir a la muchacha de los puñales, siempre ha odiado la luz.

Y en ese momento, el aire parece estallar a su alrededor, cuando las llamas lo devoran todo.

-¡Hijo de puta!-grita Johnny Storm, ardiendo como una estrella cerca de la catedral, con las propias piedras estallando por el calor. Sue siente el ardor, siente como sus cejas arden, y despierta justo a tiempo, creando campos de fuerza que la protegen a ella y a Puñal, a Ben y a Reed. Belial se vuelve hacia Johnny, desafiante-. Lo que me hiciste hacer... lo que me hiciste pensar... lo que me hiciste sentir...

-Sólo liberé lo que llevas dentro, pequeño gilipollas-masculla Belial, aunque al hablar el aire ardiente amenaza con quemarle las entrañas-. ¿De verdad piensas vencerme con fuego? ¿A un señor infernal? El infierno se congelaría antes de...

Sue percibe el resplandor blanco en el contorno de Johnny, y grita.

Una Nova estalla ante la iglesia de San Patricio.

-----

En algún lugar de los Reinos Infernales, Tierra de Nadie.

Cuando las sombras del interior de la torre se derraman sobre ellos, la Gárgola, Ben Reilly y Halcón Nocturno están a punto de ser arrollados por el plasma oscuro que se alza como un tsunami. Con un gruñido, Hulk se interpone entre la materia oscura y el resto de los Defensores, mientras Namor sostiene a Reilly y Norris, y Valquiria agarra a Isaac cuando está a punto de desaparecer en la negrura. Y sobre ellos, Estrella Oscura lo mira todo aturdida.

-¡Hombre transparente dice que entremos!-grita Hulk, desgarrando la propia oscuridad con sus manos. Estrella Oscura asiente, extiende las manos y su propia fuerza oscura brota de ella, extendiéndose y mezclándose con las sombras que salieron de la torre. Se esfuerza, y siente un tirón en los músculos de la espalda, y una arcada cuando los músculos de su vientre se tensan bruscamente, pero a sus pies, la oscuridad se detiene.

-¡Namor!-grita Laynia-. ¡Lleva a Spiderman y Halcón al interior!

El Hombre Submarino asiente, y se lanza a toda velocidad hacia el interior de la torre, mientras tras ellos, Hulk, la Gárgola, Valquiria y Estrella contienen a la oscuridad.

-Dios bendito...-masculla Jack Norris mientras se adentran en el interior de la torre, tallada en cristal negro, con arcos apuntados que le hacen sentir como si estuviera dentro de una catedral. Las sombras que ellos mismos proyectan en las paredes y el suelo, generadas por una fosforescencia verdosa que emana del propio aire, parecen mirarles, furiosas.

-Tekeli...li... Tekeli... li... Tekeli... li...

El extraño sonido, semejante a arañazos sobre pizarra y a un extraño regurgitar hace que Namor mire hacia atrás, y el monarca de Atlantis, quizá por primera vez en su vida, siente el frío abrazo del miedo. Las propias paredes tras ellos parecen convertirse en criaturas que, por algún motivo, le recuerdan a anticuerpos y le hacen sentir como un virus, innumerables formas esféricas con siete extremidades acabadas en púas de cristal oscuro, que corren tras ellos a toda velocidad, por las paredes, el suelo y el propio techo, como un enjambre de insectos devoradores de carne.

-¡Mierda!-grita Norris, mientras por escasos centímetros Namor evita que sea convertido en carne picada por las dentaduras cristalinas del ejército de criaturas.

-Tekeli...li... Tekeli... li...

Girando sin soltar a Namor, con el viento zumbando en sus oídos, Reilly dispara los lanzarredes, enganchando a las criaturas, pero sus afilados cantos cortan las redes casi de forma inmediata.

-¡Sueltame!-grita Halcón Nocturno, y enarcando una ceja, Namor asiente, arrojando a Jack Norris unos metros por delante del enjambre.

-¡No!-grita Spiderman, pero Namor evita que se suelta, sin dejar de volar.

En el suelo, Halcón Nocturno, en cuanto sus pies están sobre el firme, echa a correr, agachándose cuando una de las criaturas consigue alcanzarle por un lateral, esquivando así sus dientes, al tiempo que suelta dos de las fundas de su cinturón, arrojándolas hacia atrás.

-¡Spidey!-grita, y de inmediato, Spiderman dispara con uno de los lanzarredes, enganchando a Halcón Nocturno con la red pegajosa, y Namor tira de él, elevándole a toda velocidad mientras los explosivos que Jack ha arrojado estallan, reduciendo a buena parte de las criaturas a esquirlas de cristal y abriendo una gran grieta en la propia estructura del edificio-. ¡Allí!-grita, señalando la grieta, pues cree haber visto algo familiar al otro lado.

Namor maniobra, girando bruscamente y lanzándose hacia la grieta, mientras tras ellos las criaturas cristalinas comienzan a reformarse con las esquirlas de cristal. Al cruzar la grieta, los tres Defensores se encuentran en una amplia sala, tallada en el mismo cristal opaco, de forma circular, y con una miríada de extraños signos grabados con algo parecido a un punzón en las paredes.

En el centro, encadenado a una columna vitrificada, con los ojos en blanco y la perilla húmeda por un reguero de saliva, se encuentra Stephen Extraño.

Namor suelta a Reilly y Norris, mientras él avanza hacia la columna.

-Lo de antes...-masculla Ben-. Ha sido alucinante.

-Si, bueno-replica Jack, mirando hacia la grieta, esperando que en cualquier momento los devoradores reaparezcan-. Aún estoy esperando a que los huevos me bajen del estómago...

-Extraño-masculla Namor, y en ese instante, ve como el aire oscila a ambos lados del Hechicero Supremo, y aparecen dos grandes cuervos, que clavan en él sus ojos, sorprendentemente inteligentes. El soberano de Atlantis asiente, como si escuchara, y avanza. Toma las cadenas de Extraño entre sus manos, y tensando sus músculos, las rompe.

Extraño grita, y hubiera caído al suelo de bruces de no haber sido por Namor.

-Pensé... que no llegaríais nunca...-farfulla el Stephen.

-Tekeli... li...

-Esas cosas vienen de nuevo-dice Ben-. Doc, dime que tienes algún truco en la manga para sacarnos de aquí y ponerlo todo de nuevo en orden...

-Yo no, muchacho-responde Extraño, mirando a los cuervos-. Yo no.

-Tú eras el hombre transparente que veía Hulk-afirma Namor, y Extraño asiente.

-Estaba demasiado débil para hacer cualquier otra cosa-explica Stephen-, y la parte irracional del cerebro de Bruce era más fácil de alcanzar.

-¡Vienen!-grita Halcón Nocturno, y las criaturas cristalinas irrumpen por la grieta, obligando a Norris y Reilly a correr hacia el interior de la sala.

-¡No!-exclama el Doctor Extraño, y bandas de energía de todos los colores vuelan de sus manos. El color envuelve a las criaturas de cristal, a la propia torre, y la oscuridad parece retroceder, vaciarse. Las criaturas gritan mientras se desploman, y tras unos segundos, ya no hay cristal oscuro a su alrededor, sólo vidrio opaco.

-Gracias-masculla Extraño, que siente como el poder del Vishanti vuelve a recorrer sus venas, como vuelve a ser digno del título de Hechicero Supremo. Tras él, los cuervos han desaparecido.

-Bien-dice Namor-. Ha llegado la hora de acabar con todo esto.

-----

Asgard.

Los cuervos aparecen en el corazón del Reino Dorado, en el palacio de Odín el Tuerto, a cuyos hombros vuelan.

-Ha sido hecho-dice Odín, y la figura que hay tras él asiente.

Es solo una silueta, una forma andrógina envuelta en una túnica plateada con una capucha que le cubre el rostro. Un collar pesado pende de sus hombros, con tres medallones, cada uno con un signo cabalístico tallado.

-El sacrificio ha sido aceptado-afirma la silueta, y de su boca invisible brotan tres voces, las del Vishanti que lo conforma-. El poder del Hechicero Supremo ha sido devuelto a Stephen Extraño, y la magia de las runas ha abandonado Asgard y a la estirpe de los Aesir.

Odín asiente. Sacrificó mucho por el poder de las runas, perdió un ojo mientras colgaba durante nueve días y nueve noches del abismo que existe a los pies de Yggdrasil, el Fresno Mundial. Y ahora, la magia de las runas ya no está en sus manos. Suspira.

-El Reino Dorado pagará un precio por lo que has hecho, Odín Borson, señor del Valaskjalf, Padre de Todos-dice el Vishanti, y Odín asiente de nuevo.

-Se ha hecho lo que debía hacerse-afirma el señor de Asgard-. Y aún así, la creación sigue corriendo peligro.

-¿Qué se siente, Odín Borson, cuando el poder de los dioses depende de las acciones de un puñado de mortales?-pregunta el Vishanti, comenzando a desaparecer-. ¿Cuándo eones de manipulaciones y tratos dependen de criaturas débiles y fugaces? ¿Qué sientes, Odín Borson?

-Ira-gruñe Odín, sentándose de nuevo en su trono y fijando su mirada en Midgard. Hurinn y Muninn, Pensamiento y Memoria, graznan sobre sus hombros.

-----

Nueva Salem, Massachussetts.

Ante Ágatha Harkness, que aún sostiene al pequeño Daniel en brazos, el mandala místico del suelo comienza a arder, una llama blanca, cegadora, que se extiende a toda velocidad, hasta que en el suelo ante la hechicera no queda más que una gran mancha en el suelo, una quemadura que repite el complejo diagrama místico, como una escarificación blasfema en el suelo.

Daniel llora, y la realidad se rompe en pedazos cuando el tiempo y el espacio dejan de tener sentido, plegándose a unos cien metros de ellos, y recuperándose cuando una moto llameante hace su aparición con dos extraños jinetes sobre ella, el Espíritu de la Venganza y el Vampiro Viviente, que se apresuran a llegar junto a Agatha y el niño.

-Agatha Harkness-masculla Johnny Blaze, mientras las llamas desaparecen y Morbius salta de la moto, observando con sombrío interés a la anciana y al niño-. Daniel nos llamó...

-Los Espíritus de la Venganza siempre pueden sentir a la Perforación-responde Agatha, acercándose a Johnny y tendiéndole al pequeño Daniel, que extiende hacia él los brazos. Johnny Blaze lo sostiene, abrazándolo, y el pequeño gorgotea, feliz.

-Te necesitamos, mujer-susurra Morbius-. Necesitamos llegar al infierno para poner fin a todo esto...

-Lamento no poder ayudaros-dice Agatha-. He hecho un importante sacrificio, y mi magia... bueno, ha desaparecido.

-Agatha, si no podemos acceder a infierno todo estará perdido. Encontramos a Seyafel, el falso Blade, y Morbius se alimentó de su sangre. Todo es un plan, y si no hacemos algo...

-Utilizad el poder del niño, maldita sea-gruñe Morbius, con los ojos enrojecidos-. Lo puedo percibir incluso mientras está ahí babeando sobre el hombro de Blaze... Si ha podido traernos desde Sonora, ¿podría llevarnos hasta el infierno?

-Podría-responde Agatha-. Pero utilizar el poder de la Perforación es peligroso. Ya lo he hecho una vez, y he pagado un alto precio... y la propia Tierra lo hará también dentro de poco...

-Prefiero que terminemos todos endeudados a que el planeta entero se vaya al Infierno-gruñe el vampiro, y Agatha, finalmente, asiente.

-Dame al niño, Blaze-dice-. Pero no digáis que no os advertí.

-----

Catedral de San Patricio, Manhattan.

Las llamas se extinguen, y cuando Tandy puede por fin abrir los ojos, se sorprende de seguir viva. A su lado, Sue, despacio, baja los brazos mientras los escudos que levantó se disipan. Alrededor de ellos, todo es piedra derretida, la propia catedral es poco más que una masa fundida, humeante. La arena traída por el portal infernal se ha vitrificado, y los cristales de los edificios circundantes gotea por las vigas derretidas.

Y en el centro de todo, la Antorcha Humana se alza, cabizbajo, ante los restos calcinados del antiguo Señor Infernal, Belial.

-¡Johnny!-grita Sue, que a pesar de que siente como si su cabeza fuera a estallar, y corre hacia su hermano, que la mira con los ojos llenos de lágrimas.

-Lo siento, lo siento, lo siento...-masculla Johnny, desplomándose de rodillas. Ben Grimm se acerca a ellos, con Reed en brazos. Sue, abrazando a su hermano, no deja de mirar a su marido. Las moléculas inestables del traje parecen haber servido para restañar la tremenda herida causada por la espada de Belial, así que Reed está pálido, pero consciente.

-Ya no importa-dice Sue, mirando de reojo a los restos calcinados de Belial, quemado por la Llama Nova de Johnny, una llama que hubiera podido prender la propia atmósfera de la Tierra de no haberla contenido ella con su campo de fuerza-. Ya ha terminado todo.

-Creo que puedo ayudarle, señor Richards-masculla Tandy, acercándose a Ben y Reed. La muchacha, bajo la atenta mirada de la Cosa y la Mujer Invisible, pone sus manos sobre la herida, y deja que la luz fluya.

Un resplandor suave, dorado, emana de las manos de Puñal, y de inmediato, Ben, Sue y Johnny tienen la sensación de que les alivian de un gran peso que tenían sobre sus hombros. Reed, atónito, siente como el dolor remite, y aunque no desaparece, se convierte en un eco sordo, aceptable. Puñal aparta las manos, y comprueba que la herida ha dejado de sangrar.

-Muchas gracias, muchacha-dice Reed, incorporándose, y extendiéndose para abrazar a su mujer y a su cuñado.

-Franklin...-masculla Sue, y Reed la abraza con fuerza

-Está bien-responde-. Los demonios no han podido superar las defensas de la Mansión...

-¿Y los demás?-pregunta Johnny-. Espero no... Dios mío...

-Alicia está bien-gruñe Ben-. Y bueno, de hecho, ahora mismo es la Señora de Grimm...

-¿Qué?-exclama Sue.

-Ha sido una noche muy larga...

-¡Ty!

Todos se giran cuando Puñal grita, y pueden ver como Capa, tambaleándose, aparece caminando por una de las calles, apoyado en el Caballero Luna. Tras ellos, avanzan la Viuda Negra, Elektra y la Gata Negra, las tres con diferentes magulladuras, cardenales y cortes de diversa índole. Puñal corre hacia ellos, y abraza a Capa, que la recoge en sus brazos.

-Traemos compañía-dice la Viuda Negra, mirando con el ceño fruncido a Reed. Cualquier gesto de alegría que pudiera mostrar el rostro de Mister Fantástico se borra al ver la compañía a la que se refiere Natacha.

Tres hombres y una mujer vestidos con el uniforme de la Balsa llegan a la plaza, en guardia y alerta, y junto a ellos, un grupo al que Reed hubiera preferido no ver. El Hombre Púrpura. Piedra Lunar. El Mago. Bullseye. La Coneja Blanca. El Hombre Absorbente. El Grifo...

-Soy Zebediah Killgrave-dice el Hombre Púrpura, avanzando hacia los Cuatro Fantásticos-. Es un placer conocerle, doctor Richards...

-Ten cuidado con lo que haces, Killgrave-dice uno de los agentes de la Balsa, James Craig, según su identificación-. Te estoy vigilando.

-Y eso me da mucha tranquilidad, agente-replica el Hombre Púrpura-. Doctor Richards, me temo que aún no ha terminado todo. Mi gente ha conseguido un cerco de seguridad alrededor de este lugar, pero aún hay demonios por todas partes. Si tiene alguna gran idea, este es un buen momento para compartirla...

-----

Afueras de Citrusville, Florida.

Michael Twoyoungmen siente como si le quitaran un inmenso peso de los hombros cuando ve que las estrellas vuelven a aparecer en el cielo y el viento comienza de nuevo a soplar, moviendo las hojas de los árboles. Shaman tiene la impresión de que el mundo ha vuelto a girar, y a su lado, el Hombre-Cosa alza sus ojos amarillentos, escrutando el vacío. No habla, pero Shaman tiene la sensación de que la criatura se relaja también, si es posible que un montón de hojas, barro y humus pueda sentir tranquilidad.

-¡Shaman!

Michael se maldice a sí mismo por ese momento de calma, y hunde la mano en su bolsa, esperando convocar algo que le ayude a enfrentarse a la criatura que le acecha. Cuando se gira, ve a una mujer, envuelta en una túnica azulada, y con una máscara dorada en la que destacan dos cuernos de carnero. A pocos pasos de ella, Ted Sallis la observa con curiosidad, pero sin ninguna traza de agresividad.

-¿Margali?-murmura el sarcee.

-Nuestro trabajo aún no ha terminado...-dice ella.

-----

Infierno de Daimon Hellstorm, Territorio ocupado.

La lucha en la cima del farallón hace restallar el propio cielo. Daimon ensarta el vientre de Corazón Oscuro con su tridente y este le desgarra el cuello, rompiéndole la mandíbula. El fuego infernal abrasa las manos del retoño de Mefisto, y sus púas venenosas se clavan en el cuerpo de su enemigo, llenándole de un terrible icor.

Bajo la montaña, las fuerzas de Corazón Oscuro han detenido su marcha y miran hacia la batalla, jaleando a su líder, al Señor de los Infiernos. Fragmentos de piedra aserrada, afilados como dagas, caen de la cima sobre los ejércitos, pero las huestes demoniacas no se apartan.

Hay un trueno.

Otro más.

Y luego, se dan cuenta de que no se trata de una tormenta. De que no son truenos. La montaña de derrumba, de hunde sobre sí misma, gigantescos fragmentos de roca estallando por todas partes.

Una nube de polvo, asfixiante y cegadora lo cubre todo.

El sonido de los moribundos llena el aire.

Y de la devastación, emerge sólo un vencedor.

-----

Dis.

Cuando el disco teleportador se cierra tras ella, Illyana observa las ruinas de Dis. Unas horas atrás (asumiendo que en el Infierno el tiempo tuviera algún sentido), aquel lugar había sido el centro del dominio de Belial, probablemente el más poderoso de los tres grandes reinos infernales. Ahora, es sólo un amasijo de ruinas y cadáveres, todos provocados por la tormenta que había estallado cuando las conexiones entre Dis y Manhattan se habían roto por obra de los espíritus liderados por Danny Ketch y por los magos reunidos por Extraño. Había cadáveres de demonios aquí y allá, aunque la mayoría, los supervivientes, habían sido convocados al frente para enfrentarse al ejército invasor de Corazón Oscuro.

Magik camina por las calles llenas de polvo y ruina, y ve al primero de ellos, casi aplastado por un edificio, con el rostro ceniciento. Illyana pone la mano en su frente, y el cuerpo se sacude y abre los ojos.

-¿Illyana?-masculla, y ella asiente.

-Hola, Forja-dice ella-. Me gustaría decirte que todo ha terminado y que podemos descansar, pero aún tenemos cosas que hacer...

-----

Infierno de Daimon Hellstorm, Territorio ocupado.

Corazón Oscuro ríe, empuñando el tridente de Daimon Hellstorm mientras emerge de los fragmentos del destrozado farallón. A sus pies, yace el antiguo señor del reino infernal en el que se encuentran, con una pierna girada en un ángulo extraño e insano y una profunda herida en la cabeza. Corazón Oscuro alza el tridente, dispuesto a acabar definitivamente con la vida de Daimon, dispuesto a dar el golpe de gracia a aquella guerra. Las noticias corrían rápido, y todos sabían que Belial había muerto y que Dis no era más que ruinas. Hellstorm había perdido su reino en el estallido de la guerra, y ahora perdería también la vida.

El Infierno tendría un solo señor, Corazón Oscuro. Deja caer el tridente... pero no choca contra el cuerpo de Daimon, sino contra lo que parece ser un escudo creado por la propia oscuridad.

-No tan deprisa, tío feo-dice alguien frente a él, y el hechizo de invisibilidad cae, revelando a los enemigos de Corazón Oscuro, que hace girar el tridente, esbozando una sonrisa socarrona.

Extraño está allí, rodeado por sus Defensores. El falso Spiderman, la Valquiria, Hulk, Estrella Oscura, Halcón Nocturno, Namor y la Gárgola. Pero no sólo ellos. Corazón Oscuro reconoce al pequeño monje-hechicero de la orden que adora a la Fuerza Fénix conocido como Feron, y tras él, el dictador latveriano conocido como Doctor Muerte. Y a escasos pasos de ellos, la mutante Jean Grey.

-Que burdo-masculla Corazón Oscuro-. ¿No tenéis nada que gritar? ¿Ninguna presentación? ¿Vengadores reuníos o algo así?

-Aquí acaba tu camino, cachorro de Mefisto-dice el Doctor Extraño, y Corazón Oscuro sonríe.

-¿De verdad creéis que podéis detenerme?-ríe-. Ahora soy el señor único del Infierno, mis fuerzas ocupan vuestro mundo. Si queréis hacer algo productivo, volved a vuestras casas, con vuestros seres queridos, y disfrutar del tiempo que os queda con ellos, antes de convertiros en pienso para los míos.

-Se acerca...-masculla Feron, y Corazón Oscuro le mira, sorprendido. Por primera vez, no sabe de qué está hablando el muchacho.

-¡Bandas Carmesí de Cyttorak!-exclama Extraño, y las bandas de energía mística de color sangre comienzan a formarse alrededor de Corazón Oscuro, que aparta su atención de Feron. El tridente, ardiendo de fuego infernal, corta las bandas, y Corazón Oscuro pasa al ataque. Dagas de oscuridad brotan de sus manos, y aunque Estrella Oscura consigue detenerlas casi todas, una de ellas alcanza en la cadera a Ben Reilly, que cae al suelo, gimiendo.

-El frío...-masculla mientras un icor helado de extiende por sus venas.

Namor y Hulk se arrojan sobre Corazón Oscuro, tratando de aplastarle con su fuerza abrumadora, pero el Señor Infernal, con un grito, se los quita de encima, sólo para chocar con un muro de fuerza oscura. Rayos de energía brotan de los guantes de Muerte, impactando en el hombro de Corazón Oscuro y haciendo su carne crepitar.

-Esto es absurdo-gruñe Corazón Oscuro, y un haz de fuego infernal consume la barrera de energía negra. Jean Grey se arrodilla junto a Spiderman, que continúa tiritando, y extiende una barrera TK a su alrededor, cerrando a Feron con ella. Algo familiar resuena en la mente del joven, y Jean le mira, sorprendida.

-Dios mío...-masculla, mientras la Valquiria avanza, desenvainando su espada y haciendo un gesto de saludo hacia Corazón Oscuro.

-Te veré pudrirte en Hel-dice, y en ese momento, Isaac Christians cae sobre Corazón Oscuro, hundiendo sus garras en sus ojos, arañando su rostro y desgarrando su pecho con las zarpas de sus píes, golpeándole con las alas. La Valquiria avanza, y hunde su espada en el vientre de Corazón Oscuro, haciendo brotar sangre negra, y por un instante, Extraño piensa que, pese a todo, han conseguido ganar.

Entonces, escucha el quejido de Isaac.

Entonces, escucha el crujido.

Y entonces, ve la mano de Corazón Oscuro aparecer atravesando la espalda de la Gárgola, manchada de espesa sangre, sosteniendo aún en su palma un corazón que no tenía nada de pétreo, aún palpitante. El tridente de Hellstorm vuela desde su otra mano, y se hunde en la pierna de la Valquiria, clavándola al suelo. Val grita de dolor mientras el fuego infernal abrasa su carne y sus huesos, pero también de horror al ver como Corazón Oscuro de desprende del cuerpo muerto de Isaac Christians, como si fuera el cuerpo de cualquier alimaña. Isaac cae a los pies del atónito Stephen Extraño, que de pronto siente sobre sí la losa de la culpa.

-¡Isaac!-grita Laynia, que aún trata de proteger el cuerpo de Daimon Hellstorm.

-¡No!-aúlla Halcón Nocturno, pero Jean le sujeta telequineticamente, evitando que se arroje a una muerte cierta.

-¡¡Está aquí!!

Todos se vuelven hacia Feron, incluso Corazón Oscuro, que se disponía a dar el golpe de gracia a Val.

La Fuerza Fénix llena el cielo del Infierno, y sus ardientes alas se extienden por el horizonte. Feron alza sus brazos, casi en éxtasis, dispuesto a recibirla, a convertirse en su portador, el lugar que debería haber ocupado desde tanto tiempo atrás que no recuerda haber querido otra cosa. El raptor ardiente desciende, y Feron llora de emoción, ajeno a todos los demás.

Jean, recordando, tiembla.

Ben siente que el dolor desaparece.

Laynia siente calidez, calor, y la promesa de que todo irá bien.

Jack se identifica con el fuego, con su ira, con su pasión.

Muerte lo ve como el colofón de su ambición.

Namor, señor de un Imperio, siente que no es más que un insecto ante el poder de esa fuerza del Universo.

Hulk no es capaz de pensar, simplemente es incapaz de apartar su mirada de la hermosa manifestación de poder.

Corazón Oscuro siente miedo.

Y Val, por primera vez en mucho tiempo siente que está completa, que ha llegado a su destino. Observa en su mano la hoja de Colmillo de Dragón y ve las runas que, bajo el resplandor de la Fuerza Fénix, parecen arder en el filo de la espada, las runas dispuestas mucho tiempo atrás por el Padre de Todos.

Las runas que cierran un antiguo pacto entre el Padre de Todos y la Fuerza Fénix, un pacto sellado en tiempos inmemoriales, cuando en el abismo de Yggdrasil el señor del Reino Dorado contempló la guerra que había de venir.

El Fénix extiende sus alas y cae hacia ellos, y la expresión de gozo del rostro de Feron se borra cuando siente que el Fénix, pese a que ha llegado al Infierno siguiéndole a él, no es su objetivo. Grita.

Y el Fénix se inserta en la espada, en Colmillo de Dragón. La imagen raptor envuelve a Valquiria, y aunque Corazón Oscuro trata de ensartarla con el tridente, es demasiado tarde, y ella detiene el golpe con la espada.

El Fénix se libera, se extiende por todo el Infierno, purgando, abrasando, purificando. Corazón Oscuro siente que arde, y tras la cortina de sombras de Estrella Oscura, Daimon Hellstorm despierta gritando como si le estuvieran desollando vivo.

En las llanuras de la batalla, donde los últimos restos del ejército de Belial se enfrentan a las legiones de Corazón Oscuro, la imagen del raptor sobrevuela sobre ellos, y en instantes, no quedan ni siquiera las cenizas de los pobladores del Infierno.

En el Palacio de Belial en Dis, los magos reunidos por Extraño observan como el horizonte se tiñe de rojo, mientras la Fuerza Fénix se acerca.

-¡Ahora!-grita Illyana, y un portal de salto aparece en el centro de la sala, sobre los restos de la esfera que unía Manhattan y Dis. Forja, Wong, Topaz, Dakihm, Magical Girl, el Hermano Vudú, la Meiga y Jennifer Kale lanzan poderosos hechizos, apoyándose los unos en los otros, un tejido encadenado de encantamientos que se enlazan en el portal de Illyana. Sienten como la Fuerza Fénix les alcanza, les juzga, les declara aptos para seguir viviendo... y entonces, los hechizos lanzados por los magos hacen que el Fénix se precipite por el portal dimensional...

En el pantano, el Hombre-Cosa grita, y Shaman siente que su bolsa tiembla.

-Es el momento-sisea Margali Szardos, y el Hombre-Medicina de los Sarcee asiente, y abre la bolsa, hacia el cielo.

La Fuerza Fénix brota, ardiente, rompiendo el cielo con el grito de un halcón. Bate sus alas, y vuela sobre la Tierra.

En el Infierno, la Valquiria se tambalea. La Fuerza Fénix es tan potente, tan poderosa y hermosa... y el mundo tan grande... y más allá de la Tierra, el Universo...

-Tranquila-dice Jean Grey apareciendo a su lado y poniendo sus manos en los hombros de la asgardiana-, estoy contigo.

La voz del Fénix canta en su mente, y Jean siente la tentación de caer, de reclamar aquella parte de sí misma, sólo en ese momento es consciente de los años que lleva sintiéndose como si le faltara un brazo...

-¡Jean!

La voz de Scott resuena en su mente, y ella se aferra a él, y a la Valquiria. El Fénix canta con tristeza, con pesar. Con añoranza.

Pero continúa la purga.

-----

-¡Jean!-grita Scott, y Cecilia Reyes corre junto a él, que se incorpora en la camilla en la que estaba tendido.

-¡Tranquilo!-responde Cecilia, tratando de volver a tumbarle, pero él la aparta, sin reparar en las heridas y vendajes que cubren su cuerpo, y se tambalea hacia la salida. Ha sentido a Jean, sabe que esta cerca. Ve a Lobezno junto a los U-Foes, y ve como a su alrededor, los demonios observan al cielo, aturdidos.

El Fénix aparece en el cielo, y la sangre de Cíclope se hiela en sus venas.

Los demonios arden.

-----

En San Francisco, el Fénix cae sobre una criatura que corre hacia Telegraph Hill, tratando de escapar, pero no hay escape. El Fénix cae sobre ella y la juzga, y sorprendentemente, la encuentra inocente. Sólo una parte de ella arde. Una mujer pelirroja se alza, y observa el cielo en llamas.

En el Helitransporte, Nick Furia ve como la imagen del Fénix llena el firmamento.

-T´Challa... ¿estás viendo eso?

El rey de Wakanda asiente en silencio.

-----

Por todo el mundo, la imagen del raptor Fénix extiende el Juicio, la purga. Por todas partes, los demonios encuentran su final, de ellos no quedan ni siquiera cenizas. Y después, con un último lamento, cumplida la misión, el Fénix mira hacia la Tierra, extiende sus alas y se aleja de ella, vuela de vuelta al Universo, más allá de las estrellas.

En el Infierno, la Valquiria y Jean tienen la sensación de que alguien las ha besado en el alma, y en sus mentes aparece una última visión del Fénix y de las estrellas. Rendidas, agotadas y sin fuerzas, caen al suelo.

-----

Catedral de San Patricio, Manhattan.

El Caballero Luna siente que las lágrimas brotan de sus ojos cuando la imagen del Fénix desaparece, y el cielo vuelve a mostrar la luna y las estrellas. Alrededor de ellos, por doquier, hay gente sin sentido, como dormidos.

Los hombres y mujeres que habían sido dominados por la fuerza demoníaca, liberados de esta por el Fénix.

Marc les compadece, después de esa noche tendrán mucho que explicarse a sí mismos.

-Parece que ahora sí que todo ha terminado-dice, con una sonrisa que pone los pelos de punta a Marc, Zebediah Killgrave, cruzando los brazos ante el pecho-. Señor Craig, señor Richards... ha sido un placer compartir este rato con ustedes.

-Killgrave...-comienza a decir la Cosa, pero James Craig alza una mano.

-Hice un trato con estos hombres-dice el agente de SHIELD-. Y soy responsable de cualquier repercusión que tenga mi decisión. Pero mantendré mi palabra...

-Pues podrás explicárselo muy pronto a tu jefe-interviene la Gata Negra, agazapada en un rincón, señalando hacia arriba. El Helitransporte de SHIELD hace su aparición en el cielo sobre la isla.

-Estupendo-dice Killgrave, mirando a Bullseye, que sonríe de una manera que a Luna le parece de lo más inquietante-. Una reunión de amigos. Señor Craig, lamento decir que la situación me obliga a romper nuestro trato, pero con todo el mundo patas arriba, es el momento de que rompamos las cadenas que nos atan a nuestras viejas vidas y nos construyamos un mundo nuevo a nuestra medida. De momento, y para empezar, ¿podríais derribar el Helitransporte para mí?

De inmediato, los poderes del Hombre Púrpura se ponen en marcha, y cada uno de los presentes quiere sólo cumplir con su voluntad. La Antorcha Humana estalla en llamas, mientras la Mujer Invisible se concentra para crear un campo de fuerza que haga estallar los motores del vehículo.

Killgrave escucha un rugido, y tiene tiempo de girarse y ver una mujer-gato tras él, una silueta felina de ojos resplandecientes y pelaje negro, apenas vestida con unos jirones de tela. Ni siquiera ve la garra que le destroza la garganta, tan afilada que prácticamente no siente dolor, simplemente, es consciente de que se ahoga en su propia sangre. Se tambalea y cae.

-¿Qué...?-masculla Sue Richards, y en ve a Killgrave en el suelo, bajo las garras de Tigra, que se dispone a rematarlo-. ¡No!

Un campo de fuerza cubre a Killgrave, y otro empuja a la antigua Dora Milaje, que gira sobre sí misma en el aire para caer de pie, agazapándose y dispuesta a saltar sobre Sue si fuera necesario.

-¡Quietas!-ordena Pantera Negra, apareciendo junto al resto del Pueblo Gato, que rodea a los villanos, amenazantes.

-Los Vengadores nos hacemos cargo de la situación.

Un gigantesco holograma de la Visión aparece en el centro de la calle, mientras el resto de los Vengadores reunidos en San Francisco se distribuyen junto al Pueblo Gato, Pantera Negra y los agentes de SHIELD por la ciudad.

-Gracias a Dios-masculla la Gata Negra, dejándose caer sobre la acera, sentándose y respirando con calma por primera vez en muchas horas.

-----

Antiguo dominio de Daimon Hellstorm.

-Mierda...

Daimon abre los ojos y vuelve a cerrarlos instantáneamente. La fosforescencia del cielo le hiere los ojos como si se los atravesaran con dagas. Utiliza las manos a modo de visera y comienza a incorporarse.

-Espera-dice alguien cerca de él, y siente que unas manos le sujetan y le apoyan. Una mujer rubia, vestida de negro cuyo rostro le resulta familiar...

-Gracias, Estrella Oscura-masculla Hellstorm. Está mareado, y siente dolor en todo el cuerpo. Lo último que recuerda es estar luchando contra Corazón Oscuro en la cima de un farallón que ahora está reducido a escombros, y luego... la imagen de un pájaro de fuego estrechándole entre sus alas.

Y una sensación de vacío en su interior.

-¿Qué ha pasado aquí?-consigue mascullar, y Extraño se acerca a él. El resto de los héroes, cabizbajos, se reúnen alrededor de algo que queda oculto a la vista de Daimon.

-Ha terminado todo-dice Extraño, y Daimon siente una extraña sensación de alivio... y de nuevo, la impresión de que algo le faltaba-. Pero ha costado caro.

Namor y Halcón Nocturno se apartan, y por fin, Daimon ve el cuerpo yaciente de Isaac Christians.

-¡Isaac!-exclama Daimon, y corre junto a él, arrodillándose junto al cuerpo muerto de su antiguo amigo. La sensación de vacío de su pecho se hace más grande, se acrecienta. Y en ese momento, con el corazón roto de dolor por la pérdida, se da cuenta de qué es lo que falta. Se incorpora bruscamente-. ¡No está! ¡No está!

-Daimon, ¿qué...?-masculla Stephen.

-¡Mi alma oscura!-exclama Hellstorm, aferrando al Doctor Extraño por la pechera de la camisa-. Me la han arrebatado, me la han arrancado...

-El Fénix-comenta Jean Grey, sentada a algunos pasos de ellos, junto a la Valquiria-. Juzgó lo que era corrupto en ti, y liberó lo demás. Una nueva oportunidad, Daimon...

-Quizá deberíamos dejar el debate para otro momento-dice Muerte, con los brazos cruzados ante el pecho-. Viene alguien.

Todos se giran hacia el lugar que señala el tirano de Latveria, y ven dos figuras que se acercan caminando.

-No-dice Extraño, que al parecer es el primero en reconocerlas-. No, no, no, ahora no...

-¿Qué pasa?-pregunta Feron, pero Extraño ni siquiera le mira.

-Muerte, te necesito a mi lado-ordena-. Namor, Hulk, a primera línea...

-Hulk reconoce a Hombre Rojo... Hulk furioso...

-¿Quién demonios es?-exclama Jack Norris, y finalmente, Extraño aparta su mirada de las dos figuras que se acercan, y mira a sus compañeros.

-Mefisto-dice-. Es Mefisto.

Pronto, todos pueden verle. Alto, espigado, con la piel escarlata y una capa ondeando tras él. A su lado, un hombre pequeño, de aspecto nervioso y con una bata médica, camina sin dejar de apuntar hacia el variopinto grupo de héroes con un rifle de extraño aspecto. Y caminan hacia ellos con total calma y parsimonia.

-¿Por qué no les destrozamos antes de que lleguen aquí?-masculla Ben Reilly, tenso.

-Porque en este momento, somos poco menos que mosquitos para él-replica Muerte-. Con Belial muerto, el alma de Hellstorm perdida, y Corazón Oscuro desaparecido, Mefisto es el señor de tres reinos infernales. Es el dueño de un Infierno único.

-Moriremos como héroes-gruñe la Valquiria, a duras penas erguida, apoyándose en Colmillo de Dragón. Las runas del Fénix han desaparecido del filo resplandeciente del arma.

-Que manía con que los héroes mueran...-protesta Reilly.

-Bienvenidos a mis dominios-dice Mefisto, finalmente-. Diría que es un placer teneros aquí, pero estoy seguro que es un placer no compartido.

-Déjame matarlos, padre-gruñe el Doctor Mann, a su lado. Extraño reconoce de inmediato el arma, el rifle que canalizaba el fuego infernal de Johnny Blaze.

-Tch, tch-chista el demonio, acariciando el cabello de su hijo-. No podemos tratar así a nuestros primeros invitados.

-Todo esto-masculla el Doctor Extraño, haciendo un gesto con el que señala la devastación que le rodea-. Todo ha sido cosa tuya...

-Bueno, he dado un empujoncito aquí y allá...-asiente Mefisto, tomando asiento en una de las rocas. Mann se sienta a sus pies-. Mi hijo siempre fue un paranoico, y a Belial sólo le hacía falta una excusa para lanzarse al cuello de sus supuestos enemigos. Reconozco que me habéis sorprendido en un detalle, el uso de la Fuerza Fénix ha sido... refrescante. Pero los poderes del Universo nos reconocemos unos a otros, y sabe que no debe tocarme.

-Serás el señor de una tierra baldía-gruñe Muerte, pero Mefisto ríe.

-Sí. ¿Y cuanto tiempo tardaré en repoblar los infiernos? ¿Cuánto tiempo tardaréis en la Tierra en darme maldad suficiente para recrear un nuevo infierno, un solo reino, forjado a mi imagen y semejanza? ¿Meses? ¿Años? Al contrario que tú, Víctor, no tengo ninguna prisa. Incluso sé donde pondré en mi nuevo reino a algunos de mis viejos invitados... Incluyendo a tu madre, por supuesto.

-Quieto, Muerte-sisea Namor, al ver que el latveriano parece alzar una mano para atacar al Señor Infernal.

-Y ahora, si no os importa, me gustaría que os marchaseis de mi dominio-continúa Mefisto-. Vuestros aliados, prisioneros en Dis, han sido liberados por la niña Magik, y han abandonado ya los dominios infernales. Estoy seguro de que pronto vendrá a por vosotros. Y si no lo hace, yo mismo os abriré un portal a Nueva York. Estoy seguro de que os recibirán encantados, y que tendréis mucho trabajo para deshacer todo lo que esos díscolos chiquillos hicieron...

-Preferiría esperar al perro de los Inhumanos...-masculla Ben Reilly, y Feron le dirige una mirada furibunda.

-Marchad-farfulla Mann, rascándose la barbilla con la escopeta.

-Deberíamos hacerle caso-dice Jack Norris-. Podríamos volver después con unos cuantos amigos y patearle bien el trasero...

-No consentiré...-gruñe Mann, apuntando a Halcón Nocturno, pero Mefisto le detiene.

-Iros de mi reino.

-Quizá no deberías comprarte todavía el trono.

El rugido de una motocicleta rompe el silencio de la llanura infernal, y todos, incluyendo a Mefisto, se giran sorprendidos hacia el lugar del que viene la voz y el sonido. Un rasgón en el tejido del espacio se cierra tras el Motorista Fantasma, y junto a él, Morbius y Agatha Harkness, con un bebé en brazos, forman una extraña imagen.

-Te esperábamos, Mefisto-dice Morbius.

-Creo que es la primera vez que uno de los buenos dice esa frase...-masculla Ben Reilly.

-Ah, los Hijos de la Medianoche, ¿no?-ríe el demonio-. Lo que queda de ellos...

-Encontramos a Seyafel, Mefisto-dice el Motorista-. Conocemos tus maquinaciones para hacerte con el control del Infierno.

-Eso nos ahorrará mucha cháchara inane-replica Mefisto-. Podéis llevaros a vuestros amigos de vuelta a la Tierra.

-No, Mefisto-responde Johnny, desenvainando la espada, cuyo filo reluce de fuego infernal-. Hemos venido a quedarnos.

Por primera vez, Mefisto muestra algo de confusión.

-Marchaos...-gruñe Mann, y Morbius le mira, vigilante.

-Dejaste un cabo suelto, Mefisto, y lo encontramos. Seyafel nos dio tiempo, el tiempo para preparar un hechizo que ya está en marcha.

-No os atreveréis... Bruja, no...

-He roto las barreras que separan la vida y la muerte-dice Agatha-. ¿Crees que me importa romper una regla más?

Las llamas que rodean a Johnny arden con más fuerza, y los héroes pueden ver tres siluetas oscilando entre ellas, los tres Espíritus de la Venganza que anidaban en Blaze.

-El dominio del Infierno es mío-declara el Motorista, avanzando hacia Mefisto-. Y no eres bienvenido.

-¡No!-grita Mefisto, mientras las llamas de Blaze le envuelven, crepitando a su alrededor. Trata de liberarse, pero es inútil, siente como el poder del Infierno se le escapa como agua entre los dedos, y la presa de Johnny es cada vez más fuerte. El antiguo señor infernal siente como si tirasen de él en mil direcciones al mismo tiempo, y comienza a desaparecer.

En ese momento, Mann aúlla, y apunta el rifle de fuego infernal... pero no hacia Blaze, sino hacia Agatha y el niño. El vástago del demonio dispara, y una llamarada brota, amenazando con devorar a la bruja y al pequeño, la singularidad mística que aumenta el poder de Agatha Harkness lo suficiente como para poder romper la barrera entre la vida y la muerte y afectar al equilibrio de poder en el Infierno. Y hubiera ardido... de no ser porque Morbius, que no había apartado los ojos de Mann, se interpone entre ellos.

Las llamas prenden la carne blanca del vampiro, pero este no grita en ningún momento, simplemente, salta hacia Mann, adquiriendo una forma plástica, envuelto en llamas, y cayendo sobre el antiguo doctor como si de alquitrán ardiendo se tratase, envolviéndole.

-¡Michael!-grita Extraño, y de inmediato, la magia brota de sus dedos, tratando de separar al vampiro y al demonio, mientras que, envuelto en el fuego del Motorista Fantasma, Mefisto desaparece.

La magia de Extraño, es inútil, Morbius hunde sus dientes y sus garras en Mann, que vuelve a dispararle, ignorando que las llamas le envuelven a él también, consumiendo su carne.

-¡Laynia!-grita Jean, y de inmediato, un campo de energía oscura cubre a Morbius y a Mann, extinguiendo las llamas y cubriéndoles de negrura insondable. Por un instante, todo el silencio en el corazón del Infierno.

Cuando la oscuridad se retira, dos cadáveres, deformados por el fuego, aparecen en un fúnebre abrazo, arrastrado cada uno a la muerte por el otro. Silencioso, el Motorista Fantasma se acerca a los restos de Morbius, e hinca una rodilla junto a él.

-Adiós, viejo amigo-dice-. Esto nunca debería haber pasado.

-¿Dónde está Mefisto?-pregunta el Doctor Muerte, mirando a su alrededor-. ¿Ha muerto finalmente?

-Mefisto no puede morir-responde Johnny Blaze-. No mientras los Espíritus de la Venganza pervivan, y no mientras exista maldad en la Tierra.

-¿Entonces?-interviene Hellstorm-. ¿Qué has hecho con él?

-Inaugura el primero de los círculos de mi nuevo Infierno-dice el Motorista, mientras tras él, con un crujido, el suelo parece romperse, y se alza, una nueva montaña, un farallón en cuya cima aparece un sitial, tallado en la propia roca madre, con imágenes de cráneos, rosas y rayos, y un pentáculo invertido en el respaldo, ardiendo como si el magma recorriera los canales que le formaban.

-¿De verdad vas a quedarte aquí?-pregunta Extraño, y él asiente.

-El Infierno necesita un nuevo señor. Los reinos infernales han caído, ahora existe un dominio único, y alguien tiene que vigilar a Mefisto.

-Blaze, no-comienza a hablar Hellstorm, pero los ojos ardientes del Motorista se clavan en él, obligándole a guardar silencio.

-Se te ha dado la oportunidad de una nueva vida sin la carga de tu alma oscura, Hellstorm-gruñe-. Si hay alguien que ha salido ganando en todo esto eres tú.

-Estarás solo-masculla Jean Grey, pero Agatha niega con la cabeza.

-Yo estaré con él-dice-. El pequeño Daniel y yo nos quedamos. Toda acción lleva una responsabilidad, y debemos asumir la nuestra...

-¡Es sólo un niño!-exclama Jean, pensando en su pequeña Rachel.

-No, es un niño con el poder de manipular la propia realidad-responde Agatha-. Y aquí estará seguro.

-Debéis marchar-dice Johnny, y las llamas de su cráneo de extinguen, apareciendo el rostro humano de Blaze, mientras ocupa su improvisado trono en el sitial.

-Debemos ocuparnos de Isaac y de Michael-dice Extraño, pero Johnny niega con la cabeza.

-Son los mártires de este nuevo reino-dice-. Son mi responsabilidad, los dos.

El suelo tiembla de nuevo, y dos monolitos de alzan, uno frente a otro, sobre los restos de Isaac Christians y de Michael Morbius. El primero es de mármol blanco, y un altorrelieve de la Gárgola cubre una de sus caras. El segundo, de cristal negro, tiene la imagen del Vampiro Viviente. Delante de ambos arden fuentes de fuego.

-Serán los guardianes de mis votos, los testigos de este nuevo infierno-dice Blaze.

-Aún falta alguien-interviene Ágatha, y alza las manos. Un nuevo monolito, de cuarzo rojo, aparece entre ambos, cubierto con el signo de un cráneo en llamas y una cadena ardiente-. Daniel Ketch, que lideró a los no-vivos en su última batalla, y desapareció de la existencia para cerrar el portal entre Dis.

-Habrá muchos más caídos-dice Ben Reilly, serio-. Gente de la calle. Policías, bomberos, soldados...

-Estas tres tumbas los representarán a todos ellos-asiente Johnny-. Y todos sobre la faz de la Tierra sabrán que la memoria de todos los caídos en esta noche, se honrarán en el propio Infierno.

Hay un momento de silencio, mientras todos ellos, incluso Hulk, contemplan en silencio los tres monolitos.

-Necesito ver a mi hija y a mi marido-dice finalmente Jean Grey-. Vámonos a casa.

-----

Epílogo 1: San Francisco.

El director de Recursos Humanos del San Francisco Advertising repasa aún atónito la figura de la mujer que se sienta frente a él. Cree que no ha visto nunca a una mujer tan atractiva, con el cabello rojo como las fresas, los ojos verdes y una sonrisa pícara que la hace tremendamente interesante. Revisa de nuevo el currículo que tiene ante él.

-Su historial es... perfecto-dice el director, y ella sonríe.

-¿Eso significa que puedo empezar?

-Sí, creo que sí-responde él, levantándose y tendiéndole la mano-. Bienvenida a bordo, señorita Walker.

-Es señora-responde ella, estrechando la mano que se le ofrece-. Y puede llamarme Patsy.

-----

Epílogo 2 Isla de Ryker.

-Eh, Craig, tienes visita.

James se levanta del banco en el que lleva horas sentado, y mira a su antiguo compañero, Chris Russell, a través de la puerta transparente, que se abre con un silbido.

-Tranquilo, tío, seguro que todo termina bien-sisea Russell, y Craig lanza una sonrisa amarga. Rusell estaba de permiso cuando la locura envolvió la Balsa, y era un buen tío. Se alegraba de que estuviera vivo.

Craig cruza los pasillos de la Penitenciaría de Ryker, y mira por uno de los ventanales al lugar donde comenzó su pesadilla particular, la Balsa. Después de liberar a los reclusos y de que estos, dirigidos por el Hombre Púrpura, intentaran aprovechar el caos para hacerse con sus propios objetivos, a Nick Furia le había faltado pedir su cabeza en una bandeja de plata... y lo más probable era que terminara teniéndola aún sin pedirla.

Cuando entra en la sala de visitas, Craig espera ver a su abogado, o a su hermana... Se detiene en seco cuando ve a la Visión, erguido en el centro de la sala.

-Gracias, agente Rusell-dice el syntozoide, y este asiente y sale, dejándoles solos-. Señor Craig, aunque nos hemos visto antes, no hemos sido presentados formalmente. Soy...

-La Visión, lo sé-dice Craig, aturdido-. Lo siento, pero no entiendo que...

-Ha demostrado tener agallas, señor Craig-dice la Visión-. Y necesitamos a más gente como usted.

-¿Necesitamos? ¿Quién?

-El CAS. El Comité de Asuntos Superhumanos.

-No lo entiendo...

-Señor Craig, déjeme que le hable del proyecto Fuerza de la Libertad...

-----

Epílogo 3. Algún punto del Infierno.

Oscuridad.
Fuego.
Hielo.
Recuerdos.
Soledad.
Rosas.
Rayos.
Cráneos
Fuego.

En el Vacío, Mefisto grita.

Nadie escucha sus gritos.

-----

1.- Si quieres saber dónde ha estado Sue y con quien, no te pierdas los números 36, 37 y 38 de El Castigador, por Vicente de los Santos, sólo en Marveltopía, por supuesto.

2.- Supongo que sabes que Furia, el Helitransporte y todos los demás vienen de San Francisco y de los tres números de Guerras Infernales: Vengadores, con guión de Cano...

3.- Y la historia de James Craig y los villanos de la Balsa, la encontraréis completa en Guerras Infernales: Tras las Líneas, de aquí vuestro humilde servidor. En Marveltopía, por supuesto.

4.- En Guerras Infernales: Capitán Britania y los Eurocorps, del jefe y yo mismo, ya sabéis donde...

-----

INFIERNO DE GUERRA

Y con este número que acabáis de leer, acaban las Guerras Infernales. Ha sido un viaje más largo de lo esperado (casi un año), y con muchos cambios sobre lo que podría o debería haber sido. Pero finalmente, hemos terminado. Ese inmenso puzzle que ha sido Marveltopía durante todo este tiempo tiene en Guerras Infernales 5 su última pieza, y más o menos, todo queda cerrado... o casi.

Y eso es lo interesante del final de las Guerras Infernales. Que es un nuevo principio. No solo para DOCE, que será la continuación directa de esta historia, ya que llenará el hueco generado por el salto de un año en tiempo narrativo que vivirán todas las colecciones marveltópicas a partir del mes que viene, sino porque en las Guerras Infernales y durante todo un año, muchas cosas pueden cambiar. ¿Qué será del Pueblo Gato y la nueva Tigra? ¿Qué camino seguirá ahora Daimon Hellstorm? ¿Qué es el proyecto Fuerza de la Libertad? ¿Cuál será el destino de los Defensores ahora que Extraño ha recuperado el favor del Vishanti?

Muchos son los caminos, y espero que mucha la gente interesada en recorrerlos... y espero que también en narrarlos.

Y por mi parte nada más, aunque espero que el Jefe diga unas palabritas aquí, al final del correo...

¡NOS VEMOS EN DOCE!

-----

EL JEFE

Ale, ya me quieren hacer trabajar... malditos...

Gracias a todos los que han participado en una medida u otra en el crossover... especialmente a Jose y a Tomás, que han hecho el trabajo sucio.

¡Nos vemos en los tebeos!

 
 
   
www.marvel.com
(1) All characters and the distinctive likenesses thereof are Trademarks of Marvel Characters, Inc. and are used with permission.
(2) Copyright © 2003 Marvel Characters, Inc. All Rights Reserved.