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PORTADA
Escucha los muros caer. Huele el azufre que impregna el aire. Contempla a los Señores Infernales dirigiendo sus fuerzas. Siente el choque atronador de demonios en combate. Palpa el miedo de la humanidad.

Porque ha estallado una guerra oscura.

Y, para nuestra desgracia, se esta librando en la Tierra.
 

Guerras Infernales LS

GUERRAS INFERNALES #2
Guión: José González y Tomás Sendarrubias
Portada: Israel Huertas

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El pasado no tan lejano...

Han sido dado pocas las veces en las que todos los presentes se han reunido conjuntamente.

Cuando lo han hecho ha sido para discutir asuntos de interés cósmico o para afrontar un peligro más allá de lo indecible.

Son los padres celestiales, cabezas visibles de varios panteones.

Odin, Señor de Asgard, ha solicitado esta reunión. Y ellos han venido.

El olímpico Zeus. Tezcatlipoca, a quienes los aztecas adoraron. La deidad del antiguo Egipto, Osiris. Manitú, espíritu de los nativos americanos. Nuada, dios de los celtas. Svarog, deidad rusa. Itzamna, dios maya.

Se sientan en torno a una mesa. Redonda, para que nadie la encabece. En sillas de idéntica altura, para ninguno este por encima de los demás.

- Hermanos, pese a que he pedido que nuestro encuentro tenga lugar lejos de la pompa y el boato, espero que mis presentes y agasajos hallan sido de vuestro agrado.

Los dioses asienten complacidos.

Por razones de cortesía y protocolo, Odin realiza ciertas preguntas antes de entrar en el asunto que quiere tratar con premura.

Los padres celestiales tienen sus propios medios para saber de la guerra demoníaca que se avecina. Quien no lo sepa no reconocerá ignorancia ante los demás. Sabedor de ambas cosas, Odin relata como sus cuervos le hablaron de guerra entre varias regiones infernales y que dicha contienda traería desgracia para Midgard.

Les cuenta también sobre su viaje, del pacto que realizó y de la meta que quiere alcanzar.

- ¡Señor Odin!- exclama Zeus- ¡Lamento decir que me averguenza no haber ideado yo mismo tal plan! ¡Sin duda debéis saber que si vuestro plan llegase a los oídos del bajo mundo...!

- ...vuestro reino podría verse asediado- continua Nuada- Y tal asedio podría extenderse a los nuestros.

La melena rojiza de Zeus casi parece inflamarse cuando la ira envuelve su ser.

- ¡¡¿Acaso teme Nuada el asalto de viles demonios a sus puertas?!! ¡¡¿Cree acaso que nuestros reinos no son rivales para tan oscuras fuerzas?!! ¡¡¿Has perdido tu coraje, Nuada?!!

Más veloz que un relámpago, el dios celta se incorpora y enfrenta al señor del Olimpo. Es Manitú quien interviene para calmar los ánimos.

- El valor del hermano Nuada no debe ser puesto en duda. Su panteón, cualquiera de los nuestros, se aprestaría gustoso a enfrentar y derramar sangre demoníaca.

- Y que gloriosa batalla sería- afirma Odin.

- Una gesta digna de ser recordada- concuerda Svarog con el de Asgard.

- Creo entender el porque de los movimientos en las sombras del señor Odin.

- También yo, Tezcatlipoca- dice Osiris asintiendo- Una participación más visible, llevaría a las fuerzas infernales a una confrontación directa con Asgard. El reino dorado haría que pagasen cara tal osadía. Pero larga sería la contienda. Y todos sabemos que hasta los dioses pueden morir.

- Osiris es sabio. Si, muchas serían las bajas ante la ira infernal. No penséis que rehuyo el combate. En ocasiones puede más la astucia que un brazo fuerte.

- Me asombráis, hermano Odin. Hubiera esperado de vos una llamada a la defensa del reino de los hombres.

- No me confundáis con mi hijo Thor, Itzamna. Tiempo hace que yo, como todos nosotros, decidimos que Midgard sería asunto de los mortales.

- Enorme es la tarea que pones sobre los hombros de mortales. Y de otros- sentencia Zeus.

- Se dice que en el Olimpo, la medida del valor es el mortal llamado Capitán América.

Zeus frunce el entrecejo ante la afirmación de Odin pero termina sonriendo.

- Digno es de luchar al lado de nuestros hijos. Pero tal afirmación es exagerada.

- Los excepcionales mortales a los que Hércules y Thor reconocen como amigos, y otros tantos igual de maravillosos, han defendido la Tierra de amenazas mil- interviene Nuada- La apuesta del señor de Asgard puede resultar catastrófica. Hay muchas variables en juego.

- Pero grande es el premio- afirma el asgardiano- Siempre y cuando nuestros panteones se mantengan al margen- su vista pasa de rostro en rostro- ¿Qué decís, pues?

La decisión es unánime.

- Y si Midgard cae en esta guerra, sus defensores serán bienvenidos en Valhala y los padres celestiales limpiaran su mundo a sangre y fuego- ruge Odin- ¡QUE ASÍ SEA!

- ¡QUE ASÍ SEA!- es el grito común del resto de los presentes.

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San Francisco.

A lo lejos, Vengadores reservistas se interponen entre los demonios de Corazón Oscuro y los seguidores del hijo de Satán.

Desde la terraza de un lujoso apartamento, Batroc el saltarín pondera como la batalla afectará al trabajo que le ha traído a la ciudad y decide que...

- No.

- ¿Qué?- pregunta confuso el hombre rapado que observa junto a él.

- Pagece que se impone un viaje a las islas Seychelles. Eso apesta a magia. Y a caos. No es un buen momento, ¿comprendez vous?

- Se te paga bastante bien para que hagas lo tuyo ahora. El empresario solo estará unas horas en San Francisco. Y ya has cobrado una parte- añade el hombre enojado. Con una discreta seña advierte a otros dos tipos, traje y corbata negros, y estos echan mano a la cintura agarrando la empuñadura de sus pistolas.

- Vuelve a casa en su jet, calvito. Puedo subigme en el SFO.

- ¡No te pagamos para hacerlo en el aeropuerto! ¡Tiene que ser en la sala de juntas!

Batroc se vuelve despacio.

- Gesulta muy desagadable que te hablen a ggitos, Jackson.

Los nervios hacen presa de uno de los guardaespaldas. Conoce como se las gasta Batroc. Comienza a sacar su arma.

El mercenario se mueve ágilmente. Apoya las palmas de sus manos en el suelo y hace el pino mientras gira violentamente con las piernas abiertas. Su derecha golpea el la cara al hombre que iba a apuntarle. Con la izquierda, tumba al segundo.

Es demasiado para Jackson. Únicamente es un mandado en su primer encargo. Y se ha fastidiado. Cruza a todo correr la puerta de la terraza, resbala sobre una mesa, llevándose por delante vasos y botella, pugnando por alcanzar la salida.

La fuerte pierna de Batroc cierra la puerta entreabierta de un golpe. El pomo escapa de la mano de Jackson. Su cuerpo es estampado contra una pared para luego ser lanzado dentro del apartamento. Siente su pulgar romperse bajo la experta mano del mercenario.

- Pog mi estilo de vida, tengo que seg muy fogmal. Mi geputación me da de comeg. Subige a ese avión o sucedga en otgo lugag. Siento lo de tus chicos. Solo quegía desagmaglo.

- ¡Oh la la! ¡El Capitán América te ha roto tanto las pelotas que has perdido tu reputación!

- No sabes cuando callag.

Georges Batroc libera al hombre retrocede un paso y se deja caer lateralmente. Palma izquierda sobre el piso, piernas flexionadas, rodillas a la altura del pecho. Músculos como muelles estiran las piernas cuyos pies impactan a mitad de la espalda. El cuerpo de Jackson cae brutalmente de regreso a la terraza.

Los ojos de Batroc se clavan una vez más en la batalla.

- Como tu mismo has dicho, ¡Oh la la!- se vuelve camino de la salida- En segio, no es el momento adecuado.

El mercenario es un hombre práctico. Se pondrá en contacto con sus clientes. Estos estarán de acuerdo con que el momento no era propicio. Protestaran, quedamente, por la invalidez de Jackson. Y negociarán un nuevo contrato.

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Grey Park, Territorio Yukón, Canadá.

- ¿Por qué nunca encontramos a Shaman cuando le necesitamos?- protesta Jean-Paul, mientras el tronco de un árbol, arrojado como si de una jabalina se tratase, pasa a escasos centímetros de él. Un resplandor a unos metros bajo él le indica que Vindicador ha respondido al ataque de las Grandes Bestias.

- Mi padre ha sido convocado- replica Talismán a través del intercomunicador que une a todo el equipo-. Es más necesario en otro lugar.

- Debería hablar con Lobezno y aprender cómo lo hace el enano para estar en todas partes al mismo tiempo...- replica Estrella del Norte, girando en el aire y lanzándose a toda velocidad hacia abajo, donde las tres Grandes Bestias se enfrentaban a sus compañeros de Alpha Flight.

- No te ofendas, Jean-Paul-interviene Vindicador -, pero ¿desde cuando tienes sentido del humor?

-Muy graciosa, Heather, muy graciosa- gruñe él, lanzando una andanada de puñetazos a toda velocidad hacia la cabeza de una de las Grandes Bestias, una especie de enorme oso blanco, con el pelaje y las garras cubiertos de hielo, y cuyos rugidos hacían que todo el inmenso bosque que les rodeaba retumbase. La Bestia se tambalea un instante, y lanza sus garras hacia Estrella del Norte, que vuela de nuevo tan rápido que se ha distanciado casi un kilómetro de la Bestia antes de que esta se haya dado cuenta siquiera de que ya no está allí.

Un enorme pájaro blanco pasa a su lado, cayendo en picado sobre el oso, y arañando sus ojos con unas afiladas garras, azotándole el rostro con las alas. Estrella del Norte sonríe. Incluso sin Shaman, Alpha Flight estaba ganando. Y ni más ni menos, a tres de las Grandes Bestias. Annanuik, Taraq y el propio Ithaqua, según había señalado Ave Nevada cuando había aparecido en la base del equipo, alertándoles de que las Grandes Bestias hollaban de nuevo la Tierra. Años atrás, una de aquellas criaturas había estado a punto de acaba con Alpha Flight, pero ahora, ellos iban por delante.

- ¡Narya!- escucha gritar a Guardián, y ve como el enorme pájaro blanco vuela desmadejado, estrellándose a casi dos kilómetros de distancia de donde se encontraba. Probablemente había recibido un impacto directo de una de las Grandes Bestias- Jean-Paul...

- Ya estoy allí- dice este, volando en dirección a Ave Nevada, que yace aturdida entre la nieve. El golpe que ha recibido podría haber matado a cualquiera, pero Narya es una semidiosa, y es realmente difícil de roer. Estrella del Norte toma tierra al lado de ella, y ella le mira, con unos ojos perturbadoramente blancos y sin pupilas- ¿Estás bien?

- No- responde Ave Nevada, tratando de incorporarse, pero cayendo de nuevo al suelo al fallarle las piernas. Hubiera caído de bruces de no haberlo impedido Estrella del Norte, que la sujeta por los hombros, evitando que caiga al suelo- Esta batalla...

- Va bien, Narya- sonríe Jean-Paul- Esas cosas están débiles, podemos con ellos.

- No lo entiendes, Jean-Paul- le interrumpe ella- Es batalla es una broma. No es nada- Ave Nevada acaricia el rostro de Estrella del Norte, con gesto triste- Algo ha roto las barreras que mantenían atadas a las Grandes Bestias. Las ataduras se han desvanecido, y caminan libres por la Tierra. Podemos vencer a Ithaqua, Annunaik y Taraq. Pero entonces vendrá Tanaraq. Y Tundra. Y Sahawayk. Y Annarik, Helak y Atastrasan. Y muchos otros más, muchos que ni siquiera tienen nombre. Esta es una guerra que no podemos ganar, Jean-Paul.

Estrella del Norte mira hacia el bosque, hacia la batalla, y la sangre se hiela en sus venas. Asegurándose de que Ave Nevada está bien, vuela raudo hacia el norte, más allá de la lucha entre sus compañeros y las tres Grandes Bestias, hacia el helado páramo más allá del Yukón, más allá del propio Mar de Beaufort.

Y siente que su corazón se detiene al ver como la tierra y el mar tiemblan bajo él. Enormes serpientes aladas, criaturas de hielo con el corazón de fuego, seres de tierra y madera, lobos del tamaño de elefantes... Desolado, Estrella del Norte se da cuenta de que Ave Nevada tiene razón, aunque venzan a esas tres Grandes Bestias, pero jamás podrían detener la oleada que se acercaba.

Con lágrimas en los ojos, Estrella del Norte vuelve hacia el lugar donde su equipo luchaba, sabedor de que eso es lo único que pueden hacer.

Luchar.

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Aproximándose a San Francisco.

Han tenido que esquivar a varios escuadrones de las Fuerzas Aéreas, lo que ha retrasado su viaje. Pero los Defensores están a un paso de su destino.

Los gruñidos recíprocos de la Gárgola y Hulk, el café aguado de a bordo y las gracias de Spiderman han hecho el trayecto poco agradable.

La cosa va a empeorar.

- ...salir a dar una vuelta. Conozco un club en Brooklin con la mejor música en directo. Causarías sensación allí. Luego podría enseñarte la diferencia entre CD´s y vinilo. Tengo unos doscientos en casa. Acompañados de un buen vino y buena compañía.

Estrella Oscura entiende ahora porque Valkiria le preguntó si le importaría cambiar de asiento. Halcón Nocturno tenía una facilidad pasmosa para intentar meterse bajo sus bragas y, al mismo tiempo, pilotar el transporte de tropas.

Eso último debía haber impedido que Val le rompiera la mandíbula.

En defensa de Halcón, hay que decir que, ni con todos sus sentidos puestos en el vuelo hubiera podido impedir el impacto contra las abominaciones aladas, una masa informe a esa velocidad. El cristal de la cabina se hace añicos.

Los gritos y las alarmas acústicas se pierden en el aullido del viento. Las vibraciones sacuden a los pasajeros. Halcón Nocturno lucha ferozmente con los mandos.

- ¡No puedo subirlo!- grita para hacerse oír- ¿Superficies de control dañadas! ¡Hay que saltar!

- ¡Mujeres y arañas primero!- grita Spiderman esperando no mostar el miedo que siente entra tanto peso pesado.

- ¡NAMOR!- llama Hulk mientras hunde sus manos en el fuselaje y lo rasga con facilidad.

El hijo vengador le imita y consiguen separar parte de la cabina que cae girando en espiral. Ambos Defensores originales son los primeros en salir despedidos. Les siguen Gárgola y Extraño. El primero planea gracias a su membranosas alas. El otro, levita por acción de su capa.

Su fuerza y su capacidad de adherencia permiten al clon Ben Really alcanzar y ayudar a Estrella Oscura a alcanzar la abertura.

Valkiria agarra a Halcón Nocturno y lo lanza fuera. Su traje le llevará a tierra. Mientras lo ve alejarse se da cuenta que el impacto inminente demostrará si es o no lo que aparenta ser.

Estrella Oscura tiene otros planes. Su fuerza oscura la rodea junto a los dos últimos ocupantes y caen al vacío. Los restos del transporte se despedazan contra las aguas.

La joven rusa guía el constructo de ébano hasta la cubierta de un ferry y lo disuelve.

- ¿Estáis bien?- pregunta.

- Gracias a ti- responde Val.

- Creo que he visto Alcatraz unas quince veces por segundo- afirma Really.

Namor, Gárgola y el simulacro del hechicero supremo se reúnen con ellos.

- Hemos asustado a todas las gaviotas de la bahía y detenido el tráfico del Golden Gate- bromea Halcón al aterrizar.

- ¿Y Banner?- pregunta Namor.

Halcón señala a la figura verde que se acerca dando potentes brazadas.

- Lo he guiado hasta aquí. Se ha dado un planchazo bestial y esta de mala hostia.

- Siempre lo ha estado- atestigua el hombre submarino- Su humor para nada nos desvía de nuestra tarea, ¿no es así, Stephen?

Extraño no responde. Ni siquiera se inmuta cuando el pasaje del ferry emite un gemido colectivo al ver subir a Hulk a bordo. Se limita a elevarse en el aire con rumbo a tierra.

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Beijing, China.

Para los chinos, los shura son almas en pena de antiguos guerreros que generalmente se manifiestan físicamente como los clásicos samuráis.

Cuando un ejército de lo que es identificado como estos terrores irrumpen en el Parque olímpico, el convoy decide desviarse hacía el estadio olímpico.

Más de la mitad de la escolta muere a la sombra del recinto que recuerda por su forma a un nido. El dignatario grita aterrado dentro del coche viendo como los cristales blindados se astillan y comienzan a ceder.

Tiene suerte de que el supergrupo Fuerza de China estuviera realizando ejercicios tácticos en la zona.

La superfuerza de Buey y la ferocidad de Tigre abren camino hasta el vehículo.

Junto al ágil Mono que salta sin parar, cortando con dos espadas de hoja ancha y golpeando con su cola, y al prodigioso bastón del orondo Cerdo; crean un espacio seguro para que el político salga del coche y Conejo le saque del apuro de un salto gracias a la fuerza de sus piernas.

Conejo deja al hombre en manos de Serpiente, líder de campo, y vuelve a la lucha.

- Señor, vamos a llevarle junto a un grupo de personas que hemos salvado y les evacuaremos- le informa.

- ¡No!- exclama el político- No... deben... ponerme a salvo de inmediato. ¡Soy un alto cargo del Partido!- Serpiente lo ha reconocido- Tengo... información vital. Debo informar de inmediato. ¡De inmediato!

Serpiente mira al hombre tembloroso. Puede ver en sus ojos que miente. Es otro más que se aprovecha de su estatus privilegiado.

Con gusto le tiraría entre los shura. Pero se debe al Partido. Ordena una retirada estratégica. Con la horda en sus mismísimos talones, se dirigen al pequeño helicóptero de televisión que les espera. Acercándose al mismo, los otros tres rescatado hasta el momento, unos ancianos que visitaban el escenario de los recientes juegos.

El líder de campo ve como los shura acortan terreno. Tiene claro que solo habrá espacio para los civiles a evacuar. Y puede que no todos.

La horda empuja feroz. Rictus infernales tras sus espadas y lanzas. Una descarga de flechas se alza al cielo para comenzar su descenso como lluvia letal. Pero no tocan suelo, carne o metal. Una fortísima corriente de aire los desvía.

Procede de uno de los anillos del Mandarín.

El recién llegado se sitúa junto a Serpiente. El Anillo del Rayo Desintegrador vaporiza a un gran numero de shuras. El Anillo de Impacto destroza otra cantidad considerable.

El delgado y contoneante cuerpo de Dragón vuela sobre ellos.

- ¡Hay más gente dentro del estadio!- le grita a su líder que escucha a través del comunicador en su oído de la pronta llegada de refuerzos.

Serpiente mira de reojo al criminal mientras estira su cuerpo y combate. Aúna su tremendo dominio de diversas artes marciales con las habilidades de sus anillos.

Un proscrito. Un poder en si mismo que el Partido temía. Un aspirante a la dominación mundial. La Fuerza de China debería capturarle.

Si lograban sobrevivir.

La muerte ante sus ojos de Gallo, Rata y Caballo parece que niega esa posibilidad.

El miembro del Partido Comunista hace uso de su privilegio como tal. Sin contemplaciones agarra a unos de los ancianos por la solapa y lo saca fuera del aparato.

Conejo se interpone asqueada por su actitud.

- ¡Debo subir yo!- grita el político para hacerse oír sobre el ruido de las hélices- ¡Apártate o informaré sobre ti!

El anciano se sujeta al hombre para levantarse. Este le empuja y le hace caer otra vez.

- ¡Apártate! ¡Apártate!- repite histérico- ¡ApárNNNNHHGGGG!

El Mandarín toma su vida con el anillo del Rayo Eléctrico.

Tras segundos de duda, Conejo ayuda al anciano a subir al helicóptero que despega y se aleja.

- Pagará por su muerte- afirma Serpiente refiriéndose al muerto.

- Su miedo no justifica su falta de honor. Además ese anciano es uno de mis agentes.

Cabra muere chillando horriblemente.

- Tus hombres están siendo diezmados- se dirige el villano a Serpiente al tiempo que usa el anillo de Vórtice para elevarse en una columna de aire- Deberíais alcanzar una posición más ventajosa.

- ¡¡¡Mandaríín!!! ¡¡¡Mandaríííín!!!- grita Serpiente hacía el hombre que se aleja tras el helicóptero. Sus compañeros le rodean y protegen.

Tropas del ejército se unen a la refriega.

- ¿Y los del estadio?- pregunta Dragón a su líder.

A la memoria de Serpiente viene su niñez; cuando, pese a lo que decían los adultos, veía al Mandarín como un ronin que devolvería el honor y la grandeza a su nación.

- Iremos por ellos- afirma tajante.

Con un antiguo plegaria por los caídos en los labios, la Fuerza de China arremete contra los shura. Su destino, incierto.

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En algún lugar de Sicilia.

Francesca Pastrone acelera por una carretera secundaria.

A la porra con el tonto de Franco, su marido.

Por la tele es el fin del mundo y esta venerable anciana tiene algunos pecadillos que confesar al padre Vittorio.

Es culpa del bueno para nada de Franco.

Tras sobrepasar una curva sin visibilidad, frena en seco al ver el todo terreno parado en sentido contrario.

Cambiando una rueda pinchada se encuentra un hombre de piel oscura y fuertes brazos (Arpón). A su lado hay una mochila en forma de tubo de la que sobresalen largos mangos de madera. Junto al que cambia la rueda hay un oriental (Disruptor) que se cubre con un abrigo y una joven mujer delicada de cabello verde (Vértigo) vestida vaqueros, chubasquero rojo y bufanda azul marino.

Algo más atrás del vehículo detenido hay otro hombre. Viste traje y corbata y lleva a sus espaldas una pequeña mochila verde. Tiene el pelo, largo y negro, recogido en una coleta y en sus manos leva un fusil de asalto (Cazador de Cabelleras).

Los presentes miran hacía la recién llegada con un aire de superioridad evidente. Algo en extremo inapropiado para Francesca. Ya no hay educación ni buenas maneras.

De improviso, el fin del mundo alcanza a Francesca en vivo y en directo.

Una sombra salta furtiva desde el borde del camino y se pierde en la figura de la joven. Esta comienza a reír. Despacito y entre susurros primero. Luego sonora y escandalosamente. Su expresión es infernal y viene acompañada de una sensación de mareo que afecta a todos.

Pese a sufrir sus efectos, Cazador de Cabelleras logra apuntar y alcanzar a Vértigo en un muslo. Al perder la mutante su concentración, es inevitable el tiro que abre su cabeza como un melón roto.

Francesca grita. La sombra se introduce en el hombre de piel oscura que coge uno de sus arpones y lo lanza. Al dejar su mano, brilla y se clava en el lugar donde estaba Cazador de no haber dado unos pasos laterales. Aun así, la explosión le alcanza.

El coreano salta a la espalda de Arpón. Su poderes aumentan los del esquimal que, al notarlo deja caer su arma; produciéndose una gran deflagración.

Una lluvia de diminutos cristales cubren a Francesca agachada en los asientos. Sale, aturdida, y contempla con horror los restos diseminados de Arpón. Disruptor esta en pie. Una masa de dolor y sangre. Suya y de su compañero Merodeador.

La esposa de Franco tiene un tímpano perforado. El otro no llega a escuchar los tiros. Únicamente ve los tres marcas rojas que surgen violentamente en su pecho. El mutante cae primero de rodillas y luego de bruces. Víctima de Cazador de Cabelleras con un brazo inútil pero sujetando firmemente el fusil con el otro.

Con esa expresión que sobrecoge el alma.

Y es en ese momento cuando sale del todo terreno. Traje marrón. Corbata roja. Chaleco escocés. Piel entre blanca y azulada. Cabello oscuro.

Y todo lo que puede pensar Francesca es: "Más monstruos, el señor me guarde"

El cuerpo de Cazador esta mortalmente herido. Sus funciones vitales fallan. La sombra salta fuera de él. Aunque esta vez se toma su tiempo y se revela.

Carece de cuernos. Y de cara. Su piel es arrugada y verdosa. Miembros delgados y largos. Largas uñas negras.

La criatura salta en pos de su nuevo anfitrión, ávida de provocar nuevos desastres. Pero no puede.

Algo en Mr. Siniestro le rechaza, evita la posesión. Y el cuerpo del demonio cae en el asfalto.

El mutante se inclina, lo levanta por el cuello y le rompe el cuello con sorprendente facilidad. Acto seguido hace un rápido examen visual, saca de un bolsillo un dispositivo del tamaño de un mechero y toma una muestra del ser.

Si la risa demencial de los otros provocó escalofríos en Francesca, la sonrisa de Siniestro la petrifica de terror.

- Disculpe, señora. ¿Podría prestarme su coche?

Francesca Pastrone nunca contara lo sucedido tras la curva. Ni siquiera al padre Vittorio. El resto de su vida vivirá mortificada pensando que el diablo mismo le debe un favor.

Alejándose del lugar con el material genético de procedencia sobrenatural, Siniestro anticipa horas de entretenimiento en el estudio de la muestra.

Cuenta con la resistencia de heroicos hombres y mujeres que defenderan al mundo de esta invasión.

Y si no es así, si la civilización cae, en sus múltiples laboratorios cuenta con elegantes diseños de ADN con los que reinstaurar una maravillosamente superior.

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El dedo índice del Doctor Extraño señala al autoproclamado Pandemonium como el portal a través del cual alcanzaran a Corazón Oscuro.

- ¿Tenemos que entrar dentro de un tío que escupe monstruos?- pregunta perplejo Halcón Nocturno- Eso es mucho para mi. Soy nuevo en el negocio de las mascaras. Hasta el cabeza de red tendrá más experiencia con lo sobrenatural que yo.

- Tío, mis mayores enemigos son un duende y un tío con brazos mecánicos. Mi dosis sobrenatural semanal la tomo cuando veo a los hermanos Winchester.

Ben piensa que cuando todo pase preguntará a Peter sobre sus experiencias con lo oculto.

- Vamos a ensuciarnos las manos con sangre de demonio- anticipa Hulk.

- No. Nuestro objetivo esta más allá de Pandemonium. La fuerza oscura de Layna cegará, al menos temporalmente, a los engendros lo que facilitará nuestro acercamiento.

- ¿Y como, Extraño, convenceremos a este... ser para que nos deje pasar a través suyo?

- No espero que podamos hacerlo- responde el mago a Namor- Ahí es donde entra Isaac. Puede que ya no sea como antaño pero aun es capaz de proyectar miedo mediante sus rayos biomísticos. Eso más Colmillo de Dragón...

- ¿Mi espada?

- Si, Val. Y junto a mi hechizo, lograremos pasar y enfrentar el mal en su propia morada. ¿Spiderman?

- Un segundo, mmmffp- Ben tira del fino hilo que acaba de lanzar e iza a un transeúnte rodeado de demonios hasta un balcón- Listo. Soy todo tuyo. Defensores reunidos. O lo que sea.

La espesa fuerza oscura se extiende como un manto tras Pandemonium, sorprendiendo a los demonios. Antes de que sentidos no humanos los perciban, los Defensores se aproximan raudos.

Cuando el portal viviente se vuelve, la energía biomística provoca el terror entre hombre y atrocidades. La oscuridad se abre de improviso, una espada de dioses cruza el aire potenciada por hechizos milenarios, y después... nada.

Pandemonium mira sorprendido a su alrededor. Ni rastro de oscuridad ni de atacantes.

Los Defensores ya están al otro lado.

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Valparaíso, Chile.

- Nunca he oído nada de Belial. ¿Vos los habéis oído tocar?

- ¡¿Pero que decís, Llave?! ¡¿No ves que trato de cerrar todas las salidas?!- le grita Madremonte.

La mutante argentina lanza más semillas de su bolsa que germinan rápidamente. Enredaderas y matas espinosas forman una tupida barrera que impide que la gente salga.

Jóvenes y no tan jóvenes que ha enloquecido de improviso y a comenzado una orgía de sangre al grito de Belial, Belial, Belial.

Dentro de recinto, dejando atrás a los asistentes que buscaban la salida, Quetzalcoal contempla a la banda de death metal, Belial.

Tocan aceleradamente, en un frenesí demoníaco. Le miran con expresión perversa. Babean como endemoniados.

Quetzalcoal creía ser un dios azteca. No es la auténtica serpiente emplumada pero aun es formidable.

A su izquierda suena un estruendo acompañado de un fogonazo. El campo que rodea su cuerpo repele el cartucho. Con un gesto hace levitar el rifle de caza y golpea al hombre desquiciado con ella.

- ESTO DEBE CESAR AHORA.

Energía psíquica surge de su cuerpo derribando a toda la banda.

- ¡Quetzalcoal! ¡Quetzalcoal!- suena una voz familiar en el comunicador que lleva en el oído.

- ¿JOVEN GARRA DE PLATA?

- Estoy en Cerro Placeres. Universidad Federico Santa María. Todos se han vuelto locos.

- ¿SONABA ALGUN CÁNTICO?

-¿Qué?

- ¿SONABA UN RITMO TRIBAL?

- Belial, Belial, Belial- se oye de fondo.

Informados sus compañeros, y antes de ponerse en camino, una mujer retiene por el brazo a Llave.

- ¿Donde esta vuestra Fuerza de Tarea? ¿Encerrados en la Isla de Pascua?- pregunta histérica. Otras personas desesperadas y airadas se acercan.

- O.G.R.E. y el Consejo de Seguridad de Sudamérica nos tiene repartidos por toda Sudamérica. Por favor, enciérrense en sus casa y esperen.

- Che, movete. La costaverdiense nos necesita, pibe.

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Para Todd Arliss iba a ser un trabajo sencillo. Abordar cierto barco de Greenpeace, hacerse con notas científicas y discos duros sobre petroleros obsoletos que ya deberían estar en dique seco y provocar un accidente consistente en un incendio en la cocina del buque.

Tiburón Tigre hubiera preferido algo de sangre en el agua. Pero se había especificado la escenificación del accidente. Y pagaría parte del favor por sacarle de prisión.

Arliss ya ha dejado atrás el fondo marino junto a la costa de Nueva Jersey cuando sus ojos captan la oscuridad antinatural ante él.

Todd no posee todas las características de un tiburón. Aún así, algo en su interior más allá del instinto humano remueve su ser. Velozmente alcanza la superficie. Su expresión se torna pétrea al contemplar la esfera oscura sobre la que viajan luces centelleantes y que cubre Nueva York. Superada la sorpresa, sonrie.

"Mejor ellos que yo", piensa.

Poco dura su humor. Oye el ruido de chapoteo y se sumerge para descubrir que lo provoca.

Y lo que el curtido criminal ve le sobrecoge y asusta hasta el punto que escapa nadando como un poseso.

Lo más lejos posible de lo que le acompañará en sus pesadillas el resto de su vida.

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Los instrumentos portátiles de Mr. Fantástico registran la energía que impregna la ciudad.

Para Reed, energía exótica procedente, por lo que ha visto, de una nueva incursión de una dimensión paralela de carácter infrahumano en el plano de la Tierra.

Lo sobrenatural para el profesor Richards es un campo cuyos fundamentos científicos están por determinar.

Como todo joven, Reed fue educado en lo referente a religión. Pero su mente intelectual desplazó a sus creencias. Oh, si. Reconocería que, en ocasiones, se ha vuelto hacía Dios. O que no ha dado con hipótesis para explicar hechos de naturaleza mística. Para volver inevitablemente a la lógica que había permitido avanzar a la humanidad.

Así, podía ver lo místico como energía exótica y buscar en las matemáticas divinas el rostro de Dios.

Armados con material antidisturbios, un reducido grupo del NYPD defiende su posición del ataque de un grupo de demonios.

La situación es desesperada. Hay varios heridos, los botes de humo, las pelotas de goma y las balas escasean.

El cuerpo estirado que se mueve como una serpiente azul entre los atacantes sube la moral de los agentes. Reed usa su elasticidad para empujar a las criaturas o se comprime hasta formar una esfera que rebota golpeándolas.

- ¡Suban a los coches! ¡Vamos, vamos, vamos!

Los policías suben a sus furgones y coches. Una vez en marcha decidirán a donde irán.

- ¡Mr. Fantástico!- le llama un oficial para que se una a ellos.

- ¡Márchense! ¡Yo estaré bien!- responde Reed, su cuerpo estirado y sujeto a farolas y fachadas. Una barrera humana para dar tiempo a la huida.

Cuando se han alejado lo suficiente, se deja caer como una sábana sobre los seres, los enreda y comprime pese a las mordidas y arañazos. Bultos bajo la masa estirada cubierta por moléculas inestables teñidas de azul resisten más que de lo normal pero, finalmente, dejan de moverse.

Reed no sabe si están realmente inconscientes, no nota pulso alguno ni respiración. Recoge su cuerpo despacio y les libera.

Ninguno se mueve.

Hecha en falta a Sue y a los demás. No responden al móvil. Ha disparado varias bengalas que dibujan el característico "4" en el cielo sin que ninguno acudiera.

Una bengala más parte hacía lo alto. Sus ojos la siguen con la mirada justo cuando su móvil suena.

- ¿Sue?

- Reed. Reed, tio.

- ¿Ben? No te oigo bien. Hay interferencias. ¿Donde estas?

Pese a los años que lleva en los 4 Fantásticos, Reed se distrae con la llamada y eso resulta fatal.

Una hoja llameante atraviesa en diagonal desde el hombro izquierdo a la cadera derecha. No quema, no deja marca. Pero provoca un devastador dolor en el fondo de su ser.

Cae de lado y encogido. Su atacante se mueve desde detrás de Reed y lo primero que este ve son las pezuñas. Levanta agónicamente la cabeza y ve desde abajo al Blade demonio que sonríe maliciosamente y se baja ligeramente las gafas de sol para mostrar sus ojo rojos.

- Aaah, el profesor Richards. El padre del cachorro humano que causo inconvenientes al mismísimo Mefisto. ¿Donde tienes a tu hijito? La piel de semejante retoño causaría envidia entre los mios.

No es un héroe sino un padre quien contraataca. Brazos flexibles se enredan en las muñecas y antebrazos del demonio que responde con una coz en el rostro de Reed. Hueso, carne y piel se hunden absorbiendo parte del impacto para recuperar después su forma original.

El falso Blade usa su pezuñas contra el pecho de su rival en rápida sucesión y luego vomita fuego sobre su rostro. Gritando, Richards se cubre la cara con las manos. Libre, el demonio lanza varios tajos contra el cuerpo elástico que se estira y retuerce huyendo del ataque.

Gruñidos y demás ruidos anuncian la llegada de más fuerzas infernales. No se necesita una inteligencia privilegiada para darse cuenta que se impone una retirada.

Con un veloz movimiento y un grosor menor que el de una manguera de incendios, Mr. Fantástico se por el hueco del alcantarillado en el bordillo.

El impostor aparta la rejilla de metal, se agacha ante ella y vomita una larga bocanada de fuego.

- ¡No será suficiente, hombre de ciencia!- grita escupiendo saliva y bilis- ¡La guerra consumirá el reino de los hombres y luego arrancaremos su carne y exprimiremos sus almas! ¡Suplicaréis! ¡¿Me oyes, Richards?! ¡¡Riiiichaaaaards!!

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El disco de luz desaparece y solo queda Magik.

La habitación que compartía en tiempos más felices carece de muebles.

La mansión esta siendo reconstruida. La Patrulla-X no reside ya aquí.

Otro disco luminoso la lleva al exterior del otrora Instituto Xavier. No hay luces en sus ventanas. No se ven coches delante de su entrada. Nadie se divierte en la piscina.

Ni Piotr ni Kitty están aquí.

Llamó a esta casa, como tantos otros, hogar.

Un breve destello se apaga tras aparecer en la escuela de danza de Stevie Hunter.

Sin la calefacción, la sala esta fría. La pared cubierta por completo de espejos le devuelve su reflejo. La de una joven rubia de largos cabellos lisos enfundada en una armadura plateada, cuernos retorcidos y pies de carnero terminados en pezuñas.

Se aferra a que todavía quede mucho de la persona que era. De la niña a la que Nikolai, su padre, llevaba con la familia a merendar a la orilla del lago Baikal. La compañera y amiga de los Nuevos Mutantes. Copo de nieve para su hermano. La que dejó atrás su destino en una granja comunal en Siberia por una vida de sacrificio por gente que la odiaba.

El tirón comenzó en la base de su cuello. Luego se desplazó al centro de su pecho. Todo acompañado de la sensación de que la llamaran pese a no oírlo.

Una imagen se formó en su cerebro. La de una localización a la que se dirigió mediante uno de sus discos de salto.

El hombre cuya cabeza era un cráneo en llamas despedía un gran poder. Morbius, que conocía como por conversaciones pasadas como un vampiro, la puso más nerviosa que el Motorista. Y estaba el oriental sentado en el suelo. Sobre una tela blanca extendida ante él, había una vela encendida, una diminuta campanilla y una foto de Illyana que se había sacado recién llegada a la escuela para jóvenes talentos de Xavier.

- Tranquila, señorita. Me llamo Wong y ni yo ni mis acompañantes queremos hacerle daño.

Pero ella ya miraba al cielo. A los relámpagos anormales y a la barrera donde brillos colores corrían imposiblemente.

La sombra del mal se extendía. Y era de obra demoníaca.

- ¿Cómo ha podido convocarme?- preguntó a Wong saliendo de su estupor.

- Por una precaución de un amigo para el que trabajo. El Doctor...

- Extraño- terminó diciendo ella- Si. Le recuerdo.

Era lógico. Pocos podrían hacerlo. Pero en una situación como esta solo el hechicero supremo la llamaría.

¿Cómo sabía él que seguía con vida?

- Jovencita- se dirigió a ella Morbius- Precisamos tu ayuda.

- Necesitamos de tu don para viajar- aclaró el Motorista Fantasma.

- Ya. Era yo o el perro de los Inhumanos.

- ¿Perdón?

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Tal y como el hechicero supremo había planificado, las fuerzas reunidas por él están situadas allí donde quería.

A las puertas de uno de los señores infernales.

Tan cerca como para que Corazón Oscuro considere a los Defensores como una amenaza.

Pero, donde esperaban encontrar un ejercito de demonios, fuego y azufre, les recibe un oscuro Jardín del Edén.

El cielo es una bóveda con inmensas estalactitas. Algunas han alcanzado el suelo formando colosales columnas. Un brillo rojizo ilumina un paisaje de árboles de gruesas ramas sin hojas cubiertos de enredaderas de afiladas espinas y bellas rosas.

Pequeñas nubes de lo que parecen insectos sobrevuelan aquí y allá. Arroyos de aguas oscuras corren plácidos, alimentados por grandes cascadas que rugen con molesto estruendo. Contrasta con la humedad un manto de hierba seca en contraposición a rosales de flores rojas y negras y grotesca formaciones vegetales. Todo acompañado de un hedor inaguantable.

Un paraíso inverso en el que una torre de basalto negro atrae la mirada de manera enervante.

Es la sede del poder de Corazón Oscuro.

- ¿Qué ha sido del infierno de pozos de fuego y tormento eterno?- pregunta en voz alta Halcón Nocturno.

Los Defensores miran a Extraño. Su estrategia se les antoja ahora errónea. Aun así, confían en él.

En guardia, el grupo sigue al hechicero. Un "¿Qué hago yo aquí?" ronda la mente de alguno de ellos

- ¡No!- reprende Valkiria a Gárgola cuando el segundo va a recoger del suelo algún tipo de fruto semejante a un melocotón de color parduzco.

El sentido arácnido de Ben Really ha actuado desde que llegaron, algo normal sabiendo donde se encuentran. Pero Spiderman va notando como el zumbido se va tornando más largo y apagado.

Nunca lo ha notado así.

Namor hecha un vistazo a las aguas oscuras. Duda de que renueven sus fuerzas. No debió venir a una región infernal, lo sabe. Pero todo un planeta depende de su determinación y su poder.

Valkiria percibe que hay más de lo que se ve a simple vista. Una amenaza oculta pero que siente en el aire.

Cercanos ya a la torre, Estrella Oscura y Halcón Nocturno son los primeros en sucumbir ante los efectos del polen de las nefastas flores que flota en el ambiente. Spiderman aguanta un poco más pero bajo un brazo de Hulk que lo recoge ante de que caiga al suelo.

- Debemos alcanzar la torre- afirma el Doctor Extraño con un tono carente de emociones. Camina ignorando a los caídos.

Hulk sujeta a Halcón. Al gigante verde se le va la cabeza y lucha contra ello. Valkiria agarra a la joven rusa y aprieta la empuñadura de su espada dispuesta a presentar batalla.

El avance se torna en carrera por una vegetación cada vez más densa. Hasta el punto en que un bosque tupido parece echárseles encima. Hulk se ve obligado a soltar su carga y arrancar las enredaderas de sus piernas. Colmillo de dragón cercena lianas cubiertas de espinas. Namor derriba árboles y parte troncos. Gárgola, pacificada por el aroma de las flores no se resiste mientras observa complacida como va siendo cubierto.

- ¡Extraño! ¡Extraño!- llama el hombre submarino.

Pero el Doctor Extraño simplemente camina hasta que la vegetación le aprisiona. Entonces, la magia que da forma a su figura se rompe. El cuerpo estalla en una masa mucosa transparente que se evapora lentamente.

Los restos cortados van cayendo a los pies de Valkiria junto el cuerpo inconsciente de Estrella Oscura. Hulk y Namor se elevan en el aire. El primero arranca una estalactita y se deja caer de nuevo. Desde su posición elevada, el antaño príncipe de Atlantis observa a una figura que mira desde la torre.

No le cabe la menor duda. Es el señor infernal de este plano.

Los puños del monstruo gamma golpean una y otra vez logrando abrirse paso en su intento de reunirse con los demás. Su camino acaba ante una de las gigantescas columnas de unos quince metros de diámetro. Sus dedos se clavan en la piedra y sus músculos logran lo imposible. La columna se fractura, se tambalea, se inclina y cae arrasando el paisaje.

La vegetación busca a su agresor que salta y termina su vuelo sujetándose a otra columna de diámetro superior. La va desgajando y lanza enormes pedazos que impactan y ruedan.

Sin perder el aliento, la Valkiria corta, rompe y desgarra una y otra vez. Su inigualable habilidad la mantiene libre pero rodeada. En continuo movimiento, empieza a ver ojos rojos sin pupilas que la acechan.

Viendo que si interviene para ayudar a sus aliados correrá su misma suerte, Namor decide atacar al señor infernal y se dirige hacía la torre con rabia estallando en su pecho.

Su vuelo es interceptado por un demonio grisáceo de figura oronda que vuela merced a alas membranosas cuyo tamaño no debería permitir su planeo. Al alcanzar al hijo vengador, el vientre del engendro se abre y unas fauces llameantes como un horno de fundición le atrapan.

Es tanto el calor como la esencia sobrenatural lo que reducen a Namor.

La columna donde se asienta Hulk se va llenando de enredaderas espinosas haciendo imposible su permanencia. Un nuevo salto le sitúa junto al saliente de una de las cascadas. Uniendo mano contra mano, golpea el saliente y el agua fluye como una inundación. Poco puede disfrutar de su hazaña porque, producto de su golpe, la superficie bajo sus pies se hunde. La vegetación se abre para recibirle y se cierra sobre él de manera vertiginosa, engullendo literalmente al Defensor.

El manto verde es golpeado brutalmente una vez, dos y una tercera y última. Luego, miles de flores se abren en la superficie.

Demonios y maleza acosan a Valkiria. La dudas sobre su origen, la impotencia ante la certeza sobre el resultado de la lucha, todo se junta en su cabeza. Grita su frustración. Se niega a perder a Colmillo de Dragón.

Cuando Corazón Oscuro ve la hoja desaparecer entre flores violáceas, el entorno responde a su satisfacción. Mares de llamas se levantan hasta rozar la bóveda. Lagos de fuego hierven. La agonía de los condenados, ya de por si inaguantable, aumenta enormemente.

Apenas puede privarse del deseo de arrancarles el alma a estos invasores terrenales, jugar con su carne, exprimir sus temores. Pero se le ocurre una forma de aprovechar a sus capturas.

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El Limbo.

N´Astirh acude presuroso al lugar donde se ha abierto la barrera. El reino de Corazón Oscuro ha regurgitado a los apaleados Defensores en el limbo.

El demonio-mago, aliado con Belial, se asegura que no vengan acompañados por hechizos u otros trucos.

Los contempla. Es impensable que el hijo de Mefisto se deshaga de tal trofeo. E, indudablemente, no se trata de un regalo para comenzar una negociación.

Corazón Oscuro no puede permitirse una distracción en medio del conflicto. Así que se los ha enviado para que sea él quien se distraiga.

Que poco le conoce Corazón Oscuro. Para N´Astirh no es ningún problema torturar almas y defender su parte del Limbo.

N´Astirh juega un juego muchísimo más complejo. N´Astirh juega por su misma existencia.

En un momento del pasado N´Astirh murió. Su carne de demonio convertida en carne tecnórganica. Ejecutado la Patrulla-X y Factor-X.

Esta versión suya del pasado fue testigo de ello desde el Limbo. Y ha emprendido una campaña imposible para sobrevivir pese a lo evidente de su destino.

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Sidney, Australia.

Lejos de ojos indiscretos existe un habitáculo no mayor que una habitación. En él descansa un ser no nacido de vientre de mujer; sino de una mente prodigiosa.

Conectado a Internet de banda ancha, descarga información. A través de varios satélites de comunicación pirateados, observa el mundo por medio de canales de TV.

Las criaturas que están surgiendo por toda la Tierra son vida, no natural pero básicamente vida. Su aparición entorpece sus planes.

El análisis lógico, frió y deshumanizado de la información recogida concluye que las criaturas y el genero humano son enemigas y rivales. Por lo tanto, se atacaran mutuamente hasta que uno de los bandos sea exterminado.

Y Ultron exterminará a los supervivientes. Y toda vida que quede sobre la faz del planeta.

Implacablemente.

Sigue recopilando información. Añade a las criaturas y la naturaleza de las mismas a sus datos. Como una incógnita más a valorar y usar, si es posible, en sus estrategias.

Observa y planea sin desfallecer.

Es inhumanamente paciente.

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Plantación L´Etoile du Victoire. Nueva Orleáns.

El tiempo no ha sido piadoso con las viejas mansiones que se alzan alrededor de Nueva Orleáns, hoy convertidas en ruinas en su mayoría, devoradas por el pantano y la vegetación. L´Etoile du Victoire había pertenecido durante décadas a la familia Neville, y en sus campos se había sembrado tabaco y algodón, recogido primero por esclavos y luego por braceros contratados cuando el Sur perdió la guerra y Abe Lincoln derogó las leyes sobre la esclavitud. Pero a finales del siglo XIX y principios de XX, con la aparición de las máquinas, aquellas viejas plantaciones dejaron de tener sentido, y la Crisis del 29 supuso la quiebra total de los Neville, que se vieron obligados a deshacerse de L´Etoile por no poder mantenerla. Hoy, los antiguos visillos violetas cuelga hechos jirones, la pintura del exterior está desconchada y sucia, el musgo y la humedad cubren las columnas, y las buganvillas y los dondiegos han sido remplazados por hiedras y enredaderas.

Y hoy, los demonios se acercan al edificio. Arophel, su líder, mira hacia atrás y los contempla orgulloso, son los Susurros, la élite de los asesinos de Corazón Oscuro. Su piel coriácea les sirve de armadura, la luz resbala sobre ellos, haciéndoles prácticamente invisibles, sus ojos facetados les permiten ver a lo largo de todo el espectro, y son tan silenciosos moviéndose que se consideran absolutamente indetectable. Arophel ha venido acompañado de seis de sus compañeros, un largo camino desde el dominio de su señor en San Francisco, donde el esclavo Pandemonium ha servido de puerta a Corazón Oscuro. Los Susurros cabalgan en los vientos, así que su viaje ha sido rápido, silencioso y certero. Y ahora saben que su objetivo está cerca.

Los Susurros evitan el cuerpo central de la mansión, la inmensa construcción porticada de grandes columnas dóricas y tres alas orientadas al norte, sur y este y se dirigen hacia la finca situada tras la casa, hacia una de las antiguas cabañas donde habían residido los esclavos ciento cincuenta años atrás.

Arophel no tiene que hacer siquiera gesto alguno a sus seguidores, se distribuyen alrededor de la casa en perfecto silencio, dispuestos a tomarla al asalto. Arophel siente el veneno acudiendo a sus colmillos, y pasa la lengua por sus duros labios, sintiendo el amargo icor. Y sin más, los siete demonios irrumpen en la pequeña construcción de madera, atravesando las paredes como si fueran viento y polvo, y volviendo a adquirir sus formas armadas en el interior.

La sala está casi vacía, no hay apenas mobiliario más allá de una mesa en un rincón, un par de sillas de madera, una cama en otro rincón, y una cuna junto a ella. Una pequeña cocina se atisba a través de una cortina hecha de conchas, cristales y fragmentos de madera tallados. El aire huele a té, y una anciana, alta y de cabellos blancos recogidos en un moño sobre la nuca, vestida con un anticuado vestido de color lavanda y un chal rojo vino, que sostiene a un niño en brazos. Arophel alza las garras, dispuesto a ser él quien de el golpe letal, pero en ese momento, se da cuenta de que algo va mal.

El niño sonríe.

Y la realidad se pliega.

Los Susurros ni siquiera se dan cuenta de lo que está ocurriendo antes de dejar de existir, Arophel no tiene tiempo de gritar.

- Parece que nuestro refugio ha sido comprometido- susurra Ágatha Harkness, acariciando suavemente la mejilla del pequeño, que mira a su entorno, con gesto divertido- Supongo que no podemos escondernos siempre, pequeño Daniel, parece que es el momento de que les recordemos a los Señores Infernales por qué deben dejarnos en paz.

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Túnel Lincoln, Manhattan.

- ¡¡TIO,TIO,TIO...!!- exclama repetidamente Speedball al tiempo que rebota gracias a su poderes contra la marabunta de demonios que cubre el suelo y las paredes del túnel e intentan atraparle.

El campo telekinético de Justicia levanta vehículos abandonados por sus ocupantes y los lanza contra las criaturas.

- ¡Sir Justin, mira donde tiras eso! ¡Ey, Turbo; ¿también tú?!

- ¡Bota hacía otra parte, idiota!- le grita la chica. Las ráfagas de aire generadas por su traje hacen su parte. Pero Mickey tiembla de miedo.

Aquellas cosas habían atacado a los que habían quedado atrapados en el túnel al ser bloqueado por la insondable barrera. Como héroes oficiales de la ciudad, los Nuevos Guerreros bajaron junto a los equipos de rescate y luchaban por cada persona atrapada abajo.

Flexo estira sus brazos rojos y recoge a una mujer y su pequeño terrier.

Kymera desarma a un sujeto que vacía su pistola contra las hordas y se lo lleva volando

La placa de Vance vibraba indicando una llamada.

- Aquí Justicia.

- ¡Ya era hora!- suena la voz de Dallas Riordan entre interferencias- ¡Se os necesita en... en todas partes! ¡Estamos en medio de una crisis de las gordas! ¡El ayuntamiento os necesita en...!

- Con el debido respeto, estamos con el agua al cuello aquí abajo.

- ¡Con los demonios al cuello!- grita Robbie al pasar rebotando junto a el líder del equipo!

- ¿Y la guardia nacional? ¿Y los 4 Fantásticos?- pregunta Justicia.

- No se sabe nada del grupo de Richards. Y las fuerzas comunes no son rival para esas cosas.

- Intentaremos acabar...- Vance mira al interior del túnel. Las bestias avanzan pese a su resistencia- ...como podamos. Justicia fuera. ¡Speedy, maniobra 3E! ¡Turbo, amplia el ángulo de tus ráfagas!

Flexo, Kymera y Turbo aguantan a duras penas la embestida mientras Justicia envuelve con su telekinesis a Speedball. Este, expande su campo de energía cinética hasta que desaparece bajo un millar de burbujas.

En el pasado, Vance hubiera tenido más problemas en controlar tal poder. Aún así le cuesta hacerlo.

- ¡¡¡Ahora!!!- grita Justicia para que sus compañeros se aparten.

El poder de Speedball surge con una potencia comparable a la de un cohete de la NASA. Destroza a los demonios. Y a los vehículos. Y al alumbrado. Y a las paredes del túnel.

- ¡Joder, palillo! ¡Te has pasado!- exclama Kimera.

- Eran tan cariñosos como los seguidores de Amy Winehouse. E igual de limpios- bromea Robbie que al volverse se encuentra con las miradas de rescatadores y rescatados- Uuuh, estaban al día con los seguros, ¿verdad?

- Venga, pongamos a salvo a esta gente- ordena Vance- Y veamos que nos espera ahí fuera- dice para si mismo.

Lo que les espera a la salida del túnel es un demonio albino de unos ocho metros que sujeta los restos de un autobús como si de un garrote se tratara.

- MMmm- a Flexo le surgen retorcidos cuernos en la cabeza- Quizás deberíamos aprovechar para jurar lealtad a los nuevos amos de la Tierra.

- Eh, eh. Cuidadito, 3PO. Las gracias las suelto yo.

El furioso rugido del demonio corta a Robbie que añade:

- Juro lealtad a los poderes oscuros...

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Alicia espera. Siempre espera.

Se dice a si misma que el hombre a quien ama es un héroe. Que salva vidas, la tierra misma. E incluso el universo.

Se esconde junto a otros en el modesto centro comercial donde se iba ha inaugurar una exposición de sus esculturas.

En ocasiones, Alicia a pensado en salir de la ciudad y dejar atrás su vertiginosa locura. Superhumanos, crímenes, dioses olvidados, atascos, alienígenas, jóvenes ejecutivos sobradamente avariciosos...

La escultora ciega sintió los pesados pasos que se acercaban y los sollozos de quienes le acompañaban.

- Tienen sitio de sobra, padre. Acomódense donde quieran- Alicia, como siempre se tranquilizó al escuchar la voz de Ben- Ahí al lado hay algunas máquinas de café y bocadillos. Licia, nena, ya estoy de vuelta. He recogido a varios más y les he convencido de que bajaran. Este chaval, uhm, perdón, este es el padre Ernesto, de una parroquia cercana. Padre Ernesto, ella es Alicia Masters, futura señora Grimm si logramos acabar con los preparativos de boda.

Las palabras "futura señora" en medio de una crisis como la que viven revuelve algo dentro de Alicia.

- Parece que veré su obra más pronto de lo que había previsto.

Ella apenas escucha la voz del joven sacerdote.

- Ben, ¿cómo es de malo?

- En una escala de diez, siete y subiendo. Lo mejor de Nueva York brilla por su ausencia. Eso debería de indicar que se cuece algo gordo. Uno de esos tíos me ha dejado un móvil. Solo he podido hablar con Reed unos segundos. Creo que se estaba metiendo en jaleos. He lanzado una bengala por si Suzie o la cerilla andaban cerca pero nada.

- Y lo del cielo- añade ella.

- No supera al cuatro de Julio. Pero con todo lo que he visto, ya ni me sorprendo. ¿Cómo lo llevas tú?

¿Cómo lo llevaba?. Meses de preparativos para la boda habían puesto de los nervios a la escultora. Se negaba a ser presa de la angustia. Pero, últimamente, cada vez que Ben salía con los 4 Fantásticos, en su cabeza martilleaba la idea de que se convertiría en viuda antes incluso de casarse.

Y ahora, una vez más, el infierno en la Tierra.

"Futura señora Grimm"

La Cosa nota la agitación de la mujer a la que ama. Quiere estrecharla entre sus brazos, consolarla. Y debería. Si no fuera por ese maldito sentido de la responsabilidad.

- Tengo que volver a salir. Ver si puedo contactar con alguien. Ayudar en lo que pueda- le dice él- Escucha, una cara tan dulce como la tuya seguro que convence a esta gente para que se queden tranquilitos aquí dentro...

- Casémonos.

- Ehhh, estamos en ello, nena.

- Ahora. Aquí mismo.

- ¿Aquí? ¿Por qué? Casi lo tenemos todo a punto.

Alicia se acerca a él y acaricia una de sus duras mejillas.

- Sé que es una locura. Sé que no es así como lo habíamos planeado. Necesito... Lo necesito. Tenemos al Padre Ernesto a mano. Hagámoslo.

- ¿Y no prefieres que nos case Elvis en las Vegas?- ironiza Ben un tanto mosqueado.

El rostro de Alicia se ensombrece. Le pide a Ben que se aparten de los demás y tiene lugar una íntima conversación donde palabras y lágrimas fluyen sinceras.

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Sligo, Irlanda.

El monasterio es un remanso de paz. El centro de esa quietud es el joven Feron, ex-miembro del grupo de héroes británico Excalibur.

La verdad es que no había exactamente paz y sosiego en el alma de Feron. Su corta vida había estado dedicada a un único propósito. Y ese propósito, increíble, imposiblemente, no se había cumplido.

Ahora, intenta calmar su atribulado ser; siempre con la esperanza de que su destino finalmente se cumpliera.

Hoy, la noche que las barreras se agrietan, un inmenso pájaro de fuego con las alas plegadas cae desde más allá de la atmósfera.

Feron abre sus ojos, totalmente negros, y eleva su vista hacía el techo. Lágrimas de alegría corren por sus mejillas. Por un segundo, la música de las estrellas llena sus oídos y la luz celestial de ilumina su pálida piel.

Y la entidad Fénix entra en su seno.

Instantes después, el pájaro de fuego, más pequeño y con las alas desplegadas, surge del monasterio. Dentro de dicha forma, un muchacho vestido con un hábito ríe jubilosamente. El Fénix esta con él, vuela libre y sin rumbo y todo esta en orden.

Para Feron es una comunión física y espiritual. Para la fuerza Fénix... se desconoce.

La empatía del joven de corto cabello negro se incrementa considerablemente. El miedo se proyecta desde abajo.

Abajo también esta el mal. Y tiene forma demoníaca.

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Centro de Control del Ejército de Estados Unidos, Base temporal en Jersey.

- Necesito saber para ayer qué cojones está pasando aquí- grita el general Thunderbolt Ross, dando un puñetazo sobre la mesa, haciendo que la taza de café aguado que tiene al lado de un pequeño salto. A su alrededor, de inmediato, todos los miembros de inteligencia del ejército que han sido destinados al cuartel improvisado organizado en Nueva Jersey duplican el ritmo de su trabajo. Ross apaga un cigarrillo en un cenicero mientras sus ojos bailan de un lado a otro de las dos docenas de monitores situados frente a él en los que desfilan a velocidad de vértigo docenas de datos e imágenes, analizados por los expertos- Si es el Día del Juicio, tenemos que preparar el alegato de la defensa.

- Pues parece que llegamos tarde- responde a su lado un mujer, de alrededor de treinta años, uniformada con la ropa del ejército de tierra, y con su nombre escrito en una chapa adherida a su solapa, la Teniente María Hill- Hay noticias de avistamientos de demonios no sólo en Nueva York, sino procedentes de todo el mundo. San Francisco está cubierta de "demonios", Alpha Flight se las está viendo con algo gordo al norte de Canadá, hay disturbios religiosos en Méjico e Italia, y hay noticias inquietantes de algo moviéndose en el Este de Europa. Estamos comprobando millones de datos procedentes de todo el mundo, y SHIELD nos confirma que están colaborando con el Mossad, el MI-6 y una docena más de servicios de Inteligencia. Incluso se han visto orcos asaltando Londres.

- Un informe estupendo, señorita Hill -responde el general Ross- ,si esto fuera una cadena de noticias. SHIELD ya se estará ocupando de la situación mundial, nuestro trabajo es mucho más concreto. ¿Qué demonios está pasando ahí dentro?- aúlla, haciendo un vago gesto hacia la cúpula tornasolada que se alza sobre Manhattan.

- Es difícil precisar algo, señor- responde Hill, envarándose- Los datos de telemetría son... confusos. Hemos conseguido infiltrar dos robots espía, y mantenemos el contacto con diferentes puntos de la ciudad. Hay algunas interferencias, pero las comunicaciones son posibles. La barrera parece sólida, y no hemos conseguido debilitarla lo más mínimo de ninguna manera, pero es como... como si aún no estuviera formada del todo.

- ¿A qué se refiere?

- Es como si en algunos de sus puntos, aún fuera permeable. Un grupo de unas ciento veinte personas ha conseguido salir hace dos horas cerca de Brooklyn, pero de pronto el paso se cerró, y dejó atrapadas dentro al menos a otras veinte que formaban parte de ese mismo grupo, según nos han informado. Todos los testimonios hablan de lo mismo: demonios, demonios y más demonios. Pero lo más preocupante son los datos de telemetría.

- ¿Y esos datos son...?

- Que la barrera continúa creciendo, señor. Y lo hace rápido- explica Hill, lanzando un suspiro- Nos ha sido imposible determinar cual es la energía que forma la barrera, y parece invisible a todos nuestros instrumentos, pero todo parece indicar que si continúa expandiéndose al ritmo que lo está haciendo, en un par de horas toda Nueva York estará bajo la cúpula... y no sabemos si se detendrá ahí siquiera.

- Maldita sea-masculla Ross- Quiero hablar con Furia, o con quien cojones esté al frente de SHIELD en este momento. Y que alguien me traiga a Reed Richards aquí antes de que pueda contar hasta tres. El mundo no se va a ir a la mierda mientras nosotros estemos de servicio.

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Catedral de San Patricio, Manhattan.

Elizabeth Quinn se encuentra perdida en sus propios pensamientos mientras a su alrededor se escucha el rumor apagado de la Letanía, repitiéndose una y otra vez como un mantra. Se sentía un poco culpable por no prestar atención a las oraciones, pero tenía cosas más importantes en la cabeza. A su lado, su madre reza susurrando las palabras de la Letanía, inmersa en sus propias meditaciones, y Elizabeth se maldice a sí misma por no haber sabido responder "no" cuando le preguntó "Elizabeth, cariño, ¿me acompañarás a la Vigilia?".

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre Celestial, ten piedad de nosotros...

Elizabeth mira su reloj de pulsera de reojo, y cierra los ojos, tratando de esconder su enfado de cualquier persona que la pudiera estar mirando. Se estaba perdiendo la fiesta de cumpleaños de Laetitia, todos sus amigos estaban de fiesta, y ella esta rezando rodeada de ancianos y amas de casa que no tenían mejor ocupación que pasarse una noche entera (¡¡una noche entera!!) rezando, pensando en Dios y meditando sobre lo divino y lo humano

Santísima Trinidad, un sólo Dios, ten piedad de nosotros
Santa María, ruega por nosotros.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros...

Un escalofrío repentino hace que Elizabeth abra los ojos de par en par, con el corazón latiéndole en el pecho desbocado.

Aturdida sin saber bien por qué se gira hacia el pasillo central de la catedral, un movimiento que parece ser reflejo en todos los asistentes a la Vigilia. Un hombre está allí de pie, quieto, mirándoles con una sonrisa torcida en los labios. A Elizabeth le resulta completamente desconocido, no le ha visto en ninguna de las reuniones de los grupos católicos, ni jamás en misa. Tiene el cabello blanco, casi plateado, y un reflejo metálico en sus ojos. A pesar de sus rasgos duros, con cierto cariz marmóreo, Elizabeth encuentra en él cierto atractivo, aunque de pronto se encuentra a sí misma pensando en cuchillos y hojas de afeitar.

- Por mi no lo dejéis- dice él con voz clara, teñida de sorna, que resuena entre las naves de la inmensa iglesia- Podéis seguir, yo también me lo sé. Ahora viene aquello de "Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros. Madre de Cristo, ruega por nosotros". ¿No era así?

- Buenas noches- responde amigablemente el Arzobispo Kramer, alzándose desde el asiento que ocupaba ante el altar, desde donde había dirigido la oración- ¿Quiere unirse a nuestro grupo de oración? Estaríamos encantados de recibirle, puede sentarse con nosotros...

- Me temo que no estoy interesado- replica el recién llegado, avanzando hacia el Arzobispo mientras se quita los guantes, dejando ver unas manos de dedos extraordinariamente finos y elegantes- De hecho, me he traído mi propia congregación.

Una serie de siseos atrae la atención de los asistentes a la Vigilia, que se giran extrañados hacia las sombras y los rincones de la iglesia. De pronto, el silencio se convierte en una ensordecedora cacofonía de gritos cuando comienzan a aparecer los informes demonios, las criaturas de la oscuridad, susurrando blasfemias desde las sombras. Elizabeth se incorpora repentinamente, con los ojos abiertos como platos al ver cómo una criatura que mezcla las alas de un búho con el cuerpo de una enorme serpiente de aspecto pálido y blando vuela por encima de ellos.

- Espero que no resultemos molestos en su fiesta- dice el hombre de cabello blanco, subiendo peldaño a peldaño los escalones que conducen al altar ante el que se encuentra el Arzobispo- Porque la verdad, es que su presencia aquí nos encanta.

Sin más, el hombre de cabellos blancos alza una mano y la hunde en el pecho del Arzobispo, que le mira con los ojos desorbitados, sin poder siquiera gemir de dolor, pues la boca se le inunda repentinamente de sangre. Cuando el extraño retira la mano, sostiene en ella el corazón palpitante del Arzobispo, cuyo cuerpo cae desmadejado al pie del altar. Un grito unánime arranca de los asistentes, que tratan de correr hacia las puertas, pero los demonios cortan su camino, mientras la piedra de las paredes parece desplazarse, crujiendo. Las columnas se tuercen, las imágenes de santos y vírgenes se transforman para convertirse en horribles gárgolas y obscenas estatuas. De una patada, el hombre del cabello blanco arroja el cuerpo de Kramer escaleras abajo, y sin borrar su sonrisa, pone la mano sobre el altar, que de inmediato cruje como si estuviera hecho de madera y se estuviera quemando. El pesado altar de piedra se retuerce sobre sí mismo, hasta conformar un trono pétreo, recto y sobrio, sin adorno alguno. Ante la atónita mirada de los feligreses, el hombre se sienta en el trono, observándoles.

- ¿Ya nos vais a seguir rezando? Bien, dejad que os cuente una cosita. Estamos en guerra. Hay un capullo, que tiene el estúpido nombre de Corazón Oscuro, que no ha sabido quedarse con las manos en los huevos y dejarnos a todos en paz. Y claro, hay que ponerle en su sitio, y si todo sale bien, incluso hacer una barbacoa con sus entrañas. Pero claro, eso va a requerir de mano de obra barata. Y sabéis quienes son los voluntarios forzosos, ¿verdad?

El hombre se recuesta en el trono, y observa el cambio. Las barreras infernales se han derribado, y la oscuridad se mueve en el interior de la Catedral de San Patricio y de sus feligreses.

Él sonríe.

Elizabeth grita cuando ve que un hombre, situado tras ella, grita con la voz ronca mientras ocho patas de araña rompen su espalda, salpicándoles con sangre, piel y esquirlas de hueso. Su mandíbula parece distenderse, y sus ojos se fracturan, adquiriendo un aspecto insectoide. Pero no es el único. Por todas partes dentro de la iglesia, los asistentes a la Vigilia mutan, cambian, se transforman bajo la atenta mirada del hombre de cabellos blancos. Elizabeth siente que la cordura se le escapa, trata de volver a gritar, pero en ese momento unos dientes afilados se hunden en su cuello y su hombro, y siente como su clavícula se rompe, astillándose. Las rodillas le fallan y se desploma sobre la criatura que la está devorando, que arranca pedazos de su carne mientras la sostiene con unas garras parecidas a las de una mantis. Por suerte para ella, se ha vuelto loca antes de darse cuenta de que ese demonio antes era su madre.

- Y vio que lo que había hecho era bueno- sonríe Belial desde su nuevo trono- Marchad y difundid mi palabra.

Con un clamor unánime, los demonios se arrastran, vuelan o corren hacia las salidas. Rompen las hojas de madera de las puertas, revientan las vidrieras de los ventanales, lanzándose sobre las calles del entorno de San Patricio. Belial sonríe.

Ahora es solo cuestión de tiempo.

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Queens, Nueva York.

Jean no puede creerse lo que está viendo. Había llegado a Nueva York el día anterior para dar una serie de charlas sobre integración entre mutantes y humanos, se suponía que iban a ser sólo dos días lejos de Boston, de Scott y de Rachel, y el primer paso que Jean había dado para recuperar una dinámica de algo semejante a un trabajo. Estaba encantada con ser madre, adoraba a Rachel y su trabajo en el Instituto Xavier le resultaba completamente fascinante. Y le hacía sentirse un poco culpable haber aceptado dar esas charlas para descansar un par de días de la dinámica de trabajo del Instituto. Pero después de todo el jaleo de Factor-X, el Club Fuego Infernal, y todo lo que había ocurrido en las últimas semanas, necesitaba hacer algo más que dar biberones y vendar rodillas heridas.

La conferencia había sido un éxito, y al día siguiente se dedicarían a analizar diversos textos sobre integración entre mutantes y humanos, desde los artículos de Xavier, Moira MacTaggert o Emma Frost, a textos menos "canónicos", desde los diarios de Magneto a legislación de Neo Avalon y Genosha, o los trabajos de la activista mutante Refugio. Había salido a cenar con la organizadora de las conferencias, una mujer de mediana edad, completamente encantadora y parlanchina; y algunos de los otros ponentes... Y entonces, había empezado la tormenta, los rayos púrpura quebraron el cielo...

Y apareció el Muro.

Era como una aurora boreal, una esfera de luces oscilantes que había rodeado Manhattan, cortando los puentes, dejando a miles de personas atrapadas en atascos completamente infernales, y provocando que uno de los Ferry que hacía el trayecto entre Manhattan y Staten Island se hundiera. De inmediato, las fuerzas de seguridad se habían puesto en marcha, y el resto de los habitantes de Nueva York estaba siendo evacuado hacia Jersey mientras trataban de averiguar cual era el origen de aquel Muro, que no impedía que objetos mecánicos lo cruzaran, pero que mantenía fuera a cualquier criatura orgánica viva, y que había convertido Manhattan en una gran prisión.

Y ahora, Jean está parada de pie, agotada después de colaborar con la policía y la Guardia Nacional en la evacuación de los barrios de Queens más cercanos a Manhattan, masticando con desgana un sándwich de atún y dando pequeños sorbos a una botella de agua, contemplando el Muro. Colores eléctricos se movían en él, como luces a través de un prisma, y aunque en algunos momentos adquiría un aspecto translúcido que permitía al menos atisbar el skyline de Manhattan, en estos momentos es tan opaco como una pared de ladrillos. Una pareja de bomberos descansan a escasos pasos de ella, y aunque Jean trata de no escuchar sus pensamientos, no puede evitar percibirlos. Están asustados, muy asustados. No entienden de dónde ha salido ese Muro, y están preocupados por lo que pueda estar pasando al otro lado. Y se preguntan por qué los Vengadores no están al frente de la situación, ayudando como han hecho siempre.

- Señora, debería irse a casa- dice uno de ellos, y Jean se gira hacia él, forzando una sonrisa.

- Mi casa está en Boston. Y mi hotel... bueno, está ahí dentro- responde, haciendo un gesto laxo en dirección hacia el Muro- Había salido a cenar cuando se alzó esta... cosa. Así que...

- Podemos acompañarla hacia uno de los campos de acogida- comenta el otro bombero, y ella niega con la cabeza.

- Sólo necesito descansar unos instantes... y llamar a mi marido y ver cómo está mi hija, quizá- masculla Jean.

- Me es familiar- comenta el primero- ¿Es usted famosa o algo así?

- Algo así- ríe Jean- Soy...

Un rugido interrumpe a Jean, y los tres se vuelven rápidamente hacia el Muro a tiempo de ver aparecer una grotesca criatura, de piel gris ceniciento, con una alas coriáceas y sin rasgos claros, más allá de unas grietas rojizas donde deberían estar los ojos y una oquedad oscura de la que brota un grito sordo, grave.

- ¿Qué cojones es eso?- grita uno de los bomberos, mientras la criatura arrastra los pies hacia ellos, fundiéndose con la tierra en cada momento, levantando el asfalto y dejando tras de sí un rastro de lava burbujeante- ¡Quítese de su camino, señora!

Jean le daría las gracias al bombero por preocuparse por ella si no estuviera tan ocupada intentando sondear la mente de aquella criatura. Al momento, se dio cuenta de que aquello había sido un error. Los pensamientos de aquella cosa eran como un agujero negro gravitacional, fangoso y lleno de gusanos que hizo que a ella le flaqueasen las piernas y tuviera que volcar hasta su último ápice de fuerza de voluntad para romper la conexión que amenazaba con arrastrarla a un lugar en el que, desde luego, no quería estar.

- Belial...-masculla Jean al romper el lazo psíquico, hundiendo las rodillas en el suelo, tratando de no perder el sentido. La criatura alza una mano pétrea, dispuesta a descargarla sobre Jean, pero uno de los bomberos se arroja sobre ella, apartándola del impacto, que resquebraja el suelo sobre el que hasta hace segundos estaba Jean. El demonio lanza un nuevo aullido, girándose hacia su presa y batiendo sus alas, provocando unas olas de aire caliente y sulfuroso. Jean ve como uno de los bomberos se interpone en el camino de la bestia, y sabe que el valeroso hombre no podrá hacer nada por detenerla. Con un esfuerzo de concentración, Jean alza un campo telekinético a su alrededor, deteniendo al demonio antes de que llegue a ellos. El aire crepita por la tensión, y ambos hombres miran asombrados a la mujer pelirroja.

- ¿Es... algún tipo de superheroína o algo así?- masculla el que la apartó del demonio.

- Algo así- responde Jean, tratando de no perder la concentración, aunque cada uno de los golpes que el demonio pétreo lanzaba contra su campo parecía retumbar en su cabeza- Pero no sé cuanto podré aguantar esto...

Y antes de que Jean pueda decir una sola palabra más, el demonio estalla en mil pedazos, como un jarro de arcilla roto. Una mujer desnuda, de unos cuarenta años, se tambalea y cae inerte ante el campo de fuerza, la atónita Jean Grey y los dos bomberos. Los ojos de los tres se dirigen a una chica de aspecto joven, apenas veinte años, vestida con unos vaqueros de cintura tan baja que permiten ver la fina goma de un tanga negro sobre sus caderas, una camiseta corta, una chaqueta vaquera y una gorra de baseball bajo la que recoge su cabello rubio oscuro. La muchacha se acerca rauda a la mujer caída, y lanza un reniego al comprobar que no tiene pulso.

- Muerta- masculla, mientras Jean, decidiendo que no supone una amenaza, baja el campo de fuerza.

- Eso... ¿lo has hecho tú?- pregunta, y la chica la mira.

- ¿Reventar la corteza demoníaca? Sí, ha sido cosa mía. Lo de el muro mágico y convertir a la gente de todo el mundo en demonios, me queda un poco grande. Siento no haber aparecido antes. ¿Quién de vosotros levantó el campo de protección? No era mágico.

- Telekinesis- respondió Jean, acercándose a la muchacha, y verificando que efectivamente, la mujer que había estado bajo la corteza demoníaca estaba muerta- Soy Jean Grey Summers.

- Jennifer- responde la chica- Jennifer Kale. Estudiante de bellas artes y hechicera atlante a tiempo parcial. He oído hablar de ti, estás con la Patrulla-X, ¿verdad?

- ¿Has dicho que esto está pasando en todo el mundo?-pregunta Jean, y la muchacha asiente.

- Lo he visto en Internet- explica Jennifer, incorporándose- Hay avistamientos de demonios por todas partes, desde Sydney a Kamchatka. Parece que las puertas del infierno se han abierto de par en par y tenemos vecinos nuevos. Lo que no sé es por qué estas cosas siempre terminan teniendo su centro en la Gran Manzana. ¿Estáis bien, chicos?

Los bomberos asienten con la cabeza, aún aturdidos, mirándose entre ellos, y Jennifer sonríe. Va a decir algo, pero el aire se quiebra tras ella, con un sonido parecido a un trueno.

- Jennifer Kale, te necesito.

Hay un destello blanco, cegador, que obliga a Jean y a los bomberos a parpadear. Y cuando por fin abren los ojos, Jennifer Kale ya no está allí.

- Madre de Dios...- musita uno de los bomberos, mientras Jean sacude la cabeza- Señora, nos encantaría ayudarla, pero creo que esto nos supera...

- Esto me supera incluso a mí- masculla Jean, pensando en cómo va a explicar a Scott que piensa quedarse en Nueva York hasta que todo se solucione o estalle de alguna otra manera.

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En algún lugar sin nombre.

Le cuesta recordar los momentos anteriores, como si su memoria a corto plazo hubiera resultado dañada. Y sin embargo, es capaz de revivir con pleno detalle tiempos distantes. El olor de la tarta de manzana y canela de su cuarto cumpleaños era tan real como el entorno que le envolvía, o incluso más. La niebla gris, espesa y con una consistencia que le recuerda al puré de guisantes, lo envuelve todo a su alrededor, y apenas es capaz de ver más allá de un par de centímetros por delante de su rostro.

Aunque en algunos momentos, es plenamente consciente de que no tiene ojos que le permitan ver. La niebla gris, el aire espeso y de olor dulzón, el sonido apagado de voces susurrantes aquí y allá, en los rebordes de su conciencia... Es dolorosamente consciente de todo ello mientras camina entre la niebla, buscando algo que no recuerda. No sabe cuanto tiempo lleva andando, y no es consciente de su punto de partida ni de hacia donde se dirige. Quizá lleve vagando toda la eternidad, quizá haga sólo un segundo que se internó en la niebla.

Y sabe que no está solo. Hay más como él entre la niebla. Escucha sus voces. Atisba sus siluetas, fugaces y turbias.

Sabe que en algún momento (¿ayer? ¿Hace mil años?) ha tratado de acercarse a ellas, pero le ha sido imposible. Ha tratado de hablar, pero la propia niebla ha parecido tragarse sus palabras, convirtiéndolas probablemente en unos susurros parecidos a los que escucha a su alrededor.

Siente el tacto frío del cuero alrededor de su cuerpo. Una cadena de eslabones metálicos gira en su mano. Hay fuego a su alrededor.

Y llega un nuevo recuerdo lejano, un parque, un columpio, su hermana y su madre, y él contemplando boquiabierto una moto que se desplazaba por una carretera cercana. Desde ese momento, las motos se habían convertido en el centro de su vida.

Dio un nuevo paso más en la niebla. Otro. Un tercero. Y otro más

Y Danny Ketch continúa caminando entre la niebla sin saber quién es ni a donde se dirige.

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Afueras de Citrusville, Florida.

- ¡Puaj!- exclama Jennifer Kale en cuanto hace su aparición, escupiendo para tratar de librarse del sabor sulfuroso que ha llenado su boca durante el viaje- Tardaré meses en sacar ese olor de la ropa...

- La próxima vez te colgaré un ambientador de pino al cuello- replica Illyanna, mirando a su alrededor y mirando a Jennifer con cierto desdén-. Y también te compraré un cinturón.

- Si me hubieras avisado podría haberme vestido de forma adecuada... aunque claro, como la gente normal no lleva uniformes amarillos y negros como si fueran clichés de serie B, a lo mejor lo que tú y yo consideramos adecuado difiere en algunos puntos.

Decidida a no permitir a Illyanna una respuesta, Jennifer mira a su alrededor, enarcando las cejas.

- Un momento-dice- Yo conozco este sitio.

Illyanna y Jennifer se encuentran en pleno corazón de lo que parece una zona pantanosa, densamente poblada de árboles, musgos y helechos. El aire huele espeso, y aunque se encuentran en lo que parece ser un islote de tierra firme, están rodeadas de agua pantanosa por tres de sus cuatro costados.

- Síp, ya no estamos en Kansas, Totó-sonríe Illyanna, sentándose al pie de un árbol. Una serpiente comienza a descender por el tronco hacia ella, pero una simple mirada de la muchacha hace que el ofidio parezca pensárselo mejor, volviendo a trepar hacia las ramas superiores.

- El Nexo de las Realidades...-masculla Jennifer- ¿Qué demonios hacemos aquí?

- Reunir un ejército.

Jennifer convoca de inmediato un hechizo de protección atlante, y al aire a su alrededor comienza a resplandecer, como si estuviera lleno de esquirlas de diamante. De entre los árboles aparece un grupo de gente, y frente a ellos, el dueño de la voz que ha sobresaltado a Jennifer.

- ¿Wong?-masculla- Esto sí que no me lo esperaba.

Parece que la muchacha va a decir algo más, pero cuando ve a los acompañantes del discípulo de Extraño, decide guardar silencio.

A un lado de Wong, Jennifer identifica a Morbius y el cráneo llameante del Motorista Fantasma. Y al otro lado, se encuentra Shaman, de Alpha Flight; y Topaz, antigua discípula de Extraño. Y tras ellos, la sombría imagen de Jericho Drumm, el Hermano Vudú; la embozada hechicera española conocida como La Meiga; y una chica joven, de aspecto oriental y que parecía fugada de Deathnote, Magical Girl.

- Hola, Jennifer- saluda Wong con una leve reverencia, y ella se encoge de hombros.

- ¿Dónde está Extraño?- pregunta Jennifer.

- El Maestro ha caído- responde Topaz, con tal matiz de tristeza en su voz que Jennifer siente que su corazón está a punto de partirse.

- Hemos sido engañados- explica Wong- Y hemos estado ciegos. Sólo ahora, demasiado tarde, hemos comprendido que desde hace mucho tiempo, se está gestando una guerra entre los mundos infernales.

- Mefisto ha vuelto- le interrumpe el Motorista Fantasma, con sus cuencas vacías clavadas en la muchacha, como si la estuviera evaluando- Y Corazón Oscuro, empujado por el miedo a su padre, ha decidido fortalecerse, haciéndose con el control de los Infiernos.

- Guay- masculla Jennifer, confundida.

- Extraño tenía planes de contingencia-continuó Wong- Los Defensores, los Hijos de la Medianoche... Pero ahora, temo por el destino de los Defensores, y con la sustitución de Blade por un demonio, los propios Hijos de la Medianoche han sido comprometidos.

- ¿Blade? ¿Sustituido por un demonio?- masculla ella- Eso sí que es justicia poética...

- Niña, tus comentarios están resultando de lo más insolentes e inapropiados-interviene la Meiga, con tal autoridad que Jennifer no puede evitar sonrojarse.

- Mi alumna siempre ha tenido más rápida la lengua que el pensamiento- dice, apareciendo junto a ella en ese momento, la silueta astral de un hombre, de cabellos canos y vestido con antiguas ropas atlantes.

- ¡Dakihm!- exclama ella.

- Yo también he sido convocado- dice la aparición, y Wong asiente.

- El Maestro tenía otros planes- continúa el oriental- Estamos ante una crisis de origen mágico, y debe ser solucionada a través de la magia. Así que planeó la creación de una cábala de magos, procedentes de diferentes lugares del mundo, pero todos ellos preparados para enfrentarse a las fuerzas del Infierno...

- Pero aún estamos reuniéndonos-dice Illyanna, incorporándose- No encuentro a Margali Szardos, y bueno... Amanda Sefton ha sido madre hace poco y...

- Entiendo tus reticencias-acepta Wong- pero la situación es lo suficientemente seria como para...

- ¿Pactar con el diablo?- le interrumpe Illyanna- Porque eso es lo que Extraño ha planeado, Wong, y yo sigo sin estar segura de querer considerar como aliado al último miembro de la cábala designada por él...

- ¿De quién se trata?- dice Morbius, mirando a Wong con desconfianza. Este toma aire, y tras meditarlo unos segundos, asiente.

- Muerte- dice- El último miembro de la cábala debe ser el Doctor Muerte.

CONTINUARÁ EN: Guerra Infernal #3, Guerra Infernal: Vengadores, Guerra Infernal: Mutantes, Guerras Infernales: Capitán Britania y los EuroCorps, Guerra Infernal: Infierno Urbano y Guerras Infernales: Tras las Líneas.

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INFIERNO DE GUERRA

Bienvenidos de nuevo.

En este segundo numero nuestro conflicto alcanza escala global.

Leyendo lo escrito, nos hemos explayado a gusto con dicha escala; al contrario que en los comics donde, más de una vez, viñetas individuales nos muestran con distintas localizaciones la magnitud de los eventos que afectan a todo el planeta.

Repito, nos hemos explayado a gusto y ahora se me hace extraño. ¿Qué opináis?

Tenemos también espacio para los villanos. Sus vidas se ven igual de interrumpidas que las de los héroes. Como con la visión del conflicto a escala global, tienen su momento en este numero. Pequeñas pinceladas para adornar las tramas principales.

¿Y en el siguiente habrá más criminales en medio de las Guerras Infernales?

Ya veremos.

Mención aparte esta la decisión de Alicia Masters. Su compromiso con la adorablemente gruñona Cosa de ojos azules tuvo lugar en el marveltópico 4 Fantásticos #418 escrito por Jesús Alonso. Es un asunto que ha quedado pendiente desde entonces y que ya rondaba por mi cabeza retomar.

Cuando comenzamos a concretar Guerras Infernales y la participación de 4F, únicamente tenía una idea para Reed Richards. Eso dio pie a que el grupo estuviera separado durante el comienzo de las hostilidades. Y de ir buscando un lugar para cada uno en la trama. Fueron surgiendo argumentos y finalmente la Cosa se me resistía. Hasta que recordé el enlace.

Estas Guerras Infernales no serán un evento al uso que terminará siendo intrascendente.

Así pues estáis cordialmente invitados a la ceremonia que se celebrará en el próximo número.

José González.

Bueno, yo voy a ser más parco en palabras, simplemente, decir que el camino de las Guerras Infernales continúa... y que aún queda mucho viaje.

Mwah ha ha ha!!!

Tomás Sendarrubias.

 
 
   
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