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PORTADA
Primero fue la Patrulla-X, luego los Nuevos Mutantes... la tercera génesis ha llegado: Generación-X. Inexpertos e incontrolables, bajo la tutela de Banshee y Emma Frost, intentando probar que sus capacidades son infinitas...
 
Generación-X

GENERACIÓN-X #42
Infierno II
Holocausto

Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: Javier Cuevas Color: Nadav

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Washington, hace 10 meses.

Las sinapsis eléctricas volvieron a conectarse y después de un tiempo indefinido, Donald Pierce vio la luz. Por lo que podía ver, estaba en un pequeño almacén completamente vacío salvo por él. Trató de girarse para ver más, pero no pudo. Una sensación extraña le recorrió y miró hacia abajo lo mejor que pudo.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que no tenía cuerpo. Estaba conectado simplemente a una serie de máquinas y generadores que le mantenían despierto y consciente. Sus ojos se mueven frenéticos a su alrededor, buscando una respuesta a sus situación. Y en ese momento, la puerta del almacén se abre, entrando una mujer vestida de militar, con varias condecoraciones y medallas en la pechera de la chaqueta. Es morena, y tiene un toque hispano, y una edad indeterminada, entre los treinta y los treinta y cinco. La mujer le mira y sonríe.

-Buenos días, señor Pierce-dice ella-. Me alegra verle despierto y de nuevo funcional.

-¿Dónde estoy y quien es usted?-pregunta Donald, y la mujer coge una silla de un rincón y se sienta frente a él, cruzando las piernas elegantemente. .

-En Washington, no importa exactamente donde. Una propiedad militar, obviamente. Después del desmantelamiento de los Centinelas1 y de... bueno, de usted mismo, el ejército se hizo cargo de sus restos. Yo he conseguido hacerme con ellos, mis aliados y yo estamos tratando de reactivar sus otras partes.

-¿Por qué?

-Tenemos un interés especial en que siga vivo, señor Pierce-continúa la mujer-. No todos en el ejército, ni en el gobierno de Estados Unidos estamos de acuerdo con la actual política de nuestro país respecto a los mutantes. No podemos reactivar los Centinelas, pero sabemos que existen otras formas de mantener a los mutantes a raya.

-Y yo soy una de esas formas-sonríe Pierce, y la mujer asiente-. Bien, creo que estaré más que encantado de conocer al resto de tus... perdona, "nuestros" aliados. Y no estaría de más saber con quien estoy hablando.

-Por supuesto-dice la mujer, inclinándose hacia delante-. Soy la teniente Isabel Trask.

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Academia de Massachussets, hoy.

Emma Frost nota como sus pensamientos poco a poco comienzan a ordenarse. Abre los ojos, y al instante, siente que la boca se le llena de bilis amarga y el corazón le da un salto en el pecho. Sentado tras su mesa, en su despacho, se encuentra Donald Pierce, vestido de blanco y mirándola con gesto divertido. Tras él, Dama Mortal la vigila con los brazos cruzados, y al otro lado, hay una muchacha, no mayor que cualquiera de sus estudiantes, vestida con un uniforme rojo y negro. Emma se da cuenta de inmediato de que esa chica es el generador de estática telepática que le da dolor de cabeza y que impide que utilice sus poderes. Está sentada en una silla frente a Pierce, inmóvil, así que asume que la muchacha está bloqueando también sus capacidades motoras.

-Bienvenida de vuelta al mundo de los vivos, señorita Frost-dice Pierce, inclinándose hacia ella-. Me alegra que esté despierta.

-Pierce...-sisea ella-. Te arrancaré las tripas mecánicas que...

-Martha, por favor...

De pronto, Emma siente que su lengua se traba, que su mandíbula se bloquea. La chica está cerrando sus centros lingüísticos.

-Nunca me han gustado las amenazas, Emma-continúa diciendo Pierce-. Sobre todo si la persona que las profiere no está preparada para llevarlas a cabo. Y actualmente, en tus circunstancias...-Pierce sonríe-. Creo que ya conoces a Yuriko, o al menos has oído hablar de ella. Nuestra otra amiga es Martha Johansson, aunque la llamamos Cerebra. Es parte de mis Infernales, y probablemente te resulte familiar, ya que estaba en tus listados de probables alumnos de la Academia. Probablemente sea la mayor telépata que existe sobre la faz de la Tierra, y correctamente entrenada, llegará a ser mucho mejor que tú, que Xavier y que Jean Grey... juntos. Martha, que vuelva a hablar.

-¿Infernales, Pierce? ¿Qué tipo de burla es esta?

-¿Una burla? No, Emma, no es ninguna burla. Tú tenías a tus chicos cuando dirigías el Club Fuego Infernal. Ahora, yo tengo a los míos. Cerebra es uno de ellos, y... bueno, ya conociste a Trauma. Te enseñó lo que tengo en mente.

La imagen de sus estudiantes muertos golpea la mente de Emma, que siente una náusea.

-Y hay algunos más, que en estos momentos están recorriendo la Academia junto a mis Cosechadores.

-Hay niños humanos aquí, máquina desalmada, niños que están indefensos, que no tienen poderes...

-Daños colaterales. Víctimas de la violencia racial. Traidores genéticos. Da igual como quieras llamarlo, no me importan. Si sus padres hubieran decidido inscribirles en una escuela para personas normales, no tendrían ahora que enterrarles.

-No les toques, Donald. No toques a mis niños...-gruñe Emma, y Donald hace un gesto a Dama Mortal, que con una serie de pasos rápidos, llega hasta la puerta y la abre. Abrecráneos entra en la sala, llevando a rastras a uno de los chicos de Frost. Los ojos de Emma se abren de par en par al ver el gran cardenal que mancha uno de los lados del rostro de Logan. Debieron pillarle desprevenido si no pudo siquiera utilizar sus poderes de fase para escapar. Abrecráneos arroja al chico a los pies de Frost.

-Os dije que les quería conscientes-dice Pierce, y el Cosechador se encoge de hombros.

-Son blandos, yo no tengo la culpa.

-No, la verdad es que no-sonríe Pierce.

-Donald, no... no lo hagas...

-Sí, Emma. Lo voy a hacer. Y lo vas a tener que ver. Uno por uno, con cada uno de tus estudiantes. Y esta vez no será una ilusión, como lo que te hizo Trauma. Esta vez será cierto. Abrecráneos, por favor.

El Cosechador asiente, y dispara su arma. Emma grita cuando una bala impacta en el pecho de Logan, haciendo que todo su cuerpo se sacuda. La segunda impacta en su garganta, haciéndola estallar hasta el punto de que casi le decapita. La tercera, traspasa su frente, rompiendo su cabeza como un melón maduro. Emma siente las lágrimas que se escapan de sus ojos, y Pierce ríe.

-Guarda lágrimas, Emma. Es sólo el primero.

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Cecilia Reyes escucha los tiros mientras llega a la sala médica, y por un instante, tiene la tentación de volver atrás y correr a proteger a los chicos. Pero sabe que su responsabilidad principal es estar disponible en la sala médica y proteger a Sean Cassidy, que continúa en coma. Cecilia abre las puertas de un empujón, y de inmediato, salta encima del cuerpo inerte de Banshee, apoyando sus manos en su pecho e iniciando un proceso de RCP2. Los sistemas eléctricos de la Academia han fallado por completo, incluso los de emergencia... y eso incluye el sistema de soporte vital de Sean. Cecilia ha tardado menos de un minuto en llegar desde la cocina, así que quizá no haya mucho más daño del ya preexistente, pero hasta que sus instrumentos no vuelvan a funcionar, no podrá estar segura.

-Mira lo que tenemos aquí.

Cecilia se gira hacia la puerta, y siente un escalofrío al ver a un hombre, armado con un enorme rifle e implantes cibernéticos en diferentes partes de su cuerpo. Al menos una de ellas debe ser aún biológica, porque puede percibir la lujuria de su mirada.

-Parece que voy a hacer un dos por uno-masculla Macon, el Cosechador, mientras alza el rifle, apuntando a Cecilia. La doctora ni siquiera hace un gesto, simplemente, activa su campo de fuerza, y golpea con él violentamente a Macon, que sale volando varios metros hasta caer de espaldas en el pasillo, lanzando una maldición. Dispara, pero el campo de energía de Cecilia absorbe la descarga de plasma, lo que provoca un nuevo reniego del Cosechador-. Hija de puta...

Y de pronto, Cecilia los ve. Demonios, deslizándose por la habitación, atravesando su campo de fuerza. Se queda sin aliento. Los demonios, matando a sus pacientes mientras ella trataba de protegerlos tras su campo de fuerza. Escucha los sonidos de los colmillos, las garras y las mandíbulas de las criaturas, mordiendo, desgarrando y masticando la carne de sus víctimas. Cecilia siente que se marea, que las fuerzas le fallan. Está tratando de reanimar a un muerto.

Su campo de fuerza cae mientras ella trata de recuperar el aliento.

Macon se gira y ve tras él a Trauma, sonriendo.

-Haz tu trabajo-dice el muchacho, y Macon siente un escalofrío, aunque asiente mientras se incorpora y se dirige a la sala médica.

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Rompehuesos recorre los pasillos de la Academia embargado por una especie de frenesí salvaje. No puede dejar de reír ni de disparar, aunque los pasillos parecen estar ya vacíos. Alguno de los profesores debe haber podido organizar a los muchachos, y deben haber comenzado a reunirse en un sitio seguro. Eso le provoca aún más hilaridad, ya que el plan de los Cosechadores es una masacre. Habitación por habitación. Si todos se reúnen en el mismo sitio... Ey, cuantos más seamos, mejor lo pasaremos. Gira por uno de los pasillos y sonríe. Le sorprendía no haberse encontrado todavía con alguno de los chicos de la Patrulla-X Junior, ya era hora. Al menos, uno de ellos lo es, negro, rapado y con un uniforme rojo con la X en el cinturón, el otro lleva unos pantalones cortos y una camiseta.

-¡Ev!-grita el chico blanco, y el negro se gira hacia Rompehuesos. Las orugas de desplazamiento del Cosechador parecen rugir.

-Quieroquedesaparezcasquieroquedesaparezcasquieroquedesaparezcas...-comienza a mascullar Billy, y Rompehuesos nota que titila. Simplemente, da a uno botón situado en su hombro, y de inmediato, un haz sónico de baja frecuencia recorre el pasillo. Billy se lleva las manos a los oídos mientras su mandíbula se tensa tanto que está a punto de arrancarse la lengua con sus propios dientes. Everett cae de rodillas, sintiendo como un cuchillo caliente atraviesa sus oídos en dirección a su cerebro. Rompehuesos ríe y avanza. Apoya el cañón de una de sus armas en la sien de Everett. Y dispara...

Pero en ese momento, algo se enrosca en su muñeca y tira de ella hacia arriba, el disparo impacta en una pared, haciendo caer polvo y trozos de hormigón. Rompehuesos alza la mirada a tiempo de ver como una criatura verde cae del techo sobre él, mientras la lengua que se le había enroscado en la muñeca, desviando su tiro, se repliega, volviendo a su boca. El Cosechador trata de girar para encañonar a su nuevo objetivo, pero este de pronto desaparece.

-Ah, un camaleón cobarde-sisea Rompehuesos, activando su visión de infrarrojos-. Es inútil que te escondas, ni...

No llega a terminar la frase. Nota una fuerte presión en el cuello, y se da cuenta de que quien sea a lo que se enfrenta, debe ser capaz de esconderse también de los detectores de infrarrojos. No hay forma si no de que haya llegado tan cerca de él. Trata de apuntar con el rifle, pero la lengua viscosa vuelve a enrollarse en su muñeca, dando un fuerte tirón, apretando el arma contra el pecho del Cosechador, y con un chasquido, los huesos de su cuello finalmente ceden.

Anole no se detiene hasta que ha conseguido arrancar del todo la cabeza del Cosechador que había intentado matar a Everett. Víctor sisea, arrojando a un lado la cabeza de Rompehuesos. Escucha pasos, olisquea y reconoce los olores. Júbilo, Vaina, Pellejo, Niebla y Otoño. Los dientes de Anole crujen, mientras desaparece, adhiriéndose a la pared y subiendo hasta el techo.

-¡Ev!-grita Júbilo, apareciendo la primera por el pasillo.

-Dios mío-susurra Paige, mirando la cabeza de Rompehuesos-. ¿Qué ha pasado aquí?

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-¡Por aquí!-ordena Nezhno, que se ha puesto al frente de la labor de evacuación. El wakandiano, ha activado su poder mutante, de modo que ha alcanzado prácticamente los dos metros de altura, y sus músculos se han fortalecido notablemente. Sus tatuajes tribales en brazos y pecho parecen centellear bajo la luz de las linternas. Pocos saben que están hechos con puro vibranium.

-¿Nos vamos a tener que encerrar en el gimnasio todas las semanas?-pregunta uno de los estudiantes, un telépata llamado Quentin Quire, mientras se seca un hilillo de sangre que le cae de la nariz-. Esta estática telepática me está matando.

-Un momento-masculla Nezhno, mirando a su alrededor-. ¿Dónde está Erika?

-Estará con los otros-responde una de las chicas, una auténtica genio de las matemáticas, que había desmontado algunos célebres paradigmas con tan sólo quince años, y que se había especializado en secuenciaciones-. El señor Drake reunió al equipo de especiales...

-Yo les vi, no iba con ellos-interviene Neville Thomas, un excelente corredor que en un par de años podría representar a Estados Unidos en las Olimpiadas.

-¿Quién más falta?-pregunta Nezhno, deteniéndose. Los estudiantes miraron a su alrededor, algunos de ellos encogiéndose de hombros. Tras unos segundos, se dieron cuenta de que faltaban Erika, Logan, Termo y Cristal de los mutantes, y Kate Hudson y Michael van Patrick de los no mutantes. Nezhno lanza una maldición, y se gira, dispuesto a volver a buscarlos, pero se detiene bruscamente. Hay un chico en el pasillo, tras ellos. Caucásico, pelo corto, ojos oscuros, vestido de rojo y negro... y con una sonrisa sarcástica que hace que Nezhno sienta un escalofrío.

-Así que vosotros sois los cobardes que huís-masculla con una sonrisa el muchacho-. Esto va a ser muy divertido.

-Nezhno... ese tío me da muy mala espina-gruñe Quire, y Nezhno asiente, haciéndole una señal para que retroceda. Otra persona aparece en el pasillo, una chica oriental, con el mismo uniforme negro y rojo. El aire parece tremolar alrededor de ella, y Nezhno se da cuenta de que es como si estuviera rodeada por una armadura.

-¿Qué has encontrado, Keller?-pregunta la chica oriental, sonriendo al ver a Nezhno protegiendo a los chicos que buscaban refugio-. Vaya...

-Quentin-susurra Nezhno-. Llévatelos a todos al refugio.

-Nezhno, no creo que...

-Quentin, ya.

El chico al que la oriental llamó Keller alza una mano, y una onda telequinética de alto nivel se extiende por el pasillo. Las lámparas estallan, las paredes tiemblan, el propio suelo parece moverse. Nezhno cruza los brazos ante él, y nota como los tatuajes de vibranium absorben buena parte de la energía que han descargado sobre ellos, pero aún así, varios de los chicos que tiene detrás, incluido Quentin Quire, son arrojados al suelo por el poder telequinético del chico. Nezhno aún nota un temblor en los brazos, y algunos quejidos detrás de él. Reza en silencio para que no haya ningún herido grave, pero no puede girarse para comprobarlo.

-¡Corred!-ordena Quentin, y Nezhno trata de forzar su poder aún más. Su estatura aumenta otros quince centímetros, y su pecho se ensancha, al igual que todos sus músculos. Clava los ojos en el chico llamado Keller y la oriental de la armadura.

-Esto puede ser más divertido de lo que parecía al principio, Ejemplar-masculla ella, y él asiente.

-Parece que sí, Armadura.

Nezhno no puede evitar una sonrisa.

Desde luego, el nombre de la chica no puede ser más explícito.

Recuerda las historias de cómo el Rabino Löw creó un gólem para salvar a los judíos de Praga, su madre, extranjera en Wakanda y procedente de Israel, que le había criado en los preceptos del judaísmo, le había contado esa historia tradicional docenas de veces. En aquel momento, Nezhno se sentía como un gólem.

-Sh´ma Yisrael, Adonai E´Hod, Adonai Elohayu...-masculla, y en ese momento, las manos de Ejemplar vuelven a brillar.

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Estrella Rota se mueve como una sombra por el exterior de la Academia. Por suerte, el recinto es lo suficientemente amplio y tiene los suficientes árboles como para no tener que haber bajado al suelo en ningún momento, se ha limitado a saltar de uno a otro, rodeando el edificio en dirección a su objetivo. Ha escuchado los disparos en el interior de la Academia, y ha sentido la tentación de entrar, pero si algo es Estrella Rota, es un experto en batallas.

Y en esa, van perdiendo.

A pesar de todos sus sensores cibernéticos, Estrella Rota puede verlos antes de que ellos se den siquiera cuenta de que está cerca. No puede evitar sonreír.

-Deberíamos estar dentro-dice Reese, con un gruñido, pero Cole niega con la cabeza.

-Hay que tener las salidas vigiladas por si alguno de esos... bichos intenta escapar. Cuando Pierce esté seguro de que no hay posibilidad de escape, entraremos y nos uniremos a la fiesta.

-Siempre nos tocan los trabajos más aburridos-protesta de nuevo Reese-. ¿Por qué no están haciendo guardia Dama Mortal o Niño Bonito? ¿O alguno de esos monstruitos que Niño Bonito ha manipulado para que obedezcan a Pierce?

-Realmente lo que te molesta es que Macon está ahí dentro y nosotros fueran, ¿no?-ríe Cole, dando una palmada en el hombro de Reese. No siente siquiera dolor cuando la hoja cercena su brazo, amputándolo desde el codo. Estrella Rota ha caído entre ellos desde el cielo, y el brazo de Cole es sólo la primera sangre. Reese gira con suficiente velocidad como para poder disparar su rifle de alta tecnología, pero Estrella Rota ni siquiera se molesta en saltar para esquivarlo. Extiende sus piernas y las abre, cayendo al suelo como un bailarín, mientras las espadas danzan en sus manos. La ráfaga de plasma pasa a unos centímetros de su cabeza, impactando en la pared. Su mano derecha desciende, y la hoja se hunde en la parte trasera de las rodillas de Reese, segando tendones y circuitos. Esta vez el Cosechador sí grita mientras sus piernas le fallan, cayendo hacia delante al mismo tiempo que, apoyándose en su mano izquierda, cerrada en torno a la empuñadura de la segunda de sus espadas, se proyecta desde el suelo, lanzando una patada giratoria con sus piernas en lo que parece un ejercicio de gimnasia deportiva, que alcanza al mutilado Cole en el pecho, arrojándole un par de metros hacia atrás, lo que le consigue a Estrella el espacio que necesitaba para moverse convenientemente. Cole le apunta con el brazo que aún le queda, pero Estrella Rota salta, aferrándose a una rama baja, esquivando el disparo del Cosechador. Estrella Rota voltea en el aire, y se da unos segundos, apoyado en la rama antes de tomar su siguiente decisión. Cole alza el arma y dispara, pero él se deja caer desde el árbol, y atraviesa con la espada de su izquierda la mano de Reese, que trataba de girarse para dispararle, clavándole al suelo. Una mezcla de sangre y fluidos mecánicos escapa de las heridas del cyborg, mientras el espadachín gira su espada derecha y la hunde sin más en el pecho del Cosechador. Cole vuelve a disparar, y estrella salta, un doble mortal hacia atrás carpado, que le deja justo tras el Cosechador. Las espadas silban en el aire, y por un momento, hasta que las sinapsis se desconectan del todo, Cole puede ver su propio cuerpo de pie, desde una perspectiva que sólo puede ser posible si su cabeza se ha separado de su cuerpo.

Estrella vuelve a enfundar las espadas en las fundas de su espalda, y tras asegurarse de que los cyborg están muertos (o al menos, desconectados), se pega a la pared del edificio. Lo bordea, atento a otros vigilantes, pero al parecer Pierce necesitaba al resto de sus hombres en el interior. Lo que favorece a Estrella. Sabe que Dama Mortal y Pierce están en el despacho de Frost, con esta como prisionera. Ha podido ver a Niño Bonito custodiar los cuerpos de Cíclope y Jean Grey. La telépata de los Infernales está con Pierce. Eso deja a Abrecráneos, Rompehuesos, Macon, y un número indeterminado de niños con poderes manipulados por Niño Bonito en el interior de la Academia.

Ha salido de situaciones peores.

Finalmente, llega a su destino, una trampilla exterior que da acceso a uno de los sótanos de la Academia. Aparta unos arbustos cercanos, y un lector de huellas aparece escondido bajo las plantas. Estrella Rota sitúa su palma sobre el lector, y escucha un sonido de desbloqueo. Abre las puertas, y ve que algo relumbra bajo las escaleras a la tenue luz de la luna y las estrellas.

-Sé que esta no es forma de que nos conozcamos-dice Estrella Rota-. Pero te necesitamos.

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El Hombre de Hielo corre a través de los pasillos de la Academia, en dirección a lo que llaman "La Guardería". Los cuartos de los pequeños, de los menores de doce años. Por suerte, hay muy pocos niños de corta edad en la Academia: Artie, Sangui, Genio y alguno más. Normalmente, es Jean quien se encarga directamente de ellos, así que Bobby apenas les conoce, pero recuerda a Amelie, una niña con un verdadero don con los pinceles que le pintó un paisaje precioso que Bobby enmarcó y tiene colgado en su despacho. Espera que Júbilo y los chicos puedan hacerse cargo de lo que sea que ocurre en los pisos superiores. Pero con los sistemas de comunicación caídos y las comunicaciones telepáticas bloqueadas, no hay forma de saberlo.

Hay alguien parado ante las puertas de la Guardería. Un chico alto, delgado, desgarbado y pálido, tan pálido que su piel es completamente blanca. Sus ojos tienen cercos rosados, y no hay rastro de vello en su rostro o pelo en su cráneo. A Bobby le da la sensación de que sus brazos son demasiado largos y su torso demasiado estrecho bajo el uniforme rojo y negro. De inmediato, Bobby toma su forma helada.

-Seas quien seas, será mejor que te quites de en medio... y que no le hayas hecho nada a los críos...-dice Bobby, y el otro sonríe.

-Soy Darwin-dice, sin moverse. Bobby asiente, y para tantear, lanza una andanada de proyectiles de hielo romos contra Darwin. De pronto, el aire alrededor del Infernal se calienta, y la piel de Darwin parece incluso irradiar calor, derritiendo al momento los proyectiles de hielo, que caen al suelo convertidos en agua. La mano de Darwin se estira como una serpiente, y alcanza el pecho de Bobby, que grita de dolor cuando nota que la mano arde como si fuera ácido en su pecho. Bobby cae hacia atrás, y Darwin avanza. Sus dedos se vuelven largos, flexibles, mientras comienzan a segregar un líquido que chisporrotea al llegar al suelo. Aquellos látigos se enroscan alrededor del Hombre de Hielo, que grita de dolor mientras nota como aquel líquido ácido le va derritiendo...

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-Hay que llevar a Ev y a Bill a la enfermería... y ver cómo está el señor Cassidy-ordena Vaina, girándose hacia sus compañeros-. Pellejo, Otoño, vosotros os venís conmigo, vamos a buscar a Cecilia. Jubes, Vin...

-Nosotros vamos a asegurarnos de que todo va bien en el resto de la Academia-gruñe Júbilo-. Ya he tenido antes encuentros con los Cosechadores, y...

Júbilo guarda silencio. Sólo recordar aquellos momentos en Australia le da escalofríos. Paige asiente, simplemente. Sabe que cuando Júbilo pone aquella mirada, debe dejarla ir. Al menos, sabe que no pondrá en peligro a Vincente, duda de que ninguno de los Cosechadores pueda hacerle algo en su forma de niebla. Sin más, Vaina se arranca la piel, tomando una forma metálica, y ella y Pellejo toman en brazos a Everett y Billy. Otoño se agazapa ante ellos, y se dirigen hacia las escaleras.

Júbilo y Vincente se miran, y Júbilo señala uno de los pasillos de dormitorios, que les llevaría también a las cocinas y las zonas comunes.

-Nadie ha visto a Fase desde que empezó esto-gruñe Vincente, y Júbilo asiente.

-Probablemente está escondido en algún sitio. En una pared, o a dos metros bajo el suelo...

-Júbilo, eso no tiene gracia-protesta Vincente, y ella se encoge de hombros. Y en ese momento, la puerta de una de las habitaciones se abre, y un joven aparece con ella. Extremadamente delgado, con el cabello castaño corto, vestido con un uniforme negro y rojo, y sacudiéndose un extraño polvo ceniciento de las manos. El chico los mira y sonríe. Hay algo de depredador en su sonrisa.

-Esa es la habitación de Erika y de Cristal-masculla Júbilo, y Niebla asiente-. Vin, quiero que eches un ojo ahí dentro...

Como dando permiso a Vincente para escrutar el interior de la habitación, el joven se aparta de la puerta, pero aún así, él toma su forma de niebla. Cuando entra, no hay rastro de Erika por ningún sitio, aunque en su cama, hay un montón de cenizas, iguales a las que el chico se estaba sacudiendo de las manos. Vincente tarda unos segundos en darse cuenta de lo que ha ocurrido, y entonces, quiere gritar.

-¿Quién demonios eres?-sisea Júbilo mientras Vincente entra en el cuarto.

-Me llamo Kevin Ford-responde el chico-. Pero tú puedes llamarme Ruina.

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De no haber estado sometida a las visiones provocadas por Trauma, Cecilia Reyes hubiera podido sentir el frío del cañón del arma de Macon apoyándose en su nuca. Desde fuera de la sala, Trauma observa con curiosidad cómo el Cosechador está a punto de matar a la doctora, mientras sin sistemas de estabilización, sobre la cama, Sean Cassidy comienza a morir. Y en ese momento, Trauma siente una avalancha de dolor que le llega desde la cadera, extendiéndose por todo su cuerpo y rompiendo su concentración. Las ilusiones desaparecen, y cuando Macon dispara, el campo protector de Cecilia bloquea la bala, por puro instinto. Trauma ve una fecha deportiva clavada en su muslo, atravesándolo prácticamente de lado a lado. Se gira, y ve a una chica, vestida con un simple pantalón corto y una camiseta de tirantes, que sostiene un arco deportivo y de cuya espalda cuelga un carcaj con varias flechas. A su lado, hay un chico, de cabello castaño y ojos verdes, vestido también como si acabara de salir de la cama, con unos pantalones cortos, una camiseta negra y sosteniendo un bate de baseball.

-Gilipollas-masculla Trauma, y en ese momento, el chico se mueve con tal agilidad que es incapaz de evitar su embate. Le golpea con el bate en el rostro, mientras una nueva flecha de la chica vuela para hundirse de lleno en la espalda de Macon, que aún trata de eliminar el campo de fuerza de Cecilia. Un nuevo golpe del bate alcanza la cabeza de Trauma, que pierde el sentido, y Macon se gira hacia la puerta, dispuesto a disparar a la amenaza que allí se encuentre.

-Michael, el señor Cassidy-musita Kate, y Michael van Patrick asiente, corriendo de inmediato hacia la cama de Banshee, saltando sobre él y reiniciando el proceso de RCP. El muchacho prácticamente ignora al Cosechador, que está a pocos metros de él, apuntando a Kate Hudson, que al mismo tiempo, le tiene en el blanco de uno de sus nuevos tiros con el arco. Y en ese momento, Cecilia grita, y el campo de fuerza estalla. Estacas de energía atraviesan de lado a lado al Cosechador, que ni siquiera tiene tiempo de quejarse. Cae al suelo, prácticamente despedazado por el ataque de Cecilia, que está tras él, hiperventilando y viendo atónita cómo su poder, en origen defensivo, se ha convertido en un arma.

-Doctora Reyes-dice Michael, mientras Kate corre al interior de la habitación-. La necesitamos aquí...

-Cecilia...-susurra Kate, y Cecilia Reyes parece reaccionar.

Ya pensará más tarde en lo que ha hecho. Ahora, tiene una vida que salvar.

-Muy bien, Michael, ya sigo yo-dice Cecilia, y Michael asiente, dejando el lugar a la doctora. Kate monta guardia, mirando hacia la puerta y con una nueva flecha preparada.

Y de pronto, la ventana se abre, y Estrella Rota salta al interior de la habitación, armado con sus espadas. Kate se gira y dispara por pura inercia, pero Estrella Rota corta la flecha por la mitad y sonríe.

-Buen disparo, niña-dice-. Te hubiera hecho ganar mucha audiencia en los fosos.

-Benjamin-dice Cecilia, y Estrella Rota se gira hacia ella-. Los sistemas no funcionan, vamos a perder a Cassidy...

Estrella Rota asiente y se dirige hacia los sistemas eléctricos. Michael se dirige hacia la ventana, y sorprendido, se aparta cuando ve que una figura rojiza y afilada parece trepar por la pared como una araña.

-¿Pero qué...?-masculla Michael, mientras Penitencia entra en la sala.

-¿Ella?-masculla Cecilia-. Pensé que después de lo del Rey Sombra 3...

-Ahora mismo no podemos elegir nuestras armas, doctora-sisea Estrella Rota, mientras trastea con los sistemas eléctricos, y de repente, el soporte vital de Banshee vuelve a funcionar-. Aguantará así un par de horas, pero no es definitivo-dice el luchador, y Cecilia asiente, revisando los sistemas vitales.

-Viene alguien-dice Kate, que ha vuelto a vigilar el pasillo, y Penitencia parece olfatear el aire. Sin un gesto en su rostro carmesí, se asienta en un rincón, tranquila, inmóvil, con los ojos clavados en el umbral de la zona médica.

Termo entra corriendo, con la pequeña Rachel en brazos. Mira a su alrededor, y se estremece al ver a Penitencia, pero sus ojos se clavan en la Doctora Reyes y en Estrella Rota.

-¡No encuentro a Cristal!-dice, mientras Michael van Patrick se apresura a coger al bebé de los brazos del muchacho. Al parecer, la pequeña de los profesores Summers no ha sufrido daño alguno, y van Patrick no puede evitar dar gracias al Cielo. La pequeña le mira, sonríe, y se acomoda tranquila entre sus brazos.

-Necesito que te calmes, Termo-ordena Cecilia, y el chico la mira, como si no entendiera lo que quiere decir-. No sabemos lo que está pasando ahí fuera, más allá de esa puerta...

-Que si no hacemos algo pronto, nos acabarán masacrando-interviene Estrella Rota, mirando a los presentes. Va a decir algo, pero un grito en el pasillo le interrumpe.

-¡Doctora Reyes!

Todos se giran, y ven como Vaina, Otoño y Pellejo entran, llevando a Billy y Sincro con ellos. Sin más, la Doctora Reyes les señala dos camas vacías, y Paige y Angelo dejan los cuerpos yacientes de sus amigos sobre las camas. Otoño mira fijamente a Penitencia, después de lo del Rey Sombra no hay buena sangre entre ellas...

-Está aquí para ayudarnos-dice Kate, poniendo una mano sobre el hombro de Otoño, que lanza un gruñido.

Estrella Rota les observa de nuevo. Los Cosechadores y los Infernales han derrotado a la mayor parte del profesorado, y probablemente haya alumnos muertos. Y con él, tiene a una doctora pacifista, dos jóvenes sin poderes pero prácticamente atletas de elite, cuatro mutantes con entrenamiento de la Patrulla-X, una chica con problemas de autismo y de la que desconfían todos sus compañeros, y un bebé.

-Es hora de empezar a devolver golpes-masculla Estrella Rota, y Penitencia alza la cabeza, mirándole fijamente.

Sus ojos resplandecen.

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1.- En Crisis de Fe, desarrollada entre Factor-X y Patrulla-X. ¡En Marveltopía, claro!

2.- Reanimación Cardio-Pulmonar.

3.- Durante el año transcurrido tras las Guerras Infernales… no lo busquéis… ocurrió.

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SECRETARÍA DE LA ACADEMIA.

Y los Cosechadores siguen causando bajas en la Academia, mientras habéis visto a los Nuevos Infernales al completo: Antorcha (Cerilla en el Universo Marvel), Trauma, Armadura, Ruina, Ejemplar (Infernal), Cerebra (Martha Johansson, con cuerpo en vez de ser un cerebro en una bola de cristal flotante) y Darwin. Y de momento, Cristal, Fase y Presagio se han convertido en bajas.

No serán las últimas.

 
 
   
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