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Primero fue la Patrulla-X, luego los Nuevos Mutantes... la tercera génesis ha llegado: Generación-X. Inexpertos e incontrolables, bajo la tutela de Banshee y Emma Frost, intentando probar que sus capacidades son infinitas...
 
Generación-X

GENERACIÓN-X #41
Infierno I
Asalto

Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: Javier Cuevas
Color: Nadav

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Nueva Orleáns, hace siete meses.

-¿Cuánto?

-¿Dinero? ¿De verdad crees que nos hace falta algo tan... burdo?

La mujer se ríe, mirando a su hermano gemelo, que pone los ojos en blanco mientras toma un sorbo de bourbon. Sobre ellos un ventilador remueve el aire húmedo, pero no consigue refrescar el ambiente, sofocante por la humedad procedente del Pontchartrain, de los pantanos cercanos a la ciudad, del río Misisipí y del propio Atlántico, todo aquello acumulado en una ciudad situada bajo el nivel del mar. La mujer mira por la ventana del reservado del restaurante Hell´s Belles, y se da cuenta de que dos jóvenes se han quedado parados en la calle frente a ella, mirándola embobados. Si estuvieran en Mardi Gras no tendría ningún pudor en asomarse al balcón y enseñarles los pechos, como hacían muchas de las chicas que llegaban a disfrutar de la mayor fiesta de la ciudad durante el Carnaval a cambio de simples collares de cuentas. Eran jóvenes y atractivos... una lástima que aquel no fuera el momento adecuado. Los negocios eran negocios.

El hombre, situado frente a ella y su hermano tantea el CD que hay sobre la mesa con la yema de los dedos, y ella puede leer prácticamente la codicia en sus ojos. Pasa la mano por el hombro de su hermano, y su invitado les mira con una mezcla de odio y necesidad.

-No me gusta que jueguen conmigo-gruñe el hombre, reclinándose en su asiento-. No sé que estáis tramando con todo esto, ni sé cómo habéis conseguido toda esa información de los archivos de Frost, Summers y Grey... pero os juro que si pretendéis usarme como uno de vuestros peones...

-¿Qué ocurrirá entonces?-dice el hermano de la mujer, y sus ojos azules resplandecen de odio, aunque muestra una sonrisa sarcástica-. ¿Qué harás?

-Esto no es necesario, podemos ser sinceros con él, hermano-dice ella antes de que la tensión crezca más-. Estamos en guerra, en guerra con IMA y con muchos otros. Tenemos nuestra propia tecnología y todos los recursos de Hydra a nuestra disposición, pero aún así, creemos que tienes algo que podría ayudarnos, algo dentro de ti.

-¿Qué exactamente?

-Tecnología de asimiliación-responde ella-. Hemos tenido diversos problemas a la hora de crear nuestros... llamémosles soldados cibernéticos, problemas de rechazo a pesar de que nuestra tecnología es mucho más avanzada que aquella con la que tú fuiste diseñado en principio. Sólo queremos unas muestras de sangre... o de lo que sea que corre por tus venas, para saber como funcionan tus sistemas.

-Y a cambio de ello...

-Información procedente de los propios ficheros de la Academia de Massachussetts-completa el hombre las palabras de su hermana-. Estudiantes en activo, y lo más interesante probablemente para ti, candidaturas presentadas y que serán estudiadas en los próximos meses.

-Mutantes vírgenes-ríe ella-, que no saben nada de Xavier, nada de Magneto... nada si quiera de sí mismos. Y que serían todo tuyos para hacer con ellos lo que quisieras...

Él guarda silencio, cruza sus manos bajo la barbilla, se inclina hacia delante y siente. Los hermanos sonríen.

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San Louis, Missouri, hace seis meses. Hogar de los Johansson.

Cuando llega del instituto, el aire tiene un extraño olor a hierro. Martha, extrañada, llama a sus padres, pero nadie contesta. Un poco temerosa, se concentra y comienza a escuchar, no con los oídos, sino... bueno, eso que hace ella, lo que la hace especial. Escucha con su mente. Pero no hay nada, salvo algo semejante a la estática, como si la casa estuviera llena de un ruido blanco.

Entra en el salón, y entiende por qué la casa huele a hierro.

Es el olor de la sangre.

Papá.

Mamá.

James.

Sangre y huesos por todas partes. Y un hombre rubio sentado en el sillón, con las piernas cruzadas, que sonríe al verla.

-Hola, Martha-dice-. Estaba deseando conocerte.

Martha siente que su furia se desborda, pero en ese momento, alguien la sujeta por detrás y la obliga a girarse, y ve la cara del hombre más atractivo que ha visto en su vida. Él sonríe y la mira fijamente mientras algo centellea en los ojos del hombre, algo que golpea el cerebro de Martha como una maza y que la impide pensar. No ve los filamentos que brotan de sus ojos y, adquiriendo un grosos microscópico, penetran su piel y su cráneo hasta alcanzar su córtex...

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Academia de Massachussetts, hoy.

-¡Venga, Taki! ¡No es tanto lo que te pido! ¡Un chip! ¡Un simple chip! ¿Cómo no vas a poder hacerlo?

Takeshi Ayazimi frunce el ceño, y apoyando las manos en las ruedas de su silla, la mueve hacia atrás, con gesto claro de ofensa, mientras Ángelo y Logan le miran, casi boquiabiertos, mientras sujetan la caja de su PS3.

-Es mucho más que un simple chip, es todo un código ético-replica finalmente Taki, al que algunos de sus compañeros llaman simplemente "Genio", suspirando tras decidir explicar a sus compañeros los motivos de su actuación-. ¿Acaso no habéis asistidos a los seminarios del Director Summers sobre ética y comportamiento? Lo que me pedís es que quebrante una ley de protección de la propiedad intelectual sobre un objeto patentado y que, en todo caso, pertenece a una compañía privada que ha hecho grandes inversiones en I+D para proteger sus intereses. No sería éticamente aceptable que yo utilizara mis poderes mutantes para obtener un beneficio propio cuando es algo que, obviamente, va tan en contra de la ley como lo que me pedís...

-Santo Cielo, Taki, te hemos pedido que nos piratees la PS3, no que cambies las patentes de Sony a nuestro nombre-balbucea Logan, poniendo los ojos en blanco-. Estoy seguro de que incluso Reed Richards lo haría si se lo pidiéramos...

-Pues adelante, en información telefónica podréis encontrar el teléfono de los Cuatro Fantásticos para el público... seguramente entre defendernos de Annihilus o impedir que el Pensador Loco descubra una ecuación que convierta toda la materia en éter, probablemente pueda quebrantar la ley sólo para que no os cueste dinero jugar a ese juego de superhéroes on-line que tan locos os trae...

-Bueno, siempre he querido vestirme de murciélago para infundir el miedo en el corazón de los criminales...-masculla Ángelo, pero Logan niega con la cabeza.

-De todas formas sería inútil, el juego no permite copiar los poderes de los superhéroes oficiales, ni jugar directamente con ellos, aunque claro... Taki, quizá...

-No.

-¿También es...?

-Sí.

-Ah, mierda-gruñe Logan-. Necesitamos matones en esta escuela de los que poder defender a los empollones.

-No os molestéis, ya ayudo a Nezhno con sus deberes de tecnología...-sonríe Taki, y Pellejo y Fase se miran, casi indignados.

-Todo esto es inútil-gruñe Ángelo-. Muchas gracias por nada, Genio.

-Estoy seguro de que con el tiempo lo entenderéis y me agradeceréis que...

La frase de Taki se ve interrumpida simplemente por la extensión de un dedo de Pellejo, con la piel distendida hasta casi tocar el rostro de Genio, un dedo que deja muy clara su opinión sobre la ética de su compañero...

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Júbilo sube las escaleras que conducen a los dormitorios de los chicos de dos en dos, mascullando reniegos, con su carpeta de deberes de historia bajo el brazo.

-Cuando yo estaba en la Patrulla-X, esto no pasaba...-protesta, mientras evita por un par de centímetros chocarse de frente con uno de los "normales", como llamaban los mutantes a los alumnos que carecían de poderes mutantes y que sólo estaban allí por ser, realmente, "Jóvenes Talentos", un chico llamado Michael van Patrick-. Cuidado, tío, mira por donde vas-escupe, y aunque él enarca las cejas, ella continúa andando y rezongando-. Mariposa Mental nunca llegó tarde, ni siquiera cuando era una Ninja asesina. Y si Kaos te decía "voy a ayudarte a algo", te ayudaba. La culpa de todo la tiene Paige, les da a todos demasiada libertad, cuando yo estaba en la Patrulla-X, esto hubiera sido impensable.

Finalmente, se detiene ante una de las puertas del pasillo, y sin más, gira el picaporte, gritando.

-¡Everett Thomas, me has dejado plantada, estos ejercicios de Historia no van a hacerse solos! ¡Dios mío!-aúlla repentinamente mientras se siente enrojecer hasta la raíz del cabello-. ¡Cerrad la puerta, o iros a un hotel, tendré que hablar con la Señorita Frost para que me borre esto de la cabeza!

Júbilo retrocede, cerrando la puerta de golpe y dirigiéndose de nuevo a la escalera, sin dejar de maldecir. Tras ella, Sincro sale de su habitación, abrochándose a toda prisa unos pantalones cortos.

-¡Jubilación Lee!-grita, y ella se da la vuelta, sabiendo que, como de costumbre, si alguien pronuncia su nombre completo, eso significa bronca-. ¿Acaso no sabes llamar a la puerta?

-¿Acaso no sabéis como funciona un pestillo?-responde ella, poniendo los brazos en jarras-. No quiero discutir contigo, Ev, sólo quiero lavarme los ojos y el cerebro con aguarrás...

-Estupendo, Jubes, estupendo-niega Everett con la cabeza-. Seguro que si hubieras interrumpido a Paige y a Jono...

-Eh, tío, no vayas por ahí. Y además, si hubiera visto a Paige y a Jono hacer algo parecido, hubiera sentido mucho miedo, el tío no tenía boca...

-¡Júbilo!-protesta Everett, mirando a su alrededor, comprobando que no hay nadie más en el pasillo.

-Antes nunca me pediste que llamara a tu puerta, Everett. Teníamos confianza, éramos amigos. Nunca me hubieras dejado plantada esperándote si te necesitaba mientras estabas... Otra vez quiero arrancarme los ojos, que nadie deje que un descorchador caiga en mis manos...

-Venga ya, Júbilo-protesta Everett-. Te has retrasado mil veces cuando hemos quedado para cualquier cosa, yo... perdí la noción del tiempo.

-Sí, te pasa mucho cuando estás con Billy...

Everett mira a Júbilo y suspira, negando con la cabeza.

-Esto es una discusión que nos va a llevar más tiempo del que pensaba-dice-. Voy a hablar con Billy, está... avergonzado no, lo siguiente, no me sorprendería que tuviera que hacer terapia con la Señora Summers...

-Podemos ir juntos-masculla ella, pero Everett continúa hablando, como si no hubiera escuchado a Júbilo.

-Y en media hora, estaré contigo en la biblioteca, te ayudaré con tus ejercicios de historia, y luego, tú y yo vamos a tener una larga charla.

-¿Fuera de aquí y con batidos?

-Sí, pero invitas tú-replica Everett, dando por finalizada la conversación, negando con la cabeza y volviendo hacia su habitación.

Cuando Júbilo desaparece escaleras abajo, el aire del pasillo parpadea, y Anole aparece, con las pupilas amarillentas clavadas en la puerta de Everett.

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-Muy bien, señorita Bishop, veamos si es tan buena como parece creer.

En ese momento, Kate Bishop se da cuenta de que probablemente debería haber tenido la boca cerrada, mientras sostiene una espada de madera y siente que su profesor de Defensa Personal, el profesor Russell, la mira como si estuviera evaluando cada uno de sus movimientos, antes incluso de que ella haya cerrado del todo las manos alrededor de la empuñadura. Recorre con la mirada a sus compañeros, y puede leer la compasión en el rostro de muchos de ellos. Paige Guthrie incluso se mordisquea nerviosa las uñas en espera de la paliza que probablemente se lleve. Resoplando, Kate ajusta finalmente las manos a la empuñadura de la espada, y hace un gesto de saludo al profesor.

No se sorprende demasiado cuando antes incluso de avanzar un paso, su espada se encuentra a seis pasos de ella, y la punta de la del profesor Russell se apoya en su garganta.

-La posición era buena, señorita Bishop-dice él, apartando la espada, y agachándose a recoger la de Kate, lo que hace que, a pesar de los pantalones anchos del kimono que lleva, una buena parte de las chicas presentes (todas las que se encuentran ubicadas en lugares desde donde pueden ver convenientemente a Estrella Rota), suspire bruscamente-. Estoy convencido de que aprenderá a manejar la espada como ya lo hace con el arco... aunque si esto fuera una lucha de verdad, estaría muerta.

-¿Cuántas posibilidades tengo de meterme en una lucha de verdad a espada?-sonríe Kate, volviendo a su lugar entre sus compañeros, y Estrella Rota se gira hacia ella, serio.

-Estudiando aquí, señorita Bishop... muchas-dice, y Kate siente un escalofrío repentino-. Señor Cervino, veo que usted sonríe mucho... ¿quiere probar suerte?

-¿Yo?-sonríe Vincente-. Si alguien me ataca con una espada, bastaría con que me volviera niebla...

-Claro, por supuesto. Señorita Guthrie, ¿podría usted acercarse a la clase de la Señora Summers? Voy a necesitar a uno de sus alumnos.

-¿A quién?-pregunta Paige, incorporándose, un poco extrañada.

-A aquel al que llaman Sanguijuela-responde Estrella Rota-. Vamos a ver qué tal se defiende el señor Cervino cuando el cambio de estado no es una opción...

Vincente siente que se le hace un nudo en la garganta al ver la sonrisa de su profesor.

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-Ey-masculla Michael van Patrick, saliendo de la biblioteca, cuando está a punto de ser arrollado por la forma cristalina de Cristal, que llega en aquel momento de la calle.

-Perdona-dice Cristal, mirándole apenas de reojo, pero Michael se da cuenta de inmediato de que los ojos de la muchacha, aunque siempre vítreos, tienen una especie de resplandor vidrioso-. Estaba distraída, no te he visto.

-Tranquila, no pasa nada-dice él, sonriendo-. Creo que hoy me he vuelto uno de los vuestros, tengo el poder de ser invisible y de que la gente me atropelle en las esquinas.

-¡Lo siento, vale!-grita Cristal, dando la espalda a Michael, que la mira atónita mientras la chica sube las escaleras de dos en dos.

-¡Espera!-llama Michael-. ¡No quería molestarte, no...!

Pero ella le ignora, desapareciendo en el piso superior.

-Eh, van Patrick.

Michael se gira para ver a Richard O´Brien, Termo, que le mira con el ceño fruncido mientras avanza hacia él, llevando al hombro una bolsa de deporte.

-Ah, hola, Richard-saluda Michael, pero Termo se acerca a él con cara de pocos amigos.

-¿Qué le has hecho a mi chica?-gruñe Termo, y Michael enarca las cejas.

-Nada, tío. Está... rara.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Joder, O´Brien, pues... pues que está rara, tío, que la ocurre algo. Venía de la calle, y juraría que venía llorando. Es más, pensé que habría discutido contigo o algo...

-Mierda-masculla Termo, negando con la cabeza y apartándose Michael, sube las escaleras tras Cristal.

Michael van Patrick se limita a mirar un poco incrédulo desde el pie del a escalera, y finalmente, se dirige al comedor.

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-¡Cristal!-llama Termo, recorriendo las zonas comunes de la segunda planta, cruzándose con varios de sus compañeros-. ¡Cristal!

-La vi entrando en la sala de ordenadores-dice Nezhno, el inmenso wakandiano que se dirige a su habitación desde el laboratorio de prácticas. Termo asiente, dándole una palmada en la espalda al wakandiano, y se dirige hacia allí, justo a tiempo de ver como su chica sale de la sala.

-Nena-masculla Termo acercándose a ella, que le lanza una sonrisa-. Te estaba buscando. ¿Qué te pasa? Te veo triste...

-No es nada-responde ella, abrazándole y sintiendo el calor que desprende él, incluso involuntariamente, algo que ella nunca conseguirá... no, algo que ella nunca hubiera conseguido...-. Creo que... bueno, es como si tuviera la impresión de que algo va a cambiar, y me da un poco de vértigo.

-¿Pero estás bien?

-Sí-asiente ella, tras pensarlo unos instantes-. Y estaré mejor.

-Claro que sí, cielo-afirma él-. Claro que sí.

Dentro, en la sala de ordenadores, el aparato que Cristal ha dejado encajado en uno de los puertos de red, parpadea y comienza a liberar su nanotecnología vírica.

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Si pudiera sentir el frío, probablemente estuviera tiritando. Pero lo único que siente es excitación cuando, con la Academia a la vista, se gira hacia uno de sus acompañantes, una mujer de largos cabellos rojos y afiladas garras, y sonríe. Ella asiente, y un hombre con una máscara metálica que asemeja un cráneo, pulsa un botón en un aparato parecido a un iPhone.

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Cecilia Reyes se estira perezosamente mientras en el microondas una taza de agua caliente da vueltas despacio sobre sí misma. Cuando suena el timbre que indica que se ha cumplido el tiempo indicado, saca la taza con cuidado y mete un bolsita con una mezcla de hierbas. Se sienta en una de las sillas de la cocina, suspirando mientras se plantea que, ahora que todo el mundo duerme, es el primer momento de relax que tiene en el día. No es fácil ser la doctora de una escuela donde el treinta por ciento de los alumnos son mutantes, y el otro setenta por ciento, auténticos genios o atletas especialmente dotados. O las dos cosas.

En ese momento, la luz se apaga, y las cejas de Cecilia se enarcan. Espera unos segundos a oscuras, y cuando se da cuenta de que los generadores autógenos no se van a encender, que están realmente sin energía eléctrica, lanza una maldición mientras corre hacia el piso superior, donde se encuentra Sean Cassidy conectado a las máquinas que le mantienen con vida. Sólo espera que el generador de la sala de medicina siga funcionando.

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-Permaneced en los cuartos-dice Bobby, avanzando por uno de los pasillos, iluminando sus pasos con una linterna. A pesar de que ya había pasado el "toque de queda" hacía un rato, los chicos disfrutaban de un rato de relax antes de que tuvieran que meterse en las camas, y casi todos estaban jugando a la consola o viendo alguna cosa en televisión cuando la Academia al completo se había quedado sin luz-. Venga, chicos, los generadores empezarán a funcionar en cualquier momento.

-Bobby, tenemos generadores autónomos con tecnología Shi´ar-masculla Paige, saliendo de su cuarto y caminando algunos metros junto a Bobby, que asiente y la mira de reojo.

-Avisa a tus chicos y estad preparados-dice él-. Los sistemas de alarma también han dejado de funcionar.

Paige asiente, y lo más discretamente que puede y sin llamar la atención, vuelve sobre sus pasos y entra en la habitación que comparte con Júbilo.

-Problemas-dice, y Jubilación salta de la cama de inmediato.

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En su dormitorio, en el ático de la Academia, lejos de la mayoría de las habitaciones, Estrella Rota siente una opresión en la nuca, algo que conoce muy bien. En silencio, se incorpora y coge sus espadas.

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-Deberíamos contactar con Kurt y los demás-dice Jean, mientras ella y Scott caminan por el perímetro de la Academia, ataviados con los uniformes.

-Sí, deberíamos-afirma Cíclope-. Pero los sistemas de comunicaciones no funcionan. Así que Bobby, Emma, Benjamin, Cecilia, tú y yo deberíamos ser capaces de controlar prácticamente cualquier cosa. Además están los chicos y...

Por un momento, Cíclope siente un leve mareo. Y luego, algo que se hunde en su cerebro, como un puñal al rojo vivo que atraviesa su entrecejo hasta llegar a su nuca. Recuerda los dolores de cabeza que tenía cuando era un crío, antes de que sus poderes despertasen, mientras parece que cada una de sus sinapsis arde. Busca a Jean, que mira a su alrededor atónita, pero por la sangre que corre por sus labios, Scott se da cuenta de que su esposa está sufriendo el mismo ataque que él. Y eso es algo con lo que no contaba, Jean debería haber sido capaz de detectar cualquier amenaza psíquica que pudiera acercharles... pero no lo había hecho. Cíclope siente que pierde el control de sus funciones vitales, y las piernas dejan de responderle mientras una arcada ácida recorre su boca. Pierde el conocimiento sólo tres segundos antes que su esposa, demasiado tarde para ver que una joven, vestida de rojo y negro aparece de entre los árboles.

-Cerebra a Alfa Uno-dice la muchacha, mientras observa a los dos héroes caídos en el suelo-. Los objetivos han caído.

-Correcto, Cerebra-responde una voz de hombre por el intercomunicador-. Quédate donde estás hasta que sean recogidos, y asegúrate de que mis chicos no son demasiado efusivos. Les quiero vivos para que vean lo que va a pasar.

-Recibido-afirma ella, y Cerebra, la joven que hasta unos meses atrás había sido simplemente Martha Johanson, se concentra levemente para percibir telepáticamente cada una de las mentes que hay dentro de la escuela y alrededor.

Muy, muy dentro de ella, se escucha gritar a sí misma.

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"¿Sangre?" se pregunta Emma Frost cuando nota que su nariz empieza a sangrar al mismo tiempo que cualquier contacto telepático con el exterior se rompe. Intenta forzar la estática que parece ensordecer su mente, pero no consigue más que náuseas y un intenso dolor de cabeza. Sea lo que sea que hay ahí fuera, parece haber sellado telepáticamente la Academia.

-Bobby, esto es serio-dice, saliendo de la sala de reuniones en la que había tratado de concentrarse, pero se detiene en seco cuando ve, frente a ella, el cuerpo muerto de Pellejo, crucificado en la propia pared del pasillo. Alguien le había cortado el cuello de oreja a oreja, y grandes clavos atravesaban sus muñecas y sus tobillos clavándole al muro-. ¡Ángelo!-grita Emma, corriendo hacia él, pero antes de llegar, la tenue luz que ilumina el pasillo, revela su pesadilla. A dos metros de Pellejo, se encuentra Sincro, igualmente muerto y crucificado. Y tras él, Júbilo. Y Vaina. Y Fase. Y Otoño. Presagio. Termo. Cristal. Gentil. Anole. Wiccan. Genio. Artie y Sangui. Niebla...

Todos muertos, muertos otra vez.

Como Tarot. Como Tobera. Como Músculos. Como Ojo de Gata. Como Bevatron. Como Ruleta.

Muertos, de nuevo los niños muertos.

Emma cae de rodillas y grita.

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Dentro del despacho que Emma acaba de abandonar, un joven, con el cabello lacio cortado de tal forma que el flequillo le cubre uno de los ojos, pálido, vestido de rojo y negro, y con una calavera plateada colgada del cuello, sonríe mientras ve como Emma Frost se mueve como una marioneta con las cuerdas cortadas por el pasillo desierto de esa zona de la Academia.

-Aquí Trauma-dice el muchacho-. Reina Blanca controlada.

-Estupendo-responde su interlocutor-. En cuanto tomemos la Academia, la recogeré en persona. Tengo un interés personal en Emma Frost.

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En cuanto la luz se apaga, Cristal salta de la cama y ve que, en la cama de al lado, Erika Ruiz duerme, aunque parece agitarse entre pesadillas.

-Lo siento-masculla, pasando sus dedos gélidos por la frente de su compañera, a la que había tenido que drogar para que se quedara dormida y sus poderes no impidieran que la avisasen de lo que iba a ocurrir. Negando con la cabeza, Cristal se dirige a la ventana de su cuarto, la abre, y con cuidado, se descuelga por uno de los canalones, corriendo hacia el bosque en cuanto sus pies tocan el suelo, hacia el punto de encuentro, rezando para no haberse equivocado.

-Lo he hecho-dice, en el momento en que llega a un claro, donde se encuentran el hombre rubio y la mujer oriental de cabellos rojos con los que ha hablado anteriormente. Él la mira y sonríe.

-Bien hecho, muchacha-dice, mientras Cristal avanza hacia él.

-Dijiste que me curarías, que me harías normal. Y que nadie sufriría daño, que esto era solo...

-Para demostrar a tus profesores que no eran infalibles, sí-responde él-. Aún me sorprende la inocencia de la juventud.

-¿Qué?-masculla Cristal.

-Yuriko, por favor...

Las garras de la mujer se hunden en el pecho de Cristal, que estalla como un vaso que cayera al suelo. Trata de retroceder, pero la mujer realiza un barrido con la pierna derecha, arrojando a Cristal al suelo. Sus garras se hunden en sus hombros, y con un estallido de esquirlas afiladas, siente que su brazo derecho se separa de su cuerpo. Grita, pero el siguiente golpe cae sobre su garganta,

-Una lástima-dice él, mirando el montón de cristales rotos que ha quedado bajo su compañera-. No queremos descubrir que tiene poderes de regeneración o algo así. Antorcha, ahora.

Un joven que se encontraba entre los árboles hasta ese momento, avanza. Enfundado en el mismo uniforme negro y rojo que sus compañeros, su cabeza arde en llamas de color amarillo y rojo oscuro, y extiende una mano hacia el montón de cristales rotos. Al instante, una llamarada brota de su mano, tan caliente que el cristal se funde hasta formar un montículo de vidrio informe.

-Buen chico-dice él-. Tú y tus compañeros habéis sido todo un descubrimiento.

Con una pulsación en un botón, abre la radio para que le escuche todo su equipo.

-Aquí Alfa Uno-dice-. La Academia está a nuestra merced. Infernales, Cosechadores... haced vuestro trabajo.

Sin más, Donald Pierce corta la transmisión, y acompañado de Dama Mortal y de Antorcha, de sus Infernales, avanza hacia la Academia.

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SECRETARÍA DE LA ACADEMIA.

Bueno, principio de mi segundo arco en Generación-X y primera de las bajas en la serie. Y no será la última en los próximos números. Además, tendréis, entre este número y el siguiente, la presentación de los Infernales... bueno, los nuevos Infernales de Donald Pierce, antiguo Alfil Blanco del Club Fuego Infernal, y nuevo líder de los nuevos Infernales, de los que ya habéis visto tres... tres que deberían ser familiares: la primera, Cerebra, o Martha Johanson, apareció convertida en un cerebro encerrado en una pecera de cristal en la etapa de los X-Men de Morrison. El segundo, Trauma, o Terrance Ward, es uno de los personajes de Vengadores: La Iniciativa; allí es el hijo de Pesadilla, aquí... mutante. Y el tercero, Ben Hammill, Antorcha, aparece con el nombre de Cerilla en Nuevos Mutantes, luego New X-Men: Academia-X. ¿Apuestas sobre quienes serán el resto de los integrantes a los que Pierce ha reclutado en este tiempo?

Y este mes, tenemos correo, un correo un poco peculiar, facebookero, por así decirlo.

Correia: Para completar el mes gay de MarvelTopia, vas y traes de vuelta a Estrella Rota :D ¿Lo liarás con el Hombre de Hielo?

¿Con el Hombre de Hielo? Dios, le tengo que buscar una novia a Bobby. Nah, yo soy de la opinión de ROB, Estrella Rota no tiene interés sexual ninguno por nadie...

...
...

¿Ha colado?

Correia: Personajes nuevos-pero-viejos, la relación Emma-Scott-Jean desde otro contexto... un buen número, si ...

Muuchas gracias, señor jefe. Y prepárate, porque van a salir más. De hecho, en este mismo número, ya he marveltopizado a Nezhno y a Michael van Patrick...

Correia: (Eso sí, ya no podemos hacer unos Jóvenes Vengadores.)

Uy que no... los personajes de Runaways están por utilizar...

Correia: A ver qué tal la continuación, espero una clase de esgrima a dos manos...

Pues en este sólo a una, con la pobre Kate Bishop como objetivo... pero espérate al siguiente...

Advenedizo: ¿Por qué el Hombre de Hielo vuelve a ser un pringado? ¿De verdad que lo más gay es el regreso de Estrella? Si esto tiene momentos Física o química con superpoderes... aunque, claro, es GenX, tiene que ser Física o química con superpoderes. Carlos, préstale a Ríctor un par de números, estírate... Por cierto, me encanta la Paige-genio, tienes que buscarle un novio... Ahora, eso sí, a Emma la veo blandita-blandita, ¿eh?

Hombre, el Hombre de Hielo siempre ha sido un poco pringado, pero vamos, que evolucionará, evolucionará. Te lo cambio por Arcángel cuando quieras... Tomo nota de la petición de novio para Paige (de hecho ya lo tengo en mente, tiene que olvidar al soso de Cámara). Y Emma... es que le faltaba una inyección de mala leche, la tiene en este número...

Y bueno, el resto de la conversación por Facebook y MSN que tuve con Advenedizo al respecto de esto... casi la dejamos en el recuerdo, pero dejo caer que se basó en la definición de la palabra "versátil" y en que nunca nadie se acostará sin saber algo nuevo... Sí, chicos, hay que mantener un poco el misterio.

¡Más en el próximo número!

 
 
   
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