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Mutante de nacimiento, ladrón por vocación, ¿héroe como destino? Huyendo de un pasado oscuro y de un futuro trágico, Remy Lebeau ha perdido todo aquello que tenía... menos a si mismo. MarvelTopia presenta las aventuras en solitario del forajido mutante... Gambito.
 
Gambito

GAMBITO #14
Tesoro envenenado I
La vida es bella

Guión: Israel Huertas

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Prólogo Uno:

Nueva Orleans. Hace un mes.

La capilla subterránea, situada bajo una imponente mansión en el barrio viejo de la ciudad, acoje a lo más granado del Gremio de Ladrones que, desde tiempo inmemorial, tiene su sede en la costera ciudad sureña. Todos visten túnicas escarlatas, menos el patriarca, que luce una túnica esmeralda desde su puesto privilegiado en el altar al fondo de la sala. El resto de los asistentes, se distribuyen en dos grupos, colocados a ambos lados de la capilla, dejando un ancho pasillo en medio.

El patriarca del gremio, Jean Luc Lebeu, hace un gesto hacia la puerta de entrada y esta es abierta por los dos guardianes apostados a ambos lados. Una ligera bocanada de aire entra entonces y se extiende por la habitación, haciendo crepitar la llama de las velas apostadas por doquier. Un hombre aparece al fondo y empieza a andar majestuosamente, entrando en la estancia y acercándose al altar. El hombre viste una túnica negra abierta, y un traje ceremonial también negro que realza su ágil figura. Todas las miradas de la sala se fijan en él en su desfile triunfal. Consciente de esto, el hombre disfruta cada instante del paseo, consciente de las pocas veces que ha recibido tal reconocimiento.

Por fin, sube al altar en la que espera el patriarca y se arrodilla ante él.

- Estimados miembros de las distintas castas del excelentísimo Gremio de Ladrones - entona Jean Luc Lebeu, ceremoniosamente -, os doy la bienvenida a la ceremonia de hoy. Venimos a honrar a un hombre cuyo hueco en el Gremio ha sido voluble en el tiempo, debido a diferentes factores que nos han influenciado a todos desde que le acogimos. Recientemente, nos ha probado su valía y su compromiso para con nosotros de formas que no podemos ignorar más.

Como un maestro, Jean Luc levanta la cabeza y observa a la multitud. Esta vez, el compromiso con lo que está ocurriendo es total y unánime, como nunca antes lo ha sido para con el miembro del Gremio que hoy vienen a honrar. Esto le llena de satisfacción y orgullo, y las siguientes palabras que entona, resultan las más felices de su vida:

- Bien, pues. Levantáos, hermanos ladrones. Ayudadme a dar su bienvenida definitiva al Gremio de Ladrones de Nueva Orleans a mi hijo, Remy Lebeu.

La ovación se extiende por toda la sala y Jean Luc apoya su mano en el hombro de su hijo, sonriendo. Le pide que se levante y juntos encaran la multitud. Y Remy se permite el lujo de creerse feliz y pensar que la vida le sonríe por primera vez en mucho tiempo. Por desgracia, no observa como dos figuras salen por la puerta en plena celebración. Dos personas con su propia agenda para con Remy y el Gremio.

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Prólogo Dos:

Miami, Florida. Hace dos semanas.

La puerta del almacén se abre trabajosamente y Henry Douglas entra en él, acompañado por su novia, Melinda, y por dos personas con las que piensa hará buen negocio. Ante ellos, varias cajas de madera se muestran, cubiertas por sábanas sucias y raídas. Henry y Melinda son "recuperadores" de reliquias perdidas y, recientemente, se han topado con un tesoro antiquísimo en la panza de un galeón español hundido hace siglos en costas americanas.

Henry abre la caja más cercana y saca un puñado de monedas de oro de ella.

- Aquí está, amigos - dice a sus posibles socios -. Los restos del imperio español al alcance de sus manos.

Henry y Melinda jamás sabran que les mató. Los dos misteriosos hombres actúan con prontitud y sajan la vida de sus cuerpos con dos afiladas espadas. Después, las limpian parsimoniosamente mientras conversan, con acento cajún:

- Llama a los transportistas y que carguen todo esto, Louis. Lo quiero en Newlins antes del anochecer.

- Bon, mon ami. No habrá problema.

Y parte, dejando a su compañero ante las cajas del tesoro, musitando:

- Un botín en condiciones. Suficiente para comprar un Gremio.

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Prólogo Tres:

Nueva Orleans. Hace tres días.

Helene se relaja en su bañera al atardecer de un día bastante duro. Apoya la cabeza en el borde y disfruta del toque de las burbujas en su cuerpo. Es lo último que nota conscientemente, ya que un pañuelo mojado en cloroformo la roba la consciencia.

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Nueva Orleans. Hoy.

Jean Luc y Remy Lebeu comen en un pintoresco restaurante cajún en el barrio antiguo de Nueva Orleans. Hacía mucho que no se tomaban tiempo para hacerlo y están disfrutando cada minuto, aunque algunos temas no son demasiado distendidos.

- Hace ya tres días y no se ha oído nada en la calle - expone Jean Luc mientras observa la copa de vino que tiene en su mano derecha -. Lo cierto es que no hace mucho que se unió al Gremio, pero pensaba que su entrega para con nuestros deberes era sincera.

- Helene aprecia al Gremio - interviene Remy -, no creo que se marchara sin llamar. Aún me queda algún amigo en ciertas esferas, si quieres . . .

-No, hijo. Tu relación con los federales ya es bastante tensa. No, tengo a un par de hombres en ello. Ya recibiré noticias.

Padre e hijo brindan una vez más por la nueva situación de Remy ante el Gremio, situación que, esperan, sea definitiva. Tan enfrascados están en su charla, que no notan como se acerca una persona, casi tambaleándose en su paso por el restaurante hacia la mesa de los dos.

- ¡Remy! - exclama el hombre - ¡Eh, Remy!

- ¡¿Enmanuelle?! - dice Gámbito, con una sonrisa - ¡Diablos, hacía siglos que no te veía!

- Yo también me alegro de verte, Remy - el recién llegado se gira hacia Jean Luc -, y también a usted, Patriarca.

- Olvida las formalidades, muchacho - interviene Jean Luc -, te conozco desde que llevabas pañales.

Invitan a Enmanuelle a sentarse con ellos y, mientras lo hace, empieza a toser con mucha fuerza. Padre e hijo le miran preocupados.

- ¿Te encuentras bien, amigo? -pregunta Remy -. Suenas bastante mal.

- Oh, no te preocupes. Llevo así unos días. Habré cogido algo. No importa, quería contarte algo con lo que me he topado. Un tesoro enorme. Un montón de monedas españolas, y collares y lingotes. Un auténtico manjar.

De nuevo, Enmanuelle tose fuertemente y empieza a sudar a chorros.

- ¿De dónde lo has sacado, muchacho? - pregunta el Patriarca.

- Se lo "gané" a un camionero. Lo llevaba de paso hasta un almacén en el norte. El caso es que el valor histórico del tesoro puede ser tanto como el monetario. Me gustaría que el consejo lo examinara.

Enmanuelle empieza a toser de nuevo y ya no para. Crece en intensidad y Remy le ofrece un poco de vino para aclararse. Nada evita que el muchacho acabe desmayándose sobre la mesa tras el ataque.

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Más tarde, en el hospital más cercano.

Remy y su padre esperan pacientemente durante un par de horas. En ese tiempo, a Enmanuelle le someten a todo tipo de pruebas una vez han estabilizado su estado. Finalmente, uno de los doctores acude a ellos en la sala de espera y les expone lo que han descubierto:

- Se muere y no sabemos por qué. Creemos que es un virus pero de momento tenemos que hacer más pruebas para saber qué es y cómo combatirlo.

- ¿No saben como ha podido contagiarse? - se preocupa Jean Luc.

- Bueno - dice el doctor -, tiene restos de una especie de residuo en las manos que parece tóxico. Es brillante, como purpurina, y tiene restos metálicos. Creemos que esa es la base del contagio.

Jean Luc mira a su hijo y ambos caen en lo que puede haber contagiado a su amigo.

- ¿Está despierto? - pregunta Remy -. Me gustaría pasar a verle.

- Sí, sí - contesta el doctor -, puede pasar sin problemas. Le hemos aislado tras una mampara de plástico esterilizada, pero puede oirle.

Remy entra en la habitación de Enmanuelle, pero el doctor retiene a su padre:

- Si no le importa, necesitaría saber con quién ha estado en contacto su amigo, por prevenir un posible contagio.

- Por supuesto - dice Jean Luc -, le ayudaré en lo posible.

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Remy entra en la habitación de su amigo y la visión de este, conectado a varias máquinas, le hiela la sangre. Se acerca con paso lento y golpetea la lona a la altura de la cara de Enmanuelle, que se gira al verle y sonríe trabajosamente.

- ¿Q. . .Qué hay, amigo?

- Enmanuelle, tengo que preguntarte - Remy habla con delicadeza -. Ese tesoro, ¿quién más ha estado en contacto con él?

- Y-Yo . . . mismo . . . y Renée, m-mi her. . . hermano. . . aparte d-del camionero. . .

- Necesito saber dónde lo guardáis - dice el mutante, mirando apenado a su amigo -. Necesito que me digas dónde encontrarlo.

- ¿P-para ens. . . ens . . .enseñárselo al consejo?

- No exactamente. El tesoro podría ser lo que te está matando.

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- No estaba allí, y la puerta estaba forzada - explica Remy a su padre, ya de regreso en la mansión familiar -. Si lo extienden por la ciudad, podría infectar a mucha gente.

Jean Luc se restuerce en su sillón. La situación le pone muy nervioso y no consigue evitar mostrarlo.

- Deberíamos avisar a la policía - dice, finalmente -. Estamos hablando de una infección a gran escala y, después de las inundaciones, la ciudad ya está bastante tocada.

- Hagamos un barrido nosotros primero - dice Remy -. Es posible que lo haya cogido alguien del Gremio por error.

- Has acertado y fallado al mismo tiempo - dice la voz grave de un hombre que, de improviso y acompañado de hombres armados entra en el salón dónde los Lebeu charlaban. Con ellos, llevan a un hombre y una mujer, ambos sirvientes de Jean Luc desde tiempo inmemorial -. Sí, lo ha cogido alguien del Gremio, pero no, no ha sido por error. Por favor, no quiero movimientos raros. Sólo que me acompañéis por las buenas y no tendré que hacerle daño a esta buena gente.

- ¿Quién coño eres tú? - ruge Gámbito, apagando una carta que ya había cargado ante la entrada de los asaltantes.

El intruso sonríe y da un paso al frente. Después, golpea a Remy con fuerza en la cara y, recobrando la compostura, dice:

- Es cierto, disculpad mis modales. Me llamo Jacques Beard, miembro del Gremio desde hace años. He decidido que hacía falta un serio cambio de planes en la dirección del Gremio y me he permitido el lujo de tomar acciones al respecto. Ahora, prisioneros míos, acompañadme u os mataré aquí mismo y obviaré el papel que he decidio daros en esta tragedia.

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PROXIMO EPISODIO: El plan de Beard revelado y los problemas de Gámbito se multiplican.

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AS DE PICAS

Nos leemos.

 
 
   
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