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A sueldo del gobierno de los Estados Unidos, son mutantes que luchan de lado de la ley por el sueño de Xavier... ¿o no? Día a día, su trabajo puede hacerse más peligroso, por que ellos están en la línea que separa el deber de la traición, el mercenario del héroe. En un mundo donde no existen soluciones fáciles, ¿qué será de.... Factor-X?
 
Factor-X

FACTOR-X #201
Crisis de Fe II
Conspiranoia

Guión: José A. Cano
Portada: Israel Huertas

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La historia actual continúa desde Patrulla-X #365.

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Factor-X: Forja, Shard, Hombre Múltiple, Fortachón, Random, Noche, Lápsus, Terremoto, Mondo, Mente Maestra, Empática, Electroshock, Comando, Mole, Mística, Cáliban, Riesgo, Cifra y Chica Ardilla.

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En la pantalla del televisor aparece un niño que no debe llegar a los diez años, en una cama de hospital envuelto en vendas, sólo se le ven la boca y la nariz, cubiertas por una mascarilla conectada a una botella de oxígeno. El pequeño pecho sube y baja con dificultad, muy lentamente, emitiendo un pequeño gemidito casi inaudible. La iluminación plastificada de los flexos y el verde apagado e impoluto de los hospitales dan a la escena un aire artificial. La cámara sube, se ven varias camitas iguales y un cartel en inglés: Unidad de quemados.

La cámara gira sobre si misma y podemos ver a Fortachón y la Chica Ardilla, vestidos con sus trajes oficiales de Factor-X y con caras muy serias, colocados junto a la cama del primer crío.

- Chicos -dice Guido, mientras se cierra un primer plano sobre él-, el pequeño Timmy sufrió estas heridas porque trató de recalibrar su ADN metiendo papel de plata en el microondas y dejando la puerta abierta mientras lo calentaba al máximo.

Plano a la Chica Ardilla, que pone cara triste.

- Pero mutarse con remedios caseros no es posible -dice ella, con el acento extraño que le dan sus enormes dientes-, y cuando los niños lo intentan siempre acaban provocando accidentes como estos.

La imagen muestra al resto de Factor-X apalizando a un ladrón de bancos mientras Guido y la Chica Ardilla permanecen en primer plano, ahora sonrientes.

- Sabemos que ser mutante puede parecer muy guay, porque vamos por ahí con trajes chulos y detenemos a los malos -dice Connie.

- Pero ser mutante no es algo que se pueda conseguir de forma artificial, la terapia genética aún está muy atrasada y es ilegal en casi todos los estados -agrega Guido.

- Si sois mutantes, lo descubriréis al llegar a la pubertad, cuando vuestro cuerpo empiece a cambiar. Como lo hice yo cuando me salieron estos hermosos dientes -dice Connien, señalándose las paletas.

- Pero si no lo sois, no pasa nada... -dice Guido, ensanchando su sonrisa y saludando con el pulgar-. Todavía tendréis la oportunidad de ayudar a mantener seguro nuestro país como miembros de las fuerzas de seguridad, los bomberos o el ejército, o simplemente como buenos y honrados ciudadanos.

- ...y, de momento, podéis contribuir a la integración de humanos y mutantes uniéndoos a los scout del XSE... -añade Chica Ardilla.

Aparece una imagen de varios niños vestidos estilo scout pero con los colores de Factor-X. Algunos son corrientes, pero otros son de color morado o tienen varios brazos. Desfilan alegremente por el campo, silbando una marcha militar, mientras cargan con sus mochilitas.

Un último plano de Guido y Connie, diciendo a la vez:

- ¡Escuela de héroes!

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- ¡Senador! ¡Espere! ¡El señor Gyrich no puede...!

Robert Kelly, ojeras y camisa arrugada, un informe de hojas desordenas bajo el brazo, ignora a la secretaria chillona y entra en el despacho de Gyrich sin llamar.

Encuentra al asesor presidencial apretando con los dientes una tira de goma que se está atando en el brazo izquierdo, la manga recogida casi hasta el hombro. La chaqueta y la corbata están abandonadas sobre un sillón, y encima del escritorio hay una jeringuilla vacía, algo de equipo médico y un aparato con pinta de test de embarazo pero de mayor tamaño.

- ¿Henry? ¿Qué está haciendo?

Gyrich lo mira con sorpresa y cabreo.

- ¡Señorita Johnson, ponga un anuncio para buscar secretaria y luego recoja sus cosas! ¡Y usted, Robert, cierra la puerta, por el amor de Dios!

Ignorando el llanto de la secretaria, Kelly obedece, pero cierra desde dentro. Planta su informe en la mesa, frente a Gyrich.

- Escúcheme, Henry...

- Si va a quedarse aquí, ayúdeme. Voy a hacerme un análisis de sangre.

- ¿Eh? ¿Para qué?

- Me han drogado y no sé cómo ni tengo manera de probarlo -Gyrich coge la jeringuilla- Acerque el algodón... y eso también -señala el test con las cejas.

Kelly lo empuja hasta el alcance del asesor mientras éste se extrae unos mililitros de sangre. El senador se acaricia las patillas de las gafas.

- ¿Cómo sabe que lo han drogado?

- Por lo visto he aprobado dos cosas que no recuerdo haber aprobado -Gyrich deja caer unas gotas de sangre en el test-. No falsificaron mi firma, era auténtica. Y las señales en ella de la droga eran tan sutiles que sólo yo pude darme cuenta.

- ¿Eh?

- Soy un grafólogo experto, Robert -Gyrich se desata la goma del brazo y la deja caer en la papelera junto al escritorio.

- ¿No tiene técnicos que se encarguen de cosas como esta? ¿O SHIELD? ¿O la CIA?

- Los cargos tan cercanos al presidente como yo nos sometemos a casi cincuenta análisis al día. De todas clases, incluyendo de control mental y posesión demoníaca, y no han detectado nada de nada. Ha sido alguien de mi entorno, qué se los conoce. Quizás la secretaria anterior a la señorita Johnson -teclea en el test, esperando el resultado-. Y no me haga reir con SHIELD y la CIA. Probablemente me drogase uno de los dos. O ambos, en colaboración. Por suerte esta versión casera es lo suficientemente sencilla como para que nadie la tenga en cuenta.

- Está usted paranoico, Henry.

- Parece que no lo bastante -Gyrich golpea con satisfacción la pantalla del test, casi sonriendo-. LSD. Hace casi cinco semanas. La fecha de esas firmas -señala con un dedo dos papeles pillados bajo el botiquín.

Robert Kelly no puede evitarlo y los coge para leerlos.

- Son sólo traslados de material...

Gyrich se está abotonando la manga de la camisa.

- Material del CAS1, Robert, no cualquier material... Aparentemente sólo eran cajas vacías, pero tengo que investigarlo. El problema es que no sé de quién fiarme -mira a su interlocutor de arriba abajo-. Está usted hecho un auténtico asco. ¿No viene con Valerie Cooper?

Kelly suspira. Da un empujoncito a sus pliegos, haciéndolos chocar con el botiquín sobre el escritorio.

- La dra. Cooper está en una reunión con el presidente... Y en cuanto a mi aspecto, puede que tenga que ver con su LSD.

Gyrich enarca una ceja, a medias por la mención al presidente, a medias por la última afirmación. Kelly se deja caer en uno de los sillones cercanos.

- ¿Y bien?

- Tenemos que hablar de senadores mutantes...

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Doug Ramsey abre los ojos. Mira sus propias manos, envueltas en guantes de color blanco. Se palpa el pecho, cubierto por un uniforme oficial de Factor-X. Luego observa su cintura, el centro de gravedad de su cuerpo. El holograma.

- ¿Cómo? -dice, y su propia voz le suena extraña.

- Se basa en el que diseñé para Shard cuando vino del futuro2. Te he "puesto" un uniforme de los nuestros, pero puedes cambiarlo "reprogamándote". Es una mejora respecto al original. Supongo que pronto aprenderás a manejarlo y volverte tangible o intangible según te convenga.

Están en el taller de Forja, en los pisos superiores del Nido de las Águilas. Doug lo reconoce con facilidad, aunque en su nuevo estado es como si todo se hubiese vuelto más grande y más pequeño al mismo tiempo. Forja está sentado junto a su escritorio. Todo esta lleno de cachorros a medio montar y hay algunos papeles con diseños y figuritas talladas en madera desperdigadas por la habitación.

Mira la consola del ordenador más cercano.

- ¿Qué hora es? ¿Qué día?

- Es... temprano. Llevas casi dos semanas inactivo.

- Me apagó3. Me ha extirpado de Warlock, separándonos definitivamente4.

- Amenazaste con tomar el control de los sistemas de Factor-X. Vuestra separación es una medida... terapéutica. Te vendrá bien.

Cifra no lo escucha, se dirije a la consola del ordenador.

- Lock, ¿me oyes? ¿Sigues ahí? ¿Estás bien?

La voz que le contesta sale de los altavoces sobre sus cabezas.

- Mi se encuentra completamente operativo y manteniendo activos los sistemas del cuartel general, Agentecifra.

- ¿Agentecifra? -Doug casi golpea la pantalla- ¿Lock, estás bien?

- Afirmativo.

Cifra se gira hacia Forja, completamente furioso. Su traje cambia al clásico de hombre-x, azul y amarillo.

- ¡¿Qué le ha hecho a Warlock?! -grita.

- Al extirparte, aproveché para reprogramarlo -contesta Forja, con tranquilidad.

- ¡Warlock no es un ordenador de verdad! -Cifra comienza a mover los brazos, histérico- ¡Es un ser vivo! ¡No se lo puede reprogramar!

- Con esto sí -responde Forja, mientras deja sobre la mesa una especie de calculadora con varios dientes en un extremo.

- ¡Lo ha lobotomizado!

- Mi disiente, Agentecifra. Mi capacidad operativa se encuentra a pleno rendimiento.

- Esto es...

- La decisión de un superior -dice una voz femenina a su espalda.

Doug se gira, asustado. Acostumbrado a ser el ordenador central y dominar el edificio, no saber cuanta gente tiene alrededor es algo nuevo. Shard, vestida con su uniforme de Factor-X y un brazo en cabestrillo, cierra la puerta del taller tras de sí.

Da varias vueltas alrededor de Cifra, mirándolo de arriba abajo. Él la mira con cierta hostilidad, y se gira hacia Forja.

- Está aquí para ayudarte con tu nueva situación. Creo que es la más adecuada para encargarse de tu holograma -entrega una especie de mando a distancia alargado que había sobre la mesa a la policia, que se lo guarda en el interior de la chaqueta y sigue inspeccionando el holograma en silencio-. Aunque estamos trabajando en alguna variante para darte algo de autonomía.

Shard se detiene, colocándose junto a Forja.

- ¿Eres consciente de que ahora mismo eres intangible?

- ¿Qué?

Doug trata de tocar la mesa, pero descubre que su mano la atraviesa. Se concentra un poco y consigue tocarla. Luego se concentra un poco más y se crea un antifaz amarillo a juego con el traje.

- Me dijiste que le ibas a programar un traje de los nuestros.

- Se lo ha cambiado.

Shard chasquea la lengua contra el paladar.

- Yo no tenía de eso.

- ¿Qué se supone que pasa conmigo? ¿Qué ha pasado con la Patrulla-X?

Forja mira a Shard, que hace una mueca de desagrado a su superior antes de contestar.

- La Patrulla-X está detenida a la espera de juicio, y no importa si eso te gusta o no. Tú tienes una misión a la que acompañarme en cuanto estés plenamente operativo. Así que usa el traje negro.

Doug mira a Forja.

- ¿Ahora soy agente de campo? ¿Tengo poderes?

- El holograma conserva tu poder, como hacía conmigo y mis rayos de plasma -contesta Shard- Cambia al traje negro. Puedes quedarte el antifaz.

Cifra obedece. Forja se da la vuelta, desentendiéndose, mientras le hace un gesto a Shard para que salgan de la habitación.

- Seguro que parezco un Black Lantern -dice Doug, mientras busca con la mirada un espejo donde pueda mirarse.

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- Os prometo que en cuanto me recupere os llevaré allí. Lo mejor de todo es cuando, completamente desnudo, llegas a la cascada...

La doctora y la enfermera ríen encantadas. En una sala especial de la zona médica, Guido Carosella, descalzo, con una bata de enfermo y varios sensores conectados por todo el cuerpo, camina en una máquina andadora que mide sus constantes, las manos apoyadas en las dos barras laterales. Durante la pelea contra la Patrulla, James Proudstar consiguió ponerle un anulador de poderes y la energía cinética acumulada casi le provoca un nuevo infarto5.

- ...y lo más importante es no tocar las miniaturas de las paredes. Los nativos son muy delicados con ese tema... y no queráis saber qué materiales usan para fabricarlas...

Se interrumpe cuando alguien llama educadamente con los nudillos en el marco de la puerta. Cuando se giran hacia él, Mondo saluda pacíficamente con una de sus enormes manazas. Va de paisano, con su habitual camisa hawaiana y sujeta una pequeña bolsa de viaje.

- Eh, chicas, ¿podéis seguir comprobando lo vigoroso que soy en las monitores del fondo? Creo que mi colega querrá algunos consejos para ligar, y quizás le de vergüenza que se los dé delante de vosotras...

Las mujeres se marchan, cuchicheando y dándose codazos. Mondo se acerca hasta la máquina.

- Me alegra ver que ha mejorado bastante, Guido.

- Gracias, chaval. La dra.Westphallen dice que podré entrar en activo en un par de días -mira hacia donde están las mujeres-. Es la pelirroja. Una madurita interesante, pero de gustos raros. Dice que le gustaría ir algún día en submarino. Jejeje... -Guido coge un tono algo más serio cuando señala con los ojos la bolsa de Mondo-. ¿Y tu qué, colega? ¿Te coges unos días? Sé que es dura la suspensión, y sé por qué Tat y tú hicisteis lo que hicisteis... Si quieres hablar de ello6...

- He dimitido. Ya me he despedido de todo el mundo, sólo me queda usted.

Guido se queda ya completamente serio.

- Vaya. Lo siento

Mondo se encoge de hombros y sonríe.

- No lo sienta, yo no lo hago.

- No, en serio. Sé que viniste aquí porque querías ser de ayuda. Siento que te hayamos decepcionado hasta el punto de que creas que ya no puedes hacer nada más con Factor-X.

- He hecho buenos amigos. Echaré de menos a Tat y a Maxine, y también a Patricia... Comprendo por qué siguen todos aquí, pero no puedo trabajar obedeciendo órdenes que no me van a dejar cuestionar.

- No es algo tan sencillo como eso.

- Lo sé, lo sé... No juzgo a nadie. Sólo tiene que ver conmigo.

- Ya.

Permanecen en silencio unos segundos. Guido mira al suelo. Mondo se rasca la nuca, incómodo.

- ¿Sabes qué vas a hacer?

- Tengo mucho ahorrado de mi sueldo de Factor-X. Pero una amiga me ha recomendado para un trabajo y probablemente pase una entrevista. No me gusta estar quieto.

Guido lo mira a los ojos.

- Una amiga.

- Una antigua compañera de clase.

Se miran en silencio durante un rato más.

- Seguro que eres perfecto para el puesto, chaval.

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Desde la palma de la mano metálica de Forja se proyecta un holograma que simula la pantalla de un ordenador en la que, a modo de presentación van pasando varias fichas. En la primera aparecen varios miembros de Factor-X, y junto al nombre y una imagen de cuerpo entero de cada uno hay un rótulo. Hombre Múltiple [Apartado del servicio]. Cáliban [Apartado del servicio]. Terremoto (Tat) [Suspendido de empleo y sueldo]. Mondo [Apartado del servicio].

Forja se detiene en éste último y lo borra con un movimiento de su mano de carne.

Continúa con otra ficha. En esta figura en la parte superior [Prisión del Nido de las Águilas]. Las primeras fichas que aparecen son las de la Patrulla-X, todos con un rótulo que reza [En su celda] excepto Arcángel y Tormenta. Luego vienen el resto de inquilinos de los calabozos: Holocausto y su jinete Caos7, Tempestad de La Hermandad8, y Primal, el mutante asesino en serie de las cloacas de Nueva York9.

Cuando la puerta de la habitación se abre, Forja apaga la proyección.

Está en una sala de interrogatorios, cúbica y aséptica, con una mesa en el centro y una puerta en cada extremo. La que se ha abierto es la que está frente al líder de Factor-X, acomodado en una de las dos sillas dispuestas junto a la mesa. Por ella entran Tormenta, el pelo recogido en una coleta y vistiendo un mono gris de presidiario que le queda grande, sin esposas, y Noche y Mente Maestra, llevándola cada una de un brazo. Forja hace un gesto y las jóvenes se marchan, dejando a los dos solos en la habitación.

Ororo espera unos segundos antes de avanzar lentamente y sentarse en la silla de su lado de la mesa. Se queda esperando a que Forja hable. Al cabo de un rato, el cheyenne se decide por fin.

- Espero que lleves bien el espacio cerrado.

- Lo llevo bien. ¿Vas a ofrecerme que me una a Factor-X a cambio de que una conmutación de nuestras futuras penas?

- No. No puedo. Y tú, ¿tienes algo que contarme?

- No lo sé. Quizás que me pregunto cómo es el sistema de anuladores de la prisión. O si nos has puesto en celdas contiguas o separadas. Sé que el edificio no es muy grande.

- Dame algo con lo que trabajar, Ororo.

- Es tarde para eso.

- ¿Quieres que ejecuten a Pícara? ¿Qué a James Proudstar pase toda su vida en una celda sin puertas ni ventanas en el sótano de una base Hulkbuster? ¿Aguantaría algo parecido tu claustrofobia? Porque es lo que va a pasar.

Ororo desvía la mirada hacia el suelo. Permanece en silencio unos segundos.

- ¿Qué opina Mística de lo de Pícara?

- No es tu problema.

Ororo sonríe de medio lado ahora.

- Esto es una pérdida de tiempo. Esas advertencias y tus ofertas son sólo la prueba de que tu sistema está podrido y tú también. Devuélveme a mi celda.

- He sido siempre todo lo flexible que he podido desde este lado, Ororo, pero todo tiene sus límites. No puedes jugar a repartir premios y castigos como si te creyeses por encima de todos, sin querer dar explicaciones ni rendir cuentas... No era una diosa.

- ¿Y qué te da a tí ese aire de superioridad? ¿La autorización de cuatro hombres humanos, ricos, blancos y heterosexuales sentados alrededor de una mesa a medio continente de distancia?

- Tienes razón, esta conversación es una pérdida de tiempo.

- Pues devuélveme a mi celda de una vez. Y que nadie más me moleste hasta que se celebre tu juicio de broma.

Forja ya se ha puesto en pie y se dirige a la puerta.

- No es una broma. Y no depende de mí -cierra por fuera mientras murmura-. Y ese va a ser vuestro puto problema...

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Valerie Cooper cierra de un portazo. Deja las llaves sobre el mueble de la entrada y el maletín en el suelo. Se detiene bajo el marco de la puerta del salón para quitarse los tacones. Avanza por el pasillo y se asoma a la habitación de Chevil. La niña está tumbada en la cama, con el portátil sobre las rodillas y los cascos puestos.

- Hola, cariño, ¿qué tal la tarde?

- Bien. Estoy viendo Perdidos.

- Voy a descansar un poco y ahora pedimos comida china para la cena, ¿de acuerdo?

- Tengo una teoría sobre la isla. Es como el planeta de Solaris.

- Dios nos asista.

Un par de pasos más y llega a su habitación. Busca el interruptor a tientas en la pared, pero luego decide no encender la luz y se deja caer a plomo, boca arriba, sobre el colchón. Cierra los ojos. Suspira.

- Estoy aquí, Val.

Se incorpora de golpe, notando el peso de otra persona sentándose en el borde del colchón.

- Dominó.

Adaptada a la oscuridad, ya es capaz de intuir el contorno de la otra mujer, sentada a unos pocos centímetros. Y el del arma.

- Has hecho que parezca que mi deserción fue un montaje10. Que sigo trabajando para vosotros.

Valerie guarda silencio.

- Estoy esperando.

- ¿Cable?

- No ha venido. Abrevia, Val.

- Debajo de la lámpara de la mesita hay un CD.

A oscuras, Dominó se levanta, palpa la mesa situada junto a la cabecera de la cama, levanta la lámpara, recoge el CD y lo guarda en su cinturón.

- ¿Qué más?

- Hablaremos cuando lo hayas visto y tengas algo que contarme. Pero no en mi casa.

- Sólo pon el sitio -Dominó se acerca la mano izquierda a la boca-. Transporte para uno, Media Docena.

El estallido teleportador ilumina toda la habitación de golpe, dejando a Val ciega durante unos segundos.

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- Míralo, ahí viene -dice Tessa, dando un codazo al joven Dwayne Taylor, también conocido como Destructor Nocturno, de los Nuevos Guerreros.

Junto a ellos, Sebastian Shaw sonríe, contemplando al hombre que capta su atención. Se inclina hacia sus acólitos, alzando la voz lo suficiente para que lo oigan por encima de la música pero no lo bastante como para que alguien más lejano escuche lo que dice.

- Dejémoslo que se acerque por su propia elección.

- ¿Cómo sabes que querrá hablar contigo?

- Todos quieren. Y soy el anfitrión.

Las fiestas del edificio El Cisne son célebres en el mundo entero. La sede neoyorquina del Club Fuego Infernal presume de reunir a los hombres más poderosos de América al menos una vez al mes. Hoy la estrella es Nolan Humbert, fiscal encargado de la acusación en el juicio contra la Patrulla-X. Figura emergente en el panorama judicial del país, se encontraba en la ciudad para interesarse por algunos aspectos legales de la demanda de separación de la unión del estado de Nueva York11 cuando la noticia se hizo pública.

Tal y como Shaw anunció, mientras la voz de Reeva Payge ameniza la reunión, Humbert y los tres miembros del Círculo Interno acaban coincidiendo a iniciativa del fiscal.

- Espero que sus expectativas queden cubiertas, ya que es la primera vez que nos visita, señor Humbert -dice Tessa.

El abogado es un tipo canoso y bronceado, que lleva trajes a medida y parece hecho para dar ruedas de prensa. Lanza una mirada por el escenario que les rodea.

- Es todo cómo me imaginaba.

- ¿Sabe? -dice Sebastian- Tengo un gran interés en ver como se resuelve el caso. Supongo que pondrá todo su talento en él. Una gran oportunidad.

- Yo también tengo un gran interés en mi caso -dice Humbert, sonriendo de medio lado con su propio chiste.

- ¿Está interesado en la lucha por los derechos de los mutantes? -dice Shaw.

Dwayne lanza miradas a uno y a otro. Tessa parece contemplar admirada al Rey Negro.

- Me inclino más hacia los casos de gente que se cree por encima de la ley -contesta el otro, mirando directamente a los ojos de Shaw.

- Sin duda.

El fiscal Nolan Humbert se aleja de Sebastian Shaw sonriendo, con una inclinación cortés de cabeza. Tessa murmura un insulto.

- Déjalo, esa confianza acabará con él -dice el Rey Negro.

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Patricia llama con los nudillos a la puerta de la habitación junto a la suya. Tiene los ojos entrecerrados y la cara hinchada por el sueño. Va descalza, sólo con una camiseta vieja y unas bragas, con la melena despeinada tapándole media cara. El pasillo de la zona residencial del Nido de las Águilas está completamente a oscuras excepto por una ristra de lucecitas rojas parpadeantes en el techo.

La puerta se abre y aparece Riesgo, la antigua ángel caído, rescatada de Factor 3 recientemente12, vestida con su inevitable chupa y mascando chicle, perfectamente despejada, apenas conteniendo una sonrisa en las comisutas de los labios. Se escucha el ruido de un televisor encendido a su espalda, con la luz azul y tililante de la pantalla iluminando la habitación a oscuras.

- ¿Qué pasa?

- Son las cuatro de la madrugada. Algunos tenemos misiones por la mañana temprano.

- Pero si lo tengo bajísimo, tía -señala con la cabeza a su espalda-. Casi no lo oigo yo.

Patricia niega con la cabeza.

- Soy una empática. Ahora mismo estoy notando el estado de ánimo de todo el edificio, incluyendo las celdas y la zona médica. Como tu nerviosismo, por ejemplo.

- ¿Qué? -Riesgo enrojece hasta la punta de la nariz- Pero si tienes en las orejas las cosas anuladoras que te da el Gran Jefe...

Patricia se acaricia los lobulos, donde lucen dos agujeritos vacíos. Le enseña los pendientes anuladores, que guardaba en la mano con la que golpeó la puerta.

- Están sobrecargados. Estás tan nerviosa que estás usando tu poder aumentando el de la persona que está más cerca. El mío, pared con pared.

- Vaya... Lo siento tía -Riesgo pasa una mano por delante de la cara de Patricia-. ¿Así mejor?

La otra suspira. Parece relajarse de repente. Estira el cuello ronroneando como un gato.

- Lo has apagado... Qué descanso.

- Se te pasará en un rato.

- ¿Quieres usar uno? -Patricia alarga los pendientes-. Se autorreparan.

- No tengo agujeros -se señala las orejas.

Empática se apoya en el quicio de la puerta, casi dejándose caer.

- Le pediremos a Forja que te haga una pulsera -mira a la luz parpadeante del televisor-. No puedo resistirme: ¿qué ponen en la tele a estas horas que te tenga rozando la euforia? Porque no es porno o algo así, no era ese tipo de excitación.

Riesgo sonríe completamente. La agarra de la mano y la arrastra al interior, dejando la puerta abierta.

- ¿Qué qué es? Mira -sube el volúmen del televisor con el mando a distancia-, lo están volviendo a explicar. Sólo lo da este canal, creo que los otros ni se han enterado.

En la pantalla, una reportera con el pelo teñido de rojo y amarillo y gafas cuadradas, con cara de sueño pero aspecto de entusiasmo, lee las notas que le van pasando en un estudio con el logo de El Ojo en el Cielo a su espalda.

- ...como les venimos informando desde hace casi una hora, los tres incidentes se han producido casi de manera simultánea en Los Ángeles, Nueva York y Austin, Texas... Este canal ha tenido noticia debido a una llamada anónima que..."

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- ¿Cómo te llamas? -pregunta un duplicado, agachándose para que su cabeza quede a la altura del niño al que se dirige.

El chico parpadea. Lleva una camiseta con la cara de Spiderman que le queda un par de tallas grande.

- Chris. Aunque también me llaman 360. O Sinnuca. Pero eso sólo para meterse conmigo.

Jamie sonríe. El niño, rubio y bajito, tiene unos enormes ojos verdes. Concretamente séis, con sus cejas correspondientes, distribuidos alrededor de su cabeza, de tal manera que mira a todas partes. En la nuca no tiene otra cara, simplemente una superficie de piel lisa con una pequeña malformación, un bultito que parece una nariz pero no lo es.

- Estabas aquí cuando pasó, ¿no?

Los dos ojos de la cara de 360 desvían la mirada.

- Venga, chaval, a mí puedes contármelo -dice Jamie Madrox-. ¿Ves mi X? Es igual que la de la Patrulla.

- No. Mi mamá dice que los únicos que presumen así son los de Factor-X. Y que a los mutantes nos irá mal si nos fiamos de ellos.

Jamie chasquea la lengua. El barrio mutante de Nueva York es, con diferencia, el más grande de todo Estados Unidos. También el más insalubre, y el que sufre mayor número de ataques racistas y altercados callejeros. Cientos de edificios clónicos, algunos abandonados, y probablemente pocos con agua corriente, se extienden a las espaldas del callejón donde se encuentra el Hombre Múltiple con su diminuto testigo. Factor-X tuvo que echar a un par de yonquis cuando llegó.

- ¿Un señor muy grande y fuerte te cogió en brazos?

- No te diré si Coloso estaba aquí.

360 lanza una pequeña patadita a las espinillas de Jamie antes de alejarse corriendo. Madrox suspira mientras se pone en pie de nuevo.

- ¿Te ha dicho algo? -pregunta Comando- ¿Confirma que eran ellos?

- Sí... Aunque tampoco es que nos haga falta -suspira el Hombre Múltiple.

Lápsus y Noche están junto a las ambulancias, donde charlan con una docena de chicas mutantes a las que han echado unas mantas sobre los hombros y que se están tomando unos enormes tazones de café caliente. Caliban y Mente Maestra registran el callejón en busca de rastros.

- ¿No encuentras nada que indique cómo se fueron? Porque los aparatos de Forja no detectan teleportación.

- Caliban no huele nada, chicakitty -el rastreador está sobre la tapa de una alcantarilla. Le tiembla la voz.

- ¿Cómo acabas de llamarme?

El XSE local supervisa la "liberación" de varios matones, colgados de las paredes de los edificios vecinos. Uno depende de la integridad de su ropa, fusionada molecularmente a la pared de un décimo piso, de tal manera que está pegado a la misma con los brazos en cruz. Otro está atado cabeza debajo de una antena con cuerdas de tender la ropa, y anuncia a voz en grito que se ha quedado sordo. Un tercero está clavado con varios pequeños cuchillos de diseño exótico. Otro más, atado de pies y manos, tiene una X enorme trazada en la camiseta, sobre el pecho, probablemente obra de algún tipo de arma blanca.

A los XSEs los acompaña una pequeña unidad de la policía del NYPD, dirigida por un detective sucio y malencarado. No parecen llevarse muy bien entre ellos.

Jamie camina hasta la pared del almacén donde está escrito el graffitti delator, de una perfecta ortografía. Allí se encuentran Comando y Mística. Raven lee en voz alta.

- "Las ideas no pueden encarcelarse" -tuerce la boca-. Que rematadamente...

- No creo que lo hayan escrito ellos -dice Jamie.

- ¿Qué? Acabas de decir...

- A esas chicas las rescató la Patrulla-X, pero el graffitti lo habrá escrito un admirador o algo así... -Jamie recorre con un dedo las letras enormes de color rojo mientras hablar- Tienen muchos por aquí. Más que nosotros.

Mística sonríe de medio lado.

- Los XSEs se podían haber encargado de esto ellos solitos -dice Jamie.

- Hay un par de jefes locales de la mafia mutante en ese grupito, Hombre Múltiple -dice Comando, señalando a los detenidos que cuelgan de los edificios-. Nos interesa lo que tengan que decir.

- Ya.

El detective del NYPD se acerca hasta el grupo. Sin afeitar, cubierto con una gabardina llena de manchas, huele un poco a alcohol. Habla con desgana, rascándose la frente como si no supiese exactamente qué decir.

- Oigan, quizás uno de ustedes debería...

Mística mira a Comando, que le da permiso con una afirmación de cabeza. La metamorfa sigue al policía hacia los coches patrulla del NYPD. Jamie se muerde el labio inferior por dentro.

- ¿Dónde está Shard? ¿Por qué no dirige ella esta investigación?

Comando le contesta sin dejar de repasar el graffitti.

- En Illinois perdiste el derecho a hacer preguntas, Hombre Múltiple13. Forja os ha devuelto al equipo ti y al rastreador -señala hacia Cáliban, que en ese momento se encoge sobre si mismo mientras Mente Maestra le grita, bastante cabreada- porque estamos algo cortos con tanto trabajo. Y Mística se ha ganado los galones al tener varias oportunidades de desertar o desobedecer órdenes y no hacerlo14.

Junto al coche patrulla del detective Stadler, éste y Mística hablan completamente a solas.

- ...el señor Shaw cree en una nueva Hermandad, dirigida por una nueva Reina Blanca del Círculo Interno. Un trato favorable para todos.

Raven se pasa una mano por la barbilla. Levanta el brazo derecho y se baja ligeramente las mangas de la chaqueta y camisa de su uniforme de Factor-X, dejando a la vista una pulsera.

- Sé que eso, y también su cinturón, incluyen una grabadora -dice Stadler, señalando los aparatos con la barbilla-, y sin embargo, estoy aquí, largando como una cotorra -se saca del bolsillo de la gabardina una placa de metal y la pone ante los ojos de la metamorfa-. Esto anula cualquier cosa que haga su jefe.

Mística coge la placa y la sopesa entre las manos.

- ¿Esto anula los inventos de Forja? ¿Y de dónde ha salido?

- No se preocupe por eso. Sólo elija quién formará su Hermandad y el momento adecuado -la mira significativamente a los ojos-. El señor Shaw quiere que sepa... que los cargos en el Círculo Interno se convierten en hereditarios.

Mística se guarda la placa en el bolsillo de detrás del pantalón y sonríe. Cuando se ha alejado un par de pasos de Stadler, se saca otra exactamente igual del interior de la chaqueta.

- No sé quién es más idiota.

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Crisis de Fe comienza en Patrulla-X #366

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1.- La Comisión de Actividades Superhumanas.

2.- Cuando Shard murió en el futuro, su hermano Bishop la trajo a nuestro tiempo, donde Forja salvó su consciencia al introducirla en un aparato que proyectaba un holograma "sólido". Más tarde, cortesía de MarvelTopia, Shard adquirió primero un cuerpo robot y luego un nuevo cuerpo humano. La explicación de cómo consiguió éste último es un cabo suelto con una historia que algún día contaremos. Espero.

3.- En el número anterior.

4.- Douglock se fusionó con el Nido de las Águilas en Factor-X #177. Sus dos personalidades se separaron en Factor-X #186.

5.- La pelea en el #200, claro. Sus poderes ya dejaron a Guido en coma en Factor-X #111.

6.- Tat y Mondo también se negaron a combatir a la Patrulla.

7.- Capturados en X-Man #50. Caos es la antigua enemiga de Capa y Puñal, convertida primero en secuaz de Apocalipsis y luego de su hijo.

8.- Capturado en Neo Avalon: La Hermandad en la UE y luego extraditado a los Estados Unidos. Para conocerlo mejor, podéis leer la miniserie de La Hermandad, en la que se narran sus aventuras previas al número en que es detenido por Magneto.

9.- Capturado en esas mismas cloacas en Factor-X #191.

10.- En Factor-X #198, Dominó escapó con Cable. Lo del montaje aparece en Factor-X #199.

11.- Ver últimos números de Daredevil.

12.- Factor-X #193.

13.- En la batalla contra la Patrulla-X del número anterior, claro.

14.- Factor-X #198 y Factor-X #200, por ejemplo.

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CORREO GUBERNAMENTAL

Bienvenidos, amados lectores.

Ya tenemos aquí el segundo episodio del crossover, en el que vemos a qué se dedica Factor-X, aparte de cómo se están tomando la resaca del #200 algunos miembros del grupo y algunos enredos conspiratorios de los que suele abundar por estos lares.

Jose Cano, el Advenedizo.

 
 
   
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