ESTELA PLATEADA VOL. 3 #130
Bienvenidos al infierno III
Guión:
Anjuin Elekhan
PORTADA: Estela Plateada caído, en la parte inferior, en una posición inverosímil, herido, y Dos Seres Superpoderosos de los que emana poder cósmico, acercándose con una sonrisa en los labios
CAPÍTULO IX
Ante Estela Plateada aparece el Planeta Azul, aquel
al que debe su humanidad, el único que se ha salvado
del ansia de Galactus. El único que le ha visto
derrotado. Fue en ese mismo planeta donde (Parece ya
tan lejano ese día en su recuerdo) recuperó su
conciencia, donde conoció la compasión, de mano de la
generosa Alicia Masters. Y hacia allí sabe que ha
partido su hermano. Por un instante, duda si debería
seguir a Odiel y Baladriel, pero la lógica le dice que
junto a su hermano, tendrá más oportunidades de
vencer. Así que como un cometa, se lanza al espacio,
como tantas otras veces, aunque ésta es distinta, pues
nada siente en su interior.
No emplea demasiado tiempo en llegar a la Tierra, y
rastrear a su hermano es cosa de niños con su
percepción cósmica...
De hecho, el viaje no le lleva más de unos
segundos... Y una vez en la Tierra, rastreó a su
hermano hasta la ciudad conocida como New York.
- Míralos, Norrin.- Fennan capta la presencia de su
hermano antes de que este se muestre.- Viven en un
paraíso, y se empeñan en destruirlo.
- Quizá, Fennan, pero ellos son los dueños del
paraíso, y nosotros no podemos aspirar a que cambien.
Deben darse cuenta ellos solos.
- Pero, ¿Cómo decirlo? Tienen en su poder el fuego, y
en vez de calentarse, lo utilizan para quemarse los
unos a los otros por poder. ¿Acaso no son demasiado
peligrosos para éste universo? ¿No podrían acabar con
él?
- Contémplalos, Fennan. Ellos son una raza aún muy
joven. Pero mira los maravillosos adelantos de que
disponen. Si los comparamos con las demás razas del
universo, verás que ellos han sido los elegidos por
el destino.
- Que maravillosa y escalofriante diferencia con
Zenn-La, nuestro mundo. Nosotros convivimos en paz, y
no nos falta de nada...
- Y por eso somos, o fuimos en mi realidad, una
sociedad decadente, en la que no hallábamos desafíos.
Estábamos estancados en la evolución.- Sin saber
porqué, Norrin Radd cree recordar haber dicho o
escuchado algo parecido, pero no sabe muy bien porqué
lo recuerda... Pero fuese lo que fuese, rápidamente
queda olvidado...
- Pero, hermano, ¿acaso no es mejor detenerse a
cierto nivel de evolución, que evolucionar hasta la
autodestrucción? Contempla las mareas, del río que los
humanos llaman Nilo, Norrin; suben hasta cierto nivel,
porque si creciesen indiscriminadamente, provocarían
más destrucción que beneficios reportados...
- Puede que tu razonamiento no sea erróneo, pero
¿quién decide cual es el nivel correcto? ¿Tu, yo? No,
Fennan, la humanidad debe proseguir su camino. A lo
máximo que debemos aspirar es a mostrarles los
diferentes caminos, para que ellos decidan.
Los dos hermanos se deslizan hasta el suelo, donde
ambos echan a caminar, ante el asombro de los
neoyorquinos. (Y el pánico de algunos)
- Míralos, Norrin, de nuevo gritan, y nos temen. ¿Por
qué? ¿Por qué temen lo diferente, lo persiguen y
buscan su ruina?
- No juzgues a todos los seres de este mundo tras ver
sólo a unos pocos, hermano, pues podrías cometer un
gran error de juicio. Acompáñame, veamos otras partes
de este planeta llamado Tierra, contemplémosles desde
el cielo, como dos observadores ajenos.
Los dos hermanos sobrevuelan la Tierra, y la circundan varias
veces, pasando por Europa, Sudamérica, África...
- Contémplalos como son, pero también como pueden
llegar a ser. Observa a esas mujeres... Son
enfermeras, voluntarias que se han desplazado desde su
hogar, dejándolo todo por auxiliar a aquellos menos
afortunados. O a aquellos hombres, observadores
internacionales, que arriesgan sus vidas en aras de la
justicia... Mira más allá, pues esos son misioneros,
sin cuya ayuda valor, los habitantes del continente
no habrían sobrevivido. Podríamos pasar toda una vida
humana recorriendo la Tierra, y no cesaríamos de
encontrar muestras de generosidad y compasión entre
sus habitantes...
- Ni de seca barbarie...
- Pero dime, hermano, ¿en qué se diferencian de los
Skrull, de los Sh'iar? Estos esclavizan mundos
habitados, y los terrestres luchan entre ellos.- Ante
la mirada de su hermano, Norrin Radd prosigue.- Pero
no creas que intento excusar a ninguno de ellos... Tan
sólo digo que deberíamos permitir que creciesen, que
evolucionaran, porque ellos serán capaces de grandes
cosas...
De nuevo, se detienen en Nueva York, la Gran Manzana,
que atrae a toda suerte de seres de todo el universo y
dimensiones... Y así, dos figuras plateadas se
detienen sobre uno de los múltiples rascacielos que
parecen crecer desde el suelo en New York. Pero esto
es New York, y no transcurre mucho tiempo desde que
llegaran cuando una alarma irrumpe en el paisaje
diario... Se trata de un aparatoso atraco, donde hay
rehenes, y numerosos coches de policía rodean el Banco
Metropolitano.
- Mira a aquellos que se han ganado mi respeto... Son
guardianes de la ley y el orden, que se sacrifican
por un bien mayor, como tú o como yo. Policías. Sí,
quizá sea cierto que son malvados, pero no encontrarás
una raza con un mayor potencial para el bien.
Pero la conversación es de pronto interrumpida por un
murmullo generalizado que sube desde el suelo,
alcanzando cuanto se encuentra a su alrededor. Si
elevamos la vista, contemplamos como cae a Tierra una
bola de fuego de la que se desprende una gran energía
cósmica. En el tiempo que nos lleva el retomar un
pensamiento, los dos hermanos ya se encuentran
interceptando la trayectoria del meteoro, logrando con
ello evitar una masacre, pues el escenario del
atraco se han acumulado cientos de curiosos que se
agolpan con el fin de contemplar algún detalle. En un
primer momento, ninguno de los dos centinelas repara
en la bola de fuego, que ya no es tal, sino que
adquiere la forma de dos seres tan poderosos como para
hacer caer de rodillas quién sabe si al mismo
Galactus.
Nunca nadie ha golpeado con semejante odio y
violencia a Fennan Radd en su larga vida como
centinela en su Universo. Pronto comprueba que no es
algo que le apasione en absoluto.
- Odiel y Baladriel. Dos seres tan poderosos
que atacan por la espalda...- Norrin no muestra emoción alguna
en su voz, y cuando ataca, lo hace porque su lógica le dice que
si no acaba con ellos, la vida de millones de seres corren peligro.
Su ataque es frío, pero no por ello menos potente.
Durante unos eternos minutos, la batalla se recrudece
entre los seres, casi dioses, destruyendo parte de la
calzada, donde, entre gritos, los peatones se
desmandan, cundiendo aún más el pánico. Norrin se da
cuenta de ello, e intenta proteger con parte de su
poder, a los terrestres del brutal ataque, mas al
hacerlo, los dos Hermanos cobran ventaja...
- ¡Rendíos y morid!
Nuestro poder es infinito...
- Nunca, mientras me quede un hálito de vida.-Fennan
es apasionado en la lucha, y se lanza en un ataque
frontal.
- Eso tiene fácil arreglo...-
Mientras ríe sarcásticamente, Odiel reúne su poder
en un sólo golpe que alcanza a ambos Centinelas cósmicos
de lleno. Por un instante, se diría que éstos lo resisten,
pero poco a poco, ceden. Ceden, y de pronto todo ocurre en un instante.
Ambos caen del cielo, en una brillante explosión apenas controlada
por el poder de Norrin Radd, y caen en un profundo pozo negro. El humo
impide la visión a aquellos que tratan de seguir los acontecimientos.
Con un terrible aire de suficiencia, los dos
Hermanos, entidades cósmicas, bajan a tierra mientras
aguardan a que se disipe la humareda, ante los ojos
aterrorizados de los neoyorquinos, que a pesar de sus
anteriores reticencias para con Estela Plateada, ahora
mismo ruegan a su dios para que les libre de esa
pesadilla.
La humareda se ha disipado rápidamente, y Odiel y
Baladriel esperan hallar a los hermanos Radd caídos,
con sus cuerpos destrozados. Por eso la sorpresa es
mayúscula cuando comprueban que bajo todo el polvo tan
sólo están Fennan, dolorido pero vivo...
- ¿Dónde está
Norrin?- Odiel parece mucho más preocupado que su
hermano Baladriel por la inexplicable ausencia.
- ¡Olvídalo! Eliminemos
primero a ésta burda imitación, y encarguémonos
luego del otro. Sabremos como hacerle aparecer...
Baladriel prepara un golpe mortal, para Fennan que
parece incorporarse poco a poco, todavía aturdido.
Pero irónicamente, no es un ser superpoderoso quién se
lo impide, sino una simple niña, que se abalanza
contra su brazo, y a pesar de su minúscula fuerza,
logra desviar el golpe lo suficiente como para que no
alcance su objetivo. Sorprendido y enojado, ciego de
la ira, Baladriel agarra a la niña con una mano, y la
arroja lejos de sí, con fuerza hacia una pared...
- ¡NOOOO!-
un grito desaforado escapa de labios de Odiel, pero con una voz que
no parece suya, sino que proviniera de un lugar mucho más lejano...
El cuerpo de la muchacha se va acercando
peligrosamente a la pared del Banco Metropolitano, y
justo cuando va a golpearlo, unos brazos fuertes y
seguros la retienen.
- Muy bien. Ya es hora de que esto se acabe.
Norrin deja en el suelo a una niña asustada, cuyos
ojos reflejan agradecimiento, y contempla de nuevo la
situación.
CARTAS ASTRALES
Una ausencia prolongada, en la que muchos de vosotros me habéis
animado a volver. Por eso os quiero pedir disculpas, y daros las GRACIAS...
SALUDOS DESDE EL CIELO.