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Alejandro Montoya descubrió en su juventud sus poderes eléctricos y su afición por la esgrima. Entrenado para ser un héroe, viajó por todo el mundo para convertirse en el defensor de los inocentes. Ahora, tras regresar a su país, él es el superhéroe español, es... EL ÁGUILA.
 
El Aguila

EL AGUILA #3
El aria del toreador
Guión: José Cano

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Hubo un tiempo en que saltar al ruedo, pantalón de pana raído y una muleta improvisada bajo el hombro, era una cuestión de supervivencia. Lo expresaba a la perfección aquella frase celebre de "El Cordobes" que Lapierre y Collins convirtieron en un libro: "...o llevaras luto por mi". Éramos jóvenes, brutos, iletrados, sinceros, valientes, desesperados... Ahora son todos boquirrubios niños de papa que están en los cárteles más por con quien se acuestan que por su arte. Con toros afeitados y drogados que no garantizarían una pelea justa ni ante niñas de Lasalle. Asco de mundo.

El hombre que está sentado sobre el sofá es escurrido de carnes, frisando unos sesenta años bien llevados, con una calvicie incipiente y un bigotito falangista detenido en el tiempo bastante encanecido. Cambia los canales de la televisión con indolencia, y estos pasan de una televisión local de Los Ángeles a la parabólica, y de ahí al Canal Internacional de RTVE. Hay dos críos sentados en una mesa a su izquierda, a los que echa un vistazo de vez en cuando, que enredan con pegatinas de fútbol.

En fin, querida y perra España. Tampoco te echo tanto de menos.

Las noticias sobre el país desfilan con parsimonia. En un momento dado la presentadora comienza pasar un reportaje que aparentemente no se toma muy en serio.

"En la mencionada joyería madrileña el nuevo grupo de supercriminales que ya ha sido bautizado como La Cuadrilla por imitar los atuendos de una cuadrilla taurina: un torero, estoque incluido; un banderillero, dos subalternos e incluso un picador sobre su caballo; se enfrentó al héroe local el Águila en una batalla que..."

Manuel Eloganto arrastra una mano desde su frente hasta su nuca a través de sus entradas, revolviendo su escaso pelo.

Qué cosas pasan. ¿Dónde tendré apuntado ese teléfono?

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"...los sentimientos experimentados por el torero hacia el toro durante la lidia no son jamás destructivos, sino todo lo contrario, esto es, implican sensaciones de afecto y de vinculación emotiva, completamente en las antípodas de las de odio. Es decir, [...] realmente, el torero mata el toro por amor."

Manuel Delgado Ruiz, De la muerte de un dios,

No soy un completo inútil, al menos sirvo como mal ejemplo.

Les Luthiers

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El profesor abulense Arístides Romero gira dos veces el llavero sobre si mismo hasta que el tintineo de las llaves da paso al chasquido de la cerradura y la puerta de su despacho cede con blandura. Su despacho es un abigarrado desorden de libros, notas, apuntes, exámenes por corregir, exámenes corregidos, etc... La puerta se cierra tras él con un inquietante y proverbial chillido de los goznes. En el hueco, una figura que pocos podrían reconocer sin echarse a temblar... de miedo o de risa.

-¡Diablo el Alquimista!

Esteban Corazón de Diablo empuja al profesor sobre su propia mesa y lo amenaza con un pequeño frasquito que contiene quien sabe que misteriosa formula alquímica.

-Ya sabes lo que quiero1.

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La voz de Kurt Cobain, seca y cálida, inunda a un volumen medio, ni estridente ni silente, el sótano de la academia de esgrima, cuartel general de El Águila. El responsable es Nacho, el Ingeniero, que navega a través de tres ordenadores a la vez, bajando música por uno y usando los otros dos para explorar los archivos de SHIELD mientras repasa mentalmente las modificaciones posibles que puede realizarle a medio plazo a los deslizadores y las espadas de Alejandro y su nueva aprendiz.

Hablando de los cuales, Rocío se encuentra en estos momentos en un improvisado túnel de viento - ni ella ni Alejandro le han preguntado a Ingeniero de donde lo ha sacado - sobre su correspondiente deslizador, un modelo algo más pequeño que el del Águila, vestida con unas mallas de esgrimista, un pañuelo a modo de antifaz y un estoque con la punta abotonada en la mano. Su maestro, por su parte, se encuentra en su minigalería de esgrima, practicando con su espada ropera habitual frente a los espejos y, sobre un atril, dos televisores - en uno la grabación de su reciente enfrentamiento contra la Cuadrilla que retransmitió TeleMadrid y en otro una corrida de toros de Morante de la Puebla - y un manual de tauromaquia abierto. Lleva puestos solamente el pantalón y las botas del uniforme del Águila y se mueve con precisión, calculando cada movimiento, pendiente al mismo tiempo de los videos y los espejos. Aprieta los labios y cada músculo de su cuerpo se encuentra en tensión. Parece ajeno a la música e incluso conversación de sus dos jóvenes ayudantes.

-¡¿Puedes bajar esto?!

-¡No te oigo!

-¡Qué reduzcas la velocidad de es...! - Rocío no acaba la frase, al caer de su montura sobre el suelo acolchado del minitúnel de viento.

Se levanta dolorida y molesta, quitándose el pañuelo y dejando que se le deshaga el moño en que recogía la melena, de forma que queda despeinada y furiosa.

-¿Y cayéndote así pretendes salir pronto a patrullar? - se burla Ingeniero.

-¿Es que no oías? ¡Baja la música, hombre!

Alejandro, que se ha detenido un instante en su ejercicio para pasar un par de páginas del manual, los calma con cierta condescendencia cansada.

-Veeeenga. Tenle paciencia, Nacho.

-¡¿Cómo que "tenle paciencia!?!

Sorprendentemente, Nacho está igual de molesto.

-¡Qué no me llames Nacho! ¡En el sótano soy Ingeniero!

Rocío se vuelve hacia él con sorpresa.

-¿Es que te vamos a ver fuera de éste sótano?

Alejandro ríe para sí, intentando que no lo oigan, pero decide terciar para evitar que sigan peleando.

-¿Te apetece que Nacho te de una vuelta por Madrid? Tendrás que empezar a conocer la ciudad.

La reacción de Ingeniero es enrojecer hasta la punta de la nariz y volverse hacia el surfeo de los archivos de SHIELD, la de Rocío es ni siquiera mirarlo y contestar a Alejandro con un aire entre ofendido y respondón.

-Ya he estado saliendo con Rosa... Además, ¿qué te crees? Ya tengo algunas amigas en el Liceo y aquí en la Academia.

-¿Rosa te ha estado enseñando la ciudad? Je, siempre quiso tener una hermana pequeña. ¿Te ha estado presentando a todos sus amigos de la facultad? Seguro que te ha llevado ya al Libertad 8.

-Oye Alex, que no eres mi padre.

Alejandro se vuelve hacia a Rocío con una mirada de rencor absoluto.

-Yo no me llamo Alex - la señala con un dedo autoritario -. Y ahora mismo soy más que tu padre, ¡soy tu maestro de esgrima!

Rocío pega un salto, sorprendida por una reacción tan agresiva como inesperada. Ingeniero se ríe y se inclina hacia la chica mirando de reojo al adulto mientras pulsa una tecla. Habla en supuesta voz baja, pero sabiendo que Alejandro lo oye.

-Está cabreado porque no pudo con unos payasos vestidos de torero - y luego, alzando la voz y dándole un retintín zumbón -. Llamada por la línea privada, desde Los Ángeles, pero los de California, no los de San Rafael. Te la acabo de pasar al aguiláfono, Alex.

Mientras se vuelve hacia el teléfono de pared que hay detrás de dos de los espejos del fondo de la galería y apaga los dos televisores, el Águila masculla entre dientes el lugar por donde metería el "aguiláfono" y el "Alex" de su ayudante. Respira un segundo antes de contestar para no sonar contrariado y entonces habla. En realidad, imaginaba que lo llamaría, más tarde o más temprano.

-¿Eloganto? Imaginaba que me llamarías más tarde o más temprano.

La voz que le contesta es añeja, cansada, excitada, rabiosa, vieja.

-¡Me han copiado! ¡Y te han ganado! ¡Qué torpe!

Alejandro sonríe de medio lado, algo contrariado.

-Bueno, ya sabes cómo es esto. Cuando los vi, casi me alegré. Al menos no estábamos sólo Raudo y yo, ahora también había supervillanos que recuperaban el viejo estilo.

-¿Seguro que el Speedy González ese recupera el viejo estilo? Le gusta mucho la tele. ¡Bueno! Has salido en el canal satélite y hasta el otro día vino una reportera de la televisión Azteca intentando entrevistarme.

-Tsk, sólo me televisan cuando hago el ridículo.

-Oye... puedo decirte como derrotarlo.

Alejandro guarda un prudente silencio. Mira los manuales, los televisores, los espejos, repasa mentalmente sus movimientos y vigila de reojo a Nacho y Rocío, que parecen estar discutiendo sobre música. En fin.

-Dime.

-¿Te diste cuenta de cómo se movían, de cómo pautaron la pelea y cuando podían haber aprovechado la ventaja numérica te dejaron sólo para el matador? Claro que lo sabes.

Alejandro suspira.

-La joyería era una excusa, soy consciente. Me querían a mí. Es algo normal. Aparece alguno así de vez en cuando. Por lo visto Spiderman se encuentra tres al día, de media.

-¡Sí, pero no por eso! Eras el toro...

Rocío bufa y se aleja de Nacho maldiciendo en arameo mientras él se burla de la música de un tal "Alfonso del Valle". Alejandro renuncia automáticamente a poner orden, aprenderán a convivir a la fuerza.

-Continúa.

-Escucha... Estudié mucho todo lo que rodea al toreo tras mis fracasos. Este tipo... Bueno, hay muchas interpretaciones - la voz de Eloganto revela cierto ansia - pero este tipo creo que se decanta por la que habla de la corrida como un acto de orden. El torero es un agente del orden que domestica a la bestia, asimila lo monstruoso...

-¿Perdón?

-Eh... el toro es lo animal, lo instintivo, la juventud, la brutalidad... un símbolo de hipermasculinidad, un dios primigenio que es adorado pero al mismo tiempo debe ser destruido, asimilado... es monstruoso, su energía desbocada produce terror.

-¿Y yo soy un símbolo de hipermasculinidad? - pregunta Alejandro, entre divertido y molesto.

-Jeje... Bueno, no tú personalmente, sino cualquier superhéroe.

-No sé si acabo de comprenderlo del todo...

Rocío hace ademán de acercarse al ascensor, Alejandro niega con un dedo y le señala el túnel de viento, ella se queja con la mirada y hace un gesto con las manos, rogando, pero la reacción de su maestro es señalar el túnel aun mas enérgicamente que antes.

-Es un viaje simbólico... el toro debe pasar de la plenitud a la muerte a través de una serie de ritos muy marcados, como los que atraviesa un heroe mitologico durante un cantar de gesta. Era lo que ellos estaban haciendo cuando te acorralaron. Inconscientemente les seguiste el juego. Como superhéroe representas la hipermasculinidad y todo eso porque... bueno, actúas paralelamente al orden social establecido y eres agresivo, haces "lo que te da la gana"...

-¿Dices que me estaba ganando simplemente porque cumplimentaba los ritos de pasaje de una corrida? Pero solo son...

Guarda silencio unos segundos. Puede notar la sonrisa de Eloganto al otro lado de la línea.

-Símbolos... Y nosotros les otorgamos la capacidad para cambiar el mundo en la medida en que... Entonces tu forma de vencerlo es saltándome sus requisitos, ¿no?

-Si... la corrida también refleja la domesticación en el matrimonio del joven novio, el torero representa el principio femenino y sedentario frente a la agresividad del macho cazador. Así que... - una risa mal contenida invade el auricular - tendrás que ser delicado.

-....

Alejandro se vira levemente hacia el túnel de viento, donde Rocío lidia de nuevo con su deslizador.

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"Les habla Cecilia Caballero para España Directo desde el centro comercial El Molino donde hoy la actualidad superheroica da un nuevo vuelco. Si en las últimas semanas la aparición de la Nueva Cuadrilla y la de un sidekick de El Águila habían centrado la atención de los medios de comunicación por separado, hoy ambas noticias se unen. El ataque de los nuevos supervillanos españoles se ha dirigido, exclusivamente, a llamar la atención del espadachín, y éste no ha tardado en acudir, escudado por su joven y nuevo compañero".

En el sótano, Ingeniero sonríe de medio lado, mientras busca en los otros televisores si hay más emisoras dando la noticia.

El centro comercial, que incluye un multicine, tiene forma de anillo, con un patio interior rodeado "balcones" y unas tres plantas. Debe haber un centro comercial en cada gran ciudad del mundo exceptuando La Habana y Pekín. Y aún podríamos tener dudas al respecto. Es día de fiesta, así que se encuentra bastante lleno.

La Cuadrilla ha ocupado el centro de la plaza metafórica y retiene varios rehenes. La periodista y el cámara, inevitables, se encuentran bajo uno de los arcos, vigilados de cerca por uno de los dos subalternos. Los supervillanos no parecen molestos por estar siendo televisados. El picador patrulla en círculos sobre su montura, con el nuevo Matador como eje de su desplazamiento. El subalterno restante y el banderillero se han repartido vigilando pequeños grupos de rehenes a los que no tratan de amedrentar, sólo que se mantengan a la distancia adecuada. Sólo se trata de llamar la atención.

La entrada de El Águila y La Golondrina es tan dramática como premeditada, volando en sus deslizadores - el de ella, más pequeño, va unido al de él como si fuese el sidecar de una moto - por el hueco del anillo para penetrar en el improvisado coliseo desde arriba. El traje de Rocío, que lleva el relleno justo para que en sus apariciones anteriores haya pasado por un chico, consiste en un pantalón de diseño idéntico al del Águila pero en color negro que sustituye el fajín por un cinturón marrón, a juego con las botas y los guantes de mosquetero. Sobre las mallas negras de la parte de arriba lleva una camisa blanca sin mangas, y por supuesto el inevitable pañuelo. Su espada es un florete, mucho menos pesada y más estilizada que la espada ropera de Alejandro.

-Recuerda como lo ensayamos - dice su tutor.

Nacho, por el auricular, interviene.

-Yo insisto en que la va a hacer rodajas.

-Corto y cierro - dice Alejandro, molesto.

Los dos deslizadores se separan sin mediar palabra, con un chasquido. Ella, un poco torpe se dirige hacia el Matador y él hacia los rehenes.

-¡Cobarde! - grita Matador a la espalda del Águila - Ocuparme de un novillo... - refunfuña.

Rocío, que espera que no se note como empieza fallarle el pulso, desciende hasta situarse a la altura de los ojos de Matador, cara a cara. Como ella es sensiblemente más baja el deslizador flota al menos unos diez centímetros por encima del suelo. El villano novato no es mucho mayor que ella, debe tener unos veinte y pocos. Escurrido de carnes sin llegar a canijo se ha dejado las patillas en hacha en un intento infructuoso de agitanarse el semblante. Moreno, ojos castaños, nariz ancha, parece tomarse a sí mismo demasiado en serio. No es feo. El traje de luces es celeste y rojo, la montera la lleva un poco demasiado apretada. Despliega la muleta sin demasiada convicción, como si no la considerase un rival digno. Rocío se pregunta porque es tan difícil no mirarle el paquete a un torero te resulte atractivo o no. Es prácticamente un impulso involuntario.

-No soy un novillo - dice, y sonríe.

-¿Ah no? - hay un punto de desprecio - Si ni siquiera has cambiado la voz.

Rocío se mete la mano izquierda bajo la camisa - la derecha sujeta el florete - y se desembaraza del relleno. Tira un poco de la camisa, para que el bulto se haga evidente. Para su alivio - y sorpresa -, el plan funciona. La expresión del Matador cambia del estupor al miedo.

-Eso no... no es justo...

El Águila salta de su deslizador enviándolo en dirección al picador, aterrizando con un alarde acrobático entre unos atónitos banderillero y subalterno a los que alejado hábilmente de unos rehenes que, por lo demás, nunca corrieron verdadero peligro. Sin mediar palabra ni dejar de sonreír, les choca las cabezas el uno contra el otro.

-¡Por el gran batracio verde! - no puede evitar exclamar, entre carcajadas.

El caballo del picador corre desbocado en círculos, desprovisto de jinetes, en dirección a nuestro héroe. Mientras comprueba de reojo como su deslizador ha ido a incrustarse - literalmente - en una de las columnas de la entrada del centro comercial y el picador se arrastra en busca de su pica, abre las piernas - apartando con el pie a los dos compinches inconscientes - y se coloca en posición de guardia. Con dos mandobles controlados, desprende al animal de peto y demás parafernalia, dejándole tan sólo las riendas, que sujeta con la mano libre.

-Sooo, Babieca...

El picador, pica en ristre, corre furioso hacia la espalda de nuestro héroe, que tira levemente de las riendas del caballo y se aparta él mismo un paso, cortando la punta de la lanza con un golpe seco de la espada y poniendo la zancadilla a su oponente, que cae al suelo de mala manera, rompiéndose la nariz y quedando inconsciente.

Matador ya se ha quedado sin estoque ni montera - ni recursos - y Rocío parece recrearse un poco al rematarlo de una patada en el culo cuando se agacha y se cubre la cabeza con las manos. Alejandro sonríe y se para ante el último subalterno, que tira su espada y su capa al suelo y levanta las manos con las palmas hacia fuera.

-Me rindo, me rindo...

Minutos después la policía local recoge los restos de La Cuadrilla, la reportera realiza un relato de ficción más que decente y nuestros héroes, en su deslizador-sidecar, regresan a su base secreta.

-Al final resultó fácil, esa espada no sirve para practicar esgrima de verdad. No sé por qué te costó tanto la primera vez, yo ni siquiera tengo poderes, y...

Alejandro refunfuña.

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Epílogo 1

En Los Ángeles, un viejo matador contiene cierto entusiasmo mientras ve las noticias de la parabólica.

-¿Qué te parece? - pregunta en buen castellano a uno de sus sobrinotes mientras lo levanta en brazos - "Eloganto, asesoría taurina para superhéroes".

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Epílogo 2

El tipo es corpulento, tiene el pelo largo y engominado hacia atrás, haciéndole un caracolillo bajo la oreja, y lleva puestas gafas de sol aunque está bajo techo y la única luz es la de un flexo temblón. El traje que lleva es caro, pero no se ha puesto corbata, y lleva los puños de la camisa demasiado expuestos tan sólo para que los gemelos y el reloj de oro queden bien a la vista. La colonia, fuerte y excesiva, completa el efecto. Hay más personas sentadas a su derecha e izquierda, hablando con los reclusos. Cuando el nuevo y joven Matador se sienta al otro lado del cristal frente a él no puede evitar componer una mueca de desagrado.

-¿Y usted quién es? - espeta, maleducado.

El otro compone una sonrisa de lobo que consigue mostrar todos sus empastes plateados y sacude los hombros, emitiendo entre dientes algunas carcajadas guturales. Une sus manazas peludas pero de uñas cuidadas sobre la mesa un par de meses, queriendo indicar que su interlocutor acaba de preguntar una tontería. Con una voz ronca y una entonación chulesca, perdonavidas, le responde:

- Pues quién voy a ser, chaval, quién voy a ser... Tu apoderado2.

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[AVENTURAS, INVENTOS Y MISTIFICACIONES]

[La bitácora de Silvestre Paradox]

Matador

Todo sucedió una tarde de verano, en pleno apogeo de la temporada taurina de aquella España en blanco y negro tutorada por el inquilino de El Pardo y sus Valedores. Manuel Eloganto, torero de fama mediana pero ascendente, se enfrentaba al tercero de la tarde en la madrileña plaza de Las Ventas, Hilero, un mihura noble y recio, de cornamenta respetable y negro como el azabache. Indignado por la extrema crueldad con la que trataba al toro, incluso para lo habitual en la fiesta nacional, el público abucheo y silbó al matador, el cuál, en un alarde de soberbia, se volvió hacia las gradas para responder a las imprecaciones, dando la espalda al animal. Jamás debió hacerlo.

Fue el primer supervillano español que conocimos. Al menos el primero real. Hasta su aparición, los Valedores tan sólo se habían enfrentado a burdos montajes propagandísticos, como Ratero Audaz o Gran Maestre. Quizás se encontraba falto de la brutalidad, el dramatismo o la carga ideológica del posterior Hitza, y, desde luego, del potencial destructivo de los actuales Finis Terrae o Conquistador.

En la primera ocasión en la que batalló contra los Valedores logró poner en apuros al primer Águila con su manejo imaginativo del estoque e incluso herir a Cazador. Probablemente habría vencido de no ser por la intervención in extremis de Raza. Más tarde el sistema lo asimilaría y acabaría representando algunas pantomimas semejantes a las que antes que él protagonizaron Maligno o Tentación. Finalmente se marcharía de España y no volveríamos a saber de él hasta su enfrentamiento con el vigilante enmascarado neoyorquino conocido como Daredevil.

Con un manejo audaz del capote y aprovechando las circunstancias de una concurrida fiesta de disfraces, Matador logró vencer al justiciero norteamericano y hacerse con un botín no demasiado espectacular. Pero el hecho no era ese, sino la aparición en el panorama internacional - es decir, en el norteamericano - de un supervillano español. Fue su momento de gloria.

La prensa estadounidense lo crucificaba al tiempo que recordaba la situación de anormalidad política que por entonces atravesaba nuestro país - por cierto, muy bien aprovechada por los intereses de la política exterior imperialista norteamericana, aunque esa sea otra cuestión. Su derrota no causó excesiva sorpresa. Desde entonces se convirtió en uno más de los llamados supervillanos que pululan por los Estados Unidos y que en ocasiones son exportados al resto del planeta. Después de diversos avatares que no es propósito de éste artículo glosar, Matador desapareció de la vida pública, reinsertándose. Se le conoce una hermana, junto a la cuál se supone reside en la actualidad, pero es algo que nadie se ha molestado en comprobar. Simplemente, tras su primera derrota frente a Daredevil - primera de muchas -, dejo de ser relevante. Era personaje de una sola historia.

A día de hoy, tras los recientes acontecimientos desarrollados en Madrid con la participación de El Águila, Matador regresa a nuestra memoria. Su figura nos desconcierta. Parece encarnar, como una broma absurda, todos los tópicos más aborrecibles que sobre España se tienen en el extranjero, y al mismo tiempo, recordarnos a nosotros aquél país que si que los cumplía, aquellos defectos que parece reflejar. Pero, ¿lo hace realmente? ¿Por qué nos desagrada Matador? ¿No es posible que sea el reflejo de nuestros complejos lo que nos hace apartar la mirada, una vergüenza que es mas propia que ajena?

[Silvestre Paradox es Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Salamanca y Diplomado en Biotecnología y Dinámica Ahumana en la Universidad de Valencia. Es autor de ensayos y libros de investigación y divulgación tales como Breve historia de los superhéroes españoles, Introducción a la teoría de los superpoderes y Superpoderes y super-poderes: El imperialismo estadounidense y la proliferación de los ahumanos, publicado todos en la editorial Quintiliano.]

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1.- Frase dramática donde las haya, sea verdad o no.

2.- Si no queda enigmático, al menos espero que sea gracioso.

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LA ESTAFETA

Y por fin, un número más de vuestra serie favorita. No, Marvel Kid no. Ni los Cachorros. Ni aparición. El Águila, maldita sea. Dichosa costumbre de leer sólo los correos. Bueno, siento el retraso y espero vuestras cartas. Dilatarme tanto en el tiempo me impide recopilar los comentarios de un número a otro, así que procuraré que el cuarto tarde menos, eso sí, no prometo nada.

Hispánicos saludos

Jose

 
 
   
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