DAREDEVIL #376
Un nuevo comienzo
Guión:
Bergil
Portada: Dibujada por Cary Nord. Aparece Matt Murdock, visto ligeramente desde abajo y caminando, pero no se ve ni el suelo ni el fondo. En su mano derecha (a la izquierda de la portada, según la miramos) sostiene su bastón de ciego, y el lado izquierdo de su cuerpo (a la derecha de la portada) está cubierto por su uniforme de Daredevil. Le rodean las caras de siete personas importantes en su vida. De izquierda a derecha (empieza en la esquina inferior izquierda de la portada), y en el sentido de las agujas del reloj, son: Elektra, Melvin Potter, la Viuda Negra, Kingpin (está en el centro, justo encima de la cabeza de Matt), Rosalind Sharpe, Karen y Foggy. Por lo tanto, las personas que más relacionadas están con la vida civil de Matt Murdock están en el lado del uniforme de Daredevil, y las que más asociamos con Daredevil están en el lado en que aparece Matt Murdock. Kingpin, como está relacionado casi por igual con ambas identidades, ocupa el centro.
Resumen de los últimos acontecimientos: Tras quedar paralítico como
consecuencia de un disparo en la espalda, Matt tuvo que abandonar su papel
como Daredevil... justo cuando Wilson Fisk movía las piezas para volver a
erigirse en el Kingpin de los bajos fondos de la gran manzana. Alguien robó
su uniforme y tomó su papel como justiciero enmascarado, desapareciendo
cuando Matt, sanado místicamente por los miembros de La Casta, retomó su
papel de Daredevil. Una vez solucionadas las cosas, Melvin Potter se casó
con Betsy Beatty... y Rosalind Sharpe abandonó la firma de abogados y
regresó a Boston.
Con paso firme y ágil, Matthew Murdock avanzaba decidido por la calle,
balanceando rítmicamente su bastón de izquierda a derecha. No es que lo
necesitara, pues sus sentidos aumentados y, especialmente, su sentido del
radar -después de tantos años, todavía no había encontrado un modo mejor de
definirlo-, compensaban de sobra la pérdida de la visión. Sin embargo, no
era cuestión de dar más pistas de las necesarias. Ya demasiada gente sabía
que el abogado ciego era también el justiciero enmascarado conocido como
Daredevil, como para que más personas se sumaran a ese número. En algunos
casos eso no tendría importancia, si todos eran como Spider-man (en cuyo
pasado Matt adivinaba un suceso tan traumático como lo fue para él el
asesinato de su padre); pero en otros, como en el de Wilson Fisk, tal
conocimiento casi había destruido la vida de Matt... y su cordura.
Fisk... Por alguna extraña razón, sus caminos no hacían más que cruzarse. Y,
al igual que él, no importaba lo duro que se le golpeara, siempre lograba
levantarse de nuevo.
Desechando tales pensamientos sombríos, Matt traspuso el umbral del lujoso
edificio que ahora albergaba las oficinas de Nelson & Murdock . El hecho de
marcharse tan súbitamente no era propio de Rosalind Sharpe, la madre
biológica de su socio y amigo, Franklin Foggy Nelson, pues era una mujer con
un fuerte carácter que se arredraba ante poquísimas cosas; pero la
generosidad tampoco era uno de sus puntos fuertes, y les había dejado a
ambos la sede de la firma sin pedir nada a cambio.
Mientras subía en el ascensor, Matt recordó el texto de la nota que les
había dejado a ambos con tanta claridad como si en aquel mismo momento
estuviera pasando sus dedos hipersensibles por el papel:
Estimados Matthew y Franklin:
Os comunico que, a partir de hoy, doy por disuelta la asociación entre
nuestras firmas. Queda de vuestra propiedad la sede de la firma en Nueva
York.
Atentamente
Rosalind Sharpe.
Aquello no era nada normal. No es que Rosalind Sharpe fuera un dechado de
cordialidad (no por nada se había ganado su apodo de Cuchilla), pero tampoco
era alguien que se marcharía repentinamente, y sin dar explicaciones. Si
algo le gustaba a aquella mujer, era dejar bien claro por qué hacía cada
cosa. El que en aquella ocasión no lo hiciera, indicaba que debía haber
razones poderosas. Y, además, dejándoles aquellas oficinas, de las que jamás
habrían soñado disfrutar por los solos medios del bufete Nelson & Murdock,
Abogados ...
Guárdandose estos pensamientos para sí, Matt entró en las oficinas y se
dirigió al despacho de su socio y amigo, Franklin Nelson (más conocido como
Foggy desde hacía más tiempo del que podía recordar). Le encontró sentado a
la mesa, trabajando. Foggy podía no ser tan brillante como Matt, pero suplía
aquella desventaja con una tenacidad y una capacidad de trabajo
verdaderament asombrosas.
Foggy parecía estar de un excelente humor. Sin duda, los sustanciosos
honoraios que habían cobrado tras el caso del edificio incendiado por la
mafia1 contribuían a ello. Y el que su madre se hubiera ido tampoco
parecía haberle entristecido en demasía: a pesar de haberle dado a luz,
Rosalind Sharpe le entregó en adopción, y sólo muy recientemente2 había
regresado a la vida de Foggy. Su marcha, por lo tanto, constituía una vuelta
a la normalidad, más que otra cosa...
En la esquina de la habitación, en silencio, dormitaba PERRO, el perro
lazarillo que Foggy había comprado para proteger la identidad secreta de
Matt y al que la convivencia con el socio de Matt había comenzado a
afectarle, en forma de un aumento de peso. Cuando Matt entró en el despacho,
el animal se levantó y se acercó a lamerle afectuosamente la mano. Matt le
acarició la cabeza y luego se dirigió hacia su socio.
- ¿Cómo va todo, Foggy?
- Oh, hola, Matt... -le saludó Foggy-. ¿Ya estás aquí? ¿Qué hora
es? -añadió, mirando su reloj-. ¿ Tan tarde? Oye, Matt, ¿qué te parece si
vamos a tomar algo?
- ¿Ahora? Pero si apenas son las nueve... No me digas que ya tienes
hambre...
- Pues sí...
- Anda, dime que es lo que te tiene tan nervioso. Y no me digas que no lo
estás, porque puedo oir que tu pulso está alterado. Así que venga, vamos,
¿de qué se trata?
- Oh, vale, te lo diré... -dijo Foggy con un suspiro-. Se trata de Liz.
- ¿Liz? ¿Liz Allan? ¿Qué le pasa? ¿No querrá que rompáis, verdad?
- ¿Qué? ¿Romper? Oh, no, no es nada de eso... Todo lo contrario, más bien,,,
- Bueno, ¿de qué se trata? Foggy, sabes que el accidente que me dejó ciego
desarrolló mis demás sentidos, pero no me hizo telépata. Así que suéltalo de
una maldita vez.
- Vale, vale... se trata de Normie...
- ¿Normie? ¿El hijo de Liz? ¿Qué pasa con él?
- Pues que Liz tiene que ir a la Costa Oeste por algo de negocios, y no
puede llevar al niño con ella, y...
- ¿Y...?
- ... y que me ha pedido que si me puedo quedar con él mientras esté fuera.
Demonios, Matt, nunca he cuidado a un niño. ¿Y si le pasa algo mientras está
a mi cargo? ¿Qué le diría a Liz?
- No te preocupes, Foggy. Serás un canguro estupendo.
- ¿Lo dices en serio Matt? ¿De verdad?
- ¿Me crees capaz de mentirte en algo así? -dijo Matt, abriendo los brazos y
poniendo cara de no haber roto un plato en su vida-. Y bien, hablemos de
trabajo. ¿Hay algo nuevo?
- Nada que nos afecte. Los casos que teníamos en marcha siguen su curso con
tranquilidad. La única cosa que merece la pena está en las páginas de
sucesos... ¿Te has enterado de esos misteriosos robos de joyas que se han
producido en la ciudad?
- Sí, algo he oído en la radio esta mañana al levantarme... ¿Nada más,
entonces?
- Nada, Matt. Tranquilo como una balsa de aceite.
- Muy bien. Me voy a dar una vuelta...
- Pero si acabas de llegar...
- Tengo cosas en las que pensar, Foggy...
- ¿No irás a ponerte los leotardos, verdad?
Abriendo de nuevo los brazos, Matt encogió los hombros.
- Nunca se sabe... pero no es mi intención, te lo aseguro. Recuerda que
acabo de recuperar la movilidad de mis piernas. Quiero disfrutar de ello
mientras pueda.
Matt llegó a su apartamento y se puso a hacer la maleta. Había tomado una
decisión: iría a Boston a saber las razones de la misteriosa marcha de
Rosalind.
En ese momento, alguien abrió la puerta y entró en la vivienda. El sonido de
las pisadas y el perfume le dijeron a Matt que se trataba de Karen mejor que
si la hubiera visto con los ojos.
- ¿Dónde vas, que estás haciendo la maleta? -le dijo, acercándose y dándole
un beso.
- Me voy a Boston un par de días. Quiero hablar con Rosalind acerca de su...
espantada.
- ¿No te llevas el traje de Daredevil?
- No creo que lo vaya a necesitar. Boston no se caracteriza precisamente por
una representación nutrida de la comunidad superheroica, pero también es
verdad que su nómina de villanos es más bien escasa.
- Mejor, Matt. Creo que es una buena idea que limites tu actividades...
diabólicas.
- ¿Por? Creía que entendías que ser Daredevil es tan parte de mí como ser
abogado...
- Sí, pero...
- Sí, pero... ¿qué?
- Pues... que estoy preocupada. ¡Fíjate en lo que te pasó! ¡Estás vivo de
milagro, y no hablemos de lo de volver a andar! Pordía volver a pasar algo
parecido, sólo que esta vez quizá no tuvieras suerte, y te quedaras
paralítico, o algo peor...
- No te preocupes, Karen. Me cuidaré, te lo prometo...
Epílogo
La habitación estaba a oscuras. Únicamente una pequeña lámpara de sobremesa
creaba un pequeño círculo de luz que no permitía apreciar detalle alguno. Se
oyó un chasquido: una mano acababa de pulsar un interruptor.
- ¿Está todo preparado? -preguntó una voz.
- Sí, señor -respondió alguien. El crujido de la estática indicaba que
estaba contestando a través de algún tipo de altavoz.
- Bien -respondió la primera voz-. Comencemos entonces.
1.- La historia a que hace referencia transcurrió en los últimos números de Daredevil y en las Historias de Midgard de la serie El poderoso Thor.
2.- En Daredevil # 352.
Es evidente que una de las razones más poderosas para volver a escribir un
número de Daredevil es el hecho de que, de no hacerlo, perdería la serie.
Pero la presión siempre me ha producido buenos resultados literarios (y, si
no, ved el Anual de Thor, que lo escribí contra reloj y recibió críticas
estupendas), y el tener que hacer planes me avivó el ingenio. El resultado
será una trama que empezará en el número 378, y en la que el peso de la
acción no recaerá en el cuernecitos, sino en el abogado ciego. Es más, la
identidad de superhéroe le traerá problemas a la hora de desarrollar su
actividad como abogado... Y la trama, desde su concepción inicial, se ha ido
complicando cada vez más, en el sentido de que cada vez tendrá mayor
profundidad. Sólo os adelanto que ando consultando textos legales yanquis, y
que contaré con un asesor legal para no cometer demasiadas burradas
jurídicas en la historia...
En el próximo número: Tendremos guionista invitado, personajes invitados...
Y no digo más para no destriparos nada.