DAREDEVIL #374
Antes de la tormenta
Guión:
Bergil
Portada: Dibujada por Lee Weeks. En el centro de la imagen, pero en tonos semitransparentes (como visto a través de una gasa) aparece Daredevil (el de toda la vida), tumbado en un bloque ortogonal de piedra y con las manos cruzadas sobre el pecho. Arrodillados a su alrededor, los miembros de la Casta, con las manos extendidas sobre él. A través de esta imagen se puede ver otra escena: sobre una azotea, Daredevil (el nuevo, a la derecha según mira el lector) y Bullseye (a la izquierda, claro) se lanzan el uno contra el otro, a punto de enfrentarse.
El humo del incienso llenaba la penumbra de la sala. La tenue iluminación
provenía de los pocos cirios que ardían junto a las paredes. En el centro de
la cámara, tendido sobre una tabla de madera, yacía Matt Murdock. Tenía
cerrados los ojos, los brazos extendidos a lo largo del cuerpo y respiraba
acompasadamente. Alrededor, vestidos con sus trajes blancos y las cabezas
cubiertas por sus capuchas, los miembros de la Casta le observaban en
silencio. A la cabeza, el único de los miembros que no vestía de blanco: la
persona que la mayor parte de la gente conocía simplemente como el vagabundo
ciego llamado Stick.
Los miembros de la Casta no hablaron entre sí. No les hacía falta. Se
comunicaban sin necesidad de palabras. En silencio, extendieron sus brazos
hacia adelante y colocaron las manos por encima del cuerpo del abogado, pero
sin tocarlo. Casi podía sentirse crepitar el aire, con la energía que
emanaba del grupo.
Benjamin Poindexter decidió que ya bastaba. Se había cansado de observar a
la figura vestida de gris y escarlata. Determinó pasar a la acción.
Acelerando su marcha, adelantó a su presa y se dejó caer justo cuando
Daredevil llegaba a la siguiente azotea. El vigilante enmascarado se detuvo
en seco. Durante unos instantes, ambos contendientes se observaron en
silencio, todos sus músculos en tensión. De repente, aunque ninguno de los
dos sabía quién era el otro, ambos tuvieron una extraña sensación: conocían
a la persona que estaba frente a ellos. El lenguaje corporal de cada uno
resultaba inconfundible para el otro. Para personas que se movían en los
ámbitos en que ellos lo hacían, el archivar ese tipo de conocimientos
resultaba tan automático como vital. Así pues, sin haberlo buscado de manera
consciente, ambos sabían ya a quién se enfrentaban, y se prepararon para la
confrontación. Una confrontación que ya había tenido lugar en el pasado.
¿Cuál sería el resultado esta vez?
Sentado tras su mesa de oficina, en el piso más alto de su rascacielos,
Wilson Fisk sonreía satisfecho. Aunque ninguno de los jefes del hampa lo
había reconocido todavía abiertamente -por supuesto, ya que nadie quería ser
el primero en admitir a las claras que había perdido la partida-, estaba
bastante claro que aquel pulso lo había ganado él. Poco a poco, disputando
cada parcela de poder casi centímetro a centímetro, para guardar las
apariencias, los sicarios de sus antiguos rivales -ahora, en cierto modo,
súbditos-iban cediendo terreno ante los hombres de Kingpin. Si tan sólo
pudiera saber cómo Murdock, además de fingirse ciego1, había logrado
hacer creer a todo el mundo que estaba paralítico...
En su despacho del bufete Sharpe, Nelson & Murdock, Rosalind Sharpe había
tomado una determinación. Por primera vez en su vida, arrojaba la toalla Se
iba. Abandonaba. Plegaba las alas y se retiraba. La cuchilla estaba mellada.
- Bueno, Melvin -la misma voz de las demás veces, completamente átona y
desprovista de sentimientos, sonaba a través del auricular del teléfono en
la trastienda de Disfraces Potter. Melvin lo sostenía con tal fuerza que sus
nudillos estaban blancos, aunque nada en su voz dejara traslucir la tensión
que le embargaba-. ¿Lo has entendido todo?
- Sí.
- ¿Ninguna duda? ¿Nada que aclarar?
- No.
- De acuerdo. Hasta pronto.
En su despacho, Franklin Nelson había terminado de estudiar la documentación
relativa al bloque de viviendas que había desaparecido tras el incendio2.
La cosa parecía bastante clara. Por una parte, las reclamaciones de Ortega
no se sostendrían en un juicio; y, en cuanto al porvenir de los inquilinos,
bastaría con ponerles en contacto con la inmobiliaria que pretendía adquirir
el solar. Con conseguir que los inquilinos presentaran un frente unido,
tendrían su porvenir solucionado por el resto de sus días... De hecho, la
inmobiliaria casi estaría agradecida a Ortega y sus matones, si supiera que
ellos habían sido los culpables de todo, puesto que les habían ahorrado el
coste de la demolición del edificio.
Dando un suspiro, Foggy comenzó a preparar la documentación. ¿Dónde demonios
estaría Matt?
En el silencio de la sala, el aire se había espesado con el consumir
incesante del incienso. Los miembros de la Casta mantenían las manos de
todos unidas, sobre el cuerpo de Matt. De repente, la presión que parecía
existir en el ambiente se disipó, como si de repente se hubiera apagado un
aparato calefactor. Casi podía oírse el silencio que imperó. Lentamente,
Matt abrió los ojos y se incorporó.
Melvin Potter estaba inmóvil. De pie, quieto como una estatua, su rostro era
una máscara impenetrable. Los brazos colgaban inertes a los costados
súbitamente, la estatua se animó. Apretó los puños con fuerza y luego se
encaminó hacia la pared. Pulsando un resorte oculto, un panel se descorrió,
dejando a la vista lo que más odiaba en el mundo. Calmadamente, comenzó a
hacer lo que se había jurado jamás repetiría: comenzó a ponerse el uniforme
del villano conocido como el Gladiador. Nada dejaba traslucir su estado de
ánimo. Nada... excepto una lágrima, que resbaló en silencio por su mejilla,
antes de caer al suelo.
Sin pronunciar una sola palabra, Daredevil y Poindexter giraron uno en torno
al otro. Ninguno de los dos quería ser el primero en efectuar un movimiento,
y preferían dejar la iniciativa a su oponente. Finalmente, fue Benjamín el
que se lanzó:
- ¡Ya está bien! -dijo-. Tengo cosas más importantes que hacer3...
Agachándose, recogió un pequeño tarugo de madera del suelo. Más rápida que
la vista, su mano se movió atrás y adelante, y el proyectil salió despedido
en dirección a Daredevil. Sólo los reflejos preternaturales del superhéroe
le libraron de un impacto directo. Moviendo su cabeza hacia la izquierda, la
apartó, aunque no lo suficiente para impedir que el trozo de madera le
golpeara de refilón. Aquella habilidad inhumana para convertir cualquier
objeto en un proyectil mortífero acabaron de confirmarle lo que ya suponía:
que se enfrentaba al asesino mercenario conocido como Bullseye... otra vez.
Sentado en la tabla, Matt no podía percibir nada de lo que ocurría a su
alrededor. Había perdido sus sentidos. Sin pensar en lo que hacía, se puso
en pie de un salto, y asumió automáticamente una posición de defensa.
- ¿Qué es lo que te ocurre, chico? -dijo a sus espaldas una voz áspera,
aunque en ella latía una nota de afecto-. ¿Crees estar entre enemigos?
- ¿Stick? -exclamó, incrédulo, Matt-. ¿Eres tú? ¿Dónde estoy? ¿Qué es lo que
me ha pasado? Mis sentidos...
- Una cosa por vez, chico, una cosa por vez. Siempre has sido un apresurado,
Murdock. Tus sentidos volverán, ya lo han hecho otras veces4. ¿Por qué no
te calmas y reflexionas?
Matt hizo caso a su antiguo maestro. Respiró profundamente, se calmó... y se
percató de que se encontraba en pie, sin temblores ni dolores. La lesión de
su espalda había desaparecido por completo. Gradualmente, se percató de lo
que ocurría a su alrededor. Podía oír cuatro... no, cinco latidos, además
del suyo. El incienso casi saturaba sus fosas nasales, pero por lo demás se
encontraba perfectamente, como no se había sentido desde hacía muchos meses.
- ¿Piensas quedarte ahí de pie, como un pasmarote, chico? -exclamó Stick-.
¿O saldrás a hacer tu trabajo de una maldita vez?
Enfocando su sentido de radar, Matt se percató de que había un bulto de ropa
a sus pies. Antes de tocarlo, ya sabía que se trataba de su uniforme.
"Vaya, últimamente cualquiera puede coger mis uniformes...", pensó5,
mientras se lo ponía en silencio. Cuando terminó, se volvió hacia su antiguo
maestro.
- Ya estoy listo para hacer mi trabajo, Stick, por emplear tu expresión.
Pero no sé dónde he de ir.
- A mí no intentes embaucarme con tus triquiñuelas de leguleyo, chico. Te
conozco demasiado bien, desde hace demasiado tiempo. Ya te enterarás de lo
que tienes que hacer, cuando salgas a la calle. Así que márchate de una vez,
y deja de darme la murga. Cuando Matt fue a responder a la invectiva de
Stick, se encontró con que estaba solo en la cámara. Saliendo a la calle,
extrajo su bastón de la funda que colgaba en su muslo izquierdo y pulsó el
resorte que lanzaba el cable oculto en el mismo. Tomando impulso, se elevó
hacia las azoteas, tomando el camino de su apartamento.
A solas en el apartamento, Karen Page se consumía por los nervios. El no
saber dónde se encontraba Matt en aquellos momentos la tenía intranquila.
Entonces oyó un ruido en el exterior del apartamento. Estaba levantándose
para ir a ver de qué se trataba cuando una figura vestida de escarlata entró
por la ventana.
- ¿Dónde habías ido? -exclamó-. ¿Y qué te crees que haces vestido así?
- No te preocupes, amor -respondió Matt con una sonrisa-. Stick y la Casta
me han dejado como nuevo. Mejor que nuevo, diría yo.
- Aún así... ¡Oh, Matt, casi se me olvida! Llamó Melvin Potter. Quería
hablar contigo. Parecía preocupado, y creo que le contrarió el no
encontrarte en casa. Dijo que te había llamado al despacho, y que allí
tampoco estabas.
- ¿Dijo que es lo que quería?
- No, se limitó a musitar algo así como Tendré que ocuparme yo de ello,
entonces, y colgó. ¿Sabes de qué se trata?
- No, no me ha dicho nada. Espera... ahora recuerdo, no había tenido
noticias de Betty desde hace unos días... Creo que me voy a pasar por su
tienda, a ver si le encuentro. Pero lo haré de paisano -dijo, al tiempo que
comenzaba a ponerse uno de sus trajes sobre el uniforme. Tras despedirse de
Karen con un beso, bajó a la calle y paró un taxi, dándole la dirección de
la tienda de disfraces.
En el despacho, Foggy seguía sin tener noticias de Matt. Pensó en llamar a
la apartamento, pero ya había hablado con Karen y no quería intranquilizarla
más, si es que Matt no se encontraba allí. Pasándose una mano por el
cabello, siguió trabajando en el borrador de acuerdo con la inmobiliaria.
- No creas que no sé quién eres, Daredevil -dijo Poindexter, mientras miraba
fijamente a su oponente-. Nunca hubiera supuesto que bajo ese uniforme
estaba... Pero espera... ¿no habías muerto? Si fue yo el que te mató...
Bullseye no pudo seguir hablando. El bastón de Daredevil, arrojado con gran
precisión, le golpeó en la mandíbula, callándole en seco. Escupió un poco de
sangre y sonrió.
- Buen intento, cuernecitos... pero tengo el esqueleto reforzado con
adamantium6, ¿recuerdas? Y mis manos arregladas gracias a mi nuevo jefe7. No eres rival para mi.
Cuando Matt llegó a la tienda de disfraces de Melvin, se encontró con que la
puerta estaba cerrada. Proyectando sus sentidos, se cercioró de que no había
nadie en las proximidades que pudiera observarle. Merced a su sensibilidad,
aplicó la presión exacta en el punto adecuado, y la puerta se abrió con un
chasquido. Una vez dentro, cerró la puerta y examinó la estancia. No había
nadie, ni allí ni en la trastienda. Matt traspasó la cortina que separaba
ambas habitaciones y se fijó en que su radar le decía que detrás de lo que
parecía un muro sólido había un espacio vacío. Deslizando a un lado el
panel, se encontró sólo con una percha. Pasó sus manos por las paredes, y
percibió una serie de arañazos en los muros laterales, como si hubieran sido
hechos por...
- ¡Una sierra! Dos, para ser precisos... Por Dios, espero que Melvin no haya
hecho...
Matt se giró rápidamente, buscando frenéticamente cualquier pista que le
pudiera indicar dónde había ido Melvin. se fijó en que, sobre la mesa, había
un bloc de notas, del que habían arrancado una hoja. Pasando sus dedos por
la superficie del papel, pudo leer la dirección que Melvin había anotado.
Poniéndose su uniforme, Matt salió por la claraboya del techo y se dirigió
hacia allí. Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde...
1.- Wilson Fisk sabe que la identidad secreta de Daredevil es Matt Murdock.
Lo averiguó y fue Karen Page quien lo reveló inicialmente, a cambio de una
dosis de droga. Sin embargo, Fisk piensa que Daredevil ve, y que, por lo
tanto, Matt Murdock sólo finge ser ciego. De hecho, Kingpin pensó que podría
resultarle muy útil a su organización el descubrir cómo un hombre que ve
lograba pasar por ciego.
2.- Se narró en Historias de Midgard, en los números 507 a 514 de El poderoso Thor.
3.- Lee los números de Hombre-X a partir del 26 para saber de qué se trata.
4.- Se vio en Daredevil # 177.
5.- El uniforme "blindado" de Daredevil desapareció del armario de Matt en Daredevil # 361.
6.- Desde Daredevil # 197-200.
7.- Su nuevo jefe es Shaw, y las manos se las destrozó el Castigador en el primer número de su tercer volumen.
Bienvenidos a Derecho de réplica, el correo de los lectores de la colección de Daredevil. Bueno, después de prácticamente dos años sale este número, escrito hace bastante pero pendiente de las correcciones. De hecho, si no llegara a ser por Carlos, que ha hecho la práctica totalidad de las mismas, este número seguiría en el cajón, criando polvo...
En el próximo número: Por fin hemos llegado al número 375 de esta colección. Un número redondo (aunque los ceros no aparezcan por ninguna parte), de aniversario, y, como tal, más largo de lo habitual. En este número intentaré solucionar todos las tramas de la colección desde que la cogí, y, al mismo tiempo, crear un nuevo punto de partida para los próximos números. Allí nos vemos (en teoría, no habrá que esperar tanto como para este número, porque
el 375 ya está escrito...)