"113 en la Avenida Sherman. Hay un hombre atrapado en un turismo y los
bomberos están de camino."
La ambulancia encendió las luces y se puso en marcha a una velocidad
vertiginosa. Salió del puesto de burritos y se incorporó en el tráfico
imponiendo rápidamente su prioridad. En el interior de la ambulancia Jack
Welshman y Bob Gómez. Jack , el conductor, sonreía cada vez que se colaba
entre los huecos de los vehículos. Era un tipo joven y todo apuntaba a que
le gustaba la velocidad. Bob en cambio no hacía más que atender a la radio y
a realizar gestos de advertencia cada vez que veía demasiado cerca algún
coche.
- ¡Estas loco Jack! ¡Vamos a tener que llamar a otra ambulancia para que nos
metan en las bolsas de plástico!
- ¡Naaaah! - exclamó Jack - "Esta nena y yo estamos compenetrados. La llevo
como si fuera una parte de mi."
- Eso es lo que me preocupa - respondió Bob con una sonrisa - Que sea una
parte de ti.
En pocos minutos la ambulancia llegó a la zona. Un coche había chocado
frontalmente con otro que estaba estacionado. El conductor estaba atrapado
en el interior, con el volante incrustado en el pecho. Jack y Bob habían
sido los primeros en llegar, a excepción del tumulto de gente que se
agolpaba junto al vehículo siniestrado. Bob bajó al instante de la
ambulancia, seguido de Jack.
- ¡Por favor, apártense! - gritó Bob
- Tómale el pulso, mira a ver si respira - dijo Jack mientras comenzaba a
apartar gente - ¿¡Donde hostias está la Policía!?
Bob introdujo el brazo entre el amasijo de hierros. El hombre respiraba
todavía aunque la primera impresión de Bob al ver el cuerpo fue que uno de
esos respiros sería el último. Se arrodilló y comenzó a buscar cosas en su
maletín. Con la llegada de un coche de Policía Jack pudo asistir a su
compañero.
- ¿Qué tiene?
- Fracturas múltiples en la caja torácica. Posiblemente una hemorragia
interna en el pulmón derecho y varias contusiones en la cara.
Jack se asomó para ver el cuerpo. Bufó ante su estado y extendió su mano
para tomarle el pulso. La chatarra retorcida era un impedimento para su
brazo, pero consiguió alcanzar al herido.
- Tiene pulso estable, aunque bastante débil - Dijo Bob mientras preparaba
una jeringuilla.
- ¿Posibilidad de infarto? - preguntó Jack
- No creo que el corazón tenga tanta fuerza ahora para explotar - respondió
Bob apartando a Jack. Se está desangrando.
Ambos permanecieron allí intentando mantener con vida al herido, pero antes
de que llegaran los bomberos ya había muerto. Bob no soportaba perder un
paciente, y odiaba los accidentes de tráfico. No era una buena noche, la
primera llamada y la primera victima. Mala señal. Bob comenzó a guardar
todas las cosas que habían sacado de la ambulancia cuando un policía se
acercó a ellos.
- Hicisteis lo que pudisteis. - Dijo el hombre de azul dando unas palmaditas
en el brazo a Jack. - Ese pobre tipo no vio venir su muerto.
- ¿Qué pasó? - pregunto Bob
- Al parecer según varios testigos, estaba siendo perseguido por una banda
de moteros. En esta calle le engancharon un garfio por la ventana y le
hicieron perder el control del coche.
- Los Señores del Acero - masculló Jack - Son la banda motera de moda...
están insoportables y al parecer os lo ponen difícil.
- Si - respondió el Policía mostrando una cara de rabia contenida - Esos
bastardos parecen esconderse en el infierno... ningún soplón sabe nada,
ninguna otra banda de moteros es capaz de soltar dos palabras seguidas sobre
esa banda...
- Es triste... - masculló Bob entrando en la ambulancia.
En breve se marcharon de allí, dejando a la Policía y a los Bomberos hacer
su trabajo. Por el camino Bob contemplaba el panorama que le ofrecía la
calle por la ventanilla, mientras que Jack desviaba la mirada en numerosas
ocasiones hacía su amigo y compañero de trabajo, para intentar iniciar
alguna conversación.
- Hey amigo... ya se que es triste morir así, pero no hay otra cosa - dijo
Jack - Es tu trabajo y sabes que vas a ver cosas de esas en numerosas
ocasiones.
Bob dejó de mirar por la ventanilla y dirigió su mirada a su compañero.
Parecía absorto en todo lo que sucedía dentro de la cabina de la ambulancia.
- Ese tipo si tenía derecho a otra cosa. No se puede morir por decisión de
un par de cafres, no señor.
- Venga ya Bob, no me vengas con rollos de Dios, el Cielo y la Tierra. Los
Señores del Acero tenían ganas de juerga y lo han pagado con ese pobre
desgraciado.
- Ya... ¿Y se debe dejar ese libre albedrío?. Por que esos moteros seguirán
con su camorra de antro en antro y mientras tanto, una mujer llorará
desconsolada en su casa.
Jack no dijo nada, mantuvo la mirada fija en el tráfico, sabiendo que Bob
estaba con sus ojos fijos en él.
- Ya lo se Bob... no es justo. Nada en esta vida es justo. Parece que de
momento la noche está tranquila, te invito a un café.
La ambulancia llegó a un pequeño bar que abría durante toda la noche,
convirtiéndose en un punto de encuentro de policías, conductores de
ambulancia y taxistas. Los dos compañeros bajaron del vehículo y se
internaron en el cálido bullicio que había en el interior. Tras los diversos
saludos se colocaron en una mesa y al instante ya gozaban de una taza de
café.
Un taxista, entrado en años, se sentó junto a Jack, por las bromas y los
golpecitos en la espalda se adivinaba que eran buenos amigos.
- Dime que haces despierto a estas horas viejo jinete.
- Tengo que pagarme la televisión por cable! Jack.
- Ja ja ja ja viejo zorro... no me cuentes historias. Tienes que mantener a
tus exmujeres.
- ¡También también! - exclamó con una sonrisa.
- Me he enterado del accidente. Una lastima - dijo el taxista volviendo a su
taza de café.
- Si - respondió Jack - Los Señores vuelven a la carga.
- Una lastima que no esté el Castigador en la calle - respondió el taxista
con un suspiro casi agónico - Desde que lo pillaron voy armado, porque ya no
me siento seguro.
Bob se exaltó con el testimonio de su amigo taxista. Sabía que era cierto lo
que decía y eso le preocupaba aún más. Jack no dijo nada, se limitó a mover
la cucharilla en el café mientras observaba a los tres o cuatro policías que
conversaban en su rato libre.
- Por el amor de dios Thompson, no puedes ir por ahí con una pistola. Puede
pasarte algo. - dijo Bob
- Por eso llevo el arma amigo... para evitar que me pase algo.
Bob no sabía que decir, como hacer ver a su viejo amigo que aquel arma de
fuego no era la solución. Sabía que tarde o temprano recibiría una llamada
de un tiroteo, y al llegar vería a su amigo muerto.
- Todo esto es una puta mierda... - masculló Bob
- Venga ya hombre - dijo Jack - vamos a tranquilizarnos
Los tres siguieron disfrutando del café, intentando encontrar conversaciones
banales que pudieran entretener un poco a la castigada mente.
Pero no fue así. Una alerta emitida por la radio de la policía alertó a los
dos enfermeros. Un tiroteo en plena calle entre policías y una banda de
motoristas. Había inocentes heridos, víctimas del fuego cruzado.
Los cuatro policías salieron corriendo del local. Los dos enfermeros no
dudaron en seguirles, avisando inmediatamente al hospital del hecho que
había ocurrido. El viejo Thompson se quedó allí, perplejo, y por un momento
pensó que ya había trabajado bastante por ese día...
- ¡Esta noche promete! - exclamó Jack mientras con su conocida habilidad se
iba abriendo paso a través del tráfico.
- No se como puedes alegrarte de esto - dijo Bob muy seriamente - A saber
cuantos muertos vamos a encontrar.
- No lo digo por eso hombre...
- ¿Entonces?
- Pues.... - balbuceó Jack - No se... era por...mm..para romper el hielo.
- Dejate de chistes y conduce...
"Bob, Alex y Marian van para aquel infierno también, al parecer se ha
convertido en una masacre"
- Aquí Bob - respondió por su receptor - "¿Qué está sucediendo?"
"Los señores del Acero han intentado tomar una comisaría, para rescatar a un
compañero. Se han atrincherado dentro y están matando hasta a las
prostitutas. La policía tiene acordonada la zona y creo que hasta Daredevil
está por allí"
- Joooder - exclamó Jack - Que bestialidad
- Vamos para allá - respondió Bob fríamente.
Las ventanas de la comisaría habían sido bloqueadas con las mesas más
gruesas. La puerta tenía varios archivadores ardiendo y tres o cuatro
cadáveres que se repartían entre los escalones de la entrada. Fuera, dos
coches de policía y una furgoneta de operaciones especiales acotaban la
zona. Los operarios intentaban establecer un plan de entrada mientras los
francotiradores se colocaban en sus puestos. De los presentes, un tipo calvo
vestido con ropas de camuflaje de ciudad parecía llevar la voz cantante.
- Esta bien - dijo - Esto no tiene más vuelta de hoja. Tenemos que entrar.
- ¡No! - dijo un sargento de policía que presentaba contusiones en la cabeza
y una herida de bala en la pierna - Aún quedan varios compañeros dentro, más
los encerrados.
- Estos tipos van a hacer lo que quieran, quizás ya no quede nadie vivo -
respondió el tipo de operaciones especiales - Tengo a mis hombres preparados
para entrar y mandar a esos moteros directamente a su infierno
- Es una locura - respondió el sargento mientras se apretaba el torniquete
de la pierna.
La ambulancia de Bob y Jack llegó, junto con otros dos coches de policía.
Bob bajó con el maletín y se dirigió hacia la posición de los operarios de
las fuerzas del orden. Nada más ver al sargento se puso a mirar la herida
mientras intentaba otear a su alrededor en busca de un resumen de lo que
pasaba. Jack a su vez se acercó a otra zona para atender a una mujer que
había sido herida de bala en el abdomen.
- ¿Qué está pasando? - Preguntó Bob
- Son los señores del acero - respondió el Sargento
- Déjense de monsergas - respondió el de operaciones especiales - Que
alguien me diga si esos bastardos han pedido algo.
- ¡No señor! - exclamó uno de sus agentes - Han puesto música a un alto
volumen y no atienden a las llamadas del especialista.
- Esto es el colmo. Avise a los equipos. Vamos a entrar.
Bob, escuchando todo esto, quería morir. Quería no escuchar nada de lo que
estaba sucediendo, pero sabía que no podía cerrar los ojos y dejarse llevar.
Se centró en la herida del sargento, y con amargura intentó no llorar.
- ¡Bob! - exclamó Jack - Échame una mano aquí. ¡Esta mujer está embarazada!
Se levantó tan rápido que cualquiera hubiera dicho que no se había agachado.
Corrió hasta su compañero y se dejó caer dañando sus rodillas contra el
pavimento. Con apremio intentó ver como estaba la mujer, esperando que su
compañero le informara.
- Tiene un tiro en el abdomen. Creo que la bala ha llegado al bebe. - dijo
Jack mientras sacaba las herramientas.
- Hijosdeputa...HIJOSDEPUTA - gritó Bob mientras intentaba reanimarla.
¿Dónde están Alex y Marian?
- Vienen de camino Bob - respondió alterado Jack - Intenta tranquilizarte
tío...
Un policía se acercó a ellos. Justo en ese momento los moteros empezaron a
disparar. Todos los agentes se agacharon intentando esquivar las balas. El
policía se tiró junto a Jack
- Amigos -dijo el Policía - Junto a la furgoneta tenemos a una niña de 8
años con herida de bala en el pecho, había un hombre mayor y un agente, pero
ya han muerto.
- ¡Voy yo! - dijo Jack - Bob mira a ver que más ahí, no podemos hacer nada
por la mujer
Jack salió corriendo, acompañado del policía. Una nueva ráfaga de disparos
les hizo tirarse al suelo, pero siguieron avanzando hasta llegar a los otros
heridos. Bob se quedó allí, contemplando como la mujer iba perdiendo su vida
poco a poco, sin darse cuenta.
Le agarró la mano y lloró.
La entrada de las Fuerzas Especiales fue un fracaso. Los moteros se habían
atrincherado y usando el arsenal de la comisaría habían conseguido repeler
el ataque. Liberado su compañero, los Señores del Acero prendieron fuego al
edificio. 20 personas que estaban encerradas en las 6 celdas que tenía la
comisaría ardieron sin tener posibilidad alguna de escapar. La prensa se
cebó con la falta de organización de las fuerzas del orden y con las 13
víctimas inocentes que habían pagado la inestabilidad policial.
Bob estuvo a punto de ser dado de baja por depresión. Jack hizo la vista
gorda y su informe no afirmó lo que el gabinete psicológico pensaba. Si bob
dejaba el trabajo terminaría por agotarse del todo. Necesitaba estar
entretenido. No obstante le pusieron el turno de mañana...
1 semana más tarde
- Dime Bob. ¿Con qué quieres los donuts?
- Mermelada de Grosella - respondió Bob, desde la ambulancia - Y tráeme
también un batido de chocolate.
Jack entró en la tienda. El turno de mañana le daba más tranquilidad, y
también más hambre. Bob se quedó en la ambulancia, leyendo un comic.
"113 en la 5º con Eastman side. Un motorista se ha estampado contra un
camión de reparto. Al parecer era conductor temerario y no llevaba
protección adecuada"
Bob agarró rápidamente el comunicador.
- ¿Está vivo?
"Han llamado de una tienda de flores, al parecer está vivo y no hace más que
insultar a todo el mundo. Es un ángel del infierno de esos..."
Bob arrancó la ambulancia y salió de allí a toda velocidad- Jack dejó caer
toda la comida que había comprado al ver lo que hacía su amigo. Sus gritos e
insultos no le sirvieron para nada, y lo único que pudo hacer fue contemplar
como la ambulancia se perdía entre el tráfico.
- Aquí Bob, voy en camino para la 5º con Eastman.
"De acuerdo Bob, recuerda ponerle un bozal a ese perro... ja ja ja"
El motorista había impactado contra uno de los laterales del camión de
reparto, y había salido despedido. El conductor del camión estaba sentado en
la acera, asistido por un camarero de un bar cercano. Al parecer se había
golpeado contra el cristal con el frenazo, pero no era nada grave. El
motorista en cambio había sufrido quemaduras y daños considerables en ambos
brazos, así como varias contusiones serias.
Bob llegó con la ambulancia y se bajó velozmente, maletín en mano. Contempló
la moto y luego al motorista... y sintió una satisfacción que le recorrió
todo el cuerpo, como si hubiera sido una descarga renovadora. Como el
pensaba, se trataba de un "Señor del Acero".
- ¡Enfermero! - exclamó la mujer de la floristería - ¡Tiene que llevarse a
ese sinvergüenza de aquí!
- No se preocupe señora - respondió Bob acercándose a ver el estado del
motorista.
- ¡Tu cabrón de mierda! - exclamó el motero medio consciente. - Si me tocas
me cargo a tu familia.
- Cállate, estás herido.
Bob pidió ayuda para subir al motero a la camilla y meterlo en la
ambulancia. Se acercó con celeridad al conductor del camión para ver si la
herida era grave, pero al ver que no era así, le dijo que esperase a la
siguiente ambulancia. Se montó en la suya y se marchó a toda prisa,
encendiendo las luces y la sirena.
Durante el trayecto el motero no hacía más que insultar al camionero, y
soltar grandes bravatas sobre lo que iba a hacerle cuando saliera del
hospital. Bob no le oía, solo prestaba atención al tráfico, con una mirada
fija, casi perdida. Como si su alma no se encontrara en aquel vehículo.
Tomó un desvió y salió a un polígono de la ciudad. Detuvo la ambulancia y
pasó a la zona de atrás.
- Oye enfermero maricón - ¿Por qué carajo nos hemos parado?
- Tengo que curar - respondió mientras cogía el aparato de reanimación.
- ¿Qué dices? ¿A mi? - exclamó el motero mientras se daba cuenta que no
podía moverse de la camilla, que estaba atado a ella con las correas de
seguridad.
- No, tu no tienes cura. Tengo que curar al mundo.
En ese momento le propinó una descarga. El motero chilló de dolor, llegando
al umbral del desmayo. Bob se apartó y lo contempló.
- hijo de putaaa... maldito cabrón... voy a arrancarte los cojones y te los
haré comer.... - gritó el Motero
- Tengo que curar- volvió a repetir Bob mientras volvía a darle otra
descarga.
- AHHHHHHHHHHHHHHHHHH - Gritó de nuevo el motero, cayendo inconsciente.
Bob dejó caer las palas del aparato de reanimación, y se quedó allí,
contemplando al motero.
- Se que no estás muerto. Tengo que seguir con la cura...
Abrió el maletín y sacó un bisturí.
Y de nuevo, esta vez por ultima vez, el motorista volvió a gritar.
EPILOGO:
Una sala de interrogatorio. No como las demás. Esta parecía estar preparada
para aguantarlo todo. Se trataba de un habitáculo más de la Bóveda, la
prisión de los sobrenaturales. Dentro de la sala un tipo vestido con un
traje caro y G.W. Bridge, de S.H.I.E.L.D hablaban con Terror, El mercenario
que había intentado matar al Castigador. Dos guardias de la Bóveda vigilaban
cualquier movimiento del siniestro cazador de recompensas, si bien las
esposas que llevaba ya hacían todo el trabajo.
- Le vuelvo a decir amigo, que no se nada de la posesión del Castigador -
dijo Terror - A mi me pagaron por darle caza.
- ¿Quién le pagó? - preguntó Bridge
- Se dice el pecado, pero no el pecador, amigo.
Bridge miró con recelo a Terror. Esté se puso a mirar la habitación,
haciéndose el despreocupado.
- ¿Ha venido ya mi abogado?
- En la Bóveda no hay abogado amigo - dijo el trajeado - Ha matado a dos
operarios de S.H.I.E.L.D. y ha causado destrozos en la ciudad
- Sobre los operarios... - dijo Terror - No era mi intención. Sobre los
daños, pueden ponerse en contacto con Control de Daños. Soy cliente suyo.
Bridge golpeó la mesa con fuerza. Terror se calló al momento.
- ¡Me importa una mierda si es cliente de Control de Daños! ¡Quiero que me
diga que era lo que tenía el Castigador, y quien le envió a por el!
Terror se quedó contemplando a Bridge. Tomó una bocanada de aire y le miró a
la cara.
- Esta claro que no atienden mis peticiones, así que amigo mío, vaya a
ponerse macho a un encuentro de la WWF - dijo Terror
Y fue un puñetazo lo que se ganó, por parte de Bridge.
- Buen derechazo. Interesante ese puño.
- Está claro que no vas a hablar - dijo Bridge - de momento.
Bridge salió de la sala, acompañado del enchaquetado. Terror se quedó allí,
intentando averiguar como iba a salir de aquel embrollo. Fuera, G.W.Bridge
se dirigía a la celda donde Castle dormitaba. La comida y la bebida no había
sido tocada, el Castigador yacía de lado, ocultando el rostro al espectador.
- ¿Qué demonios ha pasado aquí?
- Seguimos investigando a los otros dos superseres. Hemos enviado retratos
robot a varios grupos de superhéroes.
- Fuera lo que fuera, Castle no estaba al tanto.
- Puede ser....
Bridge respiró hondo.
- Mueve los papeles para llevarnos de aquí a Castle y al terrorista ese.
Vamos a llegar al fondo de todo esto.
- Si señor - respondió el trajeado - Castle no será problema. Estamos a la
espera de un examen por parte de Mr. Richards
- De acuerdo. Avíseme cuando llegue Richards.
Bridge se marchó por el largo pasillo, pensando en mil cosas. El
enchaquetado se quedó contemplando a Frank a través del cristal.
- Ha estado bien... Frank - dijo el enchaquetado con una sonrisa malévola -
Jamás olvidaré lo buen anfitrión que has sido.
Y dentro de la celda, quizás sin que el extraño ser lo notase, Frank pareció
apretar el puño, cargado de rabia.
FIN
LETRAS Y BALAS
BODYCOUNT
Las victimas de esta saga no serán computables al estar Frank
encerrado.