Martes, como cada día Vernon Brooks pasea por las calles de Nueva York
mientras los barrenderos intentan dar un mínimo toque de decencia a esta
cancerigena ciudad. Sus pensamientos le apartan de todo lo que se abraza a
su existencia, quizás como método de fuga de toda aquella mierda que le
rodea. Vernon saluda a la poca gente decente que queda en el barrio a la vez
que ve esas peligrosas escaleras de los viejos edificios donde los jóvenes
se convierten en miembros de banda y de ahí a criminales. La inocencia
perdida con tan solo dos o tres pastillas y sueños de grandeza.
Pero este día iba va a ser diferente para Vernon. Al pasar por una vieja
cafetería llena de la gris polución producto de los vehículos, una con un
amplio ventanal donde como todas las mañanas ve su triste rostro reflejado
en dicha cristalera, descubre un rostro familiar, un rostro de un pasado que
a veces le viene en la peor de las pesadillas. Vernon observa a aquel
individuo, tan centrado en una taza de café que parece que tan sólo ese
fuera su mundo. Vernon se paró, atónito, intentando corroborar lo que le
está pasando por la cabeza... ¡ ese individuo es Frank Castle!
Vernon no dudó en entrar en la cafetería, acercándose lentamente a Frank,
pensando en todo momento como reaccionaria el "Castigador". Frank estaba
sentado de manera que le pudo ver entrar perfectamente, pero pareció hacer
caso omiso. No parecía estar ahí, así que Vernon decidió que sería él quien
rompería el hielo. Se sentó frente a Frank obteniendo una mirada de
confusión:
- Frank... - dijo Vernon un poco nervioso - Jamás creí que te volvería a ver
Frank levantó la mirada para observar a su improvisado compañero de mesa.
Intentó recordarle pero fue en vano. Su rostro se mostró un poco amenazante,
como si estuviera levantando la guardia.
- Frank, soy Vernon. Vernon Brooks... ¿No recuerdas el asunto del
Instituto1?
- ¿ Vernon ?
- El asunto de los traficantes jóvenes... la cantera de Kingpin - respondió
en voz baja
En ese momento Frank pareció recobrar un poco el brillo en los ojos. Ese
nombre que había dicho su compañero de mesa le había levantado el ánimo.
Como si le hubiera despertado una parte de él.
- Frank... ¿Recuerdas a Reesee, a Conchita? El asalto a la Torre de
Kingpin2.
Frank sonrió mientras apartaba la taza de café. Miró a Vernon y este pudo
intuir que aquel era el Frank de siempre.
- Debiste dispararle al gordo... hubiéramos ganado la guerra
- Hubieras muerto Frank. Eras tu o él
En ese momento algo alertó a casi todos los que estaban en la cafetería y
parte de la gente de la calle. Un coche grande, de color púrpura se paró
junto a una tienda de animales, el coche hizo una entrada sonora tanto con
la radio como con el golpe que propinó a uno de los carros de limpieza.
Nadie dijo nada, nadie se acercó a reprochar el acto, y los propios
barrenderos se dedicaron a intentar reparar el destrozo causado. Del
vehículo bajaron dos tipos. Uno de color, grande y robusto, vestido al
estilo rastafari y el otro era un joven de pelo oscuro, vestido con mucho
más estilo que su compañero. A éste último parecía desagradarle tanto el
transporte como la compañía, pero ambos entraron dentro de la tienda.
- Los Daurado - dijo Vernon con un suspiro de rabia mientras miraba a Frank,
que estaba como centrado en todo lo que había pasado. Vernon llegó a
asustarse de la mirada de su antiguo aliado.
-Frank - dijo de nuevo Vernon - ¿ Sigues con tu Guerra ?
Frank miró a Vernon con una gran frialdad en sus ojos. Parecía la mirada de
un perro dispuesto a atacar. Acto seguido se levantó lentamente y salió de
la cafetería disponiéndose a cruzar la calle. Vernon se quedó allí sentado,
como si una gran fuerza le impidiese levantarse, aún a sabiendas de lo que
iba a ocurrir.
La tienda de animales parecía estar especializada en aves exóticas. Frank
entró llamando la atención del obeso dueño de la tienda y de sus dos
clientes que acababan de entrar. Le observaron detenidamente mientras Frank
paseaba entre los pasillos de la tienda, hasta que se encontró de frente con
el tipo grande, el rastafari. Éste le miró atentamente con cara de pocos
amigos, en un intento vano por intimidarle que acabó con un rápido
movimiento de Frank. De la manga de su gabardina sacó una afilada hoja que
se introdujo rápidamente en el cuello del matón. La sangre salió disparada a
borbotones del cuello mientras el matón intentaba recuperarla mientras
comenzaba a ahogarse. El matón notaba como moría pero aún así intentó sin
éxito alguno intentar
apresar a Frank que se deslizó hacía un lado rápidamente.
El otro individuo saltó sobre el mostrador para ponerse a cubierto mientras
el dueño del local empuñaba una escopeta y comenzaba a abrir fuego contra
Frank. Las aves comenzaron con su histeria, creando un ensordecedor ruido de
jaulas que se mezclaban con los disparos del cañón recortado del tipo de la
tienda. Frank se tiró al suelo parapetándose tras un estante ancho. Sacó
otra de esas hojas, una especie de daga sin empuñadura que parecía no estar
hecha de metal, y tras un breve movimiento la lanzó acertándole en un ojo a
su enemigo, que cayó abatido sobre el mostrador rompiendo la vitrina debido
al sobrepeso.
Frank salió confiado de su escondite y se acercó a la vitrina. No se molestó
en percibir los numerosos ojos curiosos que miraban el hecho desde la calle.
Solamente miró como el matón rastafari seguía en el suelo tirado, con
convulsiones y sumergido en su propia sangre. Se acercó al pobre diablo y le
registró la chaqueta, cogiendo las llaves del coche y poco más. Llegó hasta
la vitrina para descubrir que el niño bonito, el trajeado, había aprovechado
la confusión para escapar por una puerta de servicio. Miró hacía la puerta
mientras sacaba la hoja de la cuenca que le había destrozado al tendero.
Limpió dicha arma en la camisa del muerto y se dirigió hacía la salida. La
gente se apartó rápidamente, a excepción de Vernon que se había atrevido a
salir de la cafetería.
- ¡ Demonios Frank ! -dijo exaltado mientras se acercaba a él - Hay que
salir de aquí. Han llamado a la Policía desde la cafetería
Frank se mostró indiferente mientras se dirigía al coche en el que habían
llegado sus víctimas. Se montó en él y lo puso en marcha. Vernon entró por
el otro lado y Frank se le quedó mirando
- Es mi guerra - dijo Frank
- Ahora vuelve a ser la mía también - dijo Vernon decidido y tembloroso
FIN
1.- Punisher #14 USA
2.- Punisher #15 a 18 USA
PROXIMO EPISODIO: Juegos Familiares. Frank y Vernon planean un ataque directo a los Daurado en medio de una
pequeña guerra interna movida por alguien del pasado del Castigador.
LETRAS Y BALAS
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