CAPITAN AMERICA #458
Capitanes y Reyes
Guión:
Luis Capote
PORTADA: El Capitán embraza su escudo mirando al frente con determinación, mientras sobre él se cierne la sombra del águila del escudo de SHIELD
- Cuanto tiempo, Capi...
- Hola Nick. No esperaba verte aquí.
El Capitán América avanzó hasta el claro donde le esperaba Furia. Mientras
se acercaba observó cuidadosamente la figura del hombre que le esperaba.
Hablaba como Nick, vestía como Nick, se parecía a Nick... pero Nick estaba
muerto ¿o no?
- Tienes buen aspecto, Capi. Mejor que la última vez que te vi.
Rogers sopesó esas palabras. La última vez que se habían encontrado había
sido durante la víspera del asalto a Boca Caliente1, cuando el deterioro
del suero en su torrente sanguíneo parecía haberle sentenciado a muerte. Sin
saber a qué atenerse, puso cara de póquer y decidió seguirle el juego.
- Tú también lo tienes, Nick. Mejor de lo que me habían contado.
- Ya sabes lo que suele decirse. No puedes decir que esté muerto si no has
visto el cadáver.
- Los Vengadores vieron tu cadáver. Y Lobezno. Y tus viejos compañeros de
armas de los Aulladores. Hasta Banner fue a presentarte sus respetos.
- Curiosa actitud por su parte ¿no crees? Prácticamente dejó libre a
Castle2...
El primer punto es suyo, pensó el Capi. Si no es Furia, sabe fintar bastante
bien.
Bien, Nick. Dame ese paquete que está a tus pies. Dame la carta que Tony
Stark me envió.
Furia alargó un papel doblado que Steve desplegó y procedió a leer,
echándose el escudo al hombro. Estaba manuscrita, con el puño y letra de
Tony Stark.
Querido Amigo:
Si lees esta carta será porque sin duda, ya habré muerto. Siempre he
pensado que me sobrevivirás, habida cuenta de las herejías que yo le he
hecho a mi organismo. A veces me gustaría creer que serás inmortal y nos
sobrevivirás a todos. Hace unas semanas estabas a punto de morir y ahora te
veo en los noticieros; aún cuando el suero del supersoldado parecía haberte
sentenciado tú seguiste adelante. Siempre he admirado tu capacidad para
seguir adelante, para sobreponerte a cualquier adversidad. La he admirado de
esa forma que sólo puede significar la envidia de lo que no se tiene, pues
si algo no he sabido tener en esta vida es ese control que tú pareces tener
sobre todas las cosas. Nada parece alterarte, y yo, yo no puedo decir eso. A
veces siento que pierdo el control. Una sensación extraña en alguien que
dirige una multinacional. ¿Recuerdas cuando al principio de la sección de la
Costa Oeste ambos grupos hubieron de enfrentarse a causa de las
maquinaciones del Gran Maestro3? Yo me enfrenté a la Capitana Marvel y
durante el combate se refirió a mi muy elogiosamente: fuerte, valiente,
inteligente... pero entonces como ahora sigo viéndome como un alcohólico,
como un hombre que simplemente deja de ver la vida a través del fondo de una
botella porque quiere recuperar un atisbo de dignidad y porque no quiere
morir. Tú me has visto caer al fondo y levantarme otra vez, pero no sabes
que mi vida es una lucha constante por mantenerme, por no volver a caer por
mucho que las circunstancias sean adversas, pero últimamente noto que estoy
a punto de ceder, que voy a caer víctima de algo, no sé qué es. Odio esa
situación, porque me gusta poder saber, conocer, explicar... reglar y cosas
como los presentimientos o la magia niegan todo aquello que sé, todo aquello
en lo que creo. Pese a todo, hoy quiero ceder a esa irracionalidad para
cerrar definitivamente cualquier discrepancia que haya habido. No puedo
cambiar lo pasado y tampoco quiero. Si volviera a enfrentarme a la
Inteligencia Suprema haría lo mismo. Si descubriera que el Gobierno ha
pirateado mis diseños asaltaría la Bóveda una vez más. Siento que eso nos
haya situado en bandos opuestos, pero siempre estaré más allá de la lealtad
que le debo a un líder o al hombre que me entrenó, porque ante todo y sobre
todo, seré tu amigo. Así pues, toma el presente que te envío de nuevo no
como el pago que pensaste que era una vez, sino como una prenda de amistad.
Hasta siempre. T. S.
El Capitán no dijo nada. Dobló la carta y la guardó en su guante izquierdo,
embrazando de nuevo el escudo. Si el contenido de la carta le había
afectado, no lo exteriorizó, pero a sus espaldas dos corredores pararon su
ejercicio para colocarse a unos doce metros. Tras un breve silencio, el
vengador retomó la charla con su citador.
- ¿Es que ya no hay nada sagrado para ti, Nick? - dijo medio en broma,
medio en serio.
- Hago lo que tengo que hacer para estar un paso por delante de mis
adversarios, Capi - dijo éste sin bajar la mirada - una organización de
espionaje se alimenta de información. ¿Recuerdas aquellos carteles de
propaganda durante la guerra? "Una palabra indiscreta: otra tumba".
- ¿Ahora me cuentas en el bando de tus enemigos, Nicholas? ¿Hasta el punto
de robar una carta privada?
- Si metes la napia en asuntos de Estado, abanderado, mi misión es
detenerte. Así de claro. Así de simple.
- ¿Te refieres al asunto del tráfico de armas?
- Tú lo has dicho.
- Nadie está por encima de la ley, Coronel. Ni siquiera su organización -
sentenció el Capi - No puedo creer que SHIELD esté enviando armas a Extremo
Oriente, utilizando a un criminal como Lápida o a un desgraciado como Wright
y que esto haya causado el suicidio de DePaul.
- DePaul fue un buen soldado que honró a su ejército y a su país, Capitán.
Cumplió con su deber y mantuvo el secreto intacto, como corresponde a
nuestro oficio de espías.
- ¡Nick, no puedo creer lo que oigo! - contestó Rogers perdiendo la
paciencia ante la actitud de su interlocutor - ¡No puedes actuar como si no
hubiera reglas! ¡No puedes actuar por encima del Gobierno!
- ¡Eres un iluso, vengador! ¡Rodeado de tus amigos empijamados y combatiendo
a las amenazas de gente tan simple como sus deseos! ¿Quién te ha dicho que
actuamos fuera del conocimiento del Gobierno!
El Capitán se estremeció ante las implicaciones de aquella revelación. Si
fuera cierto los tentáculos de aquel asunto llegarían más lejos, pero no
mantuvo la calma y se aferró a pequeños detalles que llamaban su atención en
aquel diálogo que por momentos iba subiendo de tono.
- No te creo, Nick - dijo con una repentina mueca de relajación - Hemos
vivido muchas cosas juntos, pero no puedo confiar en un hombre que ha
demostrado ocultarme información esencial: tu supervivencia, la de la Agente
13 y ahora esto. Nicholas... Nick, te lo ruego, por todo lo que hemos
compartido, porque una vez combatimos codo con codo, te pido que
recapacites.
- Por lo que hemos vivido - respondió Furia escupiendo un trocito de su
habano - Capitán, sigues creyendo que estamos en la II Guerra Mundial. Quizá
después de todo parte de tus entendederas siguen cubiertas de hielo. No lo
entiendes ¿verdad? Aquí no hay un III Reich al que podamos convertir en el
eje de todos nuestros males. No estamos en guerra abierta, no lo hemos
estado desde 1945. Corea, Vietnam, Irak solo han sido escarceos. Ahora no
vamos atacando de frente, porque tampoco lo hacen nuestros enemigos. Eso
queda para los imbéciles para que los que existe tu club social, necios como
Kang o Gravitón. Tú sigues creyendo que los días en los que había un Hitler
al que derribar han regresado porque quizá, después de todo, sólo sirves
para eso. Mientras tú dormías el sueño de los justos yo veía cambiar al
mundo y evolucionaba con él. Es el tiempo de la guerra no declarada, donde
hay que vérselas con tipos como Osama Bin Laden, sin bandera, sin país, casi
sin rostro. Te mueves en un tablero sin ver más allá de tu casilla, pero yo
tengo que mirar todo el campo y tomar la responsabilidad de decidir una
estrategia, aunque ello suponga sacrificar algunas fichas.
- Bonito símil, Coronel. Sin embargo, no recuerdo que el ajedrez fuera un
pasatiempo que le gustara - respondió Rogers - pero al igual que usted y a
pesar de mi ausencia, he aprendido a distinguir la propaganda de la
realidad. Esa alocución no cambia nada las cosas porque el fin no justifica
nunca los medios.
- Me da igual que no te guste, abanderado - interrumpió Furia - Te quiero
fuera de los asuntos de SHIELD ¿Está claro?
- Ya que no me has convencido ¿intentarás vencerme, Nick? Creía conocerte
mejor. Creía que tú me conocías mejor. Llegaré hasta donde tenga que llegar.
La respuesta de Furia fue una mirada por encima del hombre del Capitán.
Éste clavó sus ojos en el del Coronel y aventuró lo que iba a ocurrir. Los
pasos apresurados cuyo sonido iba en aumento indicaban que los dos
corredores se dirigían hacia él. Sin dejar de vigilar a su interlocutor
esperó a que ellos estuvieran cerca. Una voltereta hacia atrás, las manos en
el suelo y una patada en cada cara fue lo que los asaltantes vieron y
recibieron antes de poder tocar al Capitán América. Éste quedó con las
piernas flexionadas mirando de nuevo a su antiguo amigo mientras los recién
llegados caían al suelo. Furia no estaba ni asustado, ni furioso. Molesto
pero tranquilo, desenfundó una pistola, no muy distinta que las que
componían el alijo que Rogers había interceptado.
- Por favor, Nick - dijo el Capi - No llegues a esto. No tires tantos años
de servicio por la borda. No merece la pena. Su mirada era de suplica, pero
no iba a ceder.
- Capitoste, no te enteras - atacó Furia - Llegaré hasta donde haga falta y
un fósil como tú no va a detener el curso de las cosas.
La última palabra desapareció ante el eco de un disparo que impactó en el
escudo del vengador. A éste siguieron varios a los que su blanco anticipó
esquivándolos o cubriéndose, pero sin repeler la agresión.
- Eres un blandengue, Capi - se burló el tuerto - Quieres detenerme pero no
tienes cojones para hacerlo. Nunca tuviste lo que hay que tener - graznó
mientras seguía disparando.
El abanderado seguía parando o esquivando los tiros, sin avanzar ni
retroceder, pero pronto se hizo evidente que se quedaba sin opciones. Los
sicarios de Furia se habían incorporado y amenazaban con sacar sus propias
armas. Cuando desenfundaron, el Capitán reaccionó y lanzó su escudo de forma
que desarmara a sus nuevos adversarios, pero cuando regresaba a su brazo un
disparo lo desvió, arrojándolo a varios metros de su propietario. El
afortunado tirador, que no era otro que Furia, sonrió torvamente y apuntó al
abanderado.
Mientras tanto en Suiza, la singular trouppe comandada por la Voz había
llegado a su destino final: el castillo que servía de cubil a Arnim Zola,
que recibió a sus huéspedes con singular atención.
- Ah, Sr... Voz. Un placer poder verle en persona, aunque desearía que
hubiera sido en mejores circunstancias.
- El placer es mío, Herr Zola.
- Ah, por favor, nada de alemán. Después de más de medio siglo huyendo de
los servicios secretos israelíes, de los caza-recompensas y de samaritanos
como Simon Wiesenthal, uno aprende a evitar el uso de ciertas... uhmmm...
costumbres que puedan resultar poco saludables.
- No se preocupe - contestó la Voz, al que causaba cierta fascinación el
peculiar aspecto físico de Zola4 - Supongo que sabrá a qué hemos venido.
- Sí y francamente, no me lo esperaba. Ni las circunstancias ni, espero que
no se lo tome a mal, el mensajero.
- Comprendo su suspicacia, Profesor Zola, pero Herr Schmidt no confiaba en
mucha gente en el seno de la organización.
- Práctica por lo demás bastante saludable. Ya he visto en qué estado está
la tal Madre Noche... pero cuestiones etílicas aparte, este encargo me
preocupa y me intriga, si me permite la confesión.
- Por supuesto - respondió el visitante pensando en las diatribas de un
científico loco.
- No me mire así, Voz - dijo de repente Zola, cambiando el tono de voz - yo
no soy un Frankenstein como usted parece pensar - sonrió al ver el
estremecimiento de su interlocutor - Se lo cuento porque suponiendo que
usted sea también el administrador temporal de los asuntos de Herr Schmidt,
deberá saber que el proceso que vamos a llevar a cabo implica ciertos...
riesgos.
- ¿Riesgos? ¿De qué tipo?
- Múltiples. En primer lugar, está el hecho de que los archivos de memoria
de los que dispongo son anteriores a la última aventura de nuestro jefe5,
pero eso es lo de menos. En segundo lugar está el hecho de que el material
con el que fabriqué y fabricaré un nuevo cuerpo padece algunos defectos que
a la larga pueden ser peligrosos6. Por último ¿ha probado usted a hacer
sucesivas copias de una misma imagen? La última es sólo un simple borrón.
Temo que de repetir el proceso, el resultado sea menos satisfactorio que la
primera vez.
- Hablando claramente, podríamos convertir al nuevo Cráneo Rojo en un
retrasado mental.
- Eso en el mejor de los casos. La clonación es ya de por sí un arte
complicado, pero en este caso tenemos muchísimas variables que manejar.
- ¿Está usted dispuesto a correr esos riesgos, Profesor Zola?
- Por supuesto. Mi lealtad hacia la causa representada por Cráneo es perenne
y como científico nunca pierdo la posibilidad de experimentar con cosas
nuevas.
- Ojalá pudiera comprender mejor el proceso que va a llevar a cabo - musitó
Voz, alterando levemente el tono de su ídem y la inflexión de cada palabra.
- Eso no será problema - respondió repentinamente Zola - Y por primera vez
en medio siglo, el último científico personal de Hitler se dispuso a revelar
uno de sus secretos a otro ser vivo.
Helitransporte. Una hora después y varios husos horarios antes. En una sala
de juntas la Condesa Valentina Allegra de la Fontaine, Directora de SHIELD
discutía con sus lugartenientes G. W. Bridge y Dum Dum Dugan la estrategia
orquestada en el seno de la organización para hacer frente a la ola de
paranoia colectiva que había atenazado a la opinión pública desde la crisis
de Onslaught. Sobre una enorme mesa, hay desplegado un mapa virtual en tres
dimensiones del subcontinente norteamericano donde brillaban varios puntos,
relativos a localidades de relativa importancia, a las que Dugan señalaba
alternativamente para dar un informe.
- En Canadá - dijo el irlandés señalando a la zona de Ottawa - la opinión
pública está dividida. En general apoyan a Alpha Flight, pero algunos
colectivos exigen que sus componentes mutantes sean expulsados y puestos en
cuarentena. Más al sur, los neoyorquinos aún no se han recuperado del susto.
Los Vengadores y los 4 Fantásticos han aumentado su popularidad en un 55%,
pero los sentimientos respecto de los mutantes siguen encontrados...
- Eso resulta un tanto ridículo - pensó en voz alta la Condesa - ¿Qué
diferencia a los ojos del ciudadano de la calle a un mutante de un
superhumano?
- Bueno - continuó con la reflexión Bridge - es esa tontería que puso de
moda Bolívar Trask de "qué le dijo el último neandertal al primer cromañón"
...
- Tontería que sirvió a la administración de esos años para hacerse con la
patente de su invento y tener un ejército de centinelas - dijo Dugan -
Después de muchos años en la brecha, he descubierto que cerca de un idiota
siempre hay algún listo que se aprovecha. Recuerdo que...
Dugan no pudo terminar su historia, porque en ese momento la puerta se abrió
y tras ella entró el Capitán América, perseguido más que flanqueado por dos
guardias de seguridad.
- Capitán ¿qué significa esta intromisión? - inquirió la Directora.
- Dímelo tú, Val - respondió el aludido, lanzando un bulto hacia la mesa,
que rebotó hasta que los jefes de SHIELD vieron la cabeza decapitada de Nick
Furia.
- ¡¿Pero qué demonios...?! - Dugan se acercó casi fuera de sí a aquel
inesperado regalo mientras sus compañeros se volvían hacia el recién
llegado, que parecía tan preocupado como si hubiera tirado un melón maduro.
Dos horas más tarde, Dugan y Bridge se encontraban en la misma sala,
interrogando a dos supuestos civiles vestidos para correr
- Agente 363 - Dice usted que el Coronel Furia los reclutó para una misión a
usted y a su compañero el Agente 367 cuando salieron de la academia hace
apenas un mes - ¿me toma usted por imbécil? - inquirió Dugan.
- Sí, Señor... digo... no, Señor - respondió éste azorado - Digo que el
Coronel nos requirió a través de correo electrónico y nos citó fuera del
Helitransporte.
- ¿Si hubiera sido Papá Noel le hubieras mandado tu carta, especie de
cretino?
- Señor - interrumpió el Agente 367, tan nervioso como su camarada - Parecía
el Coronel. Mucho.
- Nadie te ha dado permiso para hablar, chaval - lo cortó Bridge - ¿No se le
ocurrió recordar acaso que hace muy poco que enterramos al Coronel y que sus
propios compañeros de armas están realmente afectados por ello?
- "Parecía el Coronel. Mucho" - ironizaba Dugan - Mucho me parece a mí que
estos dos bobos no han aprendido nada - ¡Yo serví junto a Furia antes de que
tus viejos te fabricaran a ti, pedazo de carne con ojos! ¡Sé perfectamente
que con dos chapuzas como vosotros él sabría qué hacer! ¡No sólo no hubiera
contactado con vosotros para ninguna misión sino que os habría molido el
culo a patadas!
- Cálmate, Dugan - dijo Bridge intentando tranquilizar a su compañero - ¿Y
exactamente cuál era el contenido de esa misión, agentes?
- Escoltar al Coronel Furia a una entrevista con el Capitán América. Actuar
de forma encubierta y actuar sólo cuando él nos hiciera una señal. En último
extremo... - el agente 367 se calló...
- ... usar fuerza letal. Maravilloso - sentenció Dugan - que estuviéramos
hablando de uno de los mejores operativos externos de la organización, amén
de uno de los más antiguos camaradas del Coronel no importaba ¿verdad?
- Pensábamos que el Capitán podía haberse salido de madre. Según los
informes había pasado antes7 - continuó el agente 363 - pero nos
derribaron fácilmente y al levantarnos...
- ¿Sí? - inquirió Bridge
- El Coronel apuntaba al vengador, que había perdido su escudo. No
comprendías nada y no creíamos al director capaz de disparar a sangre fría a
un hombre desarmado, pero lo hizo. El Capitán lo esquivó y cargó contra él,
arrebatándole el fardo que cargaba. Vimos como el Coronel se apartaba de un
salto, para lanzar varios disparos más, pero ninguno pudo atravesar aquel
extraño paquete. El vengador avanzó contra él y vimos que lo que tenía era
otro escudo. Por un momento pudimos ver sus ojos y parecía sumamente
furioso. De un golpe desarmó al Coronel, pareció decir algo y antes que
pudiéramos darnos cuenta había usado el filo de su protección para
decapitarle. Entonces vimos lo que realmente había ocurrido.
- Realmente, Dugan y Bridge saben coordinarse bien. Jamás vi mejor pareja de
policía bueno y policía malo - dijo el Capitán América, que observaba el
interrogatorio desde una sala contigua, a través un circuito cerrado de
televisión - Los chicos parecen aterrados.
- Son perros viejos, Capi - respondió Val, un poco más relajada - Además, no
les gusta que jueguen con la memoria de Nick. Y a mí tampoco. Llegaré hasta
el fondo de este asunto. No puedo creer que dos agentes se dejen engañar por
un truco tan burdo.
- Val, no tenía nada de burdo. Yo conozco... conocía a Nick desde hace tanto
tiempo como Dugan y casi me engaña. Si no hubiéramos discutido, si no
hubiera intentado matarme, lo habría conseguido.
- ¿Cómo supiste que no era el auténtico, que era un SDV?
- No lo sabía a ciencia cierta - suspiró el abanderado - Así que decidí
jugarme el todo por el todo. Este simulacro dotado de vida sabía muchas
cosas propias de Furia, pero no todo lo que éste conocía. No sabía que el
Capitán América y Steve Rogers son la misma persona
- Interesante - sonrió la Condesa - No puedo pedirte que abandones la
investigación, Capitán, pero si quiero que lleves un enlace con la compañía,
alguien que sólo responda ante mí, Dugan o Bridge.
- Bien, Val. En tal caso quiero a la Agente 13. Quiero a Sharon Carter.
- ¿Qué? Sabes bien que eso es imposible. Carter no se ha presentado para
informar sobre su última misión y si no fuera por ti la habría declarado en
rebeldía. Lo siento, Steve, pero pides demasiado.
- Lo siento, Val, pero hoy por hoy es la única persona en la que confío
plenamente en el seno de tu organización que puede acompañarme en esta
misión. Ni tú ni Dugan podéis abandonar el puesto.
- Carter considera que la abandonamos, Capitán. No sé cuál será su actitud
hacia ti, pero su hostilidad hacia la organización es más que evidente. No
es una buena elección.
- Es mi mejor elección, Val. Yo respondo por ella, pero quiero que ambos
tengamos acceso a la información que se nos negó durante todo este tiempo.
Si como todo indica, Nicholas está muerto, quiero saber porqué se me hizo
creer que Sharon también lo estaba.
- Veré lo que puedo hacer, Capi, pero no puedo garantizarte nada. El mayor
tesoro de una compañía como ésta son sus secretos.
- El exceso de secretos también puede ser su mayor mal, Condesa. No sería la
primera vez que eso lleva a SHIELD al borde del abismo. Si tú no me das
respuestas, las buscaré por otra vía, porque quiero saber porqué me robaron
parte de mi vida. ¿No querrías tú lo propio?
- Tienes razón... Steve - respondió Val serenamente al recordar los detalles
de la muerte de Furia - Haré todo lo que esté en mi mano. Tienes mi palabra
de ello.
- Nunca he duda de ella. Esperaré a Sharon en la mansión de los Vengadores.
- Bien. Por cierto, Capitán ¿Qué es eso que llevas en la mochila? Tiene la
forma de tu escudo, pero lo llevas en el brazo.
- Oh ¿Esto? - respondió el aludido sonriendo - Es un regalo de un buen
amigo. Cuídate, Val.
Mientras, lejos de allí, todavía en Central Park, un supuesto mendigo se
disponía a pasar la noche arropado por periódicos. A lo lejos parecía que
deliraba porque hablaba solo, susurrando al aire sus palabras pero...
- Ray. Soy Claymore. El tuerto ha caído.
- Era de esperar. El Capitán América era uno de sus amigos más antiguos.
¿Los agentes implicados?
- Se los llevó el abanderado. No duraron ni medio minuto. Y ahora ¿qué?
- Ahora te esfumarás. Nadie notará la ausencia de un vagabundo maloliente en
el parque. A su debido tiempo se te pagará lo acordado. ¿Te han visto?
- No. Para nada. El Capi pasó muy cerca de mí, pero hoy en día los teléfonos
móviles son como los caramelos. Todo el mundo tiene uno en la boca.
- No quiero problemas, así que lárgate a otro lugar cuanto antes ¿Entendido?
- Descuida. Nadie sabrá que existo.
La conversación terminó y Claymore cerró los ojos para dormir un rato, antes
de marcharse la estación más cercana de lo que fuere, convencido que nadie
había podido darse cuenta de lo que realmente pasaba y de quién era él en
verdad, porque no había forma humana de descubrirle.
Al cabo de media hora, cuando el falso vagabundo dormía a pierna suelta,
casi de la nada surgió un hombre con sombrero calado hasta las orejas y el
cuello de la gabardina subido. Desde la distancia miró el cuerpo que
descansaba sobre el banco y sonrió, hablando también para si.
- Hace usted bien, Herr Claymore en descansar. Ha hecho usted un buen
trabajo y si yo todavía fuera oficial a las órdenes del III Reich y del
Barón Von Strucker sabría valorar su habilidad como se merece, pero mi
destino es encontrarme con el Capitán América en un momento de su futuro y
eso implica que consecuentemente, su destino está en mis manos. De todos
modos, quédele el consuelo de que realmente, nada humano ha podido
descubrirle.
La figura del paseante se difuminó por un instante, para dar paso a otros
ropajes bien distintos. La gabardina dejó paso a una capa escarlata con
hermosos bordados en oro, la cual resaltaba las otras prendas que llevaba,
que le daban un aspecto híbrido entre soldado y hechicero. El sombrero
desapareció y dejó paso a una cabeza bien proporcionada, aureolada de una
mata de pelo blanco y unos cuidados bigote y perilla de idéntico color. Con
paso marcial y elegantes gestos, movió brazos, manos y dedos, acompañándolos
de un extraño rezo. Cuando pronunció la última sílaba de su letanía, el
misterioso caminante de desvaneció, casi como había llegado.
1.- Habría que darle un premio a Dennis O´Neil por haber sacado ese
nombrecito que sonaba a castellano. En todo caso, el asalto de marras se
produjo en la saga El Fin de IMA.
2.- Para saber de qué hablan estos dos fósiles de la II Guerra Mundial ver
Marvel: Double Edge.
3.- Una aventura que se desarrollo en los anuales del año 1987.
Concretamente: Vengadores Costa Oeste Anual nº 2 y Vengadores Anual nº 16.
Como siempre, la historia se iniciaba con un partido de béisbol.
4.- No olvidemos que el Herr Zola de las narices es como un gran teletubbie
cuya barriguita televisiva conforma los rastos de su careto, que deja el
espacio del coco a una especie de cámara.
5.- Se refiere a la primera aventura guionizada por Mark Waid, relativa al
Cubo Cósmico.
6.- Siendo el material genético del Capi, hay que recordar que ambos
cuerpos, original y clon, sufrieron el deterioro de sus respectivos
organismos por culpa de la corrupción del suero del supersoldado. Los
problemas y su posible solución se vieron en las sagas Último Combate y El
Fin de IMA.
7.- Pasó en Calles Envenenadas y cuando el manto del Capitán América
recayeron sobre John Walker.
BARRAS DE PAN Y SOPA DE ESTRELLAS
La saga continúa y se embrolla y se embrolla y se embrolla más y más. Hoy
hemos tenido al buena parte de la plana mayor de SHIELD, amén de un singular
personaje que dará mucho que hablar (el vejete que aparece en el parque
dando pases mágicos). Pero pasemos a las cartas... mejor dicho a la carta de
Xumer, que no acaba de comprender por qué el Capi se sorprende al recibir
una carta de Tony Stark si éste está más sano que una pera y bueno, la idea
es que la carta la escribió el viejo Tony antes de los aconteceres de La
Encrucijada, en tanto que el nuevo, al ser más joven e imberbe puede tener
el mismo ADN que el original pero entre él y el abanderado no existe la
misma relación de camaradería ni los recuerdos, buenos o malos que había
entre éste y el en mi humilde opinión único, auténtico y verdadero inventor
y usuario de la lata voladora. Y con esto y un bizcocho, aquí termina el
número cuatrocientos cincuenta y ocho.