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PORTADA
El supersoldado, la leyenda viviente, el defensor del sueño de una nación, un hombre, el Capitán América.
 
Capitán América

CAPITAN AMERICA #456
La pista búlgara
Guión: Luis Capote

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PORTADA: El Capitán entra decididamente por una puerta, que no es sino la entrada a un enrevesado laberinto

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- Ms. Sullivan le recibirá enseguida, señor

- Gracias, señorita...

- S... Smith, es un apellido muy común, pero puede llamarme Marjorie - dijo la joven, sonriendo...

- Bonito nombre - respondió sonriendo a su vez el Capi.

- Gra... gracias. No todos los días puede ver una una leyenda familiar... en mi casa crecimos oyendo hablar de usted...

- Tus abuelos ¿no? A veces me olvido de lo viejo que puedo llegar a ser...

- No.. no quería decir eso - dijo una azorada Marjorie. En todo caso, tiene usted muy buen aspecto para haber luchado en la grande, como la llamaba mi abuelo...

- Vida sana, Marjorie... ¿Puedo llamarla así?

- Sí - respondió sonriente. Puede llamarme cuando quiera, Capitán...

Antes de que Rogers pudiera contestar, la puerta del despacho se abrió y una joven de color se acercó sonriente para estrechar su mano.

- Buenos días, Capitán. ¿A qué debo el placer de esta visita?

- Lo de siempre, Ms. Sullivan. Asesoramiento legal y un poco de ayuda.

- Bien, veremos que se puede hacer... Hasta luego, Marjorie

- Adiós, Capitán - respondió la joven, que volvió a su trabajo con bastante mejor humor.

Dentro del despacho, Sullivan se sentó cómodamente en un tresillo desde el que indicó a su visitante que hiciera lo propio. El Capitán declinó la invitación y se apoyó sobre un sillón al tiempo que procedía a exponer el asunto que lo había traído allí

- Bueno, Capitán, ¿qué es lo que te trae a mi despacho? Normalmente los asuntos judiciales que implican a los Vengadores se sustancian a través de los canales habituales.

- Así es, Ms. Sullivan, pero este caso en particular tiene ciertas implicaciones que van más allá de lo habitual...

- Bien, vamos a ver: según el informe del Teniente Stone, se procedió a la aprehensión de un alijo de armamento dirigido a algún lugar indeterminado de Extremo Oriente. En la operación se detuve también a la cabeza visible de la operación (el tal Lápida) y a sus subalternos. En principio no habría ningún problema para conseguir una condena, Capitán. Y llámame Inger, por favor...

- Lo haré si tú me llamas Capi. Creo que hay bastante confianza entre nosotros, Inger1. Respecto a este caso, creo que hay implicaciones más profundas de lo que podemos creer... el alijo incautado pertenecía a SHIELD.

- Eso ya son palabras mayores, Capitán... perdón, Capi.

- Bien puedes decirlo, Inger. Se trata de un arma reglamentaria de esa organización, sólo de ella. Después de unos cuantos episodios desagradables2 existen controles muy estrictos dentro y fuera del propio cuerpo para evitar estas cosas... pero sin embargo existen.

- Entiendo, Capi, pero no acabo de entender qué quieres exactamente de mí. Tal y como lo has expuesto, parece claro que dentro de SHIELD puede haber un traidor...

- Cierto, Ms. Sullivan - repuso Rogers sonriendo - pero aparte de las implicaciones que este descubrimiento tienen para el caso, necesitaría que fueras un poco más allá de tu labor como abogado de la acusación particular. Creo que he topado casualmente con la punta de un iceberg muy grande, pero esta investigación requiere pasar desapercibido, cosa bastante complicada para mí...

- ... ya veo por donde vas, Capitán. Quieres que yo, utilizando mi posición como parte acusadora en el proceso contra Lápida y sus compinches, empiece a escarbar. Bien pensado, pero mi trabajo junto a los Vengadores es bastante conocido en el mundillo judicial. ¿No pondría eso en guardia a los hipotéticos miembros de esa red de la que hablas?

- No había planteado esa posibilidad, pero podríamos hacer otra cosa, Inger...

Un momento después, el Capitán salía del despacho privado de Sullivan. En ese momento, el timbre sonó otra vez y Marjorie se aprestó a abrir la puerta

- ¿Sí? ¿Qué desea, por favor?

- Mensajero. Traigo un paquete para Ms. Sullivan.

- Démelo, por favor. ¿Tengo que firmar algo?

- Sí, aquí... ¡Ey! Usted es el Capitán América ¿no? - dijo al ver al vengador acercándose a la puerta de salida.

- Así es, amigo - respondió un sonriente Capitán.

- ¡Qué pasote! Los muchachos no se lo creerán. ¿Podría estrechar su mano, Capi?

Por toda respuesta, el vengador tendió su mano y dio un fuerte apretón a la que tendía el mensajero. Sus miradas se cruzaron brevemente y al retirarla, Rogers bajó la mirada un instante hacia a la diestra que el hombre retiraba. Sonrió y se retiró, mientras el otro recogía apresuradamente el albarán y la propina que Marjorie le tendía. El Capitán se dirigió a uno de los ascensores y abrió la puerta para que el otro entrara, pero éste se introdujo a toda prisa en el otro, sin mediar palabra, por lo que Steve se encogió de hombros y se dispuso a bajar los pisos que le separaban de la calle, reflexionando sobre el caso en el que estaba incurso. Inger le había dado una buena idea, pero su desarrollo implicaba muchos riesgos... ellos eran de sobra conocidos pero otra persona con conocimientos jurídicos y sin notoriedad podría llevarlo a cabo, y desde el momento en que el plan tomó forma en su mente, el nombre de ella vino aparejado a él ¿porque era la persona adecuada? ¿porque confiaba en ella? Quería creer que sí. Cuando abrió la puerta se sintió extrañamente nervioso, desazonado, como si algo en su interior quisiera decirle que algo fuera mal. Algo no encajaba pero ¿qué?

- ¡Ey! ¡Es el Capitán América!

El aludido se percató que un grupo de chicos y chicas de entre doce y quince años que volvían de un gimnasio lo habían visto y se acercaban a él. Los saludó y se dispuso a charlar un rato con ellos...

- Hola, chicos ¿qué tal va todo?

- Bien, Capi... ¡Mirad, tíos, qué músculos! ¿Te pinchas, Capi?

- ¿Eh? Euh... No - respondió sonriendo - Vida sana, chaval.

- Thor y Hércules seguro que se ponen hasta el culo de anabolizantes - intervino un tercero...

- No creo, chicos. Creo que en sus casas no tienen de esas cosas - respondió el Capitán, azorado y divertido a la vez...

- ¡Sí, es cierto! Lo han dicho en la MuscleMag. Nadie puede tener esos músculos salvo Arnold...

- ¡Bah! - dijo una chica - Ahí se pasan la vida haciéndole la pelota. ¡Hulk si que se ha pegado un buen chute radiactivo!

- Bueno, chicos, todo eso es nuevo para mí - terció el Capitán, mientras se dirigía a su motocicleta y meditaba si el suero del supersoldado podía compararse a un "chute" de esteroides.

- Mi viejo dice que luchaste en la gran guerra. Él estuvo también allí, en Sei... Saigon, creo que se llamaba. Seguro que le salvaste el culo un par de veces... ¡choca esos cinco!

- ¡Hecho! - respondió Rogers, mientras una miríada de pensamientos sobre el sistema de educación de su país cruzó su mente. Alargó la mano derecha y estrechó la que la chica le mostraba, un tanto callosa, como si estuviera acostumbrada a hacer ejercicios de pesas. Las manos podían decir muchas cosas de su dueño, pensó y de repente se hizo la luz en su cabeza. Miró hacia el edificio que acababa de dejar y, apartando a los chicos, volvió corriendo por donde había venido. Cruzó las puertas a toda velocidad indicando a quien se cruzaba a su paso que desalojaran el edificio y sin pararse a ver la expresión de estupefacción del aludido. Subió los peldaños de cuatro en cuatro y cargó contra la puerta del despacho embrazando su escudo. La madera cedió a la primera acometida y la puerta se desencajó de los goznes, cayendo al suelo...

- ¡Marjorie! ¡Inger!

- ¡¿Capitán?! ¡¿Qué sucede...?! - acertó a preguntar la espantada Ms. Smith, que ya se disponía a abrir el paquete que el mensajero le había entregado...

- ¡No hay tiempo! ¿Dónde está Ms. Sullivan? ¡Tenemos...!

En el exterior los muchachos miraban hacia un edificio del que empezaban a salir personas a toda prisa, y donde empezaba a aproximarse todo tipo de curiosos. Dos patrulleros se aproximaron al grupo, que mantenía una acalorada discusión...

- ¡Te digo que ahí tiene que pasar algo, tronco! - dijo la chica que había chocado los cinco con el vengador abanderado.

- ¡Venga, Dana, no seas gafe! Ahora va a resultar que el Culo Rojo ha venido a conquistar el barrio...

- Es Cráneo Rojo, pedazo de bobo. Mi padre me ha dicho que ahí curra la abogada de los Vengatas...

- ¿Tú padre el veterano de Seigon? Ahora va a resultar que el gordo Jones es miembro del Equipo A que ha fichados por el equipo del Capi...

- Oye, Roscoe...

- Ey, ey, chicos. Tranquilidad - intervino uno de los patrulleros. ¿Qué está pasando aquí?

- El Capi ha entrado en ese edificio y no hace más que salir peña despavorida...

- ¿El Capi? ¿El Capitán América? Ey, Renko, escucha esto

- ¿Qué ocurre, Bobby? - dijo el otro patrullero, un tipo pelirrojo y corpulento, acercándose

- Dicen que el Capitán América ha entrado. Deberíamos entrar...

- No creo que el Capi necesite la ayuda de dos azulitos, hermano...

- Eso lo decidiremos nosotros, hermano - respondió el oficial. Voy a avisar a la comisaría, Andy. Tú cuida que la gente se aparte.

- Bien... ¡Vamos, vamos! Por favor, aléjense de la zona. Puede ser peligroso. El gigantesco Renko hacía bien su trabajo y los curiosos, que ya eran multitud, retrocedieron varios pasos. Mientras, su compañero estaba ya en el coche patrulla y se disponía a comunicar la situación

- ¿Central? Soy Bobby Hill. Tenemos.

El oficial no pudo continuar su informe, porque el sonido de una explosión lo impidió. La onda expansiva atrajo hacia una multitud en la que el pánico sustituyó de forma repentina a la curiosidad miles de esquirlas de cristal y cascotes. Cuando el sorprendido Hill pudo levantar la mirada, vio que la quinta planta del edificio estaba envuelta en llamas que asomaban por cada uno de los ventanales y empezaban a crecer. Renko hacía enormes esfuerzos por intentar mantener la calma de la gente, pero las primeras filas empezaban a replegarse rápidamente, aplastándose contra las más alejadas. Mientras, los muchachos del gimnasio intentaban mantener la calma entre la confusión

- ¡La culpa es tuya, Dana! Eres una jodida gafe...

- ¡Ya habló la sabiduría de los paletos! - respondió la aludida. Tus padres no te quitaron del cerebelo la peste a pantano...

- ¡Callaos los dos! ¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir como la ha espichado el abanderado...!

- ¡¡Cállate, Reggie!! - lo cortó la chica, al borde del histerismo - ¡El Capi no ha muerto! ¡¿Me oyes?!

- ¡Mira esas llamas, tía! ¿Tú crees que alguien podría so...bre... vivir?! - el chico miraba hacia arriba y sus ojos se abrieron exageradamente, al tiempo que tu lengua quedaba silenciada...

- ¿Qué dia...? - Dana y Roscoe volvieron la mirada y vieron lo que había causado el espanto de su compañero. Allí, en una de las ventanas, rodeado por las llamas, estaba el Capitán América.

Desde la calle, la figura del vengador presentaba unos tintes apocalípticos. Las llamas lamían su escudo y arrancaban de la cota de malla de su uniforme reflejos dorados. Nadie podía distinguir su rostro. Desde su posición, el Capitán notaba el creciente calor a su espalda, pero oteó con calma a la multitud que retrocedía lenta y ordenadamente gracias a los esfuerzos de los dos oficiales y un tercer hombre con aspecto de vagabundo. Miró a izquierda y derecha, buscando un rostro conocido, de entre aquéllos que lo observaban con una mezcla de admiración y temor. Centró su mirada en un punto y puso un pie sobre el alféizar. Todos pensaron que se disponía a saltar y los sentimientos encontrados crecieron en su interior: nadie podía sobrevivir a una caída semejante, pero si alguien podía, ése era el Capitán América, mas cuando éste flexionó su cuerpo, no saltó, sino que extendió el brazo derecho en un movimiento rápido para dar impulso a su escudo, que voló como impulsado por un muelle, reflejando los rayos solares e impactó en la sien de uno de los curiosos, situado tras las primeras filas. Los que lo rodeaban se volvieron hacia la ventana, sólo para ver cómo el vengador saltaba sobre un endeble andamio a la altura del tercer piso para recuperar su escudo. Utilizando las barras del andamio como aparato de gimnasia, se impulsó para caer al suelo. A su paso, la gente se apartó y pronto estuvo ante su presa.

- ¡Maldito seas! - chilló el caído, que no era otro que el mensajero. ¡Puede que seas inmune a las llamas pero a esto no!

Sacó de su chaqueta una pistola y se dispuso a hacer uso de ella, pero al extender el brazo recibió un fuerte impacto a la altura de la muñeca que le hizo soltarla. Intentando dominar una furia creciente, el Capitán lo cogió por la pechera y lo alzó...

- Sabía que te quedarías para confirmar que habías hecho bien tu trabajo. Ahora te sugiero fervientemente que hables y me digas quien te ha encargado eliminarnos.

- ¡No se de qué me hablas, vigilante! ¡Quiero un abogado! ¡¡Tengo mis derechos!!

- En todos los países civilizados los tienes - respondió el vengador, en un tono carente de emoción que sólo puso más nervioso a su adversario - pero los abogados no son magos...

- ¡Te equivocas, carabandera! ¡Tengo amigos muy influyentes! Estaré fuera al anochecer e iré a mear a la puerta de tu choza...

- Todos los lacayos sueltan la misma canción - suspiró, añadiendo para sí. Me pregunto si existe alguna academia de esbirros donde den clases de retórica, pero no me imagino al Supervisor dando clases de Derecho... ¡Oficial! Espóselo y avise a Código: Azul.

- ¡No puedes deternerme, Capitán! Tus dos fulanas de juzgado están muertas y será la palabra de un enmascarado contra la mía - espetó abriendo la boca en una mueca sonriente.

- ¿Eso crees? - respondió el Capitán, esbozando una leve sonrisa - Te equivocas.

La risa del incendiario desapareció al ver tras el Capitán a Inger y Marjorie, ilesas y observándolo, mirándolo fijamente a los ojos. A su lado pasaron Hill y Renko, que procedieron a hacerse cargo del detenido, que perdió toda serenidad e intentó zafarse. Al lograrlo, echó a correr hacia una multitud que le cerraba el paso, pero inesperadamente cayó encima de él un vagabundo que, tras propinarle un par de sonoros puñetazos, le puso los brazos a la espalda sin ningún tipo de miramiento...

- ¡Asqueroso montón de mierda! ¡Estoy hasta los cojones de tener que patearme las calles por culpa de basura como tú!

- ¡Joder! ¡Sacadme a esta bestia de encima!

- ¡Cállate ya! - contestó el vagabundo mientras sacaba unas esposas - Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podra...

Estupefacto por la escena que acababa de presenciar (y por el florido lenguaje que empleaba el vagabundo), el Capitán se acercó a ambos, lanzando una mirada interrogante a los dos agentes de policía, que contemplaban aquella visión como si fuera el pan nuestro de cada día. Al llegar, vio como su presa era levantada en vilo por alguien de mucha menor estatura que se pegaba a su cara con una expresión próxima a la de una bestia rabiosa y que no pudo sino evocarle a su amigo Logan.

- Aquí tienes, Capi. Setenta quilos de basura listas para el empaquetado...

- Gracias, euh...

- Belker, señor. Sargento Mike Belker, de la Comisaría de Hill Street, como mis compañeros.

- Gracias de nuevo, Sargento Belker.

- ¡De nada, Capi! Un placer trabajar a tu lado

Inger y Marjorie se acercaron tímidamente al Capitán. No deseaban sentirse cerca de quien había querido matarlas. Estaban ilesas aunque en sus rostros se reflejaban distintas emociones, reflejos a su vez de los acontecimientos que habían vivido en un período tan corto de tiempo. Rogers dejó a su prisionero en manos de Belker y se dirigió, más relajado, hacia ellas.

- Siento mucho lo que ha pasado en el despacho. La Fundación María Stark se hará cargo de todos los gastos.

- No lo sientas, Capi - respondió tranquilamente Inger - Salvaste nuestras vidas y eso es lo que importa. Sabía que la vida junto a los Vengadores era un tanto arriesgada, pero nunca piensas que te vaya a tocar a ti.

- Lo sé. Entenderé si quieres dejarlo, Inger...

- No, Capitán. Éste es mi trabajo, para bien o para mal. Escogí mi camino hace mucho tiempo, pero Marjorie...

- Yo... yo... - la joven estaba demasiado impresionada para articular palabra y se echó a llorar en brazos de su jefa...

- Entiendo. Id a descansar. Las dos.

La multitud se fue alejando conforme más agentes del orden llegaron. Con ellos vinieron los bomberos que iniciaron rápidamente la labor de apagar el fuego y rescatar a algunos inquilinos despistados que no habían podido o querido desalojar el inmueble. Un poco después llegó un contingente de Código: Azul, con el Teniente Stone a la cabeza.

- ¡Cojones, Capitán! Últimamente nos vemos cada día...

- Cierto, Teniente. Creo que en nuestra última incursión hicimos una presa muy grande.

- ¿Implicado con el asunto del tráfico de armas?

- Eso lo veremos ahora. ¿Tiene algún sitio que pueda servirnos de sala de interrogatorios?

- Venga por aquí, Capi. Nuestra furgoneta servirá...

El vehículo indicado por Stone era lo bastante amplio como para que los miembros de su equipo fueran transportados de forma rápida y cómoda. Una vez dentro, Stone despidió a los agentes de policía, ordenó a los suyos que montaran guardia y acomodó al esposado prisionero, que había recuperado la calma y procuraba dar una impresión de seguridad que no lograba convencer a sus dos interrogadores.

- Bien, amigo - comenzó Stone

- No soy su amigo, Teniente...

- Era un decir, pero pese a ello, te daré un consejo como tal: ¡Empieza a cantar!

- El Teniente tiene razón, hijo. Será mejor para todos que hables - terció el Capitán.

- No soy su hijo, abanderado...

- No eres mi amigo, no eres su hijo. Eres el Señor No...

- ¡Quiero un abogado!

- Y lo tendrás, pero antes quiero que veas claramente cuál es tu situación: Estás detenido por un doble intento de asesinato cuyas víctimas te han identificado, eso sin contar resistencia a la autoridad y la tenencia ilícita de armas... Cooperar es tu única salida, así que, para empezar ¿qué sabes del tráfico ilegal de armas de SHIELD a Extremo Oriente?

- Yo no estoy metido en ese fregado...

- Te equivocas - lo cortó el vengador - Este juguete con el que intentaste dispararme prueba que mientes. Es un arma con un diseño muy particular que sólo llevan los agentes de SHIELD. Supongo que comprobando el número de serie podremos encontrar que pertenecía al alijo que el Teniente Stone y yo encontramos. Estás metido en un fregado que implica directamente a SHIELD.

- Exactamente, Capitán América - resonó una voz a su espalda, mientras la puerta del vehículo se abría para dejar paso a un hombre vestido con el uniforme de la citada organización.

Moreno, ligeramente barbado, el recién llegado observó al trío del interior sin el menor atisbo de emoción, aunque según sus ojos pasaron de Stone al Capitán dejó bastante claro que no le gustaban ni los azules ni los enmascarados.

- Agente Especial DePaul - dijo mostrando sus credenciales a ambos. Hemos tenido conocimiento del asunto de la partida de armas.

- Muy bien, DePaul - saludó cortésmente el Capitán - Creo recordarle de algunos informes aportados por Thunderstrike3. Tome asiento, por favor...

- He venido para hacerme cargo de su prisionero. Desde ahora, esto es asunto de SHIELD.

- ¿Qué? Un momento, amigo - dijo Stone. La operación se ha llevado a cabo por parte de Código: Azul, así que no espere que por lucir palmito de aprendiz de James Bond vaya a besarle el culo y a entregarle a este primo...

- ¡Esto es un asunto de SHIELD, Teniente! No interfiera o me veré obligado a detenerle...

- Los chavalines de la secreta, siempre pasándose por el forro de los cojones cualquier regla escrita. Después de todo, no sería la primera vez que nos hacéis una guarrada de tamaño calibre4. De todos modos, no veo que traigas una orden judicial en ese uniforme tan ajustado, gallito...

- ¡Le advierto, Teniente...!

- Ya basta - terció el Capitán, poniéndose en pie - agente DePaul, entiendo que SHIELD esté interesada en llegar al fondo de este asunto, pero no puede usted entrar aquí y esperar que todo el mundo se incline ante usted por el mero hecho de llevar una insignia. Por lo que sé, es usted un buen soldado que conoce el valor de las reglas.

- Capitán, insisto en que se trata de un asunto de SHIELD. No veo porqué dos personas ajenas a la organización deben andar husmeando en nuestro patio trasero...

- DePaul, en primer lugar y sin ánimo de ofender, creo que yo hacía ya misiones para su organización cuando usted todavía estaba en la academia, y en segundo lugar, hemos sacado lo suficiente en claro como para colegir que puede haber personal del propio SHIELD implicado. De todas formas, le recuerdo que esta operación se ha hecho bajo la cobertura legal de los Vengadores así que, como ha advertido el Teniente Stone, mientras carezca usted de una orden judicial que irrogue a su favor las pesquisas en este asunto, le sugiero que coja una silla y se acomode.

De mala gana aceptó DePaul la proposición del vengador abanderado. Acostumbrado a dar órdenes dentro de una cadena de mando muy estricta, veía con muy malos ojos aquellos elementos que podían situarse extramuros de esa jerarquía y por ende, de su control. Terminada la discusión, el Capitán América se volvió hacia el detenido, medio esperando sus carcajadas por la absurda discusión que acababa de tener lugar pero lo encontró silencioso, con la cabeza baja y la mirada perdida, como si hubiera sido consciente en ese instante de lo difícil de su situación.

- Bien, muchacho, volvamos a empezar: ¿Quién eres?

- Mi nombre es Wright. Allan Wright. Ex - marine y ex - miembro del Partido de los Trabajadores de los Estados Unidos de América.

- Bien, Allan - continuó el Capitán, cruzando una mirada con sus compañeros - ¿Por qué intentaste atentar contra el despacho de Inger Sullivan?

- Porque... porque llevaba la acusación contra los detenidos por tráfico de armas. Eliminándola ganábamos tiempo...

- Entiendo, entiendo pero ¿tiempo para quién?

- Para liberar a nuestros camaradas prisioneros.

- Eso no tiene sentido, Allan. La Fiscalía hubiera seguido adelante con el caso y créeme, los Vengadores y la Fundación María Stark tienen recursos para hacer frente a maquinaciones de ese jaez. Dime la verdad: ¿quién está detrás de todo esto?

- Nadie... Somos lo que la jerga periodística podría definir como una organización radical de izquierdas contraria al sistema de capitalismo salvaje imperante en el mundo actual.

- ¿Y la mejor forma de defender las ideas es robar un cargamento de armas y venderlo al mejor postor en Extremo Oriente?

- No... ¡No! Las armas no eran para la venta, sino para la reorganización de movimientos y países hermanos: Corea del Norte, Vietnam, Filipinas, Nepal... Países que nuestro gobierno mantiene sometidos a un vasallaje infame...

- Ya veo pero ¿qué pinta Lápida en todo esto? No lo imagino siguiendo los ideales de vuestra causa, de ninguna causa que no sea el propio Lápida.

- Lápida es un mercenario, Capitán. Conoce el mundo de los bajos fondos mejor que ninguno de nosotros. Contratar sus servicios era un mal menor.

- El fin justifica siempre los medios y si vas a Roma imita a los romanos - pensó Rogers para sí. ¿Cómo se llama vuestra organización? ¿teníais algún apoyo exterior?

- La Franja Roja y... sobre el apoyo... sólo sé que decía llamarse Konstantin Koverchenko y que había pertenecido a los servicios secretos búlgaros hasta 1.989. Nos proporcionó armas y dinero, pero nada más

- Venga, chaval, no te trabes ahora - terció Stone. Eso suena demasiado misterioso como para ser cierto, así que dinos toda la verdad, porque no creo que esos amiguitos vayan a venir a rescatarte, por muy influyentes o poderosos que puedan ser.

- ¿De veras, teniente? - respondió Allan, inusitadamente animado y mirando hacia donde él y DePaul se encontraban sentados. Yo le aseguro a usted, made ro, que si yo tuviera amigos "influyentes y poderosos", como los acaba de llamar, no tenga la menor duda de que vendrían a por mí, aunque sólo fuera por el miedo de que yo largue todo lo que sé...

- Bien ¿dónde podemos encontrar a ese tal Koverchenko? - continuó el Capitán.

- No lo sé. Él contactaba con nosotros. Apenas puedo darle una descripción...

- Eso será todo por ahora, Sr. Wright. Descanse. Mejor vayamos fuera, caballeros - dijo

- Esto huele a camelo, Capi - concluyó Stone. Nadie ha oído nunca hablar de esa raya roja o lo que sea...

- Concuerdo con el Teniente - continuó DePaul. De todas formas, está claro que aquí hay algo que no concuerda, aunque agradecería, ya que es inevitable la cooperación, que no monopolizara los interrogatorios, Capitán.

- ¡No sea usted capullo, DePaul! El prisionero está ahí dentro y usted tiene boca de sobra. Si quería preguntar algo no lo ha hecho porque no le ha salido de los...

- Stone... - lo cortó el Capitán mientras "Perro Loco" y "Madre" entraban para vigilar más de cerca al detenido - creo que nos hacemos cargo. Agente DePaul, le agradecería que se guardara sus comentarios. La cooperación que a usted parece disgustarle tanto es, efectivamente, inevitable, así que le sugiero que cambie su actitud.

- Bien ¿qué van a hacer con el prisionero?

- Lo llevaremos a nuestra central para tomarle declaración. Después lo pondremos a disposición judicial para que decidan qué hacer con él.

- Bien. Yo me vuelvo al cuartel de SHIELD. Les enviaré la información que tengamos sobre la Franja Roja en nuestros archivos, así como sobre Konstantin Koverchenko, si es que existe.

- De acuerdo, agente. Seguiremos en contacto. Yo me voy a la mansión de los Vengadores. ¿Stone?

- Todo estará bien, Capi. Nos vemos.

El vengador volvió a por su motocicleta, pero antes de marcharse vio a los chicos del gimnasio...

- ¡Eh, chicos!

- ¡Eh, Capi! Muy bueno lo del escudo y la ventana - dijo Roscoe

- No tiene importancia. Tú te llamabas... Dana ¿verdad?

- Sí, Capi, buenas orejas.

- Quería darte las gracias y chocar esos cinco otra vez.

La chica extendió de nuevo la mano, mirando a sus sorprendidos compañeros con una sonrisa que no se molestó en disimular

- Gracias a ti, hombre bandera. Yo no hice nada.

- Practicas pesas ¿verdad? Muchos ejercicios de barra...

- Sí, así es pero ¿cómo lo sabes?

- Tus manos están llenas de callos. Las manos pueden decirte muchas cosas sobre una persona. Las del detenido tenían cicatrices de quemaduras, y eso es más propio de alguien que trabaja con armas y explosivos.

- ¡Vaya! No pensé que el hecho de no usar manoplas fuera a ser tan útil.

- ¡No fastidies, Dana! - dijo Reggie - El hecho de que seas una tacaña no quiere decir nada.

- ¡¿Serás...?!

Mientras los chicos se enredaban de nuevo en una discusión, el Capi se alejó montando en su motocicleta, camino de su antiguo y nuevo hogar.

Lejos de allí, un jet privado sobrevolaba el Atlántico norte desde hacía horas. Dentro, sus ocupantes empezaban a sentir las secuelas del largo viaje, aunque de formas bien distintas. Desde el cuarto de baño llegaba el sonido de ruidosas arcadas

- ¿Otra vez? ¿Cuántas van ya? ¿Cinco?

- Perdí la cuenta cuando llegó a siete, la verdad...

- No ha tomado nada en todo el viaje, ¿qué puede estar potando?

- Ni zorra, pero el jefe la trajo al buga con una cogorza de las que hacen impresión. Por cierto que la foca sigue en su camarote, o como cojones quiera llamarse a la choza en uno de estos trastos...

- Después de tantos años sigues hablando como un vulgar chorizo. ¿Es que nunca aprenderás?

- Bah ¿para qué? El tiempo que he trabajado para el viejo Cráneo no ha servido para que olvide de donde vengo así que ¿para qué fingir?

- También es verdad pero ¿no crees que te arriesgas dándole a la Voz el título de jefe?

- ¡Psch! Pierde cuidado, amigo. Estamos tan bajos en el escalafón que cualquiera por encima de nosotros tiene la condición de jefe... pero al que echo de menos es a Calavera... ¡ése sí que era un tío con un buen par de pelotas, joder!

- Sí, no era mal tipo, ciertamente. Aunque a veces diera la sensación de haberse caído sobre su mote demasiadas veces...

- ¡Je! Desde luego, tío pero oye, hablando de otro asunto ¿por qué el gordo éste nos habrá escogido para escoltarle por su paseíto europeo?

- Tú mismo lo has dicho: somos lo más bajo en el escalafón de la organización del Cráneo. Absolutamente prescindibles.

- Mola cómo das ánimos, cabronazo. ¡Ey! El conductor de este tiovivo ¿falta mucho?

- Estamos sobrevolando las islas Azores. Nos dirigiremos a Casablanca y desde ahí a Zurich. Todavía unas cuantas horas de vuelo - respondió una voz desde la cabina de mando.

- Bueno, tío... supongo que en esta cueva con alas habrá algo de bebida...

De vuelta en Nueva York, el Capitán América estaba ya de vuelta en la mansión de los Vengadores. Estar allí le daba una gran sensación de seguridad. Había sido su hogar tras tantas décadas en el hielo, allí donde hizo los primeros amigos en su nueva vida, pero también simbolizaba la barrera que había tenido que romper para empezar a vivirla. Mientras se dirigía a su habitación, recordaba una vez más aquellas noches solitarias en las que rehusaba asumir la identidad de Steve Rogers, rechazando las invitaciones de sus compañeros de armas para comportarse como personas normales5 y viviendo de recuerdos y tormentos. Volver a vivir en ella era reconfortante, pero al mismo tiempo arrojaba la inquietante sensación de no ser capaz de adaptarse a medio siglo de cambios. Quizá debía tomar una decisión al respecto, pero no era momento para ello. Revisó la correspondencia: admiradores, facturas, propaganda política, propuestas disparatadas... una carta llamó poderosamente su atención, pero asuntos más importantes reclamaron su atención y se dirigió a la sala de ordenadores, donde el genio electrónico del equipo (con permiso de Tony Stark), Fabian Stankowicz, mataba el tiempo jugueteando con los ordenadores.

- ¡Ey, Capirulo! ¿Cómo lo llevas?

- Bien, Fabian. ¿Puedo confiar en que hoy podré usar las computadores sin peligro alguno?

- ¡La duda ofende, Caparino! Yo mismo he revisado todos los sistemas...

- ¡Eso es lo que me temo, hijo! - respondió el vengador entre risas

- ¡Desde luego...! Aaaah, Capi, veo que tienes algo de sentido del humor, después de todo.

- Bueno, hay días y días - dijo tomando asiento y procediendo a revisar su correo electrónico - Bien, parece que DePaul ha cumplido su promesa y me ha enviado unos cuantos ficheros...

- ¿DePaul?

- ¿Lo conoces?

- Personalmente no, pero el pobre Thunder me habló de él. Decía que prefería... euhm... bueno, que no le caía bien, vamos.

- ¿Qué era lo que prefería Thunderstrike, Fabian?

- Bueno, ejem... decía que prefería mil veces tener una sesión de entrenamiento contigo antes que volver a trabajar con ese capullo... no lo tomes a mal, Capi.

- No podría, Fabian, no podría...

El Capitán América empezó a leer el primero de los archivos que conformaban el informe de SHIELD relativos a la Franja Roja, un grupo autodenominado de acción radical revolucionaria estalinista con pocos años de vida. Los datos pasaron ante sus ojos pero su mente no se encontraba en ellos, sino en el recuerdo de Eric Masterson, Thunderstrike. Durante el poco tiempo que estuvieron juntos aquel hombre con el poder del dios del trueno había resultado un auténtico quebradero de cabeza: sin experiencia, sin paciencia, sin habilidad, a veces era tan sutil como un elefante en una cacharrería, pero era un buen hombre y no le faltaba valor. Junto a cada trapisonda y metedura de pata, había una noble intención o una hazaña que hacía que Thor, el auténtico, recordara a menudo a su querido amigo y alter ego como un digno compañero de armas. A su mente llegó el vago recuerdo de una batalla estelar en la que Masterson se hacía pasar por el dios del trueno original y luchó valientemente contra Thanos cuando éste estaba en el cenit de su poder6. Para muchos quizá fuera torpe e inepto pero era un hombre normal con el poder de un dios legendario, ¿qué hubieran hecho ellos con tal don, con tal maldición? Al final, suspiró, sólo le quedaba la convicción de que Thunderstrike había sido un buen vengador, pero la meditación fue interrumpida por la voz de Fabian

- Ey, Capuchino, tienes una llamada ¿te pones o les digo que te has ido a repasar la vida de George Washington?

- Pásame la llamada, por favor ¿quién es?

- Es el Teniente Stone

- ¿Stone? Capitán América al habla. ¿Ha recibido los informes sobre...? ¿qué? Repítame lo que ha dicho...

- Digo que han atacado el convoy en el que trasladábamos a Wright. No hemos sufrido bajas, pero él está muerto. Estrangulado.

- ¿Cuándo ha sido?

- Hace apenas diez minutos...

- ¿A plena luz del día?

- Al parecer encontraron un atasco, mucha contaminación. Cuando quisieron darse cuenta estaban fritos.

- ¿Y el cadáver de Wright?

- Le están haciendo la autopsia, pero tiene todas las trazas de ser un trabajo limpio.

- Bien. Tenemos que vernos, venga por aquí...

Cuando terminó la conversación, el Capitán se quedó ensimismado, pensando, cavilando. Todo parecía claro, pero al mismo tiempo algo no acababa de encajar y la sospecha pronto se transformó en convicción, en la certeza de que en esa pieza que no quería formar parte del rompecabezas estaba la clave de aquel asunto...

- Fabian ¿puedes venir un momento, por favor?

- Tú mandas, abanderado. ¿Qué se te ofrece?

- ¿Podrías echar una mirada a estos archivos, por favor? Y avisa a Zack...

Era ya noche cerrada cuando en las estribaciones del puente de Brooklyn, el Capitán América se encontraba con la persona a la que había citado un rato antes, que embozada en un abrigo, no lograba ocultar a ojos del vengador su identidad: era el agente DePaul.

- Buenas noches, DePaul

- Buenas noches, Capitán. ¿a qué se debe la urgencia de la cita? Estoy muy ocupado intentando convencer a todo el mundo de la necesidad de que SHIELD se haga cargo en exclusiva de las investigaciones para evitar que desastres como el de hoy vuelvan a suceder.

- Dígame, DePaul ¿le gustan a usted las novelas de misterio? ¿Ha leído a Ágata Christie?

- ¿A qué viene eso, Capitán? - respondió el aludido completamente desconcertado - ¿ha perdido usted el juicio?

- ¿Ha leído usted Muerte en el Nilo? - continuó el vengador sin hacer caso del evidente disgusto del agente.

- ¡Por favor! ¿De qué demonios me habla? Tenga por seguro que haré lo posible para que esta bufonada le cueste cada, maldito vigilante enmascarado...

- Fue usted ¿verdad? - respondió finalmente el Capitán, cambiando el tono y mirando a los ojos a su interlocutor.

- ¿Q...qué? ¿de qué demonios me está hablando? Sin duda ha perdido usted el juicio, y por lo que sé, no es la primera vez7.

- Al principio no me di cuenta, pero luego lo comprendí. Demasiado tarde para Allan Wright.

- Capitán, estoy empezando a perder la paciencia. Comunicaré con la central para que revoquen cualquier prioridad que pueda asistirle. DePaul...

- Corte la comunicación, agente. Por su propio bien.

- ¿Me está amenazando? ¿Ha olvidado con quién está hablando, hombre bandera?

- No, no lo olvido, pero quiero darle la oportunidad de que recapacite y no ensucie aún más el nombre de SHIELD.

- Curiosa preocupación viniendo de quien viene...

- No siga por ahí, DePaul - atajó el Capitán, tensando levemente el tono de voz - no se lo aconsejo. Por favor, reflexione...

- No hay nada sobre lo que reflexionar, y no tengo ganas de seguir escuchando necedades...

- La única necedad que he cometido hoy fue confiar en usted, DePaul. Olvidé el planteamiento fundamental de toda esta historia: tráfico de armas de SHIELD. Obviamente tenía que haber un topo en la organización...

- ¿Y eso qué prueba respecto a mí? - inquirió el agente, que terminaba de perder la paciencia.

- Antes le pregunté si había leído Muerte en el Nilo. En esa historia hay un primer asesinato que una mujer presencia y que intenta chantajear al actor del mismo justo delante del propio Poirot. Justo lo mismo que hizo Wright esta mañana. No entendía cómo durante ese instante se había mostrado tan seguro y amenazante, pero luego recordé aquel pasaje de la novela: no estaba divagando; simplemente lanzaba una advertencia a su cómplice, es decir, a usted...

- Disparates... y aunque no lo fueran ¿por qué yo? ¿por qué no Stone o usted mismo...?

- En principio porque ninguno de los dos tenemos vínculos actualmente con su organización. Entiendo que esto es un argumento endeble, así que cuando pensé en ello, se me ocurrió seguir escarbando y usted mismo me dio las pruebas...

- Esto es... - la respiración de DePaul era cada vez más jadeante, pero ya no encontraba palabras para rebatir los argumentos que se le presentaban...

- Uno de los técnicos de los Vengadores revisó los archivos que me envió esta tarde. Son falsos. Luego cruzamos las acciones que se detallan en ese informe y sí, eran auténticas, pero no existía relación entre ellas. En resumen: la franja roja no existió nunca y la pista búlgara era falsa. Era un buen trabajo de intoxicación, el propio de una organización de espías.

- Trabajamos en un mundo muy sucio, Capitán - acertó a contestar DePaul, empezando a justificarse...

- Lo último fue el informe que Stone me remitió sobre el asalto al convoy de Wright. Un trabajo maestro, muy limpio y una sola baja. Sólo alguien que se preocupa por la identidad de sus víctimas lo haría así. Sólo un agente de la ley se preocupa por los demás agentes de la ley. ¿Por qué?

DePaul no contestaba. Agachó la cabeza e inspiró profundamente para volver a levantarla y empezar a hablar

- ¿Ha estado usted alguna vez en Viena, Capitán? - dijo con la voz rota

- Alguna vez, agente, pero siempre en misiones especiales...

- ¿Conoce su historia? - Rogers se percató que DePaul ya no lo veía, sino que miraba a través de él - ¿conoce la historia del Coronel Redl?

- Vagamente...

- Redl era un importante cargo en el seno de los servicios secretos austríacos durante los años previos a la Primera Guerra Mundial. Disciplinado y brillante, pero era un agente doble. La policía zarista había comprado su lealtad por una debilidad...

- ¿Cuál fue su debilidad, DePaul? Era usted un buen agente...

- El amor a mi país, Capitán. Una debilidad más elevada que la que atenazaba a Redl, pero debilidad en definitiva. Para mantener el mundo en que vivimos, el sueño americano que usted dice simbolizar, existimos nosotros, las cloacas del Estado..

- He oído esa justificación miles de veces, DePaul y no es aceptable ni admisible

- ¿Sabe? A Redl lo traicionó algo tan nimio como la funda de cortaplumas, como a mí. Cuando los oficiales Ronge y Urbanski lo descubrieron, fueron a dar con él y le entregaron una pistola que contenía una sola bala...

El Capitán comprendió tardíamente la intención de DePaul. De su muñeca salió una pequeña pistola de dos cañones que disparó al unísono cuando la mano derecha del vengador aferraba la muñeca. Rogers pudo sentir como la tensión del brazo desaparecía y era sustituida por el tirón de un cuerpo inerte que caía al suelo.

- ¿Capi? Soy Zack. ¿Estás bien? ¿qué ha pasado?

- Nada bueno, Zack, nada bueno.

El piloto dirigió la nave del Capitán hacia donde éste se encontraba, mientras éste tapaba el cadáver del caído DePaul con su propio abrigo. Al sonido del disparo habían acudido algunos curiosos y pronto llegarían los agentes de la policía, pero mientras eso ocurría, sólo la luna era el mudo testigo de lo acontecido cerca del puente de Brooklyn, pero su luz pronto dejó de ser vista, cubierta por un espeso manto de nubes que arrojó de nuevo al Capitán América a la penumbra, a la misma penumbra en la que volvía a encontrarse su investigación.

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1.- Inger Sullivan asesoró a Steve cuando el gobierno estadounidense le arrebató identidad y escudo para pasárselos a un Capitán más dócil, que resultaría ser John Walker.

2.- Como la maxiserie Nick Furia contra SHIELD, por poner un ejemplo.

3.- El Agente DePaul y Eric Masterson tuvieron sus más y sus menos en la co lección dedicada al aprendiz de Thor urbano, como en los números 13 y 14 USA.

4.- No, no lo sería. Para comprobarlo, ir de nuevo a la serie de Thunderstrike, en la aventura que dio origen a la ya olvidada Blackwulf (Thunderstrike #6).

5.- Como recordaba Jarvis en el epílogo de Asalto a la Mansión, en Vengadores nº 280 USA.

6.- Se vio en El Guantelete del Infinito #4-5.

7.- Para comprobar como al Capi se le va la perola cosa buena no hay más que releer Calles Envenenadas (#372-378).

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BARRAS DE PAN Y SOPA DE ESTRELLAS

Bienvenidos a otro correo de la colección del Capitoste Americoso que ¡lo que son las cosas! Tiene cartas y todo, de buenos amiguetes marveltopianos que se toman la molesta de leerse estos tochotes que escribo.

"Buenas, Soy Fcopp te escribo un mail despues de haberme leido tu primer y espero que ultimo numero de el Capitan America. Estoy muy pero que muy decepcionado con ciertos puntos que seguidamente voy a tratar:"

¿Estás decepcionado? ¡Vaya! Procuro hacer unos números acordes con quienes van a leerlos, jejeje..

"Dejando a parte la absoluta tardanza que ha tenido la serie en salir, lo cual ya de por si espero sea motivo de vergüenza personal, te comentare que estoy totalmente en contra de la utilizacion del lenguaje obsceno zafio y vulgar que pones en boca de los personajes de Ralph y Lefty fundamentales en la trama, sin ser consciente que estos "fan ficcion" los leen miles de crios impresionables. Y que tus escritos pueden calar en la juventud destruyendo poco a poco sus educaciones y valores. Piensa profundamente en ello."

Tienes toda la razón, amigo mío. Como dice esa propaganda televisiva "Basta de violencia. Vuelven Heidi y Marco", así que desde aquí propongo varias medidas contra ello: La primera, que se cree un código de letritas clasificatorias para los tebeos según su contenido, o bien un sistema con rombos o colores; la segunda, que se permita usar a personajes como Candi, los Teletubbies o Yupi en lugar de Ralph y Lefty que como personajes egregios que son, deberían tener serie propia ¿no crees?

"Pero lo que mas me he indignado despues de la lectura del numero, es sin duda el pobre y topico tratamiento de ese gran personaje que es Jarvis: Espero que este escrito no caiga nunca en manos del colectivo de mayordommos, porque ya estoy viendo venir las reacciones; Huelgas , manifestaciones, piquetes etc...Jarvis segun tu vision es un personaje; que solo viva para sus "amos" un hombre capaz de no dormir preocupado por los desvelos de un boy-scout que viste con pantys. Y eso no!! Jarvis es un personaje complejo y carismatico que se ve siempre relegado a un discreto segundo plano y a prototipicas caracterizaciones de gente, que tiene la simplista vision de un mayordomo que por ejemplo se da en el personaje y la interpretacion de Anthony Hopkins en "Lo que queda del dia". Y no es asi los mayordomos ademas de cumplir una valiosima mision en la sociedad actual, no son siempre extreñidos seres sin apenas vida personal que viven solo y para la felicidad de sus patrones. No señor. Fijese mas en sus actos y tomate mejores referencias en sus proximas caracterizaciones de jarvis: no se fijate en Jeffrey el mayordomo del principe de Bel-Air, o el Mr. Belvedere o en el carismatico mayordomo de los anuncios de Tenn ( el algodon no engaña)... eso si que son buenos personajes bien caracterizados!!"

Sobre Jarvis, cierto que he usado la caracterización más tópica del pobre Edwin, pero es un personaje más vinculado a los Vengadores, de modo que las quejas sobre su personalidad se las puedes transmitir a los guionistas de la misma, para que le den el tratamiento que se merece. A mí personalmente me gustó aquel número donde él era el único vengador y luchaba contra los efectos de Inferno a paraguazo limpio...

"Vale, vale esta bien. Es numero esta muy bien y como yo soy un ser ruin rencoroso y vengativo a sabiendas de que tus numeros son mejores que los mios, he intentado criticar el numero por donde he podido."

Las críticas son siempre bienvenidas. Ya me leeré yo algo del Halcón para destriparlo a gusto...

"Espero ver pronto mas numeros, donde encuentre errores mas jugosos donde poder incar el diente. Tambien espero que decidas usar al Halcon en alguna ocasion, personaje a tu entera disposicion, al igual que yo de vez en cuando intentare meter con calzador al Capi en mi serie con el fin de demostrar que es gay."

Cuando quieras haremos un crossover donde el "drim tim" se recupere.

"P.D. El nombre del correo es todo un hallazgo :)"

Gracias. Se me ocurrió a mí solito.

"Hum... Buen numero, me ha gustado incluso más que el primero de Lobezno. Quizas si quisiera ser demasiado critico podria pedir que nos resumieses en el correo (a proposito, gran idea lo de las notas esas) la relacion Capi / Craneo. Pero bueno... Teniendo en cuenta de que la serie trata sobre un fascista en pijama te ha quedado un numero bastante cuco y apañado ¿para cuando los invitados especiales que me dijistes que sacarias?. XuMer."

Gracias por los elogios. Sobre resumir la relación Capi - Cráneo, podría hacerse, pero llevaría bastante tiempo y Gruenwald lo hizo bastante bien en el 350 USA de la colección, y con la ayuda de Papi Byrne a los lápices, pero en cuanto tenga un rato. Lo de los invitados especiales, ya tienes a unos cuantos por aquí hoy, pero en un par de números veremos a alguno, aunque los reservo para el final de esta saga, una aventura en tres partes titulada "La Marca del Lobo".

Bueno, hasta aquí todo por hoy. En el próximo número asistiremos al regreso de alguien muy importante en la vida de Steve Rogers y otras cosillas. Abanderosos saludos.

 
 
   
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