CAPITAN AMERICA #456
La pista búlgara
Guión:
Luis Capote
PORTADA: El Capitán entra decididamente por una puerta, que no es sino la entrada a un enrevesado laberinto
- Ms. Sullivan le recibirá enseguida, señor
- Gracias, señorita...
- S... Smith, es un apellido muy común, pero puede llamarme Marjorie - dijo
la joven, sonriendo...
- Bonito nombre - respondió sonriendo a su vez el Capi.
- Gra... gracias. No todos los días puede ver una una leyenda familiar... en
mi casa crecimos oyendo hablar de usted...
- Tus abuelos ¿no? A veces me olvido de lo viejo que puedo llegar a ser...
- No.. no quería decir eso - dijo una azorada Marjorie. En todo caso, tiene
usted muy buen aspecto para haber luchado en la grande, como la llamaba mi
abuelo...
- Vida sana, Marjorie... ¿Puedo llamarla así?
- Sí - respondió sonriente. Puede llamarme cuando quiera, Capitán...
Antes de que Rogers pudiera contestar, la puerta del despacho se
abrió y una
joven de color se acercó sonriente para estrechar su mano.
- Buenos días, Capitán. ¿A qué debo el placer de esta visita?
- Lo de siempre, Ms. Sullivan. Asesoramiento legal y un poco de ayuda.
- Bien, veremos que se puede hacer... Hasta luego, Marjorie
- Adiós, Capitán - respondió la joven, que volvió a su trabajo con bastante
mejor humor.
Dentro del despacho, Sullivan se sentó cómodamente en un tresillo desde el
que
indicó a su visitante que hiciera lo propio. El Capitán declinó la
invitación y se apoyó sobre un sillón al tiempo que procedía a exponer el
asunto que lo había traído allí
- Bueno, Capitán, ¿qué es lo que te trae a mi despacho? Normalmente los
asuntos judiciales que implican a los Vengadores se sustancian a través de
los canales habituales.
- Así es, Ms. Sullivan, pero este caso en particular tiene ciertas
implicaciones que van más allá de lo habitual...
- Bien, vamos a ver: según el informe del Teniente Stone, se procedió a la
aprehensión de un alijo de armamento dirigido a algún lugar indeterminado de
Extremo Oriente. En la operación se detuve también a la cabeza visible de la
operación (el tal Lápida) y a sus subalternos. En principio no habría ningún
problema para conseguir una condena, Capitán. Y llámame Inger, por favor...
- Lo haré si tú me llamas Capi. Creo que hay bastante confianza entre
nosotros, Inger1. Respecto a este caso, creo que hay implicaciones más
profundas de lo que podemos creer... el alijo incautado pertenecía a SHIELD.
- Eso ya son palabras mayores, Capitán... perdón, Capi.
- Bien puedes decirlo, Inger. Se trata de un arma reglamentaria de esa
organización, sólo de ella. Después de unos cuantos episodios desagradables2
existen controles muy estrictos dentro y fuera del propio cuerpo para
evitar estas cosas... pero sin embargo existen.
- Entiendo, Capi, pero no acabo de entender qué quieres exactamente de mí.
Tal y como lo has expuesto, parece claro que dentro de SHIELD puede haber un
traidor...
- Cierto, Ms. Sullivan - repuso Rogers sonriendo - pero aparte de las
implicaciones que este descubrimiento tienen para el caso, necesitaría que
fueras un poco más allá de tu labor como abogado de la acusación particular.
Creo que he topado casualmente con la punta de un iceberg muy grande, pero
esta investigación requiere pasar desapercibido, cosa bastante complicada
para mí...
- ... ya veo por donde vas, Capitán. Quieres que yo, utilizando mi posición
como parte acusadora en el proceso contra Lápida y sus compinches, empiece a
escarbar. Bien pensado, pero mi trabajo junto a los Vengadores es bastante
conocido en el mundillo judicial. ¿No pondría eso en guardia a los
hipotéticos miembros de esa red de la que hablas?
- No había planteado esa posibilidad, pero podríamos hacer otra cosa,
Inger...
Un momento después, el Capitán salía del despacho privado de Sullivan. En
ese
momento, el timbre sonó otra vez y Marjorie se aprestó a abrir la puerta
- ¿Sí? ¿Qué desea, por favor?
- Mensajero. Traigo un paquete para Ms. Sullivan.
- Démelo, por favor. ¿Tengo que firmar algo?
- Sí, aquí... ¡Ey! Usted es el Capitán América ¿no? - dijo al ver al
vengador acercándose a la puerta de salida.
- Así es, amigo - respondió un sonriente Capitán.
- ¡Qué pasote! Los muchachos no se lo creerán. ¿Podría estrechar su mano,
Capi?
Por toda respuesta, el vengador tendió su mano y dio un fuerte apretón a
la que
tendía el mensajero. Sus miradas se cruzaron brevemente y al retirarla,
Rogers bajó la mirada un instante hacia a la diestra que el hombre retiraba.
Sonrió y se retiró, mientras el otro recogía apresuradamente el albarán y la
propina que Marjorie le tendía. El Capitán se dirigió a uno de los
ascensores y abrió la puerta para que el otro entrara, pero éste se
introdujo a toda prisa en el otro, sin mediar palabra, por lo que Steve se
encogió de hombros y se dispuso a bajar los pisos que le separaban de la
calle, reflexionando sobre el caso en el que estaba incurso. Inger le había
dado una buena idea, pero su desarrollo implicaba muchos riesgos... ellos
eran de sobra conocidos pero otra persona con conocimientos jurídicos y sin
notoriedad podría llevarlo a cabo, y desde el momento en que el plan tomó
forma en su mente, el nombre de ella vino aparejado a él ¿porque era la
persona adecuada? ¿porque confiaba en ella? Quería creer que sí. Cuando
abrió la puerta se sintió extrañamente nervioso, desazonado, como si algo en
su interior quisiera decirle que algo fuera mal. Algo no encajaba pero ¿qué?
- ¡Ey! ¡Es el Capitán América!
El aludido se percató que un grupo de chicos y chicas de entre doce y
quince
años que volvían de un gimnasio lo habían visto y se acercaban
a él. Los saludó y se dispuso a charlar un rato con ellos...
- Hola, chicos ¿qué tal va todo?
- Bien, Capi... ¡Mirad, tíos, qué músculos! ¿Te pinchas, Capi?
- ¿Eh? Euh... No - respondió sonriendo - Vida sana, chaval.
- Thor y Hércules seguro que se ponen hasta el culo de anabolizantes -
intervino un tercero...
- No creo, chicos. Creo que en sus casas no tienen de esas cosas - respondió
el Capitán, azorado y divertido a la vez...
- ¡Sí, es cierto! Lo han dicho en la MuscleMag. Nadie puede tener esos
músculos salvo Arnold...
- ¡Bah! - dijo una chica - Ahí se pasan la vida haciéndole la pelota. ¡Hulk
si que se ha pegado un buen chute radiactivo!
- Bueno, chicos, todo eso es nuevo para mí - terció el Capitán, mientras se
dirigía a su motocicleta y meditaba si el suero del supersoldado podía
compararse a un "chute" de esteroides.
- Mi viejo dice que luchaste en la gran guerra. Él estuvo también allí, en
Sei... Saigon, creo que se llamaba. Seguro que le salvaste el culo un par de
veces... ¡choca esos cinco!
- ¡Hecho! - respondió Rogers, mientras una miríada de pensamientos sobre el
sistema de educación de su país cruzó su mente. Alargó la mano derecha y
estrechó la que la chica le mostraba, un tanto callosa, como si estuviera
acostumbrada a hacer ejercicios de pesas. Las manos podían decir muchas
cosas de su dueño, pensó y de repente se hizo la luz en su cabeza. Miró
hacia el edificio que acababa de dejar y, apartando a los chicos, volvió
corriendo por donde había venido. Cruzó las puertas a toda velocidad
indicando a quien se cruzaba a su paso que desalojaran el edificio y sin
pararse a ver la expresión de estupefacción del aludido. Subió los peldaños
de cuatro en cuatro y cargó contra la puerta del despacho embrazando su
escudo. La madera cedió a la primera acometida y la puerta se desencajó de
los goznes, cayendo al suelo...
- ¡Marjorie! ¡Inger!
- ¡¿Capitán?! ¡¿Qué sucede...?! - acertó a preguntar la espantada Ms. Smith,
que ya se disponía a abrir el paquete que el mensajero le había entregado...
- ¡No hay tiempo! ¿Dónde está Ms. Sullivan? ¡Tenemos...!
En el exterior los muchachos miraban hacia un edificio del que
empezaban a
salir personas a toda prisa, y donde empezaba a aproximarse todo tipo de
curiosos. Dos patrulleros se aproximaron al grupo, que mantenía una
acalorada discusión...
- ¡Te digo que ahí tiene que pasar algo, tronco! - dijo la chica que había
chocado los cinco con el vengador abanderado.
- ¡Venga, Dana, no seas gafe! Ahora va a resultar que el Culo Rojo ha venido
a conquistar el barrio...
- Es Cráneo Rojo, pedazo de bobo. Mi padre me ha dicho que ahí curra la
abogada de los Vengatas...
- ¿Tú padre el veterano de Seigon? Ahora va a resultar que el gordo Jones es
miembro del Equipo A que ha fichados por el equipo del Capi...
- Oye, Roscoe...
- Ey, ey, chicos. Tranquilidad - intervino uno de los patrulleros. ¿Qué está
pasando aquí?
- El Capi ha entrado en ese edificio y no hace más que salir peña
despavorida...
- ¿El Capi? ¿El Capitán América? Ey, Renko, escucha esto
- ¿Qué ocurre, Bobby? - dijo el otro patrullero, un tipo pelirrojo y
corpulento, acercándose
- Dicen que el Capitán América ha entrado. Deberíamos entrar...
- No creo que el Capi necesite la ayuda de dos azulitos, hermano...
- Eso lo decidiremos nosotros, hermano - respondió el oficial. Voy a avisar
a la comisaría, Andy. Tú cuida que la gente se aparte.
- Bien... ¡Vamos, vamos! Por favor, aléjense de la zona. Puede ser
peligroso. El gigantesco Renko hacía bien su trabajo y los curiosos, que ya
eran multitud, retrocedieron varios pasos. Mientras, su compañero estaba ya
en el coche patrulla y se disponía a comunicar la situación
- ¿Central? Soy Bobby Hill. Tenemos.
El oficial no pudo continuar su informe, porque el sonido de una
explosión
lo impidió. La onda expansiva atrajo hacia una multitud en la que el pánico
sustituyó de forma repentina a la curiosidad miles de esquirlas de cristal y
cascotes. Cuando el sorprendido Hill pudo levantar la mirada, vio que la
quinta planta del edificio estaba envuelta en llamas que asomaban por cada
uno de los ventanales y empezaban a crecer. Renko hacía enormes esfuerzos
por intentar mantener la calma de la gente, pero las primeras filas
empezaban a replegarse rápidamente, aplastándose contra las más alejadas.
Mientras, los muchachos del gimnasio intentaban mantener la calma entre la
confusión
- ¡La culpa es tuya, Dana! Eres una jodida gafe...
- ¡Ya habló la sabiduría de los paletos! - respondió la aludida. Tus padres
no te quitaron del cerebelo la peste a pantano...
- ¡Callaos los dos! ¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir como la ha espichado el
abanderado...!
- ¡¡Cállate, Reggie!! - lo cortó la chica, al borde del histerismo - ¡El
Capi no ha muerto! ¡¿Me oyes?!
- ¡Mira esas llamas, tía! ¿Tú crees que alguien podría so...bre... vivir?! -
el chico miraba hacia arriba y sus ojos se abrieron exageradamente, al
tiempo que tu lengua quedaba silenciada...
- ¿Qué dia...? - Dana y Roscoe volvieron la mirada y vieron lo que había
causado el espanto de su compañero. Allí, en una de las ventanas, rodeado
por las llamas, estaba el Capitán América.
Desde la calle, la figura del vengador presentaba unos tintes
apocalípticos.
Las llamas lamían su escudo y arrancaban de la cota de malla de su uniforme
reflejos dorados. Nadie podía distinguir su rostro. Desde su posición, el
Capitán notaba el creciente calor a su espalda, pero oteó con calma a la
multitud que retrocedía lenta y ordenadamente gracias a los esfuerzos de los
dos oficiales y un tercer hombre con aspecto de vagabundo. Miró a izquierda
y derecha, buscando un rostro conocido, de entre aquéllos que lo observaban
con una mezcla de admiración y temor. Centró su mirada en un punto y puso un
pie sobre el alféizar. Todos pensaron que se disponía a saltar y los
sentimientos encontrados crecieron en su interior: nadie podía sobrevivir a
una caída semejante, pero si alguien podía, ése era el Capitán América, mas
cuando éste flexionó su cuerpo, no saltó, sino que extendió el brazo derecho
en un movimiento rápido para dar impulso a su escudo, que voló como
impulsado por un muelle, reflejando los rayos solares e impactó en la sien
de uno de los curiosos, situado tras las primeras filas. Los que lo rodeaban
se volvieron hacia la ventana, sólo para ver cómo el vengador saltaba sobre
un endeble andamio a la altura del tercer piso para recuperar su escudo.
Utilizando las barras del andamio como aparato de gimnasia, se impulsó para
caer al suelo. A su paso, la gente se apartó y pronto estuvo ante su presa.
- ¡Maldito seas! - chilló el caído, que no era otro que el mensajero. ¡Puede
que seas inmune a las llamas pero a esto no!
Sacó de su chaqueta una pistola y se dispuso a hacer uso de ella, pero al
extender el brazo recibió un fuerte impacto a la altura de la muñeca que le
hizo soltarla. Intentando dominar una furia creciente, el Capitán lo cogió
por la pechera y lo alzó...
- Sabía que te quedarías para confirmar que habías hecho bien tu trabajo.
Ahora te sugiero fervientemente que hables y me digas quien te ha encargado
eliminarnos.
- ¡No se de qué me hablas, vigilante! ¡Quiero un abogado! ¡¡Tengo mis
derechos!!
- En todos los países civilizados los tienes - respondió el vengador, en un
tono carente de emoción que sólo puso más nervioso a su adversario - pero
los abogados no son magos...
- ¡Te equivocas, carabandera! ¡Tengo amigos muy influyentes! Estaré fuera al
anochecer e iré a mear a la puerta de tu choza...
- Todos los lacayos sueltan la misma canción - suspiró, añadiendo para sí.
Me pregunto si existe alguna academia de esbirros donde den clases de
retórica, pero no me imagino al Supervisor dando clases de Derecho...
¡Oficial! Espóselo y avise a Código: Azul.
- ¡No puedes deternerme, Capitán! Tus dos fulanas de juzgado están muertas y
será la palabra de un enmascarado contra la mía - espetó abriendo la boca en
una mueca sonriente.
- ¿Eso crees? - respondió el Capitán, esbozando una leve sonrisa - Te
equivocas.
La risa del incendiario desapareció al ver tras el Capitán a Inger y
Marjorie, ilesas y observándolo, mirándolo fijamente a los ojos. A su lado
pasaron Hill y Renko, que procedieron a hacerse cargo del detenido, que
perdió toda serenidad e intentó zafarse. Al lograrlo, echó a correr hacia
una multitud que le cerraba el paso, pero inesperadamente cayó encima de él
un vagabundo que, tras propinarle un par de sonoros puñetazos, le puso los
brazos a la espalda sin ningún tipo de miramiento...
- ¡Asqueroso montón de mierda! ¡Estoy hasta los cojones de tener que
patearme las calles por culpa de basura como tú!
- ¡Joder! ¡Sacadme a esta bestia de encima!
- ¡Cállate ya! - contestó el vagabundo mientras sacaba unas esposas - Tiene
derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podra...
Estupefacto por la escena que acababa de presenciar (y por el florido
lenguaje que empleaba el vagabundo), el Capitán se acercó a ambos, lanzando
una mirada interrogante a los dos agentes de policía, que contemplaban
aquella visión como si fuera el pan nuestro de cada día. Al llegar, vio como
su presa era levantada en vilo por alguien de mucha menor estatura que se
pegaba a su cara con una expresión próxima a la de una bestia rabiosa y que
no pudo sino evocarle a su amigo Logan.
- Aquí tienes, Capi. Setenta quilos de basura listas para el empaquetado...
- Gracias, euh...
- Belker, señor. Sargento Mike Belker, de la Comisaría de Hill Street, como
mis compañeros.
- Gracias de nuevo, Sargento Belker.
- ¡De nada, Capi! Un placer trabajar a tu lado
Inger y Marjorie se acercaron tímidamente al Capitán. No deseaban sentirse
cerca de quien había querido matarlas. Estaban ilesas aunque en sus rostros
se reflejaban distintas emociones, reflejos a su vez de los acontecimientos
que habían vivido en un período tan corto de tiempo. Rogers dejó a su
prisionero en manos de Belker y se dirigió, más relajado, hacia ellas.
- Siento mucho lo que ha pasado en el despacho. La Fundación María Stark se
hará cargo de todos los gastos.
- No lo sientas, Capi - respondió tranquilamente Inger - Salvaste nuestras
vidas y eso es lo que importa. Sabía que la vida junto a los Vengadores era
un tanto arriesgada, pero nunca piensas que te vaya a tocar a ti.
- Lo sé. Entenderé si quieres dejarlo, Inger...
- No, Capitán. Éste es mi trabajo, para bien o para mal. Escogí mi camino
hace mucho tiempo, pero Marjorie...
- Yo... yo... - la joven estaba demasiado impresionada para articular
palabra y se echó a llorar en brazos de su jefa...
- Entiendo. Id a descansar. Las dos.
La multitud se fue alejando conforme más agentes del orden llegaron. Con
ellos vinieron los bomberos que iniciaron rápidamente la labor de apagar el
fuego y rescatar a algunos inquilinos despistados que no habían podido o
querido desalojar el inmueble. Un poco después llegó un contingente de
Código: Azul, con el Teniente Stone a la cabeza.
- ¡Cojones, Capitán! Últimamente nos vemos cada día...
- Cierto, Teniente. Creo que en nuestra última incursión hicimos una presa
muy grande.
- ¿Implicado con el asunto del tráfico de armas?
- Eso lo veremos ahora. ¿Tiene algún sitio que pueda servirnos de sala de
interrogatorios?
- Venga por aquí, Capi. Nuestra furgoneta servirá...
El vehículo indicado por Stone era lo bastante amplio como para que los
miembros de su equipo fueran transportados de forma rápida y cómoda. Una vez
dentro, Stone despidió a los agentes de policía, ordenó a los suyos que
montaran guardia y acomodó al esposado prisionero, que había recuperado la
calma y procuraba dar una impresión de seguridad que no lograba convencer a
sus dos interrogadores.
- Bien, amigo - comenzó Stone
- No soy su amigo, Teniente...
- Era un decir, pero pese a ello, te daré un consejo como tal: ¡Empieza a
cantar!
- El Teniente tiene razón, hijo. Será mejor para todos que hables - terció
el Capitán.
- No soy su hijo, abanderado...
- No eres mi amigo, no eres su hijo. Eres el Señor No...
- ¡Quiero un abogado!
- Y lo tendrás, pero antes quiero que veas claramente cuál es tu situación:
Estás detenido por un doble intento de asesinato cuyas víctimas te han
identificado, eso sin contar resistencia a la autoridad y la tenencia
ilícita de armas... Cooperar es tu única salida, así que, para empezar ¿qué
sabes del tráfico ilegal de armas de SHIELD a Extremo Oriente?
- Yo no estoy metido en ese fregado...
- Te equivocas - lo cortó el vengador - Este juguete con el que intentaste
dispararme prueba que mientes. Es un arma con un diseño muy particular que
sólo llevan los agentes de SHIELD. Supongo que comprobando el número de
serie podremos encontrar que pertenecía al alijo que el Teniente Stone y yo
encontramos. Estás metido en un fregado que implica directamente a SHIELD.
- Exactamente, Capitán América - resonó una voz a su espalda, mientras la
puerta del vehículo se abría para dejar paso a un hombre vestido con el
uniforme de la citada organización.
Moreno, ligeramente barbado, el recién llegado observó al trío del interior
sin el menor atisbo de emoción, aunque según sus ojos pasaron de Stone al
Capitán dejó bastante claro que no le gustaban ni los azules ni los
enmascarados.
- Agente Especial DePaul - dijo mostrando sus credenciales a ambos. Hemos
tenido conocimiento del asunto de la partida de armas.
- Muy bien, DePaul - saludó cortésmente el Capitán - Creo recordarle de
algunos informes aportados por Thunderstrike3. Tome asiento, por favor...
- He venido para hacerme cargo de su prisionero. Desde ahora, esto es asunto
de SHIELD.
- ¿Qué? Un momento, amigo - dijo Stone. La operación se ha llevado a cabo
por parte de Código: Azul, así que no espere que por lucir palmito de
aprendiz de James Bond vaya a besarle el culo y a entregarle a este primo...
- ¡Esto es un asunto de SHIELD, Teniente! No interfiera o me veré obligado a
detenerle...
- Los chavalines de la secreta, siempre pasándose por el forro de los
cojones cualquier regla escrita. Después de todo, no sería la primera vez
que nos hacéis una guarrada de tamaño calibre4. De todos modos, no veo
que traigas una orden judicial en ese uniforme tan ajustado, gallito...
- ¡Le advierto, Teniente...!
- Ya basta - terció el Capitán, poniéndose en pie - agente DePaul, entiendo
que SHIELD esté interesada en llegar al fondo de este asunto, pero no puede
usted entrar aquí y esperar que todo el mundo se incline ante usted por el
mero hecho de llevar una insignia. Por lo que sé, es usted un buen soldado
que conoce el valor de las reglas.
- Capitán, insisto en que se trata de un asunto de SHIELD. No veo porqué dos
personas ajenas a la organización deben andar husmeando en nuestro patio
trasero...
- DePaul, en primer lugar y sin ánimo de ofender, creo que yo hacía ya
misiones para su organización cuando usted todavía estaba en la academia, y
en segundo lugar, hemos sacado lo suficiente en claro como para colegir que
puede haber personal del propio SHIELD implicado. De todas formas, le
recuerdo que esta operación se ha hecho bajo la cobertura legal de los
Vengadores así que, como ha advertido el Teniente Stone, mientras carezca
usted de una orden judicial que irrogue a su favor las pesquisas en este
asunto, le sugiero que coja una silla y se acomode.
De mala gana aceptó DePaul la proposición del vengador abanderado.
Acostumbrado a dar órdenes dentro de una cadena de mando muy estricta, veía
con muy malos ojos aquellos elementos que podían situarse extramuros de esa
jerarquía y por ende, de su control. Terminada la discusión, el Capitán
América se volvió hacia el detenido, medio esperando sus carcajadas por la
absurda discusión que acababa de tener lugar pero lo encontró silencioso,
con la cabeza baja y la mirada perdida, como si hubiera sido consciente en
ese instante de lo difícil de su situación.
- Bien, muchacho, volvamos a empezar: ¿Quién eres?
- Mi nombre es Wright. Allan Wright. Ex - marine y ex - miembro del Partido
de los Trabajadores de los Estados Unidos de América.
- Bien, Allan - continuó el Capitán, cruzando una mirada con sus
compañeros - ¿Por qué intentaste atentar contra el despacho de Inger
Sullivan?
- Porque... porque llevaba la acusación contra los detenidos por tráfico de
armas. Eliminándola ganábamos tiempo...
- Entiendo, entiendo pero ¿tiempo para quién?
- Para liberar a nuestros camaradas prisioneros.
- Eso no tiene sentido, Allan. La Fiscalía hubiera seguido adelante con el
caso y créeme, los Vengadores y la Fundación María Stark tienen recursos
para hacer frente a maquinaciones de ese jaez. Dime la verdad: ¿quién está
detrás de todo esto?
- Nadie... Somos lo que la jerga periodística podría definir como una
organización radical de izquierdas contraria al sistema de capitalismo
salvaje imperante en el mundo actual.
- ¿Y la mejor forma de defender las ideas es robar un cargamento de armas y
venderlo al mejor postor en Extremo Oriente?
- No... ¡No! Las armas no eran para la venta, sino para la reorganización de
movimientos y países hermanos: Corea del Norte, Vietnam, Filipinas, Nepal...
Países que nuestro gobierno mantiene sometidos a un vasallaje infame...
- Ya veo pero ¿qué pinta Lápida en todo esto? No lo imagino siguiendo los
ideales de vuestra causa, de ninguna causa que no sea el propio Lápida.
- Lápida es un mercenario, Capitán. Conoce el mundo de los bajos fondos
mejor que ninguno de nosotros. Contratar sus servicios era un mal menor.
- El fin justifica siempre los medios y si vas a Roma imita a los romanos -
pensó Rogers para sí. ¿Cómo se llama vuestra organización? ¿teníais algún
apoyo exterior?
- La Franja Roja y... sobre el apoyo... sólo sé que decía llamarse
Konstantin Koverchenko y que había pertenecido a los servicios secretos
búlgaros hasta 1.989. Nos proporcionó armas y dinero, pero nada más
- Venga, chaval, no te trabes ahora - terció Stone. Eso suena demasiado
misterioso como para ser cierto, así que dinos toda la verdad, porque no
creo que esos amiguitos vayan a venir a rescatarte, por muy influyentes o
poderosos que puedan ser.
- ¿De veras, teniente? - respondió Allan, inusitadamente animado y mirando
hacia donde él y DePaul se encontraban sentados. Yo le aseguro a usted, made
ro, que si yo tuviera amigos "influyentes y poderosos", como los acaba de
llamar, no tenga la menor duda de que vendrían a por mí, aunque sólo fuera
por el miedo de que yo largue todo lo que sé...
- Bien ¿dónde podemos encontrar a ese tal Koverchenko? - continuó el
Capitán.
- No lo sé. Él contactaba con nosotros. Apenas puedo darle una
descripción...
- Eso será todo por ahora, Sr. Wright. Descanse. Mejor vayamos fuera,
caballeros - dijo
- Esto huele a camelo, Capi - concluyó Stone. Nadie ha oído nunca hablar de
esa raya roja o lo que sea...
- Concuerdo con el Teniente - continuó DePaul. De todas formas, está claro
que aquí hay algo que no concuerda, aunque agradecería, ya que es inevitable
la cooperación, que no monopolizara los interrogatorios, Capitán.
- ¡No sea usted capullo, DePaul! El prisionero está ahí dentro y usted tiene
boca de sobra. Si quería preguntar algo no lo ha hecho porque no le ha
salido de los...
- Stone... - lo cortó el Capitán mientras "Perro Loco" y "Madre" entraban
para vigilar más de cerca al detenido - creo que nos hacemos cargo. Agente
DePaul, le agradecería que se guardara sus comentarios. La cooperación que a
usted parece disgustarle tanto es, efectivamente, inevitable, así que le
sugiero que cambie su actitud.
- Bien ¿qué van a hacer con el prisionero?
- Lo llevaremos a nuestra central para tomarle declaración. Después lo
pondremos a disposición judicial para que decidan qué hacer con él.
- Bien. Yo me vuelvo al cuartel de SHIELD. Les enviaré la información que
tengamos sobre la Franja Roja en nuestros archivos, así como sobre
Konstantin Koverchenko, si es que existe.
- De acuerdo, agente. Seguiremos en contacto. Yo me voy a la mansión de los
Vengadores. ¿Stone?
- Todo estará bien, Capi. Nos vemos.
El vengador volvió a por su motocicleta, pero antes de marcharse vio a los
chicos del gimnasio...
- ¡Eh, chicos!
- ¡Eh, Capi! Muy bueno lo del escudo y la ventana - dijo Roscoe
- No tiene importancia. Tú te llamabas... Dana ¿verdad?
- Sí, Capi, buenas orejas.
- Quería darte las gracias y chocar esos cinco otra vez.
La chica extendió de nuevo la mano, mirando a sus sorprendidos compañeros
con una sonrisa que no se molestó en disimular
- Gracias a ti, hombre bandera. Yo no hice nada.
- Practicas pesas ¿verdad? Muchos ejercicios de barra...
- Sí, así es pero ¿cómo lo sabes?
- Tus manos están llenas de callos. Las manos pueden decirte muchas cosas
sobre una persona. Las del detenido tenían cicatrices de quemaduras, y eso
es más propio de alguien que trabaja con armas y explosivos.
- ¡Vaya! No pensé que el hecho de no usar manoplas fuera a ser tan útil.
- ¡No fastidies, Dana! - dijo Reggie - El hecho de que seas una tacaña no
quiere decir nada.
- ¡¿Serás...?!
Mientras los chicos se enredaban de nuevo en una discusión, el Capi se alejó
montando en su motocicleta, camino de su antiguo y nuevo hogar.
Lejos de allí, un jet privado sobrevolaba el Atlántico norte desde hacía
horas. Dentro, sus ocupantes empezaban a sentir las secuelas del largo
viaje, aunque de formas bien distintas. Desde el cuarto de baño llegaba el
sonido de ruidosas arcadas
- ¿Otra vez? ¿Cuántas van ya? ¿Cinco?
- Perdí la cuenta cuando llegó a siete, la verdad...
- No ha tomado nada en todo el viaje, ¿qué puede estar potando?
- Ni zorra, pero el jefe la trajo al buga con una cogorza de las que hacen
impresión. Por cierto que la foca sigue en su camarote, o como cojones
quiera llamarse a la choza en uno de estos trastos...
- Después de tantos años sigues hablando como un vulgar chorizo. ¿Es que
nunca aprenderás?
- Bah ¿para qué? El tiempo que he trabajado para el viejo Cráneo no ha
servido para que olvide de donde vengo así que ¿para qué fingir?
- También es verdad pero ¿no crees que te arriesgas dándole a la Voz el
título de jefe?
- ¡Psch! Pierde cuidado, amigo. Estamos tan bajos en el escalafón que
cualquiera por encima de nosotros tiene la condición de jefe... pero al que
echo de menos es a Calavera... ¡ése sí que era un tío con un buen par de
pelotas, joder!
- Sí, no era mal tipo, ciertamente. Aunque a veces diera la sensación de
haberse caído sobre su mote demasiadas veces...
- ¡Je! Desde luego, tío pero oye, hablando de otro asunto ¿por qué el gordo
éste nos habrá escogido para escoltarle por su paseíto europeo?
- Tú mismo lo has dicho: somos lo más bajo en el escalafón de la
organización del Cráneo. Absolutamente prescindibles.
- Mola cómo das ánimos, cabronazo. ¡Ey! El conductor de este tiovivo ¿falta
mucho?
- Estamos sobrevolando las islas Azores. Nos dirigiremos a Casablanca y
desde ahí a Zurich. Todavía unas cuantas horas de vuelo - respondió una voz
desde la cabina de mando.
- Bueno, tío... supongo que en esta cueva con alas habrá algo de bebida...
De vuelta en Nueva York, el Capitán América estaba ya de vuelta en la
mansión de los Vengadores. Estar allí le daba una gran sensación de
seguridad. Había sido su hogar tras tantas décadas en el hielo, allí donde
hizo los primeros amigos en su nueva vida, pero también simbolizaba la
barrera que había tenido que romper para empezar a vivirla. Mientras se
dirigía a su habitación, recordaba una vez más aquellas noches solitarias en
las que rehusaba asumir la identidad de Steve Rogers, rechazando las
invitaciones de sus compañeros de armas para comportarse como personas
normales5 y viviendo de recuerdos y tormentos. Volver a vivir en ella era
reconfortante, pero al mismo tiempo arrojaba la inquietante sensación de no
ser capaz de adaptarse a medio siglo de cambios. Quizá debía tomar una
decisión al respecto, pero no era momento para ello. Revisó la
correspondencia: admiradores, facturas, propaganda política, propuestas
disparatadas... una carta llamó poderosamente su atención, pero asuntos más
importantes reclamaron su atención y se dirigió a la sala de ordenadores,
donde el genio electrónico del equipo (con permiso de Tony Stark), Fabian
Stankowicz, mataba el tiempo jugueteando con los ordenadores.
- ¡Ey, Capirulo! ¿Cómo lo llevas?
- Bien, Fabian. ¿Puedo confiar en que hoy podré usar las computadores sin
peligro alguno?
- ¡La duda ofende, Caparino! Yo mismo he revisado todos los sistemas...
- ¡Eso es lo que me temo, hijo! - respondió el vengador entre risas
- ¡Desde luego...! Aaaah, Capi, veo que tienes algo de sentido del humor,
después de todo.
- Bueno, hay días y días - dijo tomando asiento y procediendo a revisar su
correo electrónico - Bien, parece que DePaul ha cumplido su promesa y me ha
enviado unos cuantos ficheros...
- ¿DePaul?
- ¿Lo conoces?
- Personalmente no, pero el pobre Thunder me habló de él. Decía que
prefería... euhm... bueno, que no le caía bien, vamos.
- ¿Qué era lo que prefería Thunderstrike, Fabian?
- Bueno, ejem... decía que prefería mil veces tener una sesión de
entrenamiento contigo antes que volver a trabajar con ese capullo... no lo
tomes a mal, Capi.
- No podría, Fabian, no podría...
El Capitán América empezó a leer el primero de los archivos que
conformaban
el informe de SHIELD relativos a la Franja Roja, un grupo autodenominado de
acción radical revolucionaria estalinista con pocos años de vida. Los datos
pasaron ante sus ojos pero su mente no se encontraba en ellos, sino en el
recuerdo de Eric Masterson, Thunderstrike. Durante el poco tiempo que
estuvieron juntos aquel hombre con el poder del dios del trueno había
resultado un auténtico quebradero de cabeza: sin experiencia, sin paciencia,
sin habilidad, a veces era tan sutil como un elefante en una cacharrería,
pero era un buen hombre y no le faltaba valor. Junto a cada trapisonda y
metedura de pata, había una noble intención o una hazaña que hacía que Thor,
el auténtico, recordara a menudo a su querido amigo y alter ego como un
digno compañero de armas. A su mente llegó el vago recuerdo de una batalla
estelar en la que Masterson se hacía pasar por el dios del trueno original y
luchó valientemente contra Thanos cuando éste estaba en el cenit de su
poder6. Para muchos quizá fuera torpe e inepto pero era un hombre normal con el
poder de un dios legendario, ¿qué hubieran hecho ellos con tal don, con tal
maldición? Al final, suspiró, sólo le quedaba la convicción de que
Thunderstrike había sido un buen vengador, pero la meditación fue
interrumpida por la voz de Fabian
- Ey, Capuchino, tienes una llamada ¿te pones o les digo que te has ido a
repasar la vida de George Washington?
- Pásame la llamada, por favor ¿quién es?
- Es el Teniente Stone
- ¿Stone? Capitán América al habla. ¿Ha recibido los informes sobre...?
¿qué? Repítame lo que ha dicho...
- Digo que han atacado el convoy en el que trasladábamos a Wright. No hemos
sufrido bajas, pero él está muerto. Estrangulado.
- ¿Cuándo ha sido?
- Hace apenas diez minutos...
- ¿A plena luz del día?
- Al parecer encontraron un atasco, mucha contaminación. Cuando quisieron
darse cuenta estaban fritos.
- ¿Y el cadáver de Wright?
- Le están haciendo la autopsia, pero tiene todas las trazas de ser un
trabajo limpio.
- Bien. Tenemos que vernos, venga por aquí...
Cuando terminó la conversación, el Capitán se quedó ensimismado,
pensando,
cavilando. Todo parecía claro, pero al mismo tiempo algo no acababa de
encajar y la sospecha pronto se transformó en convicción, en la certeza de
que en esa pieza que no quería formar parte del rompecabezas estaba la clave
de aquel asunto...
- Fabian ¿puedes venir un momento, por favor?
- Tú mandas, abanderado. ¿Qué se te ofrece?
- ¿Podrías echar una mirada a estos archivos, por favor? Y avisa a Zack...
Era ya noche cerrada cuando en las estribaciones del puente de Brooklyn, el
Capitán América se encontraba con la persona a la que había citado un rato
antes, que embozada en un abrigo, no lograba ocultar a ojos del vengador su
identidad: era el agente DePaul.
- Buenas noches, DePaul
- Buenas noches, Capitán. ¿a qué se debe la urgencia de la cita? Estoy muy
ocupado intentando convencer a todo el mundo de la necesidad de que SHIELD
se haga cargo en exclusiva de las investigaciones para evitar que desastres
como el de hoy vuelvan a suceder.
- Dígame, DePaul ¿le gustan a usted las novelas de misterio? ¿Ha leído a
Ágata Christie?
- ¿A qué viene eso, Capitán? - respondió el aludido completamente
desconcertado - ¿ha perdido usted el juicio?
- ¿Ha leído usted Muerte en el Nilo? - continuó el vengador sin hacer caso
del evidente disgusto del agente.
- ¡Por favor! ¿De qué demonios me habla? Tenga por seguro que haré lo
posible para que esta bufonada le cueste cada, maldito vigilante
enmascarado...
- Fue usted ¿verdad? - respondió finalmente el Capitán, cambiando el tono y
mirando a los ojos a su interlocutor.
- ¿Q...qué? ¿de qué demonios me está hablando? Sin duda ha perdido usted el
juicio, y por lo que sé, no es la primera vez7.
- Al principio no me di cuenta, pero luego lo comprendí. Demasiado tarde
para Allan Wright.
- Capitán, estoy empezando a perder la paciencia. Comunicaré con la central
para que revoquen cualquier prioridad que pueda asistirle. DePaul...
- Corte la comunicación, agente. Por su propio bien.
- ¿Me está amenazando? ¿Ha olvidado con quién está hablando, hombre bandera?
- No, no lo olvido, pero quiero darle la oportunidad de que recapacite y no
ensucie aún más el nombre de SHIELD.
- Curiosa preocupación viniendo de quien viene...
- No siga por ahí, DePaul - atajó el Capitán, tensando levemente el tono de
voz - no se lo aconsejo. Por favor, reflexione...
- No hay nada sobre lo que reflexionar, y no tengo ganas de seguir
escuchando necedades...
- La única necedad que he cometido hoy fue confiar en usted, DePaul. Olvidé
el planteamiento fundamental de toda esta historia: tráfico de armas de
SHIELD. Obviamente tenía que haber un topo en la organización...
- ¿Y eso qué prueba respecto a mí? - inquirió el agente, que terminaba de
perder la paciencia.
- Antes le pregunté si había leído Muerte en el Nilo. En esa historia hay un
primer asesinato que una mujer presencia y que intenta chantajear al actor
del mismo justo delante del propio Poirot. Justo lo mismo que hizo Wright
esta mañana. No entendía cómo durante ese instante se había mostrado tan
seguro y amenazante, pero luego recordé aquel pasaje de la novela: no estaba
divagando; simplemente lanzaba una advertencia a su cómplice, es decir, a
usted...
- Disparates... y aunque no lo fueran ¿por qué yo? ¿por qué no Stone o usted
mismo...?
- En principio porque ninguno de los dos tenemos vínculos actualmente con su
organización. Entiendo que esto es un argumento endeble, así que cuando
pensé en ello, se me ocurrió seguir escarbando y usted mismo me dio las
pruebas...
- Esto es... - la respiración de DePaul era cada vez más jadeante, pero ya
no encontraba palabras para rebatir los argumentos que se le presentaban...
- Uno de los técnicos de los Vengadores revisó los archivos que me envió
esta tarde. Son falsos. Luego cruzamos las acciones que se detallan en ese
informe y sí, eran auténticas, pero no existía relación entre ellas. En
resumen: la franja roja no existió nunca y la pista búlgara era falsa. Era
un buen trabajo de intoxicación, el propio de una organización de espías.
- Trabajamos en un mundo muy sucio, Capitán - acertó a contestar DePaul,
empezando a justificarse...
- Lo último fue el informe que Stone me remitió sobre el asalto al convoy de
Wright. Un trabajo maestro, muy limpio y una sola baja. Sólo alguien que se
preocupa por la identidad de sus víctimas lo haría así. Sólo un agente de la
ley se preocupa por los demás agentes de la ley. ¿Por qué?
DePaul no contestaba. Agachó la cabeza e inspiró profundamente para
volver a
levantarla y empezar a hablar
- ¿Ha estado usted alguna vez en Viena, Capitán? - dijo con la voz rota
- Alguna vez, agente, pero siempre en misiones especiales...
- ¿Conoce su historia? - Rogers se percató que DePaul ya no lo veía, sino
que miraba a través de él - ¿conoce la historia del Coronel Redl?
- Vagamente...
- Redl era un importante cargo en el seno de los servicios secretos
austríacos durante los años previos a la Primera Guerra Mundial.
Disciplinado y brillante, pero era un agente doble. La policía zarista había
comprado su lealtad por una debilidad...
- ¿Cuál fue su debilidad, DePaul? Era usted un buen agente...
- El amor a mi país, Capitán. Una debilidad más elevada que la que atenazaba
a Redl, pero debilidad en definitiva. Para mantener el mundo en que vivimos,
el sueño americano que usted dice simbolizar, existimos nosotros, las
cloacas del Estado..
- He oído esa justificación miles de veces, DePaul y no es aceptable ni
admisible
- ¿Sabe? A Redl lo traicionó algo tan nimio como la funda de cortaplumas,
como a mí. Cuando los oficiales Ronge y Urbanski lo descubrieron, fueron a
dar con él y le entregaron una pistola que contenía una sola bala...
El Capitán comprendió tardíamente la intención de DePaul. De su
muñeca
salió una pequeña pistola de dos cañones que disparó al unísono cuando la
mano derecha del vengador aferraba la muñeca. Rogers pudo sentir como la
tensión del brazo desaparecía y era sustituida por el tirón de un cuerpo
inerte que caía al suelo.
- ¿Capi? Soy Zack. ¿Estás bien? ¿qué ha pasado?
- Nada bueno, Zack, nada bueno.
El piloto dirigió la nave del Capitán hacia donde éste se encontraba,
mientras
éste tapaba el cadáver del caído DePaul con su propio abrigo. Al sonido del
disparo habían acudido algunos curiosos y pronto llegarían los agentes de la
policía, pero mientras eso ocurría, sólo la luna era el mudo testigo de lo
acontecido cerca del puente de Brooklyn, pero su luz pronto dejó de ser
vista, cubierta por un espeso manto de nubes que arrojó de nuevo al Capitán
América a la penumbra, a la misma penumbra en la que volvía a encontrarse su
investigación.
1.- Inger Sullivan asesoró a Steve cuando el gobierno estadounidense le
arrebató identidad y escudo para pasárselos a un Capitán más dócil, que
resultaría ser John Walker.
2.- Como la maxiserie Nick Furia contra SHIELD, por poner un ejemplo.
3.- El Agente DePaul y Eric Masterson tuvieron sus más y sus menos en la co
lección dedicada al aprendiz de Thor urbano, como en los números 13 y 14
USA.
4.- No, no lo sería. Para comprobarlo, ir de nuevo a la serie de
Thunderstrike, en la aventura que dio origen a la ya olvidada Blackwulf
(Thunderstrike #6).
5.- Como recordaba Jarvis en el epílogo de Asalto a la Mansión, en
Vengadores nº 280 USA.
6.- Se vio en El Guantelete del Infinito #4-5.
7.- Para comprobar como al Capi se le va la perola cosa buena no hay más
que releer Calles Envenenadas (#372-378).
BARRAS DE PAN Y SOPA DE ESTRELLAS
Bienvenidos a otro correo de la colección del Capitoste Americoso que ¡lo
que son las cosas! Tiene cartas y todo, de buenos amiguetes marveltopianos
que se toman la molesta de leerse estos tochotes que escribo.
"Buenas, Soy Fcopp te escribo un mail despues de haberme leido tu primer y
espero que ultimo numero de el Capitan America. Estoy muy pero que muy
decepcionado con ciertos puntos que seguidamente voy a tratar:"
¿Estás decepcionado? ¡Vaya! Procuro hacer unos números acordes con quienes
van a leerlos, jejeje..
"Dejando a parte la absoluta tardanza que ha tenido la serie en salir, lo
cual ya de por si espero sea motivo de vergüenza personal, te comentare que
estoy totalmente en contra de la utilizacion del lenguaje obsceno zafio y
vulgar que pones en boca de los personajes de Ralph y Lefty fundamentales en
la trama, sin ser consciente que estos "fan ficcion" los leen miles de crios
impresionables. Y que tus escritos pueden calar en la juventud destruyendo
poco a poco sus educaciones y valores. Piensa profundamente en ello."
Tienes toda la razón, amigo mío. Como dice esa propaganda televisiva "Basta
de violencia. Vuelven Heidi y Marco", así que desde aquí propongo varias
medidas contra ello: La primera, que se cree un código de letritas
clasificatorias para los tebeos según su contenido, o bien un sistema con
rombos o colores; la segunda, que se permita usar a personajes como Candi,
los Teletubbies o Yupi en lugar de Ralph y Lefty que como personajes
egregios que son, deberían tener serie propia ¿no crees?
"Pero lo que mas me he indignado despues de la lectura del numero, es sin
duda el pobre y topico tratamiento de ese gran personaje que es Jarvis:
Espero que este escrito no caiga nunca en manos del colectivo de
mayordommos, porque ya estoy viendo venir las reacciones; Huelgas ,
manifestaciones, piquetes etc...Jarvis segun tu vision es un personaje; que
solo viva para sus "amos" un hombre capaz de no dormir preocupado por los
desvelos de un boy-scout que viste con pantys. Y eso no!! Jarvis es un
personaje complejo y carismatico que se ve siempre relegado a un discreto
segundo plano y a prototipicas caracterizaciones de gente, que tiene la
simplista vision de un mayordomo que por ejemplo se da en el personaje y la
interpretacion de Anthony Hopkins en "Lo que queda del dia". Y no es asi los
mayordomos ademas de cumplir una valiosima mision en la sociedad actual, no
son siempre extreñidos seres sin apenas vida personal que viven solo y para
la felicidad de sus patrones. No señor. Fijese mas en sus actos y tomate
mejores referencias en sus proximas caracterizaciones de jarvis: no se
fijate en Jeffrey el mayordomo del principe de Bel-Air, o el Mr. Belvedere o
en el carismatico mayordomo de los anuncios de Tenn ( el algodon no
engaña)... eso si que son buenos personajes bien caracterizados!!"
Sobre Jarvis, cierto que he usado la caracterización más tópica del pobre
Edwin, pero es un personaje más vinculado a los Vengadores, de modo que las
quejas sobre su personalidad se las puedes transmitir a los guionistas de la
misma, para que le den el tratamiento que se merece. A mí personalmente me
gustó aquel número donde él era el único vengador y luchaba contra los
efectos de Inferno a paraguazo limpio...
"Vale, vale esta bien. Es numero esta muy bien y como yo soy un ser ruin
rencoroso y vengativo a sabiendas de que tus numeros son mejores que los
mios, he intentado criticar el numero por donde he podido."
Las críticas son siempre bienvenidas. Ya me leeré yo algo del Halcón para
destriparlo a gusto...
"Espero ver pronto mas numeros, donde encuentre errores mas jugosos donde
poder incar el diente. Tambien espero que decidas usar al Halcon en alguna
ocasion, personaje a tu entera disposicion, al igual que yo de vez en cuando
intentare meter con calzador al Capi en mi serie con el fin de demostrar que
es gay."
Cuando quieras haremos un crossover donde el "drim tim" se recupere.
"P.D. El nombre del correo es todo un hallazgo :)"
Gracias. Se me ocurrió a mí solito.
"Hum... Buen numero, me ha gustado incluso más que el primero de Lobezno.
Quizas si quisiera ser demasiado critico podria pedir que nos resumieses en
el correo (a proposito, gran idea lo de las notas esas) la relacion Capi /
Craneo. Pero bueno... Teniendo en cuenta de que la serie trata sobre un
fascista en pijama te ha quedado un numero bastante cuco y apañado ¿para
cuando los invitados especiales que me dijistes que sacarias?. XuMer."
Gracias por los elogios. Sobre resumir la relación Capi - Cráneo, podría
hacerse, pero llevaría bastante tiempo y Gruenwald lo hizo bastante bien en
el 350 USA de la colección, y con la ayuda de Papi Byrne a los lápices, pero
en cuanto tenga un rato. Lo de los invitados especiales, ya tienes a unos
cuantos por aquí hoy, pero en un par de números veremos a alguno, aunque los
reservo para el final de esta saga, una aventura en tres partes titulada "La
Marca del Lobo".
Bueno, hasta aquí todo por hoy. En el próximo número asistiremos al regreso
de alguien muy importante en la vida de Steve Rogers y otras cosillas.
Abanderosos saludos.