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PORTADA
El supersoldado, la leyenda viviente, el defensor del sueño de una nación, un hombre, el Capitán América.
 
Capitán América

CAPITAN AMERICA #455
Reflexiones de un supersoldado
Guión: Luis Capote
Portada: Manuel Velasquez

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PORTADA: El supersoldado, la leyenda viviente, el defensor del sueño de una nación, un hombre, el Capitán América.

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El teclado del ordenador emitía un incesante dika - dika, señal inequívoca de que la persona que estaba trabajando en él escribía a un ritmo casi frenético, casi expresando un deseo de plasmar una información con el máximo detalle posible mientras todavía estaba fresca en la memoria. A su lado, humeaba aún una taza de café de la que sólo había probado unos sorbos. La noche era dueña y señora de la ciudad desde hacía varias horas, pero eso no parecía importar al enfrascado escritor, que sólo redujo su ritmo cuando en el monitor los brillantes píxels dibujaron la siguiente frase:

-. Y así, Onslaught fue derrotado a un precio enorme.

El Capitán América se arrellanó en el sillón y sólo entonces reparó en una figura que, inmóvil como una estatua, lo observaba.

-. ¿Jarvis? ¿Sabes qué hora es?

-. Sí, Capitán, pero creo que no cumpliría adecuadamente con mis obligaciones si no velara por la salud de los inquilinos de esta mansión, sobre todo si se olvidan de comer - respondió el servicial mayordomo, colocando ante el Capitán una serie de bandejas tapadas.

-. Hmmmm... no sé si tengo muchas ganas de comer a estas horas, pero creo que tus desvelos bien merecen un pequeño esfuerzo.

-. Gracias, Capitán. Sólo cumplo con mi obligación...

Mientras destapaba las bandejas, el Capitán observó al hombre que estaba ante él: cada uno a su estilo, se esforzaban por cumplir por su deber y en sus respectivos campos eran casi imprescindibles para los Vengadores; aquella mutua convicción de que el otro era imprescindible era el germen de una corriente de mutua admiración. Por su parte, Jarvis observó al Capitán.

-. Señor, debería descansar. El grupo ha pasado por muchas batallas importantes en los últimos meses. Todos intentan tomarse un respiro. Nada más lejos de mi intención decirle lo que debe hacer, pero creo que usted debería seguir su ejemplo...

-. Lo sé, no te preocupes, Jarvis. Nos conocemos desde hace demasiado tiempo y sé que tu intención, como siempre, es buena pero... - el Capi ahogó un bostezo - lo siento.

-. Amo Steve, sinceramente... ¿está preocupado por el joven Stark?

-. Sí, así es, amigo mío - respondió el Capitán, sonriendo ante la agudeza del mayordomo - No logro quitarme de la cabeza todo lo que ha acontecido con... con Tony. Aún no me hago a la idea de lo que ha acontecido, que uno de mis primeros amigos en mi nueva vida, un compañero de muchas fatigas... Demasiadas, demasiadas cosas.

-. Le entiendo, amo Steve - Jarvis comprendía el estado de fatiga mental del Capitán y retomó la conversación - Sé que todos ustedes me ven vinculado a esta casa, a la mansión de los Vengadores, pero yo conozco al Sr. Stark desde que era casi un niño, y entiendo perfectamente por lo que está pasando.

El Capitán América terminó de comer y se levantó, paseando por la habitación.

-. El asunto de Onslaught ha sido demasiado absorbente como para pensar en nada más, pero resulta increíble todo lo que nos ha pasado: primero descubrir que el antiguo Tony estaba controlado por Kang, nuestro viejo enemigo... luego traer a su versión más juvenil para derrotarle y después verle caer de nuevo... para reaparecer, casi como una persona diferente... 1

-. ... no nos habíamos acostumbrado al nuevo amo Anthony y una nueva batalla nos lo devuelve aún más cambiado...

-. Así es - sonrió el Capitán, volviendo su mirada al leal Jarvis. Sin lugar a dudas, pensó una vez más, los Vengadores se habían equivocado todos aquellos años cuando elegían a su presidente2. No sabemos, no sé qué hacer con él. Me pregunto si habrá perdido el control otra vez.

-. Le entiendo, amo Steve, porque yo tengo los mismos temores. Casi me pregunto si la tendencia de Anthony Stark hacia los excesos será genética... Recuerdo a su padre, el amo Howard, un buen hombre, un gran hombre, pero quizá demasiado estricto respecto a la educación de su hijo. Le horrorizaba la idea de que su heredero, su primogénito fuera como alguno de los hijos de sus amigos, un ser débil e inútil... pero quizá he dicho demasiado3.

El Capitán miró de nuevo al mayordomo y comprendió de nuevo el enorme afecto que éste sentía por su joven amo, por toda la familia Stark. Si había ido más allá de lo que las reglas del servicio exigían y había hablado sobre cuestiones íntimas, era porque compartía su preocupación, la preocupación de todos, por el nuevo Hombre de Hierro. Evidentemente, estaba claro que algo no iba bien.

-. Bueno, Jarv - concluyó el Capi, adoptando una postura más relajada - no le demos más vueltas a este asunto. Como tú mismo has dicho, necesito - necesitamos, añadió, con una sonrisa - un poco de descanso y mañana será otro día, y dicho esto, se dirigió hacia la puerta principal, secundado por un mayordomo que, al igual que él, enmascaró su preocupación bajo una apariencia de tranquilidad.

El abanderado montó en su motocicleta y saludó de forma mecánica a Jarvis. Mientras arrancaba pensó: "somos dos perfectos comediantes... y dos perfectos estúpidos. Nos conocemos lo suficiente para saber que ninguno de los dos va a dejar de pensar en Tony".... Tony - repitió mentalmente - qué se supone que debo hacer contigo ¿hm? A velocidad constante, el Capitán enfiló el camino hacia su apartamento, aunque tardaría un poco en llegar, lo suficiente para ensimismarse en aquel dilema: ¿qué sabía realmente de aquel jovenzuelo que respondía al nombre de Anthony Edward Stark? En honor a la verdad, bien poco. Su amigo, su camarada, había sido el "viejo" - al escoger este adjetivo no pudo evitar una sonrisa - Tony Stark, uno de sus cicerone en su regreso al mundo, su compañero vengador... pero también - reflexionó, perdiendo todo atisbo de gracia - era inevitable recordar los conflictos que se habían sucedido en los últimos tiempos: el asalto a la Bóveda donde lo noqueó - aunque quizá, lo que más le dolió de aquello fue que intentara comprarlo con un trozo de metal - las mentiras sobre su identidad... y el asalto a la Inteligencia Suprema... aquello había sido la gota que colmó el vaso, al liderar una escuadra de verdugos... habían sido meses muy duros... pero también - recordó - había acudido en su ayuda cuando estuvo a punto de morir por la degeneración del suero... Tony había sido para él un gran amigo, pero también en ocasiones fue un terrible adversario. Como dijo Ojo de Halcón, Stark estaba obsesionado por un férreo control, de modo que su pérdida tenía efectos catastróficos. Sí, quizá no había punto medio para Tony Stark, para el Invencible Hombre de Hierro4.

Casi de forma inconsciente, el Capi paró en las cercanías de su bloque y, envuelto en las sombras, se acercó furtivamente a su portal mientras se enfundaba una amplia gabardina y se despojaba de la máscara. Sí - continuaba su mente cavilando - aquel chico no era su amigo, pero se sentía responsable de él, al haberlo arrancado de su época y haberle obligado a afrontar un futuro muy oscuro. ¿Estaría abocado a repetir los errores de su otro yo? El Capi casi rezó porque no fuera así, pero las últimas intervenciones de Soluciones Stark dejaban entrever una dureza de acción más propia del viejo Tony5.

Al abrir la puerta de su apartamento, notó que un inconfundible olor a cerrado salió de su interior. Llevaba demasiado tiempo fuera. "Nunca puedes volver al hogar" - pensó. Hubó un tiempo en el que aquel lugar fue su casa, en el más amplio sentido de la palabra pero... ¿qué quedaba? Bernie ya no estaba, tampoco Jack; Mike y Arnie estaban muertos... ¿qué quedaba allí? ¿qué lo retenía? No lo sabía demasiado bien, y en verdad, en aquel momento no iba a pararse a averiguarlo. Se dejó caer sobre el sofá y reflexionó por un momento sobre lo agitada que había sido su vida desde que el Dr. Kincaid le diagnosticara aquella fatal enfermedad... la lenta agonía, la desaparición de Rachel, el asalto a I. M. A., su aceptación del final... y su inesperada salvación, gracias a dos inesperados rescatadores, Johann Schmidt, el feroz Cráneo Rojo... y Sharon Carter, su amada Sharon..., a partir de ahí, los acontecimientos se precipitaron de forma aún más vertiginosa: de nuevo, el Hombre de Hierro, el asalto del nuevo Libra... y Onslaught6... ¿Qué quedaba ahora? Ciertamente, no lo sabía... Se levantó, camino del dormitorio, y no pudo evitar posar la vista en un aparador donde reposaban dos retratos femeninos, observando largamente el de una hermosa mujer de pelo fucsia montada a caballo...

Mientras, en otro lugar, en la zona golfa de la ciudad, una exótica mujer terminaba su jornada laboral.... "Hmmmm. No ha estado nada mal" - pensó complacida - "esos gallitos acabaron arrastrándose por los suelos. ¡Qué fácil resulta ponerles en su lugar!" - mientras se ajustaba un albornoz y procedía a quitarse el maquillaje... Realmente disfrutaba de su trabajo, pero el ruido de pasos apresurados y voces, que irrumpieron inesperadamente en su camerino, de la mano de sus productores, media docena de borrachos mal encarados.

-. ¡Ey! - preguntó la mujer - el público no puede pasar a los camerinos, ¿Quién os ha dejado pasar?

-. Oye, nena - respondió el primero - ¿después del espectáculo que has montado en el escenario crees que puedes dejarnos a mí y a mis colegas a la mitad? Queremos la continuación...

-. Ya, sí, claro, claro. Largaos de aquí ahora que todavía podéis andar...

-. Oshe, Ralph - terció un segundo borracho, bastante más ebrio - pareshe que la shica she lo tiene muy c-creído ¿no crees? Quishá haiga que bajarle - burp - los humos...

-. Vamos, Lefty - contestó el aludido - hay que comportarse bien con la dama... no queremos que se dañe la mercancía.

-. Por última vez - interrumpió la mujer - ¡fuera de aquí!

-. Venga, venga, Cleo - respondió Ralph, acariciando la mejilla de la chica - podemos tomar las cosas con calma ¿no? Por toda respuesta, recibió un inesperado y potente directo justo en la base del estómago, que le hizo trastabillar y caer sobre sus sorprendidos compañeros...

-. ¡Maldita furcia...! el iracundo Ralph se incorporó con la ayuda de sus compañeros, lanzando su puño derecho contra la cara de Cleo con el impulso que su corpachón le otorgaba, mientras ella retrocedía para encontrarse acorralada entre el tocador y sus inesperados visitantes. En un instante, su mente se concentró en la negrura pero sorprendentemente, una imponente figura embozada en un abrigo y un sombrero apareció como por arte de magia entre ella y su agresor, aprisionando el brazo atacante de Ralph.

-. Nghhh... Suél-tame, mald-ito, hijoputa...

-. Como quieras - respondió el recién llegado, apoyando un pie sobre el abultado estómago de su contricante y enviándolo de nuevo al suelo.

-. ¡Cabrón de mierda! - masculló un airado Ralph mientras sacaba un cuchillo de caza de entre sus michelines - a la puta ésta le daré lo suyo, pero va a quedar mejor que tú. ¡peazo fiambre!

-. Me gustaría ver como lo haces - respondió el desconocido, que se despojó de su sombrero para que todos pudieran ver la inconfundible fisonomía del Capitán América.

Desde su posición, la estupefacta Cleo pudo comprobar cómo el color rojo congestión de los rostros de sus "admiradores" pasaba al blanco del miedo casi de forma instantánea. El bravucón Ralph se quedó sin aliento durante un segundo, pero luego recuperó y blandiendo su arma sentenció:

-. Vamos, muchachos. Por muy vengador que sea, sólo es uno y nosotros somos seis... ¡a por él! - concluyó.

La única respuesta fue el silencio.

-. ¡Venga, chicos!... hmmmm... eeehh... ¿chicos? Ejem, ¿chicooooos?

De soslayo, Ralph pudo comprobar que sus compañeros de copas habían salido a escape... El Capitán avanzó lentamente hacia él, embrazando su escudo y mirando fijamente a los ojos de su oponente, que empezó a retroceder, primero lentamente y luego a toda prisa. Cuando apresuradamente se avalanzó hacia la salida, el vengador se volvió hacia la todavía sorprendida Cleo.

-. ¿Estás bien?

-. Yo... eh, sí. Y no necesitaba tu ayuda. Me basto yo sola.

-. De nada... y no lo dudo.

-. ¿Qué buscas aquí, abanderado? - inquirió Cleo mientras encendía un cigarrillo - ya no pertenezco a la Sociedad Serpiente.

-. No vengo por eso. De hecho, creo que el Cobra y sus adláteres siguen a buen recaudo, gracias a Fuerza de Choque7.

-. ¿Y entonces? No creo vinieras a ver mi actuación. La última vez que estuviste dejaste bien claro que este "espectáculo degradante" estaba fuera de tus anacrónicos gustos8...

-. Estoy buscando a Rachel, Áspid.

-. ¿A... Rachel? - a la intrigada Cleo no pasó por alto el hecho de que el Capitán América mencionara a su amiga Iguana por su nombre de pila - ¿y para qué la quieres, tío? ¿para darle alguna charla sobre la ética de los superpoderes?

-. No creo que eso sea asunto suyo, señorita...

-. ¡Ja! No es asunto mío. Qué chistoso. Dime, cara de palo ¿por qué habría yo de confiarte algo cuando tú me sales con que "no es asunto mío"? ¿acaso esperas que tu traje de bandera haga que la gente se incline a confiar en ti?

El Capitán miró por un instante fijamente a Áspid y, finalmente, se relajó - Supongo que tienes razón. Quiero hablar con ella para decirle que se equivocaba, que no me importa lo que piensen los demás. Sólo eso.

-. Bien. Rachel me contó porqué te había dejado antes de marcharse.

-. ¿Marcharse? ¿a dónde?

-. Eso ya no lo sé. Me habló sobre un asunto de vida o muerte de alguien muy cercano, pero no quiso decirme más.

-. Hmmmmm, no es mucho, pero ya es algo.

-. Si la encuentras, señor poderoso, trátala un poco mejor. Rachel sacrificó muchas cosas por ti. Te quería, abanderado...

-. Yo también a ella, Áspid.

-. Pues procura demostrárselo aceptándola tal y como es. No todos hemos nacido en un pedestal de mármol ¿sabes? Y tampoco nos gusta recibir prédicas sobre la virtud.

-. Lo tendré en cuenta, Áspid.

-. Mi nombre es Cleo, Capitán. Y a ver si la próxima vez vienes a ver el espectáculo. Quizá encuentres algo que te guste.

-. Ya expresé mi opinión sobre ese tema en mi última visita... - y dicho esto, se marchó.

Mientras se dirigía hacia su motocicleta, cavilaba sobre las palabras de Áspid acerca de Rachel. "misión de vida o muerte", "alguien muy cercano". De repente, las piezas empezaron a encajar. Por lo que Libre, Bandera y los Vengadores le habían dicho, Iguana era la mujer que había acudido a Boca Caliente como guardaespaldas de Superia, la misma que le había ofrecido una cura para su mal... Así que por eso se había marchado Rachel; para encontrar un modo de salvarle la vida había vendido su alma al diablo... - Bueno - pensó - es un comienzo para empezar a buscarla, pero Superia está muerta9. Veremos si alguna de sus aliadas puede darme alguna pista más... El Capitán sacó su comunicador para enviar un mensaje a la mansión, cuando un disparo silbó a sus espaldas para impactar a un palmo de su nuca.

-. ¡Mierda! - siseó el tirador - ¡he fallado!

Por toda respuesta, el Capi se movió hacia su agresor en zigzag, evitando ser un blanco fijo. El tirador realizó tres disparos más que se perdieron en la noche, y retrocedió torpemente. - Torpe, Rogers. Muy torpe - pensó el vengador, que lanzó su escudo en un elegante movimiento elíptico que alcanzó a su adversario en la sien, derrumbándolo como un fardo. El caído intentó recoger su arma, pero encontró la bota del supersoldado sobre su antebrazo.

-. Creo que ya has jugado bastante con eso por hoy.

-. ¡Suéltame, maldito mamón! ¡¡Tengo mis derechos!! ¡¡¡Suéltame o te escamocho!!!

-. Ya, sí, claro, claro - El Capi se agachó para recoger el arma.

-. ¡Tengo amigos influyentes! ¡¡Muy poderosos!!

-. Y se llaman Johnnie Walker y Jack Daniels ¿no? - Steve no pudo evitar pensar en el USAgente cuando hizo ese comentario10 - amigo... hmmm... Ralph ¿no? Creo que el alcohol te ha jugado una mala pasada.

-. ¡Ya verás! ¡Estaré libre antes de que vuelvas a tu batcueva, abanderado.

-. Yo no tengo ninguna batcueva. Y ahora estate quietecito - concluyó mientras marcaba en su comunicador el número de la policía - ¿Oiga? Línea de Prioridad de los Vengadores. Soy el Capitán América. Tengo aquí al presunto autor de un homicidio frustrado. Sí, esperaré. Estoy a la salida de un local llamado Pink Flamingo. Sí, ¿lo conoce? Bien, gracias, y que tenga un buen día.

-. Todavía tardarán un rato - pensó, mientras ataba con su cinturón al jaquecoso Ralph - Veamos el arma con la que ha intentado mat... ¿eh? ¿qué demo...?

La sorpresa del buen Capitán se hará esperar un poco, pero mientras, es necesario trasladarse a otros barrios bajos en otra ciudad, Washington D.C., la capital de la nación presuntamente más poderosa del orbe, donde en uno de tantos bares de mala muerte, una mujer ahogaba sus penas en cualquier cosa que llevara alcohol.

-. Hola mami - dijo un recién llegado a la mujer - Hacía mucho tiempo.

-. Seh - respondió la mujer, sin levantar la mirada de la botella - tampoco es que me importe mucho, francamente...

-. ¿Me puedo sentar? - el hombre no esperó contestación - tienes un aspecto deplorable, mami. Me pregunto si Johann estaría contento...

-. ¡No menciones a Johann! ¡Está muerto! ¿me oyes? ¡¡MUERTO!!

-. Tsk, tsk, tsk... Baja la voz, madrecita. No estamos aquí para montar un escándalo. Sí, algo oí sobre el particular, y viéndote como te veo, parece que esta vez, las noticias de la muerte de Herr Schmidt no han sido, ni mucho menos, exageradas11.

-. ¿Qué voy a hacer, Voz? Me siento tan, tan vacía, tan inútil...

-. ¡Vaya! Por lo que recuerdo, el jefe te trataba como a un florero. Si me aceptas un consejito, Madre, te diría que te olvidaras de él. Vivo o muerto, nunca tuvo sentimientos muy elevados hacia nadie...

-. ¡Qué sabrás tú, bola de sebo! Casi ni le conocías, trabajaste muy poco para él.

-. Cierto, pero en tan escaso período de tiempo casi pierdo la vida en aquella cloaca del Club Fuego Infernal12. Madrecita, estás colada por un fulano que carece de sentimientos...

-. ¡Eso es asunto mío! - atajó la mujer, echándose el resto de la botella al coleto.

-. Allá tú si quieres suicidarte, pero si estás decidida a ello, quizá te gustaría acompañarme...

-. No tengo interés en nada de lo que quieras venderme, Voz.

-. Yo creo que sí, jovencita. Creo que necesitas una voz adulta que te ayude a pensar con más claridad.

-. Y tú vas a ser esa "voz". No, gracias...

-. Vamos niña: PIENSA, aunque sólo sea por una vez en tu vida. Johann Schmidt ha muerto, sí, pero no por primera vez. Si realmente quieres volver a verlo, sólo tenemos que encontrar a alguien que pueda ayudarnos...

-. Arnim Zola - musitó la mujer - ¿Quieres que vayamos a buscar a Zola?

-. Sí, así es.

-. Bien - se irguió la mujer, sorprendentemente sobria - ¿y cómo sabes tú del papel de Zola en toda esta historia? No es del dominio público...

-. Sí, es algo que sólo saben los más allegados a nuestro difunto jefe, amén de su mayor enemigo, pero aquél siempre ha sido bastante precavido, y ha tenido planes de contingencia para cualquier imprevisto...

-. ¿Quieres decir que tú...? ¿tú...? ¡Vamos, no me lo trago!

-. Piensa lo que quieras, querida mami, pero él confiaba más en mí que en cualquiera de vosotros. Medítalo, ¿quién dentro de la organización ha sido digno de su confianza? ¿Calavera? No es más que un vulgar matón de barrio, incapaz de tener ideas propias. ¿Forji? Es un robot demente. ¿Y tú? Tu estado actual demuestra que no eres de fiar...

-. Eso dices tú, pero yo le quería...

-. Sí, claro, y por eso te tirabas al Degollador...

Por toda respuesta, la mujer amagó una bofetada hacia su acompañante, que la paró con un casi inaudible "alto"

-. Lamento hacer esto, Madre Noche, pero no quiero que llames más la atención. Voy a retirar mi control sobre ti, pero antes vuelvo a pedirte que reflexiones. Si en verdad quieres volver a ver vivo al Cráneo Rojo, sabes que soy tu única esperanza. Quedas libre.

La mujer lanzó una mirada furibunda al orondo personaje que se sentaba frente a ella y luego, suspirando, lanzó un quedo "está bien. Tú ganas".

De vuelta a Nueva York, en lo que vagamente parecía ser un almacén de repuestos, una figura imponente lanzaba una sonora filípica a media decena de asustados y astrosos borrachines que parecían encogerse a cada grito de su interlocutor.

-. ¡¿Qué Ralph hizo QUÉEE?!

El silencio fue toda la respuesta a la cuestión.

-. ¡Estúpidos barriles de alcohol! ¡Estoy esperando una respuesta y espero que sea buena! Por última vez, ¿DÓNDE ESTÁ RALPH?

-. Bueeee - se adelantó uno de los interpelados - Tú shabesh cómo esh Ralphie - burp - cuando she le mete algo en la cabesha y tiene másh de dosh copash en e cue-po, no sheja hashta consheguil-lo.

Por toda contestación, el borracho Lefty fue cogido por las solapas de su manchada camisa y levantado en peso hasta que su abotargado rostro sintió el aliento del furioso jefe - Bueno, Lefty. Tú sabes cómo soy yo - siseó - cuando se me mete algo en la cabeza y los inútiles como vosotros me tocáis los cojones, no cejo hasta que lo consigo o le parto las piernas a los tocapelotas... ¿Entiendes?

-. S-shí.

-. Pues empieza a largar...

-. Verásh, losh mushashos y yo...

En ese momento, una portezuela se abrió para dejar paso a un trastabillante Ralph, que se acercó apresuradamente hacia sus sorprendidos compinches...

-. Eeeh... Hola, Lápida, ¿cómo estás?...

-. ¿Ralph? - el sorprendido Lápida le dirigió una mirada suspicaz - ¿qué coño haces aquí?

-. Yo, euh, esto... trabajo aquí ¿no?

-. Desgraciadamente... tus compinches dicen que le has plantado cara al abanderado ¿eh? - dijo el matón de piel mortecina mientras se acercaba al recién llegado.

-. Eeh... sí, le di para el pelo. Estas armas que has pillado son canela fina.

-. Sí - respondió Lápida, para a continuación descargar un terrible puñetazo en el estómago del sorprendido Ralph - y yo soy gilipollas y me lo trago... Esas armas no tenían que salir de aquí.

-. ¡Lápida, t - tú sabes como es la calle! ¡Necesito protección!

-. Sí, contra tu propio cerebro - respondió descargando un segundo puñetazo que hizo que Ralph cayera de rodillas - Llevo demasiado tiempo en este negocio como para tragarme que una bola de sebo como tú haya podido hacer algo frente al abanderado...

-. ¡Tienes que creerme, Lápida! ¡Estas pistolas son el demonio! ¡Lo mejor de SHIELD...!

-. Me has vendido ¿verdad? - masculló, descargando una patada sobre el pecho del aterrorizado Ralph - ¡me has vendido a MÍ! Nadie salvo yo sabía que esas armas habían sido robadas de un envío con destino a SHIELD...

-. Y - yo...

-. Bien, cerdo - escupió Lápida levantando la cabeza de su magullado interlocutor por los pelos - ¿qué le has dicho al Capitán América? ¡Responde!

-. Creo que puedo contestar a eso, amigo.

Lápida alzó la vista, sólo para encontrarse frente a frente con el Capitán América, que sigilosamente había entrado por la misma puerta que Ralph, aprovechando la distracción que éste le había proporcionado.

-. ¡Vaya! Así que has tenido el valor de llegar hasta aquí - dijo Lápida, mientras se ponía en pie y hacía chasquear sus nudillos...

-. No te sobreestimes, amigo. Desde aquí no pareces más que otro matón superfuerte.

-. Hermosas palabras, hombre bandera. Será un placer hacértelas tragar - digo mientras se acercaba.

-. Contrariamente a lo que pueda pensarse de mi, Lápida, no tengo particular querencia por lanzarme a un combate. Quiero respuestas, las tuyas.

-. ¿Y si no quiero dártelas?

-. Allá tú.

-. Bien, bien, bien - Lápida cambió de estrategia y se cruzó de brazos, intentando dar una impresión de control de la situación - veamos las preguntas.

-. ¿De dónde has sacado las armas de SHIELD?

-. De la tienda de recuerdos de la parroquia. ¿Me crees tan imbécil como para revelarte a mi proveedor?

-. Francamente, si has sido lo suficientemente imbécil como para contratar a Ralph, diría que sí.

La desagradable sonrisa de Lápida se trocó en una mueca de fastidio y amagó un puñetazo hacia el estómago del Capitán, que se cubrió con su escudo, mientras esquivaba el directo de izquierda que se dirigía a su cabeza. Casi lo había pillado, tenía que recuperar la iniciativa, y dio un salto atrás, esperando que su adversario lo siguiera. ¡Bien! - pensó, cuando vio que Lápida cargaba contra él - confía demasiado en su invulnerabilidad y haciendo un barrido con su pierna derecha, hizo tropezar a su enemigo, al tiempo que empleaba sus conocimientos de aikido para hacer que su impulso lo ayudara a caer. Lápida rodó dando varias volteretas por el suelo y se incorporó.

-. Muy bien, Capitán. Pero espero que tengas algo mejor. Es difícil herirme, ¿sabes? No creo que tengas nada para hacerme frente.

-. ¿Quién te ha dicho que he venido solo? - una voz ampliada por medio de megáfono se dejó escuchar -

-. ¡ATENCIÓN A TODOS LOS DE DENTRO! LES HABLA EL TENIENTE STONE, DE CÓDIGO: AZUL. SALGAN CON LAS MANOS EN ALTO.

-. ¡Mierda...! No creas que esos maderos me impresionan... con ellos o sin ellos, te haré pulpa de bandera.

-. Como dije, Lápida, no vengo a malgastar mi tiempo en una pelea sin sentido. Quiero respuestas.

-. ¿Y qué me darás a cambio? ¿unas buenas palabras para el Juez? ¿Un trato?

-. Hace un momento asegurabas conocerme bien. Si ello fuera cierto, sabrías que no hago tratos con la gente de tu calaña. Dije que quería respuestas y las tendré: de ti, de tus compinches o de las pruebas que dejes tras de ti...

Lápida calibró rápidamente la situación. El Capi le había tendido una buena trampa. Estaba seguro de poder con él, pero si la pelea se prolongaba demasiado los de Código: Azul asaltarían el almacén. Si lograba huir, abandonaría una lucrativa operación. Pasare lo que pasare, todo se había ido a paseo. Miro a todos lados, buscando a sus esbirros, pero estaban todos demasiado aterrados. Dirigió la vista hacia una portezuela camuflada entre las cajas y corrió hacia ella.

El Capitán había previsto ese movimiento y lanzó su escudo hacia las piernas de lápida, acertando. La piel del hampón era demasiado dura como para sentir daño alguno, pero trastabilló y cayó al suelo, mientras el disco de metal volvía a las manos de su propietario, que lo cogió al vuelo y de un salto, aterrizó sobre el torso de Lápida, al que colocó el filo de su escudo sobre el cuello.

-. Piénsalo, Lápida. ¿Puedes quitarme de encima antes de que te decapite?

-. ¡Ey, tío! No eres tan duro. Tú no matas...

-. Ya te dije que no me conocías bien - respondió el Capitán, mirando a los fríos ojos de su oponente - En ese momento, varias explosiones derribaron la puerta principal y los miembros de Código: Azul entraron en tromba, apresando a Lápida y sus subalternos...

-. ¡Recordaré esto, Capitán! - gritó Lápida, mientras Perro Loco lo esposaba - Volveremos a vernos.

-. ¿Cuántas veces tienes que escuchar eso al cabo del día, Capi!

-. Unas cuantas, Teniente Stone, unas cuantas - respondió el aludido, sopesando la pistola con la que Ralph le había disparado hacía unas horas.

-. Bueno, en todo caso, aquí ya hemos terminado. Te espero para que hagas la declaración pertinente en nuestro cuartel general.

-. Aquí hemos terminado - dijo el Capi, en parte para sí - pero esto no ha hecho más que empezar. Salió a las desiertas calles. Faltaba muy poco para que amaneciera, y alzó la vista hacia la noche moribunda, mientras se preguntaba por la clase de locura que parecía haberse apoderado de su vida en los últimos meses. Era demasiado tarde para volver a su casa. Recogió su moto y las primeras luces del alba contemplaron como el Capitán América tomaba el camino a la Mansión de los Vengadores.

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1.- Todo ello se vio en la saga La Encrucijada, repartida entre Los Vengadores, Iron Man y Fuerza de Choque, en Onslaught: Universo Marvel, y en numeros recientes de Iron Man.

2.- Ya lo pensó en Vengadores 298 USA.

3.- La peculiar relación entre Tony y su padre se vio en Iron Man: Desde las Cenizas.

4.- Vamos a ver: la relación entre Iron Man y el Capi repasada por este último hace referencia a aventuras muy variadas: el enfrentamiento en la Bóveda, se vio en las primeras Guerras de la Armadura (Iron Man 228). El enfrentamiento por la "muerte" de la Inteligencia Suprema se produjo al final de Operación: Tormenta Galáctica, en Vengadores 347 USA. La degeneracion del suero de supersoldado se vio en la saga Ultimo Combate (Capitan America 425-437) Ojo de Halcón hace referencia a la azarosa vida de Tony en Iron Man: La Edad de la Inocencia.

5.- Ver actuales numeros del Hombre de Hierro.

6.- Un resumen de los ultimos 30 numeros del Capi.

7.- Fuerza de Choque vapuleo a la Sociedad Serpiente en Capitan America 437.

8.- En Capitan America 371.

9.- Se vio en El Fin de Ima (Capitan America 439-441 y Vengadores 387-388)

10.- Nombre real e identidad actual, respectivamente, del USAgente.

11.- Johann Schmidt, el Craneo Rojo, murio (o al menos eso parece) en Capitan America 448.

12.- De donde tuvo que rescatar a Craneo, en Capitan America 369-370.

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BARRAS DE PAN Y SOPA DE ESTRELLAS

Muy buenas y bienvenidos a la etapa marveltopiana del Capitán América. Espero no aburrir demasiado al personal, que se lean lo que escribo y que, si no es mucho pedir ya, escriban algún mensajillo, pero antes, pasemos a las aclaraciones:

  • Los conflictos entre Iron Man y el Capi más sonados fueron durante las Stark Wars o Armour Wars, cuando el primero asaltó la Bóveda para inutilizar los trajes de batalla de sus guardianes, provocando una fuga. Rogers, por aquel entonces con la identidad del Capitán y estrenando un escudo de adamantium fabricado en S. E., intentó detenerlo y fue herido por su compañero. La segunda fue al final de la Operación: Tormenta Galáctica, cuando Iron Man lideró a un grupo de vengadores que asesinaron a la Inteligencia Suprema.

  • Bernie es Bernie Rosenthal, antigua novia del Capi. Arnie es - era - Arnie Roth, un amigo de la infancia. Jack, Jack Monroe, el Nómada y Mike, Mike Farrel, su antiguo vecino bombero, que acabó como el segundo Superpatriota.

  • Áspid trabaja como bailarina de strip tease en un club de mala muerte llamado Pink Flamingo, que ya se vio en Grandes Sagas Marvel: Capitán América nº 1: Calles Envenenadas.

  • CÓDIGO: AZUL es un grupo especial de operación con supertipos creado en las páginas de Thor por Tom DeFalco y Ron Frenz. Su jefe de campo es el Teniente Stone.

Y esto ha sido todo por hoy. En el próximo número, el Capi empieza a tirar de la madeja, y lo que va saliendo le gusta cada vez menos y menos.

 
 
   
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