CABALLERO LUNA VOL. 3 #66
La Hora Cero
Guión: Alex García
PORTADA: Morfeo en el centro, riendo. A su derecha e izquierda,
respectivamente, Daredevil y el Caballero Luna le atacan. Al fondo, el
Capitán América, Hombre Maravilla, Ojo de Halcón y
Spiderman golpean una barrera invisible.
Las persianas del apartamento estaban siempre bajadas,
sumiendo el piso en una noche eterna. Su ocupante paseaba de un lado
a otro, sumido en un constante nerviosismo; ese nerviosismo se acrecentaba
día a día, noche a noche, ya que el hombre que antaño
fue Robert Markham, ahora conocido por el nombre de Morfeo,
el dios de los sueños, era incapaz de dormir, debido al experimento
que el doctor Peter Alraune había realizado para salvar
su vida. Markham había padecido un "colapso progresivo de
su sistema cromosonal", o algo así; los detalles eran cada
vez más borrosos, cada día se convertía más
en el monstruo que su aspecto sugería. Alraune había pagado
hacía tiempo por su fracaso, pero Morfeo no había conocido
la paz desde entonces: un hombre, un simple mortal vestido con una capa
blanca se había entrometido una y otra vez en su camino ¡Había
osado interferir en las acciones de un dios! No obstante, Morfeo respetaba
a ese hombre; ¡Qué formidable enemigo! ¡Cuánto
podrían haber hecho juntos! Pero ahora estaba muerto... por su
culpa.
Una nueva ola de frustración recorrió
su cuerpo, aumentando así su poder. Una de las consecuencias
de su "accidente" había sido que sus considerables energías
aumentaban con el nerviosismo, la ira y sensaciones similares, y teniendo
en cuenta que era incapaz de dormir, sus energías psíquicas,
denominadas por él "energías de ébano",
iban en constante aumento. Furioso, destrozó una mesa con una
descarga.
Su mirada se volvió hacia el CD que destacaba entre los restos de
la mesa. Un nuevo sentimiento de rabia le embargó; estuvo a punto
de destrozar el disco cuando se detuvo con una sonrisa:
- Ha llegado el momento de terminar con todo - dijo con un
gruñido ronco -. Espera, Caballero Luna, el mundo se
reunirá contigo en breve.
Horas después entró en el edificio de la IBM en Nueva
York. Con su cara cubierta por un sombrero, no llamó
excesivamente la atención. Cogió el ascensor y
subió hasta la decimoquinta planta. Un guardia de seguridad le
salió al paso.
- Disculpe, señor, ésta es zona restringida. Me temo que
tendrá que... - un tentáculo de energía de
ébano le cogió la pierna, levantándolo por el aire
y arrojándolo por la ventana. El hombre gritó hasta que se
estrelló.
Alrededor de Morfeo, la gente empezó a gritar y correr, presas
del pánico. Los despachó con varias ráfagas de
energía y siguió andando hasta que encontró una
amplia sala donde varios empleados trabajaban en sus ordenadores.
Perfecto, pensó.
Algunos gritaron al ver su horrible rostro, pero muchos más
gritaron cuando la realidad empezó a cambiar a su alrededor,
convirtiéndose en la más terrible de sus pesadillas.
Morfeo estaba satisfecho; sus poderes habían aumentado de tal
manera que ahora era capaz de manipular las mentes de muchos mortales,
con un mínimo esfuerzo para concentrarse; sujetó a uno de
los empleados por la chaqueta; miró su nombre en su tarjeta de
identificación. En la tarjeta se leía: Francis Schwartz,
programador analista. El hombre chillaba como un loco, debido a las
alucinaciones inducidas por Morfeo.
- ¡No! ¡Apartaos de mí! ¡Noooo! - Morfeo
disipó parcialmente las ilusiones que veía al hombre,
permitiéndole verle - ¡oh, santo Dios!
- ¿Dios? Sí, Francis, eso es lo que soy, un dios - le dijo
-. Y voy a castigarte, Francis, oh, sí. Has sido muy malo, y vas
a ir al infierno. Lo que has visto ha sido sólo una muestra -
mientras decía esto, creó nuevas y terribles visiones,
aún más terroríficas que las anteriores.
- ¡No! ¡Por favor, no! - gritó el hombre, desesperado
- ¡Haré lo que sea!
- ¿Lo que sea? - siseó Morfeo - ¿Lo que yo te pida?
- añadió. El desgraciado se limitó a asentir -
Bien, Francis, en este disco hay un pequeño programa que quiero
que introduzcas en Internet... Se haga como se haga eso.
Mientras su nuevo esclavo se disponía a realizar su tarea y los
gritos de horror de sus víctimas le rodeaban, una salvaje
carcajada acudió a su garganta.
Por primera vez en mucho tiempo, Morfeo era feliz.
Al poco rato llegaron la policía y la prensa, mientras el resto
de los empleados salía, huyendo por su vida. Morfeo, desde una de
las ventanas, decidió que era hora de anunciar su retorno de
manera espectacular.
Los espectadores se sobrecogieron cuando una enorme cabeza
demoníaca se manifestó ante ellos.
- ¡Escuchadme! - dijo la enorme cabeza; su voz retumbó como
un trueno
- ¡Yo, Morfeo, el dios de los sueños, he juzgado a la
humanidad, y os encuentro indignos de caminar sobre la Tierra!
¡Pero eso termina hoy! ¡Hoy, la humanidad morirá! - Y
riendo, la enorme cabeza se desvaneció.
Pero las sorpresas no terminaban ahí: de repente, el aire
alrededor del edificio empezó a cambiar, a oscurecerse, hasta que
en pocos segundos el edificio entero quedó cubierto por un cubo
de energía negra.
- ¿Qué hacemos ahora, teniente? - preguntó uno de
los policías.
El teniente Flint observó detenidamente la barrera, y
recordó al hombre que en repetidas ocasiones se había
enfrentado al villano; otro chiflado vestido de blanco, negro y plata
que luchaba por la justicia y siempre salía vencedor.
Hacía por lo menos un año que no había oído
hablar del Caballero Luna; seguramente estaría muerto.
- Llamar a Los Vengadores - dijo - ¿Qué si no? - se
llevó la mano al estómago - Esto no le sienta nada bien a
mi úlcera.
Peter Parker disfrutaba de uno de sus paseos nocturnos
en telaraña cuando vio la barrera. Aterrizó en uno de
los edificios contiguos y sacó su cámara de fotos; pasase
lo que pasase, al menos podría sacar un par de dólares
de todo el asunto. tras fijar la cámara a la pared con telaraña,
lanzó un fino hilo hacia uno de los tejados y bajó a investigar.
En el momento en que Spiderman tocó tierra, algunos de los
espectadores empezaron a abuchearle.
- ¡Vete de aquí, amenaza arácnida! - gritó
uno de ellos.
- ¡El Daily Bugle dice que sólo das problemas! -
añadió un segundo.
- ¡Seguro que tú eres el responsable de todo esto! -
gritó un tercero.
- Vaya por Dios - murmuró Spiderman -. ¿Qué
haría yo sin mi querido público?
- ¡Dejadle en paz! - dijo una mujer - Spiderman salvó a mis
hijos de un incendio. ¡Es un héroe!
- Tiene razón - dijo un joven -; él nos salvó a mi
novia y a mí de unos atracadores.
"Es bueno saber que aún tengo un club de fans",
pensó Peter mientras la policía intentaba poner fin a
la disputa. Al ver que algunos de los espectadores señalaban
algo detrás suyo, se volvió para ver llegar a Daredevil.
- ¿Cómo va eso, cuernecitos? - dijo en voz alta - Cuanto
tiempo sin verte(1). Imagino que has venido aquí por lo mismo
que yo.
- Escuché la noticia por la radio y vine corriendo.
¿Qué sabes de este tipo, Morfeo?
- Al parecer es uno de los enemigos del Caballero Luna - contestó
el arácnido -; puede lanzar "energías de ébano",
o algo así. Pero esto... no se parece a nada de lo que he leído
sobre él. El Caballero Luna podría ponernos al día
sobre él, pero... me temo que está muerto.
- Entonces es cierto - dijo el héroe ciego -. Había
oído rumores, pero...
- Sí - dijo Spiderman -, hace un año, más o menos.
Al parecer, Ojo de Halcón y los otros que trabajaron con
él en la costa oeste conocían su identidad, así que
fue fácil enterarse.
- Bueno, será mejor que atendamos esto ahora y lloremos luego a
los muertos - dijo Daredevil - ¿Entramos?
- Será difícil - dijo el otro, palpando la barrera -. Esta
cosa, sea lo que sea, es muy resistente.
Extrañado, Daredevil enfocó sus supersentidos delante
suyo; su radar captaba perfectamente cada detalle del edificio ante
él, pero nada más. No había nada entre ellos y el
edificio.
- ¿De qué estás hablando? - preguntó.
- Pues de esta barrera, natural... - se interrumpió al ver
cómo Daredevil atravesaba la barrera como si fuese aire, para
volver a atravesarla luego - Ahora me dirás que eso lo viste en
la TV, ¿verdad?.
- Spiderman, ahí no hay nada - replicó -. Sé que es
difícil de creer, pero mis sentidos no mienten.
- Muy curioso - murmuró el lanzarredes mientras palpaba
nuevamente el muro -, podría jurar que está aquí.
Desde luego, yo lo noto muy sólido.
- Al parecer, la ilusión se basa en la vista - dijo el Hombre sin
Miedo -; de alguna manera, al verlo tu cerebro se convence de que
está ahí y engaña al resto de tus sentidos.
- Y por eso a ti no te afecta - dijo Spiderman; cerró los ojos y
extendió los brazos: sintió el tacto del muro, aunque esta
vez más débil. Su sentido arácnido zumbó
débilmente -. Nada, incluso cerrando los ojos sigue ahí.
Desde luego, es una ilusión muy buena. ¿Qué
hacemos?
- Yo voy a entrar - respondió -; sea lo que sea que se trae entre
manos, no debe ser nada bueno.
- Buena suerte, DD. Subiré a alguno de los edificios adyacentes
para intentar encontrar alguna brecha por arriba.
- De acuerdo - dijo Daredevil mientras atravesaba la barrera. Spiderman
lanzó una telaraña a una de las farolas e inició el
ascenso.
Jean Paul Duchamp estaba en su taller, recordando viejos tiempos al
contemplar la nave plateada en la que había llevado a su mejor
amigo, Marc Spector, en incontables ocasiones. Apretó los
puños: aunque ya había pasado un año desde su
muerte, los recuerdos seguían siendo terriblemente dolorosos.
Frenchie nunca había conocido a nadie tan noble como Marc, y
ahora estaba muerto. Nadie, y mucho menos su amigo, se merecía lo
que le había pasado.
La música proveniente de la radio fue interrumpida por un
boletín de noticias de última hora. Los detalles de la
noticia se le escaparon, no le interesaban. Sólo el nombre del
criminal captó su atención; el monstruo había
vuelto. ¿Por qué, se preguntó, sus enemigos siempre
volvían, mientras que Marc yacía muerto y enterrado?
¿Cómo se atrevían? Agarró la radio y la
lanzó contra la pared con todas sus fuerzas.
El quinjet de Los Vengadores llegó en poco tiempo a la escena.
Poco después de tomar tierra, la puerta se abrió y sus
tres ocupantes bajaron de la nave. Una ovación general
recibió al Capitán América, Ojo de Halcón y
a Simon Williams, más conocido como el Hombre Maravilla.
- Esto no me gusta - susurró el Capitán América a
sus dos compañeros tras contemplar la imponente barrera -, me
sentiría más tranquilo si el resto del grupo hubiese
estado disponible.
- ¡Bah, te preocupas por nada, Capi! - dijo animado Ojo de
Halcón - Nosotros tres nos bastamos y sobramos para detener a ese
villano de pacotilla. Además, con Simon con nosotros, esto va a
ser un paseo. ¿No es así, Maravilla?
- Veremos - respondió éste. Tras su retorno(2), no
había tenido oportunidad de poner a prueba sus habilidades,
aunque esto debería ser pan comido.
- Muchachos, sois unos sosos - dijo Ojo de Halcón - ¿Desde
cuándo un perdedor como éste nos ha dado problemas?
- Siempre hay una primera vez - dijo el Capitán, alerta ante
posibles problemas.
- Sólo hay una forma de saberlo, ¿no estáis de
acuerdo? - dijo mientras se preparaba para lanzar una flecha explosiva
-. Apartaos, por favor.
La flecha salió disparada hasta estrellarse contra la barrera,
que soportó la explosión sin inmutarse. Ojo de
Halcón bajó el arco.
- Umm... creo que te toca probar a ti, Simon - dijo.
- Vamos allá - dijo el Hombre Maravilla. Colocándose
frente al muro, lo golpeó con poca fuerza, para probar su
resistencia. Nada.
Retrocedió un paso y volvió a golpear, esta vez con
más fuerza. El resultado fue el mismo.
- Capi, será mejor que los civiles se aparten - dijo mientras
comenzaba a elevarse. La policía empezó a proceder de
acuerdo a las órdenes del Capitán América.
Cuando hubo ganado suficiente altura, se tomó un momento para
comprobar que la gente se hubiese apartado lo suficiente.
Después, se lanzó a toda velocidad contra la barrera.
El golpe fue devastador; el tremendo ruido generado dejó a
varios de los mirones sordos para varias semanas.
Pero la barrera no se inmutó.
Steve Rogers miró a su alrededor, desconcertado. Había
visto y oído el tremendo golpe, incluso había visto
cómo el Hombre Maravilla salía despedido tras el impacto,
frenando poco después y manteniéndose en el aire; por
fuerza, la onda expansiva debería haber causado algún tipo
de daño, como reventar los cristales de las ventanas de las
cercanías, incluso agrietar el asfalto. En cambio, en toda la
zona ni un solo cristal había sido arañado. Al instante,
la solución apareció en su mente.
- La barrera es...
- ...una ilusión - Simon se volvió para ver quién
había dicho esto, y se encontró con Spiderman, quien se
hallaba pegado a la pared, como de costumbre.
- Hola, trepamuros - le dijo - ¿Qué sabes de todo esto?
- Será mejor que bajemos y os lo explico a todos a la vez -
respondió -. Por cierto, Maravillas, haces buena cara. Se ve que
la muerte te ha sentado bien.
- Deberías probarlo - le contestó con una sonrisa
irónica.
- No, gracias. No quisiera morirme sin saber si Rachel y Ross acaban
juntos.
Una vez hechos los saludos habituales, Spidey puso al trío de
Vengadores al día.
- Tiene sentido - dijo el Capitán -, eso explicaría por
qué los instrumentos del quinjet no detectan el muro.
- Entonces - dijo Ojo de Halcón -, cuando lancé la flecha,
no se estrelló contra la barrera, sino que siguió hasta
chocar contra el edificio. La vimos explotar porque era lo que
esperábamos que pasara. Y cuando Simon se lanzó de cabeza
no chocó, sino que él mismo se detuvo y se lanzó
hacia atrás, como si realmente hubiese rebotado.
- Y oímos el estruendo porque nuevamente era lo que
esperábamos que pasara - terminó el Hombre Maravilla.
- ¿Y ahora qué? - preguntó Spiderman -
Podríamos montar en el quinjet y atravesar la barrera. La
ilusión no lo detendrá.
- Podemos estrellarnos contra el edificio - dijo el Capitán -,
con lo que causaríamos aún más daños. O peor
aún - dijo, señalando a Simon -, él puede salir
despedido hacia atrás, destrozando la nave y muy probablemente a
nosotros. Sugiero que lo utilicemos como último recurso.
- Entonces, sólo nos queda esperar que Daredevil tenga
éxito - dijo Ojo de Halcón, a quien no le hacía ni
pizca de gracia estar de brazos cruzados.
A bordo del Princesa Real, Marc Spector contemplaba la ciudad de Nueva
York. Desde su misterioso retorno no había pensado en otra cosa
que en volver, llamar a Frenchie y a Marlene y contarles que estaba
vivo, pero algo en su interior le había dicho que aún
tenía un asunto importante que resolver, así que
había retrasado su retorno un par de meses.
- ¡Señor Moonfist! - dijo una voz detrás
suyo; Marc se volvió para ver al joven - Ya he terminado con
el proyecto que me pidió; aquí lo tiene - le tendió
una cajita plateada.
Marc se había pasado los dos últimos meses
buscando a algún hacker especializado en virus informáticos,
y se había encontrado con este joven, Rob. A primera vista, Robert
"Chernobyl27" Jones no parecía nadie especial, ni siquiera
su imagen era el estereotipo de hacker que se ve en las películas;
Robert era un joven alto, que dedicaba varias horas semanales al gimnasio,
a juzgar por su complexión atlética; no usaba gafas y
su cabello negro corto estaba perfectamente peinado. Pero no había
sido su imagen lo que había sorprendido a Marc; no, cuando le
habló de su proyecto había esperado que la suma por ese
trabajo hubiese sido astronómica (no habría importado
mucho; durante el asunto que había llevado a su muerte había
guardado grandes cantidades de dinero en varias cuentas con diferentes
nombres, a modo de seguro); en cambio, lo que el joven le había
pedido había sido un crucero por el caribe y dos semanas en Disneylandia
con todos los gastos pagados. Cuando Marc le preguntó si no quería
algo más, Robert le respondió que sólo podía
ver esos sitios por Internet, y al vivir en Londres le era bastante
difícil verlos de cerca. Marc se extrañó de que
un hacker tan hábil como él no hubiese saqueado un par
de cuentas bancarias para costearse el viaje, pero no dijo nada.
Así, habían estado viajando por el Caribe; por el
día Robert trabajaba en el programa, mientras que al atardecer
salían a visitar el paisaje y a disfrutar - sobre todo Robert -
de las fiestas y espectáculos locales. Y por fin, tras todo ese
tiempo, el trabajo había sido terminado. Marc abrió la
cajita para ver un disquete de color plateado.
- ¿Funcionará? - preguntó.
- Sólo hay una manera de saberlo - le respondió
el joven -; aunque por los datos que me suministró debería
hacerlo. No obstante, he tenido que "tocar de oído", no
sé si me entiende, así que no le garantizo nada.
- Mejor eso que nada - replicó Marc mientras se guardaba la caja
en un bolsillo.
- Lo que le agradezco de verdad - siguió hablando el joven -, es
este radio-televisor portátil - dijo mientras sintonizaba el
aparato -; después de todo no entraba en nuestro acuerdo.
- Rob, si tu programa funciona te mereces eso y diez veces más...
- se interrumpió al oír las noticias.
- ... ni siquiera los esfuerzos de Los Vengadores ni Spiderman han
conseguido atravesar la barrera de ébano que rodea el edificio de
la IBM aquí, en Nueva York, levantada por el villano conocido
como Morfeo. Seguimos esperando información sobre el por
qué el aventurero enmascarado llamado Daredevil parece ser el
único que ha conseguido entrar hasta el momento. Seguiremos
informando... - Robert apagó el aparato.
- Vaya, parece que los de IBM tienen un problema gordo. No es que no se
lo merezcan, pero...
Marc no le escuchó; salió a la carrera hacia su camarote.
Robert le siguió de cerca; una vez en su camarote, Marc
cogió su bolsa. Sacó de su cartera 50 dólares y se
los dio.
- Aquí tienes; coge un taxi hacia el aeropuerto - le dijo -.
Tienes reservado un billete de primera clase para Orlando, una
habitación en el hotel Mickey Mouse para un mes y 500
dólares extra en tu cuenta, para los gastos. Yo tengo que irme -
diciendo esto, se acercó a la borda.
- Pero, ¿a dónde va? - le preguntó extrañado
-; sólo tardaremos unos 20 minutos en atracar en el puerto.
- Demasiado tiempo - le respondió mientras se encaramaba a la
barandilla -. Que lo pases bien, Rob - y saltó al agua.
Por un momento, Rob se quedó pasmado, viendo cómo
su cliente se alejaba nadando a velocidad pasmosa, sin saber si gritar
"hombre al agua". Luego se lo pensó, y tras guardarse
los 50 dólares, encendió de nuevo su televisor para seguir
las noticias. Algo dentro de él le decía que ese misterioso
hombre tenía algo que ver en el asunto.
Daredevil llegó rápidamente al piso 15. Justo antes de
salir de las escaleras su oído captó una
respiración y un pulso extremadamente acelerados; supuso que
pertenecerían a uno de los rehenes.
Comprendió su error justo en el momento en que salió; la
silueta que captó su radar era la de un hombre calvo, con enormes
y horribles ojos, y orejas puntiagudas.
- Tú debes ser Morfeo - dijo, al tiempo que empuñaba con
fuerza su bastón.
- Impresionante - respondió el monstruo -. Así
que el gran Daredevil ha oído hablar de mí. Oh,
sí, sé quién eres - dijo, haciendo una inclinación
de su cabeza a la sala donde estaban sus rehenes -, he visto por televisión
cómo entrabas en el edificio.
- Algo más de lo que culpar a la TV - respondió mientras
saltaba a por el villano.
Golpeó a Morfeo en la cara con fuerza, confiando en
desequilibrarle para tumbarle y poder dejarle inconsciente. Su sorpresa
fue enorme cuando se dio cuneta de que el villano ni se había
inmutado por su golpe.
- Es hora de dormir - dijo mientras alzaba su mano -; yo, el dios de los
sueños, te otorgo ese don. Disfrútalo, pues la humanidad
no tendrá un final tan apacible cuando desencadene el virus Hora
Cero sobre ellos.
La energía de ébano rodeó a Daredevil, quien
sintió cómo drenaba sus fuerzas, dejándolo cada vez
más cansado. Lo último que oyó antes de quedar
inconsciente fue la satánica risa de su adversario.
Spiderman se desplazaba todo lo deprisa que podía colgado de su
telaraña; se dirigía a ver a la doctora Kafka, la
psicóloga que tanto le había ayudado en otras ocasiones,
con la esperanza de que ella tuviese algún archivo sobre Morfeo,
o al menos pudiese ayudarle a detener al villano.
De repente, un brillo plateado a su izquierda le hizo volverse: vio a
un hombre enmascarado que se dirigía al mismo sitio de donde
él venía, saltando de tejado en tejado.
- No puede ser - murmuró -, está muerto. Claro que
también el Hombre Maravilla lo estaba - no había duda: la
complexión, la forma de moverse... si era un impostor entonces
era uno muy bueno, sin duda.
- Hay que admitir que los supertipos somos bastante correosos - dijo -,
un día de éstos me encontraré al Capitán
Marvel por la calle, y entonces seré yo el que se muera.
Spiderman dio media vuelta y se dispuso a seguir al enmascarado. No
tenía ninguna duda de que si alguien conocía bien a
Morfeo, ése era el Caballero Luna.
El Capitán América se volvió para ver a una figura
enmascarada que se acercaba volando, aunque en realidad utilizaba su
capa para planear por el aire. Una exclamación de asombro
salió de su boca al reconocer al enmascarado. El resto de Los
Vengadores se volvió para ver cómo un hombre vestido de
negro y plata, cubierto por una capa blanca, aterrizaba a su lado.
- ¿Caballero Luna? - preguntó el Capitán -
Creía que estabas muerto.
- Lo estaba, pero era bastante aburrido - replicó -, así
que he vuelto.
- Conozco la sensación - dijo Simon Williams con una sonrisa.
Clint Barton, Ojo de Halcón, estudió detenidamente
al hombre que estaba ante él. Habiendo trabajado con el Caballero
Luna durante su estancia en los Nuevos Vengadores, Clint se había
familiarizado bastante con él; ciertamente, este Caballero se
movía y hablaba como el auténtico, pero ¿sería
él?
A diferencia de los demás, Simón Williams, el Hombre
Maravilla, no dudaba de la identidad del enmascarado. Después de
todo, ¿no había vuelto él mismo de la muerte?
¿No había vuelto Quasar, a quien todos creían
muerto? Además, el Caballero Luna siempre había proclamado
servir a un antiguo dios egipcio que le había devuelto a la vida.
El Caballero Luna se acercó a Ojo de Halcón y a Simon, y
bajando la voz para que los civiles no pudieran oírle, les dijo:
- Me alegro de veros, Clint, Simon; ha pasado mucho tiempo.
¿Sabéis algo de Tigra? Hace mucho que no la veo.
Ojo de Halcón sonrió. No mucha gente conocía su
verdadera identidad, y menos gente conocía el breve romance, por
llamarlo de alguna manera, que habían compartido el Caballero
Luna y la Vengadora felina.
- Yo también me alegro de verte, Marc - añadió,
también en voz baja - . En cuanto a Tigra... creo que está
en Australia... seguramente de caza - sonrió -. No hay duda, Capi
- dijo en voz alta -, es el auténtico.
- Eso te lo podía haber dicho yo - dijo una voz desde arriba;
todos alzaron la vista para ver a Spiderman soltar su telaraña y
aterrizar con una pirueta -, si el Luni no me hubiese dejado
atrás. Chico, el tráfico en los tejados está
imposible últimamente. Ha pasado mucho tiempo, Caballero Luna -
extendió su mano - me alegra que hayas vuelto a las filas de los
leotardos, aunque te aviso que desde la última peli de Batman el
mercado se está devaluando.
- Podré soportarlo - replicó mientras estrechaba la mano
del lanza- redes -; ahora, será mejor que nos concentremos en el
problema que tenemos entre manos.
- Morfeo es enemigo tuyo, Caballero - dijo el Capitán
América -, pero he leído su ficha y nada indicaba que
poseyera tal poder ¿Qué puedes decirnos tú al
respecto?
- Los poderes de Morfeo son alimentados por su inquietud -
respondió -; cuanto más nervioso está, más
energía va acumulando y más poderoso se vuelve - hizo una
pausa -. Y más loco. Y desde luego, el hecho de que no pueda
dormir no ayuda a que se tranquilice. Pero nunca imaginé que
pudiese hacer algo así.
- De acuerdo con lo que nos ha dicho Spiderman, Daredevil está
ahí dentro - dijo el Hombre Maravilla -; hemos comprobado que
esta barrera es una ilusión. Muy real, si se me permite decirlo -
se frotó el hombro, dolorido por el "golpe" -. Lo que no entiendo
es cómo se las ha arreglado para entrar.
"Porque es ciego", pensó Peter Parker,
Spiderman. "Ni los sentidos aguzados de Matt ni su radar han detectado
la barrera, y por eso ha podido entrar. Incluso mi sentido arácnido
reacciona de forma extraña ante esta barrera". Optó
por callarse; no podía decir esto sin revelar que Matt Murdock,
el abogado ciego, y Daredevil eran el mismo.
El Caballero Luna se acercó a la barrera y puso su mano sobre la
misma, comprobando su solidez. En cuanto la tocó, los recuerdos
le asaltaron: la lucha contra Seth, su misterioso antepasado, y contra
su propio hermano, ambos monstruos que se alimentaban de vidas ajenas;
Frenchie, postrado en una silla de ruedas; y finalmente, el Domo, poco
antes de la explosión, donde el holograma de Seth cambiaba para
convertirse en otra persona; por más que lo intentaba no
conseguía recordar su rostro, pero sí algunas de sus
palabras, en concreto una muy familiar: Morfeo. Sintió como la
rabia le iba dominando. ¿Qué papel había tenido ese
monstruo en su tormento?
- ¡¡¡MORFEO!!! -
gritó con todas sus fuerzas. Nadie pudo evitar sentir un escalofrío
ante la tremenda furia que se reflejaba en su voz - ¡¡Vengo
a por ti, Morfeo!!
Ante el Caballero Luna la barrera empezó a retorcerse lentamente
hasta que se formó una fisura que se ensanchó hasta ser lo
suficientemente grande como para que un hombre pasara. Marc se
quedó contemplándola; ¿sería posible que el
subconsciente de Morfeo le hubiese reconocido?
- Voy a entrar - dijo.- Vamos detrás tuyo, Caballero - dijo el
Capitán América.
- Desde luego, no vamos a dejarte toda la acción - agregó
Ojo de Halcón.
Pero justo después de que Marc atravesase la barrera, la fisura
volvió a cerrarse instantáneamente, dejando a Los
Vengadores y a Spiderman fuera.
Esta vez Morfeo no vio cómo otro personaje entraba en el
edificio, absorto como estaba en la cuenta atrás del virus:
quedaban cinco minutos para que el programa terminase de ejecutarse y se
introdujese en la Red.
Marlene Alraune estaba atónita; había seguido la noticia
por televisión desde que se enteró de que el asesino de su
hermano, Morfeo, había vuelto. Como todo aquél que hubiese
seguido la noticia, le había sorprendido la noticia de que una
barrera de energía negra rodeaba el edificio, cuando ella no
veía ninguna. Incluso había visto cómo Ojo de
Halcón lanzaba una flecha explosiva al edificio, y al Hombre
Maravilla lanzándose contra el edificio para rebotar contra el
aire, como si allí hubiese algo. No dudaba que los héroes
se darían cuenta pronto, o de que algún espectador
llamaría a la policía o a la prensa para avisarles del
problema. No, lo que la había dejado atónita no era eso.
En la pantalla había aparecido un hombre que decía ser el
Caballero Luna. Marlene sabía bien que cualquiera podía
ponerse un traje y afirmar serlo, pero algo le decía que Marc
Spector había vuelto una vez más de entre los muertos.
De repente oyó a Ojo de Halcón decir: "...no
hay duda, Capi, es el auténtico"; eso confirmó sus
sospechas. Presa de los nervios, cogió el teléfono e hizo
una llamada.
El teléfono móvil que Frenchie llevaba en su chaqueta
empezó a sonar.
- ¿Oui?
- ¿Frenchie?
- ¡Marlene! ¡Cuánto tiempo! - dijo, contento al
reconocer la voz de su amiga - ¿Cómo estás?
- Bien... Frenchie, ¿Has visto las noticias?
- Sí - su expresión se ensombreció -. Te refieres a
lo de Morfeo, ¿verdad? Escuché la noticia, pero me temo
que tuve un problema con la radio - miró los restos del aparato
-. Seguro que lo detendrán, no te preocupes.
- Oh, Frenchie - dijo ella. Él se dio cuenta de que estaba
llorando - , entonces no lo sabes.
- ¿Saber qué? - sintió un hormigueo en el
estómago - ¿De qué estás hablando, Marlene?
- Ha vuelto, Frenchie - dijo ella con voz entrecortada - ¡Ha
vuelto!
Jean Paul Duchamp no necesitaba oír más para saber a
quién se refería. El móvil se le escapó de
las manos y cayó en su regazo. Se tapó la cara con las
manos y no emitió el más mínimo sonido.
Luego, lentamente, empezó a llorar de alegría.
"Tal vez sea mejor así", pensó
Marc. "Esto es algo que tengo que resolver por mi cuenta". Oyó
la voz del Capitán América al otro lado del muro.
- ¿Todo bien, Caballero? - le preguntó.
- Ehh... de momento sí, Capitán. Voy a entrar en el
edificio.
- Tienes veinte minutos - le advirtió el Capitán -; no
sabemos qué se propone Morfeo, y podría ser peligroso
esperar más.
- Buena suerte, Marc - le dijo Ojo de Halcón.
- Dios sabe que la voy a necesitar - volvió su mirada al
edificio. Sólo la décima planta estaba iluminada.
"Bueno, vamos allá". Marc corrió hacia
la entrada; aunque tardaría poco, habría tardado menos
descendiendo de la escalerilla del Lunajet. Cada vez echaba más
de menos a Frenchie...
Al llegar al piso, salió silenciosamente de las escaleras,
alerta ante cualquier trampa que Morfeo hubiese podido dejar para los
visitantes inesperados; inmediatamente distinguió en el suelo el
cuerpo inconsciente de un hombre. Cuando se acercó más,
pudo ver que el hombre vestía un conocido uniforme rojo; se
dispuso a reanimarlo.
Las sacudidas despertaron a Daredevil, cuyo radar y sus supersentidos
le revelaron que quien le estaba reanimando era alguien muy familiar,
alguien que se suponía estaba muerto.
- Me alegra volver a verte, Caballero Luna - susurró -,
ojalá hubiese sido en mejores condiciones.
- Ha pasado mucho tiempo, Daredevil - contestó -;
¿cómo te encuentras?
- Estoy bien; ese tipo me pilló por sorpresa - respondió
-. ¡Su poder es terrible! - dijo, llevándose una mano a la
cabeza.
- ¿Has podido averiguar algo?
- Lo único que averigüé es que planea hacer algo con un
virus que él llama "Hora Cero" ¿Te suena?
Marc se quedó helado; el virus Hora Cero. La historia
volvía a repetirse. Palpó la cajita que llevaba en el
cinturón; como no funcionase...
- El virus Hora Cero - respondió, y Daredevil pudo sentir
cómo los latidos de su corazón aumentaban -, tiene la
capacidad de hacer explotar los sistemas en los que entra, convirtiendo
los ordenadores en bombas. Y lo peor es que se extiende con gran
rapidez.
- Sería mucho pedir que tuvieses un antivirus, ¿verdad?
- Quizás lo tenga - replicó Marc; Daredevil notó
por su respiración y sus latidos que no estaba del todo seguro -;
de cualquier manera tenemos que intentar detenerle; si ese virus se
extiende por Internet...
- Comprendo. Tenemos que avisar a los de afuera para que corten la luz o
la conexión telefónica.
- Busquemos un teléfono.
- ¡Teniente Flint! ¡Una llamada desde el edificio para
usted! ¡Dice ser el Caballero Luna!
Flint cogió el teléfono.
- Antes de nada, quisiera saber si piensas repetir a menudo el truquito
ese de hacerte el muerto y luego reaparecer en el momento justo para
hacerte famoso.
- Espero que no, Flint, pero ya sabes que siempre me gustó la
fama.
- A mí me lo vas a contar. ¿Qué es lo que pasa?
Tras un breve resumen de la situación, Flint dijo:
- De acuerdo, en veinte minutos habremos cortado el suministro de
energía y las líneas telefónicas. Tú
encárgate del payaso ese.
- Sería más fácil con el Enkefalin-5 - dijo el
Caballero.
- Sí, pero ahora mismo no tenemos ningún matasanos a mano,
como la última vez(3). Tal como está el tráfico,
tardaría al menos una hora en llegar.
- Llámalos igualmente, Flint. Necesitaremos mantener a Morfeo
calmado cuando todo esto acabe.
- Eso es lo que más me preocupa - dijo Flint tras colgar -, que
se acabe.
Suspiró; desde luego, no había nada que él pudiese
hacer. Se acercó a los enmascarados para explicarles la
situación.
Avanzaron silenciosamente hacia la sala donde se hallaba Morfeo. La
mayoría de los rehenes estaba inconsciente, mientras que el resto
se limitaba a esconderse debajo de las mesas, balbuceando. El villano
estaba sentado, contemplando un monitor en el que se podía leer:
Status del virus Hora Cero
Tiempo para descarga: 01:30.
La sangre se les congeló: ¡Un minuto y medio! ¡Era
imposible que fuera cortasen la luz o la línea telefónica
en ese tiempo!
- Parece que tendremos que hacerlo por las bravas - dijo Daredevil,
bastón en mano.
Marc no respondió; en su mente volvía a estar en el Domo,
la cuenta atrás martilleando en sus oídos. En el pasado
tuvo que sacrificar su vida para impedir que el virus destruyese el
mundo. ¿Tendría que volver a hacerlo?
Una bofetada le sacó de ese estado.
- ¡Reacciona, Caballero, no tenemos tiempo que perder!
- Yo... - en la mente de Marc se formó la imagen de Khonshu;
después, la de millones de muertos por culpa del virus; no, por
su culpa, si no conseguía detenerlo - tienes razón; no es
momento para vacilar. Lo siento.
- No lo sientas, a no ser que fallemos - le dijo - ¡Vamos!
¡Tú encárgate del virus! ¡Yo le debo una a ese
esperpento! - dijo mientras saltaba hacia Morfeo, cogiéndole por
sorpresa.
Marc corrió hacia uno de los ordenadores y abrió la caja
en la que llevaba el antivirus.
- Espero que esto funcione - dijo mientras introducía el
disquete.
Daredevil golpeó a Morfeo con su porra; éste se
tambaleó, tropezando con las mesas a su alrededor. Antes de que
se recobrase de la sorpresa, Daredevil le golpeó con el codo a la
altura de la mandíbula. El héroe ciego tenía
ventaja, y lo sabía: Morfeo no podía usar sus poderes a
plena potencia porque podría destruir los ordenadores a su
alrededor, destruyendo también el virus; no obstante, el demonio
era aún un enemigo terrible, y en el momento en que reaccionase
sería muy difícil vencerle.
Tras breves segundos, un menú apareció en la pantalla del
ordenador en el que el Caballero Luna estaba trabajando.
Antivirus Hora Uno v1.0 por Chernobyl27
El programa detectará y eliminará el
virus Hora Cero. Por favor, introduzca la clave de acceso: _ _ _ _ _
_
Marc se quedó perplejo: ¿clave? ¿qué
clave? ¡No le había dicho a Robert que incluyese una clave!
¿Qué iba a hacer ahora? Empezó a teclear palabras
al azar: Moonfist, Robert, Jones, Chernobyl27, Hora Cero. De repente,
el programa emitió un pitido y apareció un mensaje:
SOLO BROMEABA :)
Hora Uno procederá a continuación a
buscar el virus Hora Cero.
Iniciando análisis de la unidad y de su entorno
de red... 1%
Marc golpeó la mesa con su puño. ¡La
maldita broma casi le había parado el corazón! Alzó
la vista para ver cómo le iba a Daredevil.
Morfeo apartó a su adversario con un violento manotazo; acto
seguido alzó su mano hacia él, concentrando sus
energías de ébano.
- Te has atrevido a alzar tu mano contra el dios de los sueños -
graznó - ¡Paga el precio!
El radar de Daredevil y el pulso acelerado de su oponente le revelaron
lo que iba a hacer, pero no podía apartarse: uno de los rehenes
estaba detrás de él. Si esquivaba el rayo, el hombre
moriría. Con un rápido movimiento, cogió uno de los
monitores de ordenador y lo lanzó contra Morfeo, al tiempo que se
lanzaba sobre el hombre para protegerle con su cuerpo.
El rayo de ébano de Morfeo atravesó limpiamente el
monitor y rozó la espalda de Daredevil. No obstante, la
explosión del monitor y el humo provocado por la misma cegaron
temporalmente a Morfeo, tal y como el héroe había
planeado. Rápidamente apartó al hombre, poniéndole
a cubierto, y rodó hacia el lado opuesto, ocultándose de
la vista de Morfeo.
Cuando el monstruo recuperó la visión no vio ni rastro de
Daredevil; sin embargo, se quedó paralizado cuando vio al hombre
vestido de negro y plata, cubierto por una capa con capucha blanca. Un
hombre que él sabía que estaba muerto.
El pitido del ordenador volvió la atención del Caballero
Luna hacia el monitor: un nuevo mensaje aparecía en pantalla.
Hora Uno ha detectado el virus Hora Cero en 5 unidad(es).
Hora Uno procederá ahora a la desinfección.
Presione cualquier tecla para continuar...
El rugido de desesperación de Morfeo le hizo volverse
justo a tiempo para ver como éste le señalaba con su mano
derecha. Saltó justo a tiempo de esquivar el rayo, que milagrosamente
no le dio al ordenador.
- ¡No sé quién eres, pero no eres él! -
gritó - ¡El Caballero Luna está muerto! ¡Por
mi culpa! - Otro rayo estuvo a punto de arrancarle la cabeza.
Marc estudió la situación: el monitor que indicaba el
estado del virus mostraba que sólo quedaban unos 50 segundos para
que Hora Cero estuviese cargado del todo, momento en el que se
extendería por todo Internet; por otra parte, no estaba seguro de
que el antivirus fuese eficaz, y menos en tan poco tiempo.
Además, ahora Morfeo se hallaba entre el ordenador del antivirus
y él, y seguía avanzando.
El bastón de Daredevil golpeó en la cabeza al loco, quien
por un momento se tambaleó, bajando la guardia ante el Caballero
Luna. Marc vio su oportunidad; disparó una serie de dardos que se
clavaron en la pierna izquierda de Morfeo, distrayendo su
concentración.
- ¡Daredevil! - gritó - ¡Déjalo! ¡Ocúpate
del antivirus! - señaló el ordenador en el que había
cargado el programa - ¡Basta con pulsar cualquier tecla! "Si
Robert no me ha dejado otra bromita, claro", pensó.
"Cualquier tecla, ¿eh? ¡Menos mal!",
pensó Daredevil mientras se dirigía al ordenador que el
Caballero Luna había señalado.
- Ven a por tu muerte, impostor - siseó el villano, que
tenía problemas para mantener su campo de fuerza debido al dolor
que sentía. Fuera, la barrera empezó a parpadear.
- Ni soy un impostor, ni voy a morir esta vez, Morfeo -
gruñó -. No sé qué has tenido que ver con
los últimos acontecimientos de mi vida, pero te juro que cuando
acabe contigo vas a desear tener dientes para contármelo - una
nueva serie de dardos alcanzó a Morfeo en la pierna derecha y en
el pecho.
Morfeo vaciló; ¿sería posible que éste
hombre fuese el auténtico Caballero Luna? Lanzó otro rayo;
el enmascarado se apartó con facilidad, rodando por el suelo y
utilizando sus piernas para hacerle una zancadilla y derribarle. Lo
siguiente que vio fue un puño plateado que le golpeaba una y otra
vez. Lo último que dijo antes de perder el conocimiento fue:
- Bienvenido, Caballero - y con una sonrisa añadió -;
bienvenido a la locura.
Marc siguió golpeando la deforme cara hasta que una mano le
detuvo. Alzó la mirada para encontrarse con Daredevil.
- Ya basta, Caballero Luna. Está inconsciente y el virus ha sido
purgado del sistema - le dijo -. Hemos vencido; no te rebajes a su
nivel.
El Caballero Luna contempló por unos momentos la cara magullada
de su rival y contuvo un escalofrío: la rabia que sentía
al saber que Morfeo había tomado parte en los sucesos que
habían llevado a su muerte había nublado su mente.
Más calmado, se levantó y se apoyó en el hombro de
Daredevil.
- Tienes razón - respondió -. Será mejor que lo
dejemos para las autoridades. Espero que esta vez no se les escape -
añadió.
Daredevil suspiró al notar que el pulso del Caballero se
relajaba. "Por poco", pensó.
Los Vengadores se pusieron en guardia en el momento en que la barrera
cayó; los tres habían vivido mucho como para saber que no
tenía que ser necesariamente algo bueno; quizás el virus
Hora Cero ya se había extendido por la Red, en cuyo caso al mundo
le quedaban minutos de vida.
- ¡Mirad, ahí arriba! - dijo alguien entre el
público. Todos alzaron la vista para ver dos siluetas recortadas
contra la luna llena. Ojo de Halcón habló:
- Vaya, vaya. Parece que esos dos han estado ocupados, ahí
arriba.
- Ahora tengo que irme, Daredevil - dijo Marc, mientras le tendía
su mano -, espero que volvamos a trabajar juntos algún
día.
A Matt Murdock no le hacían falta sus supersentidos para saber
que el Caballero luna hablaba en serio. Apretó su mano y dijo:
- Lo mismo digo, Caballero Luna - lanzó el cable de su
bastón, y antes de irse, dijo: -. Cuídate.
- Lo haré - replicó el Caballero al tiempo que saltaba al
vacío, agarrando los pliegues de su capa planeadora. Ahora que
había terminado esta pesadilla, podía ir a ver a Frenchie
y a Marlene.
- ¿Y bien? ¿Cómo ha ido todo?
Daredevil se volvió para hablar cara a cara con su interlocutor,
el asombroso Spiderman.
- Ha ido bastante bien. Por un momento creí que el Caballero
perdería el control y mataría a Morfeo. No sé
qué es lo que le haría ese loco, pero está claro
que nuestro amigo encapuchado ha sufrido mucho.
- Sólo espero que no pierda el control - dijo Spiderman -; el
Caballero Luna es un gran tipo.
- Yo también lo espero, Spiderman - su voz se convirtió en
un susurro -, yo también lo espero.
Oficinas del Registro Civil de Nueva York
El hombre que estaba ante el monitor apagó la radio; estaba
contento, habían detenido el virus. ¡Ese imbécil de
Morfeo! ¡Casi había estropeado su plan! Siguió
tecleando datos.
En la pantalla apareció la ficha de defunción
de Marc Spector; el hombre apretó una tecla y apareció
el mensaje "¿BORRAR?".
Se relajó y miró a su alrededor por un momento, posando
su mirada en el cadáver momificado que antes había sido el
guardia de seguridad.
- ¿Tú qué dices? ¿Lo borramos? - dijo, como
si le estuviese preguntando de verdad al cadáver -
¿Cómo? ¿Qué sí? Pues nada, lo
borramos - apretó la tecla "y".
En la pantalla apareció el mensaje "BORRADO".
El hombre se levantó y se dirigió a la puerta. Por fin
todo empezaba a salir como había planeado, y nadie le detendría,
ni siquiera ese impostor que llevaba ahora el traje del Caballero Luna.
PRÓXIMO NÚMERO: : Marc se reúne
por fin con Frenchie y Marlene. Además, volverá
a encontrarse con... ¡El Hombre Lobo!
(1).- En realidad no
hace tanto, en Daredevil #358 de Marveltopía, por
Santiago Acha. Lo has leído, ¿verdad?.
(2).- En Vengadores
#405-406, también de Marveltopía.
(3).- En Caballero
Luna II #3
LUNABASE
Nuestro segundo mes y seguimos sin cartas (a ver si nos animamos).
Podéis escribir a alexmola@hotmail.com