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Al ser picado por una araña radiactiva, el estudiante Peter Parker obtuvo la fuerza y la agilidad proporcionales de un arácnido. Armado con sus maravillosos lanzarredes el renuente superhéroe lucha contra siniestros supervillanos mientras hace malabarismos para sobrevivir y llevar una vida con visos de normalidad.
 
Asombroso Spider-Man

ASOMBROSO SPIDER-MAN #450
Lo que nos queda por vivir III
Guión: Ben Reilly
Basado en los planes de: Vicente de los Santos, Alex García, Xumer, XumClon , Ben Reilly, Mefisto y su lacayo Slott, el equipo olímpico de piragüismo de Uzbekistán, el Pato Lucas y los Broncos de Denver.

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Anteriormente en Asombroso Spider-Man: Peter Parker ha recuperado a su hija recién nacida, May Parker, de las garras de Norman Osborn al que ha descubierto en realidad como un Scrier al mando de Judas Traveller que había orquestado la saga del clon como un modo de probar a Peter. Como compensación, además de su hija, Traveller trae de vuelta a Ben Reilly. Ahora Peter y Ben son una especie de profetas o elegidos para los Scriers pero han logrado desembarazarse de ellos... al menos momentáneamente. Mientras en Nueva York, la Rosa ha extendido su imperio, gracias a la ayuda de un mercenario y antiguo amigo llamado Maslow, a costa de la vida de Fortunato. También la ha emprendido contra la policía en un intento de que NewTech consiga un contrato millonario con la alcaldía de la ciudad. NewTech, la empresa creada por Thomas Andersen, donde Nick Carter, periodista del Daily Bugle, descubrió varios robots conocidos como Temerarios e informó a su hermano Kris, policía, de ello pero todavía no ha obtenido ninguna respuesta. Mientras tanto, el nuevo Duende de la ciudad, Ken Ellis periodista del Daily Buble, investiga las familias mafiosas que pueblan la ciudad que nunca duerme y ansía ser contratado por la Rosa o Kingpin y expandir así su investigación. Investigación que también están realizando Arthur Stacy y Jonah Jameson sobre Spider-Man y las extrañas muertes que siempre le suelen rodear, incluidas las de Gwen y George Stacy. Al mismo tiempo, las elecciones a la alcaldía de Nueva York están a al vuelta de la esquina, el actual alcalde ha empezado a temer al candidato independiente Thomas Ellis, quien se dice que puede estar a sueldo de la Rosa a de Kingpin. El actual alcalde también tiene problemas con un nuevo Conmocionador, que actúa como justiciero extremadamente violento y que acaba de tener un encontronazo con el Buitre. La Rosa y el Duende se reúnen y el primero le manda entregar un paquete a Thomas Ellis, lo cual hace pero no se da cuenta de que es observado por el Conmocionador. Mientras, Ben y Peter se encuentran con un vigilante de seis brazos que lanza telarañas que resulta ser un experimento de NewTech así que los tres deciden ir a NewTech para intentar curarle y averiguar más cosas...

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Los tres arácnidos se detuvieron en la cornisa del edificio que limitaba con el acceso a las instalaciones de NewTech. Vieron a los guardias fuertemente armados que había patrullando a la vez que se percataron de las torres de vigilancia. Aquello más que una empresa parecía un fortín.

- Oh sí. Esto va a ser fácil -dijo Peter mientras lanzaba una hebra de telaraña-.

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- ¿Qué? ¿Por qué no usa los canales habituales para hablar conmigo?

- ¿Qué canales habituales?

El Duende hablaba con Thomas Ellis, candidato independiente a la alcaldía de Nueva York al que la Rosa acaba de dar un extraño paquete y por lo que parecía no era el único. El Duende, Ken Ellis periodista del Daily Bugle y sin relación de parentesco con el candidato, se quedó con la ganas de contestar nada. Un rayo lanzado por el Conmocionador le dio en todo el pecho y lo derribó del deslizador dejándole momentáneamente sin aire.

- ¿Pero qué...?

- No dejaré que hagas daño a nadie -dijo el Conmocionador-.

El Duende se puso de pie rápidamente aunque por el dolor que sintió Ken al hacerlo era más que posible que aquél rayo le hubiese roto alguna costilla. Aquel breve instante de dolor lo distrajo lo suficiente para que no acertara a ver el segundo rayo del Conmocionador que lo volvió a lanzar contra el suelo. Enfadado consigo mismo por su estupidez y descuido, Ken decidió pasar a la acción y buscó en su bolsa un par granadas duende sólo para descubrir que el último rayo roto la correa de su bolsa y que ésta estaba ahora fuera de su alcance. Sorprendido fue de nuevo incapaz de esquivar una descarga del Conmocionador que lo lanzó al otro lado del piso atravesando una pared como si fuera de papel. Notando el amargo sabor de la sangre en su boca, el Duende lanzó uno de sus rayos sólo como para ver cómo el Conmocionador cruzaba los brazos sobre el pecho y usaba sus guantes para crear un campo de fuerza que absorbió sin problemas el rayo del Duende.

- De acuerdo. Esto no va bien -dijo mientras activaba el dispositivo de su muñeca que llamaba al deslizador-. Es hora de irse.

De un salto se subió al deslizador y lo puso a máxima potencia para salir como un rayo por la ventana. Nunca se había esperado que el Conmocionador fuese lo bastante loco para saltar justo detrás de él. A penas si había logrado agarrarse con la punta de los dedos al deslizador pero fue suficiente para que el Duende, demasiado dolorido para pensar con total claridad, perdiese el control del aparato y se estrellase contra la ventana del siguiente rascacielos.

Los cristales de la ventana rota se habían clavado por todo el cuerpo de Ken que veía cómo su visión se volvía borrosa por momentos. Para su suerte, el Conmocionador tampoco parecía en mucho mejor estado. Uno de los cristales se le había clavado en el estómago y sangraba abundantemente. Ken decidió aprovechar el momento, se levantó y pateó al Conmocionador en toda la cara viendo instantes después cómo una mancha de sangre se extendía por toda la máscara del justiciero.

- No sabes con quién te estás metiendo.

Volvió a golpearle una segunda vez y cuando iba a golpearle una tercera una explosión captó su atención. El piso donde Thomas Ellis vivía había explotado justo delante de sus narices. Ken había sido traicionado por la Rosa para entregar un paquete bomba, probablemente la Rosa había esperado que siguiera allí y matar dos pájaros de un tiro. Pues si eso era lo que esperaba iba a llevarse una desilusión. Ken dejó tirado al Conmocionador y se dirigió hacia el deslizador, comprobó que estuviese en óptimas condiciones y echó a volar.

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Peter golpeó al último de los guardias despejando el camino hacia el ascensor. Se había encontrado con alguna resistencia pero habían logrado solventarla sin activar ningún tipo de alarma. La experiencia de Raúl pare moverse dentro del edificio había resultado valiosísima al igual que ahora al coger la tarjeta de acceso del guardia para abrir las puertas del acceso y activarlo.

- Va a ser un viaje largo -dijo mientras se apoyaba en la pared del ascensor. El sudor corría por su frente y todavía no había recuperado el aliento-. El complejo está muy por debajo.

- ¿Te encuentras bien? -preguntó Peter-.

- Sólo necesito un minuto. Mi vista se está volviendo algo borrosa

Ben y Peter se miraron. Ben comprobó el pulso del chico y no se sorprendió cuando notó que su tensión estaba por las nubes. Si esto seguía así por mucho tiempo Raúl sufriría un infarto.

Después de más de siete minutos el ascensor se detuvo y sus puertas se abrieron.

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La Rosa espero pacientemente mientras navegaba por internet en su portátil. Había una posibilidad de que todo su plan se hubiese desarrollado como él esperaba pero no iba a jugarse a dinero por ello... ni nada más.

Y como respuesta a sus preguntas el Duende entró destrozando la gran ventana que daba al despacho de la Rosa y posó su deslizador para dirigirse amenazantemente hacia la Rosa.

- ¡Tú! ¡Debería haber sabido que ibas a traicionarme! -dijo y cogiendo a la Rosa del cuello de la camisa lo empotró contra la pared-.

- ¿Traicionarte?

- ¡La bomba!

- ¿No detonó minutos después de que te fueras?

- Yo...

- Te pedí que entregaras un paquete no que te quedarás de charla.

- ¡Debería haberme avisado!

- Era una prueba simple para mostrar tus habilidades y que eras capaz de cumplir las órdenes. Adivina qué: has fallado.

- ¡Si quería ver a Ellis muerto sólo tendría que habérmelo dicho!

- ¿Por qué?

- ¿Qué?

- ¿Por qué tendría que habértelo dicho?

- Pues porque... ¡había una bomba!

- Que no iba destinada. Si no a él -dijo señalando al ordenador-.

El Duende giró al cabeza para ver qué era lo que señalaba la Rosa. En la pantalla del ordenador se veían fotos del Conmocionador entrando en el edificio de Ellis y luego varias tomas de la explosión, todo al parecer sacado con la cámara de un móvil.

- ¿El Conmocionador? ¿Sabías que iba a estar ahí?

- Mis hombres lo condujeron hasta allí. Ese bastardo ha arruinado varias operaciones importantes para mi y ya es tiempo de que "los mejores de Nueva York" se ganen su sueldo capturando a los verdaderos criminales.

- ¡Deberías habérmelo contado! ¡Te hubiera ayudado!

- ¿Con quién te crees que estás hablando, novato? -dijo la Rosa cogiendo los brazos del Duende con sus manos y empezando a hacer fuerza para liberarse-. Te envié a hacer un trabajo, un trabajo de lo más sencillo y no fuiste capaz de seguir las órdenes. En esta profesión, eso no es NADA aceptable.

Ken comprobó que era incapaz de seguir sujetando a la Rosa pese a su fuerza aumentada. La Rosa propinó un cabezazo al Duende que se alejó tambaleándose y llevándose la mano al rostro intentando sin éxito calmar el dolor. La Rosa encadenó seguidamente una serie de puñetazos alternando la cara con el estómago del Duende hasta acabar con un uppercut que hizo que el Duende fuese lanzado contra el techo, el cual atravesó, y que volviera a caer al suelo. La Rosa agarró al Duende de la capucha y le golpeó repetidamente contra el suelo mientras decía:

- No... vuelvas... por... aquí... nunca... más. Recoge tus cosas y lárgate de aquí.

Y dicho esto le soltó. Ken, humillado, derrotado y al borde de la inconsciencia se levantó aguantando las ganas de ponerse a llorar. ¿Cómo podría habérsele ocurrido semejante plan? Infiltrarse en las mafias más pequeñas era una cosa pero al jugar con las grandes figuras había cometido el error de su vida. Fue hacia su deslizador rogando porque sus piernas no le fallasen y se cayese al suelo quedando todavía más en ridículo. A duras penas si logró subirse en él y activarlo para salir de ahí.

La Rosa se dirigió hacia su mesa y activó el interfono.

- ¿Tenemos señal clara?

- Recibimos la señal del transmisor perfectamente, señor.

- Mande dos equipos de asalto.

Al final, todo había salido como había planeado.

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Peter, Raúl y Ben se quedaron boquiabiertos. Habían llegado a la parte más secreta de NewTech y habían perdido los primeros minutos deshaciendo de cualquier guardia o científico que estuviera cerca para poder estar tranquilos. Ahora podían contemplar mejor el lugar donde se encontraban. Había muchas terminales de computadoras repartidas por toda la sala mientras que las mesas repletas de tubos de ensayos y vasos de precipitados se colocaban a lo largo y ancho.

- No hay tiempo que perder -dijo Peter mientras se dirigía al ordenador-.

- ¿Dónde están los demás sujetos de la investigación? -preguntó Ben-.

- Por aquí -dijo Raúl mientras reprimía una arcada. Cada vez se encontraba peor-.

Raúl condujo a Ben hacia una puerta hermética al final de toda la sala. Utilizó la tarjeta de acceso para abrirla pero la tarjeta fue rechazada. Lo intentó una y otra vez pero el resultado fue el mismo hasta que, mareado, tuvo que apoyarse en la puerta para no caerse al suelo.

- Tienes mucha fiebre -dijo Ben tocándole la frente-. Tendrías que sentarte.

- Solo...necesito...un momento.

Raúl se separó de la puerta y luego arremetió con toda la fuerza de sus seis brazos. Pese a lo grande y aparentemente resistente de la puerta ésta acabó cediendo ante las acometidas de Raúl. Del interior de la habitación salió una brisa de aire frío. Aquello era una cámara de refrigeración gigante.

- La mayoría están dentro -dijo Raúl apoyándose contra la pared y señalando los distintos cajones de almacenamiento similares a los que había en los depósitos de cadáveres-.

- Esto son...

- Muchos

Había apilados verticalmente al menos treinta contenedores y Ben no alcanzaba a ver el final de la cámara. ¿Cómo demonios iban a rescatar a toda esa gente?

- Pe... Spider-Man... tienes que venir a ver esto. Y vete llamando a los 4 Fantásticos, vamos a necesitar ayuda.

- Creo que el que tienes que venir aquí eres tú -dijo Peter-.

Ben ayudó a Raúl a moverse y volver a donde estaba Peter que tecleaba rápidamente en el ordenador.

- ¿Qué pasa?

- No sólo somos nosotros -dijo Peter-.

- ¿Uh?

- Fíjate -la pantalla del ordenador varió para mostrar la figura del Capitán América y varios datos relacionados-. Ahí un archivo de cada héroe mínimamente importante...

- Y también estamos nosotros. ¿Han replicado el suero del supersoldado?

- No. Es lo que decíamos, intentan copiar nuestros poderes pero van a ciegas. Creo que nuestros poderes es el primer resultado mínimamente positivo que han logrado.

- ¿Podéis invertirlo? -preguntó Raúl-.

- Estoy duplicando los archivos. Luego iremos a la Torre de las 4 Libertades y veremos qué podemos hacer.

- Tienes que venir ahí atrás -dijo Ben-. Hay muchos "sujetos experimentales" como para sacarlos sin armar jaleo.

- Sí. He leído su status en el ordenador -dijo Peter-. Muchos ni siquiera siguen vivos, están en espera de proceder a la autopsia y otros no sobrevivirán si los sacamos de las cámaras.

- Chicos -dijo Raúl mientras sus doblillas se doblaban y caía al suelo retorciéndose de dolor-. Creo que algo va mal.

Ben y Peter asistieron horrorizados al cambio que se producía en Raúl. Los Seis brazos se estaban transformando en gigantescas patas de araña mientras sus manos perdían todos sus dedos. La espalda se arqueaba a la vez que se llenaba de pelos y expandía. La cabeza del joven perdía toda forma humana a la vez que su voz se distorsionaba más y más perdiendo cualquier mínimo rastro de humanidad.

- Esto no puede ir peor -dijo Peter-.

- O sí -dijo Ben señalando la puerta del ascensor donde una decena de guardias armados había hecho acto de presencia-.

- No sé si por qué demonios abro la boca.

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Ken entró a duras penas en el almacén donde había ubicado su guarida secreta. Posó el deslizador en el suelo con tal brusquedad que lo partió por la mitad y se cayó al suelo. Tosió varias veces y la visión de la sangre en su esputo casi consiguió marearlo.

- ¡Matthew!

Matthew era su ayudante, no por propia voluntad, sino porque le debía dinero al Duende de una partida de cartas que el mismo Ken había realizado y amañado. Con su ayuda, Ken había podido refinar la fórmula de Norman Osborn y darse a si mismos los poderes del Duende. Pero había una pega. Para evitar la locura que había acabado con Osborn, el suelo del Duende Verde tenía que ser inyectado una vez cada 24 horas de lo contrario los fantásticos poderes desaparecían irremisiblemente.

- ¡Matthew! -volvió a gritar-.

Por supuesto, Ken no le había revelado su identidad a Matthew y no se fiaba un pelo de él pero ahora mismo y en el estado en el que se encontraba, no tenía más remedio que solicitar su ayuda para realizar las primeras curas y luego irse directamente al hospital. Ya pensaría luego en cómo justificar su estado.

- ¿Ya ha vuelto? ¿¡?

Matthew se sorprendió al ver el estado en el que se encontraba el Duende y su mente empezó a trabajar rápidamente. Herido como estado quizás podría...

- Ni se te ocurra pensarlo -dijo Ken adelantándose al químico-. Aún herido puedo romperte el cuello fácilmente y ya sabemos que tu madre iría justo después... y su final no sería tan rápido.

Matthew tragó saliva y se apresuró a ayudar al Duende. Lo cogió por el hombro y le fue ayudando a caminar hasta que de pronto se quedó totalmente quieto y dejó caer a Ken.

- ¿Pero qué coño ha...

Ken se fijó entonces en los tres puntos rojos que se movían por la cabeza de Matthew. Miró asustado hacia atrás justo en el momento en el que se producía una explosión.

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Todo se ido al traste. El plan que Ben y Peter tenían era llevar a Raúl a NewTech, robar todos los datos posibles, rescatar a cualquiera que estuviera dentro y salir tan silenciosamente como se pudiera. Ese era el plan.

Ahora la realidad. La mutación de Raúl había empeorado transformándolo en una araña gigantesca. Los guardias de NewTech había acudido para efectuar el cambio de turno y se encontraron con todo el personal del laboratorio e inconsciente. Raúl se había abalanzado contra ellos pero aún así pudieron informar y más guardias y personal fuertemente armado había acudido. Para colmo de males, parte del material del laboratorio era inflamable y los disparos perdidos habían conseguido prender ya varios fuegos.

- ¡Tenemos que salir de aquí! -gritó Ben-.

- ¡No jodas Sherlock! ¡Yo estaba esperando a ver si nos traían los regalos de Navidad! ¡Raúl! ¡Vamos al ascensor.

Pero Raúl no parecía escuchar. Fuera de sí, y aún retorciéndose por el dolor de un proceso de cambio no previsto para su cuerpo, el único consuelo que encontraba era en romper los máximos huesos posibles. Peter y Ben eran más cuidadosos con los pobres guardias pero poco a poco veían que sus opciones de salir ilesos se iban reduciendo debido a la cantidad de fuego proviniendo de las armas de los guardias.

- Voy a intentar cortarles el paso cargándome el ascensor -dijo Peter-. Cúbreme o algo.

- Vale

Ben saltó justo enfrente del ascensor y aterrizó con las dos piernas encima de un guardia, propinó un derechazo a otro de los guardias y con una ágil pirueta atizó una patada a tres guardias antes de volver a saltar y moverse entre los disparos. Lanzó telarañas de impacto sin ni siquiera apuntar, lo único que quería era causar confusión. Por lo que pudo ver por el rabillo del ojo, lo había conseguido. Peter se desplazaba en telaraña hasta llegar al ascensor donde con un puñetazo y una rápida patada se deshizo de los cuatro guardias que lo custodiaban. Entró en el ascensor y destrozó al techo a puñetazos hasta poder acceder a la parte superior. Cogió el cable de acero que sostenía el ascensor y usando toda su fuerza arácnida logró romperlo justo a tiempo de escuchar una gran explosión dentro del laboratorio.

- ¡Ben!

Peter volvió al laboratorio y lo vio todo envuelto en llamas. Sintió pánico por Ben pero lo vio en el suelo, tras una pared que se había derrumbado. Se acercó rápidamente ignorando los disparos de los pocos guardias que aún quedaban en pie. Comprobó su pulso, era débil. Se apresuró a sacar los escombros de encima de Ben ignorando el calor que abrasaba sus manos.

- ¡Ben! ¡Ben! ¡Despierta! -dijo mientras le abofeteaba sin resultado-.

Peter alzó la mirada. Raúl seguía acabando con todos los guardias mientras el fuego seguía todavía extendiéndose acercándose ahora a varios bombonas de gas. El sentido arácnido de Peter empezaba a aullar. Cruzó su mirada con la de Raúl por un solo instante pero fue todo lo que necesitó, ambos sabían lo que iba a pasar. Ahora mismo era totalmente imposible hacer algo por él o por todos los que había allí dentro.

Con pesar se cargó a Ben a la espalda y miró a Raúl brevemente para saludarlo en señal de despedida. Prefería morir a tener que vivir como un monstruo y Peter conocía muy bien aquella sensación. Mientras ascendía por el hueco del ascensor no podía si no sentir rabia por no haber podido hacer más y por haber estado tan ciego ante las actividades de NewTech. Pero ahora, todo eso iba a cambiar. Ahora sabía a qué se estaba enfrentando y si bien el primer asalto era para la empresa, la guerra no había hecho más que comenzar.

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La Rosa volvió a descolgar el teléfono por enésima vez en esta noche.

- ¿Sí?

- Señor. La operación ha sido un éxito, hemos asalto el escondite del Duende.

- ¿Y bien?

- El Duende ha escapado pero hemos logrado capturar a su ayudante, así como varios viales de lo que parece ser la fórmula que andábamos buscando y abundante material armado.

- Excelente. Empaquételo todo y limpie el lugar.

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De vuelto a la casa de los Parker, Peter descendía por la escalera dirigiéndose a la sala donde su esposa, Mary Jane, miraba tumbada en el sillón la tele.

- Se ha quedado sopa -dijo Peter mientras se acurrucaba al lado de Mary Jane y tapaba a ambos con una manta-. Demasiadas emociones para un día.

- ¿Y May?

- También está durmiendo -dijo reprimiendo un bostezo-. ¿Qué tal el día?

- He estado cosiendo el nuevo traje de Ben.

- Oh, ¿lo has terminado?

- Todavía no. Estoy ultimando los detalles, pero le va a encantar. ¿Le gusta el rojo y el amarillo?

- Uh....

- Siempre eres de gran ayuda, ¿sabes, tigre? También he estado pensando en otra cosa.

- ¿Sí?

- Sí. Con eso de que Ben vaya a entrar en la academia de policía yo1...

- ¿También quieres ser policía? ¿Es una enfermedad o qué?

- No, no quiero ser policía. Quiero volver a trabajar.

- Oh... vaya, eso es... fantástico.

- No reboses tanto entusiasmo.

- No es eso, es que...

- ¿Todavía no he recuperado mi figura?

- No he dicho eso.

- Tranquilo. No quiero volver a ser modelo, además sería complicado si tuviese que viajar por medio mundo y tener que dejarte a la niña.

- Eh, no lo hagas por eso. La niña puede cuidar de mí a la perfección. Pero no me refería a que fueses modelo si no a que ahora... estamos bien, ¿verdad?

- ¿Bien?

- Quiero decir. Después de que recuperásemos a May tú y yo, pasamos por malos tiempos y en cambio ahora estamos bien, ¿verdad?

- Sí, sí que lo estamos.

- Bien porque o sea estar bien es bueno. Y... quería llegar a algún lugar pero no me acuerdo.

- Déjame... completarte.

- Sabes que odio Jerry Maguire.

- ¿Y quién no? Pero lo que decía es que creo que tienes miedo de que si vuelvo a trabajar las cosas se desestabilicen otra vez.

- Nah... no... bueno, un poco sí. Es sólo que, es bueno volver a tener en esta casa tanto ruido. No quiero que nada lo estropee.

- Oh... que mono, ¿quieres que ahora te cepille el pelo y hablemos de chicos?

- Ok. Esto se la guerra -dijo Peter al tiempo que se dio la vuelta y empezó a hacer cosquillas a Mary Jane ante lo que ésta no puedo evitar comenzar a reírse a carcajadas-.

- Shhh... vamos a despertar a los "niños" -dijo MJ refiriéndose a May y al no tan niño Ben-.

- Vaaale ya paro. Mmmm... vale, tengo que preguntar. ¿Qué ha cambiado?

- Yo que sé... creo que fue a partir de cuando volvió Ben.

- Celos aumentando.

- No seas tonto -rió MJ-. No sé, no podría decirte que fue algo concreto pero estar todos, Ben, May, tú y yo ha hecho que todos los grandes supuestos problemas sean mucho más... pequeños.

- MJ -Peter se puso en este momento mortalmente serio y miró a su esposa directamente a los ojos-. Ahora con Ben de vuelta quizás yo podría...

MJ le mandó callar poniendo su dedo índice en los labios de Peter. Los dos se miraron durante un instante. MJ sonrió y no pudo evitar besar a su marido dulcemente en los labios.

- Eres asombroso... un poco tonto, pero asombroso.

- Ni siquiera sabes lo que iba a decir.

- ¿Era algo como "ahora con Ben de vuelta quizás yo podría dejar de ser Spider-Man?

- Nooooooo -dijo burlonamente-.

- Eres un cielo por sugerirlo pero es que ya has dejado de ser Spider-Man tantas veces que el chiste ya ha perdido su gracia.

- Sé que no te gusta que sea Spider-Man.

- Y si fueras bombero se me encogería el corazón cada vez que hubiese un incendio. Eso no lo puede remedir nadie.

- Entonces...

- Entonces, lo que siempre me ha molestado de verdad es que veía que anteponías tu "trabajo" a tu familia y eso sí que me dolía.

- ...

- Pero entonces te vi cómo te comportabas con Ben y con May y acabé por entenderlo al fin. Tú, Peter Benjamin Parker, adoras a tu familia más que cualquier balanceo en telaraña. Cada vez que estamos los cuatro juntos irradias felicidad, no puedes evitar tener una sonrisa que te llega de oreja a oreja.

- ¿Seguro que no quieres que...?

- Este mundo todavía te necesita como Spider-Man. Y por primera vez en mucho tiempo sé que llegará un día en que lo dejarás.

- No lo creo.

- Sí que lo harás.

- No, no lo creo. Poder y responsabilidad, ¿recuerdas?

- Tengo una idea -dijo Mary Jane a la vez que se levantaba e iba a la cocina para volver con dos copas y una botella de champagne-. Vamos a hacer una apuesta. Yo apuesto a que eventualmente dejarás de ser Spider-Man, por voluntad propia.

- ¿Y qué nos jugamos? -dijo Peter mientras descorchaba el champagne y servía-.

- Cierto, tiene que ser algo importante. Mmm... de acuerdo, escúchame bien. Mientras seas Spider-Man, podrás elegir el nombre de nuestros hijos.

- ¿Vamos a tener más hijos después de lo que pasamos con May?

- Puedes apostar a que esta casa se nos va a quedar pequeña, tigre.

- ¿Se me está insinuando Sra. Watson Parker?

- Por lo que nos queda por vivir.

- Por lo que nos queda por vivir.

Ambos brindaron y se bebieron de un trago sus respectivas copas de champagne. Mary Jane le guiñó un ojo a Peter para luego morderse el labio inferior sensualmente.

- Ven aquí -dijo Peter tirando la copa al suelo y abalanzándose sobre su mujer-.

FIN

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1.- MarvelTopía #1000

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TELARAÑAS POR AQUÍ, TELARAÑAS POR ALLÍ... QUE ASCO DE DESVÁN

Hola

Pues ya estamos de vuelta, espero que la espera no se haya hecho muy larga y vamos a ver los montones de cartas que tenemos esperándonos encima de la mesa y... oh no, ¡un mono de tres cabezas acabar de robar todas las cartas! Maldita sea, tendrá que otro día.

 
 
   
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