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Amor u odio. Riqueza o pobreza. Salud o enfermedad. Felicidad o tragedia. Poder. ¿Qué puede cambiar la naturaleza de un hombre?
 
Aparecido

APARECIDO #8 DE 10
Revelaciones I
Hablando con los muertos

Guión: Alex García

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Portada: Un niño pequeño, llorando. Tras él, el Supervisor y el Ejecutor se enfrentan con las armas en mano. Tras ellos, de fondo, el enorme rostro del Monstruo, como si de una gigantesca calavera de descomunales colmillos se tratase, abre sus fauces como si estuviese a punto de devorarlos a todos.

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RESUMEN DE LO SUCEDIDO HASTA AHORA:

Huérfano desde lo que algunos llamaron La Caída de los Mutantes, Alan Matthews ayudó a su tutor, el Profesor Edward Williams a realizar un desesperado y descabellado experimento para intentar resucitar a su hijo Derek, fallecido durante el ataque de los Centinelas de Onslaught. Alan se vio arrojado a lo que en principio parecía ser el origen de los tiempos, donde se suponía se hallaría la energía vital para resucitar a su amigo Derek... no recuerda nada más salvo que Edward Williams yacía muerto en las ruinas del laboratorio de la Universidad Empire State. Cambiado físicamente, con habilidades que no logra comprender, se marchó, intentando reescribir su vida, hasta que se encontró con el Supervisor, quien le tomó como alumno. Tras varias aventuras por Europa, y entablar amistad con Jordan Davis, un mutante británico con el poder de controlar la tecnología, Alan cruzó su camino con el del Ejecutor, quien equivocadamente le tomó a él, y no a Jordan, por mutante, intentando matarle. A punto de morir, fue rescatado por la Patrulla X, perdiendo el conocimiento, y ha permanecido en coma varios meses, sin que su amigo Jordan haya dado señales de vida.

Y lo más intrigante, y Alan no lo sabe, es que Jordan NO es un mutante...

En una especie de recreación onírica de Nueva York conviven varios personajes, destacando un poderoso Monstruo, acosado por Centinelas, un Niño que vive con sus padres, preocupados por su seguridad hasta el punto de prohibirle asomarse a la ventana de su habitación, el Enemigo que quiere acabar con la vida del Niño, y el Héroe que le protege.

Vuelve a subir el telón...

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-¿Un penique por tus pensamientos, cielo?

Elizabeth Braddock, Mariposa Mental, no se mueve de su posición de meditación, sentada en la postura del loto sobre la hierba del jardín de la Escuela Xavier para Jóvenes Talentos. Lleva más de una hora inmóvil, concentrándose en su respiración, intentando despejar su mente de dudas... sin conseguirlo. Resignándose, suspira y abre los ojos.

- Aún te debería dar cambio, Pícara. Me temo que sólo una idea cruza por mi mente, una y otra vez.

- Es por Warren, ¿verdad?

- No debería...-sacude la cabeza- No está haciendo esto por los motivos correctos. Se siente culpable y piensa que ayudando a ese pobre chico se redimirá. ¿Hasta cuándo piensa cargar con esa cruz?

Pícara no contesta mientras su mirada se vuelve hacia la ventana de la enfermería. Dentro Charles Xavier, fundador del grupo de mutantes proscritos conocido como La Patrulla X, está a punto de usar sus fenomenales poderes psíquicos para penetrar en la mente de Alan Matthews, el Aparecido, cuyo cuerpo inconsciente reposa en una cama desde hace meses, su extraña fisiología apenas mostrando tenues señales de vida, y no gracias a ningún tipo de instrumental médico, puesto que radiografías, electrocardiogramas... nada ofrece información sobre su estado. De no ser por informes enviados por su supuesto amigo, Jordan Davis, nadie habría observado que el corazón del joven no está detenido... realiza un latido por hora. Dichos informes contienen además todo lo referente a la biografía del Aparecido, relatado por él a Davis. Aunque la exactitud de algunos detalles no contribuye a apaciguar las sospechas de Xavier.

Xavier ha intentado en repetidas ocasiones entrar en la psique del Aparecido, sin éxito. No es que haya poderosas barreras impidiendo el acceso... es más bien como si la mente del Aparecido no estuviese ahí, y en su lugar hubiese un agujero negro, amenazando tragarse cualquier mente invasora que cometa el error de asomar su intangible nariz.

Recientemente Xavier ha percibido una fluctuación en la situación, como si el "agujero negro" se disipase poco a poco y se abriesen pequeñas rendijas por donde entrar, que es lo que está a punto de hacer. Le acompañan en el intento Bobby Drake, el Hombre de Hielo, y Warren Worthington III, el Ángel; ninguno de los dos posee aptitudes psíquicas especiales, pero ambos participaron en los eventos que condujeron a la muerte de los padres de Matthews, cuando el loco mutante Apocalipsis atacó salvajemente la ciudad de Nueva York con sus cuatro jinetes. El cuarto jinete, la Muerte, no era otro que el propio Warren, alterado genética y mentalmente para servir a la causa del loco; sus alas metálicas y su piel azul son un incómodo y constante recuerdo de lo sucedido. Como si Warren necesitase que se lo recordasen, piensa Charles al contemplar la expresión de su alumno, la culpabilidad patente en su rostro mientras contempla el cuerpo inconsciente.

Como el resto de la Patrulla X, Charles opina que la culpabilidad de Warren es infundada; a pesar de estar bajo el control de Apocalipsis, una parte de él siempre se rebeló, y la destrucción causada por el Jinete Muerte siempre evitó cobrarse víctimas mortales. El propio Xavier verificó esto con sus poderes telepáticos, para tranquilizar a Warren. Con el tiempo, parecía que la sombra de Apocalipsis se había alejado... pero la culpabilidad de Warren siempre había estado ahí, a punto de asomar.

Al fin y al cabo, aunque él fuese inocente, seguía estando el hecho de haber ayudado a cuatro asesinos. No era una idea fácil de apartar.

El Hombre de hielo, el Ángel, la Chica Maravillosa, Cíclope y la Bestia -el Factor X original-, no bien acababan de frustrar los planes de Apocalipsis se lanzaron de inmediato a socorrer a los civiles heridos. Uno de los civiles era el propio Alan Matthews; no se pudo hacer nada por sus padres, sin embargo... el plan de Xavier es usar el recuerdo de lo sucedido como "llave trasera" a la mente del Aparecido. Se odia a sí mismo por usar de esa forma el dolor de los dos jóvenes... pero no hay forma de saber cuando y si el Aparecido saldrá del coma en que se encuentra. Y su extraña fisiología hace casi imposible monitorizar su estado físico, imposible del todo reanimarle si un día su cuerpo decide parar; ya es cuestión de suerte que en los meses transcurridos no haya habido una sorpresa desagradable.

No, la ventana de la oportunidad está abierta ahora. Y ahora es cuando hay que intervenir. Esto es lo que Warren le ha contado a Elizabeth, y a ella sigue sin gustarle. En parte es preocupación por su amado, pero otra parte es ese instinto de supervivencia desarrollado en incontables misiones en las que se ha jugado la vida. Y su origen Ninja probablemente también juegue alguna carta.

- Te diré una cosa, Bets. Vamos a la Sala del Peligro y liberaremos tensiones. Podemos enfrentarnos a Centinelas, a Nimrod, al Club Fuego Infernal, al Ejecutor.... Qué diablos, a Galactus, si así te distraes.

- Gracias, Pícara - sonríe-, supongo...

Un terrible grito acaba abruptamente con la conversación; un aullido telepático que atraviesa sus cerebros causándoles una tremenda agonía, como si les clavasen miles de agujas y luego las removiesen, durante décimas de segundo que sin embargo parecen horas. Mariposa Mental, gracias a sus propias facultades telepáticas y su entrenamiento, se repone rápidamente; Pícara no es tan afortunada, si bien su natural resistencia mental le permiten seguir en pie donde otros habrían quedado inconscientes en un intento de escapar al dolor.

- ¿Qué... que demonios ha sido eso? - Mariposa le ofrece su hombro para que se apoye, pero la mutante sureña se aparta, aún tambaleándose. Aún aturdida, el miedo de Pícara de absorber la mente de su compañera por un roce accidental la domina- ¿Era... el Profe?.

Elizabeth asiente.

- Pude sentir la sorpresa y la alarma en ese grito -"sabía que pasaría algo así"- Pícara, tenemos que ir inmediatamente...

- No hace falta que me lo digas dos veces, cielo.

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Haciendo uso de su poder de vuelo y a pesar de no haberse recobrado aún, Pícara llega primero a la enfermería, dispuesta a enfrentarse a lo que sea. Quizás por eso su sorpresa es mayor al descubrir que nada está pasando...

Para ser más exactos, la escena que se presenta ante ella (breves momentos después también a su compañera), es bastante apacible: El cuerpo del Aparecido, tumbado en la cama, aparentemente dormido. Sentados en sendas sillas a cada lado de la cama, y aparentemente dormitando también, Ángel y el Hombre de Hielo. A los pies de la cama, en su silla de ruedas especial, Xavier, de espaldas a ellas. Mariposa gira la silla de Xavier hacia ella, esperando ver la misma expresión pacífica...

-¡Santo Dios!

El rostro de Xavier está deformado en una horrible mueca de dolor, la espalda arqueada hacia atrás y las manos crispadas en garras, intentando alcanzar sus sienes; los ojos están entreabiertos, mas no se ven los iris, sin duda porque miran hacia arriba, cubiertas por los párpados.

- ¿Qué demonios está pasando aquí? - Pícara zarandea inútilmente a Bobby Drake, intentando despertarle.

- Es inútil, Pícara, sus cuerpos están aquí, pero sus mentes están en otra parte - mira elocuentemente al Aparecido-. Por primera vez en meses puedo percibir parte de su mente... y siento también aunque vagamente la presencia de los demás. Están...atrapados ahí dentro.

- Bien -Pícara reacomoda el cuerpo inerte de Bobby y cruje los nudillos-, ¿a qué estamos esperando entonces? No podemos dejar que los chicos se diviertan solos, ¿no? Activaré las alarmas e intentaré contactar con los demás.

Betsy, a su pesar, sonríe. Su amiga siempre está dispuesta a lanzarse al peligro de cabeza, sin miedo a las consecuencias, en parte debido a su fuerza y casi invulnerabilidad. Pero a donde deben ir la fuerza física no significa nada... puede que ya lo sepa y sencillamente no le importe con tal de ayudar a sus amigos. Típica Mujer-X.

Se acomoda ante Xavier y coloca sus manos sobre sus sienes. La idea es usar el lazo que une el cuerpo astral y el cuerpo físico del Profesor como guía para entrar en la mente del Aparecido, una tarea harto difícil. Difícil, pero no imposible.

- Las comunicaciones están cortadas -susurra Pícara para no romper la concentración de su amiga-, he fijado las alarmas en continuo esperando que alguien capte el mensaje. No es que piense que vaya a venir la policía...

- Entendido -responde sin desviar la mirada del rostro de Xavier. Quizás quieras ponerte cómoda, Pícara. Cuando tu mente abandone tu cuerpo no será muy agradable que estés de pie.

- Dios sabe que esta carita de porcelana se ha llevado más golpes que una piñata, chica -se encoge de hombros antes de coger una silla-, pero ¿para qué añadir otro?

- Justo lo que yo pensaba -extiende una mano hacia Pícara, la otra sigue en contacto con la sien de Xavier-. Será más fácil si mantenemos contacto físico; dame la mano.

- Si los chicos estuviesen despiertos Bobby no nos dejaría en paz hasta el Juicio Final...

- Por increíble que suene, espero volver a oír las infantiles bromas de Robert.

La mutante británica cierra los ojos y se concentra...

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Las dos mujeres X se encuentran en un paisaje muy similar a Nueva York, si bien al principio no es fácilmente reconocible; al no haber luna ni estrellas en el cielo, la tenue luz de las farolas apenas logra destacar las siluetas de los edificios. Además, una densa niebla inunda las calles, negando casi por completo toda visibilidad; un silencio casi sepulcral reina en el ambiente, ya inquietante de por sí.

Es mientras que las mutantes intentan acostumbrarse a su nuevo entorno que una gélida ráfaga de aire azota sus cuerpos, calando el frío hasta sus huesos metafísicos; en ese momento Mariposa grita de dolor y se derrumba. Pícara apenas puede sostener a su compañera antes de que se golpee contra el suelo.

-¿Betsy? -la telépata se lleva las manos a la cabeza, en un intento de centrar sus pensamientos, antes de responder; cuando lo hace, su voz suena debilitada y confusa:

- Estamos...estoy bien, Pícara. Es sólo que no esperaba... -suelta una risilla histérica-, no sé qué esperaba, pero no era esto. ¡Esto no! Tantas voces... tantos pensamientos... algunos extraños...¿cómo es posible?

-Betsy, no entiendo lo que dices -la voz de la mutante sureña es tranquila y pausada, en un intento de transmitir una calma que no siente a Mariposa-. ¿Muchas voces, dices? ¿Acaso Alan es un telépata? ¿O algo parecido a...?

"Mí", es la palabra que Pícara no se atreve a decir. Maldita con el poder de absorber la psique de los demás al menor contacto, ella sabe demasiado bien lo que es tener multitud de voces en su cabeza. Antes de viajar al interior de la mente del Aparecido sentía cierta afinidad con él, debido en gran parte a que es uno de los pocos seres humanos inmunes a su contacto maldito. Si además él comparte una aflicción similar...

Tan pronto se formula este pensamiento en su mente lo descarta; solo es, lo sabe, una ilusión, una fantasía que se ha formado al descubrir que el Aparecido es inmune a su toque maldito... desde luego sería un sueño que además la comprendiese. Pero Pícara ya es una mujer adulta, y además como Mujer-X ha descubierto demasiadas veces que los sueños... sueños son.

Mientras Pícara aclara sus ideas, Mariposa Mental hace acopio de su voluntad y su entrenamiento para apartar la marea de voces inhumanas ¿o no tan inhumanas? Que resuena en su mente, logrando al menos apartarlas a un rincón de su mente, a una habitación... que luego cierra con llave. Suena fácil pero no lo es, Betsy necesita toda su fuerza de voluntad y empeño en lograrlo, pero ¿qué tiene eso de nuevo en la vida de la Patrulla X?

- Mis disculpas, Pícara -no deja de sorprender la sobriedad y calma de Elizabeth, sobre todo cuando hace unos segundos se retorcía de dolor. Ahora permanece impasible, ignorando incluso el fantasmagórico frío que azota sus cuerpos. Pícara piensa que puede deberse a su entrenamiento Ninja, o tal vez a su entrenamiento mental. Puede que incluso a ambos. Al final se decanta por la flema inglesa de su compañera -. Fui cogida por sorpresa.

"Respecto a tu pregunta no, no creo que Matthews sea un telépata. Sencillamente no encaja con lo que sabemos de él, y además, es cierto que percibo multitud de pensamientos, pero son más bien... ecos. Casi podría decir que lo que oigo son simplemente recuerdos... -si Betsy percibe la súbita agitación de su amiga, lo calla-con mucha intensidad, eso sí.

El sonido de unos disparos en las cercanías interrumpe el diálogo. Pícara emprende el vuelo llevando con ella a Mariposa, hasta llegar al lugar de donde provenía el ruido, un claro en Central Park, donde dos bandas callejeras se disparan mutuamente. Tras dejar a Mariposa en el suelo aterriza en mitad de la escena, confiando en que su cuerpo invulnerable detendrá varios proyectiles, ganando tiempo mientras Mariposa desarma a varios pandilleros, pudiendo ella proceder a lo mismo. No se para a pensar que no está en el mundo físico, tan realista es la situación que ambas Mujeres X actúan como si estuviesen en una mera sesión de entrenamiento de la Sala del Peligro.

Entonces las cosas se tuercen. Las balas pasan a través de Pícara, como si ella no estuviese allí. No, comprende, son las balas las que no están. Oye el ruido, ve la explosión de pólvora en las pistolas, pero eso es todo. No obstante los pandilleros se encogen de dolor ante los impactos de bala y caen. No tiene sentido.

Mariposa no tiene más suerte. Había saltado entre uno de los grupos y su intención era desarmar a cuantos pudiera, aprovechando el hecho de estar entre ellos para evitar en lo posible que la disparasen a ella ya que corrían el riesgo de herir a sus compañeros. En caso de que les importase, claro.

Elizabeth se da cuenta de que algo va mal antes de lanzar un golpe destinado a magullar la muñeca de uno de los pistoleros. Ella es muy sigilosa y rápida, de modo que lo normal es que a sus oponentes no les dé apenas tiempo de reaccionar cuando irrumpe súbitamente entre ellos. Apenas tiempo.

Ellos no reaccionan en absoluto.

Como para corroborar sus sospechas, continúa su golpe hacia la mano de su víctima. Espera sentir el contacto de su mano contra la muñeca... pero como esperaba su mano pasa a través limpiamente, como si no hubiese nadie ante ella y sólo cortase el aire. Que es exactamente lo que ha pasado.

- No son reales, Pícara, son sólo imágenes... recuerdos.

- ¿Quieres decir que son recuerdos de Alan? -Betsy asiente.

- Sin duda. Estamos en su mente, al fin y al cabo. Este recuerdo es tan vívido que hasta yo dudé por un momento...sin duda él estuvo aquí, debía ser miembro de una de las bandas.

Pícara guarda silencio, mientras contempla la escena; todos los pandilleros han muerto y sus cuerpos yacen diseminados por el césped, ni uno sólo de ellos está en pie. Entonces, como si de una cinta de vídeo se tratase, la escena vuelve atrás y comienza de nuevo.

Betsy contempla preocupada a su amiga. No es difícil suponer lo que piensa; siendo el Aparecido completamente inmune al contacto de la sureña, lo más probable es que ésta se hubiese formado una imagen idealizada de un extraño que no conocía, lo hiciese conscientemente o no. En cambio, descubrir que probablemente se tratase de un asesino... bueno, echaba por tierra cualquier pensamiento que pudiera tener sobre él, ¿verdad? Sin duda Pícara debía estar analizando la escena, buscando algo que exculpase, a sus ojos, a ese misterioso desconocido.

- Betsy -"Ahí vamos", piensa. Se repite a sí misma que ha de ser paciente, de estar ella en esa situación, no poder tocar a nadie... probablemente se habría vuelto loca hace años. Por tanto escuchará lo que le diga... pero con todo el tacto posible la orientará hacia la realidad, hacia los fríos hechos-. Estamos de acuerdo en que esto es un recuerdo de Al... del Aparecido, ¿no?

- Exacto -"¿Ya no le llamas por su nombre de pila? ¿Estás acaso considerando la posibilidad de que no sea como a ti te gustaría?"

- Entonces- continúa Pícara- ¿dónde está él?

Mariposa parpadea, perpleja. Distraída por la preocupación por su novio y amigos desaparecidos, y preocupada por la salud mental (¿sentimental?) de su amiga, distraída también por lo extraño de la situación, ha pasado por alto ese detalle. ¿Dónde, en esa escena, se hallaba el Aparecido?

No es la única incongruencia. Repasando la escena se aprecian detalles como que algunos de los presentes discuten... con el aire. En el tiroteo, algunos disparan hacia espacios vacíos donde no hay nadie, y otros de repente se doblan al recibir un disparo que por la trayectoria no parece venir de ninguna parte.

- ¿Un recuerdo incompleto? ¿Amnesia parcial? -pregunta la sureña.

- No lo sé-confiesa la británica-. Es demasiado completo, demasiado... real, si lo prefieres, para ser amnesia. Y sin embargo es evidente que faltan piezas en este puzzle -tras meditar unos momentos, añade:-. Y no creo que las encontremos aquí -su mirada se vuelve al centro de la ciudad, donde las tenues luces de las farolas parecen perder aún más intensidad, convirtiendo los edificios en meras siluetas negras que apenas se distinguen contra el cielo gris oscuro.

Así pues, las dos mutantes reemprenden la marcha, por las calles de la espectral ciudad. Cada paso arranca un eco que resuena interminable en los desiertos alrededores, tal es el silencio que reina, y que ha contagiado a ambas mujeres; en ocasiones da la impresión de ver rostros de personas en las ventanas, pero al centrar la atención apenas se percibe más que cortinas, movidas por el viento. Y al fin y al cabo, ¿quién iba a estar tras la ventana, siendo el paraje la creación de una mente en coma? Quién, en efecto...

El fúnebre paseo continúa hasta llegar a lo que parece la versión de la Quinta Avenida de esta Nueva York imaginaria, arrasada por lo que podría fácilmente haber sido un meteorito: vehículos aplastados, el asfalto desquebrajado y las fachadas de la mayoría de los edificios han sido destrozadas, mostrando el interior como si de gigantes casas de muñecas se tratase. En medio de la desolación dos hombres yacen inconscientes: los hombres-X Ángel y el Hombre de Hielo.

- ¡Warren! -grita Betsy mientras corre hacia su amado; todo esto es un error, ella intentó avisarle desde un principio pero él no la escuchó, empeñado en redimir una parte de su pasado sobre la que no había tenido ningún control. Y ahora...

- Parece que están bien -dice Pícara mientras comprueba los signos vitales de Bobby Drake. Entonces se aparta, frustrada-. Maldita sea, sigo pensando en esto como el mundo real, aunque parece que respiran. Betsy, este es tu campo. -"¿y dónde está el Profesor?" Es la pregunta que flota en el aire pero que nadie pronuncia.

Asintiendo y abrazando al inconsciente mutante alado con ternura, Mariposa utiliza su telepatía para cerciorarse de que él está bien. Cuando comprueba que así es, y que Bobby también, enfoca su habilidad para estimular los centros de consciencia de ambos hombres y lograr que despierten. Warren despierta, y al ver a su novia parpadea y dice:

- Esto es despertar en el proverbial cielo -sonríe-, no entiendo por qué dicen que YO soy el Ángel.

- Tonto...-responde ella mientras le abraza

- Aunque llueva, o aunque NIEVE...-dice el Hombre de Hielo, burlón-, nada impedirá que la famosa galantería Worthington se abra paso.

- Amén, Bobby -responde Pícara-. Si hemos acabado con los clichés-X, ¿podríais explicarnos que ha pasado?

- Por supuesto, sureña, sólo déjame que me refresque un poco y estire los miembros.

En el mundo físico la temperatura ambiente suele caer en picado cuando Bobby usa su poder para congelar la humedad en torno a su cuerpo y darle el aspecto de su nombre clave. No obstante, en esta escalofriante réplica espiritual, apenas si se percibe la diferencia; si acaso los presentes podrían jurar que la temperatura ha subido un par de grados.

- No es por nada -dice mientras se frota sus gélidos brazos-, pero cuando yo tengo frío es que la cosa es preocupante.

- El polo de limón a veces tiene buenas ideas -dice el Ángel tras besar a su novia y apartarse. Extiende sus alas en toda su inmensidad, un Ángel a punto de emprender el vuelo, a pesar de su tez azul y el brillo metálico de las alas. Se impulsa a lo más alto y los presentes casi podrían jurar que el sombrío paraje se ha iluminado un poco. Después, siempre con total gracilidad, vuelve a tomar tierra, sonriente-, nada como estirar las alas.

- Tal vez debería hacerme unas alas de hielo y hacer la prueba...pero estoy divagando. Nos preguntasteis qué nos había pasado, y por si os quedaba alguna duda... nos atacaron nada más llegar

- Centinelas, ni más ni menos -añade el Ángel.

- ¿Centinelas? ¿Por qué iban a aparecer Centinelas en la mente del Aparecido? -pregunta Mariposa- Y... ¿hemos de suponer que ellos se han llevado al Profesor?

- A lo primero he de decirte que no tengo ni puñetera idea. A lo segundo sí, esas latas de conserva se llevaron al Profe pero...

- ¿Pero?

- Tuvieron ayuda -interviene el Ángel, con semblante esta vez terriblemente serio; no queda ni rastro e la jovialidad de hace unos momentos.

- ¿Ayuda? -Pícara no deja de pensar que estando en la mente de Alan Matthews, si los temores que se han ido formando en su pensamiento desde que empezó esta "aventura" se hiciesen ciertos, eso querría decir...-¿De quién... o de qué?

Como respondiendo a su pregunta -y la Patrulla X a veces se pregunta si efectivamente no será así-, el suelo empieza a temblar violentamente y agrietarse, hasta que estalla como si de un volcán se tratase, escupiendo, en lugar de lava, una forma gigantesca y monstruosa que aterriza, sacudiendo posiblemente toda la ciudad cuando sus pies tocan el suelo.

- De él- concluye el Ángel, sus alas arqueándose amenazadoramente en respuesta a la amenaza.

El Monstruo contempla las criaturas que le rodean con interés. Sus músculos abultados, negros y blancos, tensos como cables de acero, dispuestos a entrar en acción. Su cadavérico rostro se gira para contemplar a cada uno de los mutantes, deteniéndose lentamente en cada uno de ellos.

- Esa cosa -susurra el Ángel, procurando no hacer ningún movimiento brusco-, nos barrió a los tres de un golpe.

- Aún diría más -murmura el Hombre de Hielo-, dio una simple palmada y la onda expansiva acabó con nosotros. Si me dijesen que es primo de Hulk, me lo creería. Si el Ejecutor no le hubiese atacado...

- ¿Cómo?

- Como lo oyes, Betsy. Esa... cosa apareció de la nada, pero al principio no nos atacaba a nosotros, se contentaba con los Centinelas. Entonces...

- ... el maldito Ejecutor rompió uno de mis puentes de hielo y arrojó el trozo más grande que pudo a la cabeza de nuestro amigo aquí presente. El resto ya lo sabéis. Los Centinelas hicieron caso omiso de nosotros y de la criatura y se llevaron a Charles, como si fuese lo único importante. Después todo se volvió negro y ya sabéis el resto.

Los mutantes contemplan con precaución al Monstruo, que se acerca con paso lento y vacilante, haciendo retumbar el suelo con cada zancada. Apenas a unos 4 metros de distancia se detiene y olfatea el aire mientras una vez más su mirada se detiene en cada uno de ellos. Gruñe amenazadoramente al Ángel y el Hombre de Hielo, el uno retrocede un paso a su pesar, el otro comienza a crear una barrera de hielo lentamente.

Finalmente su atención se vuelve a las dos mujeres. Olfatea de nuevo el aire, y gruñe una vez más. Pero esta vez el tono no parece tan amenazador como antes, parece más... ¿satisfacción? Entonces prosigue su avance, esta vez más despacio. Abre sus inmensas fauces y enseña su viscosa lengua, y entonces la idea se abre paso, por repugnante que resulte. No es satisfacción.

Es deseo.

- Sobre mi cadáver -dice el Ángel mientras se prepara para lo que bien podría ser considerado suicidio. El resto del grupo se une a él, preparándose para lo inminente. La Patrulla ha ensayado cientos de situaciones de combate, y entre ellas se ha simulado el combate contra oponentes como Hulk, el Juggernaut... combates ganados a duras penas, y habitualmente con otras formaciones distintas. Ninguno de ellos se hace ilusiones sobre el resultado.

- Los de todos, angelito -añade Bobby-. Y no queda mucho...

El Monstruo, captando la hostilidad, y tal vez recordando a los dos hombres, retrocede un paso, toma aire y suelta un rugido que hace saltar en pedazos los pocos cristales sanos de la cercanía.

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Charles Xavier despierta, confuso. Sus últimos recuerdos consisten en una imprevista lucha contra Centinelas y una... cosa... gigantesca que surgió del suelo, atravesándolo como si fuese agua, sembrando el caos y la destrucción. Había alguien más, alguien encapuchado y familiar, que no consigue identificar. El desconocido ataca al monstruo, lo manipula para que ataque a su Patrulla. Después... oscuridad.

Ahora... ¿dónde está? El entorno le es familiar; está en una sala gigantesca con varios pasillos que parten de ella. Las paredes parecen sacadas de una película de ciencia ficción, metálicas, con decenas de computadoras y monitores. En algunas secciones se aprecian señales de destrucción, como si hubiese tenido lugar una batalla no hace mucho.

Al intentar volverse para ver el resto del escenario se da cuenta que su asiento es también una prisión. Sorprendido, baja la mirada para ver una versión de su silla flotante, que aprisiona sus piernas y también sus brazos, reduciendo sus movimientos hasta poco más que unos inútiles forcejeos.

- No te canses, Charles. Me he asegurado de que no vayas a ninguna parte. Y no te molestes tampoco en usar tu poder mental... conozco bien tus trucos. Son también míos, al fin y al cabo -añade en voz baja.

Desobedeciendo a su interlocutor, la mente más poderosa del planeta concentra su energía mental para librarse de su prisión. Nada sucede, como si sus poderes le hubiesen abandonado.

- Sabía que no me harías caso, pero consideré de buena educación advertirte - Onslaught sale de su escondite, en las sombras. Xavier le observa boquiabierto, incrédulo- "Imposible", "es un truco", "una alucinación", estarás pensando, ¿verdad? Me temo que no, Charles, soy muy real... tu pesadilla personal vive de nuevo.

- Imposible...

- Vamos, Charles, eso ya lo he cubierto.

- No, quiero decir que es imposible. Estamos en la mente de una persona. Una persona que ni siquiera te ha visto, más allá de lo que haya podido ver en televisión o periódicos. Está claro que eres un constructo mental, una representación psíquica de los miedos y odios de Alan Matthews, moldeado a tu imagen. La imagen del monstruo que le arrebató a su segunda familia.

Onslaught ríe, los brazos cruzados.

- Querido Charles... ¿no reconoces aún donde estamos? ¿No reconoces mi cuna...papá?

Xavier mira su entorno de nuevo, con aprensión. Esta vez las imágenes conectan, los recuerdos afloran. Aquí, la Patrulla X se enfrentó a Magneto. Aquí, Xavier cometió un error imperdonable.

Aquí rompió su código moral y borró la mente de Magneto. Las emociones negativas de éste último y sus propias ansias reprimidas culminarían en un horror psiónico... Onslaught.

- Estamos en Avalon -es imposible que Alan Matthews estuviese nunca en la base que Magnus y sus Acólitos utilizaron para refugiarse al principio, y luego atacar, a la humanidad, por tanto es imposible que conozca los detalles que Xavier ahora ve-. ¿Cómo? Jamás te cruzaste siquiera con el Aparecido, ¿cómo puedes estar en su mente?

- Eso, de momento, lo dejaremos para más tarde. No quiero privarme de la diversión...

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Sólo uno de los edificios está en perfecto estado. En el tejado, el Niño y el Hombre contemplan la escena, el inminente combate entre el Monstruo y la Patrulla X.

- No podrán con él -dice el pequeño-, nada puede.

El Hombre asiente, mas no dice nada. Por poderosa que sea la Patrulla, lo cierto es que no tienen nada que hacer contra ese Monstruo irracional.

- No deberían haber venido - es su seca respuesta.

El Niño mira incrédulo al Hombre mientras sus ojos se nublan con lágrimas.

- ¡Ellos sólo querían ayudarme! ¡Tampoco hiciste nada antes, y por nuestra culpa el Intruso tiene a Xavier!

- Lo sé, pequeño, ¿no piensas que yo quisiera ayudarles? Pero aunque me duela decirlo, no hay nada que pueda hacer. Es mi deber protegerte. Nada más importa. Ni la Patrulla, ni el Intruso. Sólo el Enemigo, y protegerte a ti de él, importa. Lo siento.

El niño rompe a llorar, impotente ante la situación, culpándose de lo sucedido. Pero entonces se le ocurre una idea, y sonríe de esa forma en que lo hacen los niños cuando se les ocurre una picardía. Antes de que el Hombre reaccione se sube de un salto al bordillo del tejado.

- ¿Qué haces?¡Baja de ahí!

- Ah, ah. No me grites, podría asustarme y caerme.

- Pequeño, por favor, vuelve. Estás poniéndote en peligro.

- No es verdad -sigue sonriendo-, aunque me cayese no me pasaría nada y lo sabes.

- ¿Y si el enemigo te estuviese esperando abajo?

El niño se para, su semblante se torna serio. Cuando habla, su voz es casi la de un adulto.

- De ser así tendríamos un problema, ¿no? Igual que esa pobre gente que está ahí abajo por intentar ayudarme.

El Hombre medita la situación, suelta una carcajada y se encoge de hombros. Alza sus manos en gesto de rendición mientas dice:

- Está bien, hagamos un trato. Baja de ahí y entra a casa, donde estarás más seguro... y yo salvaré a esa gente.

El Niño sonríe, pero tuerce el gesto al pensar que tendrá que volver adentro. Anticipando su queja el Hombre dice:

- Además creo que mamá ha hecho tarta de chocolate.

- ¿¿La receta de la abuela?? -el Niño abre los ojos como platos y baja de un salto- ¡Vale! -sale corriendo hacia la puerta de acceso de la azotea, se vuelve brevemente para recordarle al Hombre que después invitarán a los recién llegados a comer tarta y por tanto no se olvide de traerlos a casa, después desaparece corriendo por las escaleras.

El hombre se asoma al borde de la azotea, en el mismo momento que el Monstruo lanza su rugido de combate. Tras comprobar que en los alrededores no hay ni rastro del Enemigo, agarra los pliegues de su capa y se precipita al vacío.

El niño, que ya ha llegado a su habitación y tiene la cara pegada a la ventana para no perderse detalle, contempla maravillado el salto.

- Ojalá yo pudiera hacer esas cosas.

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- ... y no queda mucho -concluye el Hombre de Hielo.

En ese momento un hombre encapuchado desciende del suelo, interponiéndose entre el grupo de mutantes y el Monstruo. Equipa en su brazo izquierdo un escudo circular y desenvaina con el derecho una espada con la que apunta al Monstruo, manteniendo las distancias.

- Eh, un momento. ¿Qué hace aquí el Supervisor?

- ¿Quién es, Bobby?

- Hank me habló de él. El tipo tiene lo que llama "reflejos fotográficos", que le permiten copiar cualquier movimiento que ve. Usa sus conocimientos para formar matones a sueldo para que los supervillanos tengan buena mano de obra.

- Y vuelvo a preguntar -dice Pícara-, ¿por qué está en la mente de Alan?

"Y ya vuelve a ser 'Alan'", piensa Mariposa, "tanta familiaridad con alguien con quien no ha cruzado ni una palabra. Pícara, te estás lanzando de cabeza a la piscina... y temo que no tenga agua. Pero, ¿me escucharías si te lo dijese? Probablemente no."

El Hombre se vuelve y se lleva la empuñadura de la espada a la frente a modo de saludo. El Monstruo permanece inmóvil, fascinado por el recién llegado.

- Saludos, Patrulla X. Lamento daros la bienvenida al barrio de forma tan poco elegante.

Camina lentamente hasta estar frente al rostro cadavérico de la criatura, una curiosa simetría entre la faz y la máscara, ambas calaveras. Entonces, sin apartar la mirada, y con total tranquilidad, anuncia en voz alta:

- Si tenéis la amabilidad de entrar en el edificio tras de mí, yo me ocupo de que nuestro ruidoso amigo no nos moleste -viendo que los mutantes vacilan, añade en tono burlón-, si preferís probar suerte no tenéis más que decirlo, me vendría bien un descanso. No os preocupéis, tenemos este baile todos los días; una vez que entréis yo haré lo mismo, él no pude entrar.

- Tiene razón -dice Mariposa-, no es que corramos más peligro si hacemos lo que dice.

- Espero que no sean las famosas últimas palabras, Bets -concluye el Ángel mientras se dirigen al edificio indicado.

- Y de todas formas, si es el Supervisor, no seré yo quien se preocupe por él... - termina Bobby Drake.

Sólo hay un buzón: Familia Matthews. Por añadidura el ascensor solo tiene un botón, así que no hace falta ser Sherlock Holmes para saber donde han de ir, y la idea de subir volando por el exterior no es muy atractiva teniendo en cuenta la criatura que aguarda fuera.

- Ey, decidme si habéis oído este antes. Cuatro mutantes entran en un ascensor...

Nadie ríe el chiste de Bobby, ni siquiera él. Afuera, tremendos rugidos reverberan incluso en el hueco del ascensor, acompañados de estruendos y explosiones. Consideran la opción de volver a ayudar a su misterioso benefactor, pero finalmente deciden que al no saber nada de la situación será mejor hacerle caso por el momento.

Les recibe una mujer rubia, entrando en la cuarentena.

- ¡Hola! -la mujer desprende jovialidad -Vosotros debéis ser los amigos de Alan; yo soy su madre, Madeline-Angel. Por favor, pasad, pasad.

El piso es pequeño y modesto, y por ello sorprende la cantidad de gente que está ahí, una multitud de distintas etnias, nadie sabe como puede haber sitio en un lugar tan pequeño para tanta gente; todos les saludan afablemente. Llama especialmente la atención una joven mujer negra, no sólo por su atractivo sino porque gran parte de los congregados la rodean, fascinados por sus opiniones y deseosos de hacerle preguntas, como si de un gurú se tratase. Ella mira brevemente a los recién llegados y les sonríe para acto seguido continuar una de las muchas conversaciones que mantiene.

El semblante de Mariposa Mental vuelve a estar terriblemente pálido, igual que cuando entraron en este plano mental, reflexiona Pícara. Los demás también lo notan.

- Aquí me es más difícil mantener las voces apartadas -responde-. Este tumulto... las voces son tan similares a las que percibí al llegar...

- ¿Quieres decir, Betsy -la voz del Ángel es lo más baja posible-, que toda esta gente... son eso, gente? ¿Personas reales cuyas mentes están atrapadas en la del Aparecido?

- No sé qué son... primero pensé que podían ser meros recuerdos, pero la gente en este piso parecen más complejos que meros ecos mentales. Tengo una teoría... pero es tan siniestra que prefiero esperar a confirmarla.

El comentario queda flotando en el aire. Uno de los huecos libres de la casa lo ocupa curiosamente el sofá del salón. Dos hombres están sentados, contemplando un partido de béisbol y hablando entre ellos en ocasiones. El más interesado, un hombre robusto de barba, guarda un fuerte parecido con Alan Matthews, de lo que intuyen se trata de su padre. El otro lleva unas gruesas gafas y viste una bata de laboratorio.

- Bienvenidos -dice el padre-, soy Torrance Matthews, y este es un viejo amigo de la familia, Edward Williams. A mi mujer creo que ya la habéis conocido y por vuestra culpa se ha olvidado de mi cerveza -dice en tono burlón.

- Mi pobre marido no puede valerse por si mismo y cruzar los 3 metros que le separan de la nevera -replica ella dramáticamente-. Ahora mismo te traigo una.

- Eres la mejor -contesta él dándole una palmada en el trasero mientras ella se aleja.

"Que no se te olvide" responde ella cuando ya se ha ido. Entonces Torrance se vuelve hacia la Patrulla con gesto serio.

- La habitación de Alan está ahí -señala con un gesto de la cabeza-. Supongo que es inevitable que le veáis, pero debo pediros que tengáis cuidado. Es un chico delicado, a veces un poco llorón... pero es mi hijo y no voy a dejar que nadie le ponga en peligro.

- Vamos, Torrance, sé más amable con tus invitados -responde Edward-. No todos los días homo superiores vienen a visitar a tu hijo.

- No es todos los días que alguien se refiere a nosotros con ese nombre -dice Warren.

- A riesgo de pecar de inmodesto -contesta el profesor mientras se quita las gafas y limpia los cristales con un pañuelo-, me considero demasiado culto como para usar términos tan simples como "mutantes" o vejatorios como "mutis".

El Hombre de hielo suelta una carcajada.

- Fíjate, ya no echo de menos a la Bestia.

- Sólo queremos hablar con su hijo, señor Matthews -interviene Pícara-. Estamos aquí para ayudarle.

- Personalmente creo que lo mejor sería que simplemente se mantuviese oculto y apartado de problemas -responde el padre-, pero mi mujer puede ser muy terca y convincente cuando quiere. Id a verle antes de que cambie de opinión.

- Si no le molesta a nadie -dice Mariposa, con expresión preocupada-, preferiría quedarme y conversar con el Profesor Williams. Si a usted le parece bien, claro.

- No faltaría más, jovencita -responde el otro sonriente-, sin duda tienes muchas preguntas para nosotros.

- Demasiadas...

La puerta de la habitación tiene un cartel con letras en purpurina que reza "Habitación de Al... ¡No entrar si no es para darme algo!" Es Pícara quien abre, no sabiendo muy bien que encontrarse...

Decenas de cómics y libros de fantasía, ciencia ficción e históricos pueblan las estanterías de la habitación, custodiados por miniaturas que representan caballeros medievales y famosos héroes como El Capitán América y los 4 Fantásticos, así como otros héroes desconocidos que los presentes no pueden identificar, con rojas capas o motivos de murciélago. Pósters de similares temáticas tapan los huecos libres de las paredes. De espaldas a ellos un niño de claros cabellos juega con su ordenador; la sintonía de un programa de radio inunda la estancia.

- Ey, conozco este programa -dice Bobby-. Hank me lo hizo tragar en más de una ocasión, va de misterios históricos, o algo así. Se llamaba...

- ...Windrose -interrumpe el niño mientras se vuelve hacia ellos. Sin duda es Alan Matthews, si bien mucho más joven que el cuerpo que ha yacido durante meses en la mansión-, de J.A.C.Brian. ¡Hala! Sois de verdad la Patrulla X, ¡Qué pasada! No os podéis ir sin firmarme un autógrafo, ¿vale?

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- Y hablando de diversión...

Dos Centinelas irrumpen con su presa, una criatura gigantesca, blanca y negra, de aspecto amenazador, sujeta con sus brazos de metal. El Monstruo se agita, inquieto, aunque parece débil y enfermo. Tras ellos, una figura encapuchada les sigue, lanza en ristre. La viva imagen del Ejecutor, el asesino de mutantes..

- Entrega a domicilio -no hay humor en su voz.

Onslaught se vuelve hacia su cautivo.

- Tenías razón en dos cosas: una, el monstruo causante de la muerte de la segunda familia del Aparecido está aquí, QUERIDO CREADOR. Sin ti, yo no existiría, y la familia de Matthews seguiría con vida -observa cómo la duda asoma en el rostro del Profesor, que no responde, y Onslaught asiente, satisfecho. Siempre es una ayuda que su víctima esté en el estado mental apropiado. Se vuelve hacia el Ejecutor, apoyando su mano sobre su hombro-. Dos... digamos sólo que no soy yo el constructor mental

Ante la presencia de Onslaught, el Monstruo parece recobrar su fuerza y ferocidad, arrancando los brazos mecánicos de sus captores con un simple movimiento. Libre, aterriza con un fuerte estruendo, sin apartar la vista del villano. Nada más existe en su pequeño cerebro. Aspira profundamente y suelta un rugido de desafío. Onslaught, a su pesar, retrocede un paso. Aún así, sonríe.

- Eres tenaz, criatura. Débil y desorientado, tus instintos siguen siendo fuertes -alza su mano en un claro gesto invitador-. No importa. Ven, atácame. Llevo meses en tu mente... no puedes vencerme.

No entendiendo las palabras pero sin duda captando el desafío, el Monstruo salta, llevándose a Onslaught por delante y estampándolo contra el suelo en una violenta explosión que sacude los alrededores. Xavier, indefenso como está, sale despedido por los aires como una hoja arrastrada por un huracán. El Ejecutor le sostiene en pleno vuelo, impasible ante la tormenta de polvo y tierra que se alza.

Y a pesar del dolor, de la tremenda violencia que se desencadena sobre él, tras devastador puñetazo tras puñetazo, que agrieta la tierra, Onslaught ríe.

Intrigado, el Monstruo contiene su mano. El sanguinolento guiñapo bajo él sigue riendo, con dificultad. ¿Otro desafío? Cierra su puño, enrojecido por la sangre, y...

Algo va mal. Sus instintos gritan cuando su mirada se concentra en su garra. Enrojecida, si. Pero no por sangre.

La mancha, poco a poco, se va extendiendo por su mano. Manchas grises acompañan a las rojas. El Monstruo no sabe qué pasa exactamente, pero siente pánico. Desesperado, intenta apartarse de su propio brazo en un lamentable espectáculo. Al no funcionar intenta arrancárselo a dentelladas.

Ahora son sus fauces las que cambian de color mientras su brazo está cubierto del todo. La criatura gime, presa del terror. El espantajo que fuera Onslaught se alza, riendo entre gárgaras de sangre.

- Te dije que llevaba meses en tu mente -avanza temblorosamente-; te conozco perfectamente. Llevo meses extendiendo mi influencia por este mundo, infectándote lentamente. Para un ser racional yo no sería más que un dolor de cabeza... pero tú careces de raciocinio alguno. Eres menos que un perro -ríe-, y es hora de ponerte a dormir.

Ahora es Onslaught el que salta, mientras el Monstruo, que no comprende lo que pasa pero siente el impulso de huir, retrocede. No sirve de nada: Onslaught se pega a él, extendiéndose lentamente sobre su presa, que se golpea a sí mismo frenéticamente.

Impasible como hasta ahora, el Ejecutor acomoda la silla de Xavier mientras Onslaught termina de recubrir al Monstruo. Xavier, atónito por los acontecimientos, comprende lo que está pasando. Y solo puede murmurar:

- Dios mío...

Onslaught, visiblemente recuperado, se vuelve hacia él con una descomunal sonrisa en su boca. Usurpando la forma de la criatura, parece incluso aún mayor que ésta. Camina hacia Xavier, con gran estruendo acompañando sus pasos. Aproxima su cara a la de Xavier - su antigua cara.

- Ya era hora que lo entendieses, Charles.

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La mirada de Alan pasea ilusionada por Pícara, el Hombre de Hielo... y se detiene en el Ángel. El niño enmudece y su semblante se torna sombrío. Warren Worthington lo entiende muy bien...

- Perdona, seguro que prefieres que me vaya. No pretendía...

- No, está bien -aunque más calmado, permanece serio-. Supongo que te he confundido con otra persona. Aunque con ese color de piel y esas alas metálicas la verdad es que es difícil. ¡Ja!

Una foto llama la atención de Pícara. Alan y sus padres, sonriendo a la cámara. También hay una niña, más pequeña que Alan, y muy parecida a él. Su hermana, sin duda.

- Tu hermanita es muy guapa. ¿Dónde está? No la hemos visto al entrar.

Alan la mira, confuso.

- ¿De qué estás hablando? No tengo ninguna hermana.

- Aquí, en la foto... -se la enseña. Él la coge y la mira un momento antes de dársela de vuelta

- En esta foto estamos solo mis padres y yo, la sacamos cuando fuimos a Coney Island, anda que no lleva tiempo en la estantería. Ya veis que no hay nadie más en la foto, ¿es alguna broma?

Los tres mutantes intercambian breves miradas. En la foto claramente se ve a una niña.

- Sí, una broma -interviene Bobby para cambiar de tema por el momento-. Alan, ¿sabes por qué estamos aquí?

- Intentáis hacerme volver. Lo entiendo y os lo agradezco, pero no puedo.

- ¿Por qué?

- Estoy roto... roto por dentro.

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- Muy bien -la voz de Charles Xavier es desafiante-, has dominado a la bestia y con ello adquirido su poder. ¿Hay un método en tu locura o esto es la base de una interminable pirámide "alimenticia"?

- Bien lo sabes, padre, sabes bien cómo funciona TU mente. Ahora necesito encontrar al Aparecido, el núcleo de su personalidad, y apoderarme de él, erradicarlo de este cuerpo para poder apropiármelo sin más problemas. Hasta ahora no he podido encontrarlo, incluso dentro de su propia mente se esconde de mí. Pero contigo de mi lado... es sólo cuestión de tiempo. Y una vez que me libre de toda molestia, con tus habilidades y las de Matthews seré imparable. Es poco original, lo sé - se encoge de hombros-, pero sólo soy un trozo de ti, denúnciame.

- No has cambiado en absoluto...

- He estado muerto. No es que le diese muchas vueltas a mi vida -ruge el villano mientras su cuerpo se expande, y su torso se abre asemejando una enorme boca-. Se acabó; no puedes usar nuestros poderes y yo cuento con los del Aparecido; eliminaré tu ridículo albedrío y me quedaré con lo jugoso. ¡He ganado antes de colocar mis piezas sobre el tablero!

Onslaught se abalanza sobre Xavier mientras éste murmura un tenue "eso lo veremos", las fauces engulléndole de un solo bocado. Entonces su pecho se cierra y su forma vuelve a cambiar, alcanzando un equilibrio entre la original y la del Monstruo. Flexiona sus brazos, y la realidad se retuerce en respuesta.

Entonces ríe descontroladamente. Junto a él, el Ejecutor -el Enemigo- se regocija con los acontecimientos, mostrando emoción por primera vez... esperanza. No podía revelar el paradero del Niño, por mucho que se lo propusiese, por mucho que le odie, una diminuta parte de él no le dejará dar ese paso. Pero con la habilidad telepática de Xavier, sería un juego de niños para Onslaught encontrarlo sin su ayuda.

- Pronto acabará todo... por fin- el anhelo en su voz es casi palpable.

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"Roto". Extraña elección de palabra, piensan los presentes, mientras el niño juguetea distraídamente con el ratón de su ordenador. Por los altavoces empieza a sonar "Torn".

- Llegáis un poco tarde- canturrea.

- ¿Qué quieres decir...?

- Quiere decir que está cansado de sufrir. Y que su alma está desgarrada por el continuo dolor que siente cada vez que se levanta por las mañanas y no tiene en quien apoyarse, sabiendo que el nuevo día sólo traerá más sufrimiento - es el Supervisor quien habla, tambaleándose ligeramente al entrar.

"¿Cómo puede conocer tan bien lo que le pasa al niño?"

- Algunos lo llaman vida -murmura el Hombre de Hielo.

- Algunos no tienen la culpa de que la vida de los demás sea así -le replica Warren-, otros no tenemos tanta suerte.

Ajeno al discreto diálogo, Alan se vuelve al recién llegado.

- No haces buena cara.

- Y con razón. Estaba como siempre, "jugando" con el Monstruo, cuando los Centinelas nos atacaron -se frota la frente, intentando ordenar sus ideas-. Tal vez fuese por el combate anterior con la Patrulla, el cogerlo desprevenido en combate conmigo, que el Enemigo se siente más fuerte con la captura de Xavier o todo lo anterior... el caso es que por primera vez han logrado capturar al Monstruo.

El Niño calla, su rostro macilento mientras su cabeza y hombros permanecen caídos, la mirada perdida en algún punto del suelo.

- Todo está perdido...

- No mientras tú estés a salvo, chico, como tantas veces te he dicho.

- Escúchale, pequeño Senché, porque en sus palabras hay verdad

Todos se vuelven hacia la misteriosa mujer que antes estaba rodeada de tanta gente y que ahora les mira con expresión divertida desde la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho. La desconocida se acerca al Niño y le revuelve el pelo cariñosamente.

- ¡Hola, señora Marie!

- "¿Senché?" -pregunta Pícara, que reconoce cierto acento sureño en la mujer. ¿Louisiana, quizás?.

- Es un... apelativo cariñoso. Y un buen descriptor.

- No entiendo...

- Ni tienes por qué.

Es una respuesta cortante y seca, y sin embargo dicha en un tono tan agradable y jovial que hace difícil enfadarse con ella. Sus grandes ojos relucen mientras sonríe.

- Eso ha sonado descortés ¿verdad? De veras que lo siento...es sólo que todos tenemos nuestros secretos.

- Y todos sabemos ese dicho sobre quiénes son los mejores guardianes de los secretos -interrumpe Mariposa Mental, entrando en la habitación.

Marie no pierde su sonrisa, si acaso parece volverse más traviesa, mientras sus ojos no se apartan de Mariposa, segura de saber lo que va a decir.

- Desde que llegamos "aquí" -continúa la mutante-, algo no estaba bien. Oía "ecos" de pensamientos... o eso creía. No... sé bien cómo describirlo, sólo la sensación que experimenté una vez pude ordenar mis ideas, como si una fría mano apretase mi corazón.

"Y cuando llegamos a esta casa... mis sospechas se confirmaron. Las voces procedían de aquí. Pero esta gente son sólo recuerdos, verdad? Ecos en la mente del Aparecido. Pero esos ecos -continúa mientras lentamente (¿casualmente?) se acerca al Supervisor- tienen grandes dotes de conversación, por no decir que poseen mucha información. Demasiada, yo creo, para ser simples recuerdos, una colección de memorias, imágenes de otra persona.

- Betsy -interrumpe Pícara, familiarizada con la situación debido a su maldito poder-, tú sabes que yo...

- No se refiere a eso, Pícara -el semblante del Ángel, sombrío por la comprensión de lo que está pasando. Es el Arcángel de la Muerte, con sus frías alas metálicas, que ahora mira otra vez al niño, con un nuevo brillo en sus ojos. Bobby permanece perplejo mientras la mutante sureña da vueltas en su cabeza.

"Son recuerdos. Son más que recuerdos. Es como yo, absorbiendo otras vidas y condenado a sentir sus ecos continuamente. Pero, ¿por qué dice Warren que no es eso? ¿Cómo puede ser distinto?

La temperatura de la habitación parece seguir bajando, la luz hacerse más tenue. Un ambiente de ultratumba.

"¡Ultratumba!"

- Oh, Dios, no. ¡NO!

Elizabeth Braddock asiente, su expresión no ha variado ni un ápice.

- Exacto, Pícara. Toda esta gente... está MUERTA -con un rápido movimiento agarra la máscara del Supervisor y tira de ella, revelando el rostro que está debajo-, y quizá esto os ayude a entender por qué Matthews afirma estar "roto".

Bajo la capucha del traje del Supervisor, el rostro adulto de Alan Matthews les mira sorprendido, mientras el Niño mordisquea la uña de su pulgar nerviosamente.

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Y en el mundo real...

Alan Matthews abre los ojos. Se incorpora lentamente y mira a su alrededor. Sonríe mientras toca su cuerpo, comprobando que es real y no un fragmento de su imaginación. Se levanta de la cama e ignorando los cuerpos inconscientes a su alrededor busca algo de ropa que ponerse.

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Un súbito seísmo sacude la casa. Potentes luces entran por las ventanas, deslumbrándolos a todos. Y una voz, que más bien parece un trueno, grita:

- SAL, ALAN MATTHEWS. SAL A JUGAR.

Afuera, dominando la azotea de un edificio, Onslaught les contempla, divertido. A su lado, el Ejecutor simplemente se apoya en su lanza, con gesto cansado. Los mutantes le observan, perplejos.

- VOSOTROS, PATRULLA X, PODÉIS MARCHAROS AHORA, SÓLO ME INTERESA EL NIÑO. SALID DE ESTA MENTE Y QUIZÁS OS PERDONE LA VIDA.

- Imposible -susurra Alan Matthews/ Supervisor-. Nos ha encontrado.

- Tenéis que iros -dice el niño-, sólo viene a por mí.

Pícara se arrodilla junto a él. Todos saben que la meta a largo plazo de Onslaught es acabar con todo ser vivo. Pero aunque no lo fuese, no ha llegado el día en que la Patrulla X abandone a alguien que los necesite.

- Alan, creo que hablo por todos cuando digo...

- ¡...ni lo sueñes! -concluye el Hombre de Hielo mientras lanza una potente ráfaga de hielo hacia el edificio que hace unos momentos parecía más lejano. El Ejecutor, de un salto, esquiva el hielo y aterriza en la acera debajo, sin acusar el impacto de tan tremenda caída. Onslaught no se inmuta.

El Ejecutor mira fijamente a la ventana de la habitación, desafiante. El Supervisor, sin mediar una sola palabra más, salta también hacia la calle. Ambos se contemplan, aferrando con fuerza sus armas, esperando a que el otro dé el primer paso.

"O mucho me equivoco", piensa Mariposa, "o tras la máscara del Ejecutor también se oculta el rostro de Alan Matthews. Otro aspecto de su personalidad".

Onslaught sacude el hielo de sus hombros con un simple movimiento. Ángel y Pícara vuelan ya sobre él; Bobby Drake, al final de uno de sus puentes de hielo, se prepara para atacar, condensando oleadas de frío en sus manos. Mariposa sube al puente y se prepara a unirse a sus compañeros mientras el niño les contempla con aprensión desde la ventana.

- Entiendo -dice Onslaught, sin alterarse-, tendremos que hacerlo por las malas.

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De vuelta al mundo real...

Alan, una vez vestido, coge un bisturí y comprueba en su propia mano que esté afilado; cierra el puño y al abrirlo la herida ya está cerrada. Sin dejar de sonreír se acerca a Charles Xavier, acercando el bisturí a su cuello.

- Bueno, Charles. Creo que la mejor forma de evitar que me causes más problemas es esta. Si no tienes cuerpo al que volver...

¡SNIKT!

Se vuelve y por un momento se detiene al ver al mutante conocido como Lobezno, las garras de adamántium de su mano derecha extendidas, en la entrada de la enfermería. Por una fracción de segundo piensa en buscar una excusa pero la descarta; a su propia actitud sospechosa hay que sumarle los mutantes inconscientes a su alrededor. Vuelve a sonreír mientras se aparta de Xavier lentamente.

- Diría que me alegra verte en pie, chaval -dice el canadiense-, pero tengo más curiosidad por saber qué carajo le has hecho a mis amigos -otro "snikt" y las garras de la mano izquierda salen también, mientras avanza lenta pero amenazadoramente-, y por qué tu olor ha cambiado de forma que me parece tan familiar.

- Vamos, Logan, que forma de saludar a un viejo amigo -responde el Aparecido mientras se sitúa detrás de Xavier, usándolo a modo de escudo-, voy a pensar que no te alegras de volver a verme.

Cauta pero inexorablemente Lobezno prosigue su avance, listo para saltar, mientras sus sentidos se esfuerzan en identificar a su enemigo.

- ¿ONSLAUGHT? -la sorpresa le hace detenerse y por un momento su mente racional se impone a sus instintos, haciéndole vulnerable a un ataque mental que le obliga a arrodillarse.

- En carne y hueso, alimaña, si bien no son los míos. Ahora sé un buen perro y muérete, tengo mucho tiempo perdido que recuperar.

Onslaught refuerza su ataque mental, intentando "desconectar" el cerebro de Lobezno, para ello bombardea su mente con imágenes y emociones que reflejan sus mayores miedos y fracasos. Sabe que la resistencia casi sobrenatural de Logan y el entrenamiento de Xavier no harán de esto tarea fácil, pero sólo necesita aplicar la presión justa para dejarle inconsciente. Después puede usar su telepatía para controlar las funciones motrices de su víctima y obligarle a decapitarse con sus tan cacareadas garras de adamántium. Lo preferiría vivo como peón ya que sus habilidades de combate no conocen rivál... pero bien sabe que eso no duraría; mejor tomar una solución más permanente.

Y al fin y al cabo, el entrenamiento de Xavier da igual... ya que ahora él tiene sus poderes. De nuevo.

"¿Puedes sentirlo, hombrecito? ¿Sientes cómo tu mente se va nublando, cómo el portero apaga las luces? Relájate y descansa, Logan, deja que tu amigo Chuck se haga cargo de todo como siempre."

Lobezno se tambalea. Se maldice a sí mismo por haber bajado la guardia aunque fuese una centésima de segundo y haber dejado entrar a ese loco en su mente. No puede atacarle, está muy lejos y su mente, embotada por las ilusiones de Onslaught, se niega a procesar la información de sus sentidos. Sólo ve una solución.

- Amigo... -envaina las garras y coloca sus puños a la altura de sus pulmones-, ya deberías saber que Charlie odia que le llame así.

¡Snikt!

Las garras atraviesan sus pulmones, causándole un dolor terrible. Instintivamente las retira y vomita sangre mientras su factor curativo empieza a trabajar en reparar el daño.

El dolor nubla su mente, la rabia que siempre intenta dominar se apodera de él. Ya no es un ser racional, tampoco es un mero animal. Es una fuerza de la naturaleza que sólo entiende una cosa: el hombre ante él le causa daño. El hombre debe morir. Y con esto el ataque de Onslaught cesa, pues no hay una mente a la que afectar.

- Entiendo -dice mientras el otro se abalanza sobre el, rugiendo-, tendremos que hacerlo por las malas.

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EN EL PRÓXIMO NÚMERO: ¡Onslaught contra Lobezno! ¡Onslaught contra la Patrulla X! El origen del Aparecido... ¿por fin?

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EL OJO EN EL CIELO

Ni os imagináis la cantidad de veces que he reescrito esta historia. En fin...Cualquier tema podéis contactarme en alexmola@hotmail.com

 
 
   
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