TITANES #47
Crisis de Familia I
¿Primer golpe?
Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: En portada tenemos una fotografía antigua de los antiguos miembros del All-Stars Squadron: Starman, Hawkman, Green Lantern, Flash, Atom, Johnny Thunder, Firebrand, Liberty Belle, Johnny Quick, Robotman, Comandante Acero, Amazing Man, Shining Knight, Tarántula, Sandman... El cristal de la fotografía está roto.
Isla de los Titanes, Nueva York.
-Papá, ¿me traerás algo esta noche?-pregunta Lian, tratando de poner su más encantadora sonrisa, sentada al pie de la escalera que da acceso a los dormitorios, mientras Roy está apoyado en la barandilla. La niñera de Lian, Rose Walker, se encuentra sentada en la escalera también, unos peldaños por encima de la cría, tratando de esconder su sonrisa con el dorso de la mano, mientras Roy no deja de mirar escaleras arriba.
-Cariño, papá no puede traerte un regalo de un restaurante... a no ser que quieras un trozo de pan, claro-responde Roy, pero al ver el mohín que se inicia en la cara de la niña, decide continuar hablando-..., pero si vamos algún sitio después del restaurante, buscaré algo para la jovencita más guapa de la Isla.
-Me da igual lo que le traigas a esa, ¿qué me vas a traer a mí?-inquiere Lian, y en ese momento, Rose ya no puede contener más la risa, incorporándose y cogiendo a Lian en brazos.
-Lian, cielo, creo que papá hablaba de ti...-dice Rose, mientras Lian se aferra a ella-. Y es hora de que te acuestes.
-Joder, ¿es que esta mujer no va a bajar nunca?-masculla Roy.
-Y si papá sigue teniendo esa boca, el día menos pensado la tía Rose va a tener que coserle la boca, y papá sabe que la tía Rose es perfectamente capaz de hacer eso y más...
-Perdón-farfulla Roy mientras Rose sube por las escaleras con Lian despidiéndose de él con la mano-. Quien diría que la hija de alguien llamado Deathstroke tuviera esa devoción por el lenguaje limpio y el control parental...
Roy mira de nuevo el reloj y se acerca a un espejo de cuerpo entero cercano a la entrada, revisando su aspecto por décima vez, asegurándose de que todo es perfecto. Y no puede evitar sonreír. La camiseta blanca ceñida insinúa sus trabajados pectorales y los duros abdominales; el pantalón de cintura baja deja a la vista la tira ancha de sus boxers de Armani, y los vaqueros se ajustan a sus piernas como guantes. Los zapatos y el cinturón de Gucci y la americana rojo oscuro le dan los últimos toques.
-Perfecto-masculló.
-Por Dios.
La voz de Jesse procedente de la escalera hace que Roy de un respingo y se aparta de inmediato del espejo, carraspeando suavemente y lanzando su mejor sonrisa a su compañera.
-Roy Harper, creo que no he conocido en toda mi vida a nadie tan encantado de conocerse...-masculla Jesse mientras baja las escaleras.
-Quiero estar perfecto para tu disfrute, cielo-responde él, apoyándose de nuevo en la escalera, recorriendo sin ningún disimulo con su mirada a la muchacha, que pone los ojos en blanco-. Estás preciosa esta noche, Jesse.
-Entonces tal vez debería subir a cambiarme-dice ella-. No vayas a confundirte.
Roy ríe, admirando a su compañera, que lleva un corto vestido blanco, sin mangas, sujeto al cuello con un pasador de plata y con el cabello recogido en un moño bajo. Una chaquetilla blanca con lentejuelas, zapatos de tacón y bolso de mano también blancos completan el atuendo de Jesse.
-¿En qué crees que puedo equivocarme?-sonríe Roy, tendiendo una mano a joven, que tras dudarlo unos instantes, la acepta, apoyándose en su brazo.
-Puedes empezar a creerte que esto es una cita y no el pago de una apuesta, que es lo que realmente es-comenta Jesse, mirando a Roy a los ojos-. ¿Tienes claro que esto no es una cita, Roy?
-Tengo claro que esto todavía no es una cita. Espero que tomemos una nueva decisión al respecto después de los postres.
-Como si un helado de hamburguesería me fuera a hacer cambiar de opinión...
-Si piensas que te voy a llevar a una hamburguesería, ¿por qué te has puesto así de elegante?
-Que tú no seas un caballero no implica que yo no vaya a ser una dama esté donde esté.
-Jesse, cielo... te demostraré que soy todo un caballero... y que tengo una lanza estupenda...-ríe Roy, echando un brazo sobre los hombros de Jesse, que niega con la cabeza mientras salen del edificio. Fuera, el Lamborghini Diablo amarillo de Roy les espera, y sin borrar la sonrisa de su cara, invitó a Jesse a subir en el momento en que la moto de Dick aparece, procedente de la ciudad-. ¿Qué tal, Batboy?-pregunta Roy mientras sube al coche.
-Bueno-masculla Dick, encogiéndose de hombros-. No me gustan los entierros, y no termino de quitarme de la cabeza la imagen de la tumba de Joan Garrick.
-Es terrible-asiente con gesto serio Jesse-. Morir así... en manos de un compañero...
-Sí-responde Dick-. En fin, no tengo cuerpo para muchas charlas y no quiero aguaros la fiesta, así que, voy a ver si una sesión intensiva de gimnasio me quitan toda esta mierda de la cabeza.
-Dick, si crees que podemos ayudarte en algo...-dice Jesse, y tras ella, Roy mira serio a su compañero, asintiendo.
-No, tranquilos-sonríe él-. No quiero estropear vuestra primera cita.
-Esto no es una cita, es sólo...-farfulla Jesse, poniéndose colorada mientras Roy estalla en carcajadas.
-¿Y se lo has explicado a Roy?-comenta Dick, negando con la cabeza y sonriéndoles de nuevo mientras se dirige hacia la entrada del recinto, escuchando tras de sí como las protestas de Jesse quedan ahogadas por el motor de Roy.
Dick entra en el hogar de los Titanes, con una sonrisa torcida mientras piensa en el tiempo que hace que no tiene una cita en condiciones. Quizá con todo lo que estaba pasando era el momento de volver a llamar a Bárbara...
Cualquier otra persona que no hubiera sido Dick se hubiera sobresaltado al girar una esquina y ver a Ryuku apostado en silencio junto a una ventana, mirando el exterior del edificio, escrutando la noche con el ceño fruncio. Pero Dick ya sabe que está ahí, ha olido la colonia que el japonés suele utilizar desde poco después de cruzar la puerta del edificio.
-Hola-dice Dick, y Ryuku le mira, esbozando una sonrisa desganada. Dick mira hacia el exterior y ve que esa ventana en concreto da al frente de la casa, por donde Roy y Jesse acaban de desaparecer instantes atrás-. ¿Todo va bien?
-Sí, por supuesto-afirma Ryuku, aún con la voz un poco ronca-. Estaba viendo a ver qué tal noche hacía, igual salgo a dar una vuelta...
-Ehmmmm... Ryuku, sé que probablemente no soy la persona que te venga a la cabeza si tienes que hablar de algo, pero en fin, si necesitas hablar de... bueno, de...
-De Roy-concluye el japonés, encogiéndose de hombros-. No te ofendas, Richard, pero mis sentimientos son míos, y prefiero no compartirlos con otros. Bastante vergüenza siento por haber sido descubierto, no quiero agrandarla hablando de ella. Tú y yo apenas hemos hablado desde que llegue, y aunque esto muchas veces parezca una asociación de estudiantes más que un equipo de héroes, aún no somos amigos.
-Lo sé-responde Dick-. Aunque nunca es tarde para solucionar ese tipo de cosas. Iba a cambiarme de ropa y darme una sesión intensiva de gimnasio para liberar adrenalina. Igual te apetece acompañarme.
Ryuku mira hacia el exterior de nuevo. Hace ya algún tiempo que el Lamborghini de Roy ha desaparecido en dirección a Nueva York.
-No tengo demasiadas ganas de encerrarme en el gimnasio, Richard, te lo agradezco...
-Pues entonces, hagamos otra cosa-le interrumpe Dick, apoyándose en el cristal y mirando hacia la ciudad-. Hagamos ejercicio ahí fuera. Seguro que podremos localizar a algún carterista o dos con el que liberar nuestras frustraciones...
-Eso suena terriblemente cruel-responde Ryuku, pero pronto sus labios se curvan en un inicio de sonrisa-. Y enormemente terapéutico. Voy a cambiarme.
Ryuku se dirige hacia su habitación, dejando a un taciturno Dick tras él.
-¿Qué nos has hecho, Bruce?-masculla, pensando en cómo en aquellos momentos parecía como si lo único que pudiera liberarle fuera perseguir maleantes.
Batcueva, Gotham City.
-Siete nuevos asesinatos en la ciudad-dice Batman en voz alta. Se encuentra sentado ante un inmenso monitor, donde aparecen docenas de imágenes de los cadáveres, así como mapas de la ciudad, localizaciones y fichas de diferentes delincuentes-. Todas las víctimas aparecen crucificadas en muros, con clavos en tobillos y muñecas, heridas de alambre de espino en la frente y los ojos y un lanzazo atravesándoles la pleura.
-Un fanático religioso, sin duda-responde su visitante, situado de pie tras él, erguido y quiero como si fuera una estatua.
-Así que supongo que entiendes que estoy muy ocupado, ¿verdad?-continúa diciendo Bruce Wayne, dando un sorbo distraído al té helado que hace un rato Alfred depositó a su lado en una bandeja. Casi se sorprende al ver que el vaso de leche y las Oreo de J´onn están sin tocar.
-Bruce, no es una cuestión de estar más o menos ocupado-dice el Detective Marciano, cruzando los brazos ante el pecho-. Es una cuestión de productividad. El mundo es más grande que Gotham, y el mundo nos necesita. Necesita a la Liga de la Justicia.
-J´onn... la Liga, a día de hoy, no existe.
-Por eso he venido a verte, Bruce. Necesito que me ayudes. Necesito que me ayudes a reconstruir la Liga.
-Tu persistencia es admirable, de verdad-replica el millonario-. Pero después de lo de Brainiac, Mundoguerra y Darkseid, la Liga se disolvió, J´onn. Y no creo que a día de hoy pueda reconstruirse fácilmente. Clark ya no es Superman. Diana está en coma desde que ayudó a la JSA a detener a Darkseid. Arthur está muerto. Kyle en el espacio, organizando el Cuerpo de Linternas Verdes.
-Estoy seguro de que Wally, tú y yo podríamos...
-No soy un jugador de equipo, J´onn. Nunca lo he sido.
J´onn guarda silencio unos instantes, y su mirada se pierde en el monitor que hay frente a Bruce, en aquellos rostros muertos, y por un instante, entiende a Bruce. Gotham no es una ciudad cualquiera, muchas veces ha llegado a pensar que el mayor enemigo de Batman no es el Joker, sino la propia ciudad que se comporta como una auténtica madre de monstruos.
-De acuerdo, Bruce-dice finalmente J´onn, encogiéndose de hombros. Se gira y se dirige hacia una de las salidas de la cueva, y Bruce ve como, al disminuir su densidad, la imagen de J´onn parece fluctuar en el aire. Y entonces, la mirada del Detective Marciano se dirige al tubo de cristal donde se conserva al vacío el uniforme que vistiera Jason Todd, el segundo Robin, hasta que el Joker acabara con su vida-. Pero dime, si no eres un jugador de equipo, ¿por qué disfrazas a los niños de superhéroes y les envías a morir?
Sin esperar una respuesta, J´onn se desvanece atravesando las paredes de la Batcueva, dejando a un pensativo Bruce contemplando el disfraz de su pupilo muerto.
-Eso ha sido tremendamente injusto-dice Tim Drake, que ha entrado en la cueva a tiempo de escuchar el último comentario del Detective Marciano, vestido con ropa de calle-. Y estoy seguro de que no quería decir eso.
Bruce mira por unos instantes en silencio a Tim, pero sus recuerdos están llenos de la imagen de Jason Todd, muerto en sus brazos. Y aunque Tim diga que J´onn está equivocado, Bruce no puede dejar de pensar que, en el fondo, tiene razón.
Manhattan, Cocina del Infierno.
Hasta hace cinco minutos, Bob Norton era un hombre feliz y satisfecho, todo iba sobre ruedas. Tenia un maletín lleno de billetes en la mano, había vendido un cargamento de coca recién llegada de Colombia, y tenía dos putas esperándole en una habitación de hotel para festejar el éxito de la transacción.
Ahora, Bob Norton está en el suelo, la boca le sabe a sangre y es posible que tenga una fractura en la pierna derecha. Y el resto de los participantes en el intercambio no están mucho mejor. Diez hombres, seis de ellos entrenados por la guerrilla colombiana... y han sido aplastados por dos payasos disfrazados.
A unos pasos de él, Bushido golpea con la parte plana de su katana a uno de los mercenarios contratados por Bob, que se desploma en el suelo como si le hubieran cortado los hilos. Tras él, Nightwing examina el interior de una furgoneta, saliendo de ella con un paquete envuelto en papel de estraza. Tras romper el envoltorio y la cubierta de plástico que hay bajo el papel, prueba la sustancia blanca hundiendo en ella el dedo meñique y llevándoselo a la boca.
-Coca-dice Nightwing-. Y ahí dentro hay como doscientos paquetes más como este.
-Supongo que este ese el momento en el que yo debería decir "Dios mío, eso supone un montón de millones de dólares en el mercado"... pero es que no sé a cuanto está el gramo de coca en el mercado-responde Bushido, guardando la espada en la funda que lleva en la espalda.
-Aproximadamente sesenta dólares el gramo, tenemos entre manos unos doce millones de dólares-informa Nightwing, subiéndose al capó de la furgoneta de un salto, y agazapándose en la parte superior-. Será mejor que atemos a estos campeones y nos marchemos de aquí, la policía ya está en camino.
-Chicos, os vais a pasar un montón de tiempo a la sombra...
-¿A la sombra?-masculla Nightwing-. Pensaba que la gente ya no utilizaba esas expresiones.
-Vaya, pensaba que estaba utilizando el argot correcto...
-Hombre, lo has hecho si has estudiado inglés con Dick Tracy...
Minutos después, cuando las sirenas de la policía comienzan ya a sonar, Nightwing y Bushido desaparecen del callejón, trepando por las escaleras de incendios, y observan desde un edificio cercano como los traficantes son detenidos.
-Muchas gracias, Richard-dice repentinamente Bushido, dando una palmada de agradecimiento a Nightwing en el hombro. Este sonríe.
-¿Qué te parece si terminamos la noche como dos personas normales y tomando una cerveza?
-No bebo.
-Existe la cerveza sin alcohol.
-¿Por qué siembre dice Roy que eso no es cerveza?
-Porque Roy muchas veces es un poco bocazas.
-Aunque tenga un culo estupendo.
Nightwing mira a Bushido sorprendido, pero finalmente sonríe.
-Venga, anda. Conozco un irlandés donde ponen la mejor cerveza negra de la Costa Este.
Isla de los Titanes, a la mañana siguiente.
-Jesse, cariño, se supone que esta mañana teníamos una reunión con ACNUR para concretar el donativo de Industrias Chambers, y habíamos quedado para desayunar... así que a no ser que estés en el espacio exterior o que Trigon haya vuelto para tratar de esclavizarnos, haz el favor de aparecer en mi casa en los próximos cinco minutos...
Jesse escucha el sonido de la voz de su madre como si llegara desde muy lejos, y trata de ahogarla cubriéndose la cara con la almohada. Se gira, y abraza a Roy.
Roy.
Y de pronto, Jesse recuerda todo lo que ha ocurrido y se incorpora en la cama con el corazón a punto de salírsele del pecho.
-¡Mierda!-exclama al ver a su lado a Roy, durmiendo desnudo, apenas cubierto por las sábanas de satén de la cama de Jesse. La mirada de la muchacha vuela desde su compañero al contestador automático, al reloj, y de vuelta al cuerpo desnudo de Roy. ¿Cómo demonios ha terminado pasando lo que ha pasado? Trata de hacer memoria, pero aparte de una copa de champán, no había tomado alcohol como para justificar el acabar en la cama con Roy... Se reprendió a sí misma cuando empezó a pensar en momentos en los que él podría haberla drogado, pero desechó enseguida ese pensamiento, sabiendo que ni siquiera Roy sería capaz de algo así. Sólo había una respuesta. El Doctor Psycho, el Psicopirata, Fobia... Algún supervillano la había dominado para obligarla a acostarse con él.
Roy se gira en la cama y abre los ojos, mirando sonriente a Jesse, que con gesto enfurruñado, se levanta de la cama y corre hacia la ducha.
-Cielo...-comienza a decir Roy, pero Jesse le interrumpe.
-¡Ni una palabra, Roy Harper!-gruñe ella-. ¡Esto no ha ocurrido!
-Venga, ya Jesse-ríe Roy desde la cama-. Sabes que estuvo genial...
Roy no obtiene respuesta más allá del ruido del agua caliente, y tres minutos después, Jesse aparece por la puerta del baño, secándose el pelo y cubierta con una toalla.
-Tengo que irme ya, mi madre me está esperando para una reunión importante. Te acompañaría a la puerta, pero ya sabes donde está-dice, y Roy, a modo de respuesta, se vuelve a tumbar en la cama.
-Si quieres, puedo llevarte.
-Sé ir solita, gracias, te recuerdo que la que tiene acceso a la Fuerza de la Velocidad soy yo...
-Ya... ¿pero vas a llegar corriendo? No creo que la Fuerza de la Velocidad se porte demasiado bien con tu peinado...
-¿Sabes que te odio, verdad?-gruñe Jesse, cogiendo de su cómoda un sujetador y unas bragas y desapareciendo de nuevo en el baño.
-Supongo que por eso tengo estos arañazos en la espalda-responde Roy, mientras sale de la cama y se calza los vaqueros, haciendo un montón con el resto de la ropa-. ¡Vengo en dos minutos!
-¡Te doy un minuto y medio!-dice Jesse saliendo del baño. Roy lanza un beso desde la puerta, y cierra tras de sí.
Residencia de Libby Chambers, Nueva York.
Libby cuelga el teléfono y lanza un reniego mirando el reloj. Desde luego ya no tienen tiempo para desayunar, y Libby odia enfrentarse a una reunión de trabajo con el estómago vacío. Al menos sabe que si Jesse se encuentra en otra dimensión o algo parecido, tiene un borrador del plan de donativos en su correo electrónico, así que podría sacar adelante la reunión sin Jesse. Finalmente y negando con la cabeza, Libby se dirige a su vestidor y elige el vestuario para la reunión, un traje de chaqueta y pantalón gris oscuro y un fino jersey de cuello vuelto.
Una vez vestida, Libby se dirige al baño y comprueba que no tiene ojeras, así que prescinde del maquillaje, como casi siempre.
Está abrochándose al cuello un collar de perlas cuando siente algo extraño en la habitación. Libby tiene la suficiente experiencia y el suficiente entrenamiento como para fiarse de sus instintos, así que de inmediato, y descalza como aún se encuentra, se precipita hacia la puerta de la habitación y echa a correr escaleras abajo, en dirección a la salida de la calle.
Apenas ha recorrido cuatro escalones cuando sus pies se separan del suelo, y siente una fuerte presión en el cuello cuando algo la arroja de vuelta escaleras arriba. Libby trata de incorporarse, pero el tobillo izquierdo le falla, y trata de arrastrarse de vuelta a la habitación, pero algo tira de su tobillo. Trata de aferrarse a la moqueta, pero es imposible, y nota como dos de sus uñas se rompen.
Libby siente que la levantan del suelo a la fuerza, y vuelve a notar la presión en el cuello, ahogándola. Y entonces, escucha un crujido y deja de sentir nada.
El Lamborghini de Roy Harper se detiene ante la casa de Libby Chambers, y Jesse baja del coche, aún con gesto de indignación, lo que hace que Roy tenga que aguantar las ganas de estallar en carcajadas.
-¿Os espero?
-Ni de broma, Roy. Puedes esfumarte, gracias...
-Un momento, Jess-dice Roy repentinamente serio y apagando el coche-. ¿Tu madre suele dejar la puerta abierta?
Jesse se gira y comprueba que la puerta de la casa de su madre está entornada, como ha señalado Roy, y siente de pronto un escalofrío que brota de su nuca.
-3X2(9YZ)4A-dice Jesse, y sin pensárselo dos veces, se lanza al interior de la casa.
-¡Jesse!-grita Roy, corriendo tras ella todo lo rápido que le es posible, y llega a tiempo de escuchar el grito ronco de la muchacha.
Roy sube las escaleras de dos en dos, pero queda paralizado cuando ve a Jesse arrodillada junto al cuerpo muerto de su madre, cuyo cuello aparece girado en un extraño ángulo.
Jesse vuelve a gritar.
CORREO DE LOS TITANES
Y aquí comienza Crisis de Familia, el crossover que unirá durante siete números las colecciones de Titanes y JSA en DCTopía y que mezclará a buena parte del universo DC, como ya podéis imaginar por la aparición en este número de Batman y el Detective Marciano. Y en los próximos números, muchos más invitados.
¡No os perdáis JSA 38, con la segunda parte de Crisis de Familia!