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Titanes

TITANES #42
Lucha de Titanes I
A quien los dioses quieren destruir...

Guión: Tomás Sendarrubias

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Portada: vemos una imagen de Donna Troy arrodillada, cabizbaja, con el rostro lloroso. El fondo está en sombras, y ella sostiene en las manos una foto de boda y un pequeño oso de peluche blanco.

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Themyscira

-Dios mío... esto es...

Bette siente que no puede terminar la frase, pues no encuentra la palabra que pueda definir la sensación que tiene al contemplar cómo el sol se hundía en al oeste de Themyscira, más allá de las cúpulas de mármol y los ornamentados tejados de la ciudad de las Amazonas. Las estatuas de mármol de Atenea, Artemisa, Hera y Demeter, perfiladas por la luz roja del sol se alternaban en el puerto, recibiendo y despidiendo a los invitados, con las estatuas de oro y marfil de Isis, Hathor, Sekhmet y Nephtys, las protectoras de las Bana Mighdal. En algún lugar cercano, como si alguien quisiera dar el punto de perfección al entorno paradisíaco, dos amazonas tocaban el arma y el sistro en una melodía a la vez evocadora y exótica.

Donna se apoya junto a Bette en la baranda, con una sonrisa triste en el rostro.

-Suele causar esa impresión-dice Donna-. Gracias por acompañarme.

-Debería darte yo las gracias a ti por... por dejarme ver todo esto. Creo que cuando sea una ancianita os pediré permiso y me instalaré aquí en una pequeña casita junto a la playa. A lo mejor es una salvajada y el horror lo que voy a pedir, pero... ¿sería posible que hiciera algunas fotos antes de irnos? Nada para publicar, sólo para mi álbum personal.

-No habrá ningún problema. He hecho diversas exposiciones con fotografías de Themyscira y las Amazonas, tampoco es que nada de todo esto sea un secreto de estado.

-Estupendo. ¿Cómo está...?

-Menalippe cuida de ella-responde Donna encogiéndose de hombros-. Y bueno, mejora, o eso dice. La verdad es que no me hago a la idea de que después de todo, Diana...

-Seguro que se recupera, Donna-interrumpe Bette al ver que la voz de su compañera tiembla, mientras le apoya una mano en el hombro-. Al fin y al cabo ella es... bueno, es Wonder Woman...

-Hipólita también lo fue y eso no ha impedido que muriera-replica Donna-. Y ahora es Diana la que parece haber perdido la razón después de que Darkseid rompiera el Lazo Dorado1. Artemis ha ocupado su puesto como embajadora de Themyscira en el Mundo Patriarcal, y Phillipus y Shim'tar están haciendo un buen papel al frente de la política de la isla. Al menos de momento han evitado que Amazonas y Banas vuelvan a tirarse los cuchillos al cuello, pero no puedo evitar pensar que quizá debería quedarme un tiempo en la isla y echar una mano en lo que pueda...

-Hazlo-dice Bette-. Quizá lo puedas enfocar como unas vacaciones...

-Eso es lo que menos puedo permitirme en este momento-responde Donna, sentándose en la barandilla, de espaldas al mar-. Los Titanes me necesitan, estamos en pleno proceso de reconstrucción. Tenemos que encontrar a Lilith y ver qué ha ocurrido con Freddy. Y me gustaría ver a Cassie, quiero ver cómo le ha afectado lo ocurrido con Hipólita y Diana, me da la impresión de que la tenemos algo abandonada.

-Bueno, siempre puedo recomendarte un sitio donde ponen unos batidos de chocolate estupendos en Brooklyn. Eso sí, no hay nadie tocando el arpa.

-Aún así me temo que tendrá que servir-masculló Donna.

-¿Mamá?

Los ojos de Donna se desorbitan al ver a Robert correr hacia ella por la terraza del palacio, vestido con un peto vaquero corto, deportivas blancas y una camiseta verde con una cebra dibujada en el pecho que parecía asomarse temerosa por encima del peto. Sin atreverse a desviar sus ojos del niño, Donna observa a Bette, que continúa mirando el mar.

-Bette...-llama Donna. Frente a ella, Robert ha tropezado, y ha caído al suelo, pero se está levantando sin perder la sonrisa.

-¿Qué pasa?-pregunta Bette, sorprendida al ver la palidez de Donna.

-Estoy viendo a mi hijo... por favor... dime que tú...-Donna se interrumpió, no sabía que respuesta prefería escuchar de su amiga.

-Donna, no hay nadie aquí, estamos solas-responde Bette, escrutando la amplia terraza.

-¡Mamá!-dice Robert sonriendo, saltando ante Donna para que le coja en brazos. Ella se lleva las manos a la cara, notando en las palmas la humedad de las lágrimas. Podía notar el tacto de las manos de su hijo en las caderas y la cintura, manoteando para llamar su atención tratando de conseguir que lo cogiera en brazos. De pronto, Donna nota un grito que escapa de su garganta, un grito quebrado que es incapaz de contener, y de pronto, las manos de Robert desaparecieron.

-¿Bobby?-susurra Donna, dándose cuenta de que está de rodillas. Finalmente, se decide a abrir los ojos, y ve que, como esperaba, está sola junto a Bette, que la contempla asustada, arrodillada a su lado. No hay rastro del niño por ningún sitio.

-¡He escuchado un grito!-exclama Menalippe, apareciendo en la terraza corriendo desde el interior del palacio. La Amazona se acerca corriendo a Donna y Bette-. ¿Qué ha ocurrido?

-No lo sé-responde Bette-. De pronto empezó a decir que veía a su hijo... y luego gritó...

Con una convulsión, Donna comienza a llorar amargamente, cubriéndose el rostro con las manos.

-Creo... creo que me estoy volviendo loca...

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-Mira que bonito, el japo durmiente...

Ryuku abre los ojos al reconocer la voz, girándose en la cama para mirar la puerta, y sonríe al ver a Roy con Lian en brazos entrando en la habitación, seguido por Toni y Dick.

-No me digáis que detrás vuestra vienen el Creeper y G'Nort...-masculla Ryuku, tratando de incorporarse apoyándose en la cama, con voz ronca.

-Eeeh, quieto ahí tumbadito, y a ser posible calladito-dice Toni, avanzando hacia él y empujándole para que volviera a tumbarse todo lo sutilmente que ella podía-. Chesire estuvo a punto de arrancarte las cuerdas vocales, así que no deberías hablar.

-Los médicos dicen que estoy bastante recuperado-protesta Ryuku-. Y lo único que tengo herido es la garganta, ni las manos ni el cu...

-O te das cuenta de que hay una niña delante y te replanteas lo que ibas a decir, o los médicos tendrán que revisar sus diagnósticos-le interrumpe Toni, arrancando una risa de Lian, que escapa de los brazos de Roy para trastear por la habitación.

-El Creeper decidió quedarse en la Isla tomando el sol... por increíble que parezca. En cuanto a G'Nort...

-Toni le castigó a quedarse en el coche por mearse en una boca de riego...-sonríe Roy, y Ryuku no puede evitar fruncir el ceño, mirando atónito a sus compañeros sin saber si están tomándole el pelo.

-¡El perrito se hizo pis!-ríe Lian, dando saltos alrededor de la cama de Ryuku-. ¡El perrito se hizo pis!

-Y tardaré años en borrar esa imagen de mi mente-masculla Toni.

-¿Cómo te encuentras?-pregunta Dick, sentándose junto a la cama de Ryuku, mientras Toni se apoya en la pared frente a la cama, y Roy coge de nuevo a Lian, acercándose a la ventana.

-Pues básicamente bien-responde Ryuku-. Podría ponerme a dar volteretas, pero no me pidas que me trague unos cereales...

-Al menos ya sabemos que podrás seguir hablando con normalidad-interviene Toni.

-Aunque tampoco es que hayas dicho nunca algo demasiado interesante-ríe Roy, pero Lian le mira seria.

-Mamá hizo eso-dice la niña-. Perdona.

-No es culpa tuya, cariño-dice Toni, mientras Roy abraza a la niña.

-Creo que me voy a llevar a este monito a tomar un batido...-dice Roy, dirigiéndose hacia la puerta.

-¡Una coca-cola!-grita Lian.

-Ni de broma-replica Roy.

-¡Coca-cola!-vuelve a gritar Lian.

-Esto va a ser peor que pelear con el Hermano Sangre-dice Roy, saliendo y cerrando la puerta tras de sí.

-Cada vez que veo a la cría hacer ese tipo de cosas me dan ganas de coger a Chesire y arrojarla al vacío desde un peñasco muy alto-masculla Toni.

-Roy está haciendo un buen trabajo con ella-comenta Dick-, ¿no crees, Ryuku?

-¿Perdona?-dice Ryuku sobresaltado, saliendo de una especie de estupor en que se había sumido tras la salida de Roy y Lian-. Perdona Dick, no te escuchaba.

-Un momento-interviene Toni, mirando fijamente a Ryuku, que la mira incómodo-. Yo conozco esa mirada...

-No sé a qué te refieres-murmura el japonés, bajando los ojos.

-Ay, Dios mío, no... no me lo puedo creer...

-¿Perdón?-interviene Dick-. Es que no me entero de lo que está pasando aquí...

-¡Estás colado por Roy!-exclama Toni, mirando fijamente a Ryuku y con una sonrisa sardónica en los labios. Dick mira alternativamente a Toni y a Ryuku, que se tiñe bruscamente de color rojo, mirando a todas partes como buscando algo que le saque de ese lugar instantáneamente.

-Creo que no quiero estar en esta conversación-dice Dick, negando con la cabeza y comenzando a incorporarse.

-Quieto ahí, Bat-Boy-dice Toni-. Si estás en el equipo estás en el equipo para todo. Y eso incluye escuchar a tus compañeros.

-No es necesario, de verdad-farfulla Ryuku-. Además, estoy cansado, creo que debería dormir un rato... y me duelen los puntos...

-¿Ya no quieres dar volteretas?-ríe Toni-. Oh, venga ya, Ryuku. ¿De Roy? Vale que tiene un culo estupendo, pero...

-¿Ves? Definitivamente no quiero estar en esta conversación...-protesta Dick.

-No te pongas celoso, tú también tienes un culo muy mono-sonríe ella, y Dick va a replicar algo, pero en ese momento, se escucha el timbre de su teléfono móvil. Sin mirar a Toni, Dick saca el móvil del bolsillo, y contesta.

-¿Sí? ¡Bette! Hola, ¿qué...? ¿Donna? Claro, claro, avisaré a los demás, sí. No, no te preocupes, estaremos allí cuanto antes. ¿Qué? ¿Cómo qué...? ¿A Garth? Claro, claro. No, no, ningún problema. Hablamos.

Dick cuelga bajo la atenta mirada de sus compañeros.

-Era Bette, dice que algo le ha ocurrido a Donna en Themyscira.

-¿Qué le ha pasado?-masculla Ryuku.

-Pues aún no lo saben exactamente, algo relacionado con unas visiones.

-Supongo que salimos para allá enseguida-dice Toni.

-Claro.

-Pues nada, avisemos al resto...pero tú y yo vamos a tener una conversación muy larga cuando volvamos, Ryuku...

-Sí, sí, claro...-responde él con una sonrisa tirante mientras obviamente piensa en que le ha salvado la campana-. Mantenedme informado de lo que ocurra, por favor...

-Claro, por supuesto-responde Dick-. Descansa.

-Ryuku y Roy, sentados en un árbol-canturrea Toni, saliendo de la habitación, guiñando un ojo al japonés antes de cerrar la puerta.

-Maldición-masculla Ryuku, cubriéndose el rostro con la almohada, completamente muerto de vergüenza. Algo le decía que ni una invasión extraterrestre impediría a Argent regresar allí para interrogarle.

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Themyscira

El T-Jet aterriza en una explanada en las afueras de Themyscira, y de inmediato, las Amazonas que esperan a los Titanes se cuadran, mientras Philippus y Shim'tar se acercan al vehículo para recibir a sus nuevos invitados. En segundos, la puerta del T-Jet se abre, y los Titanes comienzan a aparecer. Nightwing, como siempre, el primero; seguido por Jesse Quick, a duras penas contenida. Y tras ellos, Argent, Tempest, Power Girl (vigilando con atención G'Nort), Creeper y Arsenal. G'Nort comienza un aullido al ver a las Amazonas, pero Power Girl cierra una mano alrededor de su hocico, haciéndole callar ante la avergonzada mirada de Nightwing.

-Bienvenidos a Themyscira-dice Philippus-, aunque lamentamos que tenga que ser en una ocasión así. Suponemos que estaréis preocupados por Donna, así que os llevaremos cuanto antes hasta ella.

-Muchas gracias, Philippus-replica Nightwing-. Parece que nunca es buen momento para una visita sencilla y que siempre tienen que ocurrir este tipo de cosas para que nos encontremos. ¿Cómo está Donna?

La comitiva formada por las dos dirigentes de Themyscira y los Titanes comienza a dirigirse hacia el palacio real, escoltada en todo momento por las Amazonas.

-Físicamente está bien-responde la amazona de piel de ébano-, pero el problema está en su mente. Dice ver y oír cosas que no existen.

-¿Qué tipo de cosas?

-A su marido y a su hijo-responde Shim'tar, encogiéndose de hombros-. A Ángel Oscuro en algunas ocasiones. A Hipólita, a Jericó, a Raven...

-Pero sobre todo a su familia-comenta Philippus.

-Hipólita, Diana, Donna... si creyera en la magia, diría que alguien ha lanzado una maldición sobra la familia real Themyscira.

-Menalippe cree que puede tratarse de magia-dice Philippus-. Por eso vuestra amiga insistió en que el atlante os acompañara. Desde el fiasco de Mégara2, no hay hechiceras poderosas en Themyscira.

-¿Creéis que pueda ser otra vez Ángel Oscuro?-pregunta Nightwing.

-Es lo más probable. Siempre ha parecido sentir un oscuro placer torturando a Donna y destrozando su psique.

-Es como si se cebasen en la mejor de todos nosotros-reniega Nightwing, y Philippus, mirándole, asiente.

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Cuando todos abandonan la habitación en la que descansa, Donna se incorpora de la cama y se acerca a la ventana. Abre las hojas de cristal esmerilado que la separan del exterior, y aspira el olor a sal que trae el viento procedente del océano. La suave brisa hace que la sutil túnica de seda que la cubre oscile sobre su cuerpo, y que algunos mechones de cabello se alboroten. Se siente tranquila, pues en las últimas horas no ha tenido ninguna visión que la atormente. A sólo un par de habitaciones de distancia, sabe que Diana descansa gracias a las pociones de Menalippe. Le ha ofrecido a ella también una de ellas para asegurarle el sueño, pero Donna ha decidido rechazarla, para disgusto de la curandera. Sabe que al día siguiente, Philippus y Shim'tar pedirán la ayuda de Garth, pues sospechan que se pueda tratar de algún tipo de ataque mágico.

-Demasiado fácil pensar que simplemente esté perdiendo la cabeza-masculla Donna, cerrando la ventana y dirigiéndose a la puerta de la habitación.

-Princesa-dice una de las Amazonas, apostada en el pasillo junto a la puerta. Troia la observa un instante antes de reconocerla. Es Eulía, de las Themysciras, una de las soldados de Philippus, que había llamado la atención de Donna en diversas ocasiones por sus ojos de color espliego-. ¿Deseáis algo?

-Descansa, Eulía, estoy bien-responde ella-. Simplemente quiero ver a uno de mis amigos.

-Princesa, la dama Menalippe me ha pedido que descanséis y que no permita a nadie molestaros...

-Me encuentro bien, sólo un poco agobiada por estar todo el día encerrada en la habitación. Algunos de mis amigos llevaban un tiempo fuera, y aún no he tenido casi tiempo de hablar con ellos, Eulía, me sería muy grato poder conversar con alguno de ellos. Serán solo unos minutos, luego podré dormir más tranquila.

-De acuerdo, princesa-dice Eulía tras pensarlo unos instantes-. ¿A quién deseáis visitar?

-Al joven atlante-responde Donna. Un aullido recorre el pasillo y de inmediato Troia piensa en G'Nort asomado a la balconada y aullando a la Luna Llena, y no sin cierto regocijo, descubre como Eulía pone un segundo los ojos en blanco. No le sorprende demasiado que el Green Lantern esté dando algunos quebraderos de cabeza a las Amazonas. Sólo espera que el Creeper no se sume a ese festival de aullidos.

Enseguida Eulía recobra la compostura, y empuñando la pica que sostiene, comienza a andar por el pasillo, atravesando algunos salones antes de detenerse ante una puerta de aspecto pesado, con tallas de nácar y ébano.

-Este es el dormitorio que ocupa el atlante-informa Eulía, y Donna asiente-. Esperaré en el salón, princesa.

-Muchas gracias, Eulía. No tardaré.

Eulía asiente, alejándose del pasillo mientras Donna golpea la puerta con los nudillos tres veces.

-¡Voy!-exclama Garth desde dentro.

Instantes después la puerta se abre, revelando a un despierto Tempest, con la piel aún húmeda y cubierto tan solo por un lienzo blanco anudado a la cintura.

-¡Donna!-dice-. No te esperaba, ¿ocurre algo?

-¿Puede hablar contigo un momento, Garth?

-¡Claro, pasa! Al fin y al cabo, esta es tu casa, ¿no? Me encantaría ofrecerte algo, pero este hotel no tiene nevera en las habitaciones-sonríe Tempest, cerrando la puerta tras Donna, que toma asiento en un diván tapizado de azul y plata-. Me alegra ver que estás con ánimo para hacer una visita a los amigos. ¿Quieres que hable con Dick y Roy? Podríamos hacer una reunión de Jovenes Titanes...

-No, necesito hablar sólo contigo, Garth.

Al detectar la seriedad en la voz de Donna, la sonrisa desaparece del rostro de Garth, que se sienta frente a ella, tomándole la mano con suavidad.

-Te escucho. ¿Puedo ayudarte el algo, cariño?

-Mañana Shim'tar y Philippus se reunirán contigo para que las ayudes a dilucidar qué hay tras mis visiones. Hace tiempo, las Amazonas fueron grandes hechiceras y guerreras, pero hoy nuestra magia prácticamente se ha perdido, así que quieren que tú las orientes.

-Sí, algo he oído al respecto. Temen que Ángel Oscuro pueda haber vuelto.

-No se trata de Ángel Oscuro, Garth-le interrumpe Donna-. Esta vez hay algo diferente. Es una sensación... No sé explicarlo, sé que hay algo familiar en ello, pero no es Ángel Oscuro.

-Entonces, ¿crees realmente que pueda tratarse de algún tipo de ataque mágico?

-Prefiero pensar eso a que realmente me estoy volviendo loca. Saber que alguno de nuestros enemigos está detrás de todo esto me daría algo en lo que proyectar toda mi ira, algo contra lo que poder luchar. Me encantaría descubrir que se trata de otra manipulación de Fobia o del Psicopirata, o incluso de un nuevo intento de Trigon por dominar el Universo...

-Prefiero la primera opción, si no te importa-responde Tempest, con media sonrisa.

-No puedo esperar a mañana, Garth. Necesito saber ya si estoy loca o alguien está jugando conmigo. Y lo necesito saber ahora, ser la primera en saberlo, no que se me comunique a través de un consejo de Amazonas.

-Donna, sabes que haría cualquier cosa por ayudarte, pero... ¿estás segura de esto? Quizá deberíamos esperar, avisar a Zatanna, a Destino o a alguien así.

-Garth, ellos sólo son magos. Tú eres mi amigo.

-Sabes que no podría decirte que no a nada, ¿verdad?

-Lo sé-responde Donna, sonriendo.

Garth se incorpora, y mientras Donna baja la mirada al suelo, se quita el lienzo que lleva a la cintura, cogiendo su uniforme negro y rojo que se encontraba sobre la cama y vistiéndose. Sus ojos comienzan a despedir destellos violáceos mientras, ajustándose los guantes, comienza a murmurar algo en un idioma que Donna supone es atlante. De inmediato, la temperatura en la sala parece descender varios grados, y una fina capa de escarcha cubre los muebles mientras Donna se da cuenta de que está temblando. Tempest alza las manos, sin dejar de murmurar, y un resplandor pálido del color de la lavanda comienza a emanar de él, extendiéndose suavemente hacia Donna, que nota una sensación cálida cuando esa luz comienza a envolverla. El rostro de Tempest de frunce, comienza a hablar más rápido mientras sus ojos se fijan en algún punto más allá de Donna. La luz parece menguar, Tempest habla más alto y el resplandor vuelve.

-No me lo puedo creer-masculla Tempest, antes de volver a recitar en atlante, mientras la luz violácea se aparta de Donna, formando globos en el aire, extrañas siluetas que ella escruta atentamente-. Hay magia en torno a ti, Donna, creo que tendrás alguien a quien poder culpar de todo esto. Pero...

-¿Qué ocurre?

-El origen de la magia... cada magia tiene un sabor diferente, una resonancia distinta. Es como si fuera la huella dactilar del hechicero, su ADN. Y reconozco esta resonancia, o al menos parte de ella. Es magia divina, Donna. Magia divina y muy poderosa.

-Me estás diciendo... ¿qué los dioses quieren volverme loca?

-Sí... y no. He sentido la fuerza de Poseidón muchas veces, reconocería su huella en cualquier parte, y sabría leer más allá de ella la de otros dioses. Pero esto es diferente. Semejante, pero muy distinta. Es una magia más antigua y cruel, más oscura...

-Los Titanes-farfulla Donna, señalando atónita una de las imágenes formadas en el aire por la luz violeta, la silueta de lo que parecía ser una esfera rota, un planeta con una imagen que recordaba a la de una Luna Creciente-. Los Titanes Míticos.

-¿Por qué iban a querer hacer eso, Donna? Han tenido sus más y sus menos con los Titanes, pero la última vez fuimos aliados.

-No lo sé, pero créeme si te digo que me lo dirán. Garth, quiero que me lleves a Nueva Cronos.

-¿Qué?-dice él, y al instante, la luz violeta se desvanece de la sala, aunque continúa relumbrando en sus ojos-. Donna, sería mejor que se lo contásemos cuanto antes a Dick... y quizá a las Amazonas. Juntos podríamos ver como afrontar todo esto...

-Han utilizado mis recuerdos de mi marido y mi hijo contra mi, Garth-masculla Donna, con los ojos resplandecientes por las lágrimas-. Llevo semanas dudando de mí misma, de todo lo que veo o escucho. Llevo semanas reviviendo a cada momento el instante en que me dijeron que mi marido y mi hijo habían muerto. Quiero sus entrañas, Garth.

-Pero Donna...

-Estarán esperando a los Titanes. Saben que mis amigos me arroparán si descubrimos que son ellos los culpables, y estarán preparados. No voy a conducir a mis amigos a una trampa.

-¿Prefieres meterte en ella tú sola?

-¡No esperarán que vaya yo sola! Garth... sólo tú puedes llevarnos a Nueva Cronos.

-Donna, después de lo que ocurrió con Atlantis... no estoy seguro de que sea seguro utilizar mis poderes para viajar tan lejos... No puedo garantizarte que no acabemos en el corazón de Sirio o algo así... y hablo en plural porque no pienso quedarme fuera.

-Tengo plena confianza en ti-responde Donna-. Garth, no te lo estoy pidiendo como compañera. Te lo pido como amiga.

-Jamás debí decirte que no soy capaz de negarte nada-rezonga Garth-. Sabes que Dick nos va a matar por esto, ¿verdad?

-Él quiso que yo fuera la líder de los Titanes. Supongo que esto forma parte de mis privilegios. Nosotros no le abroncábamos a él cuando se ponía en plan misterioso y solitario... y eso pasaba una vez cada tres días.

-Pues vamos a ello. Será mejor que bajemos a la playa, me siento más seguro cuando hago estas cosas al lado del mar.

-Claro-responde Donna-. Puedo llevarte volando.

-Jamás rechazaría un paseo aéreo abrazado a la chica más guapa que conozco... sobre la faz de la Tierra, por supuesto.

-El mar es otra cosa, ¿no?-ríe Donna-. ¿Vamos?

-Adelante-dice Tempest, sujetándose a los brazos de Donna, que de inmediato comienza a volar más allá de las balaustradas de palacio, en dirección a la playa. Tempest lanza una última mirada hacia la habitación vacía, frunce un momento el ceño, pero enseguida su vista se clava en el mar.

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Nueva Cronos.

El aire se quiebra cuando la magia atlante hace su aparición. Por un segundo, tiempo y espacio dejan de tener sentido absoluto en un lugar donde ya de por sí son conceptos discutibles. Bajo un cielo cuajado de estrellas grandes como puños, Tempest y Troia hacen su aparición en el refugio y hogar de los Titanes Míticos.

-¿Y ahora qué?-dice Garth, mirando un tanto abrumado el entorno, donde la gravedad parecía tener otras leyes.

Donna abre la boca para responder, pero no tiene tiempo de hacerlo. El llanto de un niño irrumpe en su mente con la fuerza de una apisonadora, mientras imágenes de Terry y Bobby cobran repentina realidad a su alrededor. Algo golpea a Donna en la espalda, arrojándola de bruces al suelo, aturdiéndola. Ve de reojo como Tempest trata de defenderse, pero un resplandor dorado la ciega. Puede escuchar un grito de dolor de su amigo, pero desaparece bajo la cacofonía de su mente. Siente de nuevo un dolor ardiente, esta vez en el rostro, y luego, la caótica tormenta de su mente, cae hacia el más oscuro negro.

-Ha ocurrido como nos habían avisado-dice Febe, apareciendo junto a los cuerpos yacientes de Troia y Tempest-. Troia ha acudido a nosotros.

-Ojalá no hubiera sido así, hermana-esposa-dice Ceo, emergiendo en una pálida luz plateada-. Pero Cronos tenía razón.

Tras Ceo y Febe comenzaron a hacer su aparición el resto de sus hermanos. Océano y Tetis, Hiperión y Tea, Crío y Mnemosine, Japeto y Temis, Cronos y Rea. Todos observaban en silencio vehemente a la yaciente Donna, y simultáneamente, todos se vuelven hacia la imagen que aparece a través de las sombras de una columna que sostiene una imagen tallada en mármol del propio universo.

-Os dije que mis profecías eran ciertas-dice la mujer, envuelta en un manto verde, con la capucha echada sobre el rostro y el cabello, aunque algunos mechones purpúreos parecen revelarse a la idea de ser escondidos, y escapan ante su frente-. Os dije que Donna Troy terminaría apareciendo en Nueva Cronos.

-Hemos escuchado tus palabras, Profetisa-dice Japeto-. Y ahora nos has dado pruebas de tu habilidad para leer el tiempo.

-Os lo dije, hermanos-interviene Cronos, con una sonrisa orgullosa.

Hiperión y Ceo se acercan a los caídos Titanes. El dorado Hiperión toma en sus brazos a Tempest, y el pálido Ceo alza a Troia, mirándola con añoranza.

-Sed firmes en vuestra decisión-dice la Profetisa, recorriendo a los Titanes con su mirada-. Y recordad que para que los Titanes Míticos vivan, Donna Troy debe morir.

La comitiva de los Titanes desaparece en dirección a sus enormes palacios, mientras la Profetisa permanece en silencio observando las estrellas que arden en el cielo de terciopelo.

Bajo la capucha verde, Circe sonríe.

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1.- En JSA: El Plan Destino.... en Marveltopia, por supuesto.

2.- Mégara resultó ser la traidora Ariadna que provocó la guerra entre las Themysciras y las Banas.

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CORREO DE LOS TITANES

Pues hala, ya estamos otra vez en el ajo. Número tranquilito para empezar... pero no tan tranquilo para acabar. Y por si hay algún despistado, os cuento que los Titanes Míticos provienen de la Mitología tradicional griega, son los primeros hijos del Cielo y la Tierra (Urano y Gea), y que serían desplazados y encerrados en el Tártaro por los dioses olímpicos clásicos liderados por Zeus. Los Titanes Míticos, que ya han tenido sus más y sus menos con los Titanes desde la época de Marv Wolfman y George Pérez. Son doce, y se dividen en parejas de hermanos y esposos:

  • Océano y Tetis, los Titanes del Mar.

  • Ceo y Febe, los Titanes de la Luna.

  • Crío y Mnemosine, los Titanes de la Memoria.

  • Hiperión y Tía, los Titanes del Sol.

  • Japeto y Temis, los Titanes de la Justicia.

  • Cronos y Rea, los Titanes de la Tierra.

    Y bueno, pues de momento nada más. Como siempre, ¡que os guste!

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