MarvelTopia
Marvel
 
 
PORTADA
Ellos fueron los primeros. Fueron leyenda, y luego fueron olvidados. Ahora han vuelto... para ser más grandes que nunca.
 
JSA

JSA #47
Amanecer en Escarlata
Ciegos en la oscuridad

Guión: Tomás Sendarrubias

-----

Palacio de la Justicia, Shiruta, Kahndaq.

-¡Eh! ¿Qué le habéis hecho a Internet? ¡Estaba en plena batalla, iba a subir de nivel mi Tauren!

Jakeem salió de su habitación en el Palacio de Justicia furioso. Llevaba horas con aquella partida de World of Warcraft después de una larga mañana de clases sobre física avanzada con Mister Terrific, y sus neuronas necesitaban de dos cosas: azúcar y sangre de elfos. Lo primero lo había conseguido con unos pasteles de dátiles, nuez y manzana de los que el servicio de Black Adam le había surtido, junto a un espeso batido de chocolate. Lo segundo, hasta ese momento, se lo estaba dando su ordenador. Pero de pronto, se había apagado. La conexión a Internet se había cortado. Bang, fuera, pantallazo azul. Y luego nada.

La puerta de la habitación de Courtney se abrió, y ella salía con su iPhone en las manos.

-¿Por qué de pronto no hay cobertura?-decía, mirando a Jakeem, como sí el mismo se hubiera cargado el repetidor más cercano-. Estaba hablando y...

Y en ese momento, comenzaron los gritos fuera. Sin más, Courtney y Jakeem corrieron hacia el salón de reuniones, cruzándose en el camino con Ártemis y Wildcat, que salían de la sala de entrenamiento.

-¿Qué cable habéis roto esta vez?-preguntó Ted-. Habéis apagado todos los monitores...

-No hay internet, ni cobertura en los móviles-dijo Courtney, y la sonrisa sardónica del rostro de Ted se borró de un plumazo mientras entraban en el salón del palacio. Y allí, se encontraron con una imagen que, quizá en cualquier otro momento hubiera sido divertida, pero que en aquellos instantes les resultó aterradora. Doctor Midnight y Hawkgirl trataban de ayudar a Mister Terrific a incorporarse, a salir de su exoesqueleto, que parecía haberse derrumbado para convertirse en una pesada cárcel metálica. Destino entró por la puerta en ese momento, y una sola palabra de sus labios bastó para que el exoesqueleto de Mister Terrific pareciera volverse transparente, insustancial, permitiendo así a Pieter y Kendra sacarle del amasijo de metal de alta tecnología en el que parecía haberse convertido. Atónito, Jakeem se dio cuenta de que las T-Esferas aparecían desperdigadas por la habitación, en completo silencio y sobre el suelo. Ni un zumbido, ni una luz. Nada.

-¿Qué está pasando?-preguntó Black Adam, entrando por la terraza, mientras el relámpago rojo de Flash irrumpía en la sala, abriendo las puertas con tanta fuerza que un estampido sónico recorrió la estancia, arrojando a Jakeem al suelo.

-¡Ey!-protestó el muchacho, pero Jay Garrick miró hacia Michael y Adam, deteniéndose bruscamente.

-Todos los semáforos de la ciudad de han apagado de golpe. Los coches se han parado, todo ha dejado de funcionar. Vengo del hospital, Adam. Las máquinas se soporte vital, los sistemas de oxígeno, los quirófanos... todo. Todo ha dejado de funcionar.

-Dios mío-masculló Lytta, y en ese momento, un estruendo les sacó de su estupor. Fue, como siempre, Jay el primero en alcanzar la terraza del Palacio, el primero en ver la inmensa columna de humo y fuego que brotaba de uno de los barrios residenciales del norte de Shiruta. La traza que podía ver en el cielo no dejaba lugar a dudas.

-Un avión-dijo-. Ha caído un avión en la ciudad...

-En marcha todos-ordenó Mister Terrific, a quien Pieter había depositado sobre su silla de ruedas-. Tendremos que preocuparnos por lo que está pasando luego.

-Yo me quedo aquí-dijo Ted, y Michael enarcó las cejas-. Ahí fuera hay músculo de sobra, Michael, y no te vas a quedar solo y sin tecnología mientras no sepamos exactamente qué está pasando.

-Ted, no estoy indefenso...

-¿Sin el exoesqueleto y sin las T-Esferas? Sí, lo estás. Ahora mismo eres el tercer tío más inteligente del mundo en una silla de ruedas. Representas sólo un poco más de amenaza que Stephen Hawking. Sólo que tus enemigos tienen mucha más mala leche.

-Me parece una buena idea, Michael-asintió Black Adam-. Quédate aquí, y que Wildcat te guarde. Y los demás, vámonos. Ahí fuera, mi gente está muriendo, y aún no sé por qué.

Michael asintió, y como un ejército bien organizado, todos se reunieron en torno a Destino, que masculló unas palabras mágicas, y pronto, desaparecieron en un destello de luz dorada. Ted se acercó a Michael y le puso una mano en el hombro.

-No eches de menos estar ahí fuera. Ahora, tú tienes que arreglar lo que haya pasado-dijo Wildcat, y Michael negó con la cabeza, acercándose a sus paneles de mando.

-Ted, no tenemos ni la energía eléctrica más básica-respondió Michael-. Ahora es de día, pero cuando se haga de noche, tendremos que encender velas o antorchas. No es sólo que hayamos perdido Internet, los teléfonos móviles o las comunicaciones por cable. Es que no hay electricidad. No hay señales de radio, nada. No sabemos qué está pasando ahí fuera.

-Michael, no es posible que de pronto todo se venga abajo como si esto fuera el día del Juicio Final o el maldito efecto 2000 que llega con retraso...

-Y no debería ser posible. Somos autónomos en cuanto a abastecimiento eléctrico. Y las células de alimentación que Adam instaló en el hospital de Shiruta lo convertían también en independiente, en previsión de una posible caída de la red eléctrica. Tenemos nuestros propios generadores, y líneas internas con los Titanes, Batman, y la Isla de Jaque Mate. Y con la Atalaya de la Liga de la Justicia, si hubiera alguien ahí arriba. Tenemos servidores propios, repetidores propios... pero todo ha dejado de funcionar.

-¿Alguien del gobierno de Estados Unidos de nuevo?

-No creo. Oráculo y yo blindamos nuestros sistemas por si volvían a intentar algo así, los servidores que nos suministran información están repartidos por medio planeta, independientes los unos de los otros. Pero en estos momentos, estamos ciegos, sordos y mudos.

-Como los tres monos1...-masculló Wildcat, y Michael asintió.

-Ni siquiera un pulso electromagnético puede tumbar mis T-Esferas-dijo Mister Terrific, inclinándose en su silla de ruedas para recoger una de ellas, ahora una simple bola de metal cromado en sus manos.

Y en ese momento, el aire osciló en el centro de la sala, a escasos pasos de ellos. Sin pensárselo dos veces Wildcat se interpuso entre la vibración y Mister Terrific, y cuando vio que dos siluetas comenzaban a tomar forma, lanzó un puñetazo hacia la primera de ellas... que lo detuvo, sujetando su antebrazo entre ambas manos y haciéndole girar sobre sí mismo en una llave de aikido que lanzó a Ted a los pies de Mister Terrific.

-¡Tranquilo, Ted!-exclamó una de las siluetas, y mientras se incorporaba, Wildcat reconoció la voz.

-¿Jesse?-preguntó Ted, tratando de que la recién llegada le confirmase lo que sus ojos veían. Ahora, en el centro del Salón del Palacio de la Justicia, se encontraba Jesse Quick, ataviada con su uniforme de Reina de Negras de Jaque Mate, sosteniendo un libro de aspecto pesado. A su lado había otra mujer, la que había detenido el ataque de Ted, una oriental envuelta en una gran capa verde.

-Shen, basta-ordenó Jesse Quick, y con el ceño fruncido, Asesina Zorra Fantasma devolvió sus dos puñales a las fundas de su cinturón.

-¿Qué hacéis aquí?-preguntó Wildcat, incorporándose-. Sabía que esto era otro plan de Carter para devolvernos a Estados Unidos2, pero pensaba que tú estarías por encima de su fascismo desmesurado, Jesse...

-Ted, no tengo tiempo para convencerte de lo absurdo que es todo lo que estás diciendo-afirmó Jesse, acercándose a la mesa y dejando sobre ella el pesado libro-. Estamos bajo amenaza, y necesito que me pongáis en contacto con la Isla de San Jano3 y con Alan...

-¿Con Alan?-preguntó Ted, y Jesse asintió.

-No tenemos línea con San Jano-explicó Michael-. Todos los sistemas de comunicación han caído, y también las líneas eléctricas... y no sabemos cuántas cosas más pueden haber dejado de funcionar. El resto del equipo está fuera, un avión se ha estrellado en un barrio habitado de la ciudad...

-Dios mío-masculló la Reina de Blancas.

-La Larga Noche de las profecías-gruñó Asesina Zorra Fantasma, y Jesse asintió mientras Ted y Michael las miraban extrañados.

-¿De qué profecías estáis hablando?-preguntó Michael, y Jesse suspiró.

-Esto que tenemos aquí-dijo, señalando el pesado libro-, es uno de los cuatro ejemplares que existen sobre la faz de la Tierra de lo que llaman la Biblia del Crimen. Según hemos descubierto, una fanática llamada Susurro A´Daire se ha puesto al frente de Intergang y de la Liga de Asesinos utilizando esto como herramienta... bueno, esto y un programa de Apokolipis, una especie de regalo de Darkseid por lo bien que os portasteis con él en todo el asunto del Yelmo del Doctor Destino4...

-Egg-Fu-masculló Terrific, y Jesse asintió.

-Según las profecías de la Biblia del Crimen, alguien llamado Capucha Escarlata traerá la Larga Noche, y tras esta, vendrá el Amanecer Escarlata, que precede al Día de Apokolips. Sí, no tiene ningún sentido así dicho, pero todo apunta a que tanto Intergang como la Liga de Asesinos se lo han creído hasta el fondo. Han intentado quitarse de en medio al propio Ra´s al-Gul5, así que van en serio.

-Y suponiendo que de verdad esto sea la Larga Noche a la que se refieren esas profecías-intervino Wildcat-, ¿qué tiene que ver Alan con esto?

-A que Alan es la Luz Más Brillante-dijo Michael, y Jesse asintió-. Aunque la Larga Noche sea simbólica, y se refiera a que nos van a robar la luz, representada en este caso por la electricidad y las comunicaciones, no puede haber una verdadera oscuridad mientras Alan Scott domine el Corazón Estelar. En términos religiosos, podríamos decir que el Corazón Estelar es la Luz del Mundo...

-Tenemos que avisar a Alan-afirmó Jesse-. ¿Está ahí fuera con los demás? Podrían atacarle en cualquier momento... ¿Qué pasa?-preguntó Jesse al ver la mirada sombría que Ted y Michael se dirigen.

-Alan no está en Kahndaq-respondió Michael-. Se ha cogido unos días libres para buscar a Todd6. Lo último que sabemos de él es que estaba en Milwaukee... y ahora, con los sistemas caídos... no tenemos forma de hablar con él.

-----

Little Ferrara, Bay View. Milwaukee, Wisconsin.

Alan Scott estaba tomando una tardía cena en un pequeño restaurante italiano con unas buenas vistas del Lago Michigan cuando llegó la oscuridad. Por un momento, su corazón dio un salto, y estuvo a punto de que el nombre de Todd escapara de sus labios, pero luego vio que se trataba de un simple corte de electricidad. Los camareros se apresuraron a repartir velas por las mesas de los comensales, e incluso Alan pudo tomar un par de bocados más de sus tagliatelle alla giardinera antes de que fuera, comenzasen a desmadrarse las cosas. Fue el momento en el que todos los coches se pararon bruscamente, y los conductores bajaban de los vehículos, mirando aturdidos a su alrededor.

No había luz en las calles, y en algún momento, alguien decidió que era buena idea lanzar una papelera contra el escaparate de una tienda de electrónica para llevarse varios portátiles. Quien fuera, sembró ejemplo, y pronto, había bandas recorriendo las calles de Milwaukee, robando y saqueando. Para ese momento, ya se habían dado cuenta de que toda la ciudad estaba a oscuras. Para entonces se habían dado cuenta de que no había Internet, teléfono ni cobertura en los móviles. La gente corrió a los hospitales a ver a sus familiares enfermos, y otros, a los supermercados, para hacer acopio de víveres. Unos pocos se reunía en las diversas iglesias, de todas las confesiones posibles, y rezaban, ya que obviamente aquello era el fin del mundo. Y casi todos recordaron aquellos momentos en los que Obsidian se había vuelto loco, había matado a su padre adoptivo y había extendido su oscuridad por toda la ciudad. Muy pocos, entre ellos Alan Scott, sabían que la locura de Obsidian había sido provocada por su viejo enemigo Ian Karkull, pero desde luego, cuando la oscuridad se extendía por Milwaukee, muchos pensaban en Obsidian y sus sombras.

Pero para ese momento, para cuando los vándalos recorrían las calles, y la policía trataba de hacerles frente, de forma desorganizada, ya que ni siquiera las radios de onda corta funcionaban, cuando comenzaron los primeros incendios en la zona norte de la ciudad, y mientras los bomberos tenían que esperar a ver el humo o las llamas para saber lo que estaba pasando, Centinela ya volaba sobre la ciudad. Había tratado de utilizar su comunicador para hablar con el Palacio de Justicia, para tratar de averiguar qué estaba pasando, pero no funcionaba. Y luego, había decidido utilizar su anillo para escanear todas las emisoras del planeta, tratando de buscar una respuesta. Pero no escuchó más que silencio. Todo el planeta estaba en silencio. No había comunicaciones de radio en ningún sitio. Ni emisoras locales, ni indicaciones a los aviones, ni señales procedentes de los pesqueros o de las torres petrolíferas en el mar. Nada, absolutamente nada.

Alan llevaba dos días en Milwaukee, y tenía una posible pista sobre el paradero de Todd. Y ahora, parecía como si todo el mundo hubiera pulsado al mismo tiempo el botón "Apagar". Volaba cerca del Lago Michigan y pudo ver a una banda de muchachos saqueando una tienda de deportes. Poco más adelante, un joyero armado con una escopeta trataba de defender su local. Centinela supuso que debía vivir cerca, y había corrido a defender lo suyo al comenzar los saqueos. El joyero disparó, pero la bala se detuvo atrapada por una esfera de energía esmeralda, mientras una llamarada verde rodeaba a los asaltantes y Centinela, se interponía entre ellos.

-¡Basta!-exclamó, dirigiéndose tanto a los chicos como al joyero, arrebatándole el rifle con una mano verde-. Maldita Liga Nacional del Rifle... ¡podría haber matado a un niño!

-¡Son ladrones!-exclamó el joyero, y de pronto, la luz de Centinela se intensificó, y pudieron ver que se trataba de muchachos, de trece o catorce años, la mayoría de ellos vestidos con ropas deportivas, pobres, algunos incluso con aspecto famélico. A Alan le recordaban a las hienas.

-Son niños-siseó Alan, apagando las llamas y permitiendo que los críos se dispersaran-. Antes de empuñar un arma que puede segar una vida, piénseselo dos veces-concluye, dirigiéndose al joyero, mientras se alza en el aire, envuelto en un resplandor verde, ardiente.

Si aquello iba a ser así, sería una noche muy larga.

-----

Shorewood. Milwaukee, Wisconsin.

Todd podía sentir como fuera, la Oscuridad parecía llamarle. No solía ver la televisión, no utilizaba Internet, no tenía teléfono móvil. Llevaba meses en los que su única vida era salir a comprar comida y a la librería a por nuevas lecturas. Estaba leyendo "Mago y Cristal" cuando la luz de la pequeña habitación en la que llevaba meses viviendo, en un viejo edificio al norte de la ciudad, se apagó. Y todas las calles de Milwaukee se llenaron de oscuridad cuando todos los sistemas de iluminación fallaron de forma simultánea.

Todd se acercó a la ventana, y escrutó en la noche. Casi suspiró aliviado. Fuera era imposible ver nada, pero era una oscuridad normal, la oscuridad de la noche cuando no hay luz que la atenúe. No era aquella oscuridad espesa que él había convocado tiempo atrás sobre la ciudad, la oscuridad que Ian Karkull le había infundido y que él había liberado, la oscuridad llena de sombras que hablaban, que susurraban.

No volvió a su sillón, se quedó en la ventana, contemplando la oscuridad.

-----

Bay View, Milwaukee. A orillas del lago Michigan.

-¡Ey! ¡Es ese tío del anillo! ¡Linterna Verde!

-Me lo imaginaba con más abdominales...

Alan sonrió, mientras volaba sobre la ciudad, tratando de estar pendiente de todos los incendios y disturbios que pudieran surgir. Hacía tanto tiempo que había dejado ser Linterna Verde... Ahora tenía otra responsabilidad, otras obligaciones... era el Centinela...

-¡Alan!

La concentración de Alan se rompió cuando escuchó cómo le llamaban, y se dio cuenta de que un ligero resplandor aparecía en la calle bajo él, en uno de los miradores que daban al lago Michigan. Jesse Quick, una mujer envuelta en una capa verde, Ártemis y Wildcat aparecieron del tenue resplandor, que se cerró tras ellos, dejando cierto reflejo en forma de ankh en las aguas del lago. Destino les había enviado. Centinela se dirigió hacia ellos, y se dio cuenta de que algo pasaba. Ártemis llevaba el arco preparado, y con las flechas dispuestas a volar. Wildcar miraba a su alrededor tenso como la cuerda de un violín, y la mujer de la capa verde llevaba un puñal en cada mano, y parecía olisquear el aire.

-¿Jesse? Ted... ¿qué?

-Tenemos que irnos, Alan-dijo Jesse, abrazando rápidamente a Centinela-. Los demás hubieran venido también, pero el mundo es un desastre, y les necesitaban en... bueno, en todas partes.

-Espera, Jesse, espera. ¿Por qué...

-Están aquí-susurró la mujer de la capa verde.

-Es demasiado tarde, están aquí.

Y en ese momento, las sombras les envolvieron.

-¿Obsidian?-masculló Alan, mientras su aureola verde parecía mantener a raya la oscuridad que parecía reptar entre ellos, y en ese momento, una flecha voló desde algún sitio, y se hundió en el muslo de Alan, que lanzó un gemido mientras caía hacia el suelo. Antes de que llegara a doblar la rodilla, dos flechas más se clavaron en su hombro izquierdo y su codo derecho, desgarrando huego, cartílagos y tejidos. Alan no tenía dudas de que se trataba de flechas sencillas, de madera, por eso habían atravesado su protección. Escuchaba rugidos, apagados por el peso de las sombras, aullidos distantes... Y Merlyn apareció ante él, iluminado por las llamas cada vez más débiles de Alan, y con dos flechas más cargadas en el arco. Y tras él, como si fuera una procesión ritual, un hombre vestido de cuero y con el rostro oculto por una máscara de cristal rojo caminaba del brazo de Chesire, que miraba a Alan con el ceño fruncido. Tras ellos, había una mujer pelirroja, cuyos movimientos le recordaron de inmediato a Alan los de una serpiente, ataviada con una túnica de seda oscura. Sostenía una esfera de cristal resplandeciente, que iluminaba sus ojos de pupilas verticales. Y cerrando la siniestra comitiva, la persona que había convocado aquellas sombras.

-¿Nightshade?-jadeó Alan, reconociendo a Eve Eden, la antigua integrante del Escuadrón Suicida de Amanda Waller. Las sombras parecían escapar de ella, se deslizaban sobre su piel y cubrían sus ojos. Aquello no tenía sentido, Eve era de los suyos... pero entonces vio al hombre que caminaba junto a ella y lo tuvo todo claro. Psimon.

-Está escrito-dijo la mujer pelirroja-. Que durante la Larga Noche se extinguirá la Luz Más Brillante, y la Capucha Escarlata se alzará sobre el Reino de la Luz, y hará de este su dominio, su poder, y el preludio del amanecer que vendrá y nos cegará con su propia luz, el Amanecer Escarlata del Día de Darkseid.

Alan trató de moverse, pero las tres flechas que le atravesaban parecieron hundirse aún más en su carne, y una nueva flecha de Merlyn voló desde el arco, aunque se limitó a rasgar una de las mejillas de Centinela, antes de perderse en la oscuridad.

-Hazlo, Susurro-ordenó Capucha Escarlata, y la mujer alzó el Orbe.

Alan no pudo evitar gritar cuando sintió que el fuego verde que le envolvía volaba hacia el Orbe, como si le arrancasen el alma. Sin poder hacer nada por evitarlo, Alan vuelve a gritar.

Jesse evitó por pura inercia el mordisco de un hombre lobo al que sólo advirtió por el resplandor de sus ojos en la oscuridad. En aquellas sombras, su velocidad era un peligro, no podía utilizarla para correr, podría chocar con una pared o alguno de sus compañeros.

-¡Alan!-gritó-. ¡Son Intergang y la Liga de Asesinos! ¡Vienen a por ti!

-Creo que ya lo sabe-susurró una voz untuosa a su oído, y Jesse sintió como unos brazos fríos la envolvían, y una lengua cálida y húmeda le recorría el cuello y la garganta. Trató de deshacerse del abrazo, pero el abrazo se hizo más fuerte, cortándole la respiración y haciéndole crujir las costillas. Y en ese momento, hubo un resplandor frente a ella, una débil luz cuando una de las dagas empuñadas por Asesina Zorra Fantasma se hundía en el espacio tras Jesse, un golpe certero que de inmediato aflojó la presa sobre Jesse.

-La oscuridad no me afecta-dijo Li Shen, mientras Jesse recuperaba el aliento. Escuchó el ondear de la capa de la Torre de Negras, seguida del gañido lastimero de un animal, algún tipo de perro. "El hombre lobo" pensó Jesse, mientras Li Shen volvía junto a ella-. Son los hombres-animales de Intergang-explicó Shen-. Nos tiene rodeados. Y Capucha Escarlata está aquí.

-La prioridad es Alan-ordenó Jesse.

-Mi prioridad es que la Reina de Negras esté segura-replicó la mujer-zorro, pero Jesse, haciéndose una idea de su posición, la sujetó por las muñecas con brusquedad.

-Si no salvamos a Alan, todo dará igual-gruñó. Asesina Zorra Fantasma no respondió, pero Jesse sintió como parecía disolverse entre sus manos. Una luz cegadora apareció de pronto, apenas unos instantes, y se dio cuenta de que Ted había arrojado algún tipo de bengala. La luz duró el tiempo suficiente como para que Jesse se ubicara a sí misma y a Wildcat, y corrió hacia él.

-Ey, nena-masculló Wildcat al sentir el viento provocado por el movimiento de Jesse Quick, y ella lanzó un reniego. Ártemis estaba junto a ellos, y había cambiado el arco, inútil en la oscuridad, por las cimitarras, que se movían de forma casi hipnótica-. Esto me recuerda viejos tiempos con tu madre....

-Pues no te pierdas demasiado en los recuerdos, viejo tigre-dijo la Amazona, pero Jesse sonrió-. Estamos rodeados.

Los hombres bestia aullaban, gritaban, gruñían y gañían en la oscuridad... y estaban cada vez más cerca de ellos.

-----

Shorewood. Milwaukee, Wisconsin.

Los ojos de Todd se abrieron de repente. Podía sentir cómo la Oscuridad había aparecido en la ciudad, como las Sombras se movían, reptaban... Casi inconscientemente, cambió, su piel se tornó oscuro, los ojos blancos... Todd Rice había dejado lugar a Obsidian...

-----

Bay View, Milwaukee. A orillas del lago Michigan.

-Esto... no... va...a...pasar...

Alan trataba de concentrarse, de transformar su dolor en ira, en fuerza de voluntad, en rabia, en cualquier cosa que pudiera utilizar para recuperar el control sobre su poder. Pero el Orbe que sostenía Susurro A´Daire continuaba drenando su poder, arrancándole su conexión con el Corazón Estelar, con la Llama Verde que era su propia voluntad. Un reflejo perdido pareció centellear en la máscara de Capucha Escarlata, que parecía asistir impertérrito a su agonía, con Chesire de su brazo. Y Alan sintió un escalofrío, parecía haber visto una sonrisa debajo, una sonrisa que le heló la sangre en las venas.

-No, no va a pasar, padre.

Y de la oscuridad, emergió Obsidian, y sus sombras, rodearon a Alan, que notó un frío gélido mientras se deslizaba hacia el interior de la Oscuridad, pero no pudo evitar una sensación cálida al reconocer la voz de Todd mientras se deslizaba al interior de las sombras.

-¡No!-gritó Susurro, mientras el Orbe centelleaba en sus manos, con un rescoldo de poder verde latiendo en su interior. Capucha Escarlata se volvió hacia ella, y extendió su mano, reclamando el Orbe. Susurro se tambaleó hacia él, y dejó el Orbe de Rama Kushna en sus manos. Capucha Escarlata lo observó unos instantes, y se volvió hacia Psimon y Nightshade.

-Que abra un portal a la Oscuridad-ordenó-. Quiero a Centinela y a su hijo.

-Hecho-sonrió Psimon, y el propio aire vibró cuando la energía mental de Psimon se extendió como un tentáculo psíquico hacia Nightshade, cuyos ojos continuaban en blanco. Eve Eden extendió una mano, y la oscuridad pareció hendirse allí, hacerse aún más negra, como la mancha de tinta de un calamar en el fondo del abismo... Y en ese momento, Psimon cayó hacia delante, y Eve le siguió, cayendo de rodillas y vomitando. Tras el telépata, Obsidian había hecho su aparición, y sostenía un puñal que parecía labrado con la propia oscuridad, reflejando sombras y con el que había hendido la espalda de Psimon.

-La Oscuridad es mía-dijo Obsidian, y todos se volvieron hacia él mientras la oscuridad se disipaba con el desmayo de Nightshade.

-Quiero su cabeza-ordenó Capucha Escarlata, y de inmediato, Chesire se soltó de su brazo, avanzando sinuosa hacia Obsidian.

-No tan deprisa.

Chesire se detuve al ver como Ártemis, Asesina Zorra Fantasma, Jesse Quick y Wildcat se acercaban. No pudo evitar una sonrisa al ver que la orilla del lago aparecía salpicada , bajo la luz de la luna, aquí y allá de los cuerpos yertos de los hombres bestia que Intergang había lanzado sobre ellos. Jesse parecía estar herida, mostraba un zarpazo que le cruzaba el vientre y caminaba con dificultad, apoyada en Wildcat, y Ártemis lucía un corte sobre una ceja, por lo que tenía medio rostro lleno de sangre seca. Y sin embargo, la amazona sonreía.

-Ven aquí, zorra-gruñó, entrechocando sus espadas curvas-. He oído hablar mucho de ti, y quiero ver si tu reputación es...

La bana-mighdall no obtuvo respuesta, ni siquiera pudo terminar su frase antes de que Chesire se lanzara sobre ella, con un ataque directo. Apenas si pudo alzar sus espadas lo suficiente como para detener las garras de Jade, que rechinaron al chocar contra los filos de sus armas. Durante un segundo, ambas mujeres se miraron cara a cara, y Ártemis deslizó las espadas buscando alcanzar a Chesire con un golpe lateral, pero Jade se agachó y lanzó una patada contra la espinilla de la amazona, alcanzándola, aunque la protección de la armadura de Ártemis fue suficiente como para evitar que esta sufriera poco más que un ligero desequilibrio, que Chesire aprovechó para lanzar un nuevo ataque con sus garras, que resonaron chirriantes contra el peto de Ártemis. La bana-mighdall lanzó un ataque apurado para alejar de ella a Jade, e incluso le rozó el rostro, haciéndole un corte.

-Primera sangre-siseó Chesire, sonriente, haciendo entrechocar sus garras y observando a Ártemis.

-----

-Si dais un paso más os convierto en un acerico-amenazó Merlyn, con dos flechas puestas simultáneamente en el arco, apuntando a Jesse, Wildcat y Asesina Zorra Fantasma, y mirando de reojo hacia Ártemis y Chesire.

-Esto no debía ser así-gimoteaba Susurro, mirando el Orbe, que relucía en manos de Capucha Escarlata-. Está escrito...

-Lo que está escrito puede cambiarse-respondió Asesina Zorra Fantasma-. Puede borrarse y reescribirse.

-Es más que suficiente-dijo Capucha Escarlata, alzando el Orbe-. El poder del Corazón Estelar es infinito, y nosotros tenemos una fracción del infinito... Mucho más que suficiente...

-La Luz Más Brillante debía apagarse...-gimió Susurro, y una llamarada verde brotó del Orbe de Rama Kushna, actuando como barrera entre Capucha Escarlata, Merlyn y Susurro por un lado, y Wildcat, Jesse y Asesina Zorra Fantasma por el otro. Capucha Escarlata alzó el Orbe sobre su cabeza, y las llamas rugieron, volando hacia Ártemis y Chesire. Sin más, Jade se agachó por debajo de las hojas de Ártemis y se lanzó hacia ella, clavándole el hombro en el vientre, lanzándola al agua del lago y apartándola del camino de las llamas, que iluminaron la noche sobre ellas.

-Cielo-dijo Capucha Escarlata-. Nos vamos a casa.

Las llamas se abrieron para Chesire, que corrió hacia sus aliados. Asesina Zorra Fantasma dio un paso al frente, pero una de las flechas de Merlyn voló y se hundió en el hombro de Jesse Quick, que gritó sorprendida.

-Si haces alguno de tus trucos, dile adiós a tu Reina de Negras-susurró el arquero, y Li Shen retrocedió, poniéndose entre las flechas de Merlyn y Jesse y Wildcat, con la capa verde ondeando tras ella y los puñales centelleando en sus manos.

-Cuando el mundo arda por el Amanecer Escarlata, recordadle a Alan Scott que todo fue gracias a él... en el Día de Darkseid, habrá un lugar especial para su mujer y sus hijos...

-Hijo de puta, si le tocas un pelo a Molly te...-comenzó a rugir Wildcat, pero Asesina Zorra Fantasma alzó las manos, indicándole que estuviera quieto y en silencio.

Las llamas se alzaron, y cuando su resplandor cayó, Capucha Escarlata, Chesire, Merlyn y Susurro A´Daire habían desaparecido. Wildcat ayudó a Jesse a tenderse en el suelo, mientras Li Shen se apresuraba a cortar el astil de la flecha que aún salía del hombro de Jesse.

-Necesita un médico-dijo Wildcat, y Li Shen asintió, mientras Jesse se esforzaba por sonreír.

-Siempre se te ha dado bien remarcar obviedades, Ted...-suspiró Jesse, y Ted sonrió. Ártemis salió del lago, chorreando agua y acercándose a ellos.

-Me arrojó al agua-dijo Ártemis-. Si no lo hubiera hecho, esas llamas me hubieran abrasado.

-Pensaremos en ello más tarde-respondió Li Shen, mientras las sombras parecían espesarse a su alrededor-. Creo que Obsidian vuelve, y deberíamos echar un ojo a Nightshade, continuará en shock por el dominio mental de Psimon.

-En cuanto sepa qué Obsidian es el que vuelve...-gruñó Ártemis, mientras de las sombras emergía Todd Rice, llevando en sus brazos a un Alan Scott herido y débil, pero aún vivo. Y en cuanto emergió de las sombras, estas se apartaron de él, hasta dejar ante ellos a un chico sencillo, vestido con un pantalón vaquero y una camiseta con un dibujo de Epi y Blas.

-Se suponía que yo venía a salvarte a ti-dijo Alan, pasando su mano por el rostro de su hijo, que sonrió de forma triste.

-Esta es sólo una de las que te debo, papá-respondió Todd-. Necesita un hospital...

-En eso estamos de acuerdo, Todd-dijo Wildcat, y Jesse sonrió, aunque un súbito ataque de tos la interrumpió.

-Shen, Ártemis...-siseó Jesse-. Volved junto a la JSA...

-Mi prioridad es...-comenzó a decir Asesina Zorra Fantasma, pero Jesse la hizo callar con un gesto.

-Lleva a Ártemis de vuelta, Shen. Ted y Todd... dios mío, esto parece un chiste... Ellos se encargaran de llevarnos a un hospital a Alan y a mí. La Biblia del Crimen está en Kahndaq, y necesitamos seguir sabiendo que planean. Mientras los sistemas tecnológicos no funcionen, Destino y tú sois nuestra única manera de saber qué ocurre en el mundo...

Finalmente, Li Shen asintió, y Obsidian se acercó a Ted y Jesse, sin soltar en ningún momento a Alan.

-Iremos por un atajo-dijo, y las sombras les rodearon a los cuatro, haciéndoles desaparecer. El sol aparecía por el horizonte, tiñendo el cielo de rojo, y Ártemis sintió un escalofrío.

-Sólo es el sol-dijo Li Shen, suspirando, como si aquello la aliviara. Por un momento, había llegado a pensar que la Larga Noche sería algo más que un símbolo, que el sol no volviera a salir... El cielo no era rojo, no de un rojo especial, simplemente era un amanecer más.

-Sí, sólo el sol-afirmó Ártemis-. Pero... si la Larga Noche es una metáfora, un símbolo... ¿Qué es el Amanecer Escarlata, Shen? ¿Qué es lo que se nos viene encima?

-----

1.- La clásica imagen de los tres monos, uno se tapa los ojos, otro los oídos y otro la boca: "See no evil; hear no evil; say no evil".

2.- En esta misma colección, en los números de la saga "Patria".

3.- La base de Jaque Mate, por si alguien no sigue esa colección… gran error, por otro lado…

4.- En los primeros números de JSA en DCTopía, "El Plan Destino".

5.- Ver los anteriores números de Amanecer en Escarlata, en DC Premiere, Titanes y Jaque Mate

6.- Todd Rice, Obsidian, es el hijo de Alan Scott.

-----

JUSTICIA PARA TODOS

Bueno, pues aprovechando que esto es un crossover, voy a aprovechar que hay un par de comentarios sobre el anterior número de Amanecer en Escarlata (Titanes 57) en Facebook para comentar por aquí, y así es más rápido que si lo dejo para el próximo de Titanes...

David Guirado: La cosa está que arde!! Y aún estamos más o menos en el ecuador de la saga!!! Un muy buen número.

Lo primero, David, muchas gracias. Y la verdad es que tengo que reconocer que sí, que la cosa está que arde... y más que va a arder... pero vamos, mucho más... mwah ha ha ha... ¡MWAH HA HA HAAAAAA!

Marveltopía (o sea, el Jefe) Me está entrando intriga por ver como acaba todo y eso que yo sé parte del final!

Muy sutil, jefe, muy sutil... ¡¡Lo sabes todo!! En fin, procuraré guardarme algo en el bolsillo para sorprenderte... o al menos, que esté a la altura de las expectativas. (Repito risa malvada)

¡La historia continúa en Titanes 58!

 
 
   
www.marvel.com
(1) All characters and the distinctive likenesses thereof are Trademarks of Marvel Characters, Inc. and are used with permission.
(2) Copyright © 2003 Marvel Characters, Inc. All Rights Reserved.