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Ellos fueron los primeros. Fueron leyenda, y luego fueron olvidados. Ahora han vuelto... para ser más grandes que nunca.
 
JSA

JSA #45
La Guerra Estigia V
Penitencia

Guión: Tomás Sendarrubias

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Navío de Hourman, Algún lugar de la corriente temporal

-¿Cómo está nuestro invitado?-preguntó Obsidian, mientras Penitente aparecía, subiendo del interior del barco, donde habían bajado al recién aparecido Flash.

-Duerme-respondió el aludido, acercándose a la barandilla para observar el flujo temporal, que parecía retorcerse a su alrededor, mientras Hourman, situado en el timón, les dirige hacia su nuevo objetivo, que por supuesto, nadie se había molestado en comunicar a Todd, aunque tenía la impresión de que tanto el androide como el enigmático Penitente sabían perfectamente hacia donde iban.

-Dichoso él-masculló Obsidian-. Tengo la sensación de llevar siglos despierto, y sin embargo, no me encuentro especialmente cansado, y he sido incapaz de conciliar el sueño cuando lo he intentado...

-Quizá yo pudiera ayudarte-respondió Penitente, llevando su mano a las bolsas que pendían de su cinto-. Conozco algunas hierbas, y...

-¿Quién eres?-le interrumpió repentinamente Todd, y Penitente guardó silencio unos instantes, antes de encogerse de hombros.

-Yo mismo me he hecho esa pregunta docenas de veces, y aún no le he encontrado una respuesta. Viví en otra época, Todd Rice, en un tiempo que quedó fuera del propio tiempo.

-¿Qué?

-Ya te he dicho que ni yo mismo lo entiendo demasiado bien, pero mucho de lo que recuerdo no puede haber ocurrido. Morí durante una conflagración, quizá la mayor que ha vivido el Universo, y volví arrastrado por las energías de Extant, cuando el mundo se reinició, para paliar los daños causados por él. Si te dijera mi nombre, Todd, probablemente no significaría nada para ti, pero sí tengo una cosa clara. Hay que detener a Hank Hall, y hay que hacerlo de una vez y para siempre.

-Parece que eso es más difícil de lo que parece, ya ha sido derrotado, incluso ha muerto un par de veces.

-Las energías caóticas que envuelven a Hank Hall trascienden las leyes del propio tiempo, el Extant al que nos enfrentamos ya ha muerto, y ha surgido de algún momento previo a su muerte. Probablemente haya averiguado ya qué es lo que su futuro, nuestro pasado, le aguarda, y ha encontrado la manera de vengarse de todos nosotros por lo que le vamos a hacer.

-Lo que ya le hemos hecho-masculló Todd, y Penitente asintió-. Todo esto me viene grande. Mi hermana y mi padre son los que están más acostumbrados a este tipo de cosas, a estos jaleos... cósmicos.

-No lo recuerdas, ¿verdad?-sonrió Penitente.

-¿Qué?

-Tu memoria sigue afectada por la torsión temporal. Este no es tu tiempo, Obsidian. El Todd Rice del momento en el que apareciste aún está huyendo por las calles de Chicago, intentando olvidar lo que estuvo a punto de hacer en Milwaukee. Hourman te envió, te recogió en tu propio futuro y te llevó al lugar dónde debías ser recogido, el punto en el que debías estar para entrar a formar parte de nuestro plan...

-¿Nuestro plan?

-Todd... Todo esto, todo lo que estamos haciendo... es tu plan.

-¿Qué?

-Nos acercamos al momento angular.

La voz de Hourman cayó como un jarro de agua fría sobre Todd, que estuvo a punto de decirle a Penitente que se olvidara de lo que el androide quería decir y le explicara a qué se estaba refiriendo, pero sabía que en aquel momento, había cosas más importantes que sus propias dudas.

-Hay que disponer la armadura-continuó Hourman, y Penitente asintió, haciéndole una señal a Todd para que le siguiera, mientras se dirigía a la zona interior del navío, un teseracto heptadimensional, llevándole a una zona en la que el muchacho no había estado nunca, porque quizá no había existido siquiera hasta ese momento. Una puerta circular se abrió ante ellos, rotando sobre sí misma para revelar algo que hizo que Obsidian abriera los ojos desmesuradamente.

-Esto no puede ser bueno...-masculló Todd.

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En algún lugar del Cosmos

Cualquier otra persona que hubiera ocupado su lugar hubiera muerto mucho tiempo atrás, en apenas unos segundos. O hubiera tenido que recurrir a campos de fuerzas, tecnología de contención, o algún otro ingenio. Ella se encontraba en el casco de su nave insignia, contemplando la oscuridad que se abría ante ella con ojos de múltiples facetas. Y no había nada que la protegiera del inmenso vacío que la rodeaba por todas partes, aunque para ella, esa vacuidad rebosaba de energía, de múltiples lectura que le transmitían sus ojos multifacetados, capacitados para ver en todos los campos del espectro, e incluso más allá de estos. El propio tejido cuántico del Universo estaba allí, ante ella, la membrana que separaba las diferentes piezas que formaban el inmenso tapiz que era el Hipertiempo.

Su rostro insectoide se tensó un momento, y en su flota, todos y cada uno de sus miembros, de aquellos soldados ni vivos ni muertos que existían sólo para servir a la voluntad de su señora, temblaron de miedo, pues algo la había incomodado, y cada uno de ellos sentía miles de punzadas de dolor en aquella existencia de incertidumbre propia de Schröedinger en la que se encontraban atrapados. Pero la sensación desapareció, y la Dama Estigia volvió a su contemplación.

Algo había reverberado en el tiempo, algo había hecho temblar las barreras del Hipertiempo, algo que venía del futuro y se había desplazado hacia atrás y hacia delante en el continuo, pero ya había desaparecido. Ahora, en su mente inhumana, sólo había sitio para una cosa: la llamada que la había traído a esa realidad, a ese pequeño rincón de la vastedad que era el Hipertiempo, la llamada procedente de un desgarrón en la brana de esa realidad...

La Dama Estigia gritó, y a su alrededor, varias estrellas se consumieron, como si hubieran sido devoradas por los milenios, estallando en Supernovas que iluminaron aquella región del Universo.

Con el espacio a su alrededor aun ardiendo de radiación, la Legión Estigia continuó su viaje.

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Atlantis, Agujero Brana Dimensional.

Desde sus aposentos en el palacio de Poseidón, las habitaciones que en su día ocuparan Aquaman y Mera, Extant clavó sus ojos en los restos de la ciudad que se extendía a su alrededor, la antigua capital de los Atlantes. En algún lugar de su mente, podía escuchar el grito de la Dama Estigia, y algo en su interior, algo que pertenecía al hombre que había sido conocido como Hank Hall se retorció. Las energías caóticas que le impregnaban, aquellas que le habían convertido en Extant, se regocijaron en el grito de la Asesina de Dioses.

La puerta de la habitación se abrió, y un tintineo procedente de un centenar de pequeñas caracolas enhebradas en hilo de plata que conformaban los cortinajes de las puertas, sacó a Extant de su agridulce deleite. Se giró, y pudo ver a la reina Mera entrar en la habitación, con los ojos clavados en el suelo, en señal de humildad. Extant sabía apreciar esa actitud... pero no era lo único que apreciaba en la antigua reina de los Atlantes. Desde luego, Mera era una mujer de extremada belleza, y en Extant quedaba lo suficiente de Hank Hall para disfrutar de ella, de sus contundentes formas, y de la aparente suavidad de su piel...

-Reina Mera...-dijo Extant, haciendo una leve reverencia, llena de burla, que hizo que un amargo acíbar llenase la garganta de Mera, que tuvo que morderse los labios para no lanzar una aguda réplica-. Es, como siempre, un placer recibiros aquí.

-Vengo a pedir clemencia, lord Extant-dijo Mera, irguiéndose y mirando finalmente a Extant de forma directa. Mostrándose lo más firme posible, se acercó a uno de los balcones, y observó el exterior, los regios restos de la capital atlante. Su piel se erizó.

-¿Para vos?

-Para los miembros de la Sociedad de la Justicia. Especialmente para ellos dos-dijo la reina, observando a Centinela y Wildcat, atrapados en sus trampas semejantes a árboles huecos, condenados por Extant a contemplar el fin del Universo-. Si el destino de todos es... dejar de existir en manos de esa a la que llamáis Estigia, permíteles volver a sus casas, estar con sus familiares, despedirse de los suyos. Si lo que has comenzado no puede detenerse, ¿cómo podrían importunarte?

-Que piedad...-masculló Extant, y acarició con dos de sus dedos el cuello y el mentón de la reina, que reprimió el impulso de girarse hacia él y continuó con los ojos clavados en la amplia plaza de Poseidón-. Pero lady Mera, os pregunto... ¿Debería yo entonces vivir el final del mundo en soledad?

-Me quedaré con vos-dijo ella, volviéndose finalmente hacia él, clavando sus ojos verdes en los infiernos centelleantes que eran los ojos de Extant.

-Tentador-respondió, y su mano descendió hacia el pecho de Mera.

-¡Las manos quietas, forastero!

Del interior del espeso cabello de la reina, Ray Palmer hizo su aparición, saltando sobre Extant creciendo a toda velocidad, golpeando el rostro del ser caótico antes de que este tuviera tiempo de reaccionar, desequilibrándole. Descompensado por el peso de Átomo, Extant trastabilló, y Mera aprovechó el momento para dar un golpe a Extant con todas sus fuerzas, arrojándole por encima de la baranda del balcón. Enzarzado con él, Átomo comenzó de nuevo a disminuir su tamaño, y Extant se estrelló contra el suelo de la plaza.

-¡Pueblo de Atlantis!-gritó Mera, apoyándose en el balcón, y empuñando en sus manos el Tridente de Poseidón, vinculado al dominio de Atlantis y señalando con él a Extant-. ¡Ese es el rostro de vuestro enemigo! ¡Ese es el rostro de nuestro opresor! ¡Si hemos de morir, muramos! ¡Si este es nuestro último día sobre la faz de la tierra, que lo sea! ¡Pero el pueblo de Atlantis no será de nuevo doblegado! ¡La orgullosa cerviz de los atlantes no se inclinará de nuevo!

-Mera...-gruñó Extant, incorporándose mientras los atlantes comenzaban a acerarse a él. Sonrió-. No sabes lo que has hecho...

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Navío de Hourman, Algún lugar de la corriente temporal.

-Flash...

Penitente y Hourman se giraron simultáneamente hacia la puerta que llevaba al interior del barco y por la cual Jay Garrick acababa de aparecer, apoyándose en el quicio. Les lanzó una sonrisa apagada mientras se acercaba hacia ellos. Penitente se dirigió hacia él, haciendo amago de ayudarle, pero Jay negó con una mano, haciendo ver que se encontraba bien, y llegó hasta donde ellos se encontraban, sentándose junto a Obsidian, al que miró con cierta sorpresa.

-Todd...-masculló Jay-. ¿Estás bien?

-Hay cosas que no cambian-sonrió Obsidian-. Le hemos rescatado del fin del tiempo, y es él que se preocupa por nosotros...

-¿Dónde estamos?-preguntó Jay, dando una palmada en el hombro de Todd-. Aunque viendo aquí a Hourman, quizá la pregunta debería ser "cuándo"...

-Estamos a la altura del siglo XXIX-informó Hourman-. Nos dirigimos hacia el ecuador del año 25216, donde tendremos el ángulo adecuado para alcanzar el agujero brana en el que se esconde Extant.

-Extant otra vez...-gruñó Flash, y Penitente asintió, atrayendo la atención del héroe-. ¿Quién eres?-pregunta-. Me resultas familiar...

-Ni lo intentes-intervino Obsidian-. Lo hemos asumido ya como nuestro compañero el enigmático.

-Tengo un papel que jugar en la derrota de Hank Hall, pero sólo después de que usted cumpla su parte, señor Garrick-respondió Penitente-. Cuando llegue el momento.

-Jay... ¿dónde has estado?-preguntó Todd antes de que Penitente pudiera entrar en más consideraciones.

-En ningún sitio y en todos...-masculló Jay, con gesto triste-. Arrastré a Sandy en una carrera hacia el fin del tiempo... lo perdí en algún sitio, pero después de lo que le hizo a Joan... La inercia del viaje me arrastró, no podía frenar... no quería frenar realmente. Llegué hasta el final del tiempo, y volvía hacia atrás cuando me encontrasteis. Supongo que hubiera llegado al origen de todo, y hubiera vuelto de nuevo a correr hacia el final...

-Arenero no fue más que un peón en todo lo que ocurrió, Jay-dijo Hourman, interviniendo por primera vez en la conversación-. Y cuando todo esto acabe, si conseguimos que lo haga de la forma correcta, saldré en su busca.

-¿Qué?-gruñó Jay, serio-. Mató a mi mujer de forma cruel y...

-Estaba telepáticamente dominado por un enloquecido J´onn J´onnz, que también provocó las muertes de Libby Chambers y Pat Dugan...

-Dios mío-farfulló Flash-. Jesse... Courtney...

-Las dos están bien-le tranquilizó Todd-. Aunque Jesse ha dejado los Titanes, y ahora es la Reina de Negras de Jaque Mate...

-Pero... J´onn...

-Es una historia muy larga, Jay Garrick-le interrumpió Hourman, revisando los datos de su panel de mando holográfico-. Nos acercamos al lugar adecuado, y no podemos perder el arco de enlace. Tendrá tiempo después de que todo esto acabe para reunirse con su gente y poner en paz sus sentimientos. Pero si no derrotamos a Extant, no habrá un mañana. De hecho, con la Dama Estigia en camino, es muy posible que aún venciendo a Extant, no tengamos muchas posibilidades.

-Hay mucho que debería saber...-dijo Jay, mirando sobre todo a Penitente-. Pero supongo que el deber es lo primero, como siempre, así que, decidme. ¿Qué debo hacer?

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Atlantis, Agujero brana dimensional.

Los guerreros atlantes se arrojaron sobre Extant, armados con lanzas y espadas. Niños, mujeres y ancianos habían sido puestos a salvo dentro de lo posible y se reunían en las afueras de la ciudad, en un templo dedicado a Anfitrite, la esposa de su señor Poseidón, a quien rezaban para que acudiera en su ayuda en ese momento. Poco podían saber ellos que en aquel momento, los propios dioses del Olimpo se preparaban a su manera para combatir la llegada de Estigia, la Asesina de Dioses, aunque mucho tiempo atrás ya habían perdido la esperanza.

Mera, empuñando el Tridente, corrió escaleras abajo, rezando a su señor para que los atlantes pudieran cumplir su parte del plan mientras el profesor Palmer llevaba a cabo la suya. A pesar de todo, en un rincón de su corazón, una voz que trataba de hacer callar no dejaba de decirle que iban a morir todos, y que cada una de sus acciones sería inútil. Que lo mejor que podía hacer era simplemente rendirse y dejarse llevar.

Mucho más bajo, tan silenciosa que ni siquiera podía oírla, otra voz le decía "Ama a Estigia".

La reina de Atlantis llegó a la plaza al tiempo de ver como una veintena de soldados quedaban reducidos a polvo por la energía caótica de Extant. Sus cenizas impregnaron el aire, y la reina sintió como los ojos, la boca y la nariz se le llenaban de aquel polvo seco, ahogándola. Lagrimeando, Mera empuñó el tridente con fuerza y se acercó a Extant, que reía con fuerza mientras hacía frente a los soldados atlantes.

-¡Mera!-gritó al verla, y una sonrisa amarga relumbró en su boca-. ¡Ven, reina, bailemos!

Mera rugió, y el propio suelo de la plaza tembló, alzándose como una ola marina de mármol y tierra que apartó a los guerreros atlantes y sepultó a Extant. Los guerreros aclamaron a su reina y a Poseidón en su faceta de Agitador de la Tierra, pero la alegría duró poco. El suelo reventó bajo sus pies, y Mera asistió aterrada a la visión de cómo tres de sus hombres eran reducidos a carne picada por aserrados fragmentos de mármol, y uno más era cortado por la mitad por una gigantesca esquirla. Muchos otros cayeron, y algunos fueron abrasados por las ondas de energía caótica. Los más lejanos, simplemente cayeron de rodillas, con nauseas por el influjo cronal. Mera trató de golpear a Extant con el tridente, pero el ser del Caos esquivó las tres afiladas puntas, que golpearon el suelo bajo sus pies. Mera trató de girar, pero él fue más rápido, y enredó sus dedos en el cabello de la reina, tirando de él violentamente, con tal fuerza que los ojos de Mera ardieron de dolor y no pudo evitar que las lágrimas se derramaran por sus pómulos. La otra mano de Extant se cerró sobre su garganta como una garra, y la arrojó al suelo. Mera cayó con tal fuerza que el aire se escapó de sus pulmones, y escuchó un crujido que la hizo temer que su espinazo se hubiera partido. Pero el dolor seguía ahí y podía mover las piernas, así que supuso que solo se trataba de un par de costillas rotas. Entonces llegó el horror cuando sintió una de las manos de Extant forzando sus piernas y arrastrándose sobre su pubis, en dirección a su entrepierna.

-¡No!-gritó Mera, aterrorizada-. ¡No, por piedad, no!

-¿Piedad?-rió Extant-. ¿Qué piedad quieres para ti, reina de Atlantis? ¿Qué piedad tuvo nadie conmigo? En tu pasado estoy muerto, ¿lo sabes? ¿Lo sabes? Pero ahora vivo y quiero disfrutar de mi vida... y de la tuya...

Extant se dejó caer sobre ella, apretó sus pechos con una de sus manos, forzó su lengua entre los labios de ella. Mera quiso gritar, pero Extant era más fuerte, y las energías temporales que emanaban de él la mareaban y le robaban las fuerzas que le quedaban. Sus ojos nublados buscaron el tridente, pero Extant lo había arrojado lejos de ella.

-Hijo de puta...

Una ola de energía verde arrastró a Extant, que voló tres o cuatro metros cayendo de espaldas y sin resuello a unos pasos de donde Mera se encontraba. El ser caótico se incorporó con los ojos ardiendo de ira y una sonrisa irónica en los labios. Frente a él, Centinela ardía envuelto en fuego verde, flanqueado por sus compañeros de la Sociedad de la Justicia. Wildcat, Stargirl, Ártemis, Átomo, Tempest, Doctor Medianoche y Mister Terrific, apoyándose en el anterior, ya que no han encontrado aún el exoesqueleto de sus piernas. Las Esferas-T volaban alrededor de ellos, parpadeando y transfiriéndose datos de una a otra. Stargirl corrió hacia Mera, que se apoyó en la muchacha para incorporarse, con los ojos aún húmedos.

-Lo que has estado a punto de hacer...-gruñía Alan, furioso-. Lo que has estado a punto de hacer...

-¿Te ha dado envidia, anciano?-rió Extant, y una gran llamarada verde brotó de Centinela sólo para estrellarse en un escudo caótico que dispersó el fuego verde, la energía pura que emitía Alan.

-Voy a acabar contigo, Hank, aunque tenga que agotar toda la energía del Corazón Estelar para conseguirlo...

-Ven, viejo, te estoy esperando...

Dos flechas volaron del arco de Ártemis, precisas y certeras para atravesar los ojos de Extant, pero los escudos cronales las descompusieron, convirtiéndolas en polvo. Las Esferas-T de Terrific volaron alrededor del ser caótico, golpeándolo con descargas eléctricas, pero Extant no paraba de reírse.

-Ray... ¿tenemos tiempo de conseguir algo?-gruñó Mister Terrific, mientras él y Átomo analizaban los datos que las Esferas transmitían.

-La espuma cuántica se ha solidificado, Michael-respondió Ray, negando con la cabeza-. El tiempo se solidifica, no hay posibilidad de variación... el gato de Schröedinger se define como vivo o muerto, sin posibilidad de cambio.

-Hay algo más-apoyó Terrific, revisando los datos-. Una radiación exótica que se desplaza hacia todos los puntos del Continuo. Y jamás he visto nada parecido, no sé de qué modo nos puede afectar, no sé...

-Nos roba la voluntad-masculló Pieter Cross, negando con la cabeza-. La puedo sentir en mi corazón, Michael. Como una voz lejana, un tirón genético que me incita a abandonarlo todo, a sentarme y esperar que la muerte llegue a recogerme...

-Estoy cansado de villanos que manejan cantidades de poder tales que me convierten en un gilipollas vestido de gato-masculló Wildcat, tratando de ver algo entre el despliegue de fuegos artificiales de Extant, Stargirl, Centinela, Mera, las Esferas-T y Tempest.

-No te equivoques, Teddy-farfulló Ártemis-. Siempre eres un gilipollas vestido de gato... pero te queremos así...

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Navío de Hourman, Cerca del año 25216.

-He hackeado las Esferas-T de Michael-anunció Hourman, y Obsidian sintió un escalofrío que le recorría la espalda. El momento se acercaba.

-Estoy preparado-dijo Flash, y a su lado, Penitente asintió. Jay estaba extraño enfundando en aquellas piezas de armadura, pero incluso bajo las placas podía sentir como la armadura acumulaba energía cronal que se transmitía a sus células, que alimentaba su poder. Y podía sentir su objetivo, la armadura lo reconocía, le permitía ubicarle en el tiempo incluso con más de 23000 años de diferencia.

-El arco de viaje está trazado-intervino Penitente, leyendo los indicadores del panel holográfico de Hourman. El androide asintió, y una plataforma de taquiones sólidos, brillantes, apareció en un lateral del barco, desapareciendo en el horizonte-. La plataforma te permitirá coger aceleración, desemboca en el momento adecuado... y en el lugar adecuado.

-O eso esperamos...-susurró Obsidian.

-Ya he recorrido la línea temporal una vez-masculló Jay, con un amago de sonrisa-. Quizá puede anotar algunos resultados de la Superbowl en el camino de vuelta...

-Vamos, Ted...-masculló Hourman, mientras Flash ocupaba su lugar en la plataforma-. Vamos...

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Atlantis, Agujero brana dimensional.

-¡Se acabó!-gritó Extant, y una onda de energía caótica sacudió la plaza, barriendo a sus enemigos. Alan fue el primero en caer, prácticamente colapsado sobre sí mismo, agotado el poder del Corazón Estelar frente a las energías caóticas desatadas por la criatura caótica. Sin la protección de Centinela, Tempest, Mera y Stargirl cayeron. Las Esferas continuaban volando alrededor de Extant, pero eran poco más que insectos que ni siquiera le molestaban-. Estoy cansado de vosotros.

-Aún no hemos terminado-respondió el Doctor Medianoche, arrojando varias bombas alrededor de él, y cubriéndolo todo con la más absoluta oscuridad.

-No necesito veros para poder arrancaros los miembros-rugió Extant, pero de pronto, notó algo a su lado, algo que no había sentido acercarse. Un puño se estrelló contra su mandíbula, y aunque no le causó dolor físico, la humillación le perturbó violentamente. Su mano voló hacia el lugar del que había venido el golpe, y atrapó a Wildcat por el cuello, alzándole un par de palmos del suelo.

Más de 23000 años en el futuro, Hourman dijo simplemente "Ya".

Extant percibió la formación del puente de taquiones un nanosegundo antes de que se completara, pero incluso para alguien tan adaptado a retorcer el tiempo como él, fue insuficiente. Algo se estrelló contra él, le barrió, cortó su energía caótica como si fuera un cuchillo caliente hundiéndose en mantequilla. Extant gritó cuando notó que su energía volaba, desaparecía, le era arrebatada. Un relámpago partió la oscuridad de las bombas de Pieter Cross, y Hank Hall... no Extant, sino Hank Hall, drenado de energías caóticas, cayó al suelo a varios metros de donde su atacante se había detenido.

-¿Qué?-masculló Hank, aturdido, pero se tragó sus propias palabras al ver la figura que se alzaba ante él. Reconocía perfectamente la armadura que envolvía a Jay Garrick, había sido creada para él en un futuro que no había existido.

Era la armadura de Monarca1. Y centelleaba con toda la energía caótica que había robado a Extant.

-No...-masculló Hank, mientras Ártemis, Wildcat, Átomo y Doctor Medianoche se acercaban a él, aunque desviando continuamente sus miradas hacia Flash-. No permitiré que me lo robéis, mi poder...

-Nunca fue verdaderamente tuyo.

Con un crujido semejante a un trueno, el navío temporal de Hourman hizo su aparición sobre la plaza, y antes incluso de que se hubiera terminado de solidificar tras su periplo temporal siguiendo el rastro de Jay Garrick, Penitente había saltado de una de las barandas, aterrizando entre Hank Hall y los miembros de la JSA.

-No...-farfulló Hank, pero Penitente siguió hablando.

-Sólo fue una trampa, un experimento de Mordru, que envió parte de sus energías caóticas desde el futuro para convertirte en Extant, para socavar los cimientos cuánticos del Hipertiempo-dijo, caminando hacia él, y quitándose finalmente la capucha-. Y aunque fuiste devorado por esas energías, aunque Extant consumió a Hank Hall, quedó suficiente de este para traerme de vuelta, aunque de forma inconsciente...

-Increible-masculló Wildcat, reconociendo finalmente el rostro de aquel que se había hecho llamar Penitente. El cabello era rubio en lugar de oscuro, y tenía los ojos algo más claros, además de ser menos corpulento... pero había un increíble parecido familiar con Hank Hall... el parecido de un hermano.

-Don...-gimió Hank, incorporándose y dando un paso hacia su hermano-. Estabas muerto... moriste2...

-Y volví para cargar con tu culpa, Hank-continuó Don-. Para equilibrar las fuerzas caóticas que desatabas, yo debía traer el orden. Y dentro de Extant estabas tú, Hank.

-Él era más fuerte... él...

-No, hermano-dijo Don, llegando finalmente a su lado-. Estabas dentro de Extant, pero él no te dominaba. No te obligaba. Disfrutabas de sus actos, Hank, del poder que te daba. Él era la fuerza, pero tú el deseo que estaba detrás de ella. No fue Extant quien estuvo a punto de violar a Mera... ni quien mató a Al Pratt, Charles McNider y Rex Tyler. Fuiste tú, Hank. Tú.

-¡¡No!!-gritó Hank, y trató de golpear a su hermano, pero Don lo evitó sin apenas esfuerzo, y simplemente, le sujetó.

-Sólo puedo compartir tu dolor, hermano, pero no puedo evitar que pagues por lo que has hecho-susurró Don, y una luz blanca deslumbrante le envolvió. Los miembros de la JSA, aquellos que lo observaban y aquellos que comenzaban a recuperarse, trataron de mantener la mirada en los dos hermanos, aquella nueva encarnación de Caín y Abel, pero la luz fue finalmente deslumbrante, y todos se vieron obligados a apartar la mirada. La luz era cálida, y todos tuvieron la sensación de ser abrazados, de ser sanados. Cuando se retiró, todos pudieron sentir que algo desaparecía también de sus corazones. Dolor, culpa, miedos... y la llamada de la Dama Estigia...

Hank Hall había desaparecido, y Don Hall estaba allí, cabizbajo y con el rostro inundado de lágrimas.

-¿Dónde está?-preguntó Jay, deshaciéndose de la armadura de Monarca y acercándose a él.

-De vuelta a la corriente temporal, al avión en el que debe morir-dijo-. Y esta vez no podrá escapar, he cerrado el tiempo cuántico alrededor de él. He cerrado un círculo del que mi hermano no podrá escapar... Mi hermano...

-Lo siento, muchacho-dijo Jay, poniendo su mano sobre el hombro de Don-. Lo siento de verdad.

-Siento interrumpir.

La voz de Hourman se extendió por toda la plaza, mientras los miembros de la JSA se incorporaban de nuevo. Courtney trajo el exoesqueleto de Michael, y Mera reunía a los guerreros atlantes que quedaban a la sombra del navío de Hourman. Todos alzaron la mirada hacia el barco.

-Aún no ha terminado. La Dama Estigia se acerca.

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1.- Monarca fue el villano principal de la saga Armagedon 2001, y al final se descubría que Monarca no era otro que Hank Hall, que por aquellos tiempos era simplemente Halcón. Sería más tarde cuando Parallax convertiría a Monarca en Extant.

2.- Don Hall, "Paloma", murió durante la Crisis en Tierras Infinitas

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JUSTICIA PARA TODOS

Cerramos otro de los capítulos de la Guerra Estigia, y resolvemos otro de los argumentos: Extant y la identidad de Penitente... ¿os lo esperabais? Y en el próximo número, la resolución: ¡¡acaba la Guerra Estigia!!.

 
 
   
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