JSA #26
El Plan Destino. Preludio
Réquiem.
Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: En portada, con unas ruinas griegas de fondo, podemos ver en primer plano un féretro de piedra con la inscripción "Hipólita" en griego. Sobre el féretro, hay una espada y una tiara. En el centro, tras el féretro, Wonder Woman se apoya en Ártemis. En el lado izquierdo, podemos ver a Flash, Wildcat, Power Girl y Centinela. En el derecho, Mr.Terrific, Dr.Midnight, Stargirl y Jakeem Thunder; todos con gesto triste y sosteniendo una rosa blanca cada uno.
Themyscira.
Las primeras luces del día despertaron a la isla de Themyscira, aunque esa noche, muchas de las Amazonas no habían siguiera cerrado los ojos. Cuando el primer rayo de sol cayó sobre el centro de la isla, cuatro amazonas alzaron a hombros el ataúd que contenía los restos mortales de la Reina Hipólita. La propia Diana sostenía uno de los extremos, mientras Ártemis, líder de las Bana Mighdal llevaba el otro, caminando las dos mujeres prácticamente hombro con hombro, dejando atrás años de conflicto y lucha entre los dos grupos de Amazonas1. Shim´tar y Philippus, vestidas con las armaduras de gala de Bana Mighdal y Themyscira, caminaban tras ellas, sosteniendo el ataúd junto a sus señoras.
Hipólita, Reina de las Amazonas, señora de Themyscira, elegida de los Dioses había muerto para que la Tierra pudiera vivir. Cuando Diana había caído herida en su lucha contra Imperiex, la propia Hipólita había tomado las armas reales de Themyscira y había hecho frente al invasor cósmico, destruyendo varias de sus sondas. Pero Imperiex había lanzado su vaciador, e Hipólita trató de detenerlo. El precio, fue su vida.
En silencio, caminando tras el ataúd, caminaban los que habían sido los compañeros de Hipólita. Centinela, Flash y Wildcat abrían la comitiva, seguidos por los miembros más jóvenes de la Sociedad. La joven Stargirl se apoyaba en Power Girl, que también tenía un ojo puesto sobre Jakeem Thunder, que parecía completamente perdido ante la grandiosidad de los fastos de las Amazonas. Y flanqueándoles, el Doctor Midnight y Mr. Terrific guardaban un respetuoso silencio. Tras ellos caminaban todas las Amazonas, tanto Themysciras como Bana Mighdal que no habían sido heridas en la lucha contra Imperiex, y entonaban el treno funerario de la reina, con voces susurrantes y tan tristes que, aunque no entendía lo que estaban diciendo, Courtney Whitmore no pudo evitar comenzar de nuevo a llorar.
-Hablan de la pérdida de su reina-musitó Mr.Terrific, poniendo su mano en el hombro de la joven-, del dolor que sienten y que nunca sanará. Pero también hablan del Elíseo, del paraíso en el que Hipólita se encuentra ahora. Se ha ganado un puesto junto a los dioses, y ahora, compartirá con ellos el néctar y la ambrosía.
-Gracias, Michael-susurró Courtney, apretando la mano de su compañero Sin embargo, cuando miraba hacia delante y veía a Alan, Ted y Jay, no podía evitar que las lágrimas volvieran a sus ojos. Se había celebrado un funeral por Hipólita en Nueva York, donde habían acudido la gran mayoría de los héroes que habían luchado contra Imperiex, y allí, los tres miembros más antiguos de la Sociedad de la Justicia de América habían conseguido mantener el tipo. Pero Wonder Woman había invitado a la Sociedad de la Justica al funeral que las Amazonas debían a su reina, y allí parecía que los tres habían cobrado conciencia de que era real. Hipólita, "su chica" como solían llamarla, había muerto y no volvería a estar con ellos. A los ojos de Courtney, jamás habían parecido tan mayores como en ese momento. Courtney miró a su alrededor de nuevo, y volvió a preguntarse por qué no habría ido Sandy. Arenero había asistido al funeral de Nueva York, y había prometido que se reuniría con su grupo para el viaje a Themyscira, pero no había aparecido. Ted había intentado ponerse en contacto con él, pero no había habido manera de hacerlo, así que finalmente se habían marchado sin él.
Tras un largo rato, Philippus y Shim´tar comenzaron a flaquear, y fueron sustituidas por dos nuevas amazonas, pero Ártemis y Diana ni siquiera mostraban un ápice de cansancio. Ted había intentado que le permitieran llevar el ataúd, pero las Amazonas habían insistido en que se trataba de su reina, y ellas mismas la llevarían en su último viaje. Por supuesto, las palabras de Philippus no habían sido tan sutiles ("Ningún maldito hombre tocará el ataúd de la reina de las Amazonas" habían sido sus palabras exactas), pero Diana había explicado a Wildcat y el resto la importancia que aquel ritual tenía para sus hermanas. Hubo dos cambios más antes de que la comitiva llegara a la pira funeraria que se había dispuesto para la reina junto al mar, sobre las finas arenas de la playa de Themyscira. Con la ayuda de poleas y cuerdas preparadas para ello, Diana y Ártemis subieron el ataúd a la plataforma situada sobre la pira, mientras las Amazonas y la Sociedad de la Justicia rodeaban el enorme montón de madera. Un nuevo treno brotó en las voces de las Themysciras, mientras las Bana Mighdal iniciaban sus propios cánticos fúnebres, llenos de sonidos orientales y exóticas vibraciones de la voz, un canto que parecía entremezclarse con le las Themysciras dando lugar a una música completa, cuajada de tristeza y nostalgia. Menalippe, la principal sacerdotisa de Themyscira avanzó, vestida con pesados ropajes negros de luto, con el cabello cubierto por el manto, y alzó las manos hacia los cielos, iniciando una oración en griego.
-Bendita Atenea, bendita Hera, bendita Artemisa-tradujo Mr.Terrific para sus compañeros-. Recibe a tu hija en el seno de Gaia. Que el mar la llore, que el cielo la acoja, que la tierra se vista de luto. Que sus pasos sean firmes y venturosos, que su camino sea recto y luminoso, que sus ojos no tengan sombra. Que Hades sea generoso, y Kore la reciba afectuosa. Que el Leteo no afecte su memoria, que Flegetonte no roce sus dedos, que Hécate ignore que se ha ido. Que Iris la guíe, que Febe la espere y Zeus la reciba. Bendita madre, bendita hermana, bendita hija, bendita reina, viaja con el corazón de las Amazonas, nosotras lamentaremos tu pérdida.
La voz de Menalippe desapareció en el viento, mientras las lágrimas brotaban limpias de sus ojos. Diana tomó en sus manos una antorcha, y se acercó a la pira. Courtney vio que tomaba aire y suspiraba antes de acercar el fuego a la madera, que pronto comenzó a arder. Las llamas ascendieron rápidamente, crepitando mientras Themysciras y Bana Mighdal reiteraban sus cánticos de despedida, cubriendo sus cabellos con los mantos las unas, llenando sus rostros de arena las otras, llorando todas. Decenas de brazaletes entrechocaron el aire simultáneamente bajo un mismo grito.
-¡Hail, Hipólita!
-Adiós, madre-dijo Diana mientras las llamas alcanzaban el cuerpo de Hipólita.
No mucho después, las Amazonas se reunían en uno de los salones de Themyscira, una amplia sala de altas columnas coronadas con hojas de acanto, y brindaban con vino oscuro mientras degustaban los deliciosos manjares que se habían preparado para la celebración. Los trenos funerarios habían sido sustituidos por canciones alegres, festivas, que hablaban de la primavera, del amor y celebraban la alegría de la vida. En medio de aquel tumulto, Jakeem Thunder se mostraba aún más perdido que durante las exequias de la reina, aturdido y sin saber muy bien qué pensar. Cualquiera de los chicos de su barrio hubiera dado un brazo por estar en su lugar, rodeado de docenas de mujeres bellísimas y de cuerpos esculturales, que además utilizaban poca ropa y eran bastante prolíficas en sus muestras de afectos. De hecho, lo único que faltaba para que Jakeem decidiera finalmente que todo aquello era un sueño era una piscina llena de crema de chocolate. Pero eso había sido antes de asistir al funeral y ver la tristeza que había invadido a todas aquellas mujeres en el entierro de su reina. Y ahora, poco más de una hora después, esas mismas mujeres bebían y cantaban como si todo lo anterior hubiera sido un sueño.
-Eres demasiado joven para beber vino, pero quizá podamos encontrar algo de zumo para ti...
Jakeem se giró y de inmediato notó que se le escapaba el aliento. Era Wonder Woman quien le hablaba.
-Ostias-musitó, y de inmediato se arrepintió de haberlo dicho-. ¡Perdón!
-Pareces perdido, Jakeem Thunder-dijo Diana, sonriendo y poniendo una mano sobre el hombro del muchacho, que no podía dejar de mirar a la princesa de Themyscira, imponente y regia como una diosa-. Tus compañeros disfrutan de la hospitalidad de mis hermanas, ¿qué es lo que te inquieta?
-No es nada, señora, de verdad...-respondió Jakeem, sintiéndose tremendamente estúpido-. Y bueno... quería decirle que... bueno, no sé muy bien como hacerlo, pero... en fin, que siento que su madre haya muerto, señora...
-Puedes llamarme Diana-dijo ella-, y agradezco tus palabras. Pero conozco bien las emociones de los hombres, Jakeem, y sé que hay algo más que te confunde. Puedes ser sincero conmigo.
-Es sólo que no entiendo esta fiesta-contestó finalmente el muchacho de piel oscura, haciendo un vago gesto que abarcaba su entorno-. Hace un rato, todo el mundo estaba llorando, y ahora... no sé, es como si a todo el mundo se le hubiera olvidado...
-Somos Amazonas-explicó Diana, sentándose junto a Jakeem-. Somos hijas de la vida y la luz del sol. Lloramos la muerte de Hipólita, y lamentaremos su pérdida en nuestros corazones el nuestro de nuestra existencia... y créeme, eso en nuestro caso, es mucho tiempo. Hemos perdido a una reina y a una madre... pero celebramos que seguimos vivas. Que hemos sobrevivido a una nueva batalla. Que nuestros dioses nos han devuelto Themyscira2. Y que nuestra reina se ha encaminado al Elíseo, donde será feliz hasta el fin de los días. ¿Lo entiendes ahora, Jakeem?
-Pues... no del todo, pero empiezo a hacerlo-respondió él, encogiéndose de hombros, y Diana sonrió.
-Ven, buscaremos algo de beber para ti y brindaremos por el destino de Hipólita... y por los hombres sinceros.
Nueva York.
Arenero no podía creer lo que estaba viendo en el espejo. Dos noches antes, era su rostro lo que le había devuelto la mirada. Ojos azules, cabello rubio, piel pálida y lisa... Pero ahora, no podía reconocer lo que veía.
No quería reconocerlo.
Themyscira.
La fiesta de las Amazonas había durado todo el día, y varias de ellas habían contado historias sobre Hipólita, sobre su valentía y su fuerza. Incluso algunos de los miembros de la JSA, llevados por el momento, se había atrevido a comentar alguna anécdota sobre su compañera. Cuando el sol estaba a punto de ponerse, Flash, Centinela y Wildcat se reunieron en uno de los jardines, junto a un estanque en cuyo centro se alzaba una imagen de Eos, la Aurora de Rosados Dedos. Los tres guardaban silencio, y fue Wildcat, sentado en un banco de piedra, el primero en hablar.
-Bueno... ¿y ahora qué?
-Sinceramente, Ted, no tengo ni idea-respondió Flash, contemplando el sol poniente-. Sigo pensando que lo que hacemos es importante. Es más, creo que es necesario. Pero hemos perdido a demasiada gente.
-Siempre pensé que Hipólita nos enterraría a todos-intervino Centinela-. Y ahora...
-A veces creo que esta vida nos ha quitado demasiado-masculló Flash-. ¿Cuántos de nuestros amigos están ahora muertos? Sly, Rick, Charles, los dos Johnny, Al, Wesley, Ted3...
-Y ahora ella-concluyó Centinela, y Flash asintió.
-Alguien más podría morir en cualquier momento-continuó Flash.
-Venga, Jay-replicó Wildcat-. ¿En qué nos diferencia eso de los bomberos, la policía o cualquier otra profesión de riesgo?
-En que no me importa ser yo el que muera-respondió inmediatamente Flash-. Pero me niego a seguir viendo como mis amigos mueren. Pieter, Michael y Karen son adultos, pero Courtney y Jakeem son niños, Ted. ¿Y si algún día tuviéramos que asistir al entierro de Jakeem porque continuamos en esto?
-Para mi son como mis hijos-dijo Centinela, cruzándose de brazos y con la mirada baja-. Durante mucho tiempo, pensé que había perdido a uno de mis hijos, y no quiero volver a sentir algo así.
-Supongo que habéis pensado en esto antes...-masculló Ted, encogiéndose de hombros.
-Cada noche durante los últimos cinco años-respondió Jay, quitándose el yelmo y dejándolo en el banco junto a Ted.
-Entonces, está decidido-declaró Centinela, serio.
-Sólo falta decírselo a los demás-dijo Flash, y los tres se quedaron en silencio.
-¡¡¡Estáis de coña!!!-gritó Courtney, estrellando un puño contra la mesa de la sala que las Amazonas habían cedido a la Sociedad para su reunión. Jakeem estaba a su lado, mirando a Ted, Alan y Jay con gesto de sorpresa, mientras que Pieter, Michael y Karen guardaban silencio, valorando las palabras de Centinela disolviendo la Sociedad de la Justicia.
-Courtney, cariño, no se trata de ninguna broma-respondió Alan, siempre paternal-. Creo... creemos que ha llegado el momento de que todos nosotros vivamos otro tipo de vida. Hemos hecho mucho por el mundo, nadie nos puede echar en cara que queramos descansar un tiempo.
-O sea, que esto es un kit-kat... pues lo siento, pero yo paso-replicó la muchacha, dejándose caer sobre la silla cruzando los brazos.
-No es una cuestión sobre la que puedas decidir-dijo Wildcat-. Jay, Alan y yo hemos vivido así toda nuestra vida, no conocemos otra cosa que no sea esta lucha, y nos cuesta pensar siquiera en dejarlo, pero ha llegado el momento de cerrar este ciclo.
-Si vais a poneros en plan ciclos, puertas, pasos y maduración podéis dejarlo-intervino Jakeem-. Bastante me da la murga ya con eso mi psicóloga.
-Eso también es importante-dijo Jay-. Courtney y tú sois jóvenes, no queremos que alguno de estos sucesos os traumatice y arruine vuestras vidas...
-Yo ya venía traumatizado de serie-rezongó Jakeem.
-La gente nos necesita-continuó Courtney-. ¿Qué hubiera pasado si nosotros no hubiéramos estado allí para parar a Extant? ¿O a Johnny Sorrow? ¿O a Imperiex?
-Hay otros-dijo Jay-. La Liga de la Justicia, los Titanes, Superman...
-Déjalo, Courtney, lo tienen totalmente decidido-farfulló Jakeem-. Quizá podamos unirnos a los críos de Young Justice...
-No se trata de eso, Jakeem...-comenzó a decir Alan, pero se interrumpió al ver que Karen avanzaba apoyándose en la mesa.
-Respetamos vuestra decisión-dijo, y Courtney se llevó las manos a la cabeza, asumiendo que ya había oído más que suficiente-. Os preocupáis por los niños, os preocupa que muera alguien más y pensáis que así podéis evitarlo. Pero yo creo que os equivocáis. Y tenéis que respetar mi opinión.
-¿Qué?-. Ted iba a hablar, pero notó que no le salían las palabras. Habían contado con que Karen, Pieter y Michael estuvieran de acuerdo.
-Podéis iros si queréis, pero la Sociedad de la Justicia de América continúa adelante-dijo ella-. Y si no queréis cuidar de los niños, lo haremos nosotros. Y sí, hay otros grupos. Otros héroes. Pero vosotros fuisteis los primeros, los que inspirasteis a los demás. Sois las leyendas, los demás vinimos después. Y si lo dejáis, sabéis que cometeréis un gran error.
-Podéis ver esto-intervino Michael, activando un proyector en su guante que inundó la habitación de proyecciones holográficas de ecuaciones, gráficas y diagramas-. Son los resultados de la acción de la Sociedad de la Justicia. Hablamos de vidas salvadas, de millones en gastos materiales, por no mencionar que se ha evitado la destrucción del planeta mismo en un par de ocasiones.
-Nada de esto hubiera sido posible sin vosotros-dijo Courtney-. Por eso la Sociedad es diferente. Si esto acaba, no me meteré en mi casa y me dedicaré a ver como la vida pasa. Continuaré haciendo lo que mejor sé hacer, pero no estaréis vosotros para enseñarme. No estaréis vosotros para protegerme. Y no habrá leyendas que nos inspiren.
-¡Así se habla!-exclamó Jakeem-. ¡Lo que ha dicho ella y el veinte por ciento más!
-Joder-musitó Wildcat, volviéndose hacia sus compañeros-. No sé vosotros, pero a mi me han convencido. Casi me han entrado ganas de partirle los morros otra vez a Degaton...
-Lo ha dicho Terrific-dijo Pieter Cross-, y es el hombre más inteligente del mundo. Ya sabéis que no puede equivocarse.
-Creo que la mitad de lo que habéis dicho es peloteo y parte chantaje emocional-intervino Alan-. Pero debo admitir que los datos de Michael me han parecido... clarificadores.
-O sea, que nos quedamos-concluyó Jay, con una media sonrisa.
Courtney iba a gritar de alegría, y se había incorporado ya cuando un extraño zumbido en el aire y un destello de luz hicieron que guardara silencio. Ante ellos, sobre la mesa, apareció, como envuelto en brumas, el Doctor Destino, que se desplomó ante ellos prácticamente al instante. Tenía una profunda herida en un costado, y había quemaduras en sus brazos y espalda.
-¡Héctor!-gritó Jay, saltando encima de la mesa inmediatamente, a tiempo de que el Doctor Destino no cayera al suelo.
-¡Dejadme sitio!-ordenó el Doctor Midnight, acercándose inmediatamente, subiendose a la mesa y arrodillándose al lado del herido Héctor Hall, tomando sus constantes vitales.
-Ya viene...-gimió el Doctor Destino.
-Héctor, descansa-ordenó Pieter, serio-. Ya nos contarás más tarde lo que tengas que contarnos... y me vendría muy bien que nos dejaras quitarte el yelmo...
-No podemos esperar-dijo quejumbroso el místico, apoyándose en Flash para incorporarse-. No tenemos tiempo, él viene...
-¿Quién?-preguntó Courtney, que sintió un escalofrío ante la respuesta del Doctor Destino.
-Darkseid-dijo-. Darkseid viene.
1.- La lucha entre las Amazonas de Themyscira y las Bana Mighdal había sido instigada durante décadas por Ariadna, siendo sólo descubierta poco antes del inicio de Mundos en Guerra, en Wonder Woman 168 y 169.
2.- ¿Alguno se anima a hacer un Wonder Woman y explicar esto?
3.- Respectivamente, el primer Star-Spangled Kid, el primer Hourman, el primer Doctor Mid-Nite, Johnny Thunder, Johnny Quick, el primer Atom, el Sandman original y el primer Starman.
JUSTICIA PARA TODOS
¡Bienvenidos al primer correo de JSA! Lo primero deciros a todos que es un auténtico privilegio el poder guionizar esta serie y construir algo con estos personajes, que me parecen absolutamente fascinantes. Sólo espero conseguir que a vosotros os gusten tanto como a mí.
Como en el resto de las series de DCTopía, he tomado como referencia para comenzar la historia la saga Nuestros Mundos en Guerra, donde la Sociedad de la Justicia vive una de sus pérdidas más importantes, la muerte de la reina Hipólita, madre de Wonder Woman. En los cómics oficiales, la muerte de Hipólita pasó un poco desapercibida más allá de la propia saga en la que se producía, pero he considerado que era un buen punto de arranque para una JSA en la que se encuentran los héroes más antiguos del universo DC (salvo Superman y Batman, claro). ¿Y quienes son ellos?
Flash: El primero de todos los supervelocistas, Jay Garrick.
Centinela: Alan Scott,el primer Green Lantern, padre de Jade y de Obsidian, el poder de su anillo tiene una base mágica, y no cósmica, y la debilidad de su anillo es que no afecta a la madera.
Wildcat: Ted Grant, un antiguo campeón de boxeo, sin poderes... salvo que tiene siete vidas...
Power Girl: Se hace llamar Karen Starr, pero su verdadero nombre es Kara-El, y procede de Tierra-2, donde era la prima de Superman.
Mr.Terrific: Michael Holt, uno de los hombres más inteligentes del mundo, no puede ser registrado o grabado por ningún sistema tecnológico.
Doctor Midnight: Pieter Cross es el tercero en llevar este nombre, ciego normalmente pero capaz de ver en la oscuridad, y quizá el mejor especialista en cirugía metahumana.
Stargirl: Courtney Whitmore es la sobrina de un antiguo héroe, Stripesy, y ha heredado el cinturón de Star-Spangled Kid y el cetro cósmico de Starman.
Jakeem Thunder: El más nuevo y más joven de los miembros de la JSA, tiene acceso a uno de los genios de la Quinta Dimensión.
Bueno, no sé qué más deciros, sólo que espero ansiosos vuestros comentarios... ¡y que espero que disfrutéis!