DC PREMIERE #3
Amanecer en Escarlata: Prólogo
Batman: Obertura
Guión: Tomás Sendarrubias
Ciudad de Gotham, Arkham Asylum.
McGillis no podía más. Cuando se presentó al puesto de guardia para el Asilo de Arkham, toda su familia y sus amigos le habían dicho que, si aceptaba el puesto, estaba tan loco como los internos, y que se habría buscado cualquier cosa que le sucediera. En aquel momento, prácticamente recién vuelto de una misión militar en Afganistán, con veintiséis años y el ego del tamaño de una catedral, había pensado que estaría por encima de todo aquello. No tenía miedo de ninguno de los internos, de las situaciones que podrían provocarse. Él impondría el orden en el Asilo.
De eso hacía ocho meses, y McGillis en muchas ocasiones había pensado que efectivamente, iba a terminar ganándose un lugar en una celda dentro del propio manicomio. Llevaba tres noches seguidas sin dormir, pero desde que había visto como Zsasz despellejaba en menos de un minuto a uno de los estudiantes de psiquiatría que se había acercado a él demasiado llevando un lápiz en un bolsillo, no había podido cerrar los ojos durante más de dos horas sin que aquella imagen acudiera a su mente.
Por supuesto, había pasado por el tratamiento correspondiente en aquel momento, y el doctor Arkham le había recetado una combinación de ansiolíticos y tranquilizantes que le permitían dormir... al menos a ratos. Pero tres días antes, habían ingresado a Killer Croc... y había visto como uno de los guardias era mutilado por el psicópata. Se llamaba David, llevaba dos semanas trabajando en Arkham, estaba casado y tenía dos hijas, Sally y Hannah. Veraneaba en Cape Cod, sus padres eran de Montana, y era una de las personas que más hablaba de su vida con los compañeros. Aún no le había desaparecido la sonrisa, cuando Killer Croc le había arrancado un brazo de un mordisco y lo había engullido antes de ser controlado por el resto de los guardias, McGillis entre ellos.
Esa misma mañana, les había llegado la noticia de que Sally y Hannah se habían convertido en historia. Al parecer, David no había tenido el cuidado necesario a la hora de hablar de sus familiares delante de los reclusos, y de alguna forma, el Ventrílocuo, o más bien, su siniestro muñeco, Scarface, habían conseguido enviar a un par de matones que habían violado y mutilado a las niñas antes de arrojarlas a una alcantarilla.
McGillis, definitivamente, no podía soportarlo más. No podía seguir controlando lo que decía y no decía. No podía soportar la mirada del Espantapájaros, que parecía estar continuamente evaluándole en todo momento. No podía seguir pasando ante la celda de Hiedra Venenosa, y seguir sintiendo su mirada, que le encendía la sangre y le hacía imaginarse sobre ella, sujetándole las manos contra la pared mientra mordía sus pechos y la penetraba hasta hacerla gritar. Y no podía escuchar más la voz chillona de Harley Quinn, que no dejaba de hablar de su "Señor J", y de todo lo que harían cuando se escapasen de Arkham. Y desde luego, era a Quinn a quien McGillis más temía. No por ella misma, ni siquiera por ser la pareja del Joker; si no porque representaba lo que más aterraba a los trabajadores de Arkham: como uno de los "suyos" se convertía en "uno de ellos". Harleen Quinzel, doctora en psiquiatría, doctorada por media docena de universidades... y que había perdido la cabeza hasta convertirse en una de las monstruosidades tratadas en el manicomio.
McGillis piensa que, si tiene que pasar una hora más allí, probablemente termine cogiendo un escalpelo del quirófano, y utilizándolo para degollar uno por uno a sus compañeros sin parar de reír en ningún momento, probablemente consiguiendo por el camino algún nombre absurdo, como "El Cirujano" o "El Sibarita", o algo sacado de Alicia en el País de las Maravillas, un libro que nunca le había llamado mucho la atención, pero que había traumatizado a bastante gente en Gotham. Probablemente aún quedase algún personaje libre, aunque fuera el Conejo Blanco. Sabe que en el botiquín del Asilo hay drogas suficientes como para acabar con su vida de la forma más suave posible. Sin dolor, simplemente, sumiéndose en un sueño cada vez más profundo, del que no despertaría nunca.
Decidido, se incorpora en su puesto de vigilancia ante los monitores, lanzando una última mirada a las diferentes pantallas, donde los internos se encuentran, en su mayor parte durmiendo. Pero en algún momento despertarán. Ya puede ver incluso la moneda de Dos Caras volando en el aire, y el escalofrío que le recorre la espalda cada vez que lo hace.
Y en ese momento, todas las pantallas, de forma simultánea, se apagaron. Fue sólo un segundo, enseguida los monitores volvieron a iluminarse, pero esta vez, mostrando en todos ellos un fondo de un amarillo enfermizo y unos extraños ojos resplandecientes, rodeados de lo que parecen ser líneas de circuitos. McGillis siente que aquellos ojos le escrutan, como si se clavaran en él, y se queda clavado, inmóvil, como hipnotizado por aquella mirada malévola. Un timbrazo suena en el panel de control que tiene ante él, y de inmediato, escucha la voz de Anne Sikorsky, la supervisora del Ala Este.
-Dan, ¿qué está pasando?-pregunta Sikorsky, pero McGillis no puede contestar, pues en ese momento, todo a su alrededor parece estallar.
Templo de Parrkats Mahy, Armenia.
Cuando su pierna derecha falla y cae de nuevo al suelo, lanza una maldición, tratando de incorporarse. Lo consigue, y continúa avanzando por el interior del pasillo cavernoso, con extrañas esculturas cadavéricas en hornacinas de las paredes, siguiendo hacia el fondo del templo, hacia el lugar más profundo.
Allí, rodeado de doce columnas talladas con las imágenes de doce ángeles de la muerte, se encuentra uno de sus Fosos. Allí, estará a salvo. Y en ese momento, una flecha empenachada de negro se hunde en su cadera, lanzándole de nuevo al suelo.
-Traidor-sisea Ra´s al-Ghul, sin mirar siquiera hacia atrás. Sabe quien es el arquero, y sabe cual es su objetivo. Lo que no puede creerse es que una vida que ha durado centurias llegue a su fin así, de esa manera, en manos de sus propios hombres.
-Mírame, Ra´s-ordena Merlyn, y Ra´s al-Ghul, incluso sin mirarle, puede verlo en su mente, acercándose a él mientras carga una nueva flecha en su arco, con una sonrisa de superioridad pintada en los labios, torcidos en una mueca prepotente.
-Te sacaré los ojos y te arrancaré la lengua, perro-gruñe Ra´s, arrancándose la flecha de la cadera sin miramientos.
-Claro-sonríe Merlyn, y una nueva flecha vuela desde su arco, hundiéndose esta vez en la otra pierna de Ra´s, atravesando el cartílago y el hueso de su rodilla, clavándole al suelo. Ra´s se muerde los labios para no gritar, pero sus manos se hunden en el suelo arenoso, rompiéndose una de las uñas hasta la base-. No saldrás de aquí con vida, Ra´s. Y cuando acabemos contigo, iremos a Talía.
-Ni menciones su nombre, escoria-se revuelve Ra´s, pero esta vez no se atreve a arrancarse la flecha y encararse a Merlyn. Probablemente la punta sea ganchuda, y tan lejos de su Foso de Lázaro, Ra´s al-Ghul teme desgarrarse los tendones de la rodilla de forma permanente.
-Detente, hermano.
La voz que llena el pasillo es tan untuosa que Ra´s al-Ghul no puede evitar recordar unos panes de miel y dátil que había comido en su niñez, muchos siglos atrás. La misma sensación de exceso de azúcar, la misma sensación de empalago, de saturación de dulce. Incluso el aroma que le llega es almibarado, y parece colarse en su propio cerebro, aturdiéndole. Escucha como los pasos de Merlyn se detienen y como la cuerda del arco se destensa.
-El Libro dice que la Cabeza del Demonio será expulsado de las Entrañas del Dragón, y condenado al Infierno Ardiente-dice la voz de mujer, y en ese momento, Ra´s puede percibir incluso un matiz sinuoso, casi serpentino-. Pero no habla de su muerte.
-Si sigue vivo, puede volver en cualquier momento-reniega Merlyn, y Ra´s no puede evitar que una sonrisa tuerza sus labios. Incluso herido y prácticamente inerme, sus enemigos le siguen respetando-. Deberíamos acabar con él ahora.
-Debes escuchar la Palabra, hermano-afirma ella-. Y obedecer la Voluntad.
-La Palabra del Heraldo de Apokolips es mi voluntad-afirma Merlyn, y Ra´s detecta en su tono algo que hace que sus nervios rechinen, una sumisión abyecta que jamás había escuchado de los labios del arquero.
-Ra´s al-Ghul, Cabeza del Demonio-dice la mujer, avanzando hacia él con un crujido de ropas de seda-. El Heraldo de Apokolips te ha desechado, no hay lugar para ti aquí...
-La Liga de Asesinos es mi creación...
-Y por eso vivirás, por haber creado una de las herramientas para el ascenso del Heraldo-responde ella-. Ahora, en el Nombre de Caín, ve.
¡¡¡¡BOOOM!!!
El sonido del vacío en el aire ensordece a Ra´s, mientras la propia piedra parece estallar a su alrededor. La luz le ciega, obligándole a cerrar los ojos.
Cuando vuelve a abrirlos, se encuentra a aire libre, sobre una duna. No necesita mirar a su alrededor siquiera para saber donde se encuentra, lo percibe en el olor de la arena, en el propio sonido del viento.
El desierto del Sahara.
Ra´s no trata siquiera de incorporarse, se arranca una manga y la enrolla, poniéndosela entre los dientes, y se gira para sujetar el astil de la flecha que sobresale por la parte trasera de su rodilla. Muerde la tela y rompe el astil, para acto seguido, arrancarse la flecha por delante, para no agravar la herida.
Ni siquiera puede detener la hemorragia antes de desmayarse.
Ciudad de Gotham, Edificio Mayselle, Inauguración de la Fundación Martha Wayne.
-¿Es que no es posible dar una fiesta en Gotham sin que una docena de psicópatas se de por invitada?-masculla Elizabeth Winthrop-Bowesley, reconocida dama de la alta sociedad gothamita, socia de la Fundación y famosa por su filantropía, mientras ve como los hombres del Sombrero Loco (si así se puede llamar a aquella colección de desarrapados que lo único que tienen en común son sus dispares sombreros).
-Así que muy señores míos, si son tan amables, depositen todos sus objetos de valor en los sacos de mis compañeros. Collares, pendientes, cualquier tipo de joyería. Relojes por supuesto. Pueden quedarse sus carteras, con la cantidad de plástico que deben llevar encima, seguramente no me servirían más que como lastre. Pero mis amigos estarán encantados de recoger el dinero en efectivo que seguramente pensaban entregar a la Fundación... el Señor Wayne y sus socios tienen suficientes efectivos como para poder seguir adelante con sus ayudas y sus comedores sociales sin necesidad de ninguno de ustedes... y estoy seguro de que todos lo saben-dice el Sombrero Loco, mientras recorre la sala, señalando aquí y allá piezas de interés entre las joyas que lucen las asistentes-. ¡Comisario Gordon!-exclama, al ver que James Gordon se encuentra en un rincón de la sala, junto al director empresarial de Industrias Wayne, Lucius Fox-. Un placer, hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Sepa que sus hombres se han portado estupendamente, todos siguen vivos y de momento hemos evitado el tan engorroso derramamiento de sangre...
-Tetch, estos golpes pasaron de moda hace diez años-responde Gordon.
-Pues por eso es el momento de volver a ellos, Comisario-responde el Sombrero Loco, sonriendo-. Se lleva lo retro, lo... ¿cómo lo llaman? ¡Vintage!
Las luces de la sala se apagan de pronto, y hay un grito generalizado de pánico.
-¡Calma!-grita Gordon, temiendo una estampida, o que en un ataque de nervios, Tetch ordenara a sus hombres, controlados por los neurotransmisores de sus sombreros, disparar. Escucha el silbido de algo que pasa volando a su lado, y un quejido procedente de los labios del Sombrerero Loco. Las sombras, proyectada por la iluminación de la ciudad, que llega a través de las grandes cristaleras, parecen moverse y permiten seguir el movimiento de una figura que tiene cierta semejanza con lo que podría ser un murciélago gigante.
-¡Batman! ¡Es Batman!-grita alguien, y algo parecido a una garra vuela desde las manos del enorme murciélago, arrancando los sombreros de tres de los subyugados por Jervis Tetch.
Cuando las luces se vuelven a encender, el Sombrero Loco está en el suelo, sin sentido y enredado en una red, y los hombres que había introducido en la fiesta, aparecían aturdidos. No había rastros de sus sombreros.
De inmediato, Lucius Fox avanzó hacia el estrado, llamando a la calma, mientras los hombres de Gordon se apresuran a limpiar el desaguisado. Alfred Pennyworth, el mayordomo personal de Bruce Wayne es el encargado de comunicar al Comisario Gordon y a Lucius Fox que el señor Wayne ha sido puesto a salvo por el servicio de seguridad privado, y que la fiesta podrá continuar sin él.
Tras solucionar todo lo que tenía que solucionar, y con Elizabeth Winthrop-Bowesley convertida en la anfitriona junto a Fox, James Gordon se escabulle entre las diferentes salas, y coge un ascensor privado, que le lleva hasta la azotea. Como esperaba, allí se encuentra Batman.
-Tus hombres hicieron un buen trabajo-dice, y Gordon asiente-. Se ha tratado de un problema de seguridad interna de Industrias Wayne.
-Estoy seguro de que Wayne encargará a alguien que depure responsabilidades y averigüe cómo Tetch pudo infiltrarse.
-Estoy seguro de que lo hará.
-Supervisaré personalmente su traslado a Arkham-afirma Gordon y Batman asiente.
-Quizá sería conveniente....-comienza a decir Batman, pero el sonido remoto de una explosión y una enorme columna de fuego y humo que se alza en la zona oriental de la ciudad le interrumpen.
-¿Qué demonios...?-farfulla Gordon, mientras Batman observa atónito el horizonte-. ¿De qué...?
-Arkham-sisea Batman-. Es Arkham.
Ciudad de Gotham, Arkham Asylum.
Selina Kyle observa desde una de las azoteas cercanas como el los bomberos y las fuerza de seguridad de la ciudad tratan de apagar el fuego que aún arde con virulencia en buena parte del edificio, aunque comienza a estar controlado. En los rostros de los bomberos y de los policías que rodean el edificio mirando el fuego, Selina puede leer algo que ella misma ni siquiera quiere llegar a plantearse
¿Cuántos han escapado?
-¿Cómo lo hicieron?-pregunta, en apariencia al aire, pero el ondear de una capa a su lado revela que desde hace algunos segundos no estaba sola. Batman se acerca hasta el borde de la cornisa, con los brazos cruzados ante el pecho y el gesto serio.
-Aún lo están investigando-responde él, pero Catwoman sonríe.
-Venga ya, Bruce. Quizá ahí abajo sigan preguntándose como el que debía ser el edificio más seguro de Gotham se ha venido abajo envuelto en llamas, pero dudo que tú no tengas ya tus teorías, que Mister Terrific o el Átomo no hayan ya encontrado alguna prueba, pista o algo parecido.
Batman observa el horizonte hacia el Este, donde el sol comienza a despuntar. Pronto tendrá que abandonar las sombras, pronto la oscuridad será reemplazada por la luz.
-Algo afectó los sistemas informáticos de seguridad, Mister Terrific y Oráculo aún están tratando de averiguar qué. No hubo bombas, fueron los propios generadores del edificio los que se sobrecargaron y estallaron.
-Ah, Jaque Mate está aquí...
-Hay agentes de la agencia rodeando la zona. Gotham se ha convertido en un polvorín, aunque de momento la Realeza ha preferido mantener cierta distancia respecto a lo ocurrido.
-Por eso está aquí él, ¿no?-dice Catwoman, señalando hacia un hombre que está apoyado en un Corvette negro, aparcado a media manzana del Manicomio, con una cazadora de piel de color chocolate, y gafas oscuras incluso aunque no había amanecido-. Sebastien Faust, ¿no? Caballo del Rey Negro. Esto...-señala, haciendo un gesto con el brazo que abarca todo el área de lo que había sido el Asilo de Arkham- va a darnos muchas pesadillas en las próximas semanas, ¿verdad?
Con un simple asentimiento, Batman confirma los peores temores de Catwoman.
-¿Quiénes han escapado?-se atreve finalmente a preguntar.
-Tweedeldee y Tweedeldum. Frío. Hiedra Venenosa. Zsasz. Dos Caras. El Ventrílocuo. Harley Quinn. Firefly. El Ratonero. Los Titanes han detenido a Jane Doe y a Killer Croc, y yo mismo tuve un encuentro con Maxi Zeus y dos de los miembros de su cuadrilla, ya están en camino de Blackgate.
-¿Y el Joker?
-Nadie sabe donde está.
-Podría estar muerto, Bruce-susurra Catwoman, pero él niega con la cabeza.
-Las explosiones tuvieron lugar lejos de las celdas. Los veintitrés cuerpos que se han encontrado pertenecen a doctores, guardias, celadores... No hay ni uno solo de ellos dañado. Ni uno solo. Quien hizo esto, lo hizo sabiendo dónde entraba y cual era su objetivo. Un momento...
Batman se queda quieto un segundo, observando el Armagedón provocado por las llamas, aquel erial de locura y destrucción, y Catwoman siente que todo su cuerpo se tensa como una cuerda de arco. Sin decir nada más, Batman apunta y un cable sale disparado desde el lanzador de su guante, y se arroja de la cornisa, saltando en dirección a las llamas. Catwoman observa en la dirección en la que había estado mirando Batman, y ve algo. Alguien se mueve entre las llamas.
Incluso antes de verla directamente, Batman reconoce aquella silueta recortada entre las llamas. El calor es asfixiante, y por unos momentos Bruce tiene la sensación de que sólo el traje aislante evita que su piel hierva, pero ella se mueve con la gracia de un depredador, como si nada de todo aquel infierno la afectara. De pronto, se detiene entre los escombros y se gira hacia él.
-Suponía que te encontraría aquí-dice ella.
-Shiva-masculla Batman, preparando de inmediato un batarang para arrojarlo, y asegurándose de que está en una posición posible de defender. Tiene enfrente a la que, probablemente sea la mujer más peligrosa del mundo-. No voy siquiera a preguntarte cómo has burlado el cordón policial, quiero saber qué haces aquí. ¿La Liga de Asesinos...?
-Hemos cambiado-le interrumpe ella, y Bruce puede ver algo que jamás había visto en la mirada de Lady Shiva, algo que hace que sienta un escalofrío. Convicción-. Tenemos una misión, y nada nos va a parar. Pero necesitaba mostrarte esto personalmente, murciélago-dice ella, señalando un montón de piedras, bajo el cual, Batman pudo ver que asomaba un mocasín blanco y parte de un pijama del mismo color.
De inmediato Batman da un paso hacia el montón de piedras, y Shiva retrocede, adentrándose entre las llamas. Bruce sabe que alcanzarla no tiene ningún sentido, y si aquella persona que está enterrada entre piedras a escasos de él aún está viva, podría morir. Y alguien más se acerca entre los escombros, aunque reconoce el sonido de los tacones sobre la piedra. Batman se arrodilla junto al cuerpo aplastado por las piedras, y comienza a apartarlas lo más rápido que puede. Cuando Catwoman le alcanza, se une a él.
Selina es la primera en ver un fragmento de la piel del hombre, al apartar una piedra que al parecer había reducido a esquirlas el fémur de aquel hombre. Una piel blanca, de un tono lechoso, que le produce un escalofrío.
-Bruce...-susurra ella, y al reparar en ello, Batman se lanza sobre las piedras que debían tapar el rostro de aquel hombre, y finalmente lo consigue. La piel blanca, los labios rojos como la sangre torcidos en una horrible sonrisa, el cabello de un enfermizo color verdoso, y una esquirla de piedra atravesándole el ojo izquierdo, con todo ese lado de su cara convertido en un amasijo de trozos de hueso y masa encefálica desparramada.
-Dios santo...-masculla Catwoman-. Está muerto.
-Sí-asiente él. El ojo derecho continúa abierto, con un color amarillento insano, repleto de pequeñas venas rojas que trazan sobre él un complejo mapa.
-Deberíamos hacer una fiesta o algo así-masculla Selina.
Batman guarda silencio.
A sus pies, se encuentra el Joker.
Muerto.
DCorreo
Pues nada, aquí comienza. Amanecer en Escarlata será un nuevo evento a desarrollar en DCTopía. La mayor parte de él lo tendréis en Titanes, donde estará la saga en sí, pero habrá números de DC Premiere, JSA, Jaque Mate y Action Comics asociados a esta historia, de la que aquí, sólo habéis visto el principio y el lanzamiento de los interrogantes. O al menos, de parte de ellos. El jefe ya tiene un Checklist, así que para cuando se publique este número, ya tendréis una guía de lectura del evento en el Bullpen, el Facebook, o algún sitio de estos, para que nadie se pierda.
En fin, esto, es sólo el principio, nos queda mucho por ver, y como adelanto... ¡¡en el próximo número de DCPremiere, ni más ni menos que la Liga de la Justicia!! ¿Cuál? Pues la de verdad, la auténtica... Booster Gold, Blue Beetle, Hombre Elástico, Fuego... Y por supuesto, el Detective Marciano, en El Asalto a Nanda Parbat. Todo ello, bajo la enseña de El Amanecer en Escarlata.