BATMAN: LEYENDAS DE LAS CALLES DE GOTHAM #1
Ser Batman
Guión y portada: Christian Cobo Giménez
Co-argumento: David Guirado
Aquella noche siempre la recordará como mas fría de lo normal. Una noche en la que la vida del joven Bruce Wayne tomó un camino diferente que le llevaría a convertirse en una leyenda1.
Tras lo sucedido Bruce supo que camino debía recorrer, de no haber sido por aquel ser encapuchado ahora tanto él como sus padres estarían muertos. Aquella noche se le mostró que una sola persona podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte, y como una manera de mostrar su gratitud, el usaría la vida que le había sido concedida para ayudar a los demás.
Aún habiendo pasado semanas Bruce no podía dejar de pensar en aquella noche que pudo ser trágica y se pasaba las clases intentando dibujar lo que recordaba de su salvador y pensando el motivo por el que alguien se vestiría de una forma tan extraña para salvar a los demás, al fin y al cabo los policías también ayudaban a la gente pero usaban su uniforme reglamentario. De pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por unas carcajadas.
-¡¡¡Eh pelo polla!!! ¿Que escondes ahí?
-Tranquilo que solo queremos jugar contigo, ¡no seas egoísta! ¡Dámela de una puta vez!
Allí unos de los matones del colegio estaban rodeando a un joven afroamericano de espesa cabellera rizada, acercándose mas al corrillo de gente que se había reunido entorno al muchacho comprobó que se trataba de Lucius Fox, un compañero de clase con el que no tenia mucho trato pues siempre a la hora del recreo se iba a un rincón a jugar con la consola, pero a pesar de ello sabia que siempre era amable con los demás y que sacaba las mejores notas de la clase. Lucius estaba acurrucado y con los ojos cerrados aferrándose a su consola, esos canallas debían de haber aprovechado que no había ningún profesor a la vista para acosarle.
Bruce pensó que esta situación requería de su ayuda para evitar el robo, así que se interpuso entre los matones y su víctima gritando que lo dejaran en paz y que se fueran.
Los matones ante su superioridad numérica, de edad y de complexión no lo dudaron y le dieron una buena paliza a los dos chicos tras arrebatarles la consola.
En cuanto se fueron Lucius rompió a llorar.
-¿Por qué me pasa esto siempre a mi? ¿Que voy a hacer en el recreo ahora que no tengo mi consola?-sollozaba el muchacho.
-Bueno...-intentó consolarlo Bruce- puedes jugar conmigo, si quieres.
Aquel día Bruce encontró a quien sería uno de sus mejores amigos y aprendió que solo con buena voluntad no conseguiría nada, tenia que ser mas fuerte para poder protegerlos a todos.
Al día siguiente después de comer Bruce le pregunto a sus padres si podían apuntarlo a clases de artes marciales.
-No Bruce, no me gustan esas cosas tan violentas- exclamo su madre con preocupación-¿Porque que no te apuntas mejor a béisbol? es mas divertido y harás mas amigos.
-Tranquila Martha, un hombre ha de saber defenderse, me parece bien- apuntó el padre.
-Es solo un niño...
-La verdad es que me parece una gran idea hijo, yo mismo te iba a recomendar que hicieras algún deporte, y nada como las artes marciales para aprender disciplina y autocontrol, ¡hecho esta misma tarde vamos al Dojo de Gotham!
Mientras se dirigían en coche en busca de un centro donde su hijo recibiera las tan ansiadas clases, Thomas Wayne estaba cavilando como hacía desde hace un tiempo pues después del asalto frustrado que sufrieron el comportamiento de su hijo había cambiado, ya no era un mocoso malcriado como antes, ahora se le notaba más serio y centrado, por una parte no sabía si alegrarse o preocuparse más, pero después de todo los psicólogos dijeron que Bruce es un chico fuerte y que el suceso no le había repercutido negativamente. De todas formas pensó que la vida es corta y quizás antes había sido muy severo con su hijo, y dado su nuevo comportamiento quizás tendría tratarle mejor y aprovechar los momentos junto a su familia.
Aunque en Gotham había varias escuelas de donde enseñaban artes marciales, existía un Dojo de gran prestigio internacional debido a su fundador conocido como O'Sensei quien perfecciono diversas disciplinas, y basaba sus técnicas en los principios de la versatilidad y del uso práctico del movimiento.
Una vez en el Dojo, Thomas le pregunto a su hijo que clase de arte marcial quería aprender.
-La que sea más fuerte -contestó Bruce sin pensárselo.
-Jujujuju, un jovencito impetuoso- Rió una voz sosegada que denotaba una gran paz interior.
Detrás de ellos surgió un anciano de largo pelo canoso que vestía unas ropas muy sencillas y calzaba unas sandalias de esparto, solo por las reverencias que le hicieron unos estudiantes que también se encontraban en el hall del edificio reconocieron a ese hombre como el O'Sensei.
-Jovencito aquí puedes aprender diversas disciplinas, yo puedo aconsejarte cual es la que mas te conviene pero primero dime ¿Por qué quieres aprender a luchar?
-Para poder defender a los demás. No quiero que nadie sufra ningún daño.
Tras pronunciar estas palabras a Thomas se le paso por la cabeza la imagen de aquella extraña noche, y pensó que quizás si su hijo tenia mas confianza en si mismo cosa que le aportaría el saber defenderse podría superar lo de aquella noche sin que le cree algún trauma. Por ese motivo decidió que le apoyaría en todo esto.
-Buen chico... aquí podrás aprender muchas técnicas defensivas, te recomiendo el aikido, no es propiamente un arte marcial es mas un estilo de vida para traer la paz a uno mismo y a los demás, no se trata de derrotar al oponente si no de hacerse uno con él y reducirlo, para eso tenemos unos principios básicos que son ganar el centro de gravedad del oponente, no oponer nunca la fuerza contra la fuerza, controlar la respiración y relajarse para canalizar tanto nuestro ki como el del otro... por tu cara veo que no te convence muchacho, vayamos al tatami y te lo mostraré.
Una vez allí le pidió que se arrodillase frente a él, tras saludarse le dijo que se alzara y le empujara con todas sus fuerzas apoyando sus manos sobre sus hombros. Bruce obedeció y le empujó derribando al anciano.
-Ves es fácil derribar a alguien, desequilibrando su centro de gravedad, ahora probemos otra vez.
Esta vez el anciano colocó sus dedos indicies bajo los antebrazos de el joven, que sintió como si estuviese intentando mover una montaña.
-¿Sorprendido? Al colocar simplemente mis dedos sobre ti he cerrado el circuito de ki entre los dos devolviéndote toda la fuerza que me proyectas, pero vamos a hacerlo más difícil, vosotros dos ayudadle - dijo refiriéndose a unos alumnos que estaban mirando.
Los tres empujaron con todas sus fuerzas lo que hizo que el anciano cediese un poco, pero enseguida le bastó con corregir la posición de sus dedos bajándolos un centímetro más abajo para recuperar el equilibrio del centro de gravedad.
-Equilibrio, control del centro de gravedad, y movimiento circular, con eso no te hará falta fuerza pues la propia de tu oponente será la que le derribará- dijo mientras se alzaba y con un ligero apoyo sobre la muñeca y el brazo de Bruce lo guió sin forzarle de ningún modo hasta dejarlo caer sobre el suelo e hizo lo mismo con los otros dos.
Tras la demostración del sensei pensó que eso es lo que él quería, algo que le permitiera proteger su vida, la de los demás e incluso la de los malhechores.
Pasaron cinco años. La vida de Bruce transcurría placidamente, iba a las clases, y el tiempo libre lo empleaba en ir con sus amigos, uno con el que tenía una gran amistad era Tommy Elliot2, su carácter y su fortuna había hecho que muchos le temieran pero Tommy no, nunca tuvo problema para plantarle cara y hablar tranquilamente con él, así al poco surgió entre los dos un fuerte vinculo, eran como hermanos. Muchas veces se quedaban en el cuarto de Bruce jugando al Stratego juego que se le daba genial a su amigo pues él pensaba que solo atacando poderosamente ganaría y Tommy le demostraba una y otra vez que analizando al oponente podía obtener una victoria segura. Se les pasaba el tiempo tan rápido que muchas veces acababa por quedarse a dormir en su casa.
El trío de amigos formado por Bruce, Lucius y Tommy se lo pasaban en grande, entre la pericia informática de Lucius, los juegos ingeniosos y ocurrencias que tenia Tommy y la capacidad de Bruce para llevar a cabo cualquier idea que propusieran les garantizaban una diversión sin fin.
Además de su vida social, salía a correr para ser más veloz e iba a los entrenamientos de aikido al dojo. Los entrenamientos le iban francamente bien, se notaba que Bruce se lo tomaba en serio, su fuerte determinación y su fuerza de voluntad le llevaban a entrenar mas que los demás y a perfeccionar las técnicas a base de repetirlas una y otra vez poniendo en ello la máxima concentración. Cada examen era un cinturón mas que conseguía y fue dejando atrás rápidamente a compañeros con los que empezó y se llevo el halago y admiración de los maestros y compañeros, no obstante las envidias no tardaron en surgir y uno de los maestros que enseñaba karate al oír hablar de la habilidad de Bruce y de que era considerado como el pupilo preferido de O'Sensei decidió al acabar las clases retarle a un duelo, pues no podía permitir que en el dojo hubiese otro genio de las artes marciales que no fuera el.
-Tete crees mumumuy listo quedándote a entrenar despupués de clases ¿eh?- pronunció tartamudeando el karateca de aspecto rudo que continuó provocando a Bruce.
-Yo sosoy el úniiiico genio de este dojo, ¿cococo correcto? voy a enseñarte algoo de hummildad.
-¿Crees que pupuedes vencerme? El aikido es para maricas que les gusta babailar agarrados de otros hombres, vamos mamariquita baila coconmigo un rato.
Bruce había permanecido en silencio, escuchando el monologo que el tartamudo se empeñaba en alargar innecesariamente y aceptó el combate. Se saludaron y a Bruce no le dio tiempo a esquivar la patada lateral que le lanzó su oponente derribándole en el suelo, Bruce se levantó e intentó acercarse para realizarle una llave a su oponente cuando lanzara su siguiente ataque, y aunque paro el puño de su rival, no pudo inmovilizarlo pues este fue más rápido y se deshizo del agarre de Bruce propinándole un puñetazo tras otro hasta que cayó al suelo, entonces se puso sobre él para inmovilizarlo y le obligó a que reconociera quién era el mejor. Bruce a regañadientes aceptó su derrota. Y el karateca alzó a Bruce del suelo, le dio una palmada en el trasero y le dijo que se fuera a su casa.
Desde ese día el comportamiento de Bruce en los entrenamientos cambio radicalmente, acusaba al instructor de no enseñarle las mejores técnicas y cuando trataba de explicarle que necesitaba una base mas solida antes de empezar con movimientos mas avanzados este le decía que el podía aprender cualquier cosa que le enseñaran, al final cedió a enseñarle cosas de nivel superior pero él seguía insatisfecho y decía que quizás el aikido no servía para lo que quería, que era humillante saber solo defenderse y ni siquiera eso fuera suficiente para hacer frente a alguien en un combate.
Así transcurrieron unos meses hasta que un día vino un antiguo alumno de O'Sensei a impartir una clase magistral. Se llamaba Damian Head y por lo que contaban era uno de los luchadores mas poderosos llegando incluso a superar a su propio maestro, había logrado dominar diferentes estilos de lucha y creado algunos propios, pero no le gustaba seguir las instituciones académicas, eso de hacer exámenes y obtener cinturones de colores no era lo suyo, para él recorrer el mundo derrotando a maestros de la lucha y aprendiendo nuevos movimientos era suficiente.
El luchador trotamundos salió del despacho del que fue su mentor y después de recordar viejos tiempos y hablar de cómo les trataba la vida, por curiosidad fue a ver como entrenaban los mas jóvenes y no pudo evitar fijarse en Bruce, que a su edad tenia un habilidad asombrosa y ese carácter rebelde provocado por la frustración de no poder aprender mas con el que no paraba de atosigar a su maestro le hizo dar media vuelta y volver a hablar con su antiguo amigo.
-Ese chico... quiero que asista a mi clase.
-Debí de haberme imaginado que sucedería algo así... ¿te refieres a Bruce Wayne? Sabes que la clase estaba reservada para los cinturones negros... pero supongo que no vas a parar de insistir hasta que lo consigas, ¿verdad?
-¡Veo que me conoces viejo!
Llego el día de la clase, a la que Bruce asistió entusiasmado pues le habían llegado rumores acerca de aquel luchador y deseaba aprender todo lo que pudiera de él. Su aspecto era bastante imponente, era alto, tenía un cuerpo curtido de luchador, incluso a través del karategi se podía vislumbrar cicatrices en su tez morena. Además un solo vistazo a su rostro bastaba para intimidar, tenía una mirada profunda y aunque parecía joven y estar en la veintena de años, con su melena oscura y desaliñada de la cual surgían mechones de canas que ocultaba tras las orejas y sumados a esa excéntrica perilla que lucia no podía determinar correctamente su edad.
Después del tradicional saludo y los correspondientes estiramientos los dividió en grupos según disciplinas y les iba enseñando progresivamente diferentes técnicas de avanzado nivel, una vez lograron mas o menos dominarlas, les reto individualmente a un combate de práctica derrotando a todos ellos, incluso después les reto a todos a la vez y volvió a derrotarlos.
-No tiene secreto... bueno si tiene uno pero es secreto-dijo entre una gran carcajada- Pero se puede conseguir este nivel, entrenando y repitiendo cada movimiento millones de veces hasta que el cuerpo lo memorice y puedas aplicarlo instintivamente en un combate real, además también requiere de mucha concentración y saber como moverte en el campo de batalla... además, cuando habéis venido todos a por mi al principio os entorpecisteis entre vosotros y a mi me a bastado con esquivaros para que os golpearais los unos a los otros y para cuando os disteis cuenta me empezasteis a atacar uno tras otro dándome otra vez la ventaja del combate individual. Pero no es culpa vuestra al fin y al cabo os entrenáis para combates individuales tampoco sabéis trabajar en equipo... por eso mismo deje los tatamis y empecé a recorrer las calles allí es donde se demuestra la autentica fuerza.
Bruce lo escuchaba maravillado, es el maestro que andaba buscando.
Al acabar la clase se quedo esperando a que saliese para hablar con el a solas.
- Señor Damian necesito que me entrenes, ¡por favor!
-Lo siento chico pero yo no tengo alumnos, además solo estoy en Gotham temporalmente para arreglar unos asuntillos... y de paso el viejo me da algo de pasta por dar estas clases.
-¡Por favor te lo ruego! Necesito ser tan fuerte como tu...
-¿Lo necesitas?
-Si, se lo debo a alguien... digamos que es una promesa, necesito poder defender a quien sea de quien sea.
-No te entiendo chico, pero de todos modos esta fuerza no se consigue de la noche a la mañana, requiere muchos años de sacrificio.
-Estoy dispuesto a esforzarme y a sacrificarme, haré todo lo que me pidas entrenaré todo el tiempo que haga falta, además el dinero no es problema mi padre podría contratarte como entrenador personal, incluso podríamos entrenar en el gimnasio que tengo en casa.
-¿Gimnasio en casa? ¿Donde vives?
-En la mansión Wayne.
-Mmmm el dinero me vendría bien- Dijo pensando en todas las veces que había tenido que participar en peleas clandestinas para reunir dinero para poder seguir viajando o incluso para poder llevarse algo a la boca-, pero nunca he tomado a un discípulo para entrenarlo, no es algo que vaya conmigo, de todas formas te he visto luchar y lo haces muy bien, la capacidad con la que asimilas las técnicas, ¡santo cielo! Si casi as dominado la que os he enseñado hoy... ojala hubiese mas gente como tu este mundo, seria mas interesante con rivales tan capaces como tu... de hecho y bien pensado si te entreno lo suficientemente bien quizás algún día seas capaz de derrotarme, por si no lo sabes llevo mas de diez años invicto desde que perdí un combate contra el viejo y esto se esta poniendo un poco aburrido. Sabes creo que prolongaré mi estancia aquí para enseñarte algo.
Transcurrieron dos años a cargo del entrenamiento de Damian.
Entrenaba día y noche, le sometía a una dieta estricta, le retiro las comodidades de su hogar para acostúmbralo al trabajo duro e incluso amenazó a su mayordomo Alfred para que al menos dejara que la ropa de entrenamiento tuviera que lavársela él a mano. Eran imprescindibles ejercicios para tonificar su cuerpo, mejorar sus reflejos y aumentar su velocidad y agilidad, y no solo eso, entrenaba su mente para que fuera capaz de dar el máximo posible de el mismo, le enseño a no temer al dolor, a tener la mente fría en un combate y no dejarse llevar por las emociones, a tener todos los sentidos agudizados para lo que tenía que hacer.
Para enseñarle a optimizar sus movimientos le enseño diversas técnicas de diferentes artes marciales básicamente para atacar le enseño movimientos de ninjutsu y para cuando quisiera dar golpes rápidos mas contundentes le enseño ataques de muay thai que usa los codos y las rodillas por lo que al utilizar una parte roma el golpe resulta más duro y doloroso, dar patadas de taekwondo también le resultaría muy beneficioso debido la potencia de estas, además de los reflejos y golpes específicos del jeet kune do. Como ya tenía experiencia en aikido a la hora de defenderse le enseño jiu jitsu el arte del que evolucionó el aikido o el judo para realizar proyecciones e inmovilizaciones. Estas técnicas tenían como objetivo proporcionarle un estilo de lucha aparentemente sin oberturas y completo, y el hecho de enseñarle a economizar sus movimientos para que sean menos floridos pero más rápidos lo hacía aun más efectivo.
Cada día que pasaba, Bruce superaba los limites que había superado el día anterior, su evolución bajo la tutela de este entrenador fue acelerada exponencialmente, debido a su gran determinación y fuerza de voluntad para seguir este entrenamiento le permitió asimilar la experiencia que su maestro había adquirido a lo largo de sus viajes por el mundo.
Pasaron 2 años más. Bruce Wayne entrenó duro, y aprovecho al máximo toda la sabiduría que aprendía de su maestro, después de los entrenamientos este le hablaba con todo lujo de detalles de algunas de sus aventuras recorriendo el mundo, de las maravillas y miserias que había visto y de las cosas increíbles que había experimentado. Esto despertó en Bruce la idea de viajar también por el mundo pero al pensarlo detenidamente supo que su lugar era Gotham donde estaban sus padres y era la ciudad que había jurado proteger.
Bruce anotó todas las tácticas de combate, cada ejercicio, movimiento y programa de entrenamiento, pues en el fondo sabia que su maestro con el que había trabado una gran amistad no se quedaría para siempre, en sus relatos se podía entrever que añoraba aquella vida, y sabia que esto tarde o temprano se acabaría.
El 19 de febrero Bruce cumplió dieciocho años, para celebrarlo sus padres le prepararon una fiesta con sus amigos entre los cuales estaban Lucius Fox, Vicky Vale y la chica que siempre le había gustado Julie Madison, desgraciadamente Tommy Elliot no pudo asistir, desde que sus padres sufrieron aquel accidente su comportamiento se volvió más conflictivo de lo normal y acabó por marcharse de la ciudad.
Hubo música, fiesta en el jardín y se comió tarta, entre los muchos regalos que se hicieron, su padre le dio una cajita, al abrirla encontró unas llaves y se quedo extrañado mirando a su padre.
-¡No se tu, pero yo hace tiempo que esperaba este día! Cuando eras pequeño te prometí que te regalaría tu moto favorita al cumplir los 18. ¡Feliz cumpleaños!
Abrió la puerta del garaje y apareció ante los presentes una flamante Kawasaki Ninja de 400 centímetros cúbicos de color negro, incluso pese la indiferencia que Julie había mostrado durante toda la fiesta se vio obligada a arquear una ceja como muestra de asombro.
-Pero eso no es todo hijo - dijo su padre entre susurros - cuando acabe la fiesta tú y yo tenemos que coger un vuelo.
Y unas horas mas tarde estaban los dos en uno de los mejores casinos de Las Vegas.
-Esta noche Ted Grant pelea por el titulo de los pesos pesados, ¡será algo espectacular! Me alegra poder compartir esto contigo hijo.- dijo un emocionado Thomas Wayne al comprobar que podía estrechar lazos con su hijo ahora que ya era todo un hombre y podían compartir sus gustos y aficiones.
Y tras el espectacular combate que termino con la victoria de Grant y aprovechando que su padre había bebido alguna cerveza de mas le hizo una pregunta.
- ¿Papa puedo aprender a boxear?
-¡¡Pues claro hijo!! Un hombre debe saber boxear, así apreciaras mejor los combates, ¿te he contado que de joven solía boxear? Lo deje porque tenia que hacerme cargo de la empresa, además a tus abuelos nunca les gusto mucho, pero yo no seré así, ¡si tu quieres hacer algo tienes todo mi apoyo! Aaahh Las Vegas, que gran ciudad, ojala tuviera un casino...- Su padre continuo haciendo exaltación de los vínculos paterno-filiales hasta que se quedo dormido en el avión.
Aunque Damian le había enseñado algo de boxeo pensó que podría apuntarse a un gimnasio que había en Gotham del cuál Ted Grant era propietario y aunque no era él quien lo dirigía pasaba por allí de vez en cuando, seguramente el también podría enseñarle algo útil.
En efecto un par de meses después de su decimoctavo aniversario sucedió lo que Bruce mas temía.
-Colega, mucho me temo que se nos va a acabar el pasar tiempo juntos- dijo el maestro a su alumno mientras ponía la mano en su hombro- Ha surgido algo y tengo que marcharme ya no puedo estar mas tiempo aquí.
-¿Pero cuando vas a volver?- le pregunto Bruce.
-Esto es un adiós, no un hasta luego.
-¿Como que no vas a volver? ¿Tan importante es lo que vas a hacer que te vas a pasar allí toda la vida? ¿O es que ya te has aburrido de estar conmigo? ¡Pensé que éramos amigos!- dijo exaltado
-No es eso chico, ha sido todo un placer conocerte, nunca me había tomado enserio eso de enseñar hasta que te conocí, y se que harás buen uso de lo que te he enseñado. Y si, para mi es importante lo que tengo que hacer y para que lo sepas, cada viaje que emprendo lo hago sin saber si voy a vivir o a morir en el camino.
-¡Entonces me iré contigo!- exclamo bruce con determinación.
-Jajaja gracias, pero serias un estorbo, quizás con un par de años mas de entrenamiento serias un buen compañero de viaje, aunque de todos modos no creo que tus padres te lo permitieran, el año que viene entraras en la universidad y acabaras heredando Industrias Wayne, no esta mal tienes un buen futuro.
-¡Pero eso no es lo que yo quiero! Yo quiero...-Bruce no termino la frase- ¿Bueno y que es lo que vas a hacer?- Dijo cambiando de tema rápidamente.
-Jeje yo también tengo mis secretos- le dijo guiñándole un ojo.
A las pocos días Damian se marchó, no sin antes dándole los últimos consejos de cómo seguir su entrenamiento ahora que no estaría el, le recomendó que volviera al Dojo, al menos tendría sparrings para entrenar, eso si, por su cuenta debería de seguir la rutina que se había marcado hasta ahora y exigirse cada día un poco mas.
También le dijo que si alguna vez necesitaba comunicarse con el, la única persona que podría contactarle seria Sensei pero que solo debía hacerlo en una situación de vida o muerte y aun así no era seguro que pudiese acudir a su llamada. Además le hizo un último regalo de despedida.
-Chico como me tengo que ir antes de lo previsto te dejo las llaves de mi apartamento, esta pagado por un par de meses y ya que no me devuelven ni la fianza, aprovéchalo tu, puedes llevarte a alguna titi para zumbártela ¡jajaja eso también forma parte del camino del guerrero!
Tras darle un codazo se marcho, con la esperanza de encontrarse algún día con su pupilo convertido en un gran luchador, incluso en su interior pensó, que ojala le sobrepasara, si no estos años habrían sido en balde.
Y Bruce sosteniendo las llaves que su maestro le había dado se prometió que la próxima vez que sus caminos se cruzaran haría que se sintiera orgulloso de el, y para ello iba a poner en marcha lo que siempre había querido hacer, honrar la memoria de aquel salvador enmascarado y para ello se haría un uniforme igual que el suyo.
El problema es que si quería combatir el crimen, necesitaría algo mas que un disfraz de licra, necesitaría un tejido que le salvaguardara de golpes, cortes, fuego, incluso balas y sabía exactamente que era y de donde podía obtenerlo, el kevlar el material con el que se fabrican los chalecos antibalas y los trajes aislantes de los bomberos le serviría, y esto lo sabia porque su padre se lo contó, ya que es uno de los materiales que se produce en la división química de Industrias Wayne. Ahora bien, había un par de problemas, uno fácil y otro difícil.
El fácil era burlar los sistemas de seguridad gracias a que conocía el edificio y a sus habilidades de ninja, el difícil era el dilema moral de robar a su padre, pero tras pensarlo bien, llego a la conclusión lógica de que realmente estaría tomando prestado algo que en un futuro seria suyo, así pues lo consideraría como una inversión, y además estaba seguro que en el fondo su padre le apoyaría en esta decisión como siempre le había apoyado en todo, dijo recordando las palabras que este le había dicho en su cumpleaños, pero por si a caso no se lo diría, más le valdría llevar este asunto en secreto.
Salió por la noche con su moto, para ir al polígono industrial a las afueras de Gotham donde estaba la empresa de su padre. Aparcó la moto y saltó la valla que rodeaba el edificio central, escaló la pared hasta subir por una ventana del piso superior que se quedó entre abierta, cargado con un saco se dirigió al almacén donde se sintió como un niño en una tienda de chuches, allí había todo lo que necesitaba, un traje de kevlar que fabricaban para el ejercito que él mismo adaptaría y para ello necesitaría varios metros de ese textil para hacerse la capa y las modificaciones del traje que considerara oportunas, unos guantes, botas, un cinturón de herramientas que le vendría bien para llevar algunos útiles como los que encontró en otro de los almacenes, cuerdas de kevlar súper resistentes, mascaras antigás de las que usaban los empleados de la planta, y demás objetos que creyó que podían serle útiles en un futuro.
Una vez aprovisionado salió discretamente por donde había entrado, utilizando la cuerda que había tomado prestada para bajar de la ventana, lanzó el saco a través de la valla y se marcho de allí a toda prisa sin ni siquiera llamar la atención del vigilante nocturno, pensó que tan poca seguridad podría causarle a su padre un disgusto algún día de estos.
Dejó todo el material en el apartamento de su maestro y pasó arduas semanas confeccionando el traje, acolchando el interior para amortiguar los golpes y endureciendo el exterior para resultar mas contundente, y adaptándolo para tomar la apariencia del ser que le salvo la vida años atrás, una vez listo tiñó las prendas de los colores adecuados pues el traje quedaba bastante llamativo del color amarillo del kevlar que uso para la capa y los guantes.
Una vez acabado, se lo probó y vio que le quedaba como un guante, lucia magnifico, era el vivo retrato del misterioso encapuchado, todo emocionado empezó a hacer un poco de boxeo sombra observando su reflejo en el espejo... y se dio cuenta de que la capa le estorbaba, no estaba acostumbrado a cargar con ella, quizás era demasiado larga o seria que pesaba mas de lo que se imaginaba, a partir de ahora debería entrenar siempre con una capa puesta para acostumbrarse a ella o ya se veía enredado en ella mientras un malhechor le atizaba patadas en el suelo. De momento usaría esta, pero tendría que confeccionarse otro manto que se ajustara mejor a sus necesidades.
Unos meses después una vez hubo acabado los exámenes y se matriculó en la Universidad de Gotham pensó que era el momento idóneo para hacer la primera toma de contacto, saldría una noche con el traje puesto que ahora guardaba en el trastero de la mansión, un lugar al que nadie entraba excepto su mayordomo Alfred en contadas ocasiones pues ya había vencido el alquiler del apartamento que usaba de base secreta, y en el hipotético caso de que alguien lo encontrara solo tenia que decir que era un disfraz de halloween y esperar a que se tragaran tal patraña.
Tras enfrentarse con el villano conocido como Luciérnaga3, salió de casa con el traje puesto debajo de la ropa y la capucha en una bolsa, se cambio en un maloliente callejón oscuro y solitario. Echó un vistazo fuera del callejón, había un par de personas paseando a lo lejos en la calle, ¡Dios, el corazón le iba a estallar! notó como el estomago se le revolvia, dio un paso fuera exponiéndose a la luz de las farolas y enseguida se volvió a meter, sudando miró a su alrededor, vio una escalerilla de emergencia y sin pensárselo trepo por ella hacia los tejados de la ciudad y empezó a correr lo mas rápido que podía, saltando y deslizándose por ellos se dedicó a recorrer la ciudad como una sombra, sudando todo el miedo, la emoción y el nerviosismo que le provocaba el hecho de saber que a partir de aquella noche su vida había cambiado y no había marcha atrás, cuando no pudo más se tumbó en el suelo exhalando fuertemente contemplando el cielo iluminado por la ciudad. De repente pasó volando un murciélago y Bruce Wayne echó a reír.
FIN DEL EPISODIO
1.- Batman 500 USA (Clásicos DC: Batman Nº6 de Planeta De Agostini)
2.- Batman 609 USA, la parte del Flashback (Batman: Silencio ya sea en edición de Norma Editorial o Planeta De Agostini)
3.- En el primer número de Batman: La Leyenda.
CARTAS CALLEJERAS
Con este número se inicia el spin-off de Batman la Leyenda al que hemos titulado Leyendas de las Calles de Gotham, el objetivo de estos relatos es ir completando hechos del pasado de los personajes o bien historias que se suceden paralelamente y no tienen cabida en la serie regular. Los guionistas seremos Cristian Cobo y David Guirado, los cuales nos iremos turnando por episodios. ¡Esperemos que sea de vuestro agrado!