BATMAN: LA LEYENDA #1
Primera noche
Guión: David Guirado Lozano
Portada y co-argumento: Christian Cobo Giménez
El sueño siempre es el mismo.
Bruce Wayne vuelve a tener 8 años. Esta yendo al cine con sus padres, Thomas y Martha. Cuando de pronto un hombre armado con una pistola les intenta atracar. Todo parecía perdido cuando el ratero saca una pistola. El joven Bruce veía todo perdido, la muerte iba a llegar inminentemente.
Pero de pronto una figura enmascarada, un cruzado con capa sale de entre las sombras, reduciendo al atracador mientras grita incesantemente "¡Esta vez no les he fallado!".
La figura misteriosa, ataviada como si fuese un murciélago era algo ajeno a la realidad que Bruce Wayne nunca había visto en su joven vida.
Esa noche, aprendió lo que era la muerte. Y que está se podía evitar al menos temporalmente, y fruto de un sentimiento de gratitud hacia ese ser alado que le había salvado la vida, Bruce Wayne tomó una decisión que le marcaría la vida1.
Pero eso fue hace 9, casi diez años.
- Buenos días, joven señor.
Quien despierta a Bruce Wayne es Alfred Pennyworth estilizado mayordomo inglés, que permanece al servicio de sus padres, desde hace años.
- Si el joven amo, me permite, me aviso de que le despertase a las 9 para que pudiese desayunar con sus padres antes de acudir a su almuerzo con el señor Fox.
- Muchas gracias, Al. No se que haría sin ti, espetó agradecido Bruce.
- Probablemente, dijo Alfred sonriendo, si el señor me permite la expresión se pasaría el día durmiendo "la mona".
Bruce le dedicó una sonrisa a su mayordomo, al que trataba con gran afecto, como si de un familiar más se tratase.
Tras abandonar Alfred la estancia, procedió a vestirse, mientras pensaba "Se acerca ya pronto el día, llevo casi diez años entrenando, en secreto en casa, con maestros particulares, como ese Ted Grant, a escondidas". "Ya me siento preparado".
Minutos después bajó al salón donde vio a sus padres con temple un tanto serio.
- ¿Ocurre algo, mama?
- Oh no, Bruce, nada que deba preocuparte, cosas de la fábrica de tu padre.
- Martha, te preocupas demasiado por el chico. Es fuerte como un roble y aguanta lo que sea, dijo un orgulloso Thomas que sacudía afectuosamente un fraternal puñetazo en el brazo a su hijo.
- Hijo, le dijo su madre a Bruce, tu padre tiene razón. Disfruta este verano que de aquí apenas dos meses, entrarás en la Universidad.
- Y si puede ser, Bruce, a ver si encuentras una jovencita que este a tu lado, añadió Thomas Wayne.
- ¡Thomas! Eres de lo que no hay, dijo una Martha agarrada al brazo de su esposo.
Bruce contemplaba la escena contento, feliz de poder vivir estos momentos con su familia. Engulló el desayuno que le servia Alfred, se despidió afectuosamente de sus padres y salio por la puerta principal de la Mansión Wayne.
Una vez se quedaron solos, Martha dijo a Thomas:
- No te preocupes, querido. Es mejor no preocupar al chico, diciéndole que hoy saldría libre Moxon.
Mientras tanto, un coche espera enfrente de las Fat Towers, los edificios más altos del centro de Gotham. Un hombre estaba apoyado en el coche. Se trataba de Franchesco Monaguigui, un criminal ítaloamericano, de aspecto bastante simplón. Regordete, casi calvo, con gafas y con ojos diminutos. La boca casi eternamente abierta y los problemas intestinales, son los rasgos que caracterizaban a este ser.
De pronto, otro coche llegó a su lado. De él se bajaron el chofer, además de un rostro casi olvidado entre los Gothamitas: Lew Moxon. Este hombre, casi anciano ya, de aspecto muy descuidado, acababa de salir de prisión, tras cumplir sentencia por contratar a un matón para que liquidará a los Wayne, siendo acusado del intento de asesinato, además de por otras docenas de delitos. Sin embargo, su abogado, le había conseguido recortar enormemente la sentencia.
En su ausencia, Monaguigui se había ocupado de dirigir el negocio y las redes criminales de Moxon, y de expandir su negocio de compañía de transportes en Canal Street hasta convertirlo en toda una multinacional.
- Moxon, se te ve bien, dijo Monaguigui.
- No seas condescendiente, Mona. Ese misterioso encapuchado, provocó que acabase en la cárcel y ahora ha llegado el turno de vengarme, tanto de él, como de los Wayne y cumplir lo que empecé hace años. ¿Has estado investigando?
- Si, Moxon. De hecho, celebraremos tu retorno a lo grande. He contratado a un pirado obsesionado por el fuego, un pirómano, vamos. Se llama Garfield Lynns, pero le gusta usar el nombre código de "Luciérnaga". Empezaremos, por hacerles sufrir, perdiendo su negocio. Le mandaremos achicharrar Industrias Wayne esta misma noche.
- ¿Sabe hacer su trabajo?, preguntó Moxon.
- Oh, si, dijo Monaguigui gozando, con la boca abierta cayéndole un hilillo de saliva. Lo he estado usando para extorsionar a varios pequeños negocios locales. Cuando una gasolinera, se negó al pago, la abrasó por completo, llevándose de paso al infierno a un calvo, que chillaba absurdeces como que trabajaba para su tío, que su horario era de ocho de la mañana a diez de la noche, pero que su turno era de 22 horas diarias. Hay que ver lo que delira la gente antes de morir.
- Excelente, por fin podré empezar a vengarme de Wayne, de una vez por todas. Por su culpa, ya he sido encarcelado dos veces. Una en la que me delató, tras sacarme una bala que recibí en la huida de un banco2, y otra años después, al se perseguido por su causa por el hombre alado, cuando iba a mandarle ejecutar3. E incluso desde la cárcel siempre se me ha negado la venganza. Pero ya llegó la hora.
En ese momento, Bruce se encontraba almorzando junto a su amigo Lucius Fox en el club Iceberg, uno de los más prestigiosos de Gotham. Pero estaba distraído. Ni siquiera la presencia en una mesa cercana de Julie Madison, por quién Bruce perdía la cabeza, acompañada de su novio, el chulo y prepotente Roman Sionis, lograba evadirlo de sus pensamientos. Hoy había llegado el momento.
Al caer la noche, Bruce cogió su coche se dedicó a recorrer las calles de Gotham en un motocicleta, pensando en muchas cosas. Es los entrenamientos a los que se había sometido, en la figura alada que salvó la vida a sus padres, la cuál parecía un hombre murciélago. Un Batman. En su honor, para salvar la vida de familias, como la suya había sido salvada, se fue construyendo con el paso de los años un traje a su imagen y semejanza, de materiales aislantes, ligeros pero resistentes. Había utilizado para ello los recursos, en secreto, de las Industrias Wayne. La noche anterior había acabado de fabricar una capa como la de ese hombre misterioso.
Sentía que había llegado el momento, de empezar a usar sus conocimientos adquiridos, por lo que había guardado el traje en un compartimento de la motocicleta, debajo del asiento, se había vestido de cuero negro, con un casco que le impedía ser reconocido, y se dedicó a patrullar Gotham, hasta encontrar alguna situación que requiriese su intervención.
La ocasión llegó cuando al pasar cerca de un edificio de Industrias Wayne, una de las fábricas; vio a un hombre pasar por el exterior, llevando alguna especie de uniforme extraño, armado con un lanzallamas.
Mientras ocurría esto, con rapidez Bruce Wayne había aparcado su moto una manzana detrás, escondida en un callejón y a una distancia prudencial de la fábrica .Se encontraba ávido de entrar acción, puesto que sospechaba que las intenciones de ese individuo eran destructivas.
Garfield Lynns era un pirómano, obsesionado desde su tierna infancia con el fuego. Deso pequeño, se divertía quemando cosas y seres vivos con un mechero. Desde hacía unos pocos años, lo hacía por un salario, usando el nombre código de Luciérnaga. Ataviado con un traje protector, y una máscara de gas, se había estado dedicando a quemar cosas por órdenes de Monaguigui.
Tras derribar de una patada la vieja puerta trasera, usando cierta fuerza extra que le daba el traje protector que usaba, Lynns entró y usando el lanzallamas con el que se encontraba equipado, empezó a disparar un par de ráfagas al interior de la fábrica.
Mientras tanto Bruce se había colocado su uniforme, sintiendo como un escalofrío recorría su cuerpo. Había ido corriendo, entrando por la puerta destrozada. Lanzó un grito para llamar la atención del intruso, provocando que Lynns se girase.
El recién uniformado Bruce, se plantó delante de Luciérnaga, quien se quedó contemplándolo con asombro, con incredulidad de que alguien así pudiese existir.
Garfield pensó "Otra cosa nueva que quemar" y le disparó instintivamente con su lanzallamas.
Bruce rápidamente rodó hacia un lado esquivándolo, mientras pensaba "con este, el elemento intimidatorio no ha funcionado".
- ¿Quién eres? Bramaba Luciérnaga, mientras enfurecido disparaba una y otra vez ráfagas ardientes. Una de ellas, dio a una cañería cerca del techo, lo que provocó que se llenase de gas la habitación.
Ese efecto cegador, hizo posible que Bruce se deslizase detrás del pirómano, apareciese a su espalda y pronunciase con una voz grave y perturbadora:
- Soy Batman.
Esa fue la primera vez que Bruce Wayne pronunció ante nadie el nombre por el que sería conocido a partir de ahora.
Tras esto, le propinó un puñetazo en toda la cara a Luciérnaga. La mascara aislante, le proporciona protección al villano, por lo que este se recupero rápidamente, apartando de una patada al recién nombrado Batman.
- ¿Así que Batman? Nunca he quemado a ningún Batman… Hasta ahora.
Acto seguido, Bruce se cubrió con su capa, protegiéndole de las llamas, y alegrándose este de haberla fabricado de material aislante.
Rápidamente, Batman le propinó una patada a la cara del pirómano, lo que provoco que este se enfureciese más.
Mientras se aproximaba ajustando el lanzallamas a potencia máxima, Bruce reconoció el material que contenía un bidón cercano a él, lanzándoselo velozmente de una patada.
Instintivamente, Luciérnaga abrasó el bidón, explotando el mismo. La explosión no dañó de gravedad a Garfield Lynns, pero si resquebrajó lo suficiente su máscara lo suficiente como para quedar al descubierto. Esta circunstancia bastó para que Batman pudiese acercase a él y le asestase una sucesión de puñetazos que bastaron para noquearlo, puesto que ahora notaba los golpes.
De pronto, empezaron a oírse unas sirenas de coches de policía y de los bomberos, al exterior de la fábrica. Bruce dudo un instante, sobre si huir, pero eligió otro camino. Salió fuera, agarrando al inconsciente Garfield Lynns. Pudo apreciar la reacción de los policías, con una mezcla de sorpresa y pánico. Algunos incluso sacaron su teléfono móvil y lo grababan y fotografiaban. Mientras, los bomberos entraron en la fábrica, apagando los fuegos encendidos.
Entre los policías que acudieron, estaba el comisario Gordon, quien dedicó a Batman una mirada de asombro y reconocimiento, pensando que se trataba de la misma persona que conoció hace diez años, sin sospechar que ese era un Batman de una Tierra Alternativa.
- Este pirómano, ha sido el que ha provocado esto, dijo Bruce, rompiendo el silencio y las miradas de asombro.
- ¿Quién eres? Pregunto uno de los policías.
- De momento solo necesitáis saber que me llamo Batman y estaré ahí siempre que haga falta.
Tras esto, empezó a correr, perdiéndose en la noche.
- ¿Lo perseguimos, Comi?, preguntó otro policía.
- No, Bullock. Al menos, concentrémonos en ayudar a sofocar el incendio. Pero muy pronto, he de tener una conversación con él.
Mientras Bruce se subió a su motocicleta y se cambiaba de ropa, no cesaba de repetirse que su vida había cambiado para siempre, y que él podía marcar la diferencia. Forjando su propia leyenda. La Leyenda de Batman.
1.- Esto pasó en Batman Nº 500 USA (Clásicos DC: Batman Nº 6 de Planeta De Agostini).
2.- La parte ambientada en el pasado del Detective Cómics Nº 235 USA (Batman: Los Archivos Negros.).
3.- Tras lo sucedido en el Batman Nº 500 USA (Clásicos DC: Batman Nº 6 de Planeta De Agostini).
CARTAS LEGENDARIAS
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