ACTION COMICS #784
Lex Luthor: Hombre de Estado
Guión: Tomás Sendarrubias
Iron Heights, Keystone City.
Iba a volverse loco.
763, 764, 765...
Las cuatro paredes cromadas parecían acercarse más a él cada vez, limitando el espacio que tenía para caminar, aunque sabía que era sólo un efecto del brote de claustrofobia que estaba comenzando a sentir. Un libro gastado se hallaba en un rincón, sobre una mesita, un libro cuyas páginas había leído una docena de veces en las últimas horas...
771, 772, 773...
...un libro que cualquiera que lo hubiera visto hubiera tildado de obvio, El Príncipe, de Maquiavelo, pero Luthor tenía cierto gusto por lo obvio. Sin embargo, había leído tantas veces las manoseadas páginas del libro, etiquetado como perteneciente a la biblioteca de Iron Heights, que podía recitar fragmentos enteros de memoria y con facilidad.
777, 778, 779...
Había solicitado al encargado de la sección en la que se encontraba que le sustituyeran el libro por algún otro, pero aquel hombre parecía tener cierto regusto sádico por aplazar las peticiones del ex presidente de EE.UU, como si actuando de aquella manera demostrara que estaba por encima de él.
781, 782, 783...
Así que en aquellos momentos estaba caminando por la celda, contando los pasos que daba entre una pared y otra, concentrado en ellos, buscando un punto en el que focalizar su mente para evitar volverse completamente loco.
Y de pronto, la puerta de la celda se abrió, y Luthor se quedó parado, mirando sorprendido hacia el vano de la puerta, donde pudo ver la silueta del agente especial O´Kelley. Una sonrisa cruda cruzó el rostro del antiguo presidente.
-Menos mal, pensé que habían tenido que ir a buscar el libro a la biblioteca de Alejandría-masculló Luthor, pero O´Kelley negó con la cabeza.
-Tienes una visita, Luthor-anunció O´Kelley-. Así que arréglate el mono y sígueme deprisita, que hay una dama esperándote.
-No tenía ninguna visita para hoy, ¿mi abogado ha...?
-Si lo que he leído en los periódicos es cierto, campeón, tu abogado las está pasando realmente putas para tratar de justificar lo que has hecho. Y cada vez sale más mierda sobre ti... Aunque supongo que lo realmente legal es dejar que de todo esto te lo cuente tu abogado, ¿no?
Luthor se mordió la lengua para evitar dar una respuesta ácida a O´Kelley, sabiendo que el guardia disfrutaba creándole esa incertidumbre, lanzando retazos de información pero sin especificarle más. Una orden especial del juez que instruía su caso le impedía acceder a ningún medio de comunicación, de modo que tenía totalmente restringido el acceso a la prensa escrita o a los informativos de televisión o radio. No dudaba de que el Caso Luthor llenaría horas y horas de la programación televisiva mundial, al fin y al cabo, era el primer caso de un Presidente de Estados Unidos inhabilitado para el cargo durante el mandato... y condenado a prisión por delitos contra la seguridad internacional, con cargos incluso de homicidio imprudente e intento de asesinato, a los que había que sumar las ya consabidas acusaciones de prevaricación al favorecer LexCorp desde su puesto presidencial, o negligencia por haber liberado a Hector Hammond de prisión sin un permiso judicial, o por haber recurrido al contrato de conocidos criminales, como Calculador, que además, había eludido a la justicia americana refugiándose en algún país del Medio Oriente.
Y sin duda, muchas más historias, reales o ficticias estarían saliendo a la luz mientras él se encontraba encerrado a varias decenas de metros bajo tierra, en la prisión donde estaban encerrados los enemigos de Flash, lejos de Washington o de Metrópolis, donde habría tenido un mayor acceso a sus aliados. Luthor siguió a O´Kelley, y se sometió a la indignidad de aceptar que le pusieran las esposas como si fuera un criminal común. Otra pareja de guardias les estaba esperando junto al elevador, armados con rifles táser de alto voltaje, y escoltaron a Luthor y O´Kelley hasta la sala de visitas, un pequeño cubículo con una mesa y dos sillas en la que Luthor solía reunirse con su abogado.
Se detuvo en la puerta cuando vio que quien le esperaba dentro era, ni más ni menos, Lois Lane, la periodista estrella del Daily Planet.
-Señora Kent-saludó Luthor con una sonrisa-. Es un placer saludarla. Había oído que usted y su esposo se habían retirado un tiempo a Kansas tras el triste fallecimiento de sus suegros. No recuerdo si tuve oportunidad además de expresarle mis condolencias por la muerte del General Lane durante el enfrentamiento a Imperiex...
-Siéntate, Luthor-ordenó O´Kelley, empujando a Luthor hacia una silla situada frente a Lois-. De algún modo, la señora Kent ha conseguido permiso para una entrevista completamente privada, así que vais a estar solos. Y espero que te portes bien.
-Agente-dijo Lois-. Puede quitarle las esposas.
-¿Está segura, señora Kent?
-Estoy segura de que el señor Luthor es demasiado inteligente como para hacerme daño en estas circunstancias.
Con gesto de no creérselo demasiado, O´Kelley abrió las esposas de Luthor, que se frotó levemente las muñecas para reactivar la circulación de sus manos.
-Ante cualquier problema, señora Kent, no dude en pulsar ese botón-señaló O´Kelley, indicando un botón blanco situado en la mesa, al alcance de la mano de Lois-. Y de cualquier modo, aunque no tengamos audio, estaremos vigilándoles desde la central de cámaras.
-Se lo agradezco, agente...
-Edward. Edward O´Kelley.
-Muchas gracias, agente O´Kelley-concluyó Lois, y el agente salió de la sala, seguido por la sonrisa cínica de Luthor.
-No sabe cuanto me alegra verla, señora Kent-dijo él, y Lois le miró frunciendo el ceño-. ¿Puedo llamarla Lois? Usted puede llamarme Lex, por supuesto. Me encantaría saber qué la ha sacado de su espléndido aislamiento en el corazón de América sólo para entrevistarse aquí conmigo...
-Cuando me enteré de lo que había ocurrido, solicité al editor jefe del Globe que me consiguiera esta entrevista. No podía permitir que la hiciera nadie que no fuera yo.
-Me siento orgulloso de provocar tal impulso en una mujer como usted...
-Vamos a ser sinceros, Lex-le interrumpió Lois-. Tú estás aquí dentro y ahí fuera hay mucha gente, entre la que me encuentro yo, preocupada por saber precisamente que estás aquí dentro. Aunque en mi caso, y en el de muchos otros, estoy convencida de que es el lugar adecuado para ti. Pero eres demasiado inteligente para permitirte determinados errores, así que dime... ¿qué demonios estás planeando?
Casa Blanca, Washington DC
Despacho Presidencial.
Pete Ross, vicepresidente de Lex Luthor y actual presidente en funciones de los Estados Unidos, no daba crédito a lo que su antecesor en el cargo había hecho. Según iba recibiendo los datos analizados por los expertos, Peter no podía evitar sorprenderse por cómo Luthor había desviado decenas de contratos en todas las áreas hacia LexCorp y medio centenar de empresas subsidiarias. Y sin embargo, no se trataba de un simple delito económico para favorecer a LexCorp, sino que de ese modo, Luthor se había convertido en el centro de una telaraña de estructuras sin las cuales el país se colapsaría.
-Dios mío-masculló Peter, mirando a la persona que se sentaba frente a él.
-Da miedo, ¿verdad?-respondió Amanda Waller, cruzando las manos sobre la mesa, y Peter asintió.
-Tendremos que retirar poco a poco la influencia de LexCorp en todo esto-gruñó Peter-. Pero si cancelamos de golpe todos los contratos... será como extirpar un cáncer arrancando de cuajo los órganos infectados.
-Necesitaríamos a alguien de confianza al frente de LexCorp mientras dure la intervención-respondió Amanda, asintiendo-. Además de ir poco a poco desviando parte de los contratos de LexCorp hacia Cadmus, S.T.A.R, y otras empresas.
El teléfono que había sobre la mesa de Peter sonó, y el presidente descolgó.
-Halley, estoy reunido...-comenzó a decir a su secretaria.
-Señor Presidente, es su esposa-dijo Halley, y Peter suspiró, mirando el reloj. Hacía media hora que debería haber estado en su casa, cenando con su mujer y viendo a su hijo.
-Pásame con ella-aceptó Peter, haciendo un gesto a Amanda para indicarle que se trataba de una llamada privada, y Waller se hundió en el examen de los informes sobre la gestión Luthor-. Lana, cariño, siento mucho no haber podido ir a cenar...
-No te preocupes, Pete-respondió Lana Lang al otro lado del teléfono-. Supongo que tienes mucho trabajo, pero iba a acostar a Clark, y quería saber si vas a retrasarse aún mucho más. Si vas a salir pronto... podría esperar un poco todavía.
-Lo siento mucho, pero aún me queda muchísimo trabajo. No tienes idea de todo lo que hay que solucionar aquí, cariño. Creo que... que esta noche me quedaré aquí a dormir.
-Oh-dijo Lana, tras un silencio-. Bien, entonces... ¿comemos juntos mañana?
-Claro, Lana-aceptó Peter-. Pero... ¿por qué no vienes aquí esta noche? Podría enviar un chofer a recogerte, estarías aquí en menos de veinte minutos. Al fin y al cabo, se supone que esta es ahora nuestra casa, cielo.
-Lo sé-admitió ella-. Pero me sigue dando escalofríos, Pete. Sé que es tu trabajo, y que te apoyo al cien por cien, pero... yo no me veo como la Primera Dama... no sé si estaré a la altura.
-Claro que lo estarás-la animó él, con una sonrisa-. Y cuanto antes nos hagamos a la idea y nos acostumbremos a ello, mejor para todos. Mando un chofer a buscarte.
-De acuerdo, Pete.
-Estupendo. Luego me escaparé un rato para ir a recibirte.
-Bien. Y... Pete.
-Dime, cielo.
-Te quiero.
-Y yo a ti también.
Virginia Avenue, Residencia de los Ross.
Mirando por la ventana, Lana colgó el teléfono y se acercó a la sillita en la que el pequeño Clark bostezaba mientras jugueteaba con el cordón del chupete. Lana cogió al niño en brazos, y él soltó el cordón para dedicarse a jugar con los rizos del cabello de su madre.
Pasar la noche en la Casa Blanca.
Vivir en la Casa Blanca.
Donde había vivido Lex Luthor.
Lana Lang besó la frente del pequeño Clark.
No sabía si sería capaz de resistirlo.
Iron Heights, Keystone City.
-Lois...-masculla Luthor, sonriendo e inclinándose sobre la mesa-. ¿Me estás diciendo que realmente piensas que estoy encerrado en la cárcel como parte de algún tipo de plan?
-Así es... Lex-respondió Lois-. Dejémonos de tonterías, nadie nos escucha y toda esta conversación es estrictamente off the record. Has burlado a la ley tantas veces que si tratara de nombrarlas todas pasaríamos aquí tres días, y serían solo las que han sido más obvias, las que hemos oído los periodistas pero no hemos podido probar. Que permitas que un ataque ilegal bajo tus órdenes a Kahndaq concluya con tus huesos en Iron Heights... me parece de una torpeza inaudita.
-Es que no debería haber acabado así-ríe Luthor-. Lois, si todo hubiera ido según mis planes, y la maldita tormenta convocada por... por quien haya sido, por Black Adam o por Destino, no hubiera impedido que Calculador hubiera teleportado a Black Adam y la JSA cuando estuvieron vencidos, nada de todo esto habría pasado. Adam hubiera sido juzgado por mis tribunales y encerrado según mis propias condiciones... y sus amigos de la Sociedad, igual. Tenía preparadas imágenes de Black Adam atacando intereses norteamericanos que podríamos haber utilizado para justificar su detención. Los que ocuparían hoy estas celdas bajo Iron Heights serían Alan Scott, Ted Grant y los demás. Y la Fuerza de Julio seguiría siendo un arma secreta gubernamental. Ni siquiera Amanda Waller se habría enterado de lo que estaba pasando debajo de sus narices. Es más, de hecho, ni siquiera el vicepresidente Ross hubiera sabido nunca lo que había pasado. ¿O debo decir ya el Presidente Ross?
-El juramento se realizó anoche-respondió Lois, frunciendo el ceño-. Pero... la muerte de Joan Garrick...
-No, no estaba prevista, por supuesto-interrumpió Luthor-. Si a lo que quieres llegar es si había un plan premeditado para asesinar a una civil, te digo desde ya que no era así.
-Pero utilizaste a gente de dudosa estabilidad mental para tu proyecto Fuerza de Julio. Héctor Hammond, Sandy Hawkins, Yelena Lee...
-¿Yelena Lee?
-Lady Libertad. Fue una modelo muy cotizada hasta hace tres años, cuando salió a la luz una complicada trama de tráfico de drogas, adicciones y trata de mujeres. Se libró de la cárcel por un defecto de forma.
-Vaya-sonrió él-. Fue el senador Carlston quien hizo la selección para los roles de Lady Libertad y Mayor Victoria. ¿Cómo está él, por cierto?
-Encerrado en Blackgate.
-Ha tenido peor suerte que yo.
-Su abogado trata de demostrar que actuó como lo hizo debido a presiones por tu parte. Como eso no va a funcionar, están barajando la posibilidad de argumentar enajenación mental.
-¿Qué conseguirían con eso?
-Que en lugar de ser encerrado en Blackgate lo fuera en Arkham.
-Allí le harán pedacitos.
-Yo no he dicho que fuera una buena estrategia.
Dentro de tres meses,
Asilo de Arkham.
El senador Carlston estará sentado en un rincón de su cuarto, encogido casi en posición fetal, con las manos cubriéndose los oídos para evitar escuchar.
Pero el gesto será inútil, y las voces taladrarán su mente, como cada noche desde la primera que ha pasado en Arkham.
Ese día, habrá tropezado en el comedor. Su plato de sopa se habrá derramado por encima de Dos Caras, provocando la hilaridad del Sombrero Loco. Y el caos se habrá adueñado del comedor. Los guardias habrán entrado, tratando de separarlos, pero no antes de que Angina le arrancase una oreja a Maxi Zeus. Durante toda la pelea, Zsasz habrá cantado en su celda canciones de Iron Maiden. Y finalmente, antes de marcharse, mirando a Carlston, Harvey Dent arrojará su moneda al aire y observará el resultado.
El senador Carlston será consciente esa noche de que no verá un nuevo amanecer, y antes de permitirse una muerte dolorosa en manos de Dos Caras o alguno de sus secuaces, se ahorcará con las sábanas de la cama. Y no será una muerte rápida.
Realmente no, no había sido una buena estrategia.
De vuelta al presente,
Iron Heights, Keystone.
-Admito que estoy confundida-dijo Lois, cruzándose de brazos-. El gran Lex Luthor... ¿se ha equivocado?
-Para mi desgracia debo decir que sí.
-¿Tan importante era aplastar a la JSA como para organizar todo esto?
-Lois, querida, creo que lo que nunca se podrá negar sobre mí es que siempre he sido un patriota. Un hombre de estado. Y aplastar a Black Adam era una cuestión de estado. Piensa, Alan Scott, Jay Garrick, Carter Hall y Ted Grant han trascendido el estatus de héroes. Son leyendas. Son el espejo en que se miran el resto de los héroes. Joder, son el espíritu mismo de lo que ha sido América. Y de pronto, de un día para otro, tres de ellos deciden abandonar Estados Unidos y trasladarse, y no a un país cualquiera. A Kahndaq. Un régimen totalitario, sin vínculos diplomáticos con Estados Unidos, y que ha manifestado su oposición de forma pública y vehemente a muchas de nuestras intervenciones internacionales, a nuestros intereses. Un país que ha formado una coalición con China, Qurac, Iraq, Bialya y Corea del Norte.
-Lo entiendo, pero...
-No, no lo entiendes, Lois. El traslado de la JSA a Kahndaq ha sido un mazazo para la imagen internacional de Estados Unidos. Sólo Carter Hall lo entendió y por eso abandonó el grupo. Si los Titanes se hubieran marchado a Kahndaq o a Qurac, simplemente hubiéramos arqueado una ceja y hubiéramos dicho "que les aproveche". Pero la JSA es diferente. Su presencia en Kahndaq daba validez a un gobierno enemigo de los Estados Unidos. Los mentores de los héroes americanos, los primeros enmascarados de América, no sólo abandonaban su país, si no que lo hacían para asentarse en un país... dejémonos de eufemismos, en un país enemigo. Con esa mudanza, Black Adam había dado un manotazo a los cimientos de nuestra imagen exterior.
-No hubo ninguna declaración al respecto por parte de...
-¡No hacía falta!-exclamó Luthor-. Ya habían hecho su declaración con ese traslado. Lois, todos los países del mundo... todos, interpretaron el traslado de la JSA a Kahndaq como una bofetada a mi administración y a la forma en que Estados Unidos maneja sus intereses internacionales. Era necesario hacerlo, Lois. Lo hice por mi país.
-Eso decían los nazis, señor Luthor-dijo Lois, incorporándose y haciendo una señal a los guardias a través de la cámara para que vinieran a buscarla-. Y sinceramente... lo había sobrevalorado. Creía que era usted más inteligente. Lo suficiente para saber que determinados niveles de patriotismo conducen a la ceguera... y usted ha sido un ciego.
La puerta de la sala se abrió, y O´Kelley apareció con una sonrisa abierta, de gato de Alicia en el País de las Maravillas.
-¿Ya ha terminado, señora Kent?-preguntó él-. ¿Ha sido bueno nuestro Lexie?
La mirada de Luthor voló asesina hacia O´Kelley, que se limitó a ignorarle mientras Lois asentía y salía de la sala.
-Ahora vendré a por ti-anunció O´Kelley, cerrando la puerta tras Lois, y acompañándola hacia los accesos para los visitantes de Iron Heights-. Espero que todo haya ido bien, señora Kent.
-Sí, ha sido... revelador-respondió ella, con una sonrisa educada-. Muchas gracias por su ayuda, agente O´Kelley.
-Ha sido un placer.
O´Kelley se aseguró a través de los monitores de que Lois llegaba correctamente a las zonas exteriores de la cárcel, y sólo entonces, volvió hacia los pasillos interiores, pero no se dirigió hacia la sala de visitas, Lex Luthor podía esperar un poco más. Antes tenía que hacer otra cosa.
Tarareando una canción de los años cuarenta, O´Kelley se dirigió a la sala de calderas. Aunque hacía al menos una década de Iron Heights ya no utilizaba un sistema de calentamiento de carbón vegetal, se había decidido mantener un horno propio para deshacerse de modo adecuado de mucho material médico en la propia penitenciaría. Vendas, sábanas, gasas, apósitos... todo era arrojado a los hornos de procesado de Iron Heights. Y cuando entró en la sala, O´Kelley pudo verse a sí mismo, tirado en el suelo, con una herida sangrante en un lado de la cabeza, tan profunda que se veía el hueso del cráneo, astillando y sanguinolento. Sin dejar de canturrear, O´Kelley cogió el cuerpo que yacía en el suelo (su cuerpo), y sin demasiado esfuerzo, lo arrojó al interior del horno. Luego sólo tendría que asegurarse de recoger los restos óseos más grandes y deshacerse de ellos, las cenizas de Edward O´Kelley saldrían de Iron Heights junto al resto de los desechos.
Y sin dejar de canturrear, mientras el verdadero agente Edward O´Kelley, el agente que había insultado a Luthor tantas veces, ardía, Clayface se dirigió hacia la sala donde Lex Luthor le esperaba.
CORREO ESPECIAL
Bueno, tras acabar de escribir Patria, quedaba un cabo suelto que no podría cubrir en JSA debido al crossover preparado con Titanes, Crisis de Familia. Y ese cabo suelto era el futuro de Lex Luthor y las consecuencias de sus acciones y su destitución. Como Action Comics no tiene dueño, he pensado que el lugar adecuado para hacerlo era en un especial de la colección del Hombre de Acero, para dar unas pinceladas sobre el posible destino de Lex Luthor. Y nada más, espero que os haya gustado.