Anteriormente en Star Wars Academia Jedi: Los cuatro jóvenes Jedi han partido con sus Maestros Jedi para empezar su entrenamiento.
JACEN y JAINA SOLO - CORUSCANT: 2 años después1
No es que la discusión se hubiera salido de madre. No había gritos, no había golpes pero la tensión que se mascaba en el ambiente cuando a Jaina y Jacen Solo se les ordenó salir de la habitación era palpable. Luke Skywalker y Mara Jade cerraron la puerta para seguir la discusión. Los dos gemelos Solo se quedaron fuera y sabiendo que sería inútil quedarse a intentar escuchar tras la puerta, fueron hacia el exterior. La noche no era especialmente fría y eso hacía que muchos de los aprendices de la Academia Jedi estuviesen en el exterior practicando sus ejercicios. Jacen y Jaina no les hicieron caso y caminaron en silencio un buen rato hasta que la mayor de los gemelos Solo habló.
- Es difícil no saber lo que estás pensando, ¿sabes?
- No me importa.
- ¿Crees que fui yo?
- Sólo lo sabíamos tío Luke y yo. Yo te lo conté y de pronto tía Mara, tu Maestra, se entera de todo.
- Yo no se lo dije.
- Por supuesto que no.
- ¡Este estúpido vínculo de gemelos en la Fuerza funciona en ambas direcciones! ¡Yo no se lo conté a tía Mara!
Los dos gemelos se quedaron callados mientras veían a los aprendices entrenar. Uno de ellos había intentado hacer levitar una piedra pero había perdido la concentración y la piedra había caído en la cabeza de otro de los aprendices con la consiguiente confusión y gritos de dolor.
- ¿Por qué lo hicisteis? -preguntó Jaina-.
- ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Fey´lya no es de fiar.
- No podéis hacer lo que queráis sólo porque Fey´lya no os caiga bien.
- Fey´lya es Canciller, podemos lidiar con ello. Pero está sustituyendo poco a poco a toda la cúpula militar por gente de su confianza. El tío Wedge fue el último en caer. Queda muy poca gente en la que podamos confiar.
- A mi tampoco me gusta demasiado Fey´lya ni lo que está haciendo con la gente que no es partidaria de él. Pero no voy por ahí robando armas.
- ¡Es un misil Nova! Puede destruir todo un sistema solar en un segundo. No es "un arma". Es peor que una Estrella de la Muerte. ¿Sabes lo que Fey´lya hacía con ella? La tenía en un centro de investigación, estaba estudiándola, viendo a ver si podía replicar su tecnología. ¿Es que quieres que alguien, ya no digo Fey´lya si no cualquiera, tenga ese tipo de tecnología a su alcance?
- Claro que no.
- Pues entonces tienes que entender que robásemos ese misil y que destruyéramos el centro de investigación. Nadie salió herido, Jaina. Fue una operación perfecta.
- Si esto se descubre...
- No se descubrirá.
- Pero si se descubre. Jacen, no hace tantos años que Palpatine murió y ya sabes la clase de publicidad que dio a los Jedi. Nos tildó de traidores a la Antigua República, nos mandó exterminar... ¿qué crees que pensaría la gente si se entera de que hemos robado un misil Nova a la Nueva República que tanto decimos que apoyamos?
- Nunca encontrarán un camino que los lleve hacia nosotros. Te lo aseguro, no dejamos un cabo suelto.
- Eso espero. Porque si esto nos estalla en la cara, la última purga Jedi será cosa de risa comparado con lo que nos van a hacer ahora.
BEN SKYWALKER - BELLEPHORON: 3 años después
En cuanto el viejo carguero tocó tierra, Ben Skywalker desabrochó los cierres de seguridad de su arnés y saltó del asiento rumbo a la plataforma.
- Y así me demuestras lo mucho que tu paciencia ha aumentado -le dijo Galen desde su asiento-.
Ben se paró en seco y se maldijo en silencio. Luego se dio la vuelta y se dirigido a su Maestro con actitud compungida mientras preparaba una excusa en su cabeza.
- Lo siento. Yo sólo...
- Coge tus cosas antes de irte al menos -dijo Galen sin querer reprenderle-. Y recuerda hacer todos tus ejercicios... sobre todo los referentes a la concentración.
- Sí... claro... ejercicios -dijo Ben mientras rebuscaba por la maleta que había preparado un día antes-. ¿Qué vas a hacer tú mientras tanto?
- Iré a ver a Holden.
- ¿Todavía sigue en Corellia?
- Las reparaciones del X-303 van muy lentas.
- ¿Volverás en una semana?
- Si no encuentro ningún problema en Corellia -bromeó Galen-.
- Espero que no. No querría perdérmelo.
- Creía que ya te habrías cansado de tener acción.
- ¿Eh? Hemos tenido un par de semanas tranquilas en la Academia.
- Las tuyas no han sido tan tranquilas.
Ben se quedó helado durante un segundo pero rápidamente reacción y puso cara de no entender lo que le acababan de decir, al fin y al cabo era imposible que Galen se hubiese enterado...
- Sé lo de tu desafío anual con Ganner, el padawan de Kyp.
...o tal vez sí podía.
- Ah... yo...
- Todos en la Academia lo saben en realidad, incluidos tu padre y tu madre.
- Lo siento, nosotros...
- Tranquilo, no te voy a echar una bronca. Nos parece bien que os desafíes, siempre que tengáis cuidado con lo que hacéis, lo que por la ausencia de moratones apreciables parece ser que tenéis. Eso sí, lo de que el ganador sea considerado "el mejor padawan de la Academia" -dijo en tono burlón-.
- Eso es cosa de Ganner -se apresuró a decir Ben gesticulando compulsivamente con las manos-. Le gusta mucho presumir.
- ¿Y bien?
- ¿Uh?
- ¿Cómo fue? ¿Ganaste?
- Perdí otra vez. Gané el primer año pero los dos últimos Ganner me ha ganado.
- Mmmm... a Kyp no le debió de gustar que le ganases el primer año -dijo y se rascó distraídamente la barbilla, un gesto que Ben conocía muy bien-.
- ¿En qué piensas?
- Tenía pensado proponerte un cambio en tu entrenamiento. Usar algunas de las cosas que Kyp me enseñó cuando era su alumno. Pero puede esperar, ahora disfruta de las vacaciones. Que la Fuerza te acompañe.
- Que la Fuerza te acompañe a ti también Maestro.
Alumno y Maestro se despidieron. Ben salió del carguero justo a tiempo de verlo despegar. Todavía recordaba cuándo lo habían comprado durante su primer año de entrenamiento. Como Galen no quería usar el dinero de la Academia, tuvieron que trabajar para conseguirlo. Afortunadamente había muchos trabajos disponibles para un par de Jedi, algunos incluso legales. Cuando consiguieron reunir el dinero compraron la nave. Aún no sabía Ben por qué habían elegido aquel viejo carguero que hacía que el Halcón Milenario pareciese una nave fiable. Tantos problemas les dio durante los primeros meses que acabaron llamándola el Chip Errante en honor a todos esos problemas.
- ¿Queréis que os deje solos?
Kara le esperaba a pie de pista. Ya hacía mucho que no se veían, seis meses desde que se habían encontrado en Coruscant. Corrió hacia a ella y le dio un tierno beso. Kara se libró pronto de él.
- Eh, ¿qué pasa?
- Protocolo Ben, protocolo. Soy princesa, no puedo ir besándome por ahí con cualquiera.
- No soy cualquiera.
- Lo sé. Pero al menos tendrías que conocer antes a la familia.
- Sí... claro...tu familia... la que odia a los Jedi. ¿No podíamos fingir ser sólo amigos durante un rato?
- ¿Crees que mi padre se tragaría que traigo a un Jedi a mi planeta que es sólo mi amigo?
- Podíamos probar. ¿No le has hablado de mi?
- Sí claro... todos los días le confieso que estoy saliendo con un Jedi. Luego le recuerdo, por si se ha olvidado, que los Jedi fueron los responsables de la muerte de su padre y nos reímos juntos.
- Es raro que os riáis mencionando la muerte de tu abuelo.
- Es raro hasta que hagas un chiste con ello.
- Perdona yo no quería...
- No me he ofendido -dijo sonriendo ante la evidente incomodidad de Ben-. Estoy demasiado nerviosa para ofenderme. Vayamos al palacio. Con un poco de suerte no nos cruzaremos con mi padre en toda la semana.
- Sí. Confiemos en mi habilidad natural para esquivar los problemas.
Kara le miró fijamente.
- Estamos condenados
JAINA SOLO y MARA JADE SKYWALKER- CORUSCANT - 3 años y medio después
Jaina meditaba en silencio con las piernas cruzadas. Se encontraba de vuelta en Coruscant por primera vez desde hacía un año. Su Maestra y tía, Mara Jade Skywalker había recibido un comunicado de la INR (2) para volver inmediatamente a la ciudad planeta. Una vez en Coruscant, las dos habían viajado hasta la central de la INR donde se habían encontrado con la Capitana Kalenda que había requerido hablar con Mara a solas. Jaina se había quedado esperando y había aprovechado para practicar su meditación lo cual no estaba funcionando muy bien pues Jaina intentaba por todos los medios extender sus sentidos Jedi a la habitación donde estaba su Maestra. Lamentablemente no lograba captar nada, probablemente la propia Mara estaba bloqueando su percepción para que no se enterase de cosas que no le concernían.
Cuando las dos mujeres volvieron Jaina pudo ver por fin a través de su Maestra. Aunque su cara no le reflejaba, Jaina podía sentir en Mara una pizca de ansiedad, enfado... y miedo.
- Jaina. Ven con nostras -le ordenó Mara-.
Sin más dilación Jaina se levantó de su asiento y siguió a su Maestra. Caminaron varios minutos por los pasillos de la central de la INR hasta llegar a una sala custodiada con dos guardias fuertemente armados. En el interior, había un holoproyector y varias pantallas que mostraban datos que Jaina no lograba comprender a simple vista. Aunque se moría de ganas de preguntar por qué estaba allí logró contener su curiosidad.
- Tengo una propuesta que hacerle, princesa.
A Jaina aún le producía cierta extrañeza que todo el mundo se dirigiera a ella como princesa. Desde que su madre había ascendido al trono (3), su status había variado convirtiéndola en la princesa heredera del trono de Nuevo Alderaan. No estaba entusiasmada precisamente aunque gracias sobre todo a su padre había evitado por completo las tareas que el cargo conllevaba... al menos hasta que se convirtiese en Caballero Jedi.
- ¿Una propuesta?
Kalenda señaló el holoproyector donde se formó la imagen de un devoriano. Como todos los de su especie su piel era rojiza y le salían un par de prominentes cuernos de la cabeza. Tenía un aspecto ciertamente diabólico.
- Este es Voneltel Kalni. Es conocido en los bajos fondos por ser uno de los más poderosos vigos de la organización criminal Sol Negro. ¿Sabe lo que es un vigo, alteza?
- Sí. Son los lugartenientes al servicio de la cabeza del Sol Negro.
- Así es. Este en particular acumuló una considerable fortuna e influencia dentro de las fronteras de la Alianza Hutt.
- Pensaba que los dos clanes controlaban todo lo que ocurría en el territorio.
- Y así era. Hasta hace año y medio. Lo que les voy a mostrar a ambas es alto secreto -dijo mientras la imagen holográfica variaba hasta mostrar una instalación de la Nueva República totalmente destruida-. Esto era una instalación secreta de investigación hasta que Voneltel Kalni la atacó. Afortunadamente no hubo bajas en nuestro bando. Pero Kalni se llevó algo: el misil Nova que recuperamos en Coruscant.
Jaina resistió la tentación de mirar a su Maestra pero sintió cómo esta la acariciaba con la Fuerza para calmarla y lograr que mantuviera el control de sus emociones.
- ¿Cómo saben que fue él? -dijo con la voz entrecortada-.
- Parte de nuestros informes sugieren que ha intentado vender el misil a varios gobiernos. Por ahora sin éxito.
- No lo entiendo. ¿Por qué querrían los Hutt deshacerse de semejante arma?
- No lo hacen. Creemos que Kalni está actuando solo. Así lo confirman los datos que hemos venido recogiendo los últimos meses. Kalni está jugando a espaldas de Kappa y Durga el Hutt y por ahora éstos le siguen el juego.
- Si tiene ese misil Nova en su poder no es de extrañar -intervino Mara-. Si Kappa y Durga hiciesen algún movimiento contra Kalni éste sólo tendría que lanzar el misil contra Nal Hutt y los mataría a ambos sin remedio.
- Sí. Ese es nuestro análisis también.
- ¿Y dónde entro yo en esto? -preguntó Jaina-.
- Eso es... lo que venía a explicarle, alteza. Queremos infiltrarla en las filas de Kalni.
- ¿Qué?
- Kalni tiene una... cierta... debilidad por las chicas jóvenes de clase alta.
- ¿Cómo dice?
- Los informes nos detallen que...
- No quiero saberlo -dijo intentando apartar una extraña imagen de su cabeza sin lograrlo del todo-. Pero yo soy... es decir, soy Jaina Solo, nadie es tan estúpido como para creerse que voy a traicionar a la Nueva República.
- Por supuesto. Te crearemos una identidad falsa, la única hija de Dala Geynner, conocida aristócrata de Coruscant cuyas actividades incluyen financiar pequeñas revoluciones en el Borde Exterior. Hace años que la capturamos y desde aquella trabaja para nosotros como agente doble.
- ¿Por qué yo y no otra? No tengo experiencia de campo.
- Es una situación delicada. Tenemos cientos de agentes de campo que podría infiltrarse en las filas de Kalni pero... si Kalni llegase a sospechar lo más mínimo podría lanzar ese misil contra la propia Coruscant. Tú por el contrario tienes las aptitudes necesarias además de tu entrenamiento Jedi.
- Tiene que haber otro Jedi al que podáis recurrir -dijo de repente Jaina algo abrumada por la situación-. Ni siquiera he terminado mi entrenamiento.
- Somos conscientes de ello pero estamos en una encrucijada. Que tus padres hayan escogido proteger tus rasgos durante tus apariciones públicas nos garantiza una total protección y tu entrenamiento Jedi te valdrá para averiguar si algo anda mal.
- Yo... creo... que... es decir, me siento honrada pero me temo que...
- Necesita tiempo para pensárselo -dijo Mara mirando a Kalenda fijamente para que ésta ni se le ocurriese seguir intentando presionar a la joven Solo-.
- Claro -Kalenda desvió la mirada de Mara-. Tu trabajo sólo sería contactar periódicamente con Kalni, no tendrías que estar todo el tiempo junto a él.
- De acuerdo.
- Nos vamos. Al final del día tendrá una respuesta -dijo Mara antes de abrir la puerta e indicar a Jaina que se fuera-.
Durante todo el trayecto de salida de la central Jaina estuvo a punto de explotar debido a los nervios y a las ganas de hablar con su Maestra pero ésta llevaba puesta la cara de "ahora no es el momento". Salieron de la central pero en vez de ir a por uno de los aerotaxis se dirigieron a un nivel inferior donde cogieron un transporte público atestado de gente.
- El ruido de las voces debería evitar los oídos curiosos -dijo Mara mientras echaba un último vistazo a la gente que iba en el transporte intentando reconocer cualquier posible amenaza-. Pero habla en voz baja igualmente.
- ¡Creen que ese Kalni tiene el misil!
- Shhh... voz baja.
- Lo siento... Creen que Kalni tiene el misil.
- Lo sé.
- Lo tenemos nosotros.
- También lo sé. Esto es lo que le dije a tu tío que temía que pudiera pasar pero no me escuchó.
- Al menos hay una buena noticia.
- ¿Cuál?
- Realmente no tenemos que preocuparnos por nada. No tiene el misil, toda esta operación es tiempo perdido.
- No necesariamente -dijo Mara pensativa-.
- ¿Qué?
- Si la INR sigue investigando a Kalni, no investigará otras teorías.
- ¿Estás diciendo que debo aceptar?
- Posees todas las aptitudes necesarias para ello y te servirá de entrenamiento. Además, ¿de verdad permitirás que otra agente vaya en tu lugar sabiendo que no encontrará nada y que sólo se pondrá en grave peligro?
- Supongo que tienes razón. Pero aún así...
- No tengas miedo. En cualquier misión que te asignen yo estaré cerca.
- ¿Seguro?
- Déjales intentar detenerme -dijo mientras parecía haber reparado en algo por primera vez-.
- ¿Qué ha pasado?
- Nada -dijo con cata de fastidio-. Es que acabo de darme cuenta de que tengo que decirle a tu madre que vas a ser espía.
BEN SKYWALKER - BELLEPHORON - 3 años después.
Por primera vez en su vida, Ben pudo admirar Bellephoron. Era como muchos de los planetas del Borde Medio, una mezcla extraña entra lo salvaje y la civilización. Con grandes recursos naturales, los planetas del Borde Medio solían tener también algunas de las climatologías más adversas. Bellephoron parecía no ser una excepción. Ben podía notar que los edificios mostraban signos de haber sido azotados por fuertes tormentas y lluvias. Las calles, tan estrechas entre sí, parecían estar especialmente diseñadas para hacer de la ciudad un lugar más acogedor. Por si fuera poco, en el cielo se podía observar perfectamente el planeta hermano de Bellephoron, Ariel. Su sola visión le recordó a la vista que producía Yavin, el gigante gaseoso cuya luna Yavin IV servía de hogar para la Academia Jedi.
Kara le llevó por un recorrido turístico de la ciudad. Pasearon por la parte antigua de la ciudad donde aún se encontraban casas de piedra que creaban un extraño contraste con las edificaciones de su alrededor, todos edificios más altos de plastiacero. El mercado quizás fue lo que más le llamó la atención a Ben pues aún se usaba el antiguo método de puestos individuales.
Aunque estaba en buena forma, pronto Ben se encontró cansado. Quizás la pelea con Ganner le había cansado más de lo que había creído aunque lo cierto es que la humedad en el ambiente de Bellephoron también ayudaba a que se encontrase así. Kara se dio cuenta y decidió llevarle finalmente al palacio. Conforme se acercaban a las dependencias reales, Ben se dio cuenta de que la cantidad de gente disminuía. Si la zona del mercado y la zona antigua estaban repletas aquella zona parecía más vacía. Los edificios parecían estar también en peor estado, algunos derruidos, otros abandonados y otros simplemente se habían derrumbado completamente.
- ¿Qué ha pasado aquí?
- La guerra -dijo Kara-. Esta zona sufrió intensos bombardeos durante las Guerras Clon.
- ¿Las Guerras Clon? ¿Y no habéis podido reconstruirlos edificios desde entonces?
- No. Ariel había apoyado a la República y luego al Imperio. Durante milenios hemos estado siempre metidos en pequeñas guerras y aprovecharon su oportunidad para hacernos daño. Ocuparon nuestro planeta y nos sometieron con la complicidad del Imperio. La ocupación casi destruye nuestra economía, mi padre tuvo que exiliarse y fue entonces cuando entró en la Rebelión junto con mi tío. Para cuando lograron recuperar el control del planeta decidieron centrarse en las zonas con más posibilidades de regeneración y no en las totalmente destruidas.
- Lo siento -fue lo primero que se le ocurrió decir a Ben-.
- ¿Por qué? ¿Es que acaso viniste con sable de luz en mano para someter a todo el planeta?
- No pero... mi abuelo...
- Déjalo. Hablar de tu abuelo nunca lleva a nada bueno.
Al fin, Ben pudo ver el palacio real. Acostumbrado a los palacios de Coruscant o al que tenía su tía en Nuevo Alderaan el de Bellephoron era algo más... limitado. No dudaba de que en tiempos había sido algo esplendoroso pero aquellos tiempos habían pasado. Además los signos de la guerra todavía se reflejaban en su fachada con impactos de láser y algunas partes destruidas.
Los guardias de la puerta saludaron a Kara con una reverencia y luego pasaron a examinar a Ben deteniéndose especialmente en el elemento que llevaba colgado del cinturón: su sable láser. Ben deseó que se le hubiera ocurrido guardar el sable fuera de la vista de los curiosos.
- Está bien. Dejadlo ya.
Los guardias siguieron observando a Ben durante un rato. Éste no se movió hasta que Kara tiró de él hacia dentro. A juicio de Ben el interior del palacio estaba en mejores condiciones que el exterior. Casi todo era de mármol bien tallado y estaba reluciente. Además dentro parecía no haber sucedido combate alguno. Un androide plateado se acercó a ellos. Ben le entregó su mochila.
- Creo que debería ir a la habitación a cambiarme -dijo Ben-. Mis ropas de Jedi son demasiado... Jedi para este planeta.
- Bien pensado, eso te permitirá camuflarte los dos segundos que tardaré en decir tu apellido y revelarte como Jedi.
- Sí bueno. Claro. Tienes razón.
- Eh hola.
Ben se dio la vuelta para encontrarse con lo que solamente podía describir como una versión mini de Kara. Había oído a Kara hablar de su hermana, incluso describirla. Ahora sabía que mentía, eran como dos gotas de agua a las que sólo las separaba la edad.
- Ben Skywalker, te presento a la princesa Kharen, heredera al trono y mi hermana.
- ¿Skywalker? -preguntó inquisitiva Kharen que no dejaba de apartar los ojos de Ben quien se estaba empezando a encontrar un poco incómodo-.
- No digas nada -le advirtió Kara-.
- Pero...
- ¡Nada!
- Vale... pero... te la vas a cargar.
- Ese es mi problema.
- Como quieras. Me voy a ver al tío Khan, que no sé qué quería.
- Vale. Ve y no molestes.
Antes de irse Kharen se paró delante de Ben y negó con la cabeza antes de emprender de nuevo la marcha. Ben comenzaba a tener un mal presentimiento.
- Sigamos.
Una sensación de desazón comenzó a apoderarse de Ben en cuanto más se acercaban al despacho del padre de Kara. No podía identificar qué estaba mal pero había algo que le estaba carcomiendo por dentro.
- ¿Listo? -le preguntó Kara justo al borde la puerta-.
Ben asintió y respiró hondo intentando calmarse mientras Kara habría la puerta. El padre de Kara estaba sentado tras su escritorio sepultado entre varias torres de paneles de datos. A penas si los vio entrar y como siempre pasaba desde que estaba en el planeta los ojos del Rey se posaron en Ben a quien pareció reconocer casi al instante.
- Kara... ¿qué significa todo esto?
- Padre...
- ¿Traes un Jedi aquí?
- Rey Kemol yo...
- No te dirijas a mi -le advirtió con un amenazante dedo-. No me fío de los de tu clase. Y tú jovencita... tenemos que hablar... a solas.
- Pero...
- AHORA.
Kara iba a responder pero Ben puso la mano sobre su hombro y la convenció de lo contrario. Cerró la puerta desde fuera mientras escuchaba al Rey gritar. Venir al planeta no había sido una de sus mejores ideas. Ahora mismo se sentía enfermo, mareado, nervioso... no había sensación negativa que no sintiera.
Y pronto descubrió el porqué.
Las primeras explosiones lo pillaron por sorpresa y acabó cayendo al suelo. Las piedras del palacio crujieron y desprendieron pequeños hilillos de polvo. Aún un poco aturdido por el golpe Ben se levantó y abrió la puerta del despacho.
- ¿Estáis bien?
- ¡Nos atacan! -dijo el Rey mientras echaba un vistazo por la ventana-.
Ben se dirigió hacia la misma ventana para echar un vistazo a sus atacantes. Vio varias decenas de naves de descenso y transportes de tropas. Las conocía muy bien, demasiado y no le gustaba nada la situación.
- Mandalorianos.
- ¿Qué hacen esos aquí? -preguntó Kara que no guardaba buenos recuerdos de la última vez que se había encontrado con los mandalorianos en Corellia-.
- Es Ariel... vuelven a atacarnos.
- Eso no tiene sentido -dijo Ben-. La Nueva República rechazaría cualquier intento de conquista. El Senado mandaría una flota para liberar el planeta en menos de un día.
- Demasiado tarde para impedir que destruyan el planeta -dijo el Rey-. O a la familia real...
- ¡Kharen! -dijo Kara-. Subía a ver al tío Khan y...
- ¡Vamos! -dijo Ben-.
Los tres abandonaron el despacho corriendo.
JACEN SOLO - YAVIN IV - 4 años después
Jacen contempló cómo la singular y ya clásica figura del Ala-X de su tío despegaba desde la plataforma sur de la Academia Jedi. Su tío y él habían vuelto la última semana a la Academia para, según su tío, volver a repasar los principios básicos del entrenamiento. Jacen había realizado desde los ejercicios más básicos, que había aprendido en su primer año en la Academia, hasta las más complicadas pruebas. Para él habían sido como las vacaciones que no había tenido desde que abandonara la Academia con su tío para empezar su entrenamiento. Al séptima día después de su vuelta su tío le abordó y le confesó la razón de haber vuelto a la Academia: iba a darle el rango de Caballero Jedi.
- ¿No vas a acercarte? -preguntó Jacen que había sentido la presencia de su primo desde que había entrado en la habitación-.
- Sólo quería felicitarte -dijo Ben que se acercaba lentamente a su primo-.
- Yo debería felicitarte. Este año has ganado a Ganner. Ya vais dos a dos.
- Sí... bueno... pero tú has acabado el entrenamiento. Eso es mucho mejor que un simple combate.
- Supongo que sí. Pero ahora tengo que decidir qué hacer por mi mismo, era todo más sencillo cuando sólo tenía que entrenar y entrenar.
- Has tenido que entrenar y entrenar mucho para ser ya un Caballero Jedi.
Por primera vez Jacen se volvió y miro a los ojos a su primo con un gesto de decepción marcado en la cara.
- ¿A eso has venido? ¿A probarme?
Ben pareció querer responder inmediatamente pero se tomó unos segundos para meditar su respuesta.
- De todos los que nos graduamos aquel año tú eras... bueno, el que menos avanzado estaba.
- He tenido un buen maestro.
- Nadie es tan bueno.
- ¿Crees que ya estás listo para ser Caballero Jedi?
- ...
- Aún no estás preparado.
- Supongo que haber sido Caballero Jedi durante un par de horas te convierte en un experto.
- La realidad, Ben, es que ser un Caballero Jedi es incompatible con rivalidades infantiles contra tus compañeros de clase.
- Entonces muéstrame cómo es un Caballero Jedi de verdad -dijo Ben mientras encendía su sable láser y retrocedía unos pasos preparándose para luchar-.
BEN SKYWALKER - BELLEPHORON - 3 años después
El Rey Kemol, Kara y Ben avanzaron por los pasillos del palacio mientras escuchaban el estruendo producidos por todas las naves que estaban atacando el palacio.
- Están interfiriendo las comunicaciones -dijo el Rey Kemol mientras intentaba por enésima vez usar su comunicador-. No puedo ponerme en contacto con seguridad.
- Llegaremos antes nosotros -dijo Ben-.
- Nadie te ha pedido tu opinión...
- Papá tienes que...
Kara no terminó su frase. Impulsado por una repentina perturbación en la Fuerza, Ben se abalanzó sobre sus dos compañeros y los lanzó al suelo justo a tiempo de evitar varias ráfagas láser que se estrellaron contra la pared. Ben agarró a los dos y les hizo retroceder hasta ponerlos a cubierto mientras echaba un vistazo a un atacante. Era un droide de aspecto bastante antiguo, por brazos tenían cañones láser que disparaba veloces ráfagas y parecía tener una especie de escudo alrededor.
- ¿Estás bien? -preguntó Ben-.
- Sí -dijo Kara mientras se limpiaba la suciedad de la ropa-. ¿Puedes librarte de eso?
- Es sólo un droide.
- Es un droideka -le corrigió el Rey Kemol-. Se utilizaron mucho durante las Guerras Clon. Ese escudo suyo daba muchos problemas tanto a los que eran Jedi como a los que no lo eran.
- Fantástico -dijo Ben mientras echaba un vistazo visualizando de nuevo al droideka que movía rápidamente sus cañones para enfocarle-. ¿Dónde están los aposentos de tu hermana?
- La escalera está justo detrás del droideka. ¿Puedes desviar sus disparos?
- A esa velocidad será difícil poder avanzar.
- Ese escudo tiene un problema: consume demasiada energía -dijo el Rey-. Tienen que bajarlo para recargar y durante ese tiempo son vulnerables.
Ben escuchó perfectamente cómo el droideka dejaba de disparar durante unos segundos para luego reemprender su ataque que seguía mellando la pared. Era imposible que llegasen a tiempo a la escalera y con tan poco margen de tiempo sería difícil ponerse a descubierto y dispararle. Aunque...
- Tengo una idea -dijo Ben-. Esperad aquí.
- Espera un momento "Jedi" -dijo el Rey-. No voy a perder el tiempo con tus planes estúpidos y dejar a mi hija pequeña en peligro.
- Mírelo por el lado bueno. Si me plan falla ya no tendrá que discutir conmigo nunca más.
El rey Kemol pareció estar de acuerdo, Kara iba a preguntar pero Ben cerró los ojos en un signo de concentración y Kara no se atrevió a molestarle. Ben extendió sus sentidos con la Fuerza. Si había calculado bien aún faltaban 20 segundos para que el droideka dejase de disparar. Era su momento. Ben utilizó la Fuerza para impulsar su salto. Pasó por encima de los disparos del droideka que en cuanto lo visualizó en sus sensores intentó corregir la trayectoria de sus disparos. Mientras iba por el aire Ben miró hacia el droideka visualizándola perfectamente. De su primer salto llegó justo a la pared contraria en la que se apoyó y volvió a saltar esta vez hacia atrás.
Ahora el momento.
Activó su sable láser y lo lanzó contra el droideka dirigiéndolo con la Fuerza. El sable iba rápido y el escudo aún estaba levantado pero justo antes de que la hoja impactase contra el escudo éste se desactivó permitiendo a la hoja blancoazulada atravesar la carcasa del droideka que cayó al suelo desactivado.
- Buen truco -dijo Kara-.
- Es que me entreno.
- No sigamos perdiendo el tiempo -dijo el Rey intentando sonar poco impresionado con lo que acaba de hacer Ben-.
Los tres pudieron entonces continuar. Subieron la escalera y Ben ya vio desde el principio que la habitación de Kharen iba a estar en la cima del palacio. Mientras ascendían miraban por las ventanas. Veían a los soldados mandalorianos apoyados por droides intentar tomar el palacio. Así mismo en el cielo podían vislumbrar los destellos de los disparos entre las fuerzas planetarias y las fuerzas de ataque mandalorianas. A un piso de la habitación de Kharen comenzaron a oír los quejidos de ésta y apuraron el paso. Cuando llegaron a la puerta Ben hundió su sable en la consola de llamada y la puerta se abrió automáticamente. Un soldado mandaloriano apareció rápidamente con su arma levantada pero Ben se movió con rapidez y con un giró de muñeca hizo que su hoja atravesase a su atacante y despejó el camino. Entraron en la habitación para ver a Kharen forcejeando con su tío, el senador Khan, que la empujaba hasta la nave que se había detenido a la altura de la ventana de la habitación.
- ¿Qué demonios haces? -le preguntó el rey a su hermano-.
- Sólo reclamar lo que es mío -dijo mientras conseguía meter a su sobrina de un empujón en la nave y él mismo subía-.
- ¡Espera!
Ben se adelantó al rey y corrió hacia la ventana. Lamentablemente un mandaloriano le salió al paso y lo tiró al suelo mientras intentaba usar la Fuerza para atraer a Kharen fuera de la nave. El mandaloriano se le puso encima e intentaba ahogarlo con las manos pero un rápido y hábil disparo de Kara lo derribó. Desgraciadamente la nave ya estaba lejos.
- ¡No! -gritó el Rey-. ¡No es posible!
- Papá tranquilo...
- ¿Tranquilo? ¡Tu hermana ha sido secuestrada y no sabemos adónde se la llevan!
- Sí lo sabemos -dijo Ben que ya se había levantado y se explicó ante las miradas desconcertadas de los dos miembros de la familia real-. Conseguí lanzar al interior de la nave mi comunicador. Podremos rastrear su frecuencia siempre que no salgan fuera de alcance. ¿Dónde están los hangares?
- En el sótano -dijo Kara-.
- No llegaremos a tiempo -dijo el rey que se sentó en el suelo desesperado y sin saber que hacer para rescatar a su hija pequeña-. Saldrán fuera de alcance antes de que consigamos una nave.
Ben comenzó a mirar a su alrededor buscando una solución. No podían bajar por las escaleras porque les llevaría demasiado tiempo y más si se encontraban con alguna patrulla y tampoco podían saltar por la ventaba porque estaban demasiado altos. Reparó entonces en el mandaloriano muerto y se acercó a él para quitarle el guantelete y ponérselo.
- ¿Qué haces? -preguntó Kara-.
- Voy a saltar.
- ¡Te matarás!
- No con esto -dijo señalando el guantelete-.
- Voy contigo.
- ¿Qué? No, es demasiado peligroso.
- Si los guardias de palacio te ven por ahí abrirán fuego.
Ben pareció pensárselo. Realmente Kara tenía razón visto el trato que anteriormente le habían dado los guardias.
- De acuerdo -accedió Ben-. Sujétate bien.
- ¡Espera! No voy a permitirte que vayas con ella.
- Papá está bien. Hago este tipo de cosas continuamente cuando estoy con él.
- Eso no me tranquiliza en absoluto.
- No podemos perder más tiempo -dijo Kara-. Papá, Kharen necesita mi ayuda, si voy con Ben le resultará más fácil rescatarla.
El rey pareció pensárselo por unos instantes pero al final accedió con una ligera inclinación de cabeza.
- ¡Será mejor que traigas a mis hijas de vuelta!
Ben asintió. Kara se agarró a Ben y le dio un beso en la mejilla mientras susurraba: "suerte". Ben saltó con Kara por la ventana. Sentía el viento en su cabeza mientras descendía y veía cómo Kara intentaba por todas sus fuerzas no intentar gritar lo que le pareció bastante divertido cuando él luchaba por lo mismo, aunque en su caso era no gritar de alegría debido al subidón de adrenalina producido por la caída al vacío. Cuando creyó que ya estaban a la altura suficiente activó el mecanismo del guantelete y una cuerda con un garfio salió impulsada para engancharse en la fachada del edificio y frenar la caída de los dos jóvenes que se posaron suavemente en el suelo.
- No...volvamos...a... hacer... eso -dijo Kara mientras aún le temblaban las piernas-. Jamás.
- A mi me ha parecido divertido.
Los dos entraron en el hangar por la puerta de acceso. Se dieron cuenta por los disparos y los cadáveres esparcidos por el suelo que los mandalorianos habían estado ahí pero ahora parecían haberse ido junto con la mayoría de las naves, sólo quedaba una.
- Oh, venga ya -dijo Ben-. ¿Un Ala-Y? Si lo usaban durante las Guerras Clon.
- No te quejes, al menos cabremos los dos.
Los dos jóvenes subieron al viejo caza en forma de Y. Ben activó todos los sistemas de la nave y comprobó con preocupación que las lecturas de los monitores fluctuaban o al menos lo hicieron hasta que golpeó el cuadro de manos con su mano.
- Tengo la frecuencia del comunicador -dijo Kara-.
- Entonces nos vamos.
Con suavidad Ben hizo flotar el Ala-Y hasta las gigantescas puertas del hangar donde conectó los motores principales e hizo ascender la nave. Por fortuna los cazas de la armada de Bellephoron mantenían muy ocupados a los cazas mandalorianos así que podían avanzar en libertad y salieron de la atmósfera sin demasiados problemas.
- Esa es -dijo Ben señalando la nave donde estaba la hermana de Kara-. Parecen dirigirse hacia Ariel. ¿Puede haber hecho tu tío un trato con la monarquía del planeta?
- Siempre se mostró molesto por no ser él quien heredase el trono pero... esto no tiene ningún sentido, mi pueblo rechazaría cualquier rey impuesto desde Ariel y la República tampoco lo permitiría.
- ¿En qué piensas?
- Tienen que tener algún tipo de ayuda externa y no me refiero sólo a los mandalorianos.
- Genial. Eso hace que esto todavía sea mejor.
De pronto uno de los tableros comenzó a pitar.
- ¿Qué ocurre?
- Tenemos compañía -dijo Ben mientras volvía a mirar los monitores-. Agárrate, voy a intentar despistarlos.
- ¡No pierdas a Kharen!
- Tranquila, lo tengo todo bajo control.
Ya casi habían llegado a Ariel, estaban a pocos kilómetros de entrar en la atmósfera cuando viejos modelos de caza Z-95 se les situaran a la par y tuvo así que abortar la reentrada. Ben hizo girar bruscamente su caza e inició varios rizos pero su nave carecía de velocidad o maniobrabilidad. Cuando los disparos de los dos cazas comenzaron, Ben pudo sentir cada impacto de los escudos en la palanca de control. Cada vez le era más difícil mantener la nave bajo control. Teniendo que cambiar de estrategia redirigió toda la potencia de las armas a los motores y consiguió unos metros valiosos que lo sacaron del alcance de las armas de sus enemigos. Éstos, decididos a alcanzarle adquirieron mayor velocidad redirigiendo también su energía. De pronto, Ben giró su nave hacia la izquierda e inició el descenso. Las dos naves lo imitaron pero no tuvieron en cuenta la atmósfera del planeta. Metidas en un ángulo incorrecto y con la velocidad que llevaban los dos cazas chocaron contra la atmósfera y salieron despedidos sin control.
Ben estaba tan contento de su maniobra y gritaba tan alto de alegría que no se percató que la nave que habían estado persiguiendo les estaba esperando en la atmósfera del planeta lista para abrir fuego. Sin tiempo para responder, Ben sólo pudo evitar daños mayores. Ante la salva de disparos los escudos de la nave cedieron. Los tableros de mando se cortocircuitaron dejando de funcionar mientras el casco de la nave se agujereaba.
Ben tuvo suerte de poder apartarse de la trayectoria de la nave de ataque mandaloriana y que a ésta no les interesase acabar con ellos pues siguió su camino ignorándoles.
- Bueno... podría haber sido peor -dijo Ben mientras intentaba resucitar alguno de los paneles de la nave sin éxito-.
En cuanto dijo esto escucharon un extraño crujido proveniente del ala izquierda de la nave. Los dos jóvenes vieron con pavor cómo el ala izquierda de la nave se estaba desgarrando poco a poco. Como perder el ala equivaldría a perder uno de los motores Ben uso la Fuerza para mantener pegada el ala al casco mientras descendía todo lo rápido que podía.
- ¿Cuánto podrás aguantar así? -preguntó Kara que estaba conteniendo la respiración sin darse cuenta-.
- ¿Por qué? ¿Estás pensando en un paseo turístico? No tenemos tiempo.
Ben aguantó como pudo pero el descenso era demasiado lento. Para no forzar demasiado el ala tenía que descender a baja velocidad pero aún así la fuerza con la que intentaba desprenderse era demasiada para él así que a unos cientos de metros para el suelo Ben tuvo que desistir y dejar el ala a su suerte.
- ¡Estamos cayendo! -gritó Kara-.
- Sí... lo llaman gravedad. ¡Agárrate, puede que esto se mueva un poco y luego nos estrellemos y muramos!
- ¡No sé cómo lo haces pero siempre que salgo contigo acabamos estrellándonosssssssssssssssssss
HOLDEN - CORELLIA - 4 años después
Holden se recostó de nuevo en su silla para descansar y leer detenidamente el último informe de las reparaciones. Al fin, tras varios años de retraso había logrado terminar las reparaciones del X-303 el prototipo de nave experimental que él mismo había casi destruido años atrás cuando había caído en manos de separatistas corellianos. Sin embargo, su gozo fue interrumpido cuando la pantalla de datos mostró una transmisión entrante desde la comandancia de la flota en Coruscant. La imagen holográfica de la General Vedra apareció segundos después en medio de su despacho.
- General.
- Mayor
- ¿A qué debo el honor?
- Quería comunicarle su nuevo destino personalmente.
- ¿Nuevo destino? ¿Qué pasa con el Ugana?
- Su primer oficial ha sido ascendido a Capitán y se le ha otorgado el mando de la nave.
- Durante los últimos cuatro años llevaba actuando como tal.
- Así es y parte de nuestra decisión se basó en ello. En cuanto a usted, se le ha otorgado el mando del X-303.
- ¿Perdone?
- ¿Algún problema?
- No... es que -Holden se colocó instintivamente el cuello del uniforme-. No es nada, en serio.
- Puede hablar libremente.
- No soy bothan.
- Eso es evidente -dijo Vedra a quien se les escapó un rápido amago de sonrisa-.
- Quiero decir... sé que no estoy en Coruscant o incluso con el resto de la Quinta Flota pero... todo el mundo que asciende... todos los puestos importantes están copados por bothans.
- ¡Mayor! Espero que no esté insinuando que el actual Canciller intenta por todos los medios colocar a gente de su raza y de su confianza en los puestos más importantes de la armada.
- No... no lo insinúo.
- En su caso, Mayor, ha tenido unos patrocinadores muy destacados.
- ¿Hmmm? La única gente que me respeta son los Jedi y Fey´lya no les tiene en alta estima.
- Por decirlo suavemente. Pero tiene razón, sus patrocinadores no son los Jedi, son los B´Sessn.
- Ahora sí que estoy confuso.
- No más que el resto de la comandancia. El embajador B´Sessn insistió personalmente en su nombramiento, así como en el contenido de su próxima misión.
- ¿Qué misión?
- El embajador B´Sessn ha requerido conocer mejor los mundos que forman la República y para ello la comandancia le ha querido facilitad el X-303.
- ¿Voy a hacer de guía galáctico?
- ¿Prefiere seguir en su actual ubicación, Mayor? He oído que los astilleros pronto recibirán varias naves para su puesta al día. El papeleo ya de por sí le llevará años.
- ¿Cuánto tiempo durará la misión? -preguntó ignorando totalmente el último comentario de Vedra-.
- El tiempo estimado es de un año, aunque puede aumentarse. Su transporte ya debería haber llegado.
- Pues aquí no...
Llamaron a la puerta. Holden se disculpó con la General y abrió desde el panel de mando de su escritorio para ver entrar a un muy joven soldado.
- Teniente Vikk Draygo presentándose, señor.
TENEL KA - CORUSCANT - 2 años y medio después.
Era una noche de tormenta pero la lluvia todavía no había hecho acto de presencia. El tráfico alrededor del Palacio de la República había sido desviado expresamente y no se podía ver un deslizador al alcance de la vista. En la plataforma de despegue principal, la lanzadera del Consorcio de Hapes esperaba a que la ceremonia acabase. Los guardias del Palacio se habían vestido con su uniforme de gala azul oscuro y formaban alrededor de la lanzadera.
Cuando las puertas del turboascensor se abrieron, los dos féretros salieron primeros. Tenel Ka no los miraba, pues no se creía fuerte de más para poder mirar de nuevo el recipiente donde sus padres iban. A su lado, el Canciller de la República, Borsk Fey´lya se removía nervioso. Los dos gobernantes de Hapes habían sido asesinados en la capital de la República y el bothan temía que el Consorcio de Hapes, aliado pero no integrado en la República, pudiera tomar represalias contra ellos. Tenel Ka no pretendía tal cosa en parte porque lo único que quería ahora era volver a casa y en parte porque no estaba segura de que su abuela o sus tías no fueran responsables del asesinato de sus padres. Su abuela, la anterior reina siempre había demostrado una desdeña absoluta por el matrimonio de su hija con la que ella llamaba "dobladora de cucharas". La historia de Hapes estaba salpicada por el enfrentamiento que los Jedi habían tenido con los piratas responsables de la creación del consorcio. Desde aquella las mujeres de Hapes habían reinado pero conservaban su recuerdo de lo que los Jedi habían hecho. Aunque nunca hubiera sido del todo probado, era bien conocido que la abuela de Tenel Ka había ayudado al Emperador Palpatine a aniquilar a los Jedi que habían sobrevivido a la purga.
Echaron a andar hacia la lanzadera. Los escasos metros que había que recorrer se le estaban haciendo eternos. Entre la multitud pudo ver a muchos de sus amigos, Ben y Kara que se agarraban de la mano, Jaina que estaba junto su madre, Shia y su hermano pequeño Anakin así como muchos otros Jedi con los que había entrenado en la Academia. Tenel Ka evitó deliberadamente mirar a Tionne, su Maestra. No estaba preparada para enfrentarse a ella.
Llegados a la rampa de acceso, Tenel Ka se despidió ceremonialmente de Fey´lya y subió hacia la lanzadera. Allí le esperaban dos bellas guardias de Hapes que le informaron de que su abuela le transmitía sus disculpas por no estar ahí presente. Tenel Ka asintió y luego procedió a sentarse para que la lanzadera pudiera despegar a irse del planeta rumbo a Hapes.
- Dejadme sola -les dijo a las dos guardias-.
- La Ta´a Chume nos ha ordenado atenderla personalmente.
- No es necesario.
- Lo sentimos majestad pero...
- ¡Soy la Chume´da! ¡La heredera del trono de Hapes y pronto seré la Reina! Quiero pasar el resto del viaje en meditando en calma, así que por favor, cumplid mis órdenes e iros.
Las dos guardias parecieron mirarse la una a la otra buscando mutuo apoyo pero ambas se dieron por vencido. Con una elegante reverencia las dos salieron de la habitación dejando a Tenel Ka sola, sentada con los féretros de sus padres justo enfrente.
- Ya puedes salir -dijo Tenel Ka-.
Para quien hubiese estado en la habitación anteriormente, habría sido como si Jacen Solo se hubiera fundido con las sombras y hubiese decidido aparecer de pronto, sólo que tal cosa no era posible.
- Buen truco -reconoció Tenel Ka-.
- Jaina me dijo que no querías hablar con nadie.
- Quería privacidad... aún la quiero. No quiero consejos ni sermones.
- No he venido a darte sermones.
- ¿Seguro? ¿No has venido a decirme que abandonar mi entrenamiento es un error?
- ¿Por qué me recorrería media galaxia para decirte lo que tú ya sabes?
- ¡Tengo que hacerlo! ¡Mi abuela o mis tías han orquestado todo esto, estoy segura! No puedo dejar que se salgan con la suya. Tengo que volver a Hapes, asumir el mando y conseguir que sean condenadas.
- Tionne te podría ayudar. La Academia Jedi al completo te podría ayudar.
- No. No podéis hacer nada. Sois Jedi, no sois bien vistos en Hapes. A mi me toleran porque soy parte de la familia real pero si sale a luz pública que voy correteando por el palacio con Jedi a mis lado... todo podría acabar en una guerra civil.
- No tiene por qué ser así.
- Pero lo será. Jacen he estado metida en las intrigas palaciegas de Hapes desde mi nacimiento. Sé lo que pasaría y no puedo permitirlo.
- Estarás en grave peligro. Rodeada de gente que no te quiere bien alguno.
- Lo sé. Pero es mi elección. Si mi abuela o mis tías están detrás de todo esto tengo que evitar que se salgan con la suya.
- Sólo recuerda no sumergirte tanto en sus intrigas que al final ya no te reconozcas.
- No lo haré. Descuida.
- Y si necesitas ayuda...
- Serás al primero que llame. Te lo prometo -dijo mientras volvía a mirar los féretros de su padre y de su madre-. En Hapes no incineramos a nuestros muertos, los enterramos con su familia.
- Tranquila -dijo Jacen cogiendo su mano-. Estaré contigo para darte fuerzas y ellos no me verán
ARIEL - BEN SKYWALKER - 3 años después
El aterrizaje había sido poco ortodoxo pero aún así tanto Ben como Kara habían salido prácticamente ilesos y ya se movían rápidamente para alejarse de la zona del accidente donde pronto las tropas del planeta irían a investigar. Afortunadamente para ellos no habían caído lejos de la ciudad donde se encontraba el palacio de la familia real del planeta así que tras menos de una hora de camino ya habían llegado. Escondidos entre las estrechas calles, Ben irrumpió silenciosamente en una casa para robar varias túnicas que les camuflasen con la poca gente que transitaba por la calle.
- Cuidado -dijo Ben resguardándose a si mismo y a Kara tras un puesto mercante-. La seguridad es más estrecha por aquí.
- Tenemos que darnos prisa. No sabemos lo que pretenden hacer con mi hermana.
- Si la fuese a matar ya estaría muerta.
- Gracias por los ánimos.
- Lo siento. ¿Sabes dónde está el palacio?
- Sí. Sígueme.
Con la cabeza gacha fueron caminando entre las calles de la ciudad. La gente se había retirado a sus casas atemorizada debido a todo el movimiento de tropas que ocurría por la ciudad. Al no poder camuflarse en la muchedumbre, Kara y Ben tuvieron que moverse lejos de las grandes calles y dar un amplio rodeo.
- Subamos al tejado de ese edificio -dijo Ben señalando un pequeño edificio con una escalera exterior-.
Desde el tejado pudieron contemplar el palacio de Ariel que se encontraba en medio de una gigantesca plaza donde se acomodaban todas las tropas mandalorianas que estaban subiendo a sus naves de ataque.
- Va a ser difícil entrar ahí -dijo Kara mientras contemplaba todas las naves de ataque mandalorianas con sus correspondientes soldados-.
- No lo creas. Fíjate, los soldados se mantienen alejados del palacio. Y no hay ningún tipo de asentamiento o barracones para que descansen.
- ¿En qué estás pensando?
- En que los soldados mandalorianos son caros.
- ¿Cómo dices?
- No te ofendas pero viendo el estado de tu planeta y que este no parece mucho mejor... no deben de disponer de demasiados créditos para pagar a las tropas mandalorianas.
- ¿Sólo les han pagado para atacar?
- Para atacar y secuestrar a tu hermana. De todas formas poco más podrían hacer. No pueden arriesgarse a un enfrentamiento directo con la Nueva República, llevarían las de perder y la República revocaría su licencia de mercenarios acabando con todo su negocio.
- Esto no tiene ningún sentido. Mi pueblo nunca aceptará volver a someterse a Ariel.
- No directamente. Pero si tu tío es coronado Rey...
- Mi tío jamás podría ser Rey... nuestras leyes lo prohíben, debe ser el hijo más joven el que ocupe el puesto.
- ¿Y si abdicase tu padre?
- El trono sería de mi hermana. Aunque ella abdicase la corona aún me pertenecería a mí antes que a mi tío.
- ¿Y si todos abdicaseis?
- Jamás le daría la corona.
- ¿Ni siquiera para salvar a tu hermana?
- ¿Qué? -dijo quedándose callada durante unos segundos intentando asimilar la información-. ¿Obligarnos a todos a abdicar para poner a mi tío en el trono y que él fuese más complaciente con los deseos de Ariel?
- A mi me suena como un plan... de locos, pero un plan.
- ¿Qué podemos hacer?
- Las tropas mandalorianas ya se están retirando así que será mejor esperar para poder acercarnos al palacio y rescatar a tu hermana.
- ¿Cómo? ¿Piensas entrar por la puerta principal tranquilamente y exigir ver a los reyes?
- Eso es exactamente lo que pensaba hacer.
- Ah... uh... ¿qué?
HOLDEN - CORELLIA - 4 años después
Aún no había terminado de ponerse el uniforme de gala cuando Holden tuvo que salir a la carrera para estar a tiempo en el comité de bienvenida que recibía al embajador de los B´Sessn. Se colocó al lado de su primer oficial, un bothan del que aún no podía recordar el nombre y que sospechaba que Fey´lya había colocado en la nave como represalia por no haber podido conseguir el mando para cualquier otro capitán de la misma especie.
- ¿Nervioso?
Quien hablaba era Vikk Draygo, el joven teniente que le había llevado desde el Ugana hasta la nave. Como era el único al que Holden conocía personalmente le había nombrado su ayudante personal aunque el joven había dejado netamente claro que sólo lo sería los primeros días, que lo único que él quería realmente era volar en un caza.
- Ellos mataron a mi familia.
- ¿Qué?
- En Corellia, la primera vez que llegaron. Mi familia estaba con la Tercera Flota y ellos...
- Quizás no sea los mejores recuerdos que evocar, señor.
- Quizás no.
La lanzadera se posó suavemente sobre el suelo del hangar de la nave. Como siempre, los B´Sessn utilizaban los transportes que la República les proporcionaba. Desde la guerra no se había vuelto a ver una nave B´Sessn en los territorios de la República o en cualquier otro aunque, como muchas naves espías que habían intentado introducirse en los territorios de la raza alienígena sabían, sus formidables naves de combate todavía rondaban por el espacio.
- Bienvenidos al X-303 -dijo Holden a los dos B´Sessn que bajaban desde la lanzadera-.
Holden los observó bien. Eran un hombre y una mujer de piel azul y orejas puntiagudas, con sólo tres dedos en cada mano, con la esclera totalmente negra y la pupila y el iris de color blanco en una extraña forma que recordaba a pequeñas estrellas brillantes. Él llevaba su larga melena recogida en una coleta mientras que ella llevaba la cabeza totalmente rapada. En su frente, sobresalía lo que parecía una pequeña formación de huesos que creaban en cada uno una figura distinta. Ambos vestían ropas sencillas, túnicas blancas y calzaban sandalias que dejaban entrever cinco dedos en cada pie.
- Es un honor tenerles a bordo -continuó Holden-. Soy el mayor...
- Sé quién es. Usted trató de romper el alto el fuego decretado por nuestros gobiernos.
- ... eran otras circunstancias. Ahora las cosas han cambiado.
- ¿Tanto han cambiado? Oí lo de su encarcelamiento con los Jedi.
- Me ayudaron mucho.
- No lo dudo pero quizás quiera recordar que no es el único que perdió familia aquel día. Muchos B´Sessn cayeron bajo su fuego.
- Aquellos días fueron terribles para todos, embajador.
- Sin duda. Por eso intentamos estrechar lazos con su pueblo. Yo soy J´Hryn, embajador del pueblo B´Sessn por orden de nuestro Cónclave Regente. Ella es Kilena, mi aprendiz, me acompañará en todas mis tareas a bordo de esta nave.
- Es un placer conocer...
- No pierda el tiempo, mayor-advirtió J´Hryn-. Nuestra sociedad prohíbe a nuestros discípulos hablar si su maestro no se lo permite.
- Entiendo -dijo Holden-. Hemos preparado sus aposentos pero quizás quieran ver antes la nave.
- Colaboramos en su desarrollo, sabemos cómo es la nave. Si no es inconveniente, preferiríamos empezar con nuestra misión.
- No hay ningún problema. ¿Algún planeta por el que prefiera comenzar?
- Preferiríamos empezar por los planetas del llamado Núcleo.
- Mi primer oficial les acompañará hasta el puente de mando. Yo les acompañaré en breve.
Holden les vio alejarse. Aquella iba a ser una misión muy larga.
JAINA SOLO - NAR SHADDAA - 4 años y medio después
Nar Shaddaa, también conocida como la Luna de los Contrabandistas o la ciudad vertical, orbitaba alrededor del planeta hogar de los Hutt, Nal Hutta. En realidad la luna se había convertido con los años en una especie de Coruscant de décima categoría. Edificios gigantescos se erigían en medio del planeta sin orden, con estructuras parcheadas unas encima de otras que daban un aspecto insano al planeta. Claro que dado que la mayor parte de la población era contrabandistas, cazarecompensas, asesinos y criminales de todo tipo la orografía urbana no era una prioridad.
Uno de los contrabandistas más famosos en la actualidad y que regentaba uno de los más infames locales (lo que en el argot local quería decir de alta categoría) del planeta era Voneltel Kalni, devoriano y vigo del Sol Negro que había alcanzado cierta notoriedad y libertad en la zona al hacerse con el control del arma de destrucción masiva conocida como misil Nova, un arma capaz de destruir todo un sistema solar en un instante. Por supuesto, Jaina Solo sabía que todo esto era mentira. El misil había sido robado por su tío y su hermano y Kalni sólo se había llevado el mérito por alguna extraña razón. Todavía parecía ir bien pero al final la Nueva República acabó enterándose del supuesto robo de Kalni y mandó a Jaina como agente encubierta.
" ¿Te has divertido? " le dijo Shil, la joven que años atrás les había ayudado tanto a Jaina como a sus hermanos a hacer frente a una insurrección en Corellia y que ahora trabajaba para la INR (2)
- Creía que habíamos decretado silencio en las comunicaciones.
- No he podido resistirlo. ¿Es legal hacer eso con un twi´lek?
- No te pongas celosa. Y ahora silencio.
Jaina accedió finalmente a la habitación trasera del local donde había conseguido entrar momentos antes y donde había tenido que "jugar" con el twi´lek que atendía la barra para convencerle de que estaba allí invitada por Kalni. La parte trasera del local no era una zona muy concurrida, diversos alienígenas se apretujaban en las pocas mesas disponibles con cara de pocos amigos mientras resguardan sus datapas de ojos extraños. En cuanto Jaina entró en la habitación, todos se llevaron instintivamente la mano a sus blásters.
- Tranquilos -dijo Kalni que había visto a Jaina y se había apresurado a recibirla-. Es una vieja amiga -Kalni la abrazó con cariño y extendiendo sus rugosas manos por zonas donde Jaina preferiría que no lo hubiese hecho-. Hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Qué tal está tu madre?
- Mi madre es la razón que me ha traído aquí.
- Negocios, ¿eh? Ven por aquí.
Kalni la dirigió hacia uno de las mesas más apartadas del local donde se sentaron. Jaina reparó en la presencia de varios guardias gamorreanos alrededor de la mesa y en un guardaespaldas muy especial.
- ¿Mandalorianos? No son buena compañía
- Pero son muy buenos en lo suyo. Mejor que estos estúpidos gamorreanos.
- Nunca confíes tu seguridad a una raza que se parece a un cerdo... ni tampoco a alguien que te vendería al mejor postor.
- ¿No haríamos eso todos?
Jaina se permitió jugar un poco con Kalni y se acercó insinuante a su cara.
- Sólo a algunas personas.
Kalni se rió mientras pidió una ronda al camarero.
- Tu madre... ¿qué es lo que quiere esta vez? Tengo una partida de cazas TIE robadas al Remanente imperial. Ese Almirante Garnet, el último atentando contra su vida le ha dejado muy tocado.
- Dicen las malas lenguas que ayudaste a... planearlo.
- Ya sabes cómo soy, no puedo evitar que me interese la política. Pero hablábamos de tu madre...
- No he venido de parte de mi madre.
La expresión de Kalni pasó de risueña a seria mientras apuraba el último sorbo de su bebida.
- Siempre supe que llegaría un día que pronunciarías esas palabras... pero tu madre es una buena cliente...
- Yo lo soy mejor.
- No, no lo eres. Sólo eres la chica de los recados de tu...
- Tengo un comprador... propio.
- ¿Sabes lo que me haría tu madre si supiese que estamos teniendo esta conversación?
- Ya es mayor. Su visión para los negocios ha... envejecido. ¿Cuánto tiempo hace que no te ofrece un trato realmente bueno? Ahora sólo se mete en pequeñas refriegas locales, ¿cuál fue la última insurgencia planetaria que financió?
- Te escucho.
- Tengo un comprador.
- ¿Para qué?
- Ya sabes para qué.
- ¿El misil?
- El misil.
- Ya hemos tenido esta conversación antes -dijo Kalni levantándose y dando por terminada la conversación-. Y siempre acaba igual... no es suficiente.
- Esto sí lo es -dijo Jaina sacando despacio de su bolsillo un pequeño datapad que Kalni recogió al vuelo-.
"Ahí vamos otra vez" dijo Shil desde el comunicador recordando las cuatro últimas ofertas que la Nueva República, a través de compradores fantasma, había realizado a Kalni y que ésta había rechazado. El problema de todas aquellas ofertas es que, dada su elevada cantidad tenían que ser mínimamente creíbles, de compradores que fueran gente de confianza. Y por supuesto Jaina tenía que hacer que todas esas ofertas fracasasen para que la INR siguiese pensando que Kalni tenía el misil Nova.
- ¿Cómo has conseguido esta clase de comprador?
- No eres el único al que le gusta... la compañía de gente joven.
- Entiendo
Kalni sonrió mientras no dejaba de mirar la cifra del datapad. Jaina la había visto antes y era astronómica pero confiaba en que las ganas de no meterse en problemas con su falsa madre y con la evidente falta del material requerido en la compra, hiciese que Kalni rechazase de nuevo la oferta.
Pero se equivocó. Jaina pudo leerlo casi inmediatamente gracias a la Fuerza. Kalni pensaba aceptar la oferta y largarse con el dinero a un rincón oscuro de la galaxia. Ya tenía hasta el planeta decidido. Jaina no podía permitirlo, si la INR empezaba a buscar otros culpables del robo del misil Nova quizás mirase hacia donde no debía.
Sólo le quedaba una opción y tenía que actuar rápido. Usando al Fuerza, atrajo hacia sí un bláster y disparó.
BELLEPHORON - ARIEL - 3 años después
La Reina de Ariel, Jiwid Kirahl, contemplaba por la ventana de palacio cómo la última de las naves mandalorianas abandonaba la atmósfera del planeta y cómo la plaza donde antes habían estado desplegadas las tropas mandalorianas ahora estaba vacía. No se habían permitido tener más tiempo las tropas en el planeta, no sin poner en peligro la estabilidad económica del planeta. De todas formas no habría servido de mucho. En cuanto la Nueva República se enterase de lo que había pasado mandarían una flota para imponer la paz y rescatar a la heredera del torno de Bellephoron. El plan que su marido había urdido, hacer que toda la familia real abdicase a favor de Khan era cuanto menos peligroso y la Reina no veía muchas posibilidades de salir de aquello indemne. Todavía no sabía quién le había metido semejante idea en la cabeza a su marido pero estaba decidida a descubrirlo y a actuar en consecuencia.
- Majestad.
- Mayor. ¿Qué se le ofrece?
- Hemos capturado a dos intrusos que intentaban entrar en palacio. Uno de ellos es la princesa Kara, de Bellephoron
La cara de la Reina se descompuso por la sorpresa pero en unos segundos volvió a recuperar el tono regio anterior.
- Tráigala junto a su acompañante.
- Sí, majestad.
El soldado desapareció unos minutos para volver acompañado de unos esposados Ben y Kara que venían acompañados por otros dos guardias.
- Princesa.
- Majestad. He venido a recuperar a mi hermana.
La Reina escrutó a Kara de arriba abajo. Cómo era posible que hubiese llegado al planeta con la compañía de... ahora lo entendía todo.
- Dejadme a solas con los prisioneros. Quiero interrogarlos a solas.
- Pero majestad...
- Haced lo que os digo. No me pasará nada.
Extrañados los guardias abandonaron la habitación.
- Princesa, hacía años que no nos veíamos las caras. Lamento que haya sido en tan desagradables circunstancias pero me agrada saber que sus compañías han mejorado notablemente. Maestro Jedi, es un honor tenerle entre nosotros -dijo con una ligera reverencia-.
- Sólo soy un padawan.
- Es un honor igualmente -dijo mientras les retiraba las esposas tanto a Kara como a Ben-. Sé que usted habría podido librarse de estas con facilidad y arrasar todo el palacio hasta encontrar a la princesa, le agradezco que haya optado por un enfoque más sutil. Su presencia aquí es un golpe del destino, ahora podremos ayudarnos mutuamente.
- ¿Ayudarnos?
- Tienen que entender que ni yo ni el gobierno hemos aceptado o colaborado de algún modo en este ataque. Nos opusimos frontalmente a ello de hecho pero mi marido es un ser obstinado y ya mayor, cayó fácilmente en engaños y falacias.
- ¿Engaños por parte de quién?
- Me temo que eso no lo sé. Mi marido nunca me permitió que me reuniese con su contacto.
- Espera... ¿está diciendo que alguien contactó con el Rey y le ayudó a preparar este ataque?
- Así es.
- No me lo creo -dijo Kara-. Este ataque tiene todo...
- Llevamos años en paz. ¿Por qué querríamos cambiar eso? Ya he perdido a suficientes hijos en batallas estúpidas, no quiero perder al último en una nueva guerra.
- Entonces ¿nos ayudará?
- La princesa está en los antiguos calabozos, cerca del núcleo de energía del palacio. Os llevaré hasta allí y prepararé una nave para que huyáis del planeta en cuanto tengáis a la princesa.
- ¿A cambio de qué?
- Contad mi versión de la historia, respaldadme ante la Nueva República.
- Eso jamás -dijo Kara-. No voy a permitir que os salgáis con la vuestra.
- Si no hacéis eso daré la alarma. En cuanto vean que un Jedi se abre paso sable en mano hasta el calabazo no dudarán en ejecutar a vuestra hermana -dijo amenazante y tardó un instante en volver a hablar para que todos pudiesen reflexionar un instante-. ¿Tenemos un trato?
Ben miró a Kara que de mala gana asintió.
- Tenemos un trato.
JAINA SOLO - CORUSCANT - 4 años y medio después
Jaina contempló cómo la noche le ganaba la partía al día. El tráfico nocturno de Coruscant seguía siendo intenso a esas horas aunque visto desde la terraza del Palacio de la República parecía tener un efecto relajante, al menos en Jaina.
- Maestra -dijo Jaina al notar que se maestra y tía se había acercado-.
- Estuviste bien en la evaluación de la misión. Todos quedaron convencidos de que no tuviste más opción que deshacerte de Kalni.
- Sólo dije la verdad.
- No mentiste en ningún momento cuando mencionaste que habías percibido que Kalni pensaba fugarse con todo el dinero.
- Porque así era.
- Sin duda. Pero tú y yo sabemos que había otra razón en juego.
- ¿Debería haberle dicho al comité de evolución que llevamos mintiéndoles todo este tiempo sobre el verdadero autor de la bomba? Hice lo que debía.
- Mataste a un hombre.
- He matado antes.
- Nunca a sangre fría.
- No fue... No era precisamente un santo, ninguno de aquél lugar lo era. ¿Qué podía hacer? Si Kalni desaparecía con el dinero dejando su organización al descubierto sería como un cartel gigante de neón diciendo: No tenía la bomba.
Jaina se giró entonces para mirar por primera vez a su maestra cara a cara.
- Y de haber tenido Kalni la bomba... habría actuado igual.
- ¿Lo habrías hecho? Habrías matado al cabecilla y luego te habrías escabullido teniendo el tan exacto cuidado de no matar a ninguno de los miembros más importantes de la organización de Kalni. He visto los informes, dejaste al número dos de la organización vivo, decapitaste al número tres y dejaste inválido al cuarto. La rama de Kalni sigue en funcionamiento y la INR sigue sospechando que tienen el misil pero saben que ahora cualquier comprador que se acerque a preguntar por el misil será recibido con un tiro entre ceja y ceja.
- ¿Qué te molesta tanto?
- Me molesta que a ti todo esto no te moleste.
- ¡Era lo que tenía que hacer!
- ¡No puedes justificarlo con! ... el Lado Oscuro es...
- ¡Oh venga ya! ¡No actué movida por odio, ira o agresividad! ¡No me movieron los sentimientos!
- ¿Sólo fuiste un instrumento frío y preciso?
- Exacto.
- Eso no es lo que te he estado enseñando.
- ¿Ah no? ¿Qué hay de toda esa retahíla de "controla tus sentimientos", "no te dejes llevar por la ira" y demás? Eso es lo que es un Jedi.
- Si eso es lo que crees es que llevas cuatro años sin aprender nada.
BELLEPHORON - ARIEL - 3 años después
Los calabozos se encontraban en la parte subterránea del palacio, cerca de donde el reactor extraía la energía geotérmica del núcleo del planeta. Era en la parte antigua del palacio por lo que las paredes de plastiacero pronto se vieron transformadas por las clásicas losas de piedra. Gracias a la ayuda de la Reina pudieron llegar sin problema hasta la entrada misma que daba acceso a los calabozos.
- Hasta aquí llego yo. Tendréis que bajar las escaleras vosotros solos, una vez abajo los calabozos son grandes y pueden estar vigilados pero tendréis que arreglároslas.
- No se preocupe -dijo Ben-. Ahora vaya arriba a un sitio seguro y enciérrese.
Kara esperó hasta que la reina se hubiese ido y miró a Ben fijamente.
- ¿Confías en ella?
- No he notado ningún engaño.
- Yo no me fío...
- Gracias.
- De ella, no de tus habilidades.
- Bajemos.
Con mucho cuidado Ben y Kara fueron descendiendo por las escaleras hasta llegar a los calabozos. Allí la iluminación era muy mala y parecía que había filtraciones de agua por toda la zona debido probablemente a algún río subterráneo.
- ¿Por qué no hay guardias? -preguntó Kara-.
- Estaremos teniendo suerte.
- ¿Nosotros?
Siguieron avanzando. Ben cada vez tenía peores sensaciones, había algo allá abajo, algo primario y que no acaba de identificar. Le empezaba a doler la cabeza y tenía dificultades para respirar. ¿Cuánto llevaban allí abajo? A Ben le parecía que llevaba horas caminando, las piernas le flaqueaban, los ojos le pesaban...
- Eh, estás temblando -dijo Kara-.
- No, no lo...
Ben miró su mano y en efecto estaba temblando. También había empezado a sudar considerablemente. Intentó calmarse, recurrir a la Fuerza para tranquilizarse pero cuando lo hizo notó que temblaba más y más. Algo allí estaba muy mal. Instintivamente llevó su mano al cinturón donde cogió su sable láser y lo activó.
Y entonces lo vio, o lo creyó ver.
Justo delante, había un hombre vestido con una túnica totalmente negra donde sólo un broche plateado resaltaba. Ben se echó instintivamente hacia atrás tan descuidadamente que tiró a Kara al suelo.
- Ponte detrás de mi -le dijo Ben sin quitar los ojos de encima a la oscura figura-.
Pero Kara había reparado en algo en lo que Ben no, al lado del hombre con túnica yacía el cuerpo de una joven a la que Kara inmediatamente identificó como su hermana.
- ¡Kharen!
Kara intentó ir hacia ella pero Ben se lo impidió. Kara le miró suplicante pero Ben negó con la cabeza.
- Si vas ahora te matará.
- No puedo dejarla ahí. Podría estar herida.
Ben la miró y luego volvió a mirar hacia su enemigo.
- Déjala ir.
El hombre asintió con la cabeza y retrocedió lentamente varios pasos permitiendo que Kara se acercase a su hermana y comprobase su estado.
- Sólo está inconsciente -dijo mientras la cogía en brazos-.
- Llévala arriba y vete del planeta tan pronto como puedas -dijo Ben-.
- ¿Y tú?
- Me quedaré un poco.
- No pienso dejarte solo.
- Esto es mi terreno. Vete, estaré bien. Te lo prometo.
Kara accedió y salió corriendo con su hermana en brazos dejando a Ben blandiendo su sable láser.
- Eh, ¿es que no sabes hablar?
- ...
- ¿Has tenido algo que ver con el ataque?
- ...
- ¿Eres un Sith?
- ...
- Porque tienes toda la pinta de ser un Sith.
- ¿Eres Ben Skywalker?
El tono grave y deformado de su voz asustó a Ben. Había visto usar la Fuerza para modificar la proyección de la voz de una persona pero aquello era totalmente distinto. La voz de aquel ser parecía mezclarse con el aire y retumbar en los oídos del joven Skywalker. Era atronadora. Ahora estaba seguro de estar ante un Sith.
- ¿Y qué si lo soy?
- He esperado mucho tiempo para conocerte... no estoy impresionado.
- Cuanto lo siento pero no estoy aquí para impresionar a los Lord Sith.
Antes de que Ben pudiera reaccionar una lluvia de relámpagos azules surgió de las manos del Lord Sith. Ben intentó interponer su sable láser pero la fuerza de los relámpagos hizo que saliera propulsado hacia la pared. Después notó cómo una fuerza invisible tiraba de él y lo levantaba del suelo. Ben intentó moverse pero vio que no era capaz. Aquel Lord Sith lo estaba reteniendo.
- Escúchame bien porque he arriesgado mucho para programar este encuentro.
- Así que tú has organizado esto. ¿Qué ganas en esta guerra?
- Estas disputas entre planetas no significan NADA para mí. Vine a verte, a advertiros.
- ¿Advertirnos?
- A los Jedi y a la República, no estáis listos para lo que viene. Os habéis vuelto de nuevo débiles, el equilibrio esta a punto de romperse.
- Por vuestra culpa.
Ben pudo oír cómo el Sith empezaba a rugir de pura furia. Los ojos de aquel ser se tornaron de un maligno amarillo. Como si fuera una marioneta, Ben sintió que la fuerza invisible que lo apresaba le lanzaba ahora hasta cuatro veces contra el techo. Escuchó perfectamente cómo varias costillas se le rompían y saboreó el regusto amargo de la sangre en su boca.
- ¡Escoria ignorante! ¡Todos los Jedi sois igual de débiles!
- Mi padre...
- ¡Tu padre es el más débil de todos! ¡Yo mismo acabaré con su vida!
- Jamás... los de tu clase siempre acabáis mordiendo el polvo
- Vine a advertirte de lo que se os avecina pero ya veo que prefieres ignorarme.
- No necesito tus advertencias. Los Jedi nos bastamos para defender esta galaxia.
- Y aún así estás a mi absoluta merced -dijo y Ben comenzó a notar cómo una fuerza invisible oprimía su tráquea-. Pero puedo ayudarte, enseñarte el verdadero significado de la Fuerza.
- Jamás me uniré a ti.
- Oh lo harás, lo harás. Es inevitable. Lo que está por ver es si lo harás antes de que condenes a todo ser viviente de la galaxia a muerte... o después.
Lo último que oyó Ben antes de desmayarse por la falta de oxígeno fue la estruendosa risa de aquel Lord Sith.
Cuando recobró el conocimiento, Ben vio que muchas cosas habían cambiado en las pocas horas que había estado sin sentido. El Rey Popko de Ariel había sido asesinado por un misterioso hombre del que Ben suponía su identidad. Así mismo, tras el asesinato del Rey de Ariel, la Reina había mandado cesar cualquier ataque contra Bellephoron así como había arrestado al tío de Kara. Las negociaciones para la paz entre los dos planetas ya habían comenzado y terminado, pues el acuerdo entre las partes había sido casi inmediato.
Ahora Ben tenía otra difícil misión, verse a solas con el padre de su novia, el Rey Kemol que le odiaba a muerte porque durante las Guerras Clon un Jedi había matado a su padre.
- Disculpe, ¿está usted ocupado?
- Pasa por favor. Creo que no te he agradecido lo suficiente que hayas salvado a mi hija pequeña...
- No... no tiene por qué darme las gracias.
- Aún así quiero agradecerte de verdad lo que has hecho... sobre todo después de cómo te traté.
- De verdad que no...
- Tus acciones han sido... inspiradoras. Han cambiado totalmente la percepción que tenía de los Jedi. Lo que hoy has hecho. Bueno... como ya imaginarás que tu planeta vecino decida contratar mercenarios para secuestrar a la heredera al trono puede ser... problemático.
- Sí... claro.
- Y hoy nos has salvado. Que mi hija volviera sana y salva abrió el camino para las fructíferas negociaciones que hemos tenido hoy. Cortas... han sido cortas cierto, pero muy satisfactorias. Eso sí, lamento que tu altruismo Jedi te haya llevado a esta situación.
- ¿Disculpe?
- Al matrimonio de Kara con el príncipe Onott, heredero al trono Ariel. Admito que el casar a una hija con el heredero de una monarquía rival es una formula vieja y en desuso pero, siempre ha funcionado en el pasado así que no sé por qué no ha de hacerlo ahora. Enhorabuena... Jedi, has garantizado la paz entre nuestros mundos para las próximas generaciones.
Kemol se acercó hacia donde estaba Ben para que pudiera verle perfectamente la cara.
- Si pensabas que me iba a quedar parado viendo a mi hija echar su vida a perder con...vi a mi padre morir a mano de uno de los tuyos. Jamás y repito, jamás dejaré que un doblador de cucharas y lector de cartas como tú esté a más de tres parsecs de distancia de mi hija. Antes iniciaré una guerra que destruya tanto Bellephoron como Ariel. Ahora recoge tus cosas y vete de este planeta. Aquí no eres bienvenido.
Aún aturdido por lo que acababa de oír Ben salió del despacho. Caminó unos metros antes de que Kara le encontrase y fuera hacia él.
- Supongo que ya te habrás enterado.
- Así es.
- Entonces ¿qué hacemos?. Porque yo sé lo que hay que hacer, sé a lo que nos conduce esto pero no quiero aceptarlo. Me rebelo contra un destino no impuesto por mi.
- No puedes; no podemos. No seré el motivo de millones de muertes. Mañana por la mañana me voy. Nunca volveré a por ti.
- ¡Ben!
- Si no te casas con el príncipe... comosellame, tu padre iniciará una guerra contra Ariel.
- La Nueva República...
- La Nueva República no podrá evitar que tu padre mande en primera instancia sus cazas. Quizás no hay ni mañana pero eventualmente retirará las fuerzas del sistema y entonces tu padre sólo tendrá que dejar caer una bomba en la capital de Ariel para que se inicie el conflicto. No... no lo haré, ya hay demasiada sangre en el apellido de mi familia.
- Tiene que haber algo que podamos hacer. Vamos... hemos salido de cosas peores.
- Esta vez no. Los dos tenemos obligaciones que cumplir.
- ¡Me tengo que casar con alguien a quien no conozco!
- ¡¿Y qué proponer que haga yo?! ¡¿Quieres que te saque de palacio con el sable láser en mano?!
- Yo...
- Tu padre es un hombre enfermo. El odio y el rencor se han apoderado de él y siento que tengamos que pagarlo nosotros pero la alternativa ¿cuál es? ¿Una guerra? No merece la pena perderlo todo por esto. Lo siento, pero tengo que irme.
LOCALIZACIÓN DESCONOCIDA - 3 años después
Fuera la tormenta cobraba mayor fuerza. Los rayos se entremezclaban en el cielo y el retumbar de los truenos enmudecía la poca vida del planeta. Los volcanes del planeta inundaban de ceniza la atmósfera mientras la lava se esparcía por toda corteza planetaria. La Catedral de la Oscuridad se erguía en medio del suelo volcánico, desafiante a los elementos. Sus muros parecían estar bañados por la sangre de sus constructores. En su interior, Darth Talia, la última Maestra de los Sith se encontraba de nuevo ante una total falta de disciplina de su alumno.
- De nuevo has abandonado la Catedral sin permiso.
- Así es.
- Y le has visto, nada menos.
- Así es.
- ¡Tu insolencia rivaliza con tu estupidez! ¡Todo lo que hemos hecho durante los últimos años puede venirse abajo por tu falta de paciencia!
- ...
- Al menos cuéntame que impresión te ha causado.
- Como todos los Jedi. Potencial sin aprovechar.
- ¿Qué le has dicho?
- Lo que debía oír. Es sólo el primer paso para que nos ayude.
- No puedes confiar en un Skywalker.
- Él es quien destruirá el balance en la Fuerza.
- Depositas demasiada fe en tus visiones.
- Me son muy útiles.
- Pero pueden llevarte a engaños. El futuro siempre está en movimiento.
El aprendiz de Talia se levantó y se acercó a ella lentamente.
- Ben Skywalker juega un papel fundamental en la vuelta de los Sith al poder.
- Es prescindible. Tenemos otros medios que...
- No funcionarán. Mi plan es el único que garantiza mi subida al poder.
- ¿Tu subida al poder?
Alumno y maestra se miraron fijamente a los ojos. Ambos supieron que ya había llegado el día. Los ojos de ambos se volvieron de color amarillo mientras invocaban el poder del Reverso Tenebroso de la Fuerza y activaban sus sables láser. Talia fue una décima de segundo más lenta pero esa décima fue fatal. La hoja carmesí de su aprendiz la decapitó limpiamente.
- Adiós... madre.
Darth Vanth se dirigió entonces a uno de los soldados de armadura roja que había en la habitación.
- Contactad con el Emperador. Quiero verle en persona y comentarle las novedades.
FIN
1.- Todas las cronologías del número hacen referencia al último número, es decir el Star Wars Academia Jedi Anual 2007. Es decir que si hay una escena con Jaina que dice 4 años después se refiere al Anual 2007 y si la siguiente dice Jacen Solo 3 años después también hace referencia al anual y no a la anterior escena. ¿Me he explicado bien?
2.- Inteligencia de la Nueva República
3.- Star Wars Academia Jedi Anual 2007
LA TASCA DE MOS EISLEY
Uou... sólo han pasado... mejor no contamos los meses porque me deprimo pero al menos ya tenéis un número mucho más largo de lo habitual.
Ben_reilly2055@terra.es