Anteriormente en Star Wars Legado: Jaina se ha convertido en un Caballero Jedi de pleno derecho y Leia ha sido nombrada la Maestro de su sobrina. Cuando Mara vuelve del espacio Vong con noticias preocupantes encuentra a su marido, Luke Skywalker, enfrascado en mejoras a su droide Erredós que provocan que éste proyecte un holograma de la difunta madre del Maestro Jedi.
N´ZOTH ESPACIO YUUZHAN VONG
Huug'Gagrel Sangwon, Coordinador Bélico, cruzó las entrañas de la fortaleza Vong ubicada en el planeta N´Zoth antigua capital del Imperio Yevethano y que ahora servía cómo centro de mando de las operaciones Vong. Sangwon había tardado meses en tan sólo conseguir que se le diera acceso y eso a pesar del alto cargo que ostentaba pero el mismísimo Emperador había condenado al prisionero al aislamiento total y absoluto pro sus herejías.
Sangwon no había estado el día que el prisionero, de nombre Nom Anor había cometido el crimen que le había condenado. Anor era un Zahnrano, un comandante Vong creado por ingeniería genética que había sido enviado como avanzadilla a la galaxia para conseguir información sobre las defensas y el tipo de tecnología que poseían los gobiernos galácticos. El informe no había sido resultado del agrado del Emperador ni de ninguno de sus tres visires.
Antes de empezar la invasión de los territorios yevethanos, Sangwon no había podido acceder al informe concreto, sólo a las partes que los visires habían considerado aptas. El resultado era que el informe estaba más que incompleto. Era cierto que ya había pasado más de década desde su redacción y que, en cuanto a tecnología, Sangwon se había esperado ya de alguna manera enfrentarse a teóricas mejoras tecnológicas. Pero lo que más llamaba la atención era la parte de los Jedi. En la parte que pudo leer Sangwon, los Jedi quedaban retratados de mala manera. Se les culpaba de no haber impedido el estallido de las Guerras Clon ni el alzamiento del Imperio y actualmente se les catalogaba como una Orden que no podría recuperarse del golpe, con un solo individuo al frente.
Cuando Sangwon se encontró con el Jedi Jacen Solo descubrió que todas aquellas nociones sobre los Jedi no eran más que paparruchas. De sus supuestos trucos de magia, de escasa utilidad en el combate según el informe, Jacen Solo había conseguido destruir cuatro naves de guerra perfectamente armadas y equipadas. Aquello exigía una explicación y Sangwon la tendría.
- Coordinador Sangwon.
- Coordinador Shein. ¿A qué debo el placer? -dijo sarcásticamente-.
Vaiwath Shein, Coordinador Bélico, había sido el otro candidato a dirigir la invasión de los territorios galácticos pero el Emperador Vong se había decantado finalmente por Sangwon. Si antes de aquello ya existía entre los dos cierta rivalidad y animosidad, ésta no había hecho más que crecer desde aquélla.
- Sólo intento protegerte Excelencia. Nom Anor es un traidor al fin y al cabo, podría ser peligroso entrar ahí dentro solo y desprotegido.
- Le agradezco la preocupación, Coordinador Shein. Para el mandato del Emperador sólo me concierne a mí. Lamentablemente si usted entrara conmigo, tendría que denunciarle.
- Es usted todo un patriota. Sólo tenga cuidado con Anor, Excelencia. Sus ideas pueden ser contagiosas y si eso pasa, ni siquiera su hermano el visir podrá salvarle.
- Lo tendré en cuenta Coordinador. Ahora ya puede volver junto a la capital, junto al Emperador.
- Oh. Supongo que no le han informado aún. Nos veremos muy a menudo Excelencia, he sido nombrado por el Emperador como Gobernador de los territorios yevethanos. Trabajaremos codo con codo.
- Lo estoy deseando.
CORUSCANT
El Canciller Supremo, Borsk Fey´lya, examinó por enésima vez los holovideos que la INR le había facilitado. No eran estricticamente videos de la INR, si no conseguidos por Mara Jade y Talon Karrde, y aunque a Fey´lya no le hacía precisamente feliz su origen su contenido sí que le satisfacía.
Su despacho se había convertido en una improvisada sala de guerra, con varias holopantallas esparcidas por las paredes y decenas de tabletas de datos tanto por el suelo como por las mesas auxiliares. En las últimas semanas había reunido a su personal de máxima confianza, sus consejeros políticos, el director de la INR y algunos de los Almirantes y Generales del Ejército de la República.
Desde la muerte de Jacen Solo y la salida a la luz pública de los primeros rumores de campos de trabajos forzados en el territorio de los Yuuzhan Vong la situación se había tensado mucho. En un principio, ante la evidencia de que la flota yevethana había sido derrotada y las sólidas pruebas presentadas por los Vong de que el territorio yevethano había sido originalmente suyo, Fey´lya había dejado hacer sin querer inmiscuirse más de lo necesario. Incluso aceptó ceder parte de sus territorios con tal de mantener la paz. La jugada le había salido mal en el peor momento, en año de elecciones. Los Vong habían incumplido sus promesas. Habían asesinado a un miembro destacado de la realiza alderaaniana lo que ya de por sí creaba una situación de conflicto dado que muchos mundos sentían una especial afinidad con Alderaan tras su destrucción por la primera Estrella de la Muerte.
Y ahora estaban los campos de trabajo. En cuanto se confirmaran Fey´lya sufriría un duro golpe a sus aspiraciones. De ser aquel que había mantenido la paz pasaría a ser el que permitió que los ciudadanos de la República fuesen torturados. De amante de la paz a ingenio pacifista. Su legado, como poco, quedaría arruinado. Pero para eso se habían reunido para buscar una solución.
Las reuniones eran de naturaleza privada, con una estricta seguridad para evitar filtraciones. En ellas, además del propio Fey´lya, se encontraban: el Primer Miniestro Pwelsus, un quarren al que Fey´lya había recientemente como medio de dar mayor color a un gobierno que muchos consideraban demasiado bothan; el Almirante Gryksoss Gyan'dra, Almirante de la Flota; Nabieg By'keys, Jefe del Gabinete y amigo personal de Fey´lya; el senador Forrre Xa'we de bothawi; y Seyrskbral La'ki, Director de la INR. Entre todos estaban tomando la decisión que determinaría el porvenir de la República.
- Estas fotos lo dejan claro -dijo el senador de bothawi que era por supuesto un bothan, de mayor edad que Fey´lya y que afrontaba sus últimos años en el Senado-. Los campos de trabajo Vong son una realidad.
- ¿Cuándo podemos esperar que esto llegue a los medios? -preguntó By'keys más interesado en el enfoque político-.
- Es imposible de decir -comentó La´Ki, Director de la INR-. Siendo optimistas un mes pero hay que tener en cuenta que cuanto más tiempo pase más posibilidades hay de que salgan nuevas imágenes. Además hemos estado registrado contrabandistas en la zona.
- ¿Armando a la Resistencia Yevethana? -preguntó el Almirante-.
- Sí. Cualquiera de ellos podría filmar un holovideo de los campos y venderlo por un buen precio. Pasará eventualmente.
- Entonces debemos actuar cuanto antes -dijo By'keys-.
- Tenemos que tener en cuenta las necesidades de nuestra Flota -dijo La'ki -. Y planear una guerra contra los Vong será complicado. Sus territorios les ponen a tiro directo del propio Coruscant.
- En los tiempos modernos nadie ha logrado tomar Coruscant por la fuerza -dijo confiado el senador Xa'we-.
- Y hay buenas razones para ello -replicó La´ki-. Pero estamos ante una guerra como nunca hemos visto, una guerra luchada en el Núcleo, al lado de casa.
- Tenemos ejército, las mayores Flotas jamás vistas en la galaxia -le contestó, dolido en su orgullo, el Almirante-. Ni siquiera en el auge del Imperio se había visto una maquinaria de guerra como esta.
- Sí. ¿Por qué no utilizarlo? -contestó el senador-.
- No digo eso -La´ki veía que se estaba quedando sin apoyos y si quería mantener su puesto más le valía mostrar más lealtad-. Digo que deberíamos tener en cuenta el desgaste político que podría sufrir el Canciller. Demasiados combates cerca del Núcleo pondrán a la gente nerviosa.
- ¿No es eso lo que queremos? -preguntó By'keys-. Una guerra, como usted ha dicho, al lado de casa donde todo esté aparentemente en juego. Perdemos nuestros primeros sectores y el Canciller organiza el contraataque. Un héroe resurgido de las cenizas de su error inicial. El pueblo lo adorará. Su legado será garantizado, lo reelegirán sin ninguna duda y en el momento en que deje el cargo podrá nombrar su sucesor. Garantizaremos la supremacía de los bothan durante más de cien generaciones.
- ¿Puede hacerse? -preguntó Pwelsus , que se había mantenido al margen de la conversación hasta ahora-.
- Con la información que tenemos, declarar la guerra a los Vong será fácil -contestó By'keys-.
- ¿Y ganar la guerra? -preguntó de nuevo Pwelsus-.
- Nuestra superioridad numérica es aplastante -dijo, muy confiado, el Almirante-. Podremos terminar la guerra cuando queramos.
- Entonces no hay más que hablar -dijo Fey´lya-. Haced los preparativos. Tengo que ir al Senado. Mañana a estas horas, estaremos en guerra con los Vong.
HIPERESPACIO
Luke Skywalker esperó a que las figuras holográficas cobrasen vida. Se encontraba en su nave, el Amanecer Jedi, un regalo de Astilleros Calrissian para que pudiera desplazarse cómodamente con su pupilo y no depender únicamente de su Ala-X El viaje, en el que su hermana y su hija le acompañaban, ocurría en medio de una demasiado convulsa galaxia pero con un objetivo muy personal. En los pasados días había descubierto un bloque de memoria oculto en su unidad Erredós que mostraba la imagen de una joven embarazada inconsciente en el suelo. Una joven embarazada con un parecido físico muy similar al de su hermano Leia. Una joven que podía ser su madre.
Aunque Erredós negaba tener semejante información en su interior, Luke analizó el resto de la memoria del androide y descubrió muchos más datos ocultos. Lamentablemente no había podido desencriptarlos aunque ya había pedido ayuda en ese campo. La búsqueda de aquella joven había resultado ser más provechosa. La antigua senadora de Naboo, fallecida poco después del alzamiento del Imperio y curiosamente, una de las instigadores de la Petición de los Dos Mil, una de las primeras iniciativas de lo que luego sería la Alianza Rebelde.
Al planeta natal de su madre, Naboo, era donde se dirigía Luke en busca de respuestas a las preguntas que le habían asolado toda su vida. Pero la conversación que iba a tener ahora no trataba sobre su madre. Antes de irse había prometido reunirse con los Maestros Jedi más influyentes de la Orden. Lamentablemente había tenido que aplazar la reunión y ahora, en vez de ser una reunión cara a cara como había querido en un principio, la reunión tendría que ser a través del holotransmisor de la nave.
Cuatro figuras holográficas se formaron, cubiertas todas con las tradicionales túnicas Jedi. Aquellos eran los Maestros Jedi más poderosos y sabios de la Orden: Kam Solusar, Kyp Durron, la calamariana Cilghal y el verpine Krirk.
- Saludos, viejos amigos. Lamento la tardanza -se disculpó Luke-.
- No hay por qué disculparse Maestro Skywalker -dijo Cilghal, sobrina del archifamoso Almirante Ackbar-. Pero debo decir que la reunión ha de ser breve, mis obligaciones del Senado me reclaman y no puedo desatenderlas tan a menudo como me gustaría.
- Lo entendemos Maestra Cilghal -dijo Luke-.
- ¿No son esas obligaciones las que nos han traído aquí? -preguntó Kyp, siempre tan directo e incisivo. No tenía paciencia para la charla intrascendente, sobre todo cuando había tanto en juego-. La República va a entrar en guerra y debemos hablar del papel de los Jedi en ella.
- No tenemos ningún papel -dijo Kam, un antiguo Jedi Oscuro recuperado para la causa por Luke-. Los Jedi no estamos alineados con la República.
- ¿Dejaremos a los Vong seguir cometiendo las atrocidades que todos conocemos? -protestó Kyp-.
- No es una cuestión de permitir o no -dijo Kam-. Es una cuestión de si los Jedi tenemos algo que hacer en esta guerra. La última guerra donde estuvimos envueltos activamente desde el principio casi acaba con nosotros. ¿Repetiremos los errores de nuestros ancestros?
- <Si el Maestro Hammer estuviera aquí, diría que sí> -dijo Krirk a través de su traductor de voz. Krirk era un verpine, un insectoide incapaz de hablar básico por lo que se había hecho instalar un modulador de voz en su delgado cuello para poder hablarlo. De los presentes, era el único que no había sido uno de los primeros estudiantes de la Academia Jedi pero se había ganado un gran respeto gracias a sus habilidades.
La mención del Maestro Hammer hizo que todos sonrieran. Kenth Hammer había sido un joven aprendiz del Templo Jedi en los días de la Antigua República, justo antes del fin de las Guerras Clon. Si había sobrevivido al ataque al Templo era porque había contraído una rara enfermedad y su tratamiento era tan específico que había tenido que desplazarse al Borde Exterior para recibirlo. Él y el Maestro que le había acompañado, habían sobrevivido a la caída de los Jedi pero lamentablemente el fin de las Guerras Clon les sobrevino. El Maestro Jedi quedó gravemente herido en un ataque droide y Hammer se pasó el resto de su vida cuidándola hasta que murió. Entonces Hammer se unió a la Academia Jedi. Había recibido entrenamiento pero limitado por las condiciones de su Maestro.
Todo eso no habría importado si Hammer no se hubiera convertido en un defensor a ultranza de las costumbres de los antiguos Jedi. De ser por él, la Nueva Orden Jedi no tendría nada de nueva. Ni matrimonio, ni permitir que los aprendices crecieran con sus padres. Por eso se había ganado cierta fama de cascarrabias y se había convertido poco menos que en un excéntrico en medio de los Jedi.
- Esta vez los Jedi no nos convertiremos en generales de la noche a la mañana -dijo Cilghal volviendo al tema-. La República ya tiene a sus propios generales.
- Tendríamos que hacerles ver nuestra valía -dijo Kyp-. Van a necesitar nuestra ayuda.
- Eso no es... -empezó a decir Kam- no puedes pretender que...
- Estoy de acuerdo con Kyp -dijo de pronto Luke-.
Todos le miraron. Que Luke estuviera de acuerdo con las ideas de Kyp era algo muy novedoso. Los dos tenían visiones antagónicas del papel de los Jedi en la galaxia.
- Todos lo habéis sentido. El Lado Oscuro rodea a los Vong -dijo Luke-. Jacen lo supo antes que nadie. Hay algo que no os he contado, sólo se lo confié a la Maestra Tionne. Durante los últimos años he estado recorriendo la galaxia, he visitado lugares con una poderosa presencia en la Fuerza. Esos lugares habían sido atacados, marcados.
- ¿Por los Vong? -preguntó Kyp-.
- No lo sé.
- ¿Y para qué? -dijo Kam-. ¿Atacar esos lugares qué consecuencias trae?
- Tampoco lo sé.
- El equilibrio -dijo Cilghal lentamente y todos se giraron hacia ella-. Recordáis la profecía de aquél que traería el equilibrio a la Fuerza.
- Anakin -dijo Kyp-.
- <Las profecías son engañosas, malinterpretables y nunca hemos estado seguros de que Anakin fuera el elegido, ni de a qué se refería la profecía con equilibrio> -dijo Krirk-.
- Aún así. Proteger los lugares que conocemos debería ser una prioridad para nosotros -advirtió Kam-.
- Estoy de acuerdo. Por eso he mandado al Maestro Katarn a proteger el Valle Jedi.
- ¿Es sabio hacer eso? -preguntó Kyp-. El Maestro Katarn es uno de nuestros Maestros Jedi más poderosos y duchos en el combate. En este clima bélico alejarlo por unas supuestas profecías o por miedo a lo que pueda ocurrir no me parece buena idea.
- Él mismo ha llevado la carga de defender el Valle desde que lo descubrió. No creo que pudieras convencerlo de lo contrario.
- Deberíamos poder convencerle de lo contrario -musitó Kyp-.
- ¿Lo dices tú que siempre te has negado a la creación de un nuevo Consejo Jedi? -preguntó incrédulo, Kam-.
- Un Consejo en tiempos de paz es limitativo pero en tiempos de guerra puede ser muy beneficioso -se defendió Kyp-.
- <¿Estamos seguros de la guerra contra los Vong?> -preguntó Krirk dirigiéndose específicamente a Cilghal-. <Todo el mundo lo da por hecho pero sin tener confirmación oficial...>
- Fey´lya ha convocado al Senado y ha filtrado que se dará una respuesta a la cuestión Vong. Con las evidencias que tiene en la mesa no le quedará más remedio que actuar.
Todos se quedaron callados. Una guerra contra los Vong parecía inevitable y no sabían muy bien cómo se había acabado llegando a ello tras sólo un año de convivencia con los alienígenas. En el centro de la cuestión flotaban demasiadas preguntas sobre lo Vong, quiénes eran, cuáles eran sus objetivos y por qué ese empecinamiento en empezar una guerra contra la República. Por lo que estaba claro es que los Vong en ningún momento habían ocultado sus intenciones de empezar una guerra. Desde los tratados incumplidos al permanente fluir de imágenes de sus campos de trabajo. Cualquier otro gobierno los mantendría en secreto, los Vong parecían ansiosos por darlos a conocer ¿Qué es lo que esperaban conseguir?
- <¿Qué quiere que hagamos, Maestro?> -preguntó Krirk-.
Y esa era la pregunta que Luke se venía haciendo últimamente con demasiada insistencia. Vació su mente re preguntas y se sumergió en la Fuerza. Las dudas no le serviría de nada, no le ayudarían. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes. Las palabras de Yoda le vinieron a la mente.
- Con respetos a los lugares. He mandado a Corran, al Maestro Horn perdón, que investigue los lugares que conocemos y busque los que hay repartidos por la galaxia y que no tengamos conocimientos de ello.
- ¿Horn? ¿él solo? Ganner debería ir con él, por si surgen problemas -sugirió Kyp-.
- ¿No era una pérdida de tiempo? -preguntó Kam-.
- Por si acaso no lo es. Quizás descubramos algo sobre los Vong o por qué el Lado Oscuro los envuelve. Y si Corran se mete en problemas, Ganner le servirá de ayuda.
- <Si no se matan antes el uno al otro> -bromeó Krirk-.
- En cuanto a los Vong. Necesitamos más información sobre ellos, de primera mano. Entonces... tendremos que reorganizarnos. Kyp, tú controlarás a los Jedi en primera línea, en pleno territorio Vong. Asignarás sus objetivos y decidirás a quién desplegar pero no quiero padawans novatos en la primera línea de fuego.
- De acuerdo.
- Kam, dejas de estar al cargo de la Academia, a partir de ahora Tionne será la Directora y tú coordinarás a los Jedi desde la Academia. Cilghal, cualquier novedad que puedas obtener en el Senado deberás comunicársela inmediatamente a Kam. Krirk, encárgate de ponerte en contacto con todos nuestros compañeros esparcidos por la galaxia. Que vuelvan a la Academia y se pongan a disposición de Kam y Kyp.
- <¿Y el Consejo Jedi?>
- Kam y Kyp se las apañarán por ahora. Hablaremos de nuevo de esto cuando vuelva de mi viaje.
Todos estuvieron de acuerdo. Luke apagó el holoproyector y las imágenes holográficas de sus compañeros Jedi desaparecieron. Suspiró. ¿Cómo exactamente había pasado de ser un granjero a convertirse en un Maestro Jedi y dirigir a toda una Orden Jedi? A veces le parecía que todo había sido un sueño.
Se dirigió hacia la cabina del carguero y mientras cruzaba la nave pudo a ver a su hija enfrascada en la lectura de varias tabletas de datos mientras hacía el pino sobre una mano y levantaba con la Fuerza dos cajas con suministros. Leia le esperaba en la cabina, sentada frente a los mandos, contemplando el hiperespacio en silencio.
- Veo que has puesto a Anna a trabajar.
- Tengo que mantenerla ocupada o acabará destrozándome. No sé quién es aquí la maestra y la discípula.
- Pasa igual con cualquier padawan. Te acostumbrarás. ¿Alguna noticia de Jaina?
- Por ahora nada. Dale un poco de tiempo, entrar en las instalaciones de la INR en Coruscant no debería ser muy fácil.
- Tienes razón. ¿Y de... cómo se llamaba?
- Pooja, Pooja Naberrie. Tampoco. Es complicado, perdí el contacto con ella cuando mi tapadera en el Senado voló por los aires y Naboo fue uno de los mundos que intentó rebelarse justo cuando el Emperador murió y ya sabes cómo acabó eso. No aparece en los listados de fallecidos pero no todo el mundo aparece en esas listas. Si hubiera sabido que podría ser mi prima, hubiera mantenido el contacto -bromeó-. Si es que lo es.
- Pronto lo averiguaremos -dijo Luke mirando la señal que indicaba que habían llegado a su destino. Desconectó la hiperpropulsión y las estelas se convirtieron en estrellas-. Naboo.
CONTINUARÁ
LA TASCA DE MOS EISLEY
Bueno, otro numerito...