Anteriormente en Star Wars Legado: Jacen ha entablado combate en Pejthu con las tropas de los Yuuzhan Vong. Mientras tanto, el Fortuna Errante viaja por el hiperespacio en misión de rescate. Por su parte, Jaster descubre en Kamino su origen pero no el pasado lo que le preocupa...
PEJTHU - ESPACIO YUUZHAN VONG
- ¡¡Tenemos que salir del hiperespacio ya!! -gritó Jaina-.
Las estelas luminosas se convirtieron en estrellas y el Fortuna Errante regresó al espacio normal. El sonido de las alarmas de proximidad recorrió toda la nave. Las luces cambiaron su color habitual al de rojo, motivado por la alarma ante una reentrada de emergencia en el espacio sublumínico. El Destructor Estelar se había encontrado a su salida del hiperespacio con una ristra de despojos, basura espacial que rodeaba el sistema. Allí había habido una batalla espacial y los restos se habían esparcido por el sistema. La computadora de navegación del Fortuna Errante debía de haberles avisado con tiempo suficiente para una reentrada más cómoda, pero el navío era ya antiguo y muchos de sus sistemas estaban en mal estado a causa de unos costes de mantenimiento que su propietario, Booster Terrik, no podía permitirse. Si Jaina no hubiese sido avisada por la Fuerza, la nave se hubiera visto atravesada por cientos de desechos espaciales que a esa velocidad hubiera cortado el casco de duracero como si de papel se tratase.
- ¡Gran idea lo de hacer una reentrada cercana al planeta para evitar ser detectados, SegCor! -gritó Booster tratando de recuperar el equilibrio. Los compensadores de inercia de la nave habían fallado y el brusco giro para evitar los desechos le había hecho tropezar-.
- No es culpa mía -dijo Corran-.
Corran pilotaba la nave. Su plan original era acercarse todo lo posible al planeta, descender varios cargueros con Jedi al mando, recoger a Jacen y a los habitantes que quedasen y largarse todo lo rápido que pudiesen.
- ¿Qué demonios ha pasado aquí? -preguntó Booster-.
El comunicador interno de la nave se activó.
- Aquí Durron, ¿qué demonios ha pasado?
- Eso intentamos averiguar -contestó Booster-. ¿Tenéis la señal del comunicador de Jacen?
- Sí
- Pues salid de mi hangar y dejad de hacer preguntas estúpidas. Os daremos cobertura en caso de que os ataquen. Booster fuera. ¿Quiere hacer alguien el favor de decirme qué está pasando aquí?
- Múltiples restos en todo el sector -dijo Jaina que había desplazado suavemente al encargado de los sensores, un grant con cara de pocos amigos-. Detecto, una, dos, tres, hasta cuatro masas de gran tamaño anómalas... ¿de cuándo se suponen que son estos escáneres?
- Niña, no es mi hermano el que se está ahí abajo, no me hagas dar la vuelta.
- Voy a bajar al hangar y sacar mi Ala-X -dijo Corran levantándose-. No será mucho pero tendremos mayor potencia de fuego.
- ¡Espera! -dijo Jaina que trabajaba velozmente sobre los escáneres-.
- ¿Dónde has aprendido eso? -preguntó Booster viendo cómo la joven aprendiz Jedi manipulaba toda la configuración de su equipo de sensores-.
- De una buena amiga. Cuatro masas, naves espaciales, cruceros Vong por su diseño...
- ¡Cambia a sensores pasivos! ¡Estás revelando nuestra posición!
- Negativo. Son restos de cruceros, no naves.
- ¿Qué? -Booster y Corran se acercaron a la pantalla de Jaina para comprobarlo. Cuando vieron que la joven no mentía los dos corellianos se miraron. Corran volvió al siento del piloto e hizo retroceder al Fortuna Errante. Sin la masa del planeta ocupando todo el visor de los amplios ventanales del antiguo Destructor, pudieron ver que efectivamente cuatro cruceros Vong yacían en el espacio flotando, con partes de sus cascos totalmente expuestas y con pequeñas explosiones en su interior.
- ¿Alguna otra nave? ¿Alguna no destrozada?
- No -contestó Jaina-. Estamos solos.
- Bien. Bien. Probad si alguno de los rayos tractores sigue funcionando, estoy seguro de
que la República me pegará muy bien por un cacho de tecnología Vong.
Corran se acercó a Jaina.
- No te preocupes, pronto te reunirás con tu hermano.
- No -dijo Jaina a la que se le asomaban lágrimas en los ojos-. No lo entiendes, no puedo sentirlo en la Fuerza. Mi hermano no está aquí.
CORUSCANT
El Canciller Fey´lya estaba reunido en su despacho en el Senado junto con sus más cercanos consejeros. Por supuesto, aquel despacho no era el mismo que había utilizado Palpatine durante sus años como Canciller, aquél despacho había quedado cerrado a cal y canto, sin posibilidad de que nadie pudiera usarlo.
Era año de elecciones en el cual el Senado tendría que renovar su confianza en el Canciller para seguir ejerciendo por cinco años más la cancillería. Los consejeros del Canciller, todos bothan como él, habían desplegado varios hologramas con las previsiones de votos de los demás senadores. Había varios cientos de votos en disputa y muchos eran representados por interrogantes ya que esos mismos senadores tenían que ser a su vez renovados por sus respectivos gobiernos, lo que hacía que las previsiones pudiesen variar ampliamente dependiendo de la continuidad o no de esos senadores.
El comunicador de Fey´lya se activó, éste mandó callar a sus consejeros y acto seguido dio pasa a la transmisión que se materializó en el holograma de una oficial de inteligencia.
- Canciller, siento molestarle. Hemos recibo la transmisión del X-303 sobre la evacuación de la zona Vong. Tenemos un problema.
ESPACIO YUUZAN VONG
Jacen recobró la consciencia poco a poco. Sintió punzadas de dolor por todo su cuerpo, ahí donde los soldados Vong habían asestado golpes con sus armas para dejarlo inconsciente. Pero pese a ello valía la pena el dolor porque necesitaba dejarse capturar, era la única forma que tenía de adentrarse en el interior de la Flota Vong e intentar averiguar qué era la conmoción en la Fuerza que envolvía a los Vong.
El joven Jedi recurrió a la Fuerza para averiguar dónde se encontraba. Expandió sus sentidos. Estaba en una nave, pues podía sentir el vacío del espacio en la Fuerza. Además la tecnología orgánica Vong tenía un cierto susurro, una cierta forma de interactuar con la Fuerza que revelaba su presencia. Casi parecía hablar pero realmente no tenía nivel alguno de consciencia y sin embargo, Jacen la escucha susurrar pero no entendía lo que decían.
- El prisionero ha despertado.
Jacen se maldijo a sí mismo por no haber actuado más rápido. Como no tenía sentido seguir fingiendo que estaba inconsciente abrió los ojos. Efectivamente estaba en una nave, aunque más bien parecía el interior de algún animal pues las paredes y los muros de la nave parecían estar hechos con tejido vivo. El propio Jacen colgaba de parte de la pared, insertado en ella, con los brazos y piernas estiradas en forma de una X humana. Frente a él se encontraban varios soldados Hyuihu, todos apuntándole con sus armas y un Zahnrano. Pero la atención se Jacen se centraba en el Vong que los acompañaba. Era más pequeño y menos intimidante, con una armadura orgánica menos elaborada y terminada en una capa, pero era el verdadero el objetivo de Jacen. Al final lo había logrado.
- Al fin os reveláis -dijo Jacen-.
- ¡Silencio! -gritó enfurecido el Zahnrano-. ¿Cómo osas hablarle así a su Excelencia?
- Está bien, Liszu -intentó tranquilarle el Vong más pequeño-. No sabe con quién está hablando. Mi nombre es Huug'Gagrel Sangwon y soy...
- Eres un Vong. Uno verdadero.
- ¿Verdadero? -la palabra ciertamente había captado la atención de los soldados Vong y del Zahnrano, no así de Huug'Gagrel Sangwon que supo disimular su sorpresa, si es que alguna vez la sintió-. Curiosas palabras, ¿qué te hace pensar que soy un "verdadero" Vong como tú has dicho?
- Eres distinto a los que te rodean.
- En verdad lo soy. Soy un Coordinador Bélico. Pero tú también lo eres entre los tuyos. Eres un Jedi. He oído hablar de vosotros pero os suponíamos extintos.
- No se puedo confiar en lo que uno oye por ahí.
- En efecto. Un compañero mío investigó vuestra Orden. Decía que había mucho de misterio y engaño. Trucos de magia baratos y publicidad interesada. Muchos os consideran poco menos que un fraude pero lo que tú has hecho... tú, solo y sin ayuda, has destruido cuatro de mis naves y acabado con varias legiones de mis hombres. No creo que seas un fraude, pero tampoco creo que seas tan impresionante como haces creernos.
- Si me libera, estaré encantado de ofrecerle una demostración.
- Apuesto a que sí. Pero tengo otros métodos. Verás, estás insertado en lo que llamamos un Centro de la Verdad.
- No suena tan mal.
- Decenas de agujas van a introducirse en tus centros neurálgicos del dolor. Sentirás todo el dolor posible circular por tu cuerpo. Con los cuidados adecuados puedo mantenerte en una agonía por todo el tiempo que te resta de vida.
- Pensándolo bien, suena fatal.
- En menos de un día me contarás todo lo que sepas sobre los Jedi y su Nueva República.
Jacen sintió el pinchazo de las agujas al introducirse en su cuerpo. Una ola de dolor se extendió desde sus pies hasta su cabeza. Huug'Gagrel Sangwon no había exagerado. Aquello era totalmente inhumano. Cualquiera que se hubiera introducido dentro del Centro de la Verdad habría desistido con sólo unos segundos o se habría vuelto loco por el dolor. Pero Jacen era un Jedi.
- ¿Pensáis que os voy a contar todo lo que sé sólo porque la esperaba me va a matar de aburrimiento? -los Vong se miraron entre sí. Nadie había aguantado tanto tiempo en el Centro sin, al menos, gritar de dolor. Compraron las conexiones, las venas que conectaban el Centro de la Verdad con la nave pero todo estaba correcto. El Centro funcionaba a la perfección sólo que a Jacen no le afectaba-.
- ¿Cómo es posible? -preguntó Huug'Gagrel Sangwon-. ¿Cómo lo haces?
- Tus informes deberían ser mejores. No tenéis ni idea de lo que la Fuerza puede hacer por un Jedi.
Huug'Gagrel Sangwon retrocedió. No tenía sentido. Había estudiado los informes sobre los Jedi, no eran tan poderosos. No podía serlo. Y sin embargo aquél joven ni se había inmutado por el Centro de la Verdad. Pero si era tan poderoso, ¿qué hacía ahí capturado? Podría haber escapado hace tiempo y además sabía que él era un verdadero Vong. ¿Cómo era posible? A no ser que su objetivo fuera estar ahí mismo.
- ¡Ponedle en aislamiento enseguida!. Liszu, contacta inmediatamente con el Emperador. Tengo que hablar con él cara a cara.
KAMINO
La lluvia seguía arreciando sobre ciudad Tipoca. Los relámpagos iluminaban la oscura e inaplacible noche. Las gigantescas olas impactaban en los pilares sobre los que la ciudad se sostenía mientras que los kaminoanos surcaban los revueltos mares en gigantescas criaturas aladas. Jaster observaba todo esto desde la ventana del despacho del Maestro Jedi Jethron, el indiscutible "líder" de Kamino.
Aquél día había descubierto su pasado, su verdadero origen. Era un clon inalterado de Boba Fett que éste había dispuesto en casa de que le pasase algo para que continuase con su legado lo que incluía borrar todos sus recuerdos y sustituirlos por otros nuevos, lo que no iba a pasar bajo ningún concepto.
Si aún continuaba aquí era porque se le había ocurrido una oportunidad de negocio y tenía curiosidad por saber quién era ese Maestro Jedi que mandaba en Kamino. Aunque cuando lo vio sólo descubrió a un humano ya entrado en años y en carnes que disfruta de todos los lujos que Kamino podía darle.
- Sabía lo del trato de Taun We con Fett -dijo mientras daba un amplio mordisco a una pata de nerf asada-. Pero les dejé hacer, así creerían que podían guardarse algo de mí y Fett no era del tipo de hombres que uno quisiera enfadar, fuese o no fuese un rollo.
- Corta el cuento. Conozco Jedi, he luchado contra Jedi y he matado Jedi. Tú ni siquiera sabrías encender un sable láser.
- Jajajaja... eso es muy cierto. Pero todo lo que ocurre aquí está bajo mi control y los clonadores están más tranquilos si saben que un Jedi es el que manda.
- Alguna habilidad tienes que tener si has logrado mantenerlos aislados desde Endor.
- ¿Qué puedo decir? Cuando me destinaron aquí parecía el peor destino posible, ahora es un paraíso comparado por donde se mueve el Remanente Imperial.
- Entonces puede que seas el hombre adecuado para lo que te propongo. Tengo un comprador, necesita muchas armas y hombres para la guerra.
- ¿Guerra? No sabía que había una pero uno no se puede mantener muy informado de lo que pasa fuera de este planeta.
- Los yevethanos han sido atacados por unos seres llamados Yuuzhan Vong. Su ejército se ha visto diezmado y desperdigado por todo su territorio. Ahora intentan contraatacar pero necesitan ayudan externa si quieren tener éxito.
- Yevethanos eh... mmm... xenófobos hijos de murlack, si quieres saber mi opinión se lo tienen bien merecido...
- Pagarán bien.
- ... y que mejor manera de fastidiarles que exprimirles hasta el último decicrédito. Tendrás tu ejército. Las primeras remesas las tendrás inmediatamente, no puedo darte tecnología de última generación pero tendrás Destructores Imperiales y cazas Tie. Las siguientes remesas tardarán un poco más pero necesito algo más de ti.
- ¿El qué?
- Tres cosas. Confidencialidad e información. Ahora que sabes de este lugar representas un riesgo para mí. Por otra parte necesito saber lo que hay ahí fuera... y si puedes conseguirme planos de las últimas tecnologías del mercado mejor que mejor. Estos kaminoanos se están volviendo unos anticuados y he oído que en Kuat hacen muchas maravillas últimamente.
- ¿Y la tercera?
- Necesito muestras celulares tuyas para los clones.
- Ni hablar. No quiero tener miles de "descendientes" rondando por ahí.
- Podemos modificarles ciertos aspectos físicos si no quieres que tu cara aparezca en todos los holovideos de aquí a Coruscant. Pero esas muestras nos son fundamentales para la creación de un ejército.
- Búscate a otro.
- Es complicado -ante la cara de Jaster añadió-. Veo que Taun We no te ha explicado del todo el proceso de clonación. Tú posees una característica fundamental para el proceso de clonación: no posees ni un ápice de potencial para manipular la Fuerza.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Todo. ¿Por qué crees que los Jedi no se hicieron un ejército clon de miles de Jedi para barrar a los separatistas? Los clones con habilidades en la Fuerza, incluso el más mínimo porcentaje, sucumben a la total locura. Los clonadores dicen que es por el proceso de envejecimiento acelerado pero yo no entiendo de esas cosas ni me importan lo más mínimo.
- Mmm... ¿pueden hacerle test a algunas de mis tropas?
- Sí. Pero retrasará el proceso.
- Como ha dicho, los yevethanos se lo merecen.
ESPACIO YUUZAN VONG
Huug'Gagrel Sangwon se arrodilló en la sala de comunicaciones. Aquella sala era una habitación cerrada, de forma oval que contenía unas pequeñas elevaciones en el suelo, cerca de la pared contraria a la entrada. De unas de esas elevaciones comenzó a formarse una figura como si fuera hecha de barro. Era el comunicador Vong, en vez de una imagen holotransferida la tecnología orgánica Vong creaba un duplicado del interlocutor. En este caso, Huug'Gagrel Sangwon habría esperado estar frente a frente con su Emperador pero en realidad Stas-zyal Zosceen, el Coordinador Bélico Supremo, líder de toda la Flota Vong.
- Supremo -dijo Huug'Gagrel Sangwon-. No esperaba su presencia.
- Me han informado de su petición de hablar con nuestro Emperador.
- Así es, Supremo. Los acontecimientos así lo requerían.
- Creía que la invasión del territorio yevethano estaba bajo control.
- Lo está. Todo se desarrolla justo como el plan de su Majestad. Mi petición se refería a otro asunto.
- El Emperador está demasiado ocupado con los preparativos de la segunda fase como para atenderle. Hágame saber qué es lo que desea.
- Hemos capturado un Jedi en nuestros territorios. Lo hemos sometido al Centro de la Verdad pero no ha dado ningún resultado.
- ¿Ha soportado el Centro?
- Así es Supremo. Y no sólo eso Supremo, si no que creo que se dejó capturar a propósito.
- ¿Con qué fin?
- Lo desconozco, Supremo. Pero el alcance de sus poderes me hace pensar que de haber querido habría salido del planeta denominado como Pejthu sin que pudiéramos hacer algo para impedirlo.
- Mmm... parece improbable en un solo hombre.
- Lo sé, Supremo. Por eso solicito humildemente hablar con Nom Anor.
- ¿El traidor? ¿Para qué quiere hablar con él?
- Fue nuestro encargado de inspeccionar el terreno antes de nuestra invasión. Sabe más de los Jedi que ninguno de nosotros.
Otra figura se creó al lado del Coordinador Bélico Supremo. En este caso no era un Vong, si no un hombre vestido con una túnica negra amplia cuya capucha tapaba todo su rostro a excepción de la boca.
- El Zahnrano Nom Anor fue declarado hereje por el mismísimo Emperador -dijo el hombre-.
- Visir -se inclinó Huug'Gagrel Sangwon-. Sólo quiero hacerle unas preguntas, hacerme una mejor idea de las habilidades que estos Jedi poseen.
- Todo lo que Anor le pueda decir estará contaminado por sus herejías -dijo el Visir-.
- Sin embargo creo que por el bien de la misión debería interrogarle a fondo.
- Tiene sus órdenes Coordinador Sangwon -insistió el Visir-. Cúmplalas.
- ¿Y el Jedi?
- Si no puede sacarle información, entonces su utilidad para nosotros es mínima. Mostraremos a la República lo que les ocurrirá si cruzan nuestras fronteras. Debe ser ejecutado.
- Podría sernos útil. Podríamos crear una trampa para los Jedi.
- Los Jedi no importan, Coordinador. Créame, he lidiado anteriormente con ellos. Tiene sus órdenes. Cúmplalas.
BASTIÓN
La sala se encontraba en las profundidades de Bastión, el planeta refugio del Remanente Imperial. Una vez un planeta como otro cualquiera, no demasiado idílico pero tampoco un erial, Bastión se había remodelado año tras años con capas y capas de duracero. De un planeta pasó a convertirse en una fortaleza, de una fortaleza al lugar más inexpugnable de toda la galaxia. Turbolásers por doquier, plataformas de defensa repartidas por todo el planeta, hangares de cazas siempre dispuestas a vomitar sus escuadrones en menos de un minuto. Bastión era la obra perfecta de la paranoia y el miedo que asolaban al Remanente Imperial desde el tratado de paz con la Nueva República. Era el último refugio al que sus gobernantes se encararían en caso de una derrota de la flota. Ningún planeta en la galaxia, ni siquiera el mismo Coruscant, contaba con semejante sistema defensivo.
Y aún así, el mismísimo Gran Almirante del Imperio había sido asesinado en su interior. No por una flota increíble que oscureciera el cielo, si no por un simple y misterioso individuo armado con un sable de luz. Y desde aquella se había desatado el caos. Regidos por un Consejo de Moffs divididos a partes iguales entre nostálgicos y reformistas, ahora tenían la difícil papeleta de decidir juzgar a no a tres héroes de la República. Las pruebas contra ellos eran más que circunstanciales, no tenían ninguna base. Pero para algunos Moff retenerlos y juzgarlos, sobre tratándose de quienes se trataba, era sobre todo una demostración de fuerza y de poder. En definitiva se trataba de ver quién de todos hacía la jugada más hábil. Porque el que lo hiciera sería el próximo Gran Almirante y tendría a los demás Moffs bajo su mando.
Las discusiones del Consejo de Moffs eran secretas, reunidos únicamente los seis Moffs en una mesa redonda cuya principal silla estaba ahora vacía. Las reuniones es hacían a puerta cerrada para evitar cualquier filtración, cualquier comentario indiscreto y por motivos de seguridad, así ninguno de los presentes intentaría cualquier tipo de asesinato.
En este reunión en concreto, el Moff Fel se sorprendió de la unificado de las posturas de sus rivales políticos, los tres Moffs conversadores. Si normalmente entre el Moff Lik Fatha y el Moff Teve Ceetonn había mala sangre por el pasado terrorista del segundo, hoy Teve Ceetonn llevaba la voz cantante. Hablaba de cómo el Imperio había ido perdiendo territorio durante los últimas años, de cómo la gente no entendería una cesión más y que liberar sin más a alguien que podría estar implicado en el asesinato del Gran Almirante Garnet se contemplaría como una muestra de debilidad del Imperio y daría alas a más sistemas para independizarse.
Frente a Teve Ceetonn, se encontraba el Moff Noannu que intentaba replicar el argumento. Noannu creía, y con razón, que lo único que buscaba Ceetonn era retomar un conflicto pasado, crear una nueva guerra que el Imperio ni se podía permitir ni podía ganar. Fel se mantenía al margen de la discusión. En cuanto a los asuntos que tenían que ver con la Nueva República, su opinión solía sólo crear controversia en cuanto a que Ceetonn y sus seguidores sacaban a luz una y otra vez su pasado con la Rebelión y comentaban la poco adecuado que era tener un rebelde entre sus filas.
Las puertas de la sala se abrieron. Los Moffs miraban alarmados. Era inconcebible que alguien interrumpiera la sesión del Consejo, más aún sin llamar pero nada de eso parecía importarle a la joven senadora de Bellephoron, Kara, que miraba desafiante al Consejo pese a las picas de los guardias imperiales de túnica roja que se habían cruzado sobre su rostro. En su cara, Fel pudo vislumbrar cierto nerviosismo pero estaba seguro de que no era por estar en el Consejo. Algo había pasado.
- Siento interrumpir su reunión excelencias. Pero traigo un mensaje del Canciller...
- ¡Esto es intolerable! -gritó Ceetonn-. ¡Las reuniones de este Consejo merecen más respeto por parte de una joven senadora!
- Mi respeto hasta este Consejo es incuestionable, excelencia -una pequeña sonrisa asomase por su rostro que por lo que a Fel atañía, había sido totalmente voluntaria-. Pero traigo un mensaje del Canciller Fey´lya de la máxima urgencia. El hijo mayor de los Reyes de Alderaan ha sido dado por desaparecido en combate...
- Los problemas de la casa de Alderaan no incumben a este Consejo -replicó Ceetonn interrumpiendo a la joven por segunda vez, aunque si esto molestó a Kara, Fel no pudo verlo en ningún momento-.
- Por supuesto y el Canciller lo comprende y respeta, no quiere que nuestros dos gobiernos hagan política de esto -esperó unos segundos viendo como el Moff Ceetonn parecía enorgullecerse de su victoria y añadió-. El Gobierno de Alderaan por supuesto no lo ve así y ha enviado dos de sus embajadores más expertos para iniciar las negociaciones. El Maestro Skywalker y su esposa, llegarán en cualquier momento a Bastión.
- ¿Sky...walker y Jade? -Ceetonn pareció atragantarse-.
Esta vez Kara esperó más tiempo para volver a hablar, saboreando el momento.
- Por supuesto si quiere atender a la petición del Canciller de liberar a los Reyes de Alderaan y su compañero yo mismo les pediré a los Maestros Skywalker y Jade que vuelvan a su territorio.
Ceetonn pareció pensárselo. No quería bajo ningún concepto tener a dos Jedi en Bastión y menos a esos dos. Luke era el más temido de los Jedi y Mara Jade aún conocía demasiados secretos de su tiempo como Mano del Emperador. Pero si ahora se retractaba de sus palabras, quedaría ante los demás Moffs como un hipócrita. Afortunadamente para él, encontró una solución a medio camino.
- No puedo hablar por el resto de mis colegas en este Consejo pero creo que todos coincidiremos que no es humano retener a unos padres cuando el destino de su hijo está en juego. Su liberación será inmediata. Ya habrá tiempo para reasumir sus cargos cuando esta crisis haya pasado.
Era mentira obviamente. Cualquiera sabía que una vez que Han, Leia y Chewbacca hubiesen abandonado Bastión cualquier oportunidad de juzgarlos habría pasado.
- Es usted un verdadero hombre de paz, Moff -dijo Kara-.
Si las miradas pudiesen matar, Ceetonn habría asesinado a todo Coruscant con la mirada de odio que le lanzó a la joven senadora.
ESPACIO YUUZHAN VONG
Huug'Gagrel Sangwon entró acompañado de varios de sus soldados. Jacen era mantenido en el Centro de la Verdad, bajo fuerte sedación. El aislamiento se había cumplido, sin embargo había habido un accidente con los guardias que vigilaban la zona de cuarentena. Al parecer una trifulca había estallado ante ellos, algo que, según la experiencia de Huug'Gagrel Sangwon, era totalmente imposible.
- Pareces preocupado -dijo Jacen-.
Huug'Gagrel Sangwon no sabía cómo el Jedi seguía siendo capaz de hablar. La dosis que estaba recibiendo era diez veces más alto de la normal, tendría que estar en un coma profundo o muerto. ¿De qué eran capaces estos Jedi?
- Tú eres el que deberías estar preocupado. Mis órdenes son ejecutarte inmediatamente.
- No importa. Mi tiempo aquí ya ha terminado.
Huug'Gagrel Sangwon se enervó. El Jedi parecía no saber lo que el respeto.
- No podrás escapar.
- Existen maneras de escapar de este lugar que ni siquiera se le han pasado por la cabeza. Pero déjeme darle un consejo: con confíe en su Visir.
- ¿Qué?¿ Pero cómo podrías saber tú algo sobre nuestro Visir?
- Sé que los Sith son traicioneros y no sirven a nadie más que a sí mismos.
CORUSCANT
Fey´lya observaba el tráfico sobre Coruscant. La noche ya había caído pero la ciudad seguía bulliciosa. Aunque todo el tráfico de Coruscant era nimio con el que se estaba produciendo en su despacho. Generales, comandantes, todo el escalafón de la INR surcaba su despacho. Los Vong habían mandado un comunicado, una conexión en vivo con una de sus naves. Iban a retransmitir una ejecución en directo.
NUEVO ALDERAAN
Cuando has sido princesa, senadora, rebelde, canciller, Jedi cuando has tenido un precio desorbitado sobre tu cabeza aprendes a sobrellevar la presión pero nada te prepara para qué hacer cuando uno de tus hijos está en peligro. Leia recibió la noticia de la situación de su hijo mientras estaba en Bastión. No derramó una sola lágrima, no gritó simplemente se puso a hacer lo que mejor sabe hacer: trabajar. Desde las más altas instancias de la República hasta los más bajos fondos. Imperiales, hutts. Leia había tocado cada uno de los contactos que había acumulado a lo largo de su vida, cobrándose favores que nunca pensó en cobrar. Pero no había servido de nada.
El problema era evidente. Los Vong eran una nueva fuerza en la galaxia. Una nueva fuerza muy reciente y muy cuidadosa en sus contactos exteriores. Nadie tenía idea de lo que ocurría dentro de sus fronteras. Ni siquiera una organización como la de Talon Karrde tenía información sobre el interior de la frontera.
Ahora mismo, en la Academia de Yavin IV, Kam Solusar, Kyp Durron y demás Maestros Jedi había partido hacia la frontera con la esperanza de encontrar la localización de Jacen y montar una misión de rescate. Luke había querido irse con ellos pero Leia no se lo había permitido. Ahora era un tiempo para estar juntos en familia. Nunca olvidaría la cara de su hermano en ese momento, entendiendo lo que pasaba y finalmente rindiéndose a la evidencia. Incluso ahora, competía en ansiedad con Han. Uno, el Maestro Jedi, culpándose de no haber sabido guiar mejor a Jacen. El otro, el antiguo contrabandista, incapaz de contener la frustración por no poder ayudar a su hijo. Mara intentaba de poner algo de calma en los agitados niños, Anna y Anakin habían venido desde la Academia y se había reunido con Jaina. Chewbacca estaba junto con los droides, intentando no expresar su angustia por lo que estaba ocurriendo.
Tan distraída estaba que no se dio cuenta de que la transmisión había comenzado. Los Vong querían hacerse notar, hacer ver a todo la galaxia lo que les pasaría si alguien se entrometía con ellos. Para ello estaban retransmitiendo desde una de sus naves cómo Jacen era puesto al frente de un pelotón de fusilamiento. Las palabras del Vong sobre los crímenes que Jacen había cometido sobrevolaban la cabeza de Leia. Ella sólo tenía ojos para su el estado de su hijo.
- ¿Quiere el acusado decir algo? -preguntó el Vong-.
- No hay emoción; hay paz. No hay ignorancia; hay conocimiento. No hay pasión; hay serenidad. No hay muerte; sólo la Fuerza.
El Vong ordenó abrir fuego y los soldados ejecutaron su orden disparando sus armas. El cuerpo de Jacen se volvió más tenue, casi traslúcido, antes de desaparecer dejando sólo sus ropajes. El Vong parecía confuso. Fue hacia donde había estado Jacen, intentando entender qué había pasado. Luego, se acordó de que su imagen estaba siendo transmitida en directo y cortó la conexión.
La habitación se sumió en el más absoluto silencio.
HAPES
Tenel Ka observó los últimos instantes de la conexión. Su hijo, Jayden, jugaba con su padre en el salón del Palacio Real. Un torrente de emociones surcaba su joven corazón. Aquel hombre, el hombre elegido por su abuela para casarse y crear una alianza en el territorio hapaniano que mantuviera la estabilidad y la prosperidad de la región, estaba jugando con su hijo. Los dos compartían risas, cariños y miradas de amor entre padre e hijo. Era insultante y estaba mal. Muchas cosas estaban mal en la galaxia.
Y ahora la oscuridad ganaba terreno. El velo del Lado Oscuro había caído. La Fuerza estaba perdiendo el equilibrio.
Se levantó de pronto. Su marido la miró, preguntó a dónde iba pero ella hizo caso omiso de sus palabras. Sólo cuando su hijo se lo preguntó, Tenel Ka se inclinó ante él, le sonrió y le dio un beso en la mejilla con lo que el niño quedó contento.
La joven reina se dirigió hacia su habitación. Abrió las pesadas puertas mientras su mente viajaba por el tiempo. Había abandonado su entrenamiento Jedi hacía años para intentar demostrar que el asesinato de sus padres había sido organizado por su abuela y sus tías pero no había logrado nada, no estaba más cerca de poder averiguarlo. Lo había abandonado todo por aquélla misión. Ahora parecía no tener sentido.
De las dos camas que había en el dormitorio eligió la de la derecha, la suya. Se agachó debajo de ella y cogió una pequeña caja de madera hecha a mano.
Con sumo cuidado abrió la caja que había atesorado durante los últimos años. Entre todos los tesoros que poseía, aquél era el más preciado. Pero ahora ya carecía del valor que había poseído antaño pues la muerte lo había reclamado. Ya no había amor en aquel pedazo de gema Corusca, sólo venganza
LA TASCA DE MOS EISLEY
Bueno, otro numerito...