Anteriormente en Star Wars Legado: El Gran Almirante Garnet ha sido asesinado por un Sith y el Imperio retiene a Han y Leia. Jaster Mereel parte hacia Kamino en busca de sus orígenes. Los Jedi se movilizan para ayudar a los desplazados de la frontera con los Vong, el plazo para las recolocaciones está a punto de terminar...
CORUSCANT
La sala de interrogación era oscura. Sólo una pequeña luz despejaba las tinieblas. El mobiliario era escaso, apenas un par de sillas y una mesa simple sin ninguna estridencia. El ambiente estaba creado para intentar asustar al interrogado. Lástima que, para Galen, el miedo era algo que había aprendido a controlar en su entrenamiento, primero con Kyp Durron y luego bajo los sabios consejos de Luke Skywalker. Se encontraba retenido con unas esposas de energía que lo inmovilizaban a la mesa. Enfrente, sus interrogadores, un toydarian llamado Detho que revoleteaba a su alrededor moviendo rápidamente las alas y su larga nariz en forma de trompa. A su lado estaba Drao Ri, un gran que con sus tres ojos y su mandíbula prominente, no dejaba de inspeccionar a Galen para intentar incomodarle y que a la vez manipulaba constantemente una tableta de datos, grabando la conversación y tomando notas personales.
- Entonces deja que me entere bien de los hechos -dijo Detho que seguía revoloteando alrededor de Galen-. Habéis conseguido la ayuda de una operario independiente de la INR para vuestra pequeña incursión en el territorio de los Hutt.
- Se llama Shila
- Cuyo hermano estuvo relacionado con el intento de subversión en Corellia hace cinco años. Muy interesante.
- De hecho creo que lo es poco -dijo Galen divirtiéndose con la situación-. Incluso bajo el gobierno de Fey´lya, no te condenan por los crímenes que hayan cometido tus hermanos.
- Pero pueden indicar que no eres del todo de fiar. Quizás tengas intereses ocultos. Siempre hay que vigilar los orígenes de una persona.
- Estoy totalmente de acuerdo. Déjame pensar, Toydaria todavía sigue siendo miembro de la Alianza Hutt, ¿verdad?
- ¡No te pases de listo, Jedi! -dijo acercándose a la cara de Galen, quedándose a menos de un palmo y echándole todo el aliento encima-. Tu abracadabra Jedi no funcionará conmigo. No soy un necio.
- Me tenías engañado.
Detho golpeó la mesa.
- ¿Qué te crees que es esto? ¡No estás en posición de hacer chistes! ¡Puedo meterte en la cárcel por el resto de tu vida sólo con chasquear los dedos! ¡No sabes el problema en el que estás metido!
- He traído información valiosa para la República. Información que no tenía por qué traer.
- ¡Has atacado a un gobierno extranjero en nombre de la República!
- No hablaba en nombre de la República.
- ¡Díselo a los Hutt! ¡Están hartos de los Jedi como tú o ese cabeza hueca de Durron! Son innumerables las veces que han pedido al Canciller Fey´lya que ponga fin a vuestros desmanes.
- La Orden Jedi no está formalmente ligada a la Nueva República.
- ¡Pero varios de sus miembros sí lo están! La propia Reina de Alderaan forma parte de vuestra "banda".
- No soy político, ni tengo intención de meterme en ello. Si el gobierno Hutt tiene que hacer alegaciones contra los Jedi sabe muy bien lo que tiene que hacer.
- ¡Esto es fantástico! Aquí los Jedi se creen con el derecho de meternos a los demás en mil y un problemas y luego se lavan las manos. Deberíamos entregaros a los Hutt.
Esta vez fue Galen quien se acercó a Detho.
- No te imaginas las ganas que tengo de poder hablar con Kappa y Durga en persona. Seguro que recuerdan muy bien lo que le pasó al último Hutt que desafió a un Jedi.
Detho se alejó volando mientras tragaba saliva ante la amenaza de Galen. Obviamente, el Jedi se estaba refiriendo al incidente entre Luke Skywalker y Jabba el Hutt.
- No sé qué has pretendido viniendo aquí en persona con tu discípulo. Sabías que te arrestaríamos y por mucho que me duela admitirlo no creo que quieras poner en un aprieto político a la República.
- Contaba que nos interrogaseis claro. Esto es parte de un ejercicio.
- ¿Ejercicio?
- De paciencia. Para mi alumno. No tiene mucha y...
Galen paró de hablar de repente. Detho y Drao Ri se miraron entre sí, era como si el Jedi ya no estuviese mirándoles a ellos si no a un lugar muy, muy lejano. Pronto volvió en sí y con una más que evidentemente nota de preocupación se dirigió a ellos.
- Tenéis que liberarnos.
- ¿Qué? ¿Estás de broma?
La puerta de la sala de interrogatorios crujió y se abrió lateramente soltando chispas lo que indicaba que estaba siendo forzada a ello. Ben Skywalker estaba detrás de la puerta, también con las manos esposadas.
- Jaina -dijeron los dos a la vez-.
BASTIÓN - REMANENTE IMPERIAL
En muchas de sus pesadillas, Leia se encontraba en aquella misma situación. Esposada junto a su esposo y Chewbacca, tenía que ver cómo un tribunal imperial la juzgaba. Bien es cierto que desde hacía más de una década o ya casi dos aquél miedo había desaparecido pero durante los años en los que la Rebelión luchaba por su mera supervivencia aquella escena cruzaba sus sueños en demasiadas ocasiones. Y ahora se había hecho realidad, con matices. De haber sido en los tiempos de la Rebelión el juicio habría sido una pantomima, un espectáculo que Palpatine habría ofrecido a sus súbditos. Ahora al menos tenía a una Senadora de la República para que los defendiera, aunque tuviera la misma edad que sus hijos.
Kara exponía los hechos con vehemencia, explicando lo ocurrido según las versiones que los tres les habían explicado. Ante ella, los seis Moffs que controlaban actualmente el Imperio escuchaban atentamente. Leia sabía que tres de ellos votarían a favor y tres de ellos en contra de absolverlos según fueran de la facción conservadora o liberal. Aquello podía eternizarse.
De pronto sintió una conmoción en la Fuera. Era un grito, un aullido trasmitido a través del espacio y del tiempo. Confusión, irá, desesperación.
- Jaina -consiguió musitar-.
KAMINO
El caza Z-95 consiguió posarse en las plataformas de Ciudad Tipoca, la capital del planeta. La ciudad se erguía sobre los inmensos océanos del planeta, protegida de los relámpagos y de las grandes olas por pequeños escudos independientes. Jaster había decidido acudir sólo, con un viejo caza Z-95 modificado para la ocasión para levantar pocas sospechas y así poder también investigar libremente sin que sus compañeros mandalorianos se inmiscuyeran.
A primer vistazo, Ciudad Tipoca no parecía ser especialmente amenazadora, ni siquiera era una gran ciudad. En su acercamiento, Jaster había podido detectar varios enclaves esparcidos por el planeta, del mismo tipo que Ciudad Tipoca. También había distinguido varios restos de naves espaciales alrededor del planeta, muchas de las cuales habían pertenecido a la Antigua República pero el resto le eran desconocidas y el ordenador de a bordo del Z-95 no disponía de mucha información. Casi había lamentado no haber traído algunas de sus naves equipadas con astrodroides pero valoraba mucho más la discreción en aquél viaje.
Salió del caza y atravesó la plataforma de aterrizaje entre la fuerte lluvia para entrar en las dependencias de la ciudad. Un soldado, vestido con la familiar armadura blanca de los soldados de asalto imperiales le cerró el paso. Jaster alzó la vista. Estaba en un control de llegada, con dos soldados y un kaminiano en labores de administración. Aquello era muy raro, los controles como aquellos habían desaparecido desde el fin de la guerra.
- ¿Motivo de su visita? -preguntó el kaminiano-.
- Personales -dijo a través de la voz filtrada de su casco-.
El kaminiano pareció ponerse nervioso con esa contestación, su largo y fino cuello parecía rebosar con la tensión. Los dos soldados agarraron con más fuerzas sus rifles y sus cabezas se giraron para mirar directamente a Jaster.
- Responda a la pregunta -dijo uno de los soldados-.
Jaster sopesó mentir pero por la actitud nerviosa de todos tenía la intención de que ya estaba metido en problemas, así que decidió contar la verdad.
- Vengo en busca de una kaminiana llamada Taun We. Tengo negocios con ella.
La mención de Taun We pareció sorprender al kaminiano que miró a los dos soldados de asalto. Instintivamente Jaster se puso en alerta. La gente en aquella habitación estaba demasiado nerviosa para su gusto
- ¿Tiene permiso de acceso? -preguntó el kaminiano que se removía en su asiento-.
- Taun We espera mi llegada.
- La Primera Ministra Taun We
- Déjale pasar Oli Hej -dijo Taun We desde el fondo del pasillo-. Esperaba su llegada desde hacía mucho.
Los dos soldados se apartaron y Jaster avanzó hasta la altura de Taun We, donde cuatro soldados más la escoltaban.
- Ahora no es momento de hablar -dijo Taun We anticipándose a las preguntas de Jaster-. El Maestro Jedi Jethron tiene oídos en todas partes, pero pronto podré respoder a todas las dudas que tienes.
PEJTHU - ESPACIO YUUZHAN VONG
Las últimas horas del plazo que los Vong habían otorgado a la República para retirar a sus ciudadanos de los nuevos territorios ocupados por los nuevos alienígenas estaban a punto de expirar. El contingente comandado por el Coronel Holden, apuraba sus últimos momentos en la superficie del planeta. Aquél era el último salto hiperespacial que se podían permitir pues después el plazo expiraría. Los cargueros civiles, miembros del grupo contrabandista de Talon Karrde ya habían abandonado la superficie del planeta y se organizaban entorno al X-303 para saltar al hiperespacio ordenadamente.
Los Alas-K, el nuevo modelo de bombardero de la República que recientemente había sido actualizado para servir como transporte de tropas, despegaban de la superficie atestados con cientos de refugiados que veían cómo toda su vida empezaba a cambiar de repente. Los Jedi, organizaban a los últimos refugiados, asignándoles algunas de sus propios transportes. Al mando de la operación estaba Corran Horn, antiguo miembro del Escuadrón Pícaro, lo que creaba ciertas tensiones entre él y los miembros más cercanos a las posturas de Kyp Durron, otro de los más famosos y poderosos miembros de la Nueva Orden Jedi pero con una postura más agresiva en los caminos que, en su opinión, debía tomar la Orden.
Sin embargo, a estas alturas de la misión, y con Kyp colaborando de buena gana y aceptando el papel de segundo al mando, las cosas se habían desarrollado pacíficamente. Por eso Corran se alarmó cuando vio a Jaina Solo discutir con un piloto del X-303.
Corran se acercó interesándose por la situación cuando sintió un pequeño cosquilleo en la Fuerza. Sintió la sensación urgente de dejarlo pasar, de no hacerle caso pero en ese instante descubrió que estaba siendo manipulado. El piloto del X-303 estaba intentado usar la Fuerza contra él, de una manera sutil para que no se fijase en su aspecto. De haber sido cualquier otro, probablemente lo hubiera conseguido, pero Corran era de lejos el mayor experto en técnicas de manipulación mental de toda la Academia.
- ¿Jacen? ¿Qué haces aquí?
- Trabajar de incógnito... mal al parecer.
- ¿Por qué estás discutiendo a viva voz? Tenemos que irnos cuanto antes, el último Ala-K sale enseguida y si no estamos allí a tiempo nos quedaremos en el planeta.
- ¡Es lo que este cerebro de láser intenta conseguir! -se quejó amargamente Jaina-.
- No entiendo.
- Reconocimiento avistó un pueblo entre las montañas, a una hora de aquí. Son apenas unas cuarenta personas pero no podrán ser evacuadas ahora.
- Entiendo lo que dices Jacen, pero tu hermana tiene razón. No tenemos posibilidad de sacarlos de allí en el plazo adecuado.
- El Fortuna Errante podría volver a recogernos. Es una nave civil, no militar y los Vong no han prohibido el tráfico civil entre sus planetas, sólo lo controlan.
- Es demasiado peligroso Jacen -dijo su hermana con aprensión-. Podríamos crear un conflicto con los Vong y quién sabe lo que harán ellos cuando os encuentren aquí. Corren rumores muy desagradables sobre lo que han hecho con los yevethanos.
- Creo que tienes razón -dijo Jacen rindiéndose-.
- Claro que sí. Venga vamos, o llegaremos tarde.
En cuanto Jaina se giró para ir hacia el Ala-K y le dio la vuelta, Jacen posó su mano en la parte inferior del cuello de su hermana e invocó la Fuerza. Su hermana tuvo tiempo de sentir que las fuerzas abandonaban su cuerpo y cómo la oscuridad la consumía. Mientras perdía el conocimiento, gritó a través de la Fuerza, un gritó que superó el espacio y que llegó a sus seres más allegados con toda su carga de desesperación.
Jaina se desplomó en los brazo de su hermano y éste se la entregó a Corran.
- Cuida de ella y procura no estar cerca cuando despierte.
- Jacen ¿por qué haces esto?
- Son los Vong. Siento una gran conmoción en la Fuerza alrededor de ellos, tengo que averiguar qué es. Sé que es importante.
- Entonces no te detendré, Jacen. Que la Fuerza te acompañe.
LA TASCA DE MOS EISLEY
Bueno, otro numerito...