BORDE EXTERIOR
El Borde Exterior es la región espacial más alejada de los mundos del Núcleo
como Coruscant. La mayoría de sus planetas o son inhóspitos o no contienen
ningún recurso digno de explotar, lo que los reduce a meros trozos de roca
donde nadie quiere vivir. Siendo una de las mayores zonas que no está
afiliada a ninguno de los grandes gobiernos galácticos, el Borde Exterior se
ha convertido, junto al espacio Hutt, en uno de los grandes centros de
actividad criminal de la galaxia. Un lugar donde cualquier persona puede
encontrar refugio.
Los miembros del grupo terrorista Espíritu rebelde se habían separado de la
República cuando ésta firmó la paz con los B´Sessn, una antigua raza que se
había presentado sin aviso sobre Corellia y que había convertido la Tercera
Flota en polvo espacial. Cuando el resto de la República se preparó para
entrar en combate los B´Sessn habían ofrecido la paz y habían perdido
perdón. Los miembros de Espíritu rebelde se habían negado a acatar cualquier
intento de paz, querían una explicación mejor y sobre todo querían convertir
a esos aliens en humeantes cadáveres. Promovieron manifestaciones, incluso
alguna que otra revuelta pero se encontraron con una población que prefería
la paz a hacerse demasiadas preguntas. Decepcionados y asqueados se
marcharon de la República y comenzaron a hacer pequeñas incursiones
periódicas recordando a su manera el terrible crimen que tanto los B´Sessn
como la República habían cometido.
Como la mayoría de los miembros del grupo habían sido militares, Espíritu
rebelde no había tenido ningún problema para hacerse con una remesa de naves
de la República en el momento de su separación. Aunque algunas de ellas
habían sido destruidas en ataques que no habían salido del todo bien pero
todavía conservaban un antiguo Destructor imperial y toda una remesa de
cazas armados hasta los topes.
Hoy era un día especial. El líder de Espíritu Rebelde, el autoproclamado
Alto General Katsulas había mandado llamar a todas las células y a la
mayoría de sus soldados para reunirlos en su Destructor. Después de varios
meses de intenso trabajo al fin estaban listos para dar luz verde a la
operación. Sería una jugada arriesgada, pero era algo que tenían que hacer,
todo lo que defendían dependía de ello.
- Que empiece el juego.
YAVIN 4
Han Solo miraba desde lejos cómo Luke estaba recibiendo una reprimenda de su
hermana. El incidente que había causado uno de los alumnos más rebeldes de
Luke, Kyp Durron, había hecho que Leia tuviera que llamar inmediatamente a
la Academia Jedi desde Coruscant1. El antiguo contrabandista notó una
joven mano posándose sobre su hombro, era su hija Jaina Solo que iba a
acompañada de su primo.
- ¿Cómo va? -preguntó la joven aprendiz de Jedi-.
- ¿En una escala entre uno y la Estrella de la Muerte? Tu tío tiene suerte
de no haberse quedado sordo ya. Esperad, a ver qué dicen.
Los tres prestaron atención a lo que la Canciller decía.
- No puedes seguir permitiendo que tus Jedi campen a sus anchas por toda la
galaxia.
- Yo no soy quién para decirles lo que tienen que hacer. Esto es una escuela
y enseñamos a que cada uno tome sus propias decisiones.
- La Orden tenía un asamblea de Jedis pare evitar estos casos.
- Ya hemos hablado esto antes Leia. No quiero un Consejo Jedi que actúe como
jefe de los Caballeros Jedi. No somos un pequeño ejército.
- Algunos opinan que deberías serlo, o al menos actuar un poco como ellos.
La República os financia y no os pide nada a cambio, ni siquiera os pide que
actuéis con el ejército en caso de conflicto. ¡Y sin embargo lo que
devolvéis no son más que problemas! -Leia suspiró un poco y trató de
tranquilizarse-. He tenido durante más de dos horas al embajador yevethano
gritándome y protestando por la actuación de Kyp. Incluso el embajador
imperial se ha mostrado descontento, imagínatelo yevethanos e imperiales de
acuerdo en algo y tiene que ser en lo mucho que os desprecian.
- Los yevethanos estaban incumpliendo los tratados...
- ¡Eso es lo único que nos ha salvado de una guerra! Si Kyp por algún motivo
se hubiera equivocado o no hubiera podido recuperar las pruebas necesarias
para inculpar los yevethanos ahora mismo estaría mandando fuerzas al cúmulo
de Koornacht para evitar que masacraran a nuestra gente -Leia se tomó un
respiro, bebió un poco de agua y se alisó la túnica-. Escucha Luke, me queda
menos de un año de mandato, después no podré protegerte. Últimamente he
pasado mucho tiempo en los pasillos hablando con los demás senadores, ya
sabes que se supone que tengo que organizar un partido político2 lo cual
preferiría evitar pero eso me ha servido de excusa para moverme a ciertos
niveles que normalmente no me permitiría -miró fijamente a su hermano-.
Pocos senadores os apoyan ya, a algunos las acciones de Kyp le parecían
adecuadas pero el chico se ha pasado de la raya y se está ganando enemigos
importantes; enemigos a los que no podré ayudarte a combatir ni como Reina
de Alderaan.
- ¿Qué insinúas?
- Insinúo que a Fey´lya nunca le has caído bien. Lo has dejado en ridículo
varias veces y ahora pretende cobrártelo.
- Leia...
- El último sondeo de opinión sobre los Jedi Luke; es menor del cuarenta por
ciento, la mayoría de la población de esta galaxia cree que no sois más que
una vieja institución que sólo causáis problemas. He conseguido leer parte
del programa de Fey´lya para las elecciones. Os va a quitar toda
financiación, va a ser uno de los puntos fuertes de su programa. Eliminará a
los Jedi y dará más dinero a Sanidad, nadie se preocupará por vosotros si
tienen medicinas más asequibles.
Erredós, que se había mantenido al margen de la conversación rodó hasta
cerca de Luke y silbó unas cuantas de sus habituales notas musicales.
- Kyp y Galen están aterrizando -le tradujo a Leia-.
- Habla con ellos ya. Mañana a primera hora te enviaré a Konner.
- ¿No lo necesitas en Coruscant?
- Sí y también en tu Academia. Os vais a convertir en un punto caliente
durante todo este año, Konner os ayudará a lavar vuestra imagen para llegar
en buenas condiciones a las elecciones. Hazle caso en todo lo que diga.
- De acuerdo. Tú sabes más de estas cosas que yo.
- Te llamaré en cuanto pueda.
Leia cortó la comunicación. Luke se quedó quieto meditando. Durante años se
había dedicado a al labor de reconstruir la Orden Jedi para que llegase a
ser tan importante como lo había sido en los tiempos de la Antigua
República. Sin embargo nunca había querido ser su jefe, entendía que los
Jedi debían seguir sus instintos, debían guiarse a través de la Fuerza y no
a través de las órdenes de unos pocos. Al parecer se había equivocado.
Jacen Solo miró una vez más las estrellas. Estaba sentado sobre la fría
piedra del templo. Aquella terraza era perfecta para aislarse y pensar en
todo lo que le había ocurrido en los últimos meses. Una nave acababa de
posarse en la pista del templo pero no reclamó la atención de Jacen más de
lo necesario. Se levantó, se colocó justo en el borde de la terraza y cerró
los ojos. ¿Qué estaba haciendo ahí?
- Si vas a saltar te rogaría que te movieras un par de pasos a la
derecha -dijo una voz-.
Jacen miró hacia atrás y a los lados pero no vio a nadie.
- Abajo -dijo la voz-.
Tenel Ka estaba escalando el templo como parte de sus ejercicios nocturnos.
La joven princesa llevaba un estricto entrenamiento más allá de los
requerimientos de la Academia. Ahora mismo estaba justo debajo de Jacen,
agarrándose con sus propias fuerzas a la piedra del Templo.
- Oh perdona -dijo Jacen apartándose y permitiendo a Tenel Ka subirse a la
terraza-. Y no iba a saltar, sólo estaba pensando un poco.
- Lo sé -dijo mientras recuperaba el aliento. La escala y las prácticas del
día la habían dejado casi sin fuerzas-. No pareces de los que abandonan ¿Me
ayudas? -dijo señalando su espalda-.
Tenel Ka solía llevar una armadura de combate hecha a partir de la piel de
un reptil de Dathomir, el planeta al que pertenecía su madre y donde Tenel
Ka acostumbraba a pasar los veranos una vez terminado el curso escolar. La
armadura era de color verde y muy resistente, capaz de desviar un disparo de
bláster a cierta distancia. Jacen desabrochó los cierres de la espalda y
Tenel acabó de quitarse ella sola la armadura.
- Gracias. ¿Nos sentamos?
- Claro.
Los dos mantuvieron un incómodo silencio. Jacen miraba de reojo a Tenel Ka.
Eran prácticamente de la misma edad pero Tenel parecía mucho mayor. Las
intensas horas de ejercicio en Dathomir y toda la sabiduría que había
adquirido en el Consorcio de Hapes habían hecho que Tenel madurase antes.
- No consigo ver Hapes desde aquí -dijo Jacen mirando el cielo-.
- Desde esta parte de la galaxia es casi imposible verlo.
- Nunca he ido al Consorcio ¿cómo es?
- Nuestros 63 mundos son muy variados, cada uno bello a su manera. Mi
preferido siempre ha sido el propio Hapan -sonrió dulcemente-. Recuerdo que,
cuando era pequeña, mi madre me llevaba a la Fortaleza del Arrecife, un
palacio situado en una remota isla, para escapar de las directrices de mi
abuela. Las dos nos pasábamos horas allí solas, hablando, jugando y
bañándonos en el océano hasta que recuperábamos las suficientes fuerzas como
para volver a la capital y enfrentarnos a mi abuela. Es curioso -dijo
pensativa y preocupada-. Mi abuela siempre se ponía furiosa cuando me
mandaban en vacaciones a Dathomir, decía que aquello no era más que perder
el tiempo porque en aquel planeta de salvajes no se podía aprender nada que
no se pudiera aprender en Hapan. Me extraña que no pusiese ninguna pega
cuando ingresé en la Academia. Trama algo, seguro.
- Parece que no soy el único con un pasado familiar más bien oscuro.
- Ciertamente no llego a tu nivel, Jacen, aunque mi abuela ha hecho cosas
malvadas en el pasado como matar a mi tío3 Ahora mismo sus acciones son
menos radicales pero sigue siendo un verdadero dolor de cabeza para mis
padres claro -se llevó las manos al pelo para echárselo hacia atrás- Todavía
siguen peleándose por el tratado de ingreso en la Nueva República.
- ¿Qué pasó?
- Cuando mi abuela fue obligada a asociarse con la Nueva República por lo
que ya sabes4 se aseguró de mantener cierto control sobre el Cúmulo.
Rechazó la presencia de las fuerzas de seguridad de la Nueva República en el
Cúmulo gracias al apoyo de los mundos hapanianos y de sus importantes socios
comerciales. Luego se volvió a ganar el apoyo de los 63 gobiernos para
aumentar su ejército y poder así defenderse de una posible conquista por
parte de la Nueva República -bufó-. Ahora tenemos un montón de naves
patrullando mundos que llevan siglos sin ver una maldita nave extranjera y
que esperan un ataque de la Nueva República.
- Eh, no te preocupes -dijo Jacen y Tenel le miró sin entender lo que
decía-. Si Kyp sigue haciendo de las suyas quizás nos hagan falta a todas
esas naves.
Los dos jóvenes Jedi rieron.
- Es un consuelo -la joven princesa hapaniana miró su cronómetro-. Es tarde,
mañana quiero levantarme pronto e ir al oeste, creo que hay un templo
massassi que todavía no ha sido catalogado. Quizás encuentre algo que nos
explique qué les pasó para desaparecer de la faz de este planeta.
- ¿Te gusta la arqueología? -preguntó un gran interesado Jacen-.
- ¡Pues claro! En Dathomir nos enseñan a los jóvenes la historia de cada
clan, los objetos que utilizaban, sus antiguos emplazamientos, sus
batallas... La historia es básica en el funcionamiento de nuestra sociedad.
A través de la historia de los clanes interpretamos mejor los retos del
presente.
- Vaya. Pensaba que en Dathomir sólo interesaba el combate y esas cosas.
- Oh, no te equivoques. En Dathomir se nace para ser guerreros. Pero hasta
el más hábil de los guerreros debe despejar la mente del combate de vez en
cuando -se levantó y limpió su pantalón de la posible tierra pegada-.
¿Quieres acompañarme mañana? Es mejor descubrir el pasado en buena compañía.
- Claro, me encantaría.
- Bien. Buenas noches Jacen.
- Buenas noches Tenel.
La joven Tenel se dio medio vuelta y caminó hacia el templo.
- ¡Eh Tenel!
- ¿Qué?
- Gracias
- ¿Por qué?
- Por no preguntarme porqué no quiero estar en la Academia.
- Yo sé qué es lo que se siente cuando te obligan a hacer algo que no
quieres. Tú tienes tus motivos y si crees que son válidos yo no soy quién
para juzgarte.
Jacen asintió y siguió con la mirada a Tenel mientras éste se introducía en
el templo. Luego volvió a mirar las estrellas y sonrió.
Galen salió del templo corriendo. Estaba recurriendo a todo lo aprendido
durante sus años de estudio para poder calmarse. A su llegada con Kyp, el
Maestro Skywalker les había hecho llamar inmediatamente Era normal, Galen ya
se lo había imaginado por mucho que Kyp creyese que, como mucho, les caería
una regañina formal pues al fin y al cabo habían detenido una acción ilegal
del Imperio yevethano.
Cuando se encontraron con el Maestro Skywalker no lo encontraron enfadado
claro está, ya que su experiencia le hacía estar por encima de esas cosas.
Pero el no estar enfadado tampoco era bueno porque, y eso es lo que acabó
asustando a Galen, el Maestro Skywalker estaba preocupado. Esta vez se
habían pasado o quizás fuese la gota que había colmado el vaso, Galen no
estaba seguro del todo pero sí estaba seguro de que algo serio pasaba.
Los dos Maestros habían empezado hablando tranquilamente. Skywalker le
recriminaba a Kyp su actitud mientras que Galen permanecía callado como un
buen padawan. La conversación fue subiendo de tono y como siempre había
hecho Galen se interpuso entre los dos Jedi para que ninguno abriese puertas
que debían permanecer cerradas.
Pero ésta vez no salió como habitualmente. En vez de calmar las cosas sólo
las empeoró y tuvo que salir "expulsado" de la sala. La noche era estrellada
y sosegó al joven aprendiz Jedi lo suficiente. Comenzó a rodear el templo
intentando poner en orden sus ideas cuando se encontró delante del
invernadero que se utilizaba con fines más terapéuticos que otro cosa. La
luz del invernadero estaba encendida y Galen entró.
- ¿Se puede?
- ¡Galen! Me alegro de verte amigo. ¿Ya has vuelto de tu cruzada contra "los
males que azotan a esta galaxia"? -dijo imitando la voz de Kyp-.
- Sabes que no se te puede dejar sólo durante mucho tiempo.
Los dos amigos se fundieron en un abrazo. Galen miró a Holden. Vestía un
mono de piloto bastante gastado y lleno de tierra. Se había dejado crecer un
poco la barba y el pelo y tenía un aspecto un poco desaliñado. Viéndolo así
nada jamás creería que aquél hombre había masacrado sin escrúpulos a más de
quince mil series vivos. Sólo por venganza. Quince mil seres vivos que
pesaban en su conciencia; más en realidad, pues la cifra no incluía las
bajas de las naves de guerra que luego había destruido. Y ahora estaba ahí,
en Yavin 4, apoyado en un viejo arado sin muestra alguna de sed de sangre o
ansia de venganza.
- Ya me he enterado de lo que pasó en Koornacht. Habéis montado una buena.
- Sabemos cómo animar una fiesta. El Maestro Skywalker nos ha estado
contando el revuelo que se ha montado en Coruscant.
- Déjame adivinar -le miró de arriba abajo-. Tú también te has sumado a los
reproches y Kyp te ha mandado fuera a meditar tus palabras.
- Más o menos. Intenté frenar la Estrella de la Muerte con una piedra y ésta
salió rebotada golpeándome en la cabeza -Galen se fijó en el cultivo que
estaba haciendo Holden-. ¿Eso es una orquilla de Alderaan?
- En efecto -dijo e indicó a Galen que se agachara para verla mejor. El
aprendiz Jedi observó la hermosa flor que alternaba colores violetas y
naranjas-. ¿Qué te parece?
- Fantástica. Nunca había visto ninguna sin ser en libros. Sé que hay
algunas en los jardines de Coruscant pero nunca he encontrado tiempo para
hacer una visita.
- No te pierdes nada. Esas flores no son más que clones de las originales.
Verás, las orquillas de Alderaan llevan siendo un dolor de cabeza para toda
la profesión desde hace siglos. No sobreviven más de tres días fuera del
planeta y como sabrás, acceder ahora a Alderaan en cuanto menos
complicado -tocó la orquilla con sus dedos-. Pero ésta ya no tiene ese
problema. He conseguido mantenerla viva durante más de dos semanas.
- ¿Cómo lo has hecho?
- No ha sido fácil. Realmente empecé a trabajar en ello antes de la guerra
ya sabes cuanto... todo era mucho más sencillo. He tenido que probar miles
de fórmulas distintas alterando todos los parámetros que se te ocurran,
desde gravedad, oxígeno, fotosíntesis... pero al final ha valido la pena.
Aunque todavía falta un paso -vio que Galen andaba un poco perdido-. No
estás muy puesto en esto, ¿verdad?
- Pregúntame sobre cualquier movimiento de sable láser y te haré un
discurso. Pregúntame por plantas y te preguntaré cómo funciona un motor de
hipervelocidad.
- De acuerdo tú ganas. Pues para que lo sepas, las orquillas de Alderaan
tardan unos cuatro meses en producir semillas que permitan perpetuar su
especie. Tengo que asegurarme de que no es estéril. Espero que me dejen
llevarme el trabajo.
- ¿Llevarte? ¡Ah es cierto! Mañana es el gran día.
- Sí. El tiempo de la rehabilitación ha acabado. Vuelvo a entrar en el
servicio activo.
- ¿Una nave de guerra?
- La República no me ha dejado otra opción. Quieren mantenerme vigilado.
- ¿Y te dan una nave de guerra?
- Con turbolásers y todo para que pueda despacharme a gusto con quien
quiera.
- ¿Alguna vez piensas que haces demasiado poco para acabar con nuestros
gobernantes?
- Sí. Más o menos cada vez que veo que sigo vivo.
DAL´AS IV
Decir que en aquel remoto planeta del Borde Exterior hacía frío sería
quedarse corto. Aquel bloque de hielo llamado planeta estaba lo más lejos de
un sol de lo que se podía estar sin entrar en otro sistema. Por si fuera
poco, Dal´as IV se encontraba lejos de las grandes rutas de comercio o
tránsito del Borde. Era realmente un mundo apartado y no muy fácilmente
accesible.
Pero estas características eran las que habían acabado por impulsar Dal´as
IV. Fuera de todas las miradas curiosas de la galaxia, aquel planeta gélido
ofrecía un punto de encuentro para todo tipo de criminales que no podía
pasearse libremente por los planetas más civilizados o para aquellos que
simplemente querían pasar una temporada fuera de circulación tras un gran
golpe.
Soonah no encajaba totalmente en ninguna de las dos categorías. Abrigado
hasta las cejas entró en la pequeña cantina del pueblo donde había
aterrizado. Había dejado su casco mandaloriano en la habitación de la
pensión para no atraer demasiada atención. Aún así había dejado el resto de
la armadura debajo del abrigo, no sólo para protegerse del intenso frío si
no para hacerlo del resto de personas. Soonah había aprendido por las malas
que la gente joven solía atraer las burlas de aquellos más curtidos. No
importaba a qué te dedicases o cuánto tiempo llevases en el negocio, siempre
ibas a ser carne de cañón.
Antes de sentarse Soonah realizó un recorrido visual completo por toda la
mugrienta cantina en busca de posibles problemas. Vio a un humano acompañado
de una especie alienígena que no pudo identificar. Los dos parecían haber
bebido demasiado y estaban mirando en dirección a Soonah y riéndose a
carcajadas.
Soonah acarició el disco de datos que llevaba en una cartuchera. Había
tenido que meterse de lleno en la boca de los Hutt (por suerte no
literalmente) para conseguirlo. Sabía que era la última pieza de un plan que
llevaba fraguándose más de una década pero no sabía realmente en qué
consistía. Se acercó a la barra y pidió sin dejar de vigilar a las posibles
fuentes de problemas.
El humano y el alienígena se acercaron tambaleándose. El humano no
preocupaba a Soonah pero el alienígena sí. Era de color verde, humanoide con
una especie de púas por todo el cuerpo y de más de dos metros de estatura.
Parecía bastante fuerte y resistente. Ambos iban armados con dos bláster
bastante viejos y el alienígena llevaba también una vibroespada a la
espalda.
- Vaya, vaya... mira lo que ha traído la nevada... ¡¡Tenemos una nueva
incorporación!! ¿Por qué no bailas un poco para nosotros?
- Piérdete.
- Oh... la nena tiene carácter -muchos de los presentes rieron. Soonah
maldijo por lo bajo, al parecer tenían amigos, si eran de la clase que se
arriesgaba por lo demás estaba a punto de descubrirlo-. Venga, enséñanos lo
que tienes.
Intentó meter la mano justo en uno de los bolsillos del abrigo de Soonah y
éste reaccionó inmediatamente. Sacó de la manga un cuchillo y con él clavó
la mano del hombre en la propia barra. Sin perder tiempo golpeó al
alienígena en la barbilla y le propinó una patada en el estómago que le hizo
retroceder. Echó una mirada, al fondo del local varios hombres se habían
dado cuenta de la pelea y parecían avanzar hacia él. Los contó rápidamente,
eran siete de diferentes especies no humanas. Demasiado desigual. No
tendrían una oportunidad.
Levantó el brazo izquierdo y accionó el pequeño lanzador de misiles. La
explosión sacudió buena parte de la cantina, varias secciones del techo se
derrumbaron y muchos fueron alcanzados por lo onda expansiva. Ahora todo ser
vivo y consciente de la cantina quería acabar con él. Al fin una pelea justa
Saltó por encima de la barra para obtener cobertura ante la inminente salva
de blásters que se le acercaba. El barman se acercó a él para intentar
detenerlo antes de que causase más destrozos. Lanzó un puñetazo y al
esquivarlo intentó contraatacar golpeando las costillas de Soonah. Se rompió
la mano al chocar contra la armadura mandaloriana. Mientras se retorcía
Soonah se le acercó y con un movimiento brusco y rápido le rompió el cuello.
Demasiado tiempo perdido. La turba ya estaba casi encima de la barra, no
había espacio para usar misiles, no había tiempo para desenfundar los
blásters y alejarnos, no había tiempo para nada... excepto... quizás...
decidió jugársela a una sola carta. Activó el lanzallamas de su brazo
derecho. El alcohol que había desparramado por toda la bar junto al que
llevaban los propios maleantes prendió enseguida. No había ganado todavía la
batalla, pero al menos había alejado a la gente de su posición.
Las llamas y el humo no le dejaban ver bien lo que pasaba detrás de la
barra. Ahora se maldecía por no haber traído el casco. De entre las llamas
apareció el alienígena de color verde. Blandía su vibroespada y atacó
ferozmente. Sólo tenía un pequeño cuchillo para defenderse y lo sacó
rápidamente para bloquear el ataque. La fuerza del golpe casi lo clava en el
suelo pero logró mantenerse en pie. Ahora si la suerte jugaba a su favor.
- Maldición.
El alienígena sabía lo que hacía. Una vez que su golpe fue detenido
retrocedió un par de pasos. Su vibroespada era grande, muy grande mientras
que el cuchillo de Soonah apenas si era del tamaño de la palma de su mano.
Mientras se mantuviera a distancia no tendría nada que temer de Soonah.
Soonah amagó con atacarle y volvió a retroceder un par de pasos más. Era
listo, había visto de lo que era capaz Soonah e iba a tener mucho cuidado.
Sí, era listo y lo sabía, se lo creía demasiado y por eso falló.
Ésta vez Soonah fue quien retrocedió. Dio un impresionante salto hacia atrás
dejándose caer hacia el suelo. El alienígena no entendía nada, aquel tipo le
estaba dando la oportunidad de matarlo más fácilmente todavía. Pero en
cuanto vio hacia dónde se dirigían las manos de Soonah durante el salto
entendió todo lo que ocurría; al fin y al cabo era un tío listo. Mientras
caía, Soonah llevó sus manos a la cintura donde desenfundó sus dos blásters
y disparó acertando de lleno. Se había librado de otro más.
- Creo que esto te pertenece.
Soonah reconocía la voz y sonrió. Por el aire vio venir un casco
mandaloriano, el suyo. Lo cogió al vuelo y se lo colocó. Todo había acabado,
sus agresores ya no tenían oportunidad alguna. Había dos mandalorianos
plenamente armados en la sala, eso desequilibraba demasiado la balanza. Con
su casco puesto, Soonah tenía a su disposición toda una gama de sensores.
Podía ver a sus enemigos a través del humo y del fuego y no le fue difícil
acabar con ellos.
- ¿Esto es a lo que tú llamas discreción?
Quien había hablado era el mentor de Soonah, Gozniak. Gozniak había sido
junto con Brizca y su líder Master Mereel quienes habían recreado a los
mandalorianos de sus cenizas.
- No fue culpa mía.
- ¿Y el casco? ¿Cuántas veces te he dicho que lo lleves siempre encima?
- Lo sé, lo sé. Aquí tienes -le entregó el disco de datos. Gozniak lo
sostuvo como si se tratase de una bomba-.
- Al fin completo. Trece años, trece años reuniendo piezas y al fin está
completo.
- ¿Qué es?
- La llave de la aniquilación de los Jedi y de la Nueva República.
CONTINUARÁ
1.- Número anterior
2.- Para más detalles Star Wars Anual 2004
3.- El tío de Tenel era el hijo primogénito y el heredero del trono pero decidió casarse con una chica que su madre desaprobaba y los hizo matar (en secreto) a ambos. Una joya la abuelita :D
4.- El padre de Tenel Ka, Isolder, descubrió lo que le había pasado a su hermano y chantajeo a su madre con revelar esa información si no se unía a la Nueva República y aceptaba a su esposa, la madre de Tenel Ka. Esto está quedando demasiado culebrón, sólo falta un padre misterioso y descubrir una hermana largamente perdida... un momento, esperad... :P
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola
Número 27, segundo número del arco argumental y puede que el último en un
par de meses. Como algunos ya sabéis me he comprometido a hacer ciertas
series en mtopia que he estado desatendiendo por mantener una periodicidad
mensual en esta serie... así que hasta que me ponga el día con las series
ésta serie permanecerá parada. De todos modos no es un mal número para
quedarse, este es el final de la introducción pues ya hemos dispuesto los
personajes en sus respectivos lugares... sólo falta caracterizar a nuestros
jóvenes Jedi un poco más y empezar a agitar las cosas que no ha habido una
crisis galáctica en 2 números y eso no se puede permitir :P
Para este número tenemos una carta de Jorge Cantero que nos dice:
Primer numero de saga nueva. No tiene mala pinta. Muy denso de
información la verdad
Tengo excusa para ello :D Es un primer número y hay que poner en situación
muchas cosas. De todas formas intentaré ser más escueto.
El punto debil para mi es que no me interesan demasiado bastantes de los
personajes que aparecen, pero en eso Ben poco puede hacer la verdad... quiza
con el tiempo los vaya haciendo
interesantes... pero por ahora me parece entretenido, y desde luego lo mejor
de la semana.
Ajá... sí, intentaré hacerlos más interesantes, en este número se habrán
visto algunos rasgos más de los nuevos personajes que se irán completando
poco a poco a lo largo de los números de esta nueva saga.
Y nada más, comentarios, sugerencias, amenazas de muerte y esas cosas a la
dirección de siempre.
Ben_reilly@terra.es