BASE IMPERIAL - REGIONES DESCONOCIDAS
Todo el lugar estaba envuelto en fuego. Luke apenas si podía ver entre todo
el humo. Algo había impactado contra el palacio imperial. Buscó en la Fuerza
pero no encontró a Darth Aveng. Se levantó y fue hacia Kyp.
- ¿Estás bien?
- Sí. ¿Y Gantoris?
Luke lo encontró tendido en el suelo. Una viga se había desprendido y le
había caído encima. Maestro y Aprendiz recurrieron a la Fuerza y levantaron
la viga. Una esquirla se había clavado en Gantoris. Luke fue hacia él,
apenas si se mantenía con vida.
- Tenemos que llevárnoslo de aquí.
- El turboascensor no funciona -dijo Kyp-. No iremos a ninguna parte.
- Coge a Gantoris, yo lo solucionaré.
Luke desprendió uno de los paneles del turboascensor. Como medida de
seguridad para casos parecidos, los turboascensores del palacio imperial
tenían una pequeña batería con la energía suficiente como para realizar un
trayecto completo. Si los diseñadores de esta réplica habían hecho
correctamente su trabajo el turboascensor debería de poder llevarles abajo.
- Bingo -dijo cuando todas las luces se encendieron. Ahora vayámonos de
aquí.
CORUSCANT
Roark Garnet, el Almirante al cargo de la flota imperial, se vistió con su
uniforme de gala. Apenas cinco minutos antes había recibido un mensaje desde
su base secreta en las Regiones Desconocidas indicándole que las fuerzas de
la República estaban a punto de tomar el control. Cuatro minutos después
había enviado su mensaje de rendición al gobierno de Coruscant. Ahora se
preparaba para la reunión más importante de su vida. Pensó en todo lo que
había pasado durante los últimos meses. Se había convertido en el líder del
Imperio de la noche a la mañana y había tenido acceso a archivos que le
facilitaban el emplazamiento de la última base imperial1. Aquella última
base imperial tenía todo un arsenal que podría usarse para derrotar de una
vez a la Nueva República y tenía además a dos Lord del Sith. Roark se había
sentido intimidado por la presencia de Darth Aveng, sólo recordaba una
presencia tan fuerte en la figura del Emperador o de Darth Vader. Había
aceptado seguir sus órdenes, convertirse en poco menos que su esclavo, para
poder derrotar a la Nueva República.
O eso creía. No lo sabía bien. Había acudido a la base imperial porque tenía
curiosidad, quería saber que había allí. Lanzarse en una campaña contra la
Nueva República fue un añadido que no le había entusiasmado al principio
pero luego, al ver cómo se la República reaccionaba ante los ataques Hutt,
sintió que era lo que debía hacer. La República poseía los mismos defectos
que su homóloga anterior. Roark quería cambiar eso y había luchado por ello.
Pero lanzarse a la desesperada sobre Coruscant no era su elección. Darth
Aveng había dejado que su odio a los Jedi y a la República le cegase. El
Maestro Sith no quería ayudar a los ciudadanos, sólo quería venganza. No le
importaba destruir Coruscant si así conseguía su venganza. Pero a Roark sí.
Se había metido en el Imperio porque, a pesar de sus muchos defectos,
consideraba que era el único gobierno viable para la galaxia. La debilidad
de la República había costado una guerra, no quería pensar en qué les
costaría esta vez. Unos meses atrás Roark había seguido a su Maestro
ciegamente, se había convertido en su esclavo. Ahora era libre.
Sí. Era libre. Pero eso no le impidió, justo cuando posaba el primer pie en
la lanzadera que le llevaría a Coruscant, pensar que si todo aquello no
sería parte del plan de su Maestro.
Leia estaba oficialmente nerviosa. Había subido rápidamente a su piso para
darse una ducha rápida y cambiarse de ropa mientras esperaba a que el
Almirante imperial llegara a la superficie. Habían acordado reunirse en el
Palacio Imperial y que el Almirante viajaría sólo con dos soldados de asalto
y el piloto de la lanzadera. Cogió del armario una sencilla túnica azul con
unas bandas grises alrededor del cuello y de los hombros. Antes de bajar a
recibir a su invitado fue a la habitación de los niños. Trespeó los vigilaba
acompañado de la vieja amiga de Leia, Invierno.
- Oh, Ama Leia. ¿Cree que mis dotes de traducción serán necesarias en su
inminente reunión?
- No lo creo Trespeó. Pero te llamaré si te necesito.
Miró a sus dos hijos y a su sobrino. Lo que pasara en la reunión de al lado
podría significar una galaxia muy distinta para ellos. Había que hacerlo
bien. Antes de salir recibió un pequeño mensaje, la base imperial acababa de
ser neutralizada, eso le daría a Leia una mayor ventaja a la hora de
negociar.
Salió de la habitación y se dirigió hacia la pequeña sala de reuniones donde
se iba a encontrar con el almirante imperial. La sala no era gran cosa, un
panel de datos en una mesa de cristal y varios asientos alrededor de la
misma. Como gesto de bueno voluntad hacia Fey'lya, había permitido que el
senador botham fuera el que recibiera al almirante. Al menos así podría
quitárselo de encima en la negociación. Ackbar y algunos de los miembros más
importantes del gobierno de la República estaban detrás de la pared donde
escucharían todo el transcurso de la reunión y vigilarían que nada extraño
pasase.
La puerta de la habitación siseó y se abrió para mostrar al Almirante
Garnet, sus dos soldados de asalto correspondientes y al senador Fey'lya que
saludó a la Primera Ministra.
- Puede retirarse Senador -se dirigió hacia su Roark-. Me temo que sus
soldados de asalto no pueden entrar en esta sala, Almirante.
- Son mi única seguridad. No se irán de aquí por propia voluntad.
- Entiendo -dijo Leia a la vez que extendía la mano y, en una breve reacción
de la Fuerza, impulsó a los dos soldados fueran y cerró la puerta-. Entonces
tendré que echarles yo.
- Eso no ha sido un gesto muy conciliador.
- Llevamos más de una década matándonos los unos a los otros. Un pequeño
empujón no me parece tan importante. Ahora por favor, tome asiento -Roark
así lo hizo-. Bien, ¿había estado antes en el Palacio Imperial?
- Últimamente no me he pasado mucho. ¿Podemos dejar la charla preeliminar?
Sé que aparece en todos los manuales diplomáticos habidos y por haber pero
realmente no me he leído ninguno. Así que vayamos a lo importante.
- Me parece bien. Creo que lo primero.
- Lo primero será que exponga mis condiciones -le interrumpió Roark-.
- Adelante
- Ahora mismo nos encontramos ante una encrucijada. Mi gobierno no puede
permitirse el lujo de seguir con un conflicto que podría extender fácilmente
otra década. Queremos la paz -se recostó en su sillón-. Mantendremos
nuestros territorios actuales, cerraremos las fronteras y ninguno volveremos
a saber del otro.
- No creo que esté en posición de exigir.
- ¿Ah no? Además del hecho de tener una flota imperial rodeando el planeta
me pregunto qué dirían sus ciudadanos cuando supieran que echó a perder la
única oportunidad de paz que se ha presentado en una década de lucha -señaló
la supuesta pared invisible donde estaban varios miembros importantes de la
República-. Ya puedo imaginarte lo que diría su senador Fey'lya: "la pobre
princesa Leia tiene tanto odio hacia el Imperio por destruir su planeta que
no podrá nunca dejar de luchar contra ellos"
- Disculpe
Leia se levantó del asiento. Estaba enfada consigo misma, con el Almirante
Garnet, con Fey'lya y en general con todo el Universo. Entró en la sala
contigua, todos estaban discutiendo.
- ¡Es intolerable! -gritó Ackbar que rara vez perdía la compostura-.
Intentan negociar como si ellos fuesen los que han ganado.
- ¿Y no lo han hecho? -preguntó Leia y todas las miradas fueron hacia ella-.
Es decir, la mitad de sus planetas creen que los han salvado de la opresión
y la otra mitad están tan asustados de su poderío militar que nunca dirán
nada en contra de su gobierno.
- Podemos intentar convencerles -dijo Riekkan, el viejo general que había
dirigido las tropas rebeldes en Hoth-.
- ¿Cómo? ¿A base de ir a sus planetas y plantar dotaciones enteras para
poder controlarlos? No, aunque el negarme no me costara el puesto, no
podríamos invadir esos planetas para añadirlos a la República. Hemos luchado
contra ese tipo de medidas. Puede que hayamos ganado esta guerra, pero ellos
no se han ido de vacío.
- Aunque aceptáramos ese trato -dijo Ackbar-. Usted misma nos recordó2
que el Tratado de Corellia nos obliga a ayudar a aquellos mundos que se
hayan bajo dominio de fuerzas contrarias a su voluntad.
- Esos mundos aceptan el Imperio. Aunque sólo sea porque ellos les ayudaron
en su momento de necesidad -Leia suspiró-. Tenemos que aceptar.
- Yo no lo creo así.
Todas las miraron se dirigieron hacia una de las paredes donde había un
mujer twi'lek de color azul que se estaban acariciando sus dos colas
encefálicas. Leia la conocía, era una de las ayudantes de las ayudantas de
las ayudantes del secretario de comunicaciones. No sabía cómo había entrado
en una sala destinada supuestamente para altos cargos... y pensándolo bien
tampoco quería saberlo.
- ¿Usted es Nafeel? ¿Verdad? Hablamos durante la recepción del nuevo Diktat
corelliano hará unos meses.
- Así es Primera Ministra
- ¿Qué es lo sugiera que haga?
- Primera Ministro -intercedió Fey'lya-. No tenemos tiempo que perder con
sugerencias de bajos cargos que ni siquiera.
- Senador, quiero escucharla. Hable por favor, necesito toda la ayuda que me
pueda ofrecer.
- La respuesta es sencilla Primera Ministra. Ofrézcale un trato que él no
pueda rechazar.
- ¿Cómo?
- Primera Ministra. A mi entender ha cometido dos errores de gran peso ahí
dentro. Ha dejado que el Almirante la interrumpiera por dos veces y sobre
todo ha dejado que él tome la iniciativa. Tiene que contraatacar, él puede
tener una flota imperial sobre nuestras cabezas pero usted tiene dos aquí
mismo y tres más repartidas por la galaxia. Con todos los respetos Primera
Ministro pero usted es mejor política y diplomática de lo que ha demostrado
ahí dentro. No sé si se ha dejado intimidar por la grandiosidad de la
situación o por mil razones más pero usted puede con él.
- Puede que tengas razón -admitió Leia-.
- ¿Y si Garnet rechaza el trato? -preguntó Riekkan-. Estaríamos en el mismo
punto que ahora.
- Lo enfocaremos desde el mismo punto de vista que él ha planteado hacia la
Primera Ministra: "Su ego, xenofobia y mal perder le impidieron ver la
voluntad de nuestro tratado. Decían querer la paz pero en realidad todo era
mentira"
- Ellos lo negarán ante sus ciudadanos y no recuperaremos esos sistemas
estelares.
- General, creo que ya hemos perdido esos sistemas. Ahora debemos mantener
los nuestros y mañana empezar a trabajar para recuperarlos.
Todos se quedaron en silencio hasta que Leia habló.
- Tendrá que ser un trato que merezca la pena aceptar y que no nos deje como
blandos.
- Creo que podrá pensar en algo -dijo Nafeel-.
Leia sonrió y salió de la habitación. Antes de volver a reunirse con el
Almirante Garnet dejó que la Fuerza la relajara
- Almirante Garnet.
- ¿Ya han redactado nuestro tratado?
- Lo he estado pensando seriamente Almirante pero he decido no hacerlo.
Verá, me he estado preguntado una cosa ¿cómo sé yo que usted habla en nombre
del Imperio?
- Primera Ministra no tengo que dar ninguna explicación.
- Oh sí que tiene. Ya sólo sea porque está solo conmigo en esta habitación y
yo soy una Jedi y usted no -el tono de amenaza no dejó indiferente a
Garnet-. Repito la pregunta, ¿cómo sé que usted habla en nombre del Imperio?
- He ordenado un alto fuego sobre Coruscant con dos flotas apuntándonos. Eso
me da algún crédito, ¿no cree?
- Buena respuesta pero no quedo del todo satisfecha. Si firma el tratado,
¿le obedecerán?
- Lo harán. Los hombres más... desconfiados hacia mi persona fueron
implacablemente apartados del servicio.
- Perfecto.
- ¿Podemos firmar ya?
Leia hizo caso omiso.
- Verá Almirante, a los 16 años fue elegida senadora imperial y poco después
comencé a colaborar con la Rebelión. Fueron unos años muy duros a causa de
mantener mi tapadera. Aunque comparado con los años que vinieron después
fueron casi un paseo -Leia le sonrió-.Me he enfrentado a ejércitos enteros.
Fui capturada e interrogada por Darth Vader, mi propio padre. Mi marido fue
congelado en carbonita y enviado como regalo al antiguo jefe del crimen
Jabba el Hutt. Mis hijos fueron perseguidos por un clon de un maestro Jedi
loco cuando todavía no habían nacido3 ¿Y usted piensa que puede venir
aquí y exigirme cosas para que no eche a perder toda mi carrera política?
Roark se quedó callado y Leia dejó pasar unos minutos manteniendo el
silencio en el ambiente. La sonrisa que antes había inundado su cara
desapareció para mostrar un semblante más duro.
- Los sistemas que se agregaron durante ésta última crisis se someterán a un
referéndum para ver si siguen en la República o por el contrario se alían
con ustedes; su base en las Regiones Desconocidas pasará a ser propiedad de
la República, se creará una frontera desmilitarizada entre la República y el
Imperio vigilada por ambos bandos, se facilitará el tránsito de personas
hacia ambas regiones y se nos permitirá el envío de observadores que velarán
porque los no humanos sean tratados justamente. ¿Va a firmar el tratado sí o
sí?
HIPERESPACIO
En cuanto la puerta de la enfermería se abrió, Luke salió del trance de
recuperación en el que se había sumido.
- Hola Han
En cuanto la batalla terminó Han se había quitado el uniforme de la
República y se había vuelto a calzar sus viejas botas. Nadie sabría nunca
cómo odiaba el maldito uniforme, no por ser un uniforme sino porque le
recordaba a sus tiempos en la academia imperial. Si aquel día por cualquier
razón se hubiera retrasado, no habría llegado a ver al capataz golpeando a
un peludo wookie4 no habría actuado en defensa del mismo y no le habrían
echado. Su vida sería muy distinta de lo que era ahora.
- ¿Cómo se encuentra? -preguntó-.
Se refería a Gantoris. Durante su enfrentamiento con Darth Aveng, el
aprendiz de Jedi habíaresultado gravemente herido y ahora reposaba en una de
las camas del Lusankya que se dirigía hacia Coruscant a la máxima velocidad.
- Está estable. Han reparado los tejidos rotos. Ahora es sólo cuestión de
esperar a que se despierte.
- Leia nos ha mandado esto desde Coruscant -le dijo mientras le entregaba un
pequeño cuaderno de datos con un mensaje escrito-.
- Vaya. Es increíble -dejó el cuaderno en una mesilla cercana a la cama de
Gantoris-. Supongo que tendremos que prepararnos para la ocasión.
- Querrán fotos de familia y esas cosas.
- Sigh. La vida era más sencilla cuando teníamos que escondernos en el
agujero más remoto de la galaxia.
- Y que lo digas chico, y que lo digas.
Los dos se fueron dejando a Gantoris solo. Éste pese a estar inconsciente
todavía seguía dándole vueltas a su combate con Darth Aveng. El Lord Oscuro
del Sith había logrado comprender las visiones que tenía Gantoris, había
logrado descifrar la identidad de la gran oscuridad que se avecinaba. Quizás
el Lado Oscuro fuera la respuesta. Sabía que utilizar su poder sería
desastroso, que lo llevaría a una espiral de decadencia de la que sería muy
difícil salir. Pero ¿no valía la pena sacrificarse con tal de estar
preparados? Si necesitaba una conexión más profunda con la Fuerza y sólo la
ponía obtener mediante al Lado Oscuro ¿no valdría la pena? El Maestro
Skywalker le había dicho que no podía combatir la oscuridad con más
oscuridad del mismo modo que un fuego no puede contenerse con más fuego.
¿Qué podía hacer entonces? Necesitaba más poder de la Fuerza, encontrarse
con la misma fuente del poder.
Entonces recordó las últimas palabras del Código Jedi: "No hay muerte, sólo
la Fuerza". Extendió su brazo, cogió el cuaderno de datos que Luke había
dejado y se sumergió en la Fuerza.
NAL HUTTA
Durga estaba recostado en su plataforma flotante. Las noticias que recorrían
la galaxia hablaban de la firma de la paz entre la República y el Imperio.
Darth Aveng había caído. Y la República ya había anunciado que su pacto de
no agresión con los Hutt no era legal. Todos, República e Imperio tenían
punto su punto de mira en los Hutt. No había forma de salir del atolladero.
Eso le pasaba por confiar en formas de vida inferiores. Las puertas de
acceso a al sala se abrieron violentamente.
- <Durga Besadii el Hutt. He venido a verte5>
- <Kappa del clan Desilijic. No tengo tiempo para las tonterías de tu clan.
Vete de aquí si no quieres morir>
- <Has puesto en apuros a los Hutt. Los clanes más pequeños piden tu cola en
el Kadijic. Yo puedo dársela>
- <Mientes. Si pudieras deshonrarme ya lo habrías hecho>
- <La información viene de un amigo común: Darth Aveng>
Aquello hizo sobresaltarse a Durga. Si Kappa decía la verdad sobre la
procedencia de las pruebas era muy probable que fuesen válidas y verdaderas.
- <El Lord Oscuro ha muerto> -dijo Durga-.
- <Tus planes han puesto en peligro la supremacía galáctica de los Hutt.
República e Imperio discuten ahora mismo con qué parte quedarse de nuestras
posesiones. Pero podemos sacar ventaja de esto>
- <¿Cómo? No tenemos ejército para enfrentarnos a esas dos potencias>
- <He estado haciendo tratos con el Cúmulo de Koornacht>
- <Yevethanos. Son igual de traicioneros que los Sith>
- <Pero odian al Imperio. Ahora que éstos están intentando conseguir la paz
con la República los yevethanos querrán un aliado con el que poder frenar
posibles ataques imperiales>
- <Somos comerciantes, no guerreros. El ejército que Aveng me dio es
inservible>
- <Tenemos parte de los cilindros de clonación que nos dieron. Y tengo a
varios soldados de la República en nómina que nos facilitarán el acceso a
los restos de la Base Imperial. Podemos construir un nuevo ejército que nos
permita garantizar nuestros márgenes comerciales. Los yevethanos han
prometido facilitarnos el acceso a parte de sus astilleros>
Durga se removió en su asiento.
- <¿Qué quieres a cambio?>
- <Los líderes de los clanes pequeños han intentado unirse para acabar
conmigo y poner mi sobrino al mando de mi clan y así poder controlar el clan
Desilijic. Necesito tu ayuda y la de tu clan para acabar con ellos>
- <¿Quieres acabar con los líderes de todos los clanes?>
- <Así es. Si controlamos los restantes clanes podremos usar su fortuna para
sufragar los gastos de nuestro nuevo ejército. No gastaremos nada pero todos
creerán que sí lo hemos hecho. El negocio perfecto>
- <Perfecto salvo por una cosa, ¿quién llevará el control de nuestro
ejército?>
- <He contactado con antiguos almirantes imperiales. La suma que les he
ofrecido ha bastado para que vengan aquí y tomen el control de nuestro
ejército momentáneamente. Luego enseñarán a nuestros oficiales a comandar
una nave>
- <Parece que lo tienes todo planeado. De acuerdo. Te ayudaré con los
líderes de los clanes pequeños. Convoca al Kadijic, haré que salte por los
aires. Nada pensará que nuestras dos clanes han podido aliarse>
CORELLIA
Zatsh se recostó en su sillón mientras acaba de leer el último informe
venido de Coruscant. Todos daban por hecho la paz entre la República y el
Imperio. La última base imperial en las Regiones Desconocidas había caído en
manos de la República. Darth Aveng estaba muerto. En unas simples horas,
todo el plan para independizar Corellia de cualquier gobierno externo se
había venido abajo. Unos meses más y había obtenido todo lo prometido por
Darth Aveng.
- ¿Qué hacemos ahora? -preguntó uno de sus colaboradores-.
- El plan ha sufrido un golpe muy duro. Pero seguiremos adelante.
- Tenemos el 35% de los planos. Sabemos dónde están el resto, sobre todo en
bases imperiales en la frontera. El problema son las partes que están ahora
en manos de la República. Podríamos pasarnos años para intentar robarlos sin
que se dieran cuenta.
- ¿No podemos completar el arma por nosotros mismos?
- Estamos jugando con fuerzas que desafían toda imaginación. Si cometemos un
pequeño error, podríamos hacer que nuestra flagrante arma estallara en el
laboratorio o algo peor.
- Entiendo. Entonces procederemos según lo establecido. Podemos esperar lo
que haga falta -activó un pequeño panel de datos que había encima de la mesa
y una imagen con varios esquemas técnicos pareció de la nada-. Corellia será
libre aunque tenga que destruir a la República.
CORUSCANT
Vlex se desplazaba a toda velocidad por los pasillos del Banco Central de
Coruscant. Sus ya de por sí veloces dedos se movían a una velocidad
increíble. Acaba de recibir las últimas noticias del acuerdo de paz y la
muerte de los Sith. Su cabeza no paraba de dar vueltas maldiciendo el día en
el que su impaciencia le llevó a contactar con los Sith para poder hacerse
con la presidencia del Banco. En una rueda de giros inesperados había
acabado traicionando a los Sith para aliarse con Kappa el Hutt y luego con
Jaster Mereel, el cazarecompensas mandaloriano. El último había fingido un
intento de asesinato para intentar librarle de la amenaza Sith6 pero
seguía sin confiar en él. No sabía cuál de sus tres "aliados" sería el
primero en querer acabar con él y tampoco le importaba, iba a tomarles la
iniciativa.
Entró en su despacho y cerró la puerta. Se dirigió a su mesa y abrió uno de
los cajones de abajo que estaba protegido por una cerradura con combinación.
Del cajón sacó un pequeño desintegrador y se lo apuntó a la sien. Ahora le
tomaba la delantera a sus rivales. Cerró los ojos y apretó el gatillo.
Durante los siguientes segundos no sintió nada especial. Si bien es cierto
que no tenía mucha experiencia en el tema de estar muerto sí tenía
experiencia en sentir el frío que transmitía el metal de su desintegrador.
Volvió a apretar el gatillo y no pasó nada. Obsesionado abrió los ojos. El
desintegrador seguía en su mano. De la culata sacó la célula energética. La
cogió entre sus manos pero el nerviosismo hizo que se le cayera al suelo.
Entonces apareció una imagen holográfica pregrabada del mandaloriano Jaster
Mereel.
- Eres mío. Morirás cuando yo lo decida.
Vlex se llevó las manos a la cabeza. Todavía no sabía qué había hecho para
merecerse lo que le estaba pasando.
BASE IMPERIAL - REGIONES DESCONOCIDAS
Las tropas de la República se habían desplegado por todo el planeta. Los
técnicos llegarían en breves horas y pasarían a analizar todo lo que
pudieran de las bases de datos. Mientras tanto, lejos del campo de batalla y
en las profundidades de una cueva volcánica, un hombre se movía lentamente
dejando un rastro de sangre a su paso. Se movía sólo ayudado por su fuerza
de voluntad y su odio. Las piernas comenzaban a fallarle pero la proximidad
de su destino le hacía seguir.
Entonces le pareció escuchar un pequeño pitido. Si hubiera estado en plenas
facultades se habría dado cuenta de que era el sonido de una pequeña bomba.
La explosión lo lanzó cueva abajo. Cuando paró de rebotar se encontraba ya
en el final de su trayecto, estaba en un hangar secreto donde esperaba
escapar del planeta. Intentó incorporarse pero no pudo ya que recibió una
patada que le hizo volver al suelo. Volvió a intentarlo pero esta se
encontró con la bota de cuero de su antigua aprendiz Darth Talia
- Maestro, es un placer volver a verle.
- Talia.
- Tan fuerte y poderoso que parecía cuando me tortura y mírese ahora,
arrastrándose para poder huir con el rabo entre las piernas. Ha perdido
Maestro, los Jedi han podido con usted. Ahora ocuparé su lugar.
- Te equivocas aprendiz -dijo con un hilillo de voz-. Yo he sido el que he
ganado. Te he sometido a mi voluntad, no harás nada que yo no te permita
hacer.
- ¿Ah sí? Ahora lo veremos.
Talia encendió su sable láser y acabó con la vida de Aveng. Miró la cara de
su antiguo maestro, tenía una sonrisa estúpida en la boca pero ahora eso ya
no le importaba. Guardó su sable láser y se dirigió hacia la lanzadera,
lista para irse del planeta como la Maestra de los Sith.
CORUSCANT
Luke permitía que el viento de Coruscant le diera en la cara. Un nuevo día
estaba a punto de nacer y quería verlo desde el balcón. No dejaba de darle
vueltas a lo ocurrido en los últimos días. Notó unas manos cálidas que le
abrazaban desde atrás. No las rechazó.
- ¿En qué piensas? -preguntó su mujer, Mara Jade-.
- En Gantoris. No puedo creer que se haya ido.
- Es lo que pasa en las guerras -le daba la espalda pero aún así Mara pudo
leer en su alma-. Luke, sabes que no será...
- ¿El único? Lo sé. Cuando fundé la Academia Jedi ya lo sabía.
- No es Gantoris lo que te preocupa.
Luke se dio la vuelta y miró a Mara fijamente.
- He pasado los últimos años de mi vida luchando. Ahora estamos en paz. Me
intimida lo que pueda deparar el futuro.
- No creo que vayas a echar de menos la lucha.
- La lucha no. Los amigos que perdí en ella sí. Biggs, Gantoris, Dack. son
una larga lista a lo largo de más de una década de lucha. No creo que pueda
enseñarles nada a mis estudiantes, soy un guerrero no un. lo que sea en que
me vaya a convertir ahora.
- Los Jedi eran guardianes de la paz en la Antigua República.
- Yo fue entrenado para ser un guerrero. Yoda y Obi-Wan sólo se concentraron
en las facetas que necesitaría para derrotar a mi padre y al Emperador. Soy
un guerrero, no puedo cambiar eso.
- Sí que puedes. La gente cambia. Yo lo hice. Mi última misión era matarte y
bueno -sonrió- creo que no he estado haciendo eso -besó suavemente a Luke en
los labios-. Luke, la vida es cambio, pasaste de ser un granjero a un héroe
de la rebelión para acabar convirtiéndote en un Jedi. Si alguien puede
adaptarse a las nuevas circunstancias eres tú. Ahora no seas cabezota y
vámonos, no me gusta llegar tarde.
Luke sonrió.
- ¿Qué haría sin ti?
- Bufff. probablemente te pasarías la vida meditando y meditando. Serías una
persona muy aburrida.
EPÍLOGO
El día había amanecido soleado en la capital de la República. La vida de sus
ciudadanos transcurría con normalidad entre el tráfico aéreo y las prisas
propias del planeta ciudad. En la cámara del Senado hoy había una reunión
especial. La recientemente elegida Presidenta de la Nueva República y
princesa de Alderaan había presentado la cámara su tratado de paz con el
Imperio. Todos, incluído el senador Fey'lya de los botham, lo habían
ratificado. El Almirante Roark Garnet, jefe de gobierno del antiguo Imperio
galáctico había asistido a la ratificación y poco después asistiría a una
ceremonia de conmemoración en el jardín botánico de la ciudad. Ratificado el
Tratado, Leia dio por concluida la sesión. Salió del Senado y justo en la
puerta se encontró con su marido y sus dos pequeños hijos esperándola.
Mientras tanto en Yavin 4, la cuarta luna del gigante gaseoso Yavin, el
Maestro Skywalker prendió fuego a la pira funerario de su antiguo alumno
Gantoris. Junto a él estaba su mujer y el resto de aprendices de Jedi y los
cuatro primeros Caballeros Jedi salidos de la Academia, Kyp Durron, Corran
Horn, Kyle Katarn y Mara Jade. Todos se sentaron respetuosamente, llorando
en silencio la muerte de su amigo y compañero que ahora se había hecho uno
con la Fuerza. Ninguno había reparado en un pequeño cuaderno de datos que se
había caído detrás de la cama que había ocupado Gantoris y que sólo contenía
dos iniciales: YV
Extinguido el fuego, los Jedi se retiraron hacia el Praxeum, el templo
principal donde Luke había localizado su Academia Jedi y donde no hace
mucho, la Alianza Rebelde había construido temporalmente su base.
Llegaron al templo y todos pudieron divisar una nave de transporte que
estaba a punto de tomar tierra. Lando Calrissian traía los nuevos
estudiantes a la Academia. Ahora había cuatro nuevos Caballeros que podrían
entrenarlos y dentro de poco Luke confiaba en poder "otorgarles" el título
de Caballero a los restantes miembros de su primera promoción. Poco a poco,
paso a paso, la Nueva Orden Jedi iba creciendo pero lo más difícil ya había
pasado.
Luke había sido un guerrero, un luchador por la paz. Ahora tendría que
luchar por mantenerla.
GUERRA CIVIL GALÁCTICA - FIN
1.- ¡En nuestro número uno! Mira que ha llovido desde entonces
2.- Star Wars Imperio #20
3.- Trilogía de la Nueva República
4.- Sí. Esta es la historia de cómo Han y Chewie se conocieron
5.- Traducido del huttés, obviamente.
6.- Star Wars Imperio #17
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Terminamos saga!!!!!!!!!!!!
25 números después acabamos la saga, ya era hora :D
Ahora me tomaré un breve descanso antes de pasar a la siguiente saga que no
será tan larga. En cuanto al número, creo que es el más largo que he escrito
en esta serie pero bueno, había que cerrar cabos y tramas abiertas hace ya
bastante tiempo. ahora que lo pienso quizás no os acordéis de ellas :P En
fin a otra cosa, mientras esté de descanso aprovecharé para acabar el anual
de esta serie que comencé hace. dos añitos (je, parezco Hith) y donde
tendréis un prólogo sobre la nueva saga, Star Wars Academia Jedi
Y ahora vamos con las cartas.
Este mes estamos pobres en cartas y sólo tenemos a Xumer
Ooooh... Gran número. Batallas epicas. Enfrentamientos entre los protas.
Todo muy guay... Te ha quedado un número redondo...
Ok, gracias, a ver si este gusta
Dice Chuck en el correo que se pierde con tantos personajes, a mí solo
me ocurre un poco con los estudiantes jedis.
Bueno, realmente en esta saga sólo tendría que presentarlos y hacer un par
de cosas con ellos. Ya los conoceréis más adelante.
Bueno, que te llevas la máxima puntuación: Dos Xumifantes (que quiere
decir que no solo me ha gustado y entretenido sino que me ha parecido MUY
bueno).
Y nada más, comentarios, sugerencias, amenazas de muerte y esas cosas a la
dirección de siempre
Ben_reilly@terra.es