BASE IMPERIAL- REGIONES DESCONOCIDAS
En cuanto Han recibió luz verde para el descenso encaminó el Halcón hacia el
planeta, encabezando la tercera ola. Atravesó las nubes del planeta a gran
velocidad siempre en cabeza del numeroso grupo de descenso. Llegaba muy
retrasado según el horario previsto, no quería pensar en cuántos soldados
habrían caído en combate por culpa de su retraso. Conectó el comunicador de
su nave.
- ¿Luke? ¿Estás ahí chico? -a pesar de los años, Han seguía teniendo la
costumbre de llamar a Luke chico, como había hecho cuando se conocieron en
Tatooine hacía ya demasiados años-.
- Siempre he sabido que eras de los que no se pierden una fiesta Han -al
fondo, Han pudo oír el siseo agudo de los sables láser de Luke que se movían
sin parar-. Y aquí tenemos montada una buena.
- Tranquilo, vengo acompañado de buenos bailadores. ¿Has recibido algún
comunicado de Kyle y Corran?
- No. Siguen en silencio. Me preocupa más Mara. Partió con Kyp, Gantoris y
Talia para despejaros el camino y no he vuelto a saber más de ella1
- Tranquilo seguro que estará bien. Mandaré a alguien en su búsqueda -cortó
la comunicación-
- ¿Roarrrggggghhh Grrra Ruurrrrrr? -preguntó Chewbacca
- Luke confía en ellos. Seguro que podrán desactivar el escudo.
- ¿Grrrrooooawww?
- Entonces tendremos problemas.
Apartó esas cuestiones de su mente y dirigió el Halcón hacia le retaguardia
de las tropas republicanas donde estaba el centro de control en que entró
corriendo para ponerse al mando. Cuando entró en la sala de guerra todos le
saludaron marcialmente pero Han prestaba mayor atención a los numerosas
pantallas de datos que rodeaban la sala.
- Necesito un informe de la situación.
- Nuestras bajas son de un.. -se apresuró a decir el Teniente que había
estado al cargo de aquello-.
- Un informe corto.
- Vamos ganando.
- Eso siempre es bueno. Muéstremelo en pantalla.
Varios de los esquemas se reagruparon delante de Han. Mapas del terreno,
unidades amigas, unidades enemigas, todo se reflejaba en aquellos esquemas.
- Desde la llegada del último grupo de descenso estamos logrando hacer
retroceder a las tropas imperiales.
- Van a encerrarse dentro del escudo -dijo Han al ver cómo las tropas
imperiales se replegaban rápidamente-. Mande avanzar a todas las tropas,
incluso a los tanques que nos protegen.
- Pero señor eso nos dejaría.
- Tenemos que acabar con todos los que podamos antes de que se fortifiquen.
Ahí dentro -señaló la ciudad con el dedo- vamos a estar en desventaja.
La batalla seguía desarrollándose. Las explosiones, el ruido de los disparos
y los gritos de dolor de los caídos y de los que no habían tenido tanta
suerte, todo se entremezclaba. Pese a la intensa lluvia Mara sudaba, estaba
junto con dos aprendices y una Sith en medio de las líneas enemigas. Unas
líneas que empezaban a retroceder ante la superioridad numérica de las
tropas republicanas. No podía contactar con nadie de su bando porque había
perdido su comunicador.
- Ahí vienen -dijo Kyp-.
Los cuatro estaban escondidos detrás de los restos de un AT-ST caído.
Sentían a los soldados de asalto acercarse.
- Ahora.
Saltaron por encima del AT-ST poniéndose justo enfrente de los soldados de
asalto. No usaron sables láser, necesitaban las armaduras intactas para
infiltrarse en la base enemiga y un corte con un sable láser sería demasiado
llamativo. El no usar sus sables láser no les fue inconveniente alguno, los
cuatro controlaban la Fuerza y eso les daba más poder que cualquier arma.
Kyp desarmó a los siete soldados de asalto utilizando la Fuerza para tirar
de sus armas hacia si. Entonces Gantoris, Mara y Talia saltaron hacia ellos.
Gantoris no era muy bueno peleando pero tanto Mara como Talia eran expertas
luchadoras y junto con la Fuerza se deshicieron de tres de los soldados
- Quietos o dispararé -dijo Kyp apuntando al resto de los soldados. Mara y
Talia le miraban un poco furiosas por haber interrumpido "su" pelea-. No me
gusta ensuciarme en el barro. Ahora vosotros, despacito, iros quitando las
armaduras.
Corran y Kyle dejaron los moto jet al otro lado de la entrada al generador
del escudo. La base sólo tenía una entrada y estaba fuertemente protegida,
un AT-AT custodiaba la entrada junto a un montón de soldados de asalto. La
misión de los dos Jedi era clara, tenían que destruir el generador del
escudo que protegía la ciudad imperial para que las tropas de la República
pudieran entrar en la ciudad y capturar al nuevo líder del Imperio.
- Va a ser difícil -dijo Kyle-.
- ¿Robamos un par de armaduras de los soldados de asalto?
- No podríamos hacer venir a dos sin llamar la atención de los demás.
Maldita sea, deberíamos llamar a nuestras fuerzas y que hicieran añicos este
lugar.
- Claro, aunque lo único que conseguiríamos sería que se fortificaran
también aquí y tendríamos dos frentes a los que enfrentarnos. No, mejor
dejarles pensar que no sabemos dónde esconden su precioso generador. Tienen
toda esa tecnología anti-escáneres para algo, ¿sabes?
- Entonces qué propones.
- Fíjate y aprende del maestro. Puede que no tenga acceso a esa fantástica
telekinesis de la que todos alardeáis pero tengo otros métodos.
Corran se sentó, cerró los ojos y se concentró. Desplegó la Fuerza sobre las
mentes de lo soldados imperiales, había demasiados para poder controlarlos a
todos sin embargo él no quería eso. Dirigió su atención sobre los pilotos
del AT-AT. Había tres en la carlinga, dos se ocupaban de pilotar y disparar
mientras que el otro era el encargado de las comunicaciones. Corran controló
mentalmente a los tres, sólo tenía que hacerles sobrecargar al motor para
que el AT-AT explotase y tener así la distracción necesaria para poder
entrar en la base.
- ¡¡Misil!!
CH238 agachó la cabeza para protegerse. Justo a su espalda uno de los
misiles de la República había destruido un tanque imperial. Su casco le
había protegido del ruido de la explosión, de otro modo estaría
completamente sordo o al menos tendría un buen dolor de cabeza. Miró a su
compañero de trinchera JH7389, contó mentalmente hasta tres y los dos se
levantaron a la vez. La forma de levantarse, la forma de disparar, toda la
parafernalia militar les había sido inculcada durante las primeras fases de
su entrenamiento para soldados de asalto. Ahora eran como máquinas que
cumplían órdenes y que las ejecutaban a la perfección, simétricamente, casi
como si fueran clones de un mismo sujeto.
Volvieron a agacharse para recuperar el aliento. Se había ordenado la
retirada de todas las tropas pero los soldados debían de quedarse para
frenar el avance de las tropas rebeldes y permitir así que la maquinaria
pesada pudiera dirigirse hacia la ciudad donde estarían a salvo dentro del
escudo. Echó una mirada al campo de batalla, su posición estaba
convirtiéndose poco a poco en el frente de la batalla. Pensó en aquel
momento en su familia. Desde que entrara en la Academia de Carida cuando
tenía doce años no los había vuelto a ver, ni siquiera había pensado en
ellos. Lo único que le importaba ahora era los principios del Nuevo Orden
del Emperador. Tenía que defender lo correcto, lo que le habían inculcado.
La República era débil, dejaba que los alienígenas les mandasen como si
fueran sus iguales pero CH238 sabía que no era así; los alienígenas eran
inferiores, se comportaban de forma indecorosa y no tenían ni idea de cómo
funcionaba la galaxia. El Nuevo Orden pondría a su raza, a los humanos, en
el centro del Universo como se merecían, no había otra posibilidad.
Agarró con fuerza su arma y respiró con fuerza a través de los filtros de su
blanco casco. El aire tenía un regusto metálico pero siempre era mejor que
respirar el polvo proveniente de la batalla. Volvió a levantarse y comenzó a
disparar. Abatió a dos soldados de la República antes de que alguien
gritase:
- ¡¡Jedi!!
CH238 se fijó en el Caballero Jedi. Blandía un sable láser de hoja amarilla.
De todas las armas que poseía la República el Caballero Jedi era la más
temible. Sabía que eran sólo unos charlatanes que decían tener poderes
místicos pero al mismo tiempo tenía que concederles el mérito de saber
detener todos los disparos que les lanzaban.
- ¡¡Seguid disparando!!
No había forma. Por más soldados que dispararan y dispararan no había forma
de que ninguno de los haces atravesara la barrare del sable láser. Era
desesperante. Decidió adelantarse, ganar un poco de terreno y ver si
disparando desde más cerca lograba abatirle y ese fue su error. En cuanto se
levantó una figura vestida con una túnica marrón apareció ante él como caída
del cielo. Lo último que alcanzó ver fue un borrón blancoverdoso que se
dirigía hacia él.
Luke había aprovechado la imprudencia de un soldado de asalto para saltar
justo delante de él y matarlo con su sable láser. Los demás soldados que
estaban en la trinchera se volvieron hacia él pero fueron demasiado lentos
para el experimentado Maestro Jedi que acabó con ellos de forma rápida y
casi indolora. Miró hacia el frente, ya divisaba la ciudad imperial.
"Mara" llamó a través de la Fuerza. Entro todo aquel caos y dolor la
comunicación telepática se hacía más difícil. No consiguió respuesta.
Suspiró. ¿Por qué no había contactado con él todavía? Había destruido los
antiaéreos imperiales, debería haberse reunido con el resto de Caballeros
Jedi para seguir avanzando.
- Ah. no, Mara no haría. oh-creía haber descubierto lo que pasaba y mandó
llamar a Nichos, uno de sus estudiantes-.
- ¿Qué ocurre?
- Mara ha entrado en la ciudad imperial.
- ¿Estás seguro? -Luke le miró fijamente-. Estás seguro.
- Va a intentar detener al líder imperial para hacer que las tropas se
rindan. Tengo que ir a ayudarla. ¿Cray, Kam y tú podréis encargaros de la
batalla?
- ¿Nosotros? Pero si sólo somos. -Nichos negó con la cabeza. En el tiempo
que había pasado en la Academia Jedi había aprendido que Luke no le pediría
algo que supiera que no podía hacer-. Lo haremos.
- De acuerdo.
La lluvia se volvió más intensa.
"Mara"
Mara creyó escuchar su nombre. Estaba en un transporte dirigiéndose hacia la
ciudad imperial. Llevaba una armadura de soldado de asalto que entre otras
cosas le apretaba demasiado el pecho, cosas de tener sólo a hombres como
milicianos; menos mal que los soldados a los que les robaron las armaduras
eran muy grande. Acababan de entrar en la ciudad imperial. Mara podía ver
las grandes fábricas de armas al lado de las viviendas de los civiles, era
una táctica imperial habitual para impedir que la Rebelión pudiera
bombardear el lugar y tuvieran que entrar a la vieja usanza.
El transporte se detuvo en una gran plaza. Mara y sus tres acompañantes
fueron destinados a un pelotón que se dirigía a las murallas de la ciudad
pero tan pronto como pudieron los perdieron de vista metiéndose en un
pequeño callejón. Gantoris estaba comprobando si alguien los había visto.
- Mi Maestro estará en el Palacio Imperial -dijo Talia-. No debería ser
difícil llegar hasta él, está en el centro de la ciudad.
- Recordad no llamar la atención -les recordó a Kyp y Gantoris y luego miró
a Talia-. Eso significa nada de matar, ni usar la Fuerza para dejarlos
incapacitados de por vida.
- Tú mandas.
- Apuesta por ello.
Han descendió de la plataforma móvil en la cual le habían transportado hasta
el frente de la batalla. Ahora estaban a los muros de la ciudad imperial. El
campo de fuerza seguí activo por lo cual no podrían introducir toda su
maquinaría pesada, sólo los soldados de a pie y alguno de vehículos ligeros
podrían atravesar el escudo pero una vez dentro se quedarían sin apoyo
alguno y las fuerzas imperiales les harían pedazos.
- General Solo ¿ordeno el avance de nuestras tropas?
- Mantenga la posición por un momento Teniente. Tengo que ver a alguien.
- El Maestro Skywalker no se encuentra entre las tropas.
Quien había hablado era Cray Mingla, una de las aprendices de Jedi de Luke.
Tenía una pequeña brecha en la frente y sus ropas estaban sucias debido al
barro que se había formado con la lluvia.
- ¿Dónde está? -dijo Han preguntándose si el muchacho no habría ido más allá
de sus posibilidades-.
- Dentro -dijo señalando la ciudad-. Cree que Mara ha ido en busca del líder
imperial y ha decidido ayudarla.
- Si le capturaran sería una muy buena noticia. No tengo ganas de enviar a
nadie a la muerte.
- Puedo reunir a los demás aprendices y entrar con unos cuantos soldados.
- No. Sois Jedi no dioses, no podéis enfrentaros a todo un ejército. Por
ahora esperaremos, intentemos ponerles un poco nerviosos antes de hacer
nada. Descansar no nos vendrá mal tampoco a nosotros.
CORUSCANT
Leia mantenía su sable en la posición clásica de defensa. Delante de ella se
encontraba un clon de la temible Sith llamada Darth Tallia. Decir que tenía
miedo sería un eufemismo, tenía ganas de salir corriendo de la habitación y
esconderse debajo de la cama; se estaba enfrentando a un Sith perfectamente
entrenada con un control absoluto de la Fuerza. Vale que había estado
practicando el último año y había mejorado mucho pero todavía no estaba al
nivel necesario para enfrentarse a semejante adversario. Tragó saliva e
intentó invocar la Fuerza para calmarse pero seguía bastante asustada y
nerviosa. Tenía que calmarse, así que intentó ganar algo de tiempo para
ello.
- Todavía no comprendo qué es lo que os proponíais -mintió Leia-. Controlar
nuestras comunicaciones, atacar Coruscant, no es algo que encaje fácilmente.
- Pero algo sospechas, sino no habrías bajado hasta aquí.
- La verdad es que fue bastante difícil. Pensábamos que sólo os proponíais
lanzaros contra el planeta. Pero eso, no cuadraba con lo que habéis estado
haciendo últimamente. Si querías ganaros la confianza de la galaxia arrasar
Coruscant no es el camino. Tenía que ser otra cosa. La verdad es que si
hubierais lanzado vuestros cazas TIE habría mordido el anzuelo, nadie es tan
incompetente para encaminarse hacia la batalla sin lanzar sus naves
monoplazas. Así que se me ocurría que si lo que lleváis intentando desde
hace mucho es mostrar a la República como un gobierno desalmado, ¿qué mejor
cosa que destruyamos una flota enviada en misión de paz?
Darth Tallia sonrió.
- Veo que tu reputación es merecida. Sí, el plan era que destruyerais
nuestra flota para mostrar a la galaxia la maldad de la República.
- Habéis fracasado. Ya no tenéis nada más que hacer aquí, marchaos.
- Oh te equivocas. Aún nos queda una cosa por hacer.
- ¿Qué?
- Tenemos un plan B. Tú misma lo has deducido antes.
- ¿Vais a lanzaros contra Coruscant? Pero.
- El pobre Almirante Garnet -comenzó a recitar burlonamente Tallia-
representante de la vieja guardia imperial no pudo ver cómo el Imperio que
conocía se cambiaba por el gobierno justo que es ahora. Se lanzó con sus
hombres más leales hacia Coruscant. ¿Y qué hizo la República entonces? Lo
que siempre hace, esperar y esperar, dejar que sus ciudadanos sufran como
hicieron cuando los Hutt los atacaron -Tallia rió casi histéricamente-.
Trágico, ¿no crees?.
- No lo permitiré.
- Ya lo has permitido Jedi. Tus hombres no atacarán a no ser que salgas de
esta sala y eso es algo que no sucederá.
Tallia se lanzó ferozmente al ataque. Leia alzó su sable láser para
defenderse.
BASE IMPERIAL- REGIONES DESCONOCIDAS
Mara y su grupo no habían tenido problemas para infiltrarse dentro del
palacio a pesar de la alta seguridad. Vestidos como soldados de asalto y
usando varios trucos mentales habían conseguido llegar hasta el nivel
cuarenta y dos. Darth Talia les había llevado a través de diversos pasillos
secretos.
- Una de las ventajas de ser un paranoico de la seguridad es que siempre
dejas tus pasillos secretos sin vigilar -explicó Darth Talia-. Así reduces
el número de personas que tienen acceso a tu sala privada. Sólo las personas
que crees que no te traicionarán conocen tu forma de moverte por dentro.
- Sí, el Emperador también hacía esas cosas. La República tardó años en
conseguir encontrar todos los pasadizos secretos del palacio imperial,
incluso ahora hay un par que sólo yo conozco -dijo Mara-.
Doblaron una esquina para encontrarse con una puerta. Talia tecleó un código
y la puerta se abrió dando a un gran pasillo sin guardias donde había dos
turboascensores con las puertas abiertas,
esperando.
- Suerte que guardé un código secreto -señaló el turboascensor de más a la
derecha-. Ese nos lleva a la sala del trono. Quitaos las armaduras, sólo nos
estorbarán en la lucha
- Esto me da mala espina -dijo Mara-. ¿Dónde están los guardias?
- Yo era el guardia de esta planta.
- Y ahora soy yo.
Al fondo del pasillo apareció un clon de Darth Tallia con un sable láser de
hoja roja encendido.
- ¿Creíais que podrías entrar en nuestro palacio sin ser descubiertos?
- Mara. Gantoris y yo la entretendremos. Vosotros dos id a enfrentaros con
Darth Aveng.
- No digas tonterías. No estáis ni remotamente preparados para batiros solos
en duelo con una Sith tan preparada.
- ¿Entonces qué hacemos? -preguntó Kyp-.
- No pensaba hacer esto tan pronto -admitió la Talia original y todos
miraron hacia ella-. Pero no me queda otro remedio.
Antes de que sus supuestos compañeros pudieran reaccionar Talia utilizó la
Fuerza para empujar a Kyp y a Gantoris hacia uno de los turboascensores y
ponerlo en funcionamiento. Mara se abalanzó sobre Talia pero ésta se movió a
gran velocidad y consiguió golpearla en el estómago, cogerla y lanzarla
contra la pared antes de tomar otro de los turboascensores. Mara intentó
seguirla pero todas las puertas se cerraron de golpe.
- Tú no te vas de aquí -dijo la Tallia clónica-.
- Perfecto -dijo mientras alzaba el sable-. Veamos lo que sabes hacer.
Kyp y Gantoris maldijeron en voz alta a Talia y luego se concentraron en
alto culparse por haber sido tan confiados con la Sith.
- ¿Adónde lleva esto? -preguntó Kyp-.
- No lo sé. Perdí la perspectiva cuando Talia nos empujó.
El turboascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Gantoris y Kyp
salieron hacia una gran sala donde había sólo había una gran ventana y unas
escaleras que daban a un trono donde había una extraña figura vestida
totalmente de negro.
- Ah, bien. Los aprendices Jedi ya han llegado hasta aquí.
- Darth Aveng -dijo Kyp-.
- Veo que me conocéis. Supongo que Darth Talia os habrá hablado de mí. Fue
una buena guerrera, lástima que me traicionara -miró a los dos Jedi-. Aunque
gracias a ella os tengo aquí.
Kyp y Gantoris activaron sus sables láser y se prepararon para atacar. Darth
Aveng rió.
- Por favor. Eso no os hará falta -con un suave movimiento de su mano los
sables láser de Gantoris y de Kyp salieron volando de sus manos-. Mi
intención no es mataros. al menos no inmediatamente.
- ¿Qué quieres entonces? -preguntó Kyp que intentaba sin éxito romper la
presa que Darth Aveng tenía sobre su sable láser-.
- El joven Kyp Durron. Me enteré de lo que le pasó a tu familia, un
desagradable accidente.
- Vosotros los matasteis.
- Sí bueno. Pero nuestra intención era torturarlos hasta que pidieran
clemencia, lástima que murieran antes de eso -Kyp estuvo apunto de saltar
sobre el Sith pero Gantoris le detuvo con la mano y movió la cabeza en señal
de negación-. No te pongas así -dijo con una sombra de diversión en su voz-.
Sé que todavía queda alguien de tu familia: tu hermano, le hicieron ingresar
en las tropas de asalto, ¿no es cierto?
- Sí.
- Curioso. ¿No te has preguntado si de entre todos los soldados que has
matado hoy uno pueda ser tu hermano?
- ¿Qué? -dijo con un fino hilo de voz. La pregunta le había dejado
totalmente descolocado. él no podía, no creía haber matado a su hermano, si
lo hubiera hecho lo habría sabido a través de la Fuerza pero la duda surgió
de repente en el joven aprendiz de Jedi-.
- Tranquilo, no lo has hecho -dijo Darth Aveng mientras se dirigía hacia una
de las paredes donde había un pequeño panel de datos. Tecleó una combinación
y una pequeña puerta se abrió revelando un pequeño almacén -. En cuanto
entraste en la Academia Jedi busqué a tu hermano y lo aparté del servicio
activo -sacó una cabeza humana-. Luego le corté la cabeza en tu nombre.
Esta vez Gantoris no pudo contener a Kyp. El joven Durron se abalanzó contra
Darth Aveng. Éste invocó levemente la Fuerza y de la palma de su mano
salieron varios rayos azulados. Al impactar en Kyp, la potencia de estos
rayos lo lanzaron contra la pared dejándolo aturdido. Darth Aveng fue hacia
el joven Jedi pero Gantoris se interpuso en su camino.
- Ah, el aprendiz más aventajado de Skywalker. "Casi" un Caballero Jedi -el
tono de su voz era descaradamente burlón-. Si hubiera sabido que podías
llegar tan lejos habría hecho bombardear tu planeta mucho antes.
- No creas que no sé a qué juegas. El Maestro Skywalker nos habló mucho de
los Sith durante nuestro entrenamiento. Pretendes enfurecerme para que cruce
la línea del Lado Oscuro.
- Nada más lejos de mi intención. No me interesan los cobardes como tú.
Tanto potencial perdido por seguir las absurdas reglas de los Jedi. Sois la
mayor lacra de esta galaxia. Nos llevaréis a todos a la destrucción
absoluta.
- Sólo dices tonterías
- ¿Así lo crees? No soy yo el único que ha tenido visiones sobre la
oscuridad que acecha a esta galaxia -esto último descolocó a Gantoris. Que
el Lord del Sith hubiera tenido los mismos sueños, la misma advertencia de
la Fuerza lo descartaba como la posible oscuridad-.
- ¿Qué sabes sobre esos sueños?
- Mucho más que tú. Mi clarividencia no se encuentra empañada por todas tus
limitaciones Jedi. He podido ver el rostro del enemigo. ¿Por qué crees que
me he revelado tan rápidamente cuando podría haber esperado a tener un
ejército suficiente como para arrasar tu preciosa Nueva República? Se nos
agota el tiempo. Yo estoy preparado para hacer frente al enemigo, ¿lo estás
tú?
Gantoris dudó. En sus sueños se veía impotente para frenar el avance de la
oscuridad. La inmensidad de su maldad eclipsaba toda la fuerza de la
República y de los Jedi. No, no estaba preparado, de hecho no creía que
nadie estuviera nunca preparado para enfrentarse a aquello. al menos, no
según las reglas pero si no seguía las reglas se convertiría en algo
parecido a lo que era Darth Aveng
- Veo que no lo estás -se acercó hacia Gantoris y se puso detrás de é. El
Jedi no podía moverse, estaba paralizado por todas las dudas que asaltaban
su mente; por primera vez en mucho tiempo no sabía hacia dónde tirar, los
caminos del futuro parecían dar en posibilidades cada cual más
terrorífica.-. Pero no te preocupes por la oscuridad venidera, tú no tienes
sitio en ese futuro.
Gantoris sintió un pequeño pinchazo en la espalda que rápidamente se
trasladó a todo el cuerpo. Miró hacia abajo. Pudo ver la hoja de un sable
láser atravesándole el estómago. Aveng comenzó a retorcer la hoja y Gantoris
no pudo reprimir un grito de dolor que hizo las delicias del lord Oscuro del
Sith.
- Suéltalo -dijo Kyp mientras se levantaba dolorido. Creía tener un par de
costillas rotas por el golpe y le costaba respirar-.
Darth Aveng retorció más la hoja. Kyp intentó usar de nuevo la Fuerza para
atraer su sable láser pero Aveng seguía impidiéndoselo. Sin su sable láser
no tenía una oportunidad contra el Sith que era mucho más hábil y
experimentado en el uso de la Fuerza. Aveng sacó el sable láser del interior
de Gantoris y éste calló al suelo abrazando la inconsciencia y rozando la
muerte.
- ¿Por qué le has hecho eso? -preguntó Kyp-. Él no representaba ningún
peligro para ti.
- Lo hice para demostrarte una cosa. Sólo los fuertes sobreviven Kyp, esa es
la única regla que hay en esta galaxia. Para sobrevivir necesitas poder y no
hay mayor poder que el del Lado Oscuro. Gantoris no lo comprendería nunca,
tú por el contrario eres más listo.
- Jamás me uniré al Lado Oscuro
- Noto en ti un gran poder -Aveng desplegó el poder del Lado Oscuro. Por
toda la habitación comenzaron a desprender planchas de metal y barras de
duradero que comenzaron a golpear a Kyp hasta hacerle caer al suelo
totalmente exhausto y lleno de moratones -. Ya has sentido el poder del Lado
Oscuro, su inmensidad, su grandeza. Úsalo para atacarme.
- Jamás -dijo entre dientes. Notaba el sabor de la sangre en la boca, su
vista comenzaba a volverse borrosa, ya casi no notaba el impacto del metal
contra su cuerpo. Estaba seguro de que iba a morir-.
- O eliges el Lado Oscuro o mueres. No tienes otra posibilidad
- Sí la tiene.
De pronto las planchas de metal se detuvieron en el aire. La puerta del
turboascensor se había abierto. Dentro de él apareció una figura vestida con
una túnica marrón, a su alrededor había varios cadáveres de soldados de
asalto.
- Maestro Skywalker -dijo Darth Aveng-.
- Lord Aveng.
Luke caminó hasta el interior de la sala del trono. Se despojó de su capa,
cogió sus dos sables láser y los activó. Darth Aveng mostró su sable ya
activado, más largo de lo normal. Pulsó un pequeño botón y una segunda hoja
brotó del sable.
- Quédate con Gantoris y atiéndele. Esto es cosa mía.
Luke y Darth Aveng se observaron intentando encontrar alguna debilidad en la
guardia del otro. Los dos corrieron el uno hacia el otro y saltaron.
CONTINUARÁ
0.- Para distinguir a las Talias clónicas de la real, las clónicas tendrán una L de más quedándose en Tallia.
1.- Ver números anteriores
PRÓXIMO MES: El momento decisivo ha llegado
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola
Otro número y ya sólo quedan 2 para el gran final que aviso que puede
retrasarse un poco, como no sé muy bien dónde hacer el corte para quede un
continuará un poco chulo lo escribiré todo de un tirón y luego decidiré.
Mmm. supongo que tendría que hacer una breve anécdota como siempre. euh. la
escena en que Aveng habla con Kyp sobre su hermano y le pregunta como se
siente al saber que podría haberlo matado debería haber sido de Talia pero
como Aveng iba a picar a Kyp con lo de su hermamo me pareció que quedaba
repetitivo así que eliminé a Talia de la ecuación. Por otro lado esta vez he
intentado otra cosa distinta y es hacer escenas más cortas para intentar que
todo vaya más rápido, más fluido y además me he saltado las partes menos
interesantes como podrían ser la infiltración en el palacio imperial; ya me
diréis si os gusta o no.
Este mes no contesto correo que el número ya ha salido tarde y no quiero que
salga todavía más tarde :D
Y nada más, amenazas, críticas, ofertas de trabajo y demás a
ben_reilly@terra.es
Que la Fuerza os acompañe