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Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana...



Star Wars

STAR WARS #23
El fin de la Guerra Civil Galáctica III
Guión y portada: Ben Reilly
Guía de Personajes

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BASE IMPERIAL- REGIONES DESCONOCIDAS

En cuanto Han recibió luz verde para el descenso encaminó el Halcón hacia el planeta, encabezando la tercera ola. Atravesó las nubes del planeta a gran velocidad siempre en cabeza del numeroso grupo de descenso. Llegaba muy retrasado según el horario previsto, no quería pensar en cuántos soldados habrían caído en combate por culpa de su retraso. Conectó el comunicador de su nave.

- ¿Luke? ¿Estás ahí chico? -a pesar de los años, Han seguía teniendo la costumbre de llamar a Luke chico, como había hecho cuando se conocieron en Tatooine hacía ya demasiados años-.

- Siempre he sabido que eras de los que no se pierden una fiesta Han -al fondo, Han pudo oír el siseo agudo de los sables láser de Luke que se movían sin parar-. Y aquí tenemos montada una buena.

- Tranquilo, vengo acompañado de buenos bailadores. ¿Has recibido algún comunicado de Kyle y Corran?

- No. Siguen en silencio. Me preocupa más Mara. Partió con Kyp, Gantoris y Talia para despejaros el camino y no he vuelto a saber más de ella1

- Tranquilo seguro que estará bien. Mandaré a alguien en su búsqueda -cortó la comunicación-

- ¿Roarrrggggghhh Grrra Ruurrrrrr? -preguntó Chewbacca

- Luke confía en ellos. Seguro que podrán desactivar el escudo.

- ¿Grrrrooooawww?

- Entonces tendremos problemas.

Apartó esas cuestiones de su mente y dirigió el Halcón hacia le retaguardia de las tropas republicanas donde estaba el centro de control en que entró corriendo para ponerse al mando. Cuando entró en la sala de guerra todos le saludaron marcialmente pero Han prestaba mayor atención a los numerosas pantallas de datos que rodeaban la sala.

- Necesito un informe de la situación.

- Nuestras bajas son de un.. -se apresuró a decir el Teniente que había estado al cargo de aquello-.

- Un informe corto.

- Vamos ganando.

- Eso siempre es bueno. Muéstremelo en pantalla.

Varios de los esquemas se reagruparon delante de Han. Mapas del terreno, unidades amigas, unidades enemigas, todo se reflejaba en aquellos esquemas.

- Desde la llegada del último grupo de descenso estamos logrando hacer retroceder a las tropas imperiales.

- Van a encerrarse dentro del escudo -dijo Han al ver cómo las tropas imperiales se replegaban rápidamente-. Mande avanzar a todas las tropas, incluso a los tanques que nos protegen.

- Pero señor eso nos dejaría.

- Tenemos que acabar con todos los que podamos antes de que se fortifiquen. Ahí dentro -señaló la ciudad con el dedo- vamos a estar en desventaja.

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La batalla seguía desarrollándose. Las explosiones, el ruido de los disparos y los gritos de dolor de los caídos y de los que no habían tenido tanta suerte, todo se entremezclaba. Pese a la intensa lluvia Mara sudaba, estaba junto con dos aprendices y una Sith en medio de las líneas enemigas. Unas líneas que empezaban a retroceder ante la superioridad numérica de las tropas republicanas. No podía contactar con nadie de su bando porque había perdido su comunicador.

- Ahí vienen -dijo Kyp-.

Los cuatro estaban escondidos detrás de los restos de un AT-ST caído. Sentían a los soldados de asalto acercarse.

- Ahora.

Saltaron por encima del AT-ST poniéndose justo enfrente de los soldados de asalto. No usaron sables láser, necesitaban las armaduras intactas para infiltrarse en la base enemiga y un corte con un sable láser sería demasiado llamativo. El no usar sus sables láser no les fue inconveniente alguno, los cuatro controlaban la Fuerza y eso les daba más poder que cualquier arma. Kyp desarmó a los siete soldados de asalto utilizando la Fuerza para tirar de sus armas hacia si. Entonces Gantoris, Mara y Talia saltaron hacia ellos. Gantoris no era muy bueno peleando pero tanto Mara como Talia eran expertas luchadoras y junto con la Fuerza se deshicieron de tres de los soldados

- Quietos o dispararé -dijo Kyp apuntando al resto de los soldados. Mara y Talia le miraban un poco furiosas por haber interrumpido "su" pelea-. No me gusta ensuciarme en el barro. Ahora vosotros, despacito, iros quitando las armaduras.

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Corran y Kyle dejaron los moto jet al otro lado de la entrada al generador del escudo. La base sólo tenía una entrada y estaba fuertemente protegida, un AT-AT custodiaba la entrada junto a un montón de soldados de asalto. La misión de los dos Jedi era clara, tenían que destruir el generador del escudo que protegía la ciudad imperial para que las tropas de la República pudieran entrar en la ciudad y capturar al nuevo líder del Imperio.

- Va a ser difícil -dijo Kyle-.

- ¿Robamos un par de armaduras de los soldados de asalto?

- No podríamos hacer venir a dos sin llamar la atención de los demás. Maldita sea, deberíamos llamar a nuestras fuerzas y que hicieran añicos este lugar.

- Claro, aunque lo único que conseguiríamos sería que se fortificaran también aquí y tendríamos dos frentes a los que enfrentarnos. No, mejor dejarles pensar que no sabemos dónde esconden su precioso generador. Tienen toda esa tecnología anti-escáneres para algo, ¿sabes?

- Entonces qué propones.

- Fíjate y aprende del maestro. Puede que no tenga acceso a esa fantástica telekinesis de la que todos alardeáis pero tengo otros métodos.

Corran se sentó, cerró los ojos y se concentró. Desplegó la Fuerza sobre las mentes de lo soldados imperiales, había demasiados para poder controlarlos a todos sin embargo él no quería eso. Dirigió su atención sobre los pilotos del AT-AT. Había tres en la carlinga, dos se ocupaban de pilotar y disparar mientras que el otro era el encargado de las comunicaciones. Corran controló mentalmente a los tres, sólo tenía que hacerles sobrecargar al motor para que el AT-AT explotase y tener así la distracción necesaria para poder entrar en la base.

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- ¡¡Misil!!

CH238 agachó la cabeza para protegerse. Justo a su espalda uno de los misiles de la República había destruido un tanque imperial. Su casco le había protegido del ruido de la explosión, de otro modo estaría completamente sordo o al menos tendría un buen dolor de cabeza. Miró a su compañero de trinchera JH7389, contó mentalmente hasta tres y los dos se levantaron a la vez. La forma de levantarse, la forma de disparar, toda la parafernalia militar les había sido inculcada durante las primeras fases de su entrenamiento para soldados de asalto. Ahora eran como máquinas que cumplían órdenes y que las ejecutaban a la perfección, simétricamente, casi como si fueran clones de un mismo sujeto.

Volvieron a agacharse para recuperar el aliento. Se había ordenado la retirada de todas las tropas pero los soldados debían de quedarse para frenar el avance de las tropas rebeldes y permitir así que la maquinaria pesada pudiera dirigirse hacia la ciudad donde estarían a salvo dentro del escudo. Echó una mirada al campo de batalla, su posición estaba convirtiéndose poco a poco en el frente de la batalla. Pensó en aquel momento en su familia. Desde que entrara en la Academia de Carida cuando tenía doce años no los había vuelto a ver, ni siquiera había pensado en ellos. Lo único que le importaba ahora era los principios del Nuevo Orden del Emperador. Tenía que defender lo correcto, lo que le habían inculcado. La República era débil, dejaba que los alienígenas les mandasen como si fueran sus iguales pero CH238 sabía que no era así; los alienígenas eran inferiores, se comportaban de forma indecorosa y no tenían ni idea de cómo funcionaba la galaxia. El Nuevo Orden pondría a su raza, a los humanos, en el centro del Universo como se merecían, no había otra posibilidad.

Agarró con fuerza su arma y respiró con fuerza a través de los filtros de su blanco casco. El aire tenía un regusto metálico pero siempre era mejor que respirar el polvo proveniente de la batalla. Volvió a levantarse y comenzó a disparar. Abatió a dos soldados de la República antes de que alguien gritase:

- ¡¡Jedi!!

CH238 se fijó en el Caballero Jedi. Blandía un sable láser de hoja amarilla. De todas las armas que poseía la República el Caballero Jedi era la más temible. Sabía que eran sólo unos charlatanes que decían tener poderes místicos pero al mismo tiempo tenía que concederles el mérito de saber detener todos los disparos que les lanzaban.

- ¡¡Seguid disparando!!

No había forma. Por más soldados que dispararan y dispararan no había forma de que ninguno de los haces atravesara la barrare del sable láser. Era desesperante. Decidió adelantarse, ganar un poco de terreno y ver si disparando desde más cerca lograba abatirle y ese fue su error. En cuanto se levantó una figura vestida con una túnica marrón apareció ante él como caída del cielo. Lo último que alcanzó ver fue un borrón blancoverdoso que se dirigía hacia él.

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Luke había aprovechado la imprudencia de un soldado de asalto para saltar justo delante de él y matarlo con su sable láser. Los demás soldados que estaban en la trinchera se volvieron hacia él pero fueron demasiado lentos para el experimentado Maestro Jedi que acabó con ellos de forma rápida y casi indolora. Miró hacia el frente, ya divisaba la ciudad imperial.

"Mara" llamó a través de la Fuerza. Entro todo aquel caos y dolor la comunicación telepática se hacía más difícil. No consiguió respuesta. Suspiró. ¿Por qué no había contactado con él todavía? Había destruido los antiaéreos imperiales, debería haberse reunido con el resto de Caballeros Jedi para seguir avanzando.

- Ah. no, Mara no haría. oh-creía haber descubierto lo que pasaba y mandó llamar a Nichos, uno de sus estudiantes-.

- ¿Qué ocurre?

- Mara ha entrado en la ciudad imperial.

- ¿Estás seguro? -Luke le miró fijamente-. Estás seguro.

- Va a intentar detener al líder imperial para hacer que las tropas se rindan. Tengo que ir a ayudarla. ¿Cray, Kam y tú podréis encargaros de la batalla?

- ¿Nosotros? Pero si sólo somos. -Nichos negó con la cabeza. En el tiempo que había pasado en la Academia Jedi había aprendido que Luke no le pediría algo que supiera que no podía hacer-. Lo haremos.

- De acuerdo.

La lluvia se volvió más intensa.

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"Mara"

Mara creyó escuchar su nombre. Estaba en un transporte dirigiéndose hacia la ciudad imperial. Llevaba una armadura de soldado de asalto que entre otras cosas le apretaba demasiado el pecho, cosas de tener sólo a hombres como milicianos; menos mal que los soldados a los que les robaron las armaduras eran muy grande. Acababan de entrar en la ciudad imperial. Mara podía ver las grandes fábricas de armas al lado de las viviendas de los civiles, era una táctica imperial habitual para impedir que la Rebelión pudiera bombardear el lugar y tuvieran que entrar a la vieja usanza.

El transporte se detuvo en una gran plaza. Mara y sus tres acompañantes fueron destinados a un pelotón que se dirigía a las murallas de la ciudad pero tan pronto como pudieron los perdieron de vista metiéndose en un pequeño callejón. Gantoris estaba comprobando si alguien los había visto.

- Mi Maestro estará en el Palacio Imperial -dijo Talia-. No debería ser difícil llegar hasta él, está en el centro de la ciudad.

- Recordad no llamar la atención -les recordó a Kyp y Gantoris y luego miró a Talia-. Eso significa nada de matar, ni usar la Fuerza para dejarlos incapacitados de por vida.

- Tú mandas.

- Apuesta por ello.

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Han descendió de la plataforma móvil en la cual le habían transportado hasta el frente de la batalla. Ahora estaban a los muros de la ciudad imperial. El campo de fuerza seguí activo por lo cual no podrían introducir toda su maquinaría pesada, sólo los soldados de a pie y alguno de vehículos ligeros podrían atravesar el escudo pero una vez dentro se quedarían sin apoyo alguno y las fuerzas imperiales les harían pedazos.

- General Solo ¿ordeno el avance de nuestras tropas?

- Mantenga la posición por un momento Teniente. Tengo que ver a alguien.

- El Maestro Skywalker no se encuentra entre las tropas.

Quien había hablado era Cray Mingla, una de las aprendices de Jedi de Luke. Tenía una pequeña brecha en la frente y sus ropas estaban sucias debido al barro que se había formado con la lluvia.

- ¿Dónde está? -dijo Han preguntándose si el muchacho no habría ido más allá de sus posibilidades-.

- Dentro -dijo señalando la ciudad-. Cree que Mara ha ido en busca del líder imperial y ha decidido ayudarla.

- Si le capturaran sería una muy buena noticia. No tengo ganas de enviar a nadie a la muerte.

- Puedo reunir a los demás aprendices y entrar con unos cuantos soldados.

- No. Sois Jedi no dioses, no podéis enfrentaros a todo un ejército. Por ahora esperaremos, intentemos ponerles un poco nerviosos antes de hacer nada. Descansar no nos vendrá mal tampoco a nosotros.

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CORUSCANT

Leia mantenía su sable en la posición clásica de defensa. Delante de ella se encontraba un clon de la temible Sith llamada Darth Tallia. Decir que tenía miedo sería un eufemismo, tenía ganas de salir corriendo de la habitación y esconderse debajo de la cama; se estaba enfrentando a un Sith perfectamente entrenada con un control absoluto de la Fuerza. Vale que había estado practicando el último año y había mejorado mucho pero todavía no estaba al nivel necesario para enfrentarse a semejante adversario. Tragó saliva e intentó invocar la Fuerza para calmarse pero seguía bastante asustada y nerviosa. Tenía que calmarse, así que intentó ganar algo de tiempo para ello.

- Todavía no comprendo qué es lo que os proponíais -mintió Leia-. Controlar nuestras comunicaciones, atacar Coruscant, no es algo que encaje fácilmente.

- Pero algo sospechas, sino no habrías bajado hasta aquí.

- La verdad es que fue bastante difícil. Pensábamos que sólo os proponíais lanzaros contra el planeta. Pero eso, no cuadraba con lo que habéis estado haciendo últimamente. Si querías ganaros la confianza de la galaxia arrasar Coruscant no es el camino. Tenía que ser otra cosa. La verdad es que si hubierais lanzado vuestros cazas TIE habría mordido el anzuelo, nadie es tan incompetente para encaminarse hacia la batalla sin lanzar sus naves monoplazas. Así que se me ocurría que si lo que lleváis intentando desde hace mucho es mostrar a la República como un gobierno desalmado, ¿qué mejor cosa que destruyamos una flota enviada en misión de paz?

Darth Tallia sonrió.

- Veo que tu reputación es merecida. Sí, el plan era que destruyerais nuestra flota para mostrar a la galaxia la maldad de la República.

- Habéis fracasado. Ya no tenéis nada más que hacer aquí, marchaos.

- Oh te equivocas. Aún nos queda una cosa por hacer.

- ¿Qué?

- Tenemos un plan B. Tú misma lo has deducido antes.

- ¿Vais a lanzaros contra Coruscant? Pero.

- El pobre Almirante Garnet -comenzó a recitar burlonamente Tallia- representante de la vieja guardia imperial no pudo ver cómo el Imperio que conocía se cambiaba por el gobierno justo que es ahora. Se lanzó con sus hombres más leales hacia Coruscant. ¿Y qué hizo la República entonces? Lo que siempre hace, esperar y esperar, dejar que sus ciudadanos sufran como hicieron cuando los Hutt los atacaron -Tallia rió casi histéricamente-. Trágico, ¿no crees?.

- No lo permitiré.

- Ya lo has permitido Jedi. Tus hombres no atacarán a no ser que salgas de esta sala y eso es algo que no sucederá.

Tallia se lanzó ferozmente al ataque. Leia alzó su sable láser para defenderse.

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BASE IMPERIAL- REGIONES DESCONOCIDAS

Mara y su grupo no habían tenido problemas para infiltrarse dentro del palacio a pesar de la alta seguridad. Vestidos como soldados de asalto y usando varios trucos mentales habían conseguido llegar hasta el nivel cuarenta y dos. Darth Talia les había llevado a través de diversos pasillos secretos.

- Una de las ventajas de ser un paranoico de la seguridad es que siempre dejas tus pasillos secretos sin vigilar -explicó Darth Talia-. Así reduces el número de personas que tienen acceso a tu sala privada. Sólo las personas que crees que no te traicionarán conocen tu forma de moverte por dentro.

- Sí, el Emperador también hacía esas cosas. La República tardó años en conseguir encontrar todos los pasadizos secretos del palacio imperial, incluso ahora hay un par que sólo yo conozco -dijo Mara-.

Doblaron una esquina para encontrarse con una puerta. Talia tecleó un código y la puerta se abrió dando a un gran pasillo sin guardias donde había dos turboascensores con las puertas abiertas, esperando.

- Suerte que guardé un código secreto -señaló el turboascensor de más a la derecha-. Ese nos lleva a la sala del trono. Quitaos las armaduras, sólo nos estorbarán en la lucha

- Esto me da mala espina -dijo Mara-. ¿Dónde están los guardias?

- Yo era el guardia de esta planta.

- Y ahora soy yo.

Al fondo del pasillo apareció un clon de Darth Tallia con un sable láser de hoja roja encendido.

- ¿Creíais que podrías entrar en nuestro palacio sin ser descubiertos?

- Mara. Gantoris y yo la entretendremos. Vosotros dos id a enfrentaros con Darth Aveng.

- No digas tonterías. No estáis ni remotamente preparados para batiros solos en duelo con una Sith tan preparada.

- ¿Entonces qué hacemos? -preguntó Kyp-.

- No pensaba hacer esto tan pronto -admitió la Talia original y todos miraron hacia ella-. Pero no me queda otro remedio.

Antes de que sus supuestos compañeros pudieran reaccionar Talia utilizó la Fuerza para empujar a Kyp y a Gantoris hacia uno de los turboascensores y ponerlo en funcionamiento. Mara se abalanzó sobre Talia pero ésta se movió a gran velocidad y consiguió golpearla en el estómago, cogerla y lanzarla contra la pared antes de tomar otro de los turboascensores. Mara intentó seguirla pero todas las puertas se cerraron de golpe.

- Tú no te vas de aquí -dijo la Tallia clónica-.

- Perfecto -dijo mientras alzaba el sable-. Veamos lo que sabes hacer.

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Kyp y Gantoris maldijeron en voz alta a Talia y luego se concentraron en alto culparse por haber sido tan confiados con la Sith.

- ¿Adónde lleva esto? -preguntó Kyp-.

- No lo sé. Perdí la perspectiva cuando Talia nos empujó.

El turboascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Gantoris y Kyp salieron hacia una gran sala donde había sólo había una gran ventana y unas escaleras que daban a un trono donde había una extraña figura vestida totalmente de negro.

- Ah, bien. Los aprendices Jedi ya han llegado hasta aquí.

- Darth Aveng -dijo Kyp-.

- Veo que me conocéis. Supongo que Darth Talia os habrá hablado de mí. Fue una buena guerrera, lástima que me traicionara -miró a los dos Jedi-. Aunque gracias a ella os tengo aquí.

Kyp y Gantoris activaron sus sables láser y se prepararon para atacar. Darth Aveng rió.

- Por favor. Eso no os hará falta -con un suave movimiento de su mano los sables láser de Gantoris y de Kyp salieron volando de sus manos-. Mi intención no es mataros. al menos no inmediatamente.

- ¿Qué quieres entonces? -preguntó Kyp que intentaba sin éxito romper la presa que Darth Aveng tenía sobre su sable láser-.

- El joven Kyp Durron. Me enteré de lo que le pasó a tu familia, un desagradable accidente.

- Vosotros los matasteis.

- Sí bueno. Pero nuestra intención era torturarlos hasta que pidieran clemencia, lástima que murieran antes de eso -Kyp estuvo apunto de saltar sobre el Sith pero Gantoris le detuvo con la mano y movió la cabeza en señal de negación-. No te pongas así -dijo con una sombra de diversión en su voz-. Sé que todavía queda alguien de tu familia: tu hermano, le hicieron ingresar en las tropas de asalto, ¿no es cierto?

- Sí.

- Curioso. ¿No te has preguntado si de entre todos los soldados que has matado hoy uno pueda ser tu hermano?

- ¿Qué? -dijo con un fino hilo de voz. La pregunta le había dejado totalmente descolocado. él no podía, no creía haber matado a su hermano, si lo hubiera hecho lo habría sabido a través de la Fuerza pero la duda surgió de repente en el joven aprendiz de Jedi-.

- Tranquilo, no lo has hecho -dijo Darth Aveng mientras se dirigía hacia una de las paredes donde había un pequeño panel de datos. Tecleó una combinación y una pequeña puerta se abrió revelando un pequeño almacén -. En cuanto entraste en la Academia Jedi busqué a tu hermano y lo aparté del servicio activo -sacó una cabeza humana-. Luego le corté la cabeza en tu nombre.

Esta vez Gantoris no pudo contener a Kyp. El joven Durron se abalanzó contra Darth Aveng. Éste invocó levemente la Fuerza y de la palma de su mano salieron varios rayos azulados. Al impactar en Kyp, la potencia de estos rayos lo lanzaron contra la pared dejándolo aturdido. Darth Aveng fue hacia el joven Jedi pero Gantoris se interpuso en su camino.

- Ah, el aprendiz más aventajado de Skywalker. "Casi" un Caballero Jedi -el tono de su voz era descaradamente burlón-. Si hubiera sabido que podías llegar tan lejos habría hecho bombardear tu planeta mucho antes.

- No creas que no sé a qué juegas. El Maestro Skywalker nos habló mucho de los Sith durante nuestro entrenamiento. Pretendes enfurecerme para que cruce la línea del Lado Oscuro.

- Nada más lejos de mi intención. No me interesan los cobardes como tú. Tanto potencial perdido por seguir las absurdas reglas de los Jedi. Sois la mayor lacra de esta galaxia. Nos llevaréis a todos a la destrucción absoluta.

- Sólo dices tonterías

- ¿Así lo crees? No soy yo el único que ha tenido visiones sobre la oscuridad que acecha a esta galaxia -esto último descolocó a Gantoris. Que el Lord del Sith hubiera tenido los mismos sueños, la misma advertencia de la Fuerza lo descartaba como la posible oscuridad-.

- ¿Qué sabes sobre esos sueños?

- Mucho más que tú. Mi clarividencia no se encuentra empañada por todas tus limitaciones Jedi. He podido ver el rostro del enemigo. ¿Por qué crees que me he revelado tan rápidamente cuando podría haber esperado a tener un ejército suficiente como para arrasar tu preciosa Nueva República? Se nos agota el tiempo. Yo estoy preparado para hacer frente al enemigo, ¿lo estás tú?

Gantoris dudó. En sus sueños se veía impotente para frenar el avance de la oscuridad. La inmensidad de su maldad eclipsaba toda la fuerza de la República y de los Jedi. No, no estaba preparado, de hecho no creía que nadie estuviera nunca preparado para enfrentarse a aquello. al menos, no según las reglas pero si no seguía las reglas se convertiría en algo parecido a lo que era Darth Aveng

- Veo que no lo estás -se acercó hacia Gantoris y se puso detrás de é. El Jedi no podía moverse, estaba paralizado por todas las dudas que asaltaban su mente; por primera vez en mucho tiempo no sabía hacia dónde tirar, los caminos del futuro parecían dar en posibilidades cada cual más terrorífica.-. Pero no te preocupes por la oscuridad venidera, tú no tienes sitio en ese futuro.

Gantoris sintió un pequeño pinchazo en la espalda que rápidamente se trasladó a todo el cuerpo. Miró hacia abajo. Pudo ver la hoja de un sable láser atravesándole el estómago. Aveng comenzó a retorcer la hoja y Gantoris no pudo reprimir un grito de dolor que hizo las delicias del lord Oscuro del Sith.

- Suéltalo -dijo Kyp mientras se levantaba dolorido. Creía tener un par de costillas rotas por el golpe y le costaba respirar-.

Darth Aveng retorció más la hoja. Kyp intentó usar de nuevo la Fuerza para atraer su sable láser pero Aveng seguía impidiéndoselo. Sin su sable láser no tenía una oportunidad contra el Sith que era mucho más hábil y experimentado en el uso de la Fuerza. Aveng sacó el sable láser del interior de Gantoris y éste calló al suelo abrazando la inconsciencia y rozando la muerte.

- ¿Por qué le has hecho eso? -preguntó Kyp-. Él no representaba ningún peligro para ti.

- Lo hice para demostrarte una cosa. Sólo los fuertes sobreviven Kyp, esa es la única regla que hay en esta galaxia. Para sobrevivir necesitas poder y no hay mayor poder que el del Lado Oscuro. Gantoris no lo comprendería nunca, tú por el contrario eres más listo.

- Jamás me uniré al Lado Oscuro

- Noto en ti un gran poder -Aveng desplegó el poder del Lado Oscuro. Por toda la habitación comenzaron a desprender planchas de metal y barras de duradero que comenzaron a golpear a Kyp hasta hacerle caer al suelo totalmente exhausto y lleno de moratones -. Ya has sentido el poder del Lado Oscuro, su inmensidad, su grandeza. Úsalo para atacarme.

- Jamás -dijo entre dientes. Notaba el sabor de la sangre en la boca, su vista comenzaba a volverse borrosa, ya casi no notaba el impacto del metal contra su cuerpo. Estaba seguro de que iba a morir-.

- O eliges el Lado Oscuro o mueres. No tienes otra posibilidad

- Sí la tiene.

De pronto las planchas de metal se detuvieron en el aire. La puerta del turboascensor se había abierto. Dentro de él apareció una figura vestida con una túnica marrón, a su alrededor había varios cadáveres de soldados de asalto.

- Maestro Skywalker -dijo Darth Aveng-.

- Lord Aveng.

Luke caminó hasta el interior de la sala del trono. Se despojó de su capa, cogió sus dos sables láser y los activó. Darth Aveng mostró su sable ya activado, más largo de lo normal. Pulsó un pequeño botón y una segunda hoja brotó del sable.

- Quédate con Gantoris y atiéndele. Esto es cosa mía.

Luke y Darth Aveng se observaron intentando encontrar alguna debilidad en la guardia del otro. Los dos corrieron el uno hacia el otro y saltaron.

CONTINUARÁ

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0.- Para distinguir a las Talias clónicas de la real, las clónicas tendrán una L de más quedándose en Tallia.

1.- Ver números anteriores

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PRÓXIMO MES: El momento decisivo ha llegado

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LA TASCA DE MOS EISLEY

Holadola

Otro número y ya sólo quedan 2 para el gran final que aviso que puede retrasarse un poco, como no sé muy bien dónde hacer el corte para quede un continuará un poco chulo lo escribiré todo de un tirón y luego decidiré.

Mmm. supongo que tendría que hacer una breve anécdota como siempre. euh. la escena en que Aveng habla con Kyp sobre su hermano y le pregunta como se siente al saber que podría haberlo matado debería haber sido de Talia pero como Aveng iba a picar a Kyp con lo de su hermamo me pareció que quedaba repetitivo así que eliminé a Talia de la ecuación. Por otro lado esta vez he intentado otra cosa distinta y es hacer escenas más cortas para intentar que todo vaya más rápido, más fluido y además me he saltado las partes menos interesantes como podrían ser la infiltración en el palacio imperial; ya me diréis si os gusta o no.

Este mes no contesto correo que el número ya ha salido tarde y no quiero que salga todavía más tarde :D

Y nada más, amenazas, críticas, ofertas de trabajo y demás a ben_reilly@terra.es

Que la Fuerza os acompañe

 
 
   
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