REGIONES DESCONOCIDAS
Durante sus años de entrenamiento Darth Talia había acumulado una serie de
huesos rotos, cortes, heridas y moratones que habrían sido suficientes para
atormentar a una persona normal durante el resto de su vida. Ahora era
todavía peor. La habían forzado al límite y más allá. Cuando parecía que iba
a rendirse a la muerte la mentían en un tanque de bacta, un líquido que
podía curar rápidamente las heridas. Luego, una vez curada, la sometían a la
misma rutina una y otra vez, quebrándola no tanto físicamente sino
mentalmente.
Estaba al borde del abismo. Lo único que la salvaría era tan simple como
decirle a su Maestro que su fe en Lado Oscuro era suprema e inquebrantable.
Pero no podía darle ni tan siquiera eso porque aunque lo hiciera su Maestro
descubriría que era mentira. Desde que Luke Skywalker la había derrotado
todo en lo que creía había sido puesto en tela de juicio. Sabía que era una
guerrera Sith poderosísima, podría derrotar a cualquier ejército sin
inmutarse y sin embargo había sido derrotada por un hombre. Todo lo que su
Maestro la había enseñado era todo lo contrario que Luke Skywalker
practicaba. Era un hombre débil, no mata a sus adversarios y sin embargo la
había derrotado sin ninguna duda. ¿Cómo podía ser?
- ¡Grita perra!
Talia contuvo el grito con todas sus fuerzas. Las drogas impedían que
reaccionara como haría habitualmente. Sin ayuda de la Fuerza no pudo impedir
que su torturador le sumergiera la cabeza en aquel líquido viscoso que se
metía en sus heridas y hacía que éstas picaran hasta la extenuación. Cuando
ya no podía más notó cómo tiraban su cabeza para sacarla al aire a pesar de
que ella se resistía todo lo que podía para mantenerse allí y acabar
definitivamente con su suplicio.
- ¡Todavía no es tu hora de morir!
Volvieron a sumergirla pero esta vez introdujeron una extraña vara. Talia
sabía para qué era, la había usado cantidad de veces así que apretó los
dientes todo lo que pudo para resistir la corriente eléctrica que surgió de
la vara. Pese a todo no pudo reprimir un grito de dolor al ser sacado de
aquel líquido y tirada hacia la pared como un trapo. Talia tosió un poco de
sangre y levantó la mirada para ver a su Maestro, Darth Aveng, complacido
con la situación. Darth Aveng se agachó para situarse a la altura de Talia,
le abrió la boca con una mano y situó la otra en una de las muelas de Talia.
Luego tiró con toda su fuerza.
- AAAArrrrrrrrghhhh
Lord Aveng sonrió. Usando la Fuerza levantó a Talia del suelo y la hizo
chocar violentamente contra la pared donde salieron automáticamente unos
cables que se enrollaron alrededor de brazos y piernas para inmovilizarla.
- Espero que estés disfrutando de esto tanto como yo.
Como respuesta Talia escupió un poco de sangre.
- Entonces estarás preparada para la siguiente fase.
Darth Aveng le mostró una caja donde unas diminutas larvas parecían estar
peleándose por un pedazo de carne.
- Supongo que no las reconocerás. Son una de mis últimas invenciones.
Verás -dijo mientras le hacía una herida a Talia clavándole una uña- estas
pequeñas se introducen en ti a través de tu sistema circulatorio -Darth
Aveng abrió la caja y la acercó a la herida de su antigua aprendiz. Las
larvas parecieron oler la sangre y se deslizaron velozmente hacia la
herida-. Una vez dentro de tu organismo se van alimentando poco a poco de
todos tus nutrientes, creciendo en tu interior hasta necesitar una fuerte de
alimento mayor. ¿Adivinas que se comerán cuando tu propia comida no les
alimente?
Talia retorció la cabeza en señal de asco. Aquellos bichos pequeños iban a
comerse sus órganos internos.
- Pero no te preocupes. Están diseñadas para causarte el máximo dolor
posible antes de matarte, siempre y cuando permitamos que eso último suceda
y no prolonguemos tu agonía con inmersiones en los tanques de bacta -Darth
Aveng se rió a carcajadas, la tortura era su mayor pasión-. Ahora debo irme,
la última fase de mi plan está a punto de empezar y hay cosas que requieren
mi atención.
Todos se fueron de la cela dejando a Talia extenuada, bordeando la
desesperación total de saber que va a vivir una vida de torturas sin límite.
Imposibilitada de movimientos intentó llamar una vez más a la Fuerza. Había
varias técnicas que permitían controlar el nivel de sustancias químicas en
el organismo pero exigían un mínimo de concentración que Talia no conseguía.
Entonces ocurrió algo que no esperaba. Una de las correas metálicas que
sujetaba su brazo derecho desapareció. Durante unos instantes no comprendió
lo que había sucedido, ni cómo. Quizás todo era un engaño de Darth Aveng
para capturarla una vez que se hubiera escapado y así torturarla aún más. No
debería intentarlo, no quería caer en otro de los juegos de su antiguo
Maestro. Tenía que quedarse, estaría más segura y no sufriría tanto.
Apartó esas ideas de su cabeza. No quería convertirse en una víctima
miedosa, el miedo hacía más fuerte a su Maestro. Concentró toda su ira, todo
su dolor, toda su rabia acumulada. La esperanza que le había sido atorgada
al liberarse una mano bastó para poder concentrarse. Sentía de nuevo la
Fuerza, podía apartar las drogas de su organismo no así las larvas que
requerían un mayor esfuerzo del que no estaba segura de poder asumir. Quería
romper sus ataduras metálicas pero estaba segura de que si lo hacía saltaría
algún tipo de alarma. Así que intentó otra cosa. Relajó sus músculos y llamó
a la Fuerza. Si alguien estuviera viendo la escena le parecería imposible.
Talia estaba contrayendo su propio cuerpo de tal modo que se libraba de sus
ataduras hasta quedar libre.
Ahora tenía que pensar en lo que hacer. La venganza era su prioridad número
uno pero no creía estar preparada para enfrentarse a su Maestro y vencerle.
Por lo que intuía, las cámaras de seguridad debían de haber fallado ya que n
o se había presentado ni un triste guardia de seguridad. Tenía que irse
pronto, salir del planeta y de la región. Ya volvería a por Darth Aveng. La
puerta de la celda no representaba ningún problema con sus recuperados
poderes, simplemente empujó y empujó con la Fuerza hasta que el metal cedió.
Corrió hacia el hangar sorteando guardias pero antes de llegar se paró en
seco y dio media vuelta. Tenía que ir antes a otro sitio.
CORUSCANT
El planeta recubierto por una inmensa urbe estaba en crisis. El intento de
asesinato de la Primera Ministro Leia Organa Solo sobre el senador Borsk
Fey´lya había restringido todo el tráfico aéreo. Los controles creaban colas
de naves que llegaban casi a salir del sistema por lo que muchas se veían
obligadas a refugiarse en otros planetas a la espera de que la situación se
normalizase. Pero la situación estaba lejos de normalizarse. Los Cuerpos de
Seguridad de Coruscant apenas si tenían vagas pistas de dónde se encontraba
Leia. Habían ofrecido una pequeña recompensa pero sólo consiguieron que un
montón de gente de los bajos fondos afirmara haberla visto. El resultado era
una tensión palpable por todo el planeta al que le preocupaba las
desastrosas consecuencias políticas que tendría para la República.
Aquello tensión también se palpaba en el propio piso de Leia donde estaban
alojados todos los estudiantes de la Academia Jedi. Habían tenido que
permitir varios registros de los Cuerpos de Seguridad que buscaban pistas
sobre el paradero de Leia. Luke les había ordenado quedarse allí protegiendo
a Ben y a los gemelos Solo y por si a Leia se le ocurría volver. A Kyp no le
había hecho gracia alguna. Le parecía una auténtica pérdida de tiempo.
Deberían estar fuera, buscando a la Primera Ministro. Quedarse a proteger a
dos bebes era una tarea indigna de un Jedi, no representaba ningún desafío y
no lo ayudaría en su entrenamiento. Esto último era lo que más le molestaba.
Desde que se había unido a la Academia Jedi había albergado la esperanza de
usar sus talentos Jedi para encontrar a su hermano mayor que había sido
reclutado como soldado de asalto1 sin embargo ahora se encontraba
atrapado en Coruscant, sin posibilidad de seguir adelante porque su Maestro
debía buscara su hermano, una medio aprendiz de Jedi que ni siquiera
mostraba interés alguno en acabar su entrenamiento.
Mirando a sus compañeros Kyp podía decir con orgullo que era el que más
cerca estaba de convertirse en un verdadero Caballero Jedi. Sólo Gantoris
podría oponérsele en combate pero Kyp dudaba de que fuera capaz de vencerle.
El propio Maestro Skywalker le había dicho que su habilidad con el sable
láser era mejor que la suya y que pronto podría llamarse Caballero Jedi. La
impaciencia le consumía. Sabía que aquello no era propio de un Jedi pero
todavía era un aprendiz. Había pensando en intentar aprender por si mismo,
intentar pasar al siguiente escalafón de conocimiento pero el Maestro
Skywalker les había advertido que debían estar siempre supervisados. El
querer avanzar demasiado deprisa y por uno mismo es lo que había llevado a
Anakin Skywalker a caer en el Lado Oscuro. Aunque había otra forma de
aprender sobre seguro.
Se levantó del cómodo asiento en el que estaba. Miró a sus compañeros, cada
uno estaba concentrado en sus ejercicios excepto Nichos y Cray que estaban
acaramelados en el sofá. Ninguno le prestaba atención así que se dirigió
hacia las habitaciones. La habitación de los bebés tenía la puerta abierta e
Invierno vigilaba con atención. Utilizando la Fuerza para golpear la pared y
así despistar a la alderaaniana, Kyp pudo pasar sin problemas. La siguiente
puerta presentaba una mayor dificultad. Detrás se encontraba el holocrón
Jedi donde se guardaban las enseñanzas del Maestro Jedi Qui-Gon Jinn,
tendría que saber el código para poder entrar. El truco que pretendía
realizar era difícil. Concentrándose en la Fuerza podía detectar qué teclas
estaban más desgastadas, eso le daría los números pero el orden era más
complicado. Tendría que percibir la esencia de quienes la habían pulsado y
llevar su mente hacia el pasado.
Cuando acabó estaba totalmente empapado en sudor pero había valido la pena.
Entró en la habitación. Estaba totalmente a oscuras. El holocrón flotaba en
el medio. Kyp se acercó pero antes de que pudiera tocar el holocrón una hoja
blancovioleta se paró a escasos centímetros de su garganta. Mara Jade
Skywalker siempre había sido muy directa.
- Creía que Luke os había advertido de usar el holocrón sin su permiso.
- Yo. no. es decir yo sólo
- Si dices "buscaba el baño" me sentiré insultada. Ven, reúnte con tu
compañero.
- ¿Quién?
Al otro lado de la habitación, Gantoris flotaba a varios metros del suelo
cruzado de piernas. Kyp se acercó a él y se colocó en la misma posición.
- Me gustaría saber qué dirá Luke si supiera que sus alumnos no saben abrir
una simple cerradura.
- ¿Qué?
- Os habéis equivocado en dos números muchachos. Tendréis que practicar
más -Mara sonrió ampliamente lo que asustó a los aprendices, nunca sonreía-.
Y qué mejor manera de practica vuestra concentración y resistencia que
cambiarles los pañales sucios a nuestros queridos bebés.
En ese momento la puerta de la habitación se abrió el la carcasa dorada del
androide Cetrespeó irrumpió en la estancia.
- Ama Mara tengo que informarle. ¡oh cielos! Amo Kyp, amo Gantoris, ustedes
no están autorizados a estar aquí.
- Ya me he ocupado de ellos Trespeó. ¿Qué ocurre?
- El Amo Han acaba de llegar a Coruscant.
- Está bien voy para allá. Trespeó, encárgate de que estos dos cuiden de los
bebes en mi ausencia.
No podía creerse lo que estaba viendo. Sabía que había criaturas viles el
Universo, se había enfrentado a muchas y había comido con otras pero nunca
se había encontrado con tales seres retorcidos llenos de maldad y vileza. Se
hacían llamar periodistas. A su llegada a Coruscant se había encontrados con
decenas de ellos de todas las razas de la galaxia. Le estaban esperando para
coger la imagen del marido de la asesina más famosa de toda la historia
porque eso era lo que era Leia para ellos, una asesina, no habría juicio ni
nada, ya estaba condenada por la prensa. Cosas como la presunción de
inocencia no les importaban. Se armó de valor y se aseguró de que la carga
de su desintegrador estuviese a tope. por si se le agotaba la paciencia.
- Vamos allá Chewie
- Rooorrghggh
- No, no puedes abrasarlos con los motores del Halcón a plena potencia
- ¿Graaaaaaaaaaao?
- Tampoco a media potencia. Salgamos de una vez
La compuerta del Halcón se abrió. Decenas de cámaras flotantes grababan su
imagen. Algún político había tenido la amabilidad de mandar tres guardias de
seguridad que estaban al fondo intentando controlar a los periodistas sin
conseguirlo de ninguna forma ante el gran número de éstos. Inmediatamente
Chewbacca se puso a rugir ferozmente, intentando apartar a los reporteros
pero éstos no debían de tener ganas de conservar sus brazos porque no se
apartaban del camino. Entonces llegó ella, melena rojiza al viento quien
estuviera observando el cielo en aquel instante sólo podría ver una
plataforma a unos diez metros de altura. Ningún ser humano podría saltar esa
altura y caer sin romperse una pierna como mínimo. Pero Mara Jade Skywalker
estaba lejos de ser una humana normal.
- Mara
- Solo
- Ahora somos familia, puedes llamarme Han
- Claro que puedo, Solo -cogió su sable láser y lo encendió. Rápidamente
todos los periodistas se apartaron-. Bien, vamos a ir hacia el
turboascensor. si alguien se acerca podrá aparecer en un programa de
testimonios contando cómo le corté el brazo.
Todos los reporteros se apartaron y Mara, Han y Chewbacca pudieron llegar
sin problemas hasta el turboascensor donde ya pudieron relajarse, libres del
acoso de la prensa.
- ¿Cómo están las cosas? -preguntó Han-.
- Luke ha salido a buscarla -dijo Mara-. Pero Coruscant es demasiado grande,
incluso para él. No sé si podrá encontrarla.
- Si algo me ha repetido tu marido durante todos estos años es que el tamaño
está en tu mente. Además contamos con ayuda.
- ¿Ayuda? ¿Qué tipo de ayuda?
- Si te lo dijera no me creerías2 Ahora contactemos con Luke y veamos lo
que ha descubierto.
El bar el Extranjero era uno de esos casos aislados de Coruscant. Situado en
la calle Vos Gesal del barrio Uscru, nadie podría imaginarse qué tipo de
clientela albergaba. Fuera, los letreros mostraban chicas de alterne que
invitaban a las diversas razas a entrar en el club y pedir lo disponible o
más. El Extranjero era un puro error en Coruscant. Los barrios superiores
,donde se encontraba el club, normalmente albergaban los locales más
prestigiosos y respetables donde las gentes de buenas voluntad y dinero
venían a divertirse. Se decía que el Extranjero había sido uno de esos club
respetables, antes, mucho antes incluso de que un Maestro Jedi y su joven
Padawan entraran persiguiendo a una cazadora de recompensas. El club había
cambiado de dueño varias veces, ahora pertenecía a un tal Berny, un celoide
de múltiples brazos que era simplemente el perfecto barman. Jaster lo había
conocido años atrás, cuando todavía era soldado de asalto. Se habían caído
bien, sobre todo porque Jaster le había salvado de unos mercenarios
barabels. Desde aquella Berny le había ofrecido el club como un lugar seguro
donde siempre tendría comida gratis. aunque Jaster nunca había estado tan
hambriento como para atreverse a probarla.
Sin embargo sí que había usado el club como lugar de reunión. Ahora esperaba
a Gozniak quien regresaba de las Regiones Desconocidas. Para no llamar la
atención, Jaster y su compañero Brizca habían acudido sin sus armaduras
mandalorianas. Era extraño, la armadura se había convertido en una especie
de segunda piel para él y andar ahora sin ella le hacía sentirse desnudo y
desprotegido. Menos mal que Gozniak llegó rápidamente. Se sentó el asiento
libre de la mesa y pidió un vaso de whisky corelliano. Jaster sacó de su
bolsillo un aparato del tamaño de su mano, lo puso sobre la mesa y accionó
el interruptor que tenía.
- La burbuja está activada. Nadie nos oirá. ¿Cómo ha ido?
- Trampeé las ataduras de Darth Talia para que pudiera escaparse y facilité
su huída del planeta. No se dio cuenta de mi presencia.
- Perfecto. ¿Se llevó los discos de información?
- Sí. Y me aseguré de que nadie notase la copia.
- Bien. Ahora sólo hay que esperara a que la República tenga esos discos y
se lanzarán encima de Darth Aveng y su Imperio.
- No lo entiendo -dijo Brizca-. Si no queremos el resurgir de los
Caballeros Jedi, ¿por qué vamos a ayudar a la República a acabar con los
Sith?
- Los Sith son todavía más peligrosos. Al contrario que los Jedi utilizan su
poder sin restricciones, son un enemigo muchísimo más duro. Si conseguimos
que luchen entre sí, quizás tengamos la suerte de que se maten los unos a
los otros -Jaster se llevó la mano rápidamente al desintegrador. Luke
Skywalker acaba de entrar en el club. Probablemente estaría buscando a su
hermana y no a ellos pero no había que arriesgarse-. Vámonos, tenemos
compañía indeseada.
Los tres mandalorianos se levantaron rápidamente y fueron hacia la puerta de
atrás para escapar del Maestro Jedi.
Su información le había llevado hasta aquí, el club El Extranjero. No sabía
si era fiable aunque todos sus sentidos así se lo indicaban. Según lo que
había averiguado, unos cazadores de recompensas habían encontrado a Leia y
la retenían en espera de que Coruscant aumentaran la sustanciosa recompensa
que habían ofrecido por su captura. Suponía que no la retenían en el mismo
club, un local de esa clase en un nivel tan alto sería el primer lugar donde
los cuerpos de seguridad investigarían. Sin embargo el jefe de los cazadores
de recompensas quizás sí estuviera ahí. Desplegando sus sentidos Jedi se
fijó en todos los presentes. Tres hombres se escapan del club por la puerta
trasera alterados por la presencia del Maestro Jedi pero éste no sentía que
tuvieran nada que ver con su hermana así que decidió dejarles ir; al fin y
al cabo había mucha gente que tenía cosas que esconder a un Maestro Jedi.
Luke se dirigió, acompañado por su fiel androide Erredos, hacia la barra
para hablar con el dueño que ejercía de barman. Se sentó en taburete libre
junto a un wookie y a un dug. Llamó al camarero.
- ¿Qué desea tomar? -preguntó el camarero de múltiples brazos-.
- Déme uno de esos -dijo señalando un líquido mitad rosa mitad verde-. Me
han dicho que por aquí se pueden encontrar cazadores de recompensas
interesantes, ¿es verdad?
- No. no sé de qué me está hablando.
- ¿Sabes quién soy?
- Lu. Luke Skywalker. el Jedi.
- Entonces sabrás que sé cuándo mientes -el barman dio varios pasos hacia
atrás asustado-. Ahora, háblame de esos cazadores de recompensas que estoy
buscando.
El barman estiró uno de sus brazos y cogió una pequeña hoja de plastipapel
que entregó a Luke. En la hoja había una dirección. Luke saludó y se fue de
club. Cogió su comunicador y habló con Mara y Han que se iban a encontrar
con él. Bajó en un turboascensor hasta los niveles inferiores y caminó
durante quince minutos hasta llegar a una calle abandonada donde la luz del
sol parecía no haber entrado. Al final de la calle había un edificio en
ruinas custodiado por dos gamorreanos y un twi´lek. Desplegó sus sentidos
Jedi, podía sentir a Leia dentro de la casa, estaba asustada, confusa y
llena de miedo. Podía sentir el Lado Oscuro dentro de ella.
- No puedes pasar -le dijo el twi´lek cuando Luke intentó cruzar la puerta-.
Luke extendió las palmas de sus manos. Inmediatamente una misteriosa fuerza
empujó a los dos guardias gamorreanos y el twi´lek apartándonos de la
puerta. El ser de las dos largas colas encefálicas fue el primero en
recuperarse de la sorpresa y sacó su desintegrador. Sin embargo éste salió
volando y se estrelló contra la pared estallando en añicos. Ante esto
ninguno de los tres guardias intentó detener a Luke. Leia estaba cuatro
pisos más arriba de la entrada así que Luke subió las escaleras despacio
hasta encontrarse con un grupo de cazadores de recompensas que le cerraban
el paso. Su líder era un ser de más de tres metros, con una musculatura
marcada sobre todo en sus cuatro brazos.
- Ríndete. Te tenemos rodeado -varios cazadores de recompensas se colocaron
alrededor de Luke con sus desintegradotes apuntándole-. Por muy Jedi que
seas no podrás desviar todos los disparos.
- Apártate. No conseguirás nada enfrentándote a mí
- ¿Eso crees eh? Mi familia mató a muchos de tus compañeros Jedi en el
pasado. Yo Kaduh te mataré ¿qué dices a eso?
- Disparad
El ruido de los desintegradotes ahogó la habitación. Kaduh calló, todos sus
compañeros habían obedecido la orden mental de dispararla a las rodillas que
no aguantaron más el peso de su corpulento dueño. Luke pasó por encima de
Kaduh y siguió hasta el fondo no sin antes ordenar a los restantes
cazarecompensas salir del edificio. Al fondo del pasillo estaba la
habitación de Leia. Abrió la puerta. La habitación estaba a oscuras salvo
por un resplandor blancoamarillo. Luke comprendió rápidamente lo que
ocurría. Con la velocidad de todo su entrenamiento Jedi llevó su mano
derecha al cinturón y desenfundó su sable justo a tiempo de parar la
arremetida que su hermana había lanzado contra él.
CONTINUARÁ
PRÓXIMO NÚMERO: ¡¡Lucha entre hermanos!!
1.- Sólo para recordar, los padres de Kyp fueron asesinado cuando protestaron públicamente por la destrucción de Alderaan. El hermano mayor de
Kyp fue obligado a entrar en las tropas de asalto donde se le aplicó la
media reglamentaria para estos casos: el lavado de cerebro.
2.- Se refiere sin duda a la aparición de Anakin Skywalker en números anteriores.
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola
Primeramente agradecer a todos los que votaron Star Wars #16 como mejor
número del mes de Julio. Muchas gracias. Además creo que es la primera vez
que ocurre que gane una serie de Marvel Tales así que doble honor.
Vayamos con los comentarios del número anterior. Esto es lo que dice José
González:
//Este numero me ha parecido un tanto pesado. Me he sentido como Wedge
Antilles a bordo del Lusankya, aburrido, ansioso de acción. Tanta intriga
política cansa. Y más en mi caso, que olvido parte del argumneto a los diez
minutos :)\\
Bueno, acción tampoco te encontrarás en este número (más que nada porque es
un número de poner a los personajes en su sitio para seguir avanzando la
trama). De todos modos acción tendrás y en grandes cantidades dentro de muy
poco, cuando cambiemos al Rollo 6 :P
Y este mes contamos con la colaboración única de Kurt Busiek rehaciendo a su
manera uno de los elementos claves de la saga:
- Leia. Leia es mi hermana
- Tu instinto te sirve bien. Cuando erais pequeños (ver Episodio 3 o no) os
apartamos de vuestro padre, Darth Vader (ver Episodios 1, 2, 3, 4, 5 y 6
para comprender la historia) que se había pasado al Lado Oscuro (ver
Episodios 2 y 3) por causa de las maquinaciones del Emperador (ver Episodios
1, 2, 3, 5 y 6) Yo, Obi-Wan Kenobi (ver Episodios 1, 2, 3, 4, 5 y 6)
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