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PORTADA
Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana...



Star Wars

STAR WARS #12
Oscura Serenata III
Guión y portada: Ben Reilly
Guía de Personajes

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CORUSCANT

Leia Organa Solo había llevado una vida muy movida. Desde que nació y sin que ella lo supiera fue separada de su padre biológico y llevada a Alderaan donde se crió como la hija del Virrey y Senador de la Antigua República Bail Organa. Mientras crecía iba aprendiendo el arte de la diplomacia llegando a conseguir el cargo de senadora a una temprana edad. Como senadora e hija adoptiva de uno de los fundadores de la Alianza rebelde, Leia se fue introduciendo cada vez más en el organigrama de la Alianza sobre todo los días posteriores al Tratado de Corellia que unía las tres grandes facciones rebeldes. Actuando como agente doble Leia consiguió gran cantidad de información hasta el día en que fue capturada por Darth Vader a bordo del Tantive IV. A partir de ahí las cosas se precipitaron y Leia dejó a un lado su faceta más política para inmiscuirse más directamente en la acción. Con la caída del Emperador en Endor y la consolidación de la Alianza como algo más que un grupo de insurrectos, Leia ejerció una gran labor diplomática uniendo planetas no sólo por las armas, si no por convicciones y tratados. Ahora, tras la muerte de Mon Mothma1 y como Primera Ministra, era la número uno de la República. Y se enfrentaba a graves problemas. Los Hutt, señores del crimen galáctico, habían iniciado una agresiva campaña contra los mundos exteriores de la República anexionándose varios de ellos con una poderosa flota de guerra que parecía haber salido de la nada. Por si fuera poco una epidemia de hambre amenazaba con extenderse a todo un sistema al perderse varios cargueros con potentes productos químicos necesarios para la fabricación de alimentos en ese sistema. Y para rematar una acusación de soborno que recaía sobre varias decenas de senadores que dejaba al Senado medio vacío y ponía bajo sospecha a muchos de sus miembros, antiguos imperiales reconvertidos a la demócrata Nueva República.

Ahora mismo estaba en el Senado intentando poner orden en la discusión que se había iniciado cuando el senador de Chandrila había acusado al senador de Tabian de ser un agente doble imperial. La falta de confianza de los senadores entre sí estaba abriendo grietas importantes en el seno del Senado y a Leia le venía todo demasiado grande. Le venía demasiado grande porque unos días antes se había visto ascendida a número uno de la República pero sin las ventajas que tenía ser número uno; le venía grande porque tenía dos hijos recién nacidos que pasaban más tiempo con su niñera y su droide que con ella; le venía grande porque su marido y su hermano se habían marchado justo cuando más los necesitabas; y le venía grande porque estaba harta de tener que mantener la formalidad, harta de tener que callarse sus opiniones, sus dudas, sus incertidumbres, sus sospechosas sobre todo lo que estaba ocurriendo para no ofender a un puñado de senadores que no tenían más poder que el de la voz pública. Y en ese momento todo se le vino encima y estalló. El grito que emitió pidiendo silencio se escuchó por encima de todas las discusiones e hizo estremecerse a más de un senador con fama de duro. Todos los senadores se quedaron mirando a Leia a medio camino entre la sorpresa y la inquietud.

- Ahora procederemos a la votación -dijo pausadamente recobrando el habitual tono pausado y distinguido-.

Rápidamente y antes de que alguien se le adelantara Borsk Fey´lya adelantó su plataforma para dirigirse al Senado.

- Solicito un aplazamiento. No creo apropiado decidir sobre la posibilidad de iniciar un conflicto bélico contra los Hutt sin contar con la presencia de la totalidad de nuestros senadores.

Leia maldijo para sí. Fey´lya estaba jugando a un juego muy peligroso, poniendo en peligro millones de vidas inocentes. Tenía una entrevista con él tras la reunión del Senado, le iba a dejar las cosas bien claras y si no atendía a razones, bueno, entonces habría un serio problema.

Aún a su pesar Leia llevó a cabo la votación para el aplazamiento de la decisión que fue aprobada por más de tres cuartos de la cámara. Sin más temas por discutir concluyó la sesión. Leia recogió sus cosas y se fue rápidamente hacia el Gran Pasillo evitando a todos los que se la acercaban. Tenía ganas de llegar a su habitación y practicar un poco con su sable láser. Últimamente practicaba mucho, al principio le costaba mucho usar el sable láser, venía de una educación pacifista y había pasado por lo mismo la primera vez que cogió un desintegrador. Ahora que estaba adaptada disfrutaba cada vez más y más de la sensación de tener todo ese poder entre las manos y poder usarlo a discreción contra los remotos.

Cuando se acercó las puertas del turboascensor se abrieron automáticamente pero antes de que se cerraran el Almirante Ackbar entró apresuradamente. Leia le saludó de mala gana, quería estar sola un rato pero parecía que no habría modo de hacerlo.

- Interesante sesión -comentó Ackbar intentando parecer despreocupado-.

- Me ha parecido igual que las últimas cuatro. Discusiones y discusiones para pedir un aplazamiento. La próxima vez pienso poner un holograma mío en el centro y que Trespeó despache a los senadores.

- Princesa. ¿qué ha ocurrido hoy en el Senado? No es propio de usted perder la calma.

Que Ackbar se mostrara preocupado era una cosa, pero que la llamara por su título de princesa encendió en Leia una alarma interna sobre lo que había pasado hoy.

- Perdí los nervios por un instante. Esta situación está acabando conmigo.

- Princesa no puede desmoronarse, ahora mismo la necesitamos más que nunca.

- Estoy bien tranquilo, sólo fue un pronto, demasiado trabajo y pocas horas de sueño.

Ackbar no parecía muy seguro de ello pero asintió. A veces era mejor dejar un tiempo para que las cosas se arreglasen por si solas y no insistir y empeorarlas. Además todo se arreglaría en cuanto la INR2 comprobara la veracidad o no de las acusaciones contra los senadores.

- De acuerda princesa. Pero hágame un favor, cuídese.

- Entendido.

Las puertas del turboascensor se abrieron y Leia salió hacia su habitación. Cuando entró vio a Invierno dando de comer a los dos niños. Se acercó a sus dos hijos y les dio un beso en la cabeza. Como respuesta sólo obtuvo un "gu" bastante corto y unas radiantes sonrisas.

- Vaya, gracias. ¿Qué tal se han portado?

- Como siempre: comen y duermen. No hacen mucho más

- No te quejes, cuando empiecen a andar y a hablar tendrás muchos más problemas.

- Claro. ¿te preocupa algo Leia?

La antigua princesa de Alderaan sonrió. Invierno se había criado con ella en el palacio y entre otras muchas habilidades siempre había sabido lo que le pasaba a Leia por la cabeza. Por muy mal que se sintiera Leia no podía engañar a Invierno, era su más antiguo amiga y era de las pocas alderaanianas que quedaban.

- Es el Senado. Fey´lya sigue con sus estrategias, no sé qué planea demorando nuestro intervención contra los Hutt.

- He estado viendo la sesión por la holovisión. Todo eso no me gusta nada, hay demasiados interrogantes en juego.

- Y demasiadas crisis al mismo tiempo. Pero lo que me preocupa es de dónde habrán sacado los Hutt semejante cantidad de naves y hombres. Madine no tiene nada, ni tan siquiera un rumor sobre la procedencia de las naves.

- Quizás deberíamos tocar otras fuentes de información que en el pasado nos han servido su ayuda.

- ¿A qué te refieres?

- Karrde y sus amigos contrabandistas.

- No perdemos nada con intentarlo. ¿Quieres hacer los preparativos? Yo voy a practicar un poco con el sable láser antes de mi encuentro con Fey´lya.

- Últimamente pasas mucho tiempo practicando con el sable láser.

- Es relajante y me ayuda a mantenerme en forma. No veas fantasmas como Ackbar por favor.

- Tranquila. Sé que sabes cuidarte. Voy a ver qué puedo hacer con Karrde.

- Está bien.

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REGIONES DESCONOCIDAS

Darth Aveng estaba sentado en su trono mientras reflexionaba en silencio mirando el mapa de la Galaxia con todo el despliegue militar que había hecho los Hutt. A su lado estaba el Almirante Garnet. Llevaba allí de pie casi veinticuatro horas, sin moverse, sin hablar, sin comer y sólo porque Lord Aveng se lo había ordenado. Ya había caído bajo su control.

Miró por última vez el mapa galáctico. Lord Talia debería de estar llegando a Birmat al igual que el Halcón Milenario. Tener al retoño de Skywalker en sus manos podría ser una valiosa baza a su favor.

Volvió la mirada hacia los libros que estaba leyendo y escribiendo. El compendio del Lado Oscuro estaba acabado. El primer volumen llamado el Libro de la Ira y escrito por Palpatine en persona versaba sobre los inicios en el Lado Oscuro, la seducción del Reverso Tenebroso y sobre cómo orientar esa ira hacia fines destructivos. El segundo volumen también escrito por Palpatine llamado la Debilidad de los Inferiores hablaba sobre cómo controlar a los inferiores, es decir a las mujeres y a los alienígenas, sin que mediara violencia. Por último el tercer volumen había sido empezado por Palpatine pero no acabado. Darth Aveng había acabado. Era quizás el libro más importante, se titulaba la Creación de Monstruos y como su nombre indica habla sobre la creación de fieles siervos al Lado Oscuro como Darth Aveng tenía a Lord Talia. El compendio aseguraría la pervivencia de los Sith más allá de su vida. Muy pronto descubriría la mano que tenía guardada para hacerse con el control de la galaxia y los Jedi no tendrían oportunidad de defenderse.

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BIRMAT

El Faissin casi había acabado con ellos. Intentar llegar a la ciudad sin que les atrapara había resultado un gran desafío y sólo la pericia de Han como piloto y la buena puntería de Lando y Braztias les permitieron llegar a las afueras de la ciudad. Una vez allí los cañones automáticos se activaron y comenzaron a disparar al Faissin que, pese a todo, destruyó dos cañones antes de acabar metido de lleno en una red energética donde fue tiroteado hasta su muerte.

Con el deslizador a punto de estallar se internaron en la ciudad dirigiéndose casi inmediatamente a los bajos fondos donde abandonaron su vehículo y se colocaron varias túnicas que los ocultarían entre la muchedumbre. Caminaron dando rodeos y sin hablar mucho para no llamar la atención. Al final llegaron al Ojo en el Cielo, una pequeña cantina donde los más diversos alienígenas bebían y comían en silencio, ocultándose de las autoridades locales. Han, Lando, Kyp y Braztias fueron a una pequeña mesa en un rincón oscuro.

- ¿Ves a alguno de los tuyos? -preguntó Han sin dejar de inspeccionar la cantina y manteniendo la mano sobre el desintegrador-.

- Algunos. Sólo jefes de grupo.

- No les llames por ahora. Esperemos a que vengan algunos más.

- Creo que necesito un par de explicaciones antes de seguir con esto -dijo Braztias-. Nunca nos hemos arriesgado tanto, los Jedi.

- Los Jedi están muertos, probablemente desde hace poco.

- ¿Qué dices?

- ¿Los has visto acaso?

- No pero.

- Hace mucho que pasó su época. Probablemente fueron envenenados como lo fue Garitha. Palpatine no dejaba cabos sueltos.

- Estás diciendo tonterías.

- ¿Ah sí? ¿Sabes lo que hay en este planeta que muy pocos planetas poseen?

- Ni idea.

- Especia, Brillestim para ser más exactos. En mis tiempos de contrabandista Chewie y yo transportamos un cargamento desde aquí para Jiliac el Hutt.

- Y el Sol Negro tomó partido en la situación -dijo Lando-. Sobre todo después Kessel se independizase del Imperio y empezara a comerciar libremente. Necesitaban algo con lo que contraatacar en el mercado.

- Exacto. Kessel es el mayor productor de especia y está cerca de mundos afiliados con la República así que la invasión armada bien podría llevar a un conflicto del que el Sol Negro no podría sacar nada en claro.

- Pero si no hay Jedi, ¿cómo pueden saber lo que pasa en toda la ciudad?

- Por dos razones. La primera es bien sencilla, si sabes que unos tipos pueden saber que cometes un robo hagas como hagas vas a cuidarte mucho de hacerlo. Y segundo: cámaras de seguridad.

- ¿Por toda la ciudad? Imposible.

- ¿Quién las necesita por toda la ciudad? Los únicos que montáis líos sois vosotros. Tu mismo dijiste que durante un tiempo pudisteis campar a vuestras anchas por al ciudad y que luego ni Kyp podría protegeros. Os han estado engañando todos estos años.

- ¿Y qué pretendes hacer?

- Atacar el edificio del gobierno donde se supone que están los Jedi. Ahí debe estar el centro de control. Pero antes debemos inspeccionar el lugar, obtener algún tipo de plano y planear cuidadosamente una incursión. Y.

La mirada de Han se posó en varios guardias de seguridad que se dirigían rápidamente hacia allí con sus armas desenfundadas.

- Nos han descubierto. Larguémonos ya.

- ¡¡Alto!!

Antes de que el guardia llegara hasta Han tropezó con el pie de una joven y cayó al suelo de bruces. Rápidamente la joven fue rodeada, no parecía nerviosa.

- ¿Qué cree usted que está haciendo?.

La mujer parecía no darse cuenta de la presencia de los soldados y miró hacia Han con una sonrisa en la boca.

- Hola Solo, al fin te he encontrado.

- Señorita va a tener que venir con nosotros. Atacar a un oficial de seguridad es un delito muy grave.

- ¿Qué? Oh sí, claro.

Un relámpago azul y blanco inundó toda la cantina. En un abrir y cerrar de ojos la mujer había cogido su sable luz, lo había activando y se había girando velozmente cortando el brazo del guardia más próximo. Inmediatamente Han y Lando comenzaron a disparar a los otros guardias.

- Nunca entenderé la manía que tenéis los Jedi con cortar brazos3

- Yo también me alegro de verte Solo. Ahora vayámonos de aquí. Tu wookie espera fuera con unos amigos.

Todos salieron de la cantina para encontrarse a Chewbacca, Pinej y Dorsk81 luchando contra más guardias.

- Eh, viejo amigo. ¿Qué tal te van las cosas? -preguntó Han mientras disparaba-.

Chewbacca emitió un gruñido a modo de risa. Todo el grupo se largó a la carrera del lugar. Tenían que llegar al espaciopuerto y largarse de allí lo más deprisa posible pero Braztias parecía tener sus dudas.

- ¿Cómo habéis logrado pasar sobre le Destructor? -preguntó Han-.

- ¿Qué Destructor? No detectamos nada al llegar -dijo Mara-.

- ¿Y qué hacemos con nuestra gente? -preguntó Braztias-. No puedo dejarles así.

- Iremos a Coruscant, informaremos y mandarán un grupo de asalto -dijo Han-.

- Eso podría ser más difícil de lo que piensas.

- ¿Qué ha pasado?

- Realmente este no es el momento Solo -dijo Mara en un tono más cortante aún de lo habitual-.

- Por cierto has engordado mucho Mara -dijo Han para hacer enfadar un poco a Mara. Entre ser antigua agente del Emperador y haber intentando matar a su cuñado no guardaba muchas simpatías hacia ella-.

- Gracias por el cumplido Solo. La próxima vez quizás tarde un poco más en venir a rescatarte.

Se encontraron a un par de guardias pero los abatieron sin ningún problema. Tuvieron que recorrer a la carrera tres calles antes de llegar al espaciopuerto y meterse en el hangar donde el Halcón les estaba esperando.

- Después de volar en esa lata mi opinión sobre tus habilidades de pilotaje y tu valentía ha mejorado mucho, Solo.

- Muy graciosa.

Se acercaron hacia el carguero pero cuando iban a subir por la rampa se vieron empujados lejos de la nave por una fuerza invisible.

- ¿Alguna nueva y extraña mala modificación Solo?

- Seguro que aliento de serpiente Krat ha dañado algún sistema.

- No deberías haber comprado esos repuestos en la holotienda.

- O puede que todo sea culpa de ella -dijo Kyp señalando a una mujer vestida totalmente de negro que había aparecido detrás del viejo carguero con una decena de guardias siguiéndola-. Parece muy fuerte.

- Lo es -dijo Mara encendiendo su sable láser y poniéndose en posición de defensa-. Y es de lo malos.

- Menos mal que te tenemos con nosotros para decirnos esas cosas, genio-dice Han mientras dispara hacia Darth Talia quien desvía los disparos con la palma de la mano-. Odio que me hagan eso.

- Dejad las armas en el suelo -dijo Darth Talia usando la Fuerza para que su voz sonara más autoritaria-.

- Ni hablar.

Talia sonrió. Con un breve movimiento de mano y aplicando la Fuerza todas las armas de los héroes volaron de sus manos a excepción del sable láser que Mara había conseguido mantener consigo. Rápidamente los soldados apuntaron a los héroes que levantaron las manos a excepción de Mara.

- Parece que quieres pelea.

- Así es.

- No quisiera herir a tu retoño. Sería un buen sirviente del Lado Oscuro como lo fue su abuelo.

- ¿Estás embarazada? -preguntó Han sorprendido-.

- ¿Quién es el genio ahora? Claro que estoy embarazada.

Darth Talia cogió su sable láser y lo activó. La hoja blancorojiza resplandecía por toda la plataforma del hangar. Mara se puso inmediatamente en posición de defensa, era hora de aplicar todo lo que sabía sobre la Fuerza.

CONTINUARÁ

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1.- MarvelTopía: Star Wars #9

2.- Inteligencia de la Nueva República

3.- Contad los brazos que son cortados en las pelis por los Jedi, fliparéis ;)

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PRÓXIMO NÚMERO: Leia se entrevista con Fey´lya y Mara se enfrenta a Darth Talia. Oscura Serenata IV

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LA TASCA DE MOS EISLEY Holadola

Bueno, ya casi, ya casi se acaba la primera parte de la primera gran saga. Al fin dirán algunos, ¿la siguiente será tan grande como esta? Pues tendréis que averiguarlo en el número que viene.

Que la Fuerza os acompañe

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