CORUSCANT
Leia esperaba en la plataforma norte del Palacio Imperial intranquila por
todo lo que había pasado en los últimos minutos. Poco después de que Mara se
hubiera ido recibió un mensaje de Seguridad indicándole que el Halcón
Milenario regresaba a casa. Sin embargo, en la aproximación a Coruscant los
códigos que habían transmitidos eran incorrectos. Hacía unos meses, y para
reforzar la seguridad, los códigos de identificación que se habían grabado
en el Halcón eran falsos y sólo Han, Chef, Luke, Leia e Invierno conocían
los verdaderos códigos que había que transcribirlos a la computadora
manualmente. Quien viniera en el Halcón desconocía ese detalle.
Miró hacia atrás y vio a Chewbacca acompañado por dos guardaespaldas Noghri
y por varios agentes de Seguridad de palacio. Leia había insistido en que se
quedasen atrás para no levantar sospechas, quizás Han y Lando estuvieran
prisioneros dentro del Halcón y sus secuestradores vinieran a pedir un
rescate.
Leia ya podía ver al Halcón aproximarse a la plataforma. Desplegó sus
sentidos Jedi. Sólo había dos personas dentro, una estaba totalmente
concentrada en el aterrizaje mientras que la otra era un manojo de nervios
sin embargo notaba algo extraño en esa segunda persona. Era una sensación
rara, aquel ser pese a su seguridad parecía tener un gran poder interior. De
pronto Leia comprendió lo que era aquella sensación y el miedo hizo que su
mano fuera directamente hacia el sable láser. Uno de los dos tipos podía
utilizar la Fuerza. Se obligó a calmarse pese a todas las imágenes que
pasaban por su cabeza.
El Halcón se posó en la plataforma. Pocos segundos después la pasarela se
abrió y dos personas bajaron, una era un humano con varias cicatrices; el
otro era una alienígena de una raza que Leia no conocía. Los dos se
dirigieron a su encuentro y la saludaron.
- ¿Usted es la Primera Ministra Leia Organa Solo? -preguntó el humano-.
- Así es.
Leia utilizó una técnica de relajación Jedi para centrarse. No quería que
todo acabase en un intercambio inútil de disparos.
- Mi nombre es Pinej y mi compañero se llama Dorsk81. Traemos un mensaje del
gobernante de Galagea. Sentimos no haber llegado antes pero la nave se
estropeó.
La mente de Leia pensaba a toda velocidad. Que el Halcón se hubiera
estropeado era algo bastante increíble y más cuando las dos personas que lo
pilotaban no conocían las peculiares mejores que Han le había introducido a
lo largo de los años. Mientras pensaba todo eso se dio cuenta de que Pinej
había metido la mano en el bolsillo, probablemente para sacar el mensaje. Y
en ese momento Leia se dio cuenta de que su protección no pensaría como
ella. Incluso desde su posición pudo oír cómo Chewbacca rugía
amenazantemente y se preparaba para disparar. Si mataban a Pinej y a
Dorsk81 le sería más difícil saber qué había sido de Han. Sólo podía hacer
una cosa. Se relajó, liberó su mente de todo pensamiento cerró los ojos y
contacto con ese campo de energía místico que mantiene unida a la galaxia,
la Fuerza.
Cuando abrió los ojos vio a los dos Noghri y a Chewbacca mirarla con los
ojos muy abiertos. Estaban desarmados. Sus armas estaban en el suelo
destruidas por los disparos que habían efectuado. Leia no se acordaba de
nada. Sabía que Luke había pasado por algo similar cuando se unía
íntimamente con la Fuerza pero Leia jamás había sentido esa desorientación.
Había sido fantástico sin embargo también había sentido una sensación de
desasosiego, de tragedia que no podía quitarse de la cabeza.
- Tranquilos. No pasa nada -dijo tanto para si como para los demás-. Y ahora
déjame ver ese mensaje.
Pinej sacó un pequeño holoproyector donde apareció la figura de Gantoris, el
líder del planeta Galagea.
- Saludos Primera Ministra. Soy Gantoris, gobernador de Galagea. No tengo
mucho tiempo para avisarla. Su marido y su amigo se dirigen hacia Birmat
allí serán entregados al Sol Negro. Espero que mis hombres puedan ayudarla.
El holograma desapareció. Leia miró a Dorsk81 y a Pinej y supo
inmediatamente que habían llegado demasiado tarde. Probablemente Han
estuviera ahora en manos del Sol Negro. Si quería salvarlo tendría que salir
inmediatamente de Coruscant.
- Chewbacca prepara el Halcón. En cuanto avise a Mon Mothma y a Invierno
saldremos para Birmat.
Chewbacca rugió a modo de respuesta. Leia abandonó la plataforma y fue a sus
dependencias donde el General Rieekan le esperaba nervioso en la puerta.
Supo inmediatamente que algo iba mal.
- ¡Princesa! Menos mal que la encuentro. Los de Seguridad me dijeron que
había salido y que estaban intentando localizarla.
- ¿Qué ha ocurrido?
- Mon Mothma ha muerto.
GALAGEA
Por más que lo había intentando evitar su oscuro sueño se había cumplido. El
Sol Negro se había enterado de la partida del Halcón. Al parecer la nave
había tenido que detenerse en varios puntos del camino para efectuar
reparaciones, la última había sido demasiado cerca de Coruscant como para no
sumar dos y dos. Cuando los jefes de Gantoris se enteraron de su traición,
éste no tardó en ver la amenazadora y poderosa figura de un Destructor
Estelar clase Imperial surcando los cielos.
Galagea, como casi todos los planetas de la galaxia no contaba con escudos
planetarios. Ni siquiera tenía naves de combate con las que defenderse así
que el Destructor alcanzó sin problemas la órbita del planeta y comenzó un
corto pero destructivo bombardeo. Cualquier signo de civilización que
hubiera tenido Galagea estaba destruido, incluidas las ciudades
subterráneas. Pocos habían sobrevivido, Gantoris se afanaba en intentar
abrir la puerta de su habitación que parecía haber quedado atascada durante
el bombardeo. Si no salía pronto se quedaría sin aire.
Mientras empujaba la puerta con todas sus fuerzas pensaba en Pinej y en
Dorsk81, la mala suerte había hecho que su nave se estropeara facilitando
las cosas para el Sol Negro.
- ¿Gantoris?¿ Está ahí Gantoris?
Gantoris apenas podía oír a quien le llamaba. Contestó y se apartó de la
puerta cuando se lo ordenaron. A continuación pudo ver cómo la puerta
empezaba a aparecer una hoja de sable láser que cortaba la puerta. Cuando la
puerta cedió ante el sable, Gantoris pudo ver que su salvador era un hombre
vestido totalmente de negro.
BIRMAT
Han y Lando se habían quedado de piedra. La mujer que estaban viendo
afirmaba ser una antigua Jedi que algunos años atrás había contraído una
enfermedad degenerativa que la mantenía al borde la muerte.
- ¿Una Jedi? -Han todavía no acaba de creárselo. A lo largo de los años se
había encontrado con miles de personas que afirmaban ser antiguos Jedi, casi
tantas como las que decían ser la madre perdida de Leia y Luke-.
- Sí. Cuando llegué aquí estaba a punto de terminar mi entrenamiento. De
hecho era la misión que probaría si era apta para ser una Jedi. Nunca se me
permitió terminar. Los Jedi que estaban aquí y yo fuimos atacados por los
hombres de Palpatine. Supongo que yo fui la que salió peor parada.
- ¿Los Jedi lograron oponerse a Palpatine? -preguntó Han que intentaba
encajar toda la historia con lo que sabía-.
- Sí. no. no sé. Nunca noté sus muertes pero tampoco puedo sentir su
presencia ahora. Quizás sea culpa de mi enfermedad, hace ya tanto tiempo que
me consume.
- ¿Qué ocurrió? -preguntó Han-.
- No lo sé. Llegué aquí en misión oficial, querían solucionar el problema
con los Jedi que se había hecho con el control de este planeta. Cuando pisé
tierra empecé a sentirme mal pero gracias a la Fuerza me mantuve fuerte unos
meses pero nunca logré terminar mi misión. Y los Jedi ya no podían ayudarme.
Pero no sirve de nada recordar el pasado, tengo algo para vosotros.
Con dificultades Garitha se incorporó. Tambaleándose y con ayuda de Lando se
dirigió hacia un pequeño baúl que abrió al pasar su dedo por la cerradura.
- Un viejo amigo me dio esto hace tiempo cuando vino a visitarme. Me dijo
que se lo guardara y que ya sabría a quién dárselo cuando llegara el
momento. Creo que no llegaré a ver a esa persona pero vosotros sí que
podréis.
Del baúl Garitha sacó un pequeño cubo que cabía perfectamente en su mano.
Parecía estar hecho de madera y por los lados tenía diversas figuras. En una
de las caras se podía ver una mano sujetando una espada de luz encendida
enmarcada en un círculo. También había varios signos de quemaduras
- ¿Qué es eso? -preguntó Han-.
- Un holocrón.
Han y Lando miraron el uno hacia el otro y encogieron los hombros. Garitha
suspiró.
- Antiguamente los Holocrones eran los instrumentos donde los grandes
Maestros Jedi guardaban todo su conocimiento. Cuando un Jedi pone la mano
sobre el Holocrón éste se activa y una imagen holográfica del Maestro Jedi
aparece. El Jedi entonces puede preguntarle al Maestro Jedi cualquier duda
que le surja en su entrenamiento. Lamentablemente los Maestros Jedi dejaron
de hacerlo y la tradición se perdió. Éste en concreto es del Maestro Qui-Gon
Jinn que intentaba recuperar la tradición. Lamentablemente murió antes de
poder completarlo y aún por encima ha sufrido muchos daños que impiden
acceder a diferentes trozos de información. Dádselo a Skywalker aunque
quizás ya no lo llegue a necesitar.
- ¿Qué quieres decir? -aquella advertencia había inquietado a Han-.
De pronto todo el edificio empezó a temblar. Kyp entró rápidamente en la
habitación, parecía bastante nervioso.
- ¡Nos atacan!
Han miró por la ventana. Una avanzadilla de AT-AT se acercaba rápidamente
destrozando todo a su paso. Los hombres de Garitha habían empezado a
desmontar el campamento y unos cuantos intentaban frenar a los AT-AT. Pero
Han sabía que era inútil, había visto lo que los AT-AT eran capaces de hacer
cuando atacaron la base rebelde de Hoth y este grupo no contaba ni con la
mitad del arsenal del que la Alianza había dispuesto.
- Tenéis que iros -dijo Garitha que miraba preocupada el transcurso de la
batalla-. Kyp, llama a Braztias y dile que evacue a todo el mundo a las
cuevas del norte.
- Entendido. Llamará a Laila para que te lleve al deslizador.
- No.
- ¿No?. Pero Garitha.
- No digas nada jovencito. Yo me quedaré aquí para daros algo de tiempo.
Kyp asintió con lágrimas en los ojos y salió corriendo.
- Y tu Han Solo, prométeme que llevarás a Kyp ante Skywalker. El chico tiene
mucho potencial, si se sabe enfocar podría ser uno de los Jedi más poderoso
que haya existido.
- Claro
- Y ahora iros, si os quedáis aquí sólo compartiréis mi destino.
- Pero nosotros.
Garitha fue hacia el mismo baúl que había abierto antes y cogió un sable
láser. Acto seguido fue como si sufriera una transformación. Su espalda se
enderezó, sus brazos que hasta entonces estaban caídos cobraron nuevas
fuerzas y su paso titubeante se volvió firme. Han y Lando no daban crédito a
lo que veían.
- La Fuerza es muy poderosa. Me he pasado los últimos veinte años en reposo,
estoy rebosante de fuerzas. Ahora iros, aquí no podéis hacer nada.
Han y Lando se fueron. Abajo un deslizador les esperaba. En pocos segundos
se fueron alejando a toda velocidad dejando a los lentos AT-AT que destruían
todo el campamento base.
CORUSCANT
Leia observaba cómo el Halcón despegaba. Chewbacca, Corran Horn, Mara Jade,
Dorsk81 y Pinej había partido en busca de Han y Lando. Leia deseaba con
todas sus fuerzas estar allí pero la muerte de Mon Mothma impedía que se
fuera en busca de su esposo. Y aún por encima tenía que resolver varios
problemas económicos muy serios y la una flota Hutt había empezado a atacar
mundos de la frontera. Apostaría todos los créditos del Universo a que los
tres incidentes estaban relacionados.
- Princesa Leia -dijo el General Rieekan-. El Senado nos espera.
- Un momento.
"Luke, ¿dónde estás ahora que te necesito?"
PRÓXIMO NÚMERO: Más cosas sobre Birmat, más cosas sobre Jaster (el asesino
de Mon Mothma) y Leia en el Senado de la República. Todo ello en Oscura
Serenata I
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola
Bueno, un número corto para acabar una saga o una de mis sagas que no tienen
unidad temática y que sólo parecen tener un mismo título por capricho del
guionista (lo cual es verdad). Esta vez no tenemos cartas así que me despido
sin más con la dirección de siempre para mandar lo que queráis:
ben_reilly@terra.es