EL CORREDOR DE CAMEBAR
La sección del espacio conocida como el Corredor de Camebar es un punto poco
transitado entre las rutas espaciales debido en parte a su peculiar y
peligrosa composición. El Corredor está compuesto por varios cuerpos
celestes que debido a la gravedad que desprenden hacen que las naves no
puedan viajar por el Hiperespacio, pudiendo sólo navegar por el espacio
normal a través de un pequeño corredor, de ahí el nombre del Corredor de
Camebar. Todo esto provoca que los pequeños y medianos comerciantes no
utilicen demasiado la ruta ya que implica un viaje de tres días a velocidad
sublumínica con el consiguiente aumento de coste en el combustible. Sin
embargo, todas estas desventajas también hacen que la ruta sea
considerablemente segura, así que las grandes mercancías o las mercancías
peligrosas son transportadas por el Corredor.
Ahora mismo, un convoy con diversos productos químicos discurre por el medio
del Corredor, protegiendo el convoy se encontraba un escuadrón de Alas-A de
la Nueva República. Todavía estaban a mitad del recorrido y andaban muy
justos de tiempo. Los productos químicos que transportaban tendrían que ser
entregados en dos días en el planeta Orderón para poder seguir con la
producción alimentaria de todo el sistema. Todo aquel sistema había sido,
siglos atrás, víctima de una terrible plaga que había destrozado todo la
biosfera de los diversos planetas y había envenenado el suelo teniendo como
primera consecuencia que cualquier tipo de fruto proveniente de la tierra
fuese letal para la mayoría de las especies del sistema. Así que se
necesitaban un potente antídoto para evitar la muerte al comer los frutos
que daba la tierra. La Nueva República se encargaba de suministrar el
antídoto a la vez que estudiaba las posibilidades de limpiar el suelo de los
Orderianos pero todavía no se había llegado a una solución.
- Jefe Verde, aquí Verde nueve, tengo algo extraño en mis sensores
señor -dijo el piloto del Ala-A a través de la radio-.
- ¿De qué se trata Verde nueve?
- No lo sé señor, las tormentas solares del sol A-4567782 me piden verlo con
claridad, podría tratarse de un sombra o quizás un carguero.
- ¿Un carguero tan cerca del sol?. Quizás necesite ayuda, llévate a Verde
diez, once y doce e investígalo. Pero tened cuidado, estaréis demasiado
cerca del punto de no retorno.
- Entendido señor, vamos hacia allá.
El punto de no retorno era como llamaban los pilotos al punto exacto donde
la gravedad de una estrella impedía al caza salir de su atracción. Los
cuatro cazas de la República se fueron acercando cada vez más hacia su
objetivo. La tormenta solar interfería con sus sensores así que tendrían que
acercarse hasta poder tener una visual del objetivo.
- Parece algo más grande que un carguero -dijo Verde diez-.
- Permaneced en formación -ordenó Verde nueve a quien toda esta situación le
estaba poniendo los pelos de punta-.
- Creo que tengo algo -informó Verde once quien había tomado una mejor
posición para realizar una comprobación del objetivo-. Parece un Acorazado,
su casco indica graves daños. No puedo concretar formas de vida abordo.
- ¿Algún tipo de señal de identificación? -preguntó Verde nueve-.
- No estoy seguro, sus sistemas parecen funcionar en automático, la señal de
sus balizas no me llega con claridad pero señor, sus claves parecen muy
antiguas.
- De acuerdo, buen trabajo Verde once. Verde diez, venga conmigo, Verde
once, Verde doce, permanezcan a la espera.
Los dos Alas-A se separaron de sus compañeros y se fueron acercando más y
más al Acorazado que parecía totalmente a la deriva.
- Señor, la señal es clara. es un Acorazado de la Antigua República.
- ¿La Antigua República?. No recuerdo que esta zona estuviera abierta al
tráfico -Verde Nueve comenzó a inquietarse-. ¿Puede confirmar su existencia
en los bancos de datos de su ordenador?.
- Creo que sí. Acorazado Kliuyghu de la Armada de la República perteneciente
a la flota. Katana, señor.
- ¡Es una trampa, maniobra evasiva!
Pero ya era demasiado tarde. Del Acorazo surgieron varias andanadas de los
turboláser que destruyeron a los dos cazas. Los demás volvieron rápidamente
al convoy. Casi milagrosamente, el Acorazo pareció resurgir de la muerte y
comenzó a avanzar a una velocidad de vértigo. Mientras tanto, los restantes
Alas-A planeaban su estrategia, lo más importante era proteger el
cargamento, muchas vidas dependían del mismo.
- Atención escuadrón, aquí Líder Verde, un escuadrón de cazas TIE se dirige
contra nosotros. Tenemos que proteger ese cargamento a toda costa, volad en
parejas y destruid todos los cazas.
- ¿Y qué haremos con ese Acorazado Líder Verde? -preguntó Verde cinco-.
- Preocupémonos ahora de esos cazas. Luego ya pensaremos qué hacer con el
Acorazado.
Los cazas TIE no eran problema para los cazas de la Nueva República. A pesar
de contar con superioridad numérica, los TIE no tenían escudo alguno con lo
que bastaba un simple impacto para destruirlos o dejarlos gravemente
dañados. Así que los pilotos de los Alas-A destruyeron a los cazas TIE sin
baja alguna. Ahora tenían que enfrentarse al Acorazado.
- Los cargueros informan señor, han reconducido la mayor energía posible a
sus motores pero señor, no acortarán más de unas horas -informó, con un hilo
de miedo en la voz, Verde seis-.
- Entendido Verde seis, dígales que hagan lo que puedan para salir de aquí
lo más rápido posible. Muy bien equipo, tenemos que dar protección a esos
cargueros y tenemos a un Acorazado acercándosenos. si alguien tiene un
sugerencia que no se la guarde para luego.
- Contando nuestras armas pesadas, entre los ocho cazas contamos que diez
misiles de impacto -informó Verde cuatro-. Podríamos dañar seriamente el
Acorazado.
- Pero tendríamos que acertar todos los disparos -añadió Verde siete-. Y
mucho me temo que el capitán del Acorazado no nos permitirá fijar con la
suficiente precisión el blanco.
- Si es un Acorazado de la flota Katana como sus señas de identificación
para ser, sus sistemas serán de las Guerras Clon. sus escudos caerán
fácilmente.
- Negativo Verde tres, el Imperio reforzó todos los escudos de los
Acorazados que encontró en la Katana. Sin embargo no tenemos otra elección,
Verde cinco a ocho harán de cebos mientras los demás fijaremos le blanco y
dispararemos. ¿Entendido?
- ¡Sí señor! -corearon todos-.
Los cazas Verde cinco a ocho se acercaron a la máxima velocidad posible,
como su misión era servir de distracción canalizaron toda la energía de sus
armas hacia los escudos. Los turbolásers del Acorazado imperial comenzaron a
impactar sobre los escudos de los cazas que intentaban moverse todo lo
rápido que podían para esquivar las andanadas.
- ¡Verde seis fuera de ahí! -gritó desesperado Verde cinco al ver a su
compañero meterse en medio de una zona de fuego intenso-.
Pero era demasiado tarde, los escudos de Verde seis sucumbieron a las
ráfagas de los turbolásers. Los circuitos internos empezaron a arder, Verde
seis intentó eyectarse pero antes de que pudiera un turboláser impactó justo
en los motores y la nave desapareció para siempre.
- ¡Jefe Verde, empiece su ataque! -sugirió Verde cinco quien acaba de
comprobar que sus escudos acaban de dejar de funcionar-.
- Estamos en ello. Aguanten unos segundos más -dijo mientras esperaba a que
el ordenador de tiro le diera un blanco claro del Acorazado-.
- No creo que.
Verde cinco no pudo decir más, un turboláser destruyó su nave. El grupo de
Jefe Verde disparó sus misiles de impacto que se estrellaron contra el
Acorazado produciendo varios destellos en los escudos del mismo.
- ¡No le han hecho nada! -protestó Verde ocho antes de que un láser
atravesara su carlinga y le matara-.
- ¡Sus escudos son demasiado fuertes! -se quejó Verde dos-.
- Reagrupémonos. Verde siete, necesitamos tus misiles.
Pero Verde siete fue alcanzado, sus sistemas de navegación fueron destruidos
y la nave comenzó a dar tumbos por el espacio sin control hasta que un
turboláser la encontrón y destruyó.
- ¿Qué hacemos ahora? -preguntó Verde tres mientras seguía esquivando los
ataques del Acorazado-.
- Tenemos que seguir dándole tiempo al convoy -dijo Jefe Verde-. Intentemos
golpearles fuerte y rápido, no tenemos otra salida.
Jefe Verde desvió toda la energía de sus escudos hacia sus motores
alcanzando una gran velocidad con la que iba esquivando los turbolásers y
los demás disparos de las baterías láser y de los cuatricañones. Sin
embargo, sin escudos, el primer impacto que recibió fue fatal. El resto del
escuadrón no lo tuvo mejor, Verde dos dio más energía a los escudos a costa
de velocidad y las ráfagas de turboláser acertaron fácilmente con él. Verde
tres llegó a disparar varias veces sobre el Acorazado pero cuando se alejaba
para intentarlo una segunda vez cayó en una zona de fuego intenso y fue
destruido. Verde cuatro era el último que quedaba y sabía que no podría solo
contra el Acorazado, así que en un último intento se lanzó contra el
Acorazado pero éste pudo destruirlo antes de que llegaran a sus escudos.
Ahora el convoy estaba en manos del Imperio.
BIRMAT
Han y Lando habían ido a Galagea a reunirse con el presidente del planeta a
fin de comenzar un lucrativo negocio para Lando. Sin embargo el planeta
estaba bajo la influencia del Sol Negro. Han y Lando fueron capturados y
enviados a Birmat donde serían entregados al Sol Negro. Cuando llegaron
pudieron contemplar Birmat, el planeta se componía de una gran ciudad, con
tantos niveles como Coruscant y con una densidad de tráfico parecida. Sin
embargo y a diferencia de Coruscant la mayoría del planeta seguía en estado
salvaje. Al llegar Han y Lando fueron entregados a los soldados del Sol
Negro sin embargo un grupo local los liberó y los sacó de la ciudad en un
viejo deslizador.
Durante el viaje no les permitieron a hablar. Tuvieron que conformarse con
ver el excelente paisaje de praderas que tenían ante ellos. Fueron
conducidos ante unas montañas donde se encontraron con una especie de
campamento. Han pudo comprobar que aquel era un campamento móvil, los
edificios era prefabricados y tenían las sujeciones magnéticas clavadas en
el suelo desde hacía poco tiempo. Además la propia estructura del campamento
parecía estar dispuesta para salir corriendo del lugar rápidamente. Han y
Lando fueron sacados del deslizador y los metieron en un pequeño edificio
que parecía estar acondicionado para ser una celda. Antes de meterlos
tuvieron la deferencia de quitarles las esposas aunque los registraron a
fondo.
- En menudos sitios acabo siempre por tu culpa -bromeó Han mientras
comprobaba la comodidad de las literas que había en su celda-.
- No es culpa mía -se disculpó Lando-. ¿Quién iba a saber que el Sol Negro
tenía influencia en Galagea? No son precisamente descuidados con esos
detalles.
- Tranquilo. Sólo estoy de mal humor porque no sé dónde está el Halcón. Si
quieres tener que enfrentarte a alguien enfadado espera a tener que
enfrentarse a Leia cuando volvamos a casa.
- Por lo esbirros de Xendor. ¿le tienes miedo a tu mujer? -bromeó Lando con
una amplia sonrisa burlona en sus labios-.
Los dos comenzaron a reírse. En ese momento, Kyp entró en el edificio y fue
hacia ellos. Kyp era uno de sus rescatadores, era poco más que un niño con
una larga melena negra y que estaba en aquel lugar no por elección propia,
si no porque no tenía otro sitio adonde ir.
- Hola -dijo Kyp-.
- Hola, ¿eras Kyp verdad? -preguntó Han-.
- Sí. Me han enviado para preguntaros si necesitáis algo, quizás atención
médica o comida.
- Estamos bien por ahora -dijo Han-. Pero dime, ¿qué es todo esto?.
- Es nuestro campamento base -dice Kyp-. No queremos vivir en la ciudad.
- ¿Por qué?. Este sitio no es un muy agradable -dijo Han aunque por
experiencia propia sabía que había sitios muchísimo peores-.
- Por los Jedi.
- ¿Los Jedi? -dijeron a coro Han y Lando-.
- Sí, ellos controlan la ciudad. Lo pueden ver todo, pueden ver las cosas
antes de que ocurran, detienen a los criminales antes de que cometan un
delito.
- ¿Y cuál es el problema? -preguntó Lando-.
- Algunos piensan que los Jedi no son del todo sinceros. Ellos dicen que los
crímenes se van a cometer pero nadie sabe si es así y han detenido a muchos
que dicen que no estaban pensando en hacer nada. La gente que vive en este
campamento se rebeló pero no pudieron hacer nada, así que se fueron.
- ¿Y cómo cuadras tu en todo esto? -preguntó Han a quien toda esta situación
no le gustaba ni un pelo-.
- Yo. bueno. al parecer puedo ocultarles de la visión de los Jedi. Por eso
me tienen con ellos.
- ¿Y tus padres? -preguntó Han-.
- Están muertos o eso creo. Mi hermano Zeth y yo vivíamos con nuestros
padres en Deyer. Cuando Alderaan fue destruido protestaron públicamente
contra el Imperio y entonces una noche los soldados de asalto entraron en
nuestra casa y nos capturaron. Mi hermano fue llevado a Carida para
entrenarse como soldado de asalto. Mis padres y yo fuimos enviados a
trabajar en las minas de especia de Kessel, allí los perdí de vista. Trabajé
duro sacando especia hasta que el Sol Negro me trajo a Birmat donde Garitha
y los suyos me sacaron de la ciudad y me explicaron la misma historia sobre
los Jedi.
Otra familia arruinada por el Imperio pensaba Han en esos momentos. Lo había
visto innumerables veces pero todavía no se había acostumbrado a ello y
rogaba para que nunca lo hiciera.
- ¿Quién es Garitha? -preguntó Lando-.
- Garitha fue una de las primeras que se rebeló contra los Jedi. Fue nuestra
líder hasta que cayó enferma hace dos décadas. Ahora está en cama
descansando pero vendrá a veros cuando pueda.
Y diciendo esto Kyp se fue. Han y Lando quedaron en su celda pensando en lo
que acaban de oír, no podía acabar de creerse esta historia.
- ¿Tú que opinas? -preguntó Lando mientras se alisaba su bigote-. ¿Dicen la
verdad?.
- Tú eres el jugador, sabes más de faroles que yo.
- Cierto. Birmat nunca tuvo una excesiva atención por parte del Imperio.
- Hasta que la Alianza Rebelde fue un hecho el Imperio no prestaba atención
a los planetas del Borde -dijo Han mientras se acostaba en su litera-.
- Pero este planeta es rico y tiene un tráfico muy denso. Palpatine no
habría dejado la oportunidad de ganar más créditos para sus arcas.
- Si realmente los Jedi estaban aquí eso debería de haber frenado a
Palpatine. Quizás les dio la libertad que querían a cambio de no
entrometerse en los asuntos del Imperio.
- ¿Y por qué entonces se aliaron con el Sol Negro? No tiene sentido.
- Esto me huele muy mal -dijo Han-. Tendremos que esperar para enterarnos de
lo que ocurre pero si realmente los Jedi están metidos en esto lo pasaremos
muy mal.
CORUSCANT
Wedge Antilles, héroe de guerra, comandante de la Nueva República y líder
del Escuadrón Pícaro estaba sentado en el simulador practicando y pensando
en lo que debía hacer. La misión a la que se estaba enfrentando era una
reproducción de la batalla de Llavín contra la primera Estrella del Muerte,
en aquella ocasión Luke, Biggs y él habían entrado en las trincheras de la
propia estación de combate buscando la salida de gases para intentar un
ataque interno que destruyera la poderosa arma. Ahora, Wedge estaba
intentando quitarse un Tie de su cola. Hizo girar su nave de un lado a otro
evitando las ráfagas del caza, entonces ejecutó un tonel invertido y acabó
justo detrás del caza. Sólo necesitó centrarlo en la mira y disparar.
Aquello resultaba demasiado fácil y no le estaba ayudando en nada así que
desconectó el simulador y salió de la carlinga. Cogió su identificación y
una pequeña hoja de plastipapel que comenzó a leer una y otra vez. Era
increíble que le estuvieran haciendo esto después de todo lo que había hecho
por la Nueva República, sencillamente no se lo creía. Tendría que ir a
hablar con Ackbar, el viejo Mon Calamari seguro que escucharía más
amablemente sus quejas que cualquiera de los estúpidos burócratas de
Coruscant. Sí, Ackbar era de la vieja escuela, era de los buenos viejos
tiempos. Pensar en aquellos tiempos no le hizo ningún bien a Wedge, se
sentía un viejo, quizás debería imitar a sus viejos compañeros de escuadrón
y limitarse a retirarse, quizás podría montar una tienda de alquiler de
naves, no tenía mucho dinero pero seguro que Luke o Han le prestarían el
dinero.
- ¿A quién quiero engañar? -murmuró Wedge-. Si me jubilara acabaría
volviéndome loco, sería la clase de persona que habla sola por los pasillos.
Luke no quería hacerlo pero ya estaba decidido. Su pelea contra Darth Talia
había acabado por tomar la decisión por él. No estaba en absoluto preparado
para ejercer de Maestro Jedi en una Academia, necesitaba más entrenamiento.
Por ello había decidido irse de Coruscant, ya tenía su Ala-X preparado y
Erredós ya estaba junto a él. El pequeño androide silbó en su particular
idioma androide. Con el paso de los años Luke había llegado a comprender
mínimamente el lenguaje del pequeño androide.
- Ya le he dejado un mensaje a Leia -dijo Luke intentando tranquilizar al
pequeño droide. A veces Erredós y su compañero Trespeó eran tan humanos como
cualquiera-.
El droide volvió a silbar.
- No, no creo que la información que nos dieron sea verdadera pero no se
pierde nada por intentarlo. Además tango una extraña sensación con respecto
a este viaje.
El droide astromecánico protestó de nuevo
- No correremos peligro tranquilízate. Y ahora prepárate nos vamos de aquí.
Luke subió al droide al Ala-X mediante la Fuerza y luego él mismo se subió
de un salto a la carlinga. Se ajustó los arneses de seguridad y conectó los
repulsores. El control de tráfico le dio permiso para despegar y salió
rápidamente de la atmósfera del planeta ciudad poniendo rumbo a lo
desconocido.
A Mara no le gustaban estas cosas. Si había venido a Coruscant había sido
porque Karrde le había obligado no porque quisiera ver a Luke, ya tenía
bastantes problemas de por si para tener que mezclarse con el joven Jedi.
Pero ahora mismo no tenía otro remedio, Karrde se había asegurado de que
fuera a Coruscant, incluso la había detenido varias veces cuando intentó
fugarse. Así que ahora Mara Jade, ex-Mano del Emperador estaba justo delante
de la puerta llamando a ver si alguien la recibía. Como se esperaba, la
puerta la abrió el dorado androide de Skywalker.
- Ama Mara, es un placer inesperado. La Ministra Organa Solo no la puede
recibir inmediatamente -por pura casualidad Trespeó bajó sus receptores
ópticos un poco- . oh ¡por el Creador! No me había fijado Ama Mara, disculpe
mi comportamiento, ¿puedo ofrecerlo algo?
- Necesitaba hablar con Leia Trespeó.
- Me temo que tiene una reunión importante Ama Mara y no puede ser
molestada. Como sabrá la Nueva República es un conglomerado de cientos de
sistemas con miles de planetas en su seno y la Ama Leia es la Primera
Ministra.
- Sí, ya lo sé Trespeó -empezaba a entender porqué Solo odiaba tanto al
droide-. Pero necesito verla inmediatamente Trespeó -vaciló unos instantes
antes de seguir- y no estoy en condiciones de esperar mucho.
- ¡Oh cielos! Tiene razón Ama Mara. Avisaré al Ama Leia inmediatamente.
Trespeó se fue hacia una habitación contigua y Mara se sentó. Se sentía
fuera de lugar, hacía ya mucho tiempo que ir a Coruscant le traía malos
recuerdos, recuerdos de cuando era la Mano del Emperador, el correo del
Emperador, su persona de confianza. Pero aquello había pasado, ahora era
fiel a si misma y a Karrde.
Leia salió de su despacho visiblemente molesta por la interrupción. No se
llevaban nada bien, quizás por el hecho de que Mara había intentando matar a
su hermano.
- Mara, es un placer verte -cuando se acercó sus ojos se abrieron como
platos y se quedó petrificada-. Oh, por los esbirros de Xendor. ¿estás...?
- ¿Embarazada? Sí. ¿De Luke? Sí.
Leia se llevó una mano a la cabeza.
- Si Han estuviera aquí diría que esto le huele mal.
CONTINUARÁ
PRÓXIMO NÚMERO: Veremos al cazador de recompensas más peligroso de la
galaxia en acción; visitaremos Nal Hutta, el planeta de los Hutt; veremos
cómo al Nueva República intenta resolver un nuevo problema y descubriremos
más cosas sobre Birmat y los Jedi que allí habitan. Todo es en la segunda
parte de Transiciones de Luz y Oscuridad
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola
Bueno acabamos el número y seguimos sin tener cartas. En fin, vamos a
intentar solucionarlo, voy a proponeros dos cosas:
1) El nombre del bebé, ¿qué nombre preferiríais para el joven Skywalker?
2) Voy a reorganizar el Escuadrón Pícaro, ya tengo algunos asientos ocupados
pero otros no así que os propongo que creéis vuestros pilotos. Los mejores
saldrán en la serie.
Y nada más, hasta el próximo número.
ben_reilly@terra.es