Coruscant
- ¡¡¡No!!!. ¡¡Alderaan es pacífico no paseemos armas!!. ¡¡No puede hacer
eso!!
- ¿Preferís otro objetivo?¿ Un objetivo militar?. ¡¡Pues reveladnos el
nombre del sistema!!. Vamos decid el nombre. Ya estoy cansando de preguntar
esto de modo que lo haré por última vez ¿dónde está la base rebelde?.
Leia mira su planeta y piensa en todo lo que hay en él. Recuerda las suaves
colinas, las limpias calles de la capital Aldera, recuerda a su padre Bail
Organa, tan majestuoso hacia fuera pero tan callado y triste con los que
quería como si soportara una enorme carga; recuerda a sus tías que no
comprendían cómo podía dedicarse a la política o cómo podía no querer
encontrar un marido a su edad; y recuerda a su madre, su triste madre que le
acariciaba cuando era pequeña, ya casi había olvidado su sonrisa.
- En Dantooine. están en Dantooine -dijo-.
- Bien, ya ves Lord Vader lo razonable que es. Sigan con el plan previsto,
hagan fuego en cuanto estén a tiro.
- ¡¡¡¿Qué?!!!.
- ¿Me tomáis por estúpido?. Dantooine está demasiado lejos para una
demostración eficaz, pero no os preocupéis, pronto nos enfrentaremos a
vuestros amigos los rebeldes.
- ¡Nooo!
Quería abalanzarse sobre Tarkin, quería abrirle el cráneo en dos y lo
hubiera hecho de no ser por una fría y oscura mano que se le posó sobre el
hombro y le impidió moverse. Aquella mano era de Darth Vader, su padre, un
padre que permitió la destrucción de un planeta, ¡el planeta de su hija!. Le
odiaba, odiaba todo el miedo que le había hecho pasar mientras estaba
prisionera en la Estrella de la Muerte, querría poder verle y clavarle su
espada de luz en su frío corazón.
Leia despertó empapada en sudor. Había vuelto a tener la misma pasadilla.
Alderaan, Tarkin, Vader. los tres mismos elementos se repetían una y otra
vez en su cabeza. Miró hacia uno de los hologramas de Alderaan que tenía en
su cuarto, era tan bello, no era posible que alguien pudiera destruir aquel
planeta. Pero lo había hecho, el Imperio y su máquina de destrucción total
habían acabado con el centro de la cultura galáctica, en tan sólo un
instante millones de personas perdieron la vida.
Incapaz de volver a dormirse Leia se levantó y fue a ver a sus dos gemelos.
Chewbacca dormía plácidamente en la entrada de la habitación haciendo las
veces de vigilante debido a que desconfiaba mucho de la seguridad de
palacio. Entró en la habitación de puntillas para no hacer ruido, sus dos
hijos dormían tranquilamente. Leia cogió al pequeño de los gemelos Jacen y
lo puso en su regazo.
- Realmente te pareces a tu padre.
Como única respuesta Jacen se movió un poco y pareció sonreír por momentos.
Leia se quedó pensando en cómo le habían cambiado las cosas en los últimos
años. De princesa de Alderaan pasó a ser senadora para luego convertirse en
una colaboracionista rebelde y cuando Alderaan y Bail Organa desaparecieron
se convirtió en una de las líderes más importantes de la Rebelión para
acabar casada ¡¡con un contrabandista con corazón de oro!!. Lo que daría por
ver las caras de sus tías.
Dejó a Jacen en su cuna. Si no podía dormir al menos haría algo productivo.
Se dirigió a su despacho y comprobó la lista de mensajes. La mayoría eran de
senadores del Borde Exterior que pedían una audiencia. Decidió dejar esos
asuntos, no se sentían con ánimo para la política así que fue hacia la
pequeña mesa de estar. Allí había un montón de piezas por todos lados con
varias herramientas. Leia cogió algunas de ellas y se puso a trabajar en un
pequeño cilindro de 26 centímetros de longitud. Casi había acabado. Colocó
el superconductor en el cilindro con sumo cuidado y cogió una pequeña joya.
Miró la joya de un lado a otro, parecía estar perfecta pero Leia todavía no
estaba convencida del resultado. Se relajó durante unos instantes y no se
permitió desviar la mirada de la joya mientras la giraba entre sus dedos.
Media hora después cogió un pequeña vibro hoja y cortó una pequeña lámina de
la joya, imperceptible a los ojos humanos pero no a los de la Fuerza. Con la
joya ya tallada, Leia la introdujo en el cilindro, colocó la célula de
energía y se aseguró de cerrar todo el cilindro para que quedara
perfectamente.
- Es la hora de la prueba final.
Leia encendió su sable láser. La hoja blancoamarilla resplandeció por toda
la habitación dibujando una tenue luz. Pasó la hoja de una mano a otra y la
blandió en el aire con maestría para probar que la hoja no se calentaba
demasiado.
- Al final está terminado sable láser.
Ya había tenido un sable láser que Luke le había construido hacía poco
aunque Leia en un principio no se sentía muy animada a llevar aquel arma de
la que no se consideraba digna pero después de la batalla con Joruus C´baoth
se dio cuenta de que debía aprender mucho más en el dominio de la Fuerza si
quería poder proteger a su familia. Y durante el último año Leia había
trabajado duramente, tanto con Luke como por ella misma y había llegado a la
fase en la que creía que podía construir un sable láser. Luke no estaba muy
seguro pero ella insistió así que Luke le dejó un manual escrito nada más y
nada menos que por Obi-Wan Kenobi donde se detallaba cómo se debía construir
el arma de los antiguos Caballeros Jedi.
- Tendré que probarla en condiciones.
Se dirigió hacia un pequeño baúl que abrió con una pequeña combinación. Del
baúl sacó dos globos de cromo, dos remotos que disparaban pequeñas descargas
eléctricas que servían a los Jedi para practicar sus habilidades con el
sable láser. Activó los dos remotes que empezaron a girar alrededor de ella.
Leia se concentró en la Fuerza, sintió aquel extraño campo de energía
místico que rodeaba a todas las cosas. Para aumentar la dificultad cerró los
ojos sin embargo gracias a la Fuerza podía sentir todavía los remotos y
cuando éstos dispararon desvió con facilidad los rayos.
- Demasiado fácil.
Ahora empezó a levantar telekinéticamente varios objetos de la habitación.
Empezó a sentir la tensión en forma de sudor, era harto complicado mantener
la concentración necesaria y lo demostró cuando al desviar uno de los
disparos perdió momentáneamente la concentración y no percibió el segundo
disparo que le alcanzó en todo el hombro dejándoselo dolorido por unos
instantes. Leia se enfadó consigo misma, tendría que haber estado más
atenta. Intentó evitar otro disparo pero ésta vez se equivocó de dirección.
Más enfadada intentó volver a concentrarse pero como si los remotos notasen
que estaba con la guardia baja empezaron a disparar sin cuartel dejando a
Leia tumbada en el suelo. Los remotos seguían alrededor de ella esperando el
tiempo necesario de recarga para volver a disparar. Leia estaba furiosa, no
se veía capaz de levantarse y enfrentarse a los remotos, necesitaba más
poder y ya. y lo notó, sí, mientras se concentraba en la Fuerza pudo notar
ese poder, era tan grande, tan seductor y tan. oscuro, en cuanto Leia notó
el poder al que se acercaba se apartó de él como si fuera el hedor de un
larva Tisk de las lunas de Creoi. Se levantó, más decidida a completar el
ejercicio que a otra cosa.
Conectó con la Fuerza, volvía a percibir claramente a los remotos pero
seguía siendo demasiado lenta para desviar los dos disparos que le
impactaron en toda la espalda. Mantuvo su conexión con al Fuerza lo
suficiente para seguir manteniendo los objetos levantados en el aire y se
permitió relajarse y respirar tranquilamente, despejó su mente de
preocupaciones, de problemas. en su mente sólo reina la paz. Y como si fuera
un acto instintivo giró su sable en al aire y comenzó a desviar todos los
disparos de los remotos sin esfuerzo alguno. Abrió los ojos, los remotos
estaban en el suelo, anulados debido a sus propios disparos. Leia los
recogió, tendría que averiguar alguna forma de explicárselo a Luke.
Galagea
Han y Lando habían caído en una trampa. Buscando un beneficioso negocio
Lando había convencido a Han para acompañarlo a Galagea donde les esperaba
ni más ni menos que un planeta controlado por un Hutt, y no un Hutt
cualquiera si no uno que controlaba ni más ni menos que la organización
criminal más poderosa de la Galaxia, el Sol Negro. Lando ya se había
enfrentado al Sol Negro una vez, cuando Han estaba congelado en carbonita
por su culpa y Leia decidió recurrir al servicio de espionaje del Sol Negro
para conseguir una información referente a unos intentos de asesinato que
Luke había sufrido1
- Siempre acabo metiéndome en líos por tu culpa Lando
- No es culpa mía. El Sol Negro no va anunciando por ahí los planetas que
tiene bajo control.
- Silencio -dijo Gantoris con cara de pocos amigos-.
- ¿Adónde nos lleváis? -preguntó Han-.
- Tengo órdenes de llevaros inmediatamente a la base del Sol Negro.
- ¿Dónde está? -preguntó Lando-.
- Ya lo sabréis.
Gantoris y los guardias condujeron a Han y a Lando hacia un pequeño
carguero. Los dos antiguos héroes buscaban desesperadamente alguna forma de
escapar pero al parecer Gantoris era más inteligente de lo que esperaban.
- Metedlos dentro -dijo Gantoris-.
Los Guardias empujaron a Han y a Lando pero éstos se revolvieron e hicieron
caer a varios guardias. Sin embargo los restantes guardias les apuntaron.
- No hagáis que tenga que dispararos -dijo Gantoris-. Subiréis a esa nave e
iréis al gran espaciopuerto de Birmat donde ya se encargarán de llevaros
hacia la base del Sol Negro.
- Podríamos negociar -dijo Han mientras era llevado a la fuerza a dentro de
la nave-.
- No hay negociación posible.
Los dos prisioneros fueron metidos en la nave. Gantoris y sus guardias se
retiraron hacia fuera para evitar que los repulsares y los motores de la
nave les quemasen vivos. El carguero ascendió lentamente mientras Gantoris
lo miraba.
- Pinej -dijo Gantoris-.
Pinej era el hombre de confianza de Gantoris, algo así como el Primer
Ministro o el valido. Con un pequeño paso al frente Pinej se acercó a
Gantoris.
- ¿Qué ocurre?.
- Dale este holomensaje a ese patán de Dorsk 81 y dile que se vaya con el
Halcón Milenario a Coruscant y que enseñe el holomensaje.
- ¿Vas a traicionar al Sol Negro? -preguntó en voz baja Pinej temeroso de
que alguno de los espías de la organización criminal estuviera acechando-.
- He visto esta situación en mis sueños especiales y he llegado a la
conclusión de que es la mejor forma de actuar.
- Pero.
- No discutas, tenemos poco tiempo.
- Entendido, no te preocupes, me aseguraré de que Dorsk 81 cumpla con su
misión.
Las Regiones Desconocidas
Cuando Roark salió de la lanzadera pudo respirar el aire del planeta que
parecía haber salido de un reciclador de aire estropeado. Con todas las
fábricas que había en la superficie, el planeta debía de haber sufrido una
gran explotación y eso había pasado factura en la atmósfera del planeta. Por
eso en las capas superiores había tantas tormentas y por eso el aire parecía
muy viciado.
Acabó de bajar la rampa para encontrarse con un Moff escoltado por dos
guardias reales vestidos con sus habituales armaduras y túnicas rojas y
armados con sus lanzas. Los dos militares se saludaron respetuosamente.
- Almirante Garnet, soy el Moff Shirdon. Le ruego Almirante que retire su
escolta, aquí no es necesaria.
- Eso lo decidiré yo Moff Shirdon. y ahora quiero algunas respuestas sobre
este lugar.
- Por supuesto Almirante pero tendrá que dejar su escolta. Se me ha
prohibido dejarle pasar con algún tipo de protección innecesaria.
- Si es tan innecesaria ¿por qué no puedo llevarla?.
- Si insiste en llevar su escolta me temo que tendrá que dar media vuelta y
seguir con el combate hasta que pueda imponer sus condiciones. Claro que si
elige esa opción nuestra hospitalidad se verá rápidamente mermada.
Aquello era una amenaza. Roark ya sabía que al meterse en la boca del lobo
iba a jugar según sus reglas pero quería saber si estaban dispuestos a
reemprender un combate. Si lo estaban era de suponer que tendrían una flota
esperando en algún lugar porque no cabía duda de que habrían interceptado el
mensaje que el Quimera había enviado al Capitán Oneclu.
- Entendido -dijo Roark-. Mi guardia se quedará aquí de momento.
- Sabia decisión. Y ahora si me acompaña podremos explicarle mejor qué es lo
que hacemos aquí.
Roark asintió y acompañó al Moff Shirdon dentro del Palacio. Realmente era
increíble, aquello era una reproducción exacta de lo que se podía encontrar
en el Palacio Imperial de Coruscant. Roark no sabía de dónde habían
conseguido sacar el dinero suficiente para financiar semejante proyecto.
Supuso que quien fuera el que mandara tenía que tener muchos secretos.
Roark llegó a lo que sería la Sala del Trono de Palpatine. En esencia
aquella sala era una gran sala vacía, sólo había una gran ventana que daba
al planeta, unas grandes escaleras y el sillón trono del Emperador desde
donde controlaba toda la actividad política y militar del Imperio. Sin
embargo aquel trono tenía una especie de variación con su homólogo en
Coruscant, parecía tener una extraña escultura, un extraño animal sentado
cerca del sillón del trono rindiendo pleitesía el gobernante. En el trono
estaba sentada la misma figura que había mandado el mensaje al Quimera
Cuando se acercó, Moff Shirdon se puso de rodillas. Roark no sintió
necesidad de hacerlo en parte porque él era el jefe del Imperio en esos
momentos y no se arrodillaría ante nadie; y en parte porque quería desafiar
a aquella figura que emanaba tal maldad. Y es que aquella maldad podía
notarse en el ambiente, era asfixiante y Roark se preguntó por primera vez
si realmente había sido una buena idea el descender al planeta.
- Almirante Garnet. bienvenido a mi humilde morada -dijo con una mota de
sarcasmo, burla, respeto y una gran sensación de poder en su voz-.
- Me temo que no tengo el gusto de conocerle -dijo Roark intentando parecer
más seguro de lo que estaba. Había algo en aquello habitación, algo que le
impedía pensar con claridad-.
- Mi nombre es Darth Aveng, Almirante Garnet. Querría preguntarle una cosa,
¿cómo supo de nuestra presencia en este sistema?.
- El Almirante Pellaeon me facilitó las coordenadas gracias al Testamento
Político de Thrawn.
- Ah, Thrawn, fue uno de los grandes. lástima que el Emperador no tuviera la
suficiente confianza en sus consejos, si hubiera hecho más caso a Thrawn la
situación de la galaxia sería muy distinta.
¿Pero qué estaba diciendo aquel tipo?. El Emperador era lo suficientemente
sabio para gobernar sin consejo, ¿quién se creía que era ese Darth Aveng
para utilizar códigos del Emperador y tener una copia del Palacio Imperial
que ni Darth Vader podía permitirse?.
- En cuanto a Pellaeon. bien, los desertores nunca me han gustado. Es una
lástima que un hombre tan capacitado haya acabado así.
Roark decidió que aquel tipo era muy misterioso y peligroso. No había dicho
nada sobre la deserción de Pellaeon pero él parecía saberlo pero si sabía
eso también sabría cómo encontró el planeta. ¿Qué demonios estaba pasando
ahí?.
- Supongo que tendrá varias preguntas que hacerme.
- Sí -dijo Roark al que le costaba trabajo articular palabra-. ¿Qué es todo
esto?.
- Esto es un proyecto secreto de su majestad el Emperador. Su Excelencia
quería tener una especie de as en la manga aparte de Wayland2. Estos tres
planetas son sólo una pequeña muestra de lo que se encuentra diseminado por
la galaxia.
- ¿Hay más planetas como este?. Pero si eso fuera cierto y extrapolando un
poco tendrían una potencia de fuego. fuera de toda escala.
- Así es.
- Y entonces. ¿por qué no ayudaron a Thrawn o a los otros?. ¿Por qué no
atacan ahora mismo?.
- En cuanto a tu primera pregunta estuvimos a punto de presentarnos ante
Thrawn pero éste murió antes de que pudiéramos hacer nada. Y en cuanto a tu
segunda pregunta. nos es apropiado que nos mostremos ahora mismo.
- ¿Apropiado?. ¡Te diré yo lo que es apropiado! ¡Ahí fuera estamos luchando
sistema por sistema para que el Imperio vuelva a renacer y tú estás aquí con
todas estas tropas esperando a saber qué.
Darth Aveng mira a Roark fijamente y éste sin saber por qué se encoge un
poco. Aquellos ojos eran demasiado fuertes, ocultaban un alma negra como un
agujero negro de Kessel.
- No vuelva a levantarme la voz Almirante -dijo Darth Aveng con un tono
implacable-. Por ahora he sido amable con usted pero todo eso puede cambiar
inmediatamente.
Roark tragó saliva. Aquel tipo era muy peligroso y él estaba a su merced.
Roark se armó de todo el valor que disponía y empezó a hablar.
- Si no vas a usar todas estas tropas. ¿para qué las quieres?.
- Ahora lo verás.
Darth Aveng mandó a Roark apartarse un poco. En unos instantes una imagen
holográfica de un Hutt apareció salida de la nada. Roark pudo observar al
grasiento Hutt. Como muchos de los de su especie aquel Hutt era obeso, lo
que indicaba que había llegado ya a edad adulta; sus ojos se movían
lentamente y su cuerpo estaba "recostado" en una plataforma gravitatoria.
Sin embargo lo que más le llamó la atención a Roark era las manchas que el
Hutt tenía por todo el cuerpo. Según creía recordar Roark, si un Hutt tenía
alguna de esas manchas tendrían que haberlo matado al nacer.
- <Saludos Lord Aveng3> -dijo el Hutt-.
- Saludos su Obesidad Durga el Hutt
El tono de Darth Aveng era una mezcla de respeto, humildad y una fuerza
desmesurada. Cada vez Roark se preguntaba cómo era posible que existiera un
ser semejante que parecía saber actuar en cualquier actuación.
- <Sus 20 Destructores llegaron perfectamente y sin problemas a su destino
Lord Aveng. Sigo muy interesado en saber cómo pudo conseguir una fuerza
semejante en tampoco tiempo>
- Toda información tiene un precio, ¿Está dispuesto a pagarlo?
Aquello pareció sorprender a Durga, un jefe criminal Hutt nunca estaba muy
acostumbrado a recibir amenazas tan claras. Sin embargo y como Roark
percibió rápidamente había en esa sorpresa una pizca de miedo y también de
culpabilidad.
- <Supongo que la segunda parte del plan estará en preparación, ¿no?>
- Mi parte esta hecha. Sus hombres del Sol Negro deberían ser capaces de
crear un poco de caos en los mercados bursátiles de Coruscant.
¿Aquel tipo era el líder del Sol Negro?. Roark cada vez estaba más
sorprendido.
- <¿Qué hay de Luke Skywalker?>
- Enviaré a alguien a por él.
- <Recuerde, quiero humillarle, no matarle>
- Descuide.
Darth Aveng cortó la transmisión y miró a Roark.
- ¿Va a ir a por Luke Skywalker?. ¿A Coruscant?
- Yo no. Lord Talia, ya tienes tus órdenes.
Roark cómo la estatua que antes le había parecido ver al lado del Trono del
Emperador cobraba vida y se convertía en una muchacha de unos veinte años,
de ojos negros y pelo violeta.
- Partiré inmediatamente mi señor -dijo Darth Talia antes de irse-.
Roark no podía creerse lo que estaba pasando. ¿Qué era aquel lugar en
realidad?. ¿Quiénes eran estos dos tipos?. ¿En dónde se había metido?
PRÓXIMO NÚMERO: Luke Skywalker habla en el Senado Galáctica y después.
¿nunca os habéis preguntado que haría un Sith en perfectas condiciones con
el único Jedi vivo?. Pues lo sabréis en el próximo número Star Wars #5:
Duelo en Coruscant
1.- En Sombras del Imperio aparecía el Sol Negro gobernado por el Príncipe
Xizor que se la tenía jurada a Darth Vader porque éste había mandado
exterminar su planeta debido a un experimento biológico fallido que se había
esparcido por todo el planeta. Toda la familia de Xizor murió. Para vengarse
y ganarse el favor del Emperador (Xizor era el número 3 de la galaxia sólo
por detrás de Palpatine y Vader) Xizor ofreció una recompensa por el
asesinato de Luke Skywalker a quien Vader había prometido llevar ante el
Emperador para seducirlo al Reverso Tenebroso.
2.- Wayland era un planeta donde el Emperador tenía su particular sala de
tesoros. Tesoros entre los que se incluía un clon caído de un maestro Jedi,
un clon de Luke Skywalker (llamado Luuke) y varios cilindros de clonación.
3.- Traducido del Huttés por supuesto.
LA TASCA DE MOS EISLEY
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