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PORTADA
Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana...



Star Wars

STAR WARS #3
El manto oscuro III
Guión y portada: Ben Reilly
Guía de Personajes

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Las Regiones Desconocidas

Las Regiones Desconocidas son la parte de la galaxia que ni la Antigua República ni el Imperio exploraron en sus tiempos. Aquella parte de la galaxia era considerada como muy peligrosa debido a las desconocidas razas alienígenas que la poblaban y debido también a la inexistencia de cartas de navegación que hacían imposible el viaje por el hiperespacio y dificultaba enormemente el viaje por el espacio normal. Por esas dos razones los que se solían esconder en esas zonas eran piratas y contrabandistas con marcas de sangre o que habían traicionado a sus poderosos jefes pero en todo caso sólo los desesperados se adentraban tan adentro como ahora mismo Roark Garnet lo había hecho. Habiendo revisado el testamento de Thrawn había encontrado un mapa que le guiaba muy adentro de las regiones desconocidas. Para no ser un temerario mandó una nave de exploración que había llegado a una zona llena de asteroides; extendiendo sus sondas la nave logró dar con tres planetas después de los asteroides donde había encontrado una gran cantidad de vida y lo más extraño aún era que había naves con las señales de identificación del Imperio. Con este enigma en la mesa, Roark partió con el Quimera y varios Destructores más en busca de una respuesta.

- Estamos frente al campo de asteroides, Almirante-informó el Capitán Skoobr-.

- Bien -dijo secamente Roark Garnet. Su mente estaba ahora preocupado en qué hacer a continuación, si buscar un paso entre los asteroides o intentar alguna otra cosa-. ¿Recibimos lecturas de los sensores sobre lo que hay tras el campo?.

- Sí señor. Al parecer el campo de asteroides no distorsiona completamente nuestra recepción y debido a su pequeño tamaño tenemos una gran abundancia de información.

- No le he pedido un informe técnico sobre los sensores -le reprendió Roark-. Quiero saber qué hay detrás del campo.

- Sí señor. Detectamos tres Destructores clase Imperial, dos plataformas Golan I, tres escuadrones de cazas Tie, un escuadrón de Interceptores Tie, un Crucero Interdictor y tres Acorazados.

- Una fuerza de defensa muy considerable -piensa en voz alta Roark-. ¿Qué dicen los sensores de la superficie del planeta?.

- Un momento señor, estamos reajustando la señal -pasan unos instantes en los que varios técnicos se acercan a la pantalla y efectúan una serie de comprobaciones-. Ya está, siete continentes de grandes dimensiones, presencia de poca masa oceánica, se detectan grandes cantidades de población así como grandes complejos industriales, detectamos también la presencia de un escudo planetario y. mmm. no lo tenemos claro pero parece que hay varios emplazamientos de cañones de gran calibre en la superficie, aunque la señal no llega con la suficiente precisión como para afirmarlo.

- Perfecto Capitán, no se preocupe por eso.

¿Qué iba a hacer ahora?. Atravesar el campo de asteroides era muy dificultoso y aunque lo lograra la fuerza que se había traído consigo no era lo suficientemente poderosa como para derrotar las defensas del planeta y menos si contaban con cañones.

- Capitán, envíe un mensaje al planeta revelando nuestra identidad y pidiéndoles permiso para acercarnos pacíficamente.

- Sí señor, tardaremos unos minutos en coordinarlo todo para tener una señal perfecta.

- Perfecto.

Los minutos pasan lentamente mientras Roark sigue mirando fijamente las estrellas desde el cristal del puente de mando. ¿Qué estaba haciendo en aquel lugar?. ¿Realmente quería liderar al Imperio a un conflicto que posiblemente no podrían ganar jamás?. Su cabeza le decía que dejara todo aquello ahora que estaba a tiempo, una vez reanudada la guerra la Nueva República no pararía hasta acabar con él.

- Hemos contactado con el planeta señor -dijo el Capitán extrañamente atemorizado-.

- ¿Y bien?

- Hemos recibido una respuesta cifrada mi señor. los. los códigos pertenecen a su majestad el Emperador.

- ¿El Emperador?.

No era posible que estuviera vivo, ¿verdad?. Es decir, Lord Vader lo había matado y la Segunda Estrella de la Muerte había explotado con él dentro aunque así no fuera, no era posible que hubiera sobrevivido así, ¿quién era el blasfemo que se atrevía a suplantar a su excelencia?. Aquella falta acabó por decidir a Roark.

- Capitán, mande un mensaje al Capitán Oneclu, ordénele organizar un grupo de asalto fuerte y equilibrado. Tendrán que ayudarnos a destruir ese planeta.

- ¿Vamos a atacar señor?.

- No podemos dejar que alguien asuma la personalidad de su Excelencia y salga impune. Ordene a la flota internarse en el campo de asteroides. Pasamos al ataque.

Por los cinco Destructores que formaban la fuerza de ataque de Roark comenzaron a sonar las alarmas de combate. Los oficiales y suboficiales salieron de sus áreas de descanso y se personaron rápidamente en sus distintos puestos de combate. Los pilotos de caza Tie se subieron a sus pequeños y mortíferos cazas mientras esperaban la orden de despegar.

La flota de Roark se adentró en el campo de asteroides con los turbolásers escupiendo fuego a diestro y siniestro para destruir los asteroides que se acercaban peligrosamente. Una vez abandonado el campo de asteroides la flota siguió avanzando hacia el primero de los planetas.

- Lancen los cazas Tie -ordenó Roark-. Que los bombarderos concentren su fuego en las plataformas de defensa, los interceptores deberán darles cobertura, el Destructor Gorgón les proporcionará potencia de fuego adicional. Los demás destructores se encargarán de destruir las naves pesadas de nuestros enemigos.

Con precisión militar las órdenes de Roark fueron ejecutadas inmediatamente. Los cazas salieron de sus hangares, los interceptores más rápidos y maniobrables que los bombarderos se encargaron de abrir un pasillo hasta las plataformas Golan para que los bombarderos con más potencia de fuego pudieran disparar sus misiles. Mientras tanto las baterías iónicas del Gorgón disparaban sin cesar contra los escudos de las plataformas defensivas Golan.

- Almirante, tenemos un holomensaje desde la superficie del planeta.

- Pásemelo al puente.

En medio del puente se creo una figura holográfica de más de dos metros. La persona que representaba el holograma era poco más que un manto negro que impedía ver cualquier posible rasgo del hombre. No era necesario decir que aquella figura tenía un extraño parecido con la del fallecido Emperador.

- Almirante Roark -dijo con una voz fría, cargada de maldad-. Le ordené que cesase el fuego inmediatamente.

- No recibo órdenes de impostores.

- Venga a la superficie de mi planeta y con sumo gusto le explicaré la situación pero ordene a sus hombres acabar con este estúpido ataque al verdadero Imperio.

La figura desapareció. Todos en el puente se quedaron mirando hacia Roark esperando a ver qué iba a hacer su recientemente ascendido Almirante.

- Capitán, prepare una lanzadera y dos unidades de escolta. Iré al encuentro de nuestro misterioso amigo.

- Almirante no creo que sea buena idea, nuestros sensores.

- No he pedido su opinión. Cumpla las órdenes sino quiere pasarse toda la semana en el calabozo.

- Sí señor -dijo a regañadientes el Capitán-.

- Y ordene a nuestras tropas que cesen el ataque pero que mantengan posiciones defensivas.

Roark salió del puente y fue hacia su cuarto mientras pensaba en lo que acababa de hacer. Era muy arriesgado ir a la superficie del planeta, probablemente era una trampa pero no podía dejar de preguntarse qué había tras aquel extraño planeta. Y también había otra razón, en caso de que todo fuera una trampa ganarían un poco de tiempo para que los refuerzos llegasen y así podrían atacar los tres planetas. Se lavó la cara y se colocó el uniforme de gala. Cogió su pistola desintegradota y un pequeño vibro cuchillo que colocó en su bota militar. Cuando salió de su habitación tres guardias de asalto lo condujeron hasta la lanzadera que despegó del hangar del Quimera.

En todo el trayecto hasta el planeta ninguna nave hizo amago alguno de atacarles. Cuando entraron en el planeta Roark tuvo que acomodarse en el asiento debido a las fuertes tormentas que sacudían las capas más altas de la atmósfera. Una vez atravesada las tormentas pudo ver claramente el planeta. Miles, millones de soldados de asalto y técnicos cubrían la superficie yendo de un lado a otro. Las fábricas cubrían todo el planeta ofreciendo un aspecto similar al de Coruscant, pero en menor escala y muchísimo más tosco y sucio. Aquel planeta era una fábrica viviente, cualquier signo de naturaleza había sido destruido por las máquinas. Todo aquello era un monumento la parte más oscura de la tecnología.

La lanzadera surcó todo el planeta acompañado por dos interceptores Tie a modo de escolta oficial. ¿Quién había construido semejante arsenal de armas?. Como oficial del Imperio sabía de la existencia de muchas bases secretas, con astilleros y fábricas de armas pero nunca a tan gran escala. Aquello desafiaba a la imaginación de cualquiera, ¿cómo habían podido mantener todo aquello en secreto?. Y mientras se preguntaba todo eso se encontró con algo todavía más extraño. Era un edificio, pero un edificio gigantesco y era exactamente igual que el Palacio Imperial de Coruscant, hasta el más mínimo detalle estaba copiado del antiguo lugar de residencia del Emperador. La lanzadera se posó sobre el hangar.

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Galagea

Lando y Han estaban siendo conducidos por varios guardias a un extraño edificio ubicado dentro de una gran roca que parecía servir más que nada como un gran escudo ante las inclemencias del tiempo. Los dos antiguos héroes de la Alianza Rebelde habían ido al apartado planeta en busca de un trato que permitiera a Lando Calrissian la exportación de cierta variedad de cristales preciosos. Sin embargo, cuando encontraron al jefe de gobierno, el humano llamado Gantoris, Lando no quedó del todo convencido con el encuentro.

- Tengo un mal presentimiento -dice Han mientras no deja de mirar de un lado hacia otro-.

- Yo también -dijo Lando en voz baja para que no les escuchasen-. Nos llevan flanqueados como si fuésemos unos asesinos o peor todavía, como si necesitásemos esta protección.

Llegaron a una puerta que conducía a un complejo interior donde lo único que había a un lado y a otro eran puertas.

- Como comprenderán -empezó a decir Gantoris sin volverse hacia ellos- las dificultades climatológicas han hecho de nuestro planeta un lugar inhóspito para vivir por eso construimos este pequeño complejo donde podemos resguardarnos de las inclemencias climáticas.

- Es impresionante -miente Lando. Al fin y al cabo él había gobernado una ciudad en las nubes y no era fácil impresionarle con estas cosas-. ¿Las minas también tiene esta disposición?.

- No, las minas son grandes plataformas. Verá Calrissian, las capas externas de nuestro planeta son de una increíble dureza, necesitamos máquinas especiales para abrirnos paso hasta capas más blandas así que la plataforma nos sirve tanto como hangar como de base de operaciones. Una vez que hemos llegado a esas zonas podemos iniciar la extracción manual. Cuando hemos extraído los cristales nuestro contacto se los lleva en sus cargueros para refinarlos y venderlos.

- ¿Quién es su contacto? -preguntó Han-.

Gantoris se volvió y le miró extrañado.

- Pensaba que un hombre como usted General Solo sabría que ese tipo de información cuesta mucho dinero.

- Había que intentarlo y ya no soy General, dimití del servicio hace años.

- Una gran pérdida para la Nueva República -ironiza Gantoris-. Entren por esa puerta por favor.

Lando y Han llegan a una gran sala donde hay varios tableros holográficos con datos estadísticos sobre la producción y sobre el clima.

- Esta es nuestra sala de gobierno -explica Gantoris-. Ya sé que en Coruscant esto sólo serviría para controlar un pequeño sector no muy problemático pero aquí no tenemos medios suficientes para permitirnos algo más. Ahora si hacen el favor de sentarse deberíamos tener una pequeña charla sobre esa proposición tan interesante que quería hacernos Calrissian.

Lando y Han se sientan. En ese momento Gantoris sonríe ampliamente, varios soldados entran en la habitación y apuntan con sus armas a los dos héroes de la Rebelión.

- Pero si todavía no hemos llegado a la parte peliaguda de la reunión -bromea Lando mientras busca una manera de salir de aquel lío-.

- ¿Qué es todo esto? -pregunta Han-.

- Realmente habéis investigado poco sobre Galagea, ¿verdad?. ¿No sabéis que Galagea está bajo el control de los Hutts?.

- ¿Los Hutts? -Han sintió repugnancia hacia aquellos obesos y asquerosos seres-. Pensaba que habían tenido que quitar el precio a nuestras cabezas una vez que la Nueva República se hizo con el control de la galaxia.

- Y así es -dijo Gantoris con una sonrisa burlona en la cara-. Pero eso no es problema para el Sol Negro.

- ¿Un Hutt controla la mayor organización criminal de la galaxia? -preguntó Han-.

- Entre otras cosas. Pero lo importante es que sacaremos amplios beneficios con vuestra captura.

- Mi trato os haría sacar más beneficios aún -dijo Lando mientras era esposado-.

- No lo dudo. pero no podemos contrariar al Sol Negro.

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Tatooine

Los dos soles Tatoo I y Tatoo II es escondían más allá del Mar de las Dunas. Luke Skywalker los miraba, había contemplado muchas veces aquel anochecer, la última vez fue antes de que todo comenzara cuando había discutido con su tío porque éste quería retórnele en la granja de los Lars sólo una estación más. En aquellos tiempos Luke era un joven granjero ingenuo que quería vivir aventuras, luchar contra piratas y pilotar naves espaciales. aquel sueño se había cumplido y no había resultado tan maravilloso como había creído. Unas horas después de la puesta de los soles descubría que el pequeño androide recién comprado Erredós se había fugado, para no desatar aún más la ira de su tío decidió salir a buscarlo temprano. Nunca imaginó que su vida diera un vuelco tan grande. Mientras él estaba fuera, las tropas de asalto del Imperio había llegado a su granja y habían preguntado por los androides que tío Owen y tía Beru habían comprado. No sabía qué había pasado exactamente pero los soldados mataron a sus dos tíos. Aquello propició su decisión de irse de Tatooine para siempre. ¿Para siempre?. No, por alguna jugarreta de la Fuerza siempre acababa volviendo a aquel lugar ahora ya no odiado sino querido por guardar los tesoros de su juventud e inocencia perdidas hace tiempo. Todavía recordaba las carreras con sus deslizadores a través del Cañón del Mendigo, Biggs y él eran los mejores y aquella experiencia les sirvió a ambos para adquirir unas grandes habilidades como pilotos.

- La cena está lista Amo Luke -dijo Trespeó despertando a Luke de sus pensamientos-.

- Gracias, Trespeó pero no cenaremos aquí. Dile a Erredós que prepare la nave para despegar, volvemos a Coruscant.

Aquel tiempo de respiro que se había permitido había acabado, era hora de volver a Coruscant y empezar la formación de la nueva Orden Jedi.

Continuará.

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LA TASCA DE MOS EISLEY

Holadola.

Para el próximo número prometo algo de acción. En serio, sé que me estoy pasando con tanto número dándole vueltas a las cosas y presentando personajes y situaciones pero es que realmente esta saga de presentación (que inicialmente iba a durar un número y ya van cuatro) es muy importante. Sí, ya sé que podría hacer los números más largos pero tampoco quiero aburrir con un pedazo tocho.

Bueno, por último sólo recordaros que podéis escribirme a ben_reilly@terra.es para preguntarme sobre lo que tengáis dudas, si no sabéis quién es éste o tal personaje o como es que este personaje no aparece si es de mis favoritos. En fin que mi correo está disponible para recibir todo tipo de cartas, excepto SPAM que ya llega bastante por sí solo sin que le ayudéis.

Ciao

 
 
   
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