Las Regiones Desconocidas
Las Regiones Desconocidas son la parte de la galaxia que ni la Antigua
República ni el Imperio exploraron en sus tiempos. Aquella parte de la
galaxia era considerada como muy peligrosa debido a las desconocidas razas
alienígenas que la poblaban y debido también a la inexistencia de cartas de
navegación que hacían imposible el viaje por el hiperespacio y dificultaba
enormemente el viaje por el espacio normal. Por esas dos razones los que se
solían esconder en esas zonas eran piratas y contrabandistas con marcas de
sangre o que habían traicionado a sus poderosos jefes pero en todo caso sólo
los desesperados se adentraban tan adentro como ahora mismo Roark Garnet lo
había hecho. Habiendo revisado el testamento de Thrawn había encontrado un
mapa que le guiaba muy adentro de las regiones desconocidas. Para no ser un
temerario mandó una nave de exploración que había llegado a una zona llena
de asteroides; extendiendo sus sondas la nave logró dar con tres planetas
después de los asteroides donde había encontrado una gran cantidad de vida y
lo más extraño aún era que había naves con las señales de identificación del
Imperio. Con este enigma en la mesa, Roark partió con el Quimera y varios
Destructores más en busca de una respuesta.
- Estamos frente al campo de asteroides, Almirante-informó el Capitán
Skoobr-.
- Bien -dijo secamente Roark Garnet. Su mente estaba ahora preocupado en qué
hacer a continuación, si buscar un paso entre los asteroides o intentar
alguna otra cosa-. ¿Recibimos lecturas de los sensores sobre lo que hay tras
el campo?.
- Sí señor. Al parecer el campo de asteroides no distorsiona completamente
nuestra recepción y debido a su pequeño tamaño tenemos una gran abundancia
de información.
- No le he pedido un informe técnico sobre los sensores -le reprendió
Roark-. Quiero saber qué hay detrás del campo.
- Sí señor. Detectamos tres Destructores clase Imperial, dos plataformas
Golan I, tres escuadrones de cazas Tie, un escuadrón de Interceptores Tie,
un Crucero Interdictor y tres Acorazados.
- Una fuerza de defensa muy considerable -piensa en voz alta Roark-. ¿Qué
dicen los sensores de la superficie del planeta?.
- Un momento señor, estamos reajustando la señal -pasan unos instantes en
los que varios técnicos se acercan a la pantalla y efectúan una serie de
comprobaciones-. Ya está, siete continentes de grandes dimensiones,
presencia de poca masa oceánica, se detectan grandes cantidades de población
así como grandes complejos industriales, detectamos también la presencia de
un escudo planetario y. mmm. no lo tenemos claro pero parece que hay varios
emplazamientos de cañones de gran calibre en la superficie, aunque la señal
no llega con la suficiente precisión como para afirmarlo.
- Perfecto Capitán, no se preocupe por eso.
¿Qué iba a hacer ahora?. Atravesar el campo de asteroides era muy
dificultoso y aunque lo lograra la fuerza que se había traído consigo no era
lo suficientemente poderosa como para derrotar las defensas del planeta y
menos si contaban con cañones.
- Capitán, envíe un mensaje al planeta revelando nuestra identidad y
pidiéndoles permiso para acercarnos pacíficamente.
- Sí señor, tardaremos unos minutos en coordinarlo todo para tener una señal
perfecta.
- Perfecto.
Los minutos pasan lentamente mientras Roark sigue mirando fijamente las
estrellas desde el cristal del puente de mando. ¿Qué estaba haciendo en
aquel lugar?. ¿Realmente quería liderar al Imperio a un conflicto que
posiblemente no podrían ganar jamás?. Su cabeza le decía que dejara todo
aquello ahora que estaba a tiempo, una vez reanudada la guerra la Nueva
República no pararía hasta acabar con él.
- Hemos contactado con el planeta señor -dijo el Capitán extrañamente
atemorizado-.
- ¿Y bien?
- Hemos recibido una respuesta cifrada mi señor. los. los códigos pertenecen
a su majestad el Emperador.
- ¿El Emperador?.
No era posible que estuviera vivo, ¿verdad?. Es decir, Lord Vader lo había
matado y la Segunda Estrella de la Muerte había explotado con él dentro
aunque así no fuera, no era posible que hubiera sobrevivido así, ¿quién era
el blasfemo que se atrevía a suplantar a su excelencia?. Aquella falta
acabó por decidir a Roark.
- Capitán, mande un mensaje al Capitán Oneclu, ordénele organizar un grupo
de asalto fuerte y equilibrado. Tendrán que ayudarnos a destruir ese
planeta.
- ¿Vamos a atacar señor?.
- No podemos dejar que alguien asuma la personalidad de su Excelencia y
salga impune. Ordene a la flota internarse en el campo de asteroides.
Pasamos al ataque.
Por los cinco Destructores que formaban la fuerza de ataque de Roark
comenzaron a sonar las alarmas de combate. Los oficiales y suboficiales
salieron de sus áreas de descanso y se personaron rápidamente en sus
distintos puestos de combate. Los pilotos de caza Tie se subieron a sus
pequeños y mortíferos cazas mientras esperaban la orden de despegar.
La flota de Roark se adentró en el campo de asteroides con los turbolásers
escupiendo fuego a diestro y siniestro para destruir los asteroides que se
acercaban peligrosamente. Una vez abandonado el campo de asteroides la flota
siguió avanzando hacia el primero de los planetas.
- Lancen los cazas Tie -ordenó Roark-. Que los bombarderos concentren su
fuego en las plataformas de defensa, los interceptores deberán darles
cobertura, el Destructor Gorgón les proporcionará potencia de fuego
adicional. Los demás destructores se encargarán de destruir las naves
pesadas de nuestros enemigos.
Con precisión militar las órdenes de Roark fueron ejecutadas inmediatamente.
Los cazas salieron de sus hangares, los interceptores más rápidos y
maniobrables que los bombarderos se encargaron de abrir un pasillo hasta las
plataformas Golan para que los bombarderos con más potencia de fuego
pudieran disparar sus misiles. Mientras tanto las baterías iónicas del
Gorgón disparaban sin cesar contra los escudos de las plataformas defensivas
Golan.
- Almirante, tenemos un holomensaje desde la superficie del planeta.
- Pásemelo al puente.
En medio del puente se creo una figura holográfica de más de dos metros. La
persona que representaba el holograma era poco más que un manto negro que
impedía ver cualquier posible rasgo del hombre. No era necesario decir que
aquella figura tenía un extraño parecido con la del fallecido Emperador.
- Almirante Roark -dijo con una voz fría, cargada de maldad-. Le ordené que
cesase el fuego inmediatamente.
- No recibo órdenes de impostores.
- Venga a la superficie de mi planeta y con sumo gusto le explicaré la
situación pero ordene a sus hombres acabar con este estúpido ataque al
verdadero Imperio.
La figura desapareció. Todos en el puente se quedaron mirando hacia Roark
esperando a ver qué iba a hacer su recientemente ascendido Almirante.
- Capitán, prepare una lanzadera y dos unidades de escolta. Iré al encuentro
de nuestro misterioso amigo.
- Almirante no creo que sea buena idea, nuestros sensores.
- No he pedido su opinión. Cumpla las órdenes sino quiere pasarse toda la
semana en el calabozo.
- Sí señor -dijo a regañadientes el Capitán-.
- Y ordene a nuestras tropas que cesen el ataque pero que mantengan
posiciones defensivas.
Roark salió del puente y fue hacia su cuarto mientras pensaba en lo que
acababa de hacer. Era muy arriesgado ir a la superficie del planeta,
probablemente era una trampa pero no podía dejar de preguntarse qué había
tras aquel extraño planeta. Y también había otra razón, en caso de que todo
fuera una trampa ganarían un poco de tiempo para que los refuerzos llegasen
y así podrían atacar los tres planetas. Se lavó la cara y se colocó el
uniforme de gala. Cogió su pistola desintegradota y un pequeño vibro
cuchillo que colocó en su bota militar. Cuando salió de su habitación tres
guardias de asalto lo condujeron hasta la lanzadera que despegó del hangar
del Quimera.
En todo el trayecto hasta el planeta ninguna nave hizo amago alguno de
atacarles. Cuando entraron en el planeta Roark tuvo que acomodarse en el
asiento debido a las fuertes tormentas que sacudían las capas más altas de
la atmósfera. Una vez atravesada las tormentas pudo ver claramente el
planeta. Miles, millones de soldados de asalto y técnicos cubrían la
superficie yendo de un lado a otro. Las fábricas cubrían todo el planeta
ofreciendo un aspecto similar al de Coruscant, pero en menor escala y
muchísimo más tosco y sucio. Aquel planeta era una fábrica viviente,
cualquier signo de naturaleza había sido destruido por las máquinas. Todo
aquello era un monumento la parte más oscura de la tecnología.
La lanzadera surcó todo el planeta acompañado por dos interceptores Tie a
modo de escolta oficial. ¿Quién había construido semejante arsenal de
armas?. Como oficial del Imperio sabía de la existencia de muchas bases
secretas, con astilleros y fábricas de armas pero nunca a tan gran escala.
Aquello desafiaba a la imaginación de cualquiera, ¿cómo habían podido
mantener todo aquello en secreto?. Y mientras se preguntaba todo eso se
encontró con algo todavía más extraño. Era un edificio, pero un edificio
gigantesco y era exactamente igual que el Palacio Imperial de Coruscant,
hasta el más mínimo detalle estaba copiado del antiguo lugar de residencia
del Emperador. La lanzadera se posó sobre el hangar.
Galagea
Lando y Han estaban siendo conducidos por varios guardias a un extraño
edificio ubicado dentro de una gran roca que parecía servir más que nada
como un gran escudo ante las inclemencias del tiempo. Los dos antiguos
héroes de la Alianza Rebelde habían ido al apartado planeta en busca de un
trato que permitiera a Lando Calrissian la exportación de cierta variedad de
cristales preciosos. Sin embargo, cuando encontraron al jefe de gobierno, el
humano llamado Gantoris, Lando no quedó del todo convencido con el
encuentro.
- Tengo un mal presentimiento -dice Han mientras no deja de mirar de un lado
hacia otro-.
- Yo también -dijo Lando en voz baja para que no les escuchasen-. Nos llevan
flanqueados como si fuésemos unos asesinos o peor todavía, como si
necesitásemos esta protección.
Llegaron a una puerta que conducía a un complejo interior donde lo único que
había a un lado y a otro eran puertas.
- Como comprenderán -empezó a decir Gantoris sin volverse hacia ellos- las
dificultades climatológicas han hecho de nuestro planeta un lugar inhóspito
para vivir por eso construimos este pequeño complejo donde podemos
resguardarnos de las inclemencias climáticas.
- Es impresionante -miente Lando. Al fin y al cabo él había gobernado una
ciudad en las nubes y no era fácil impresionarle con estas cosas-. ¿Las
minas también tiene esta disposición?.
- No, las minas son grandes plataformas. Verá Calrissian, las capas externas
de nuestro planeta son de una increíble dureza, necesitamos máquinas
especiales para abrirnos paso hasta capas más blandas así que la plataforma
nos sirve tanto como hangar como de base de operaciones. Una vez que hemos
llegado a esas zonas podemos iniciar la extracción manual. Cuando hemos
extraído los cristales nuestro contacto se los lleva en sus cargueros para
refinarlos y venderlos.
- ¿Quién es su contacto? -preguntó Han-.
Gantoris se volvió y le miró extrañado.
- Pensaba que un hombre como usted General Solo sabría que ese tipo de
información cuesta mucho dinero.
- Había que intentarlo y ya no soy General, dimití del servicio hace años.
- Una gran pérdida para la Nueva República -ironiza Gantoris-. Entren por
esa puerta por favor.
Lando y Han llegan a una gran sala donde hay varios tableros holográficos
con datos estadísticos sobre la producción y sobre el clima.
- Esta es nuestra sala de gobierno -explica Gantoris-. Ya sé que en
Coruscant esto sólo serviría para controlar un pequeño sector no muy
problemático pero aquí no tenemos medios suficientes para permitirnos algo
más. Ahora si hacen el favor de sentarse deberíamos tener una pequeña charla
sobre esa proposición tan interesante que quería hacernos Calrissian.
Lando y Han se sientan. En ese momento Gantoris sonríe ampliamente, varios
soldados entran en la habitación y apuntan con sus armas a los dos héroes de
la Rebelión.
- Pero si todavía no hemos llegado a la parte peliaguda de la
reunión -bromea Lando mientras busca una manera de salir de aquel lío-.
- ¿Qué es todo esto? -pregunta Han-.
- Realmente habéis investigado poco sobre Galagea, ¿verdad?. ¿No sabéis que
Galagea está bajo el control de los Hutts?.
- ¿Los Hutts? -Han sintió repugnancia hacia aquellos obesos y asquerosos
seres-. Pensaba que habían tenido que quitar el precio a nuestras cabezas
una vez que la Nueva República se hizo con el control de la galaxia.
- Y así es -dijo Gantoris con una sonrisa burlona en la cara-. Pero eso no
es problema para el Sol Negro.
- ¿Un Hutt controla la mayor organización criminal de la galaxia? -preguntó
Han-.
- Entre otras cosas. Pero lo importante es que sacaremos amplios beneficios
con vuestra captura.
- Mi trato os haría sacar más beneficios aún -dijo Lando mientras era
esposado-.
- No lo dudo. pero no podemos contrariar al Sol Negro.
Tatooine
Los dos soles Tatoo I y Tatoo II es escondían más allá del Mar de las Dunas.
Luke Skywalker los miraba, había contemplado muchas veces aquel anochecer,
la última vez fue antes de que todo comenzara cuando había discutido con su
tío porque éste quería retórnele en la granja de los Lars sólo una estación
más. En aquellos tiempos Luke era un joven granjero ingenuo que quería vivir
aventuras, luchar contra piratas y pilotar naves espaciales. aquel sueño se
había cumplido y no había resultado tan maravilloso como había creído. Unas
horas después de la puesta de los soles descubría que el pequeño androide
recién comprado Erredós se había fugado, para no desatar aún más la ira de
su tío decidió salir a buscarlo temprano. Nunca imaginó que su vida diera un
vuelco tan grande. Mientras él estaba fuera, las tropas de asalto del
Imperio había llegado a su granja y habían preguntado por los androides que
tío Owen y tía Beru habían comprado. No sabía qué había pasado exactamente
pero los soldados mataron a sus dos tíos. Aquello propició su decisión de
irse de Tatooine para siempre. ¿Para siempre?. No, por alguna jugarreta de
la Fuerza siempre acababa volviendo a aquel lugar ahora ya no odiado sino
querido por guardar los tesoros de su juventud e inocencia perdidas hace
tiempo. Todavía recordaba las carreras con sus deslizadores a través del
Cañón del Mendigo, Biggs y él eran los mejores y aquella experiencia les
sirvió a ambos para adquirir unas grandes habilidades como pilotos.
- La cena está lista Amo Luke -dijo Trespeó despertando a Luke de sus
pensamientos-.
- Gracias, Trespeó pero no cenaremos aquí. Dile a Erredós que prepare la
nave para despegar, volvemos a Coruscant.
Aquel tiempo de respiro que se había permitido había acabado, era hora de
volver a Coruscant y empezar la formación de la nueva Orden Jedi.
Continuará.
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola.
Para el próximo número prometo algo de acción. En serio, sé que me estoy
pasando con tanto número dándole vueltas a las cosas y presentando
personajes y situaciones pero es que realmente esta saga de presentación
(que inicialmente iba a durar un número y ya van cuatro) es muy importante.
Sí, ya sé que podría hacer los números más largos pero tampoco quiero
aburrir con un pedazo tocho.
Bueno, por último sólo recordaros que podéis escribirme a
ben_reilly@terra.es para preguntarme sobre lo que tengáis dudas, si no
sabéis quién es éste o tal personaje o como es que este personaje no aparece
si es de mis favoritos. En fin que mi correo está disponible para recibir
todo tipo de cartas, excepto SPAM que ya llega bastante por sí solo sin que
le ayudéis.
Ciao