Coruscant
Por fin ha llegado este día. La Primera Ministra Leia Organa Solo
contemplaba con lágrimas en los ojos el recientemente remodelado Senado
Galáctico. De reojo pudo ver que la Presidenta de la Nueva República Mon
Montha también tenía lágrimas en los ojos. Las dos mujeres ya habían estado
en aquella cámara cuando eran senadoras de Alderaan y Chandrila
respectivamente. Las dos habían tenido que abandonar su puesto de senadoras
cuando su implicación con la Alianza Rebelde se hizo pública y las dos
habían luchado con valor para que la Alianza ganara la Guerra Civil
Galáctica. Y la revitalización del Senado era la prueba más palpable de que
la Nueva República funcionaba, era la prueba más real de que la Alianza
Rebelde había ganado la Guerra. En los últimos años un pequeño Senado había
estado funcionado como acto simbólico sin embargo ni la mayoría de sectores
de la República estaban presentes ni tenía el poder real ostentado por el
Consejo Provisional formado por los mandos militares y algún que otro
político como el ahora senador por los bothan Borks Fey´lya. Así que hoy
sería la primera gran reunión del Senado. Hoy era un día histórico.
La plataforma que llevaba a Mon Montha y a Leia se detuvo en medio de la
gran cámara. Todavía faltaban unos segundos para que la sesión comenzara. No
había nada importante en el orden del día, la sesión sería tranquila y se
hablaría sobre todo de las victorias militares del Almirante Ackbar y su
flota sobre las maltrechas fuerzas del Gran Almirante Thrawn en los
territorios del Borde Interior. Leia miró escasos metros debajo de la
plataforma central donde estaban los asientos de los diferentes ministerios
de la Nueva República. Todavía el gobierno estaba formado íntegramente por
los militares a excepción del Representante del Senado, el senador Borks
Fey´lya.
Los senadores ocuparon todas sus plataformas y guardaron silencio
inmediatamente respetando la solemnidad del momento. Mon Montha conectó su
amplificador de voz para que toda la sala del Senado pudiera oírla sin
problemas.
- Senadores de la Nueva República, soy Mon Montha, Presidenta de la
República.
Otras de las cosas que debía cambiar en los próximos meses es la
Presidencia. Mon Montha no había sido elegida por el Senado si no por el
Consejo Provisional. En los próximos meses Mon Montha debería dejar elegir
al Senado su continuidad o no en la presidencia aunque no había por ahora
ninguna duda de que Mon Montha sería reelegida.
- Nos encontramos hoy ante un día histórico -prosiguió Mon Montha con su
discurso-. Han sido más de diez años de incontables victorias, derrotas,
luchas, muertes para que hoy podamos estar aquí. Hoy es el verdadero día en
que podemos decir que hemos logrado nuestro objetivo. Esta cámara fue antaño
el lugar donde los senadores de la Antigua República se reunían para
gobernar con paz y justicia en los territorios de la República. Hoy nosotros
asumimos ese legado de aquellos senadores entre los que yo misma me
encontraba pero lo que es más importante aún que lograr estar a la altura de
los antiguos senadores es estar a la altura de la multitud de héroes caídos
que lucharon para que hoy el Senado pueda reunirse con la plenitud de sus
poderes. Tendremos que estar a su altura y hacer que sus muertes no hayan
sido en vano porque ese es nuestro reto, honrar la muerte de aquellas
personas que dieron su vida por nuestra causa. Por todos ellos declaro el
comienzo de la primera sesión del Senado de la Nueva República.
Los aplausos comenzaron y durante toda la reunión no pararon. Hoy era sin
duda un gran día.
Núcleo Profundo
Las disminuidas fuerzas del Imperio habían ido retrocediendo a lo largo de
este año todo el territorio que habían recuperado desde que el Gran
Almirante Thrawn lanzara su campaña de reconquista por el Borde Interior.
Como consecuencia de este retroceso y de las campañas lanzadas por la Nueva
República en el Borde Exterior, las fuerzas imperiales habían ido a
refugiarse al Núcleo Profundo donde las estrellas y los planetas estaban tan
cerca unas de otras que quien no conociera las rutas estelares correctas
acabaría muerto. Como medida de precaución el Emperador no había facilitado
ninguna información sobre dichas rutas así que pocos eran lo que las
conocían.
- Capitán Garnet, detecto un movimiento extraño por la zona del Golpeador
- ¿Ha probado a enviar un mensaje a su capitán?
- Sí señor pero no responden.
- Siga intentándolo. Ordene al Gorgón y al Intimidador que preparen
intercepción en cero punto nueve. Avise al Capitán Fred de que prepare su
interdictor para una maniobra presa.
- Sí señor, transmitiendo órdenes. El Capitán del Golpeador hace caso omiso
de nuestras señales.
- ¿Tripulación del Golpeador?
- Mínima señor, estaban realizando reparaciones.
- Una deserción muy preparada pero ineficaz.
- Informe del Intimidador, el objetivo está disparándoles.
- Contraataquen, lancen los cazas.
- Sí señor.
El Capitán Garnet fue hacia la pantalla más próxima y vio desarrollarse la
batalla. Últimamente las deserciones habían aumentado. Algunas veces los
desertores entregaban los Destructores a la Nueva República a cambio de
inmunidad y otras veces lo único que hacían era unirse a otras pequeñas
facciones del Imperio donde destacarían sobre los otros. Ninguna de esas
opciones le gustaba a Garnet. Para él, la flota imperial que el Almirante
Pellaeon había conseguido reunir era la baza más fuerte para derrotar a la
Nueva República y volver a instaurar el Nuevo Orden. Las pequeñas flotas
sólo podían desempeñar una guerra de guerrillas que nunca ganarían. Incluso
la Alianza Rebelde en sus peores tiempos tenía más potencia de fuego que
cualquiera de esas flotas locales.
- Los escudos del Golpeador han caído señor.
- Perfecto. Que el Gorgón y el Intimidador disparen sus baterías iónicas.
- Sí señor.
- En cuanto las baterías turboláser queden anuladas mande varios equipos de
asalto. No quiero prisioneros salvo el Capitán del Destructor.
- Sí señor.
Garnet se dio la vuelta y siguió contemplando el desarrollo de la operación.
Los cañones iónicos del Gorgón y el Intimidador anularon todos los sistemas
de a bordo del Golpeador con lo que el Destructor era ahora poco más que un
cascarón flotando en el espacio. Los equipos de asalto salieron de los dos
Destructores y se acoplaron perfectamente. En pocos minutos el equipo de
asalto informó de la que tripulación había sido neutralizada y que el
Capitán Golpeador había sido apresado.
- Capitán, el Almirante Pellaeon quiere verle inmediatamente.
- De acuerdo. Iré a ver qué quiere.
Garnet se dirigió hacia el despacho privado del Almirante Pellaeon a bordo
del Destructor Estelar Quimera que era también el centro neurálgico de los
restos del Imperio. En aquel pequeño despacho se encontraban todas las
ansias de revancha de los restos imperiales. Era en más de un sentido,
desolador comparar la gran cámara imperial de Coruscant con aquel diminuto y
oscuro despacho.
- Capitán Garnet, ha hecho un buen trabajo deteniendo este nuevo intento de
deserción.
- Gracias Almirante.
- Pero no le he hecho venir aquí sólo para felicitarle. ¿Reconoce
esto? -Pellaeon le enseñó un pequeño disco de datos-.
- Sí señor, es el Testamento Político del Gran Almirante Thrawn.
- En efecto así es. Cuando el Gran Almirante murió hace ya un año dejó este
pequeño documento en el que se dejaban algunas indicaciones como mi eventual
ascenso a Almirante en jefe del Imperio.
- Conozco la historia señor.
- No lo dudaba de un hombre con sus capacidades -ironizó Pellaeon-. Sin
embargo lo que usted desconocerá es que parte de ese Testamento no fue nunca
leído por persona alguna. ¿Por qué se preguntará usted?. Es muy sencillo, el
Gran Almirante quiso asegurarse de que yo sobreviviera durante un año para
probar que era digno de seguir con nuestra campaña de reconquista.
- Por eso no se ha arriesgado en nuestras batallas y siempre ha preferido
perder un poco de terreno a perder algunas de nuestras naves.
- En efecto. Pese a mi gran experiencia es muy difícil compararme con genios
de la estrategia como lo son Ackbar o Riekkan. Lamentablemente si lanzara un
ataque a gran escala contra la Nueva República seríamos destruidos de
inmediato, yo lo sé, usted lo sabe y Thrawn lo sabía. Así que el Gran
Almirante preparó una serie de planes para poder acabar de una vez con la
Rebelión.
- Y están en ese disco
- Sí en efecto y es más, hoy es el día en qué puedo abrir el contenido del
disco.
- Entonces señor, al fin podremos empezar la reconquista de nuestros
antiguos territorios.
- ¿Por qué?.
Garnet lo miró extrañado.
- No le entiendo señor, ¿por qué que?
- ¿Por qué quiere reconquistar esos sistemas?. Es más, ¿por qué quiere
vencer a la Nueva República?. O mejor aún y más definitivamente, ¿por qué
sirve al Imperio?.
- Señor yo. creo en el sistema que el Imperio estaba imponiendo, creo en el
Nuevo Orden del Emperador.
- ¿Está usted seguro de que cree eso?. No se engañe Capitán, usted y yo
sabemos lo que pasa en las academia imperiales, el lavado de cerebro que
hacen con cada uno de nosotros para que nos creamos todo eso es muy eficaz.
- Señor, hablar tan siquiera de esto podría considerarse traición.
- ¿Traición a qué?. ¿A un Emperador muerto o un Imperio muerto?. Usted elige
Capitán.
- .
- ¿No sabe qué decir?
- No sé qué se supone que debo decir.
- Se lo diré yo. Me estoy muriendo Capitán, he contraído el Mal de Tharon y
los médicos me han dicho que mi estado es avanzado. Me quedan apenas unos
meses de vida.
- Lo. lo siento señor.
- No lo sienta. Estar en el punto de mira de la muerte me ha hecho
reflexionar y darme cuenta de muchas cosas que antes daba por supuestas. En
muchos sentidos ha sido una excelente revelación sobre lo que debo hacer.
- ¿Y qué debe hacer, señor?
- Poner fin a una guerra de más de diez años.
- ¿Va a rendirse a la República?
- Sí eso voy hacer. Este disco de datos marca la diferencia entre un ataque
suicida que lo único que haría sería condenar al Universo a otros diez años
más de guerra o firmar la paz entre las dos facciones. Nosotros no podemos
ganar, es más, no debemos ganar. Yo conocí los tiempos de decadencia de la
Antigua República y puedo decir que no eran agradables, caos es la mejor
palabra para definir aquello pero el Imperio no arregló mucho. Es cierto que
impuso la paz pero ninguna paz impuesta por la fuerza de las armas dura y lo
pudimos comprobar viendo cómo se generaba una revolución a nivel galáctico
que aplastó a nuestro querido gobierno con ideales de justicia, valor y
nobleza sacados de los principios básicos de la Antigua República. Hoy en
día la Nueva República sigue esos mismos valores.
- Entonces ¿nos vamos a rendir?. Convencer a los demás no será fácil señor.
Pellaeon sonrió.
- En verdad es usted un buen soldado del Imperio. Si yo ahora le dijera que
fuera a Kessel y entrase con un caza en el cúmulo de agujeros negros de las
Fauces usted lo haría sin rechistar, ni siquiera preguntaría la razón de
mandarlo a una muerte horrible o algo peor. Pero eso ahora no me sirve, sólo
quiero preguntarle lo que quiere hacer.
- No le comprendo, señor.
- Es sencillo Capitán, ¿quiere rendirse o quiere ver lo que hay en este
disco de datos?.
El Capitán Garnet meditó unos momentos antes de tomar una decisión.
- Quiero ver lo que pone, señor.
- Sabía que diría eso. Es usted un guerrero Capitán, por eso le puse al
mando del Quimera. Tenga el disco, mírelo y evalúe si vale el precio que la
galaxia va a pagar por instaurar otra vez el Nuevo Orden del Emperador.
- ¿Ya ha visto lo que ha dentro?.
- Sí pero no se preocupe no revelaré ningún dato a la Rebelión.
- ¿Adónde irá ahora?.
- Oficialmente iré a contactar con una raza desconocida de alienígenas que
nos prestarán la tecnología necesaria para destruir a la Rebelión. Mientras
tanto el nuevo Almirante Garnet regirá la flota.
- ¿Almirante?
- Sí, se lo ha ganado, enhorabuena.
- Gracias señor. ¿Y adónde irá extraoficialmente?
- Adonde no me encuentren Almirante.
Pellaeon cogió una pequeña maleta y abrió la puerta del despacho. Antes de
salir se volvió hacia Garnet.
- Se me olvidaba. Antes de leer el disco de datos mire el archivo THX1138,
guarda una terrorífica vinculación con los planes de Thrawn.
- Así lo haré.
Y así el Almirante Pellaeon desertó del servicio militar del Imperio sin que
nadie se le interpusiese.
- Computadora, busca en los ficheros el archivo THX1138.
- BUSCANDO.ARCHIVO ENCONTRADO
- ¿Referencia?
- GUERRAS CLON
Continuará.
LA TASCA DE MOS EISLEY
Holadola a todos.
Bueno y ya está bien de daros la paliza con el correo XD, hasta otra, ciao.